Rebel, Rebel [Kenneth]

Era más que claro que disfrutaba de aquella situación en la cual tenía el mando. Y se sentía extraño percibir que yo también disfrutaba el experimentar la mía por primera vez, porque si bien siempre me había considerado muy versátil en todos los aspectos, nunca antes me había planteado realmente el hecho de hallarme así; disfrutando ser la puta de alguien, suplicando por más. Más dolor, más placer, más arrebato de dignidad, más para sentirme en la cumbre de todo lo existente. Supongo que es parte de la naturaleza de un mártir esperar por el castigo con ansias, así como lo es de un ser puro el corromperse, y disfrutarlo más de lo que es habitual. Separé un poco más las piernas, que se tensaron cuando la fuerza de sus movimientos aumentó y en contra de mi voluntad solté un quejido sonoro. Dolía. Y mucho. Todos los músculos de mi cuerpo se tensaron y rechiné los dientes. Deslicé una de mis manos por mi vientre y comencé a masturbarme de forma violenta y acelerada.-¿Es todo lo que tienes? No olvides que estas con un ser sobrenatural...-Gemí antes de proseguir.-Necesitarás algo más que eso niñita...

Por mi piel comenzaban a correr pequeñas gotas frías de sudor.

Cerré los ojos ante la repentina y dolorosa presión de su manos sobre mi miembro pero los abrí al instante que el volvía a articular palabras, pare de gemir un instante, tome sus muñecas con fuerza llevándolas sobre su cabeza - ¿Es que aun no lo entiendes, Kenneth? - pregunte entre cortadamente, lo mas claro que mi respiración me permitía, tan cerca de su rostro - Yo no soy un patán - podría estar drogado y con una seria carencia de sentido común y decencia pero no podía serlo, no del todo - No pretendía que tuvieras que recordar una experiencia dolorosa como primera vez ..... no lo pretendía - 

Solte sus manos, bajando una para recorrer una de sus piernas antes de guiarla hasta mi hombro - Pero eres tu quien decide - articule una sonrisa - ¿Lo quieres duro? - levante sus caderas un poco y empuje mi pelvis con fuerza adentrándome dolorosamente en aquella estreches suya.

Relamí mis labios con sus palabras, mordí el inferior, le contemplé y solté una carcajada especialmente sonora. Dos. Tres. No tenía demasiado sentido, no sabía del todo el por qué, pero no me interesaba buscarlo. Cuando estás drogado, haces, dices y sientes estupideces, así que no puse demasiada atención en ello.-Todos somos patanes de un modo u otro a veces Andrew.-Vuelvo a morder mi labio, pongo un gesto tonto y un tono más tonto aún.-Tú también lo eres. Aunque no lo desees. Niégalo si quieres, pero sé que te gusta hacerme sufrir.-Me le acerco y le susurro al oído.-El sexo sin dolor no es sexo. La vida sin dolor no es vida.-Guió mi pierna hasta su hombro, sonrió. Mi pecho subía y bajaba con cada respiración, mordí mi labio con mucha fuerza sintiendo el sabor de mi propia sangre. Ahogué un gemido de dolor y placer. De dolor que alcanza el placer. De placer que se convierte en dolor. De ambos entremezclándose con palabras burdas, alcohol, deseo, drogas, cigarros, locura, desenfreno, pasión, testosterona, sudor y semen.-¡Ah! Andy...-Acerqué mis caderas más a él, cediendo enteramente a la dulce y perversa tortura.-¡Ah!-Todos los dolores se mezclaron entonces. El del sexo, con el de la cicatriz y ahora una jaqueca. Deslizo casi sin darme cuenta una mano por mi rostro y abro los ojos al sentirla húmeda para encontrarla teñida de rojo. Mi nariz sangraba.-Sigue...-Logré articular.-Sigue...-Repetí, ya al borde de correrme.

Hablo y escuche, pero no quise entender, seguía bombeando dentro de su cuerpo de forma inconsciente "la vida sin dolor no es vida" quizá tenia razón eso, pero esa seria una frase para reflexionar después, claro si lograba recordarla.

Mire su rostro unos segundos, use mi mano para limpiar la pequeña linea de sangre que se deslizaba sobre su mejilla y luego mi mano se poso sobre su vientre y comenzó a deslizarse sobre de ella hasta bajar a su miembro, lo sujete entre mis dedos para masajearlo con una considerable fuerza - Grita - murmure - hazlo. Grita.

No respondió a ninguna de las cosas que le dije, al menos no con palabras. Limpió con su mano la sangre de mi rostro, pero no había caso, porque seguía sangrando. Hice caso omiso de ello, no importaba en tal momento. Su mano se deslizó por mi pelvis y sujetó luego mi miembro, masajeándolo con mucha fuerza despertándome un instinto casi animal de hacerle daño. Hice mi mayor esfuerzo por controlarlo, pero mis uñas se clavaron en su pecho como respuesta casi sin que me diera cuenta. "Grita", me ordenó, así como anteriormente se lo hubiese dicho a él. -No...-Apenas pude decir.-No...-Repetí en un tono que combinaba a la perfección el dolor y la excitación extremos.-No voy a...-No pude decir más. Cerré los ojos y apreté los puños.-No, no puedo, yo...-Un sudor pegajoso y espeso perló mi cuerpo.-Me vengo...-Articulé.-Me vengo...-Volví a decir.Moví mis caderas hacia él con fuerza.-¡Ah! Andy...-Tragué con dificultad y empecé a gemir de forma entrecortada, alcanzando el espasmo. Gemía cada vez más fuerte y no dejaba de moverme como respuesta a la hiriente penetración de su miembro en mí y de sus manos acariciándome de forma tortuosa. Y a pesar de que mordí mi labio inferior intentando contenerme, solté un gemido fuerte, casi un grito e instantáneamente me corrí, ensuciando su mano y las sábanas. Mi nariz sangraba todavía un poco más por la presión finalmente liberada. Le acerqué más a mi cuerpo aún con la respiración agitada.

Sentí un gran dolor cuando sus manos se aferraron a mi pecho pero aquello se opaco cuando los espasmos que me rodeaban se hicieron mas agudos y repetitivos, su cuerpo anunciaba a gritos el inminente final.

La repentina humedad de su orgasmo golpeo mi piel, pero apenas pude sentirla cuando mi propia necesidad de estallar se apodero momentáneamente de la situación para correrme por competo dentro de si.

Respire agitado un par de veces antes de salir de el, de alejarme de el.

Sentí su orgasmo llegar a la cumbre dentro mío y su semen inundándome de forma absolutamente placentera aunque aún angustiosamente dolorosa. Apreté los puños y mientras todavía gemía se me escapó un casi inaudible sollozo y creo que segundos después resbalaron un par de lágrimas por mis mejillas. Cerré los ojos y cuando hubo terminado, me dejé caer en la cama casi por inercia, cuando mis fuerzas me abandonaron. Supongo que fue la terrible combinación del alcohol, las drogas, el dolor físico y mi constante desequilibrio emocional que me provocaron aquél acto humano tan característico y peculiar de dicha raza. Sacudí la cabeza a propósito, pretendiendo que entre mis mechones de cabello rubio y la penumbra, él no reparara en el hecho de que, efectivamente, estaba llorando, olvidando que las lágrimas de ángel son increíblemente brillantes. Nunca supe por qué lo hice realmente. Nada tenía sentido en mis comportamientos, no del todo. Tal vez fue porque le extrañaba, a aquél último que hubiese compartido conmigo esa cama y tantas otras cosas, a aquél desventurado a quien por vez única amé. Quizás, lo que realmente extrañaba era quien yo solía ser a su lado, el aprecio desmedido y desinteresado que le tenía, la forma en que me hacía sentir bien conmigo mismo. O a mis hermanos celestiales, por quienes hubiese dado un millón de veces mi vida y mi alma. No sé. No lo supe entonces, no lo sé ahora. Me puse de pie. Tímidamente y ronroneando como un pequeño felino asustado, me le acerqué y acaricié su cuerpo con el vestigio de ternura que tal vez algún rincón de mi alma anhelaba. Primero delineé su rostro, dulce y femenino, jugueteé con mis dedos en su cabello, luego acerqué mi rostro a su cuello y dejé un ligero pero igualmente intenso beso en su nuez. El dorso de mis manos se fueron deslizando de forma distraída por su suave y cálida piel; sus hombros, sus brazos, su espalda, sus caderas, sus glúteos. Sólo así. Impulsivo, radical, sin sentido ni intención. De pronto resonó en mi mente aquella frase: "¿No quieres ser mi nuevo mejor amigo?". La inocencia y la confianza de su parte me obligaron a alejarme un poco. Sabía que no había estado bien habérmele acercado, tanto menos el buscar en él un equilibrio y armonía hacía tiempo perdidos. Retrocedí un par de pasos hasta dar con la cama y bajé la mirada, sintiendo mis mejillas encenderse, sin saber del todo qué decir o hacer, y aún sin poder contener el llanto.

Respirar dolía, mi corazón golpeaba mi pecho en un ardor impaciente, así que no me moví, me mantuve boca abajo sobre la cama todo el tiempo que necesitará para dejar de sentirme como en una montaña rusa.

Lo sentí moverse pero no hubo sonido mas que el de sus movimientos y el boom boom aminorándose, quise preguntar algo pero en el momento me arrepentí ¿Que podía decir? "¡Hey! que buen rollo ¿quieres un café?" obviamente eso era estúpido. pero entonces mientras yo cavilaba en conversaciones simuladas en mi cabeza sentí un toque tibio que me hizo levantar la cabeza de la cama, el me tocaba y yo deje que lo hiciera 

Me levante cuando se aparto, por instinto, algo extraño haba en el - ¡Hey! ¿Estas bien? - murmure tomando sus manos, fue entonces cuando lo note, aparte su húmedos cabellos de su rostro - Estas llorando ¿Por que estas llorando? - yo tenia un muy mal trauma, cuando alguien lloraba cerca de mi siempre asumía que era mi culpa, era mas que obvio que era mi culpa, algo había hecho - Lo siento - murmuré y olvidando cualquier hecho sucedió antes y lo estreche - Lo siento, perdón, no debí, yo no debí, por favor no llores.

Al rato, dejó caer su cuerpo junto al mío en la cama por el desgaste que aquél acto nos produjo. No fue difícil percibir su corazón golpeando fuerte en su pecho ni su respiración agitadísima, así como tampoco la dubitación entre el si debía decir algo y el qué decir. Cuando lo acaricié, alzó la cabeza. Por alguna extraña razón, creí que me detendría, pero no lo hizo. Sólo permaneció así, inmóvil. "¿Estás bien?", preguntó tomándome de las manos y preferí no responder. Al momento, apartó unos cabellos de mi rostro y de pronto me sentí como un crío cuando jugando a las escondidas es hallado, quedando expuesta su fragilidad obvia. Me preguntó por qué lloraba, no supe qué decir.No quería mentirle, pero ciertamente ni siquiera yo sabía del todo la razón, y eso me irritaba. Pidió perdón asumiendo una culpa que nunca había querido darle, me envolvió entre sus brazos y mi piel se congeló.Todavía era vulnerable a los abrazos; eran extraños, aquél se sentía extrañamente agradable. Escondí mi rostro en su pecho. Se disculpó varias veces más y me suplicó que no llorara. Recién entonces, lo supe. Tenía miedo. Miedo de él. Miedo de lo que era capaz estando a su lado. Miedo del modo en que, siendo un simple y arrogante humano, fuese capaz de desarmarme por completo sin mover un sólo músculo. Miedo de volver a caer en aquello de lo que tanto me había costado salir, miedo de quererle. Miedo de que no hubiese vuelta atrás; de quedarme prendado con él y amanecer, como todos los días, solo. Todo aquello se me antojaba ridículo, estúpido y asqueroso. Pero igualmente dolía. Alcé la vista sin despegar mi rostro de su pecho y le miré, mis ojos brillaron con una intensidad única. Luego, sin más, lo dije, más bien como un pensamiento en voz alta que no pude detener:-No quiero que amanezca nunca.

No dije nada, de alguna forma no quería que se sintiera apenado, me separe de el y regrese a la cama, cogí la sabana y la puse sobre sus hombros, solo le sonreí ligeramente y lo ayude a sentarse en la cama - Todo estará bien no te preocupes, no hay razón para llorar - le di una palmadita en el hombro y me coloque los pantalones a fin de conservar la poca decencia que tenia.

Las preguntas estaban de mas, obviamente él no la estaba pasando muy bien y cualquier cosa que pudiera salirse de mi torpe boca podría hacerlo sentirse peor, suspiré sentándome a su lado y luego acostándome en la cama mirando al techo  - Sabes, hablaba enserio - dije un tanto bajo - lo de que podemos ser amigos, solo si quieres, es bueno tener a alguien con quien hablar de vez en cuando y aunque no soy bueno con eso de los consejos puedo ser buen oyente, así que .... así que - tartamudee un poco - si quieres hablar con alguien prometo no decírselo a nadie - me mantuve en silencio unos segundos - y tampoco le diré a nadie que no eres tan malo como aparentas - sonreí un poco - tu secreto esta a salvo conmigo, así que puedes seguir por el mundo aterrando gente - reí un poco nervioso para que mi improvisada y tonta broma disminuyera la tensión.

- Aunque igual si no quieres lo entenderé - me incorporé hasta quedar sentado junto a el - ¿Este lugar tiene algo así como una cocina? - me dispuse a ponerme en pie.

Me incomodó un poco cuando colocó la sábana sobre mis hombros. Me sentí como un niño recién rescatado de un incendio con el cual los médicos y bomberos tienen atenciones pero meramente porque en eso consiste su trabajo. Era algo tonto. Que me sintiera así, digo. Me había jurado miles de veces no volver a buscar ni a sentir por nadie lo que los humanos llaman comúnmente "amor". ¿Por qué estaba haciéndolo de nuevo? Sacudí la cabeza, sintiendo vergüenza de mí mismo; no tenía remedio.Sonreí apenas, divertido con sus actos.-¿En serio? Después de todo lo que hicimos,¿vas a decir que te molesta que te vea desnudo?-Bajé la vista.-Bueno, yo sigo creyendo que eres lindo.-Murmuré, más bien como pensamiento en voz alta, contemplando su cuerpo esbelto. Volví a sonreír al notarle tartamudear. Durante un tiempo permanecí en silencio. No sabía qué responder. "Nadie es tan malo como aparenta, ni tan bueno como dice.", hubiese querido decirle. Pero me pareció un comentario tonto.-Estará bien...-Solté, sin pensarlo demasiado. No lo estaría. No debería hacer algo como eso. Pero ya era tarde.-Amistad con polvos...-No sé si lo dije o lo pensé. Como fuera. Era cierto. Me puse el pantalón y permanecí sentado en la cama algunos varios segundos, reconociendo quizás aquel sitio en que me encontraba y dándome cuenta de que me dolía mucho la cabeza.-Emm..Sí. Por el pasillo a la derecha, creo.-Dejé una breve pausa.-Oye Andy, ¿qué tú no duermes nunca? Deben ser como las cuatro o cinco, y hasta ahora nos las hemos pasado follando.-Le miré un momento, deseando que la espontaneidad no le molestara.-¿Tienes sueño?-Le pregunté.

-No es eso - respondí sonriendo - quizá tu lo lo sientas por tu condición especial pero hace frió, lo ultimo que quiero es caer enfermo -  me encogí de hombros caminando hacia la dirección que había señalado.

Me entretuve algunos minutos en la cocina antes de volver donde el estaba.

- Para lo poco que usas este sitio no me sorprende que tengas una cocina casi vacía, pero bueno respondiendo a tu pregunta - solté una risa ligera - Si duermo, solo que no de noche, como te habrás dado cuenta en esta ciudad cuando el sol se oculta hay mas vida que durante el día y entre eso y otras razones termine acostumbrándome ¿Gustas un poco de café? - le extendí la taza - no había mucho que hacer - ¿Cuantos años tienes exactamente? Bueno supongo que ustedes no viven como nosotros.

Permanezco un tanto pensativo con su primer parlamento. Lo cierto es que aún me sorprende la fragilidad humana. Un resfriado y podrían caer en cama por meses, o peor, morir. Todo eso simplemente se me hace raro y hasta un poco cómico. ¿Quién diría que si no te pones suéter al salir a la calle es posible que te enfermes y mueras? Hubiese querido soltar una risita maliciosa, pero por alguna razón permanecí en silencio.-No sé...-Solté luego.-No lo había notado. El clima no me afecta a no ser que ponga atención. No somos sensibles a él de ningún modo.-Se marchó a la cocina y me puse de pie para descorrer las cortinas y abrir la ventana. La empleada siempre lo hacía, pero de todos modos necesitaba aire fresco; el olor a sexo ya me estaba fastidiando. Le vi regresar con una taza de café.-Bueno, no necesito comer y tampoco estoy aquí mucho tiempo, como muy bien has dicho. Si quieres puedes pedir algo por internet y antes de que preguntes para qué quiere un ángel caído internet en su casa, te diré que el servicio ya venía incluido en la cuota. Sería demasiado random si te ofreciera ir al supermercado, ¿no crees? Es retórica.-Tomé la taza entre mis manos y bebí un sorbo.-Gracias. La verdad, hace treinta años de mi creación. Y más o menos ocho desde que caí.-Sonreí de lado. Había caído demasiado pronto.-¿Cuántos tienes tú? ¿Diecisiete, dieciocho...?-En realidad no parecía mayor.

Me senté en la cama cruzando las piernas frente a mi, ladeando la cabeza - De verdad eres encantador - me quede mirándolo un momento mientras se mantenía cerca de la ventana - cuando no hablas tanto, lo eres - sonreí - bueno y cuando no estás con tu actitud de monstruo malvado arrancador de cabezas salido del infierno.

Solté una carcajada - ¿Hasta ahora te preocupa la pedofilia? Tengo 19 años - respondí, estirando los brazos - dentro de poco cumpliré 20 - sonreí, este sería mi primer cumpleaños lejos de casa y eso me causaba un poco de inquietud y ansiedad

Sonreí inconscientemente con sus palabras. Por más tonto que fuera, que de hecho, lo era, me agradaba de algún modo bastante curioso que me elogiaran. Era considerablemente soberbio, y tampoco era como si intentara ocultarlo, en especial porque sabía que mi acompañante también lo era.-Creo que no podría quedarme diez minutos en silencio aún siquiera. A menos que estuviese ocupado en... otros asuntos. Bah, ya has sido testigo de eso. Me gusta fastidiar.-Me encojo de hombros antes de soltar una carcajada estúpida con sus siguientes palabras.-¡Hey! ¿Por qué dices eso? Ni siquiera he sido apenas cruel contigo. Técnicamente, lo que has conocido, ha sido mi lado de "crío inocente".-Sonreí socarronamente por la ironía de ello.-Aunque admito que no habla demasiado bien de mí haberme acostado con un chaval once años menor, pero ese es otro tema. Por cierto y por si te interesaba, no será algo que me tenga sin sueño. He hecho cosas peores.-Me encogí de hombros y permanecí observándole. No podía dejar de hacerlo, era una belleza sin igual.

Sonreí - ¿enserio? - respondí gateando sobre la cama hasta donde estaba el - ¿Es eso una invitación a que te mantenga callandito? - murmuré mientras avanzaba - Nah la verdad yo no creo que seas tan malo - cuando llegue hasta el me acerque a milímetros de su rostro - por que solo basta que haga esto  - murmure sutil y provocadora mente sobre su oido - y tu reacción te delata

OFF: ¿Ké pedo? ¿Vuelvo  de mis vakeishons forales (que más bien fueron una Odisea) y Andy ya es vampiro? O.o Tengo que ponerme al día con los chismes del Damned, ¡pero ya! :v

-Tal vez lo sea...-Murmuré frente a su primer parlamento. Luego se acercó a mí y me susurró seductoramente al oído, a lo cual esbocé una sonrisa leve antes de inclinar apenas la cabeza para que nuestro labios quedaran separados por milímetros que desaparecieron haciendo que nos rozáramos cuando volví a hablar.-No estés tan seguro...-Le dije, besándole suavemente en la comisura antes de empujarlo y hacerlo caer sobre la cama.-No caí por ser precisamente un santo, chaval.-Me sonreí maliciosamente y separé sus piernas con las manos para quedar de pie en medio de ellas.-Puedo ser muy malo si me lo propongo...-dejé una breve pausa y le dediqué una gélida mirada.-...Pero no lo soportarías. No un humano, no uno como tú. Eres frágil, y no me malinterpretes, me gusta manipular cosas frágiles, pero no romperlas. Aunque...-Mi actitud cambió repentinamente de esa frialdad seria a una satírica, con el tono socarrón que suelo usar más a menudo.-Si quieres jugar rudo, puedo perfectamente hacerlo. Me has subestimado, lo cual no me gusta nada.-Negué con la cabeza varias veces antes de despojarle de sus pantalones y su bóxer y dedicarle una mirada lasciva.-Escúchame bien. Vamos a jugar un juego; te quedarás callado y quieto sin importar lo que yo haga, y si llegas a violar esa regla, bueno, pues ya veremos cómo te las cobro. ¿Trato?-Claro, era una pregunta retórica; en realidad no me interesaba en absoluto lo que él pensara al respecto. Sin dejar de mirarle a los ojos con rostro aterradoramente inexpresivo, me puse de rodillas y comencé a masturbarlo con fuerza.-Callado y quieto...-Le recordé.

Si pasaron muchas cosas xD apareció su papá real y se hizo wampiro como el :3

Solté una risa que se transformo en un gemido seco cuando sentí sus manos moviéndose sobre de mi.

- Vaya que eres muy malo aprovechándote de un humano indefenso y ademas drogado ..... muuuuuy malo - volví a gemir apretando mis manos con fuerza, la persona que le hubiera dicho que yo era sumiso, obediente y bien portado le había mentido.

Estire mi mano hasta su rostro pasándolo de lado, enredando mis dedos en su cabello tirando de su cabello - callado y quieto? nunca ...

OFF: Al carajo todo >.< No, pos espero que tengas actualizada la cronología, porque a la primera oportunidad que tenga me doy una vueltecita por allí y me actualizo de una vez por todas. ¡Siempre esperan a que me vaya para armar desmadre! (?)

¿Callado y quieto? Podría lograrlo con cualquiera, pero no conmigo. No exageraba al presumir de lo puta que sabía ser en la cama, a pesar de que no fuese precisamente un casanova, ya que eso no formaba parte de mis intereses. Mi acompañante no tardó más que segundos en excitarse, provocándome una sonrisita de satisfacción.-Así es, gime así como me gusta, gime...-Sus dedos se enredaron en mi cabello y comenzó a pasar mi rostro de lado por su entrepierna. Le dejé hacerlo por algunos segundos, lo cierto era que lo disfrutaba, pero luego coloqué mi mano sobre la suya y con algo de fuerza mas no brusquedad, la desprendí de mi cabellera y alejé la cabeza.-No, no, niñato...Todavía no, así no...-Me puse de pie con un gesto de dulzura encantador mientras colocaba uno de mis cabellos detrás de mi oreja delicadamente. Subí a la cama, gateé hasta él y me arrodillé sobre su vientre con una pierna a cada lado de su cuerpo.-Acordamos callado y quieto. No lo estás haciendo bien, ¿cierto?-Añadí a mis palabras el tono más exageradamente femenino antes de jalarle del cabello en un movimiento brusco y bruto para acostarme sobre él, besarlo con sobrada ternura y luego morderle el labio inferior con más fuerza que la vez anterior. Después lamí la sangre que brotaba de la herida y le delineé la quijada con un dedo suavemente.-Por ser la primera vez que te excedes, he sido blando, pero no te creas que será siempre así, mi piedad tiene un límite, ¿lo tienes, chaval?-Dichas estas palabras, dejé un leve beso en su boca y empecé a moverme contra su cuerpo bastante despierto causando un roce marcado entre ambos.-Callado y quieto...-Repetí, viéndole con lascivia.

Solté un leve quejido que llevo parte de la sangre de mi labio por mi garganta dejando tras de si ese sabor fierroso, saque mi lengua para pasarla ligera, coqueta y nada provocativa mente 'o quiza si, un poquito' sobre la herida de mi labio

Y luchando contra las reacciones que estaba teniendo a su toque logre articular una frase mientras sujetaba su rostro para que me mirara- Te he dicho que nunca -

No pude evitar relamerme como reflejo inmediato ante su gesto. Mierda, era sensual. Demasiado sensual. Uno de los chicos más sensuales que había conocido jamás. Me volvía loco. De pronto sentí un deseo desesperado e irrefrenable de follarlo, muy duro, muy fuerte... Pero quería llevarlo hasta sus propios límites antes de hacerlo, porque el placer gratuito es fugaz, se consume demasiado rápido como para ser interesante, mientras que aquél que se hace desear, que te tortura psicológicamente, que te descoloca y no te permite casi respirar, duele brutalmente; ese es el que se prolonga, porque se va poniendo más perverso, más morboso a medida que avanza. Con un chaval tan apetecible y en esos términos, sería imposible que me aburriera. Así que inhalé despacio e hice un esfuerzo sobrehumano por no reaccionar a su provocación.-Y yo te he dicho que mi piedad tiene un límite.-Esbocé una sonrisa exageradamente dulce y pasé despacio mi lengua por el pabellón de su oreja antes de susurrarle seductoramente.-Me estás haciendo enfadar...-Dicho esto, sujeté con un poco de fuerza su cuello, apenas permitiendo que bocanadas breves llegaran a sus pulmones, cuidando de no hacerle verdadero daño, pero con la suficiente fuerza como para que se sintiese ligeramente sofocado.-¿Alguna vez te has pajeado con una soga amarrada a tu cuello? Bueno, esto será más o menos parecido...-Le dije en un tono suave, consciente de que si le sostenía la garganta mientras se excitaba, la sangre iría en mayores cantidades a su miembro y le provocaría un placer mucho mayor. Mi vista pasó de sus enormes orbes azuladas a sus labios. Acerqué mi rostro al suyo para juguetear con su labio inferior un momento, y luego volví a verle a los ojos a la vez que volvía a balancearme sobre su miembro despierto, con una mano aferrándome a su cuello y con la otra pellizcándole un pezón. No se desmayaría por la limitación de oxígeno, pero que dolería, dolería.

- Por que no aceptas de una maldita y jodida vez que si estas disfrutando de esto es por que precisamente no soy sumiso - y pese al tono de mis palabras trate de poner la cara mas fingidamente inocente que me sabia - ¿Oh no, Kenneth? - mencion aparte estaba el asunto de que no me gustaba ceder el control sobre de mi, era todo lo que tenia y no pretendia dejarselo a nadie, de ninguna forma.

Solte un sonido desde lo profundo de mi garganta, aunque no se en respuesta a que, el agarre en mi cuello si que dolia, pero tambien podia sentir sus otros toques en mi cuerpo y aunque ya lo habia hecho antes estire mi mano con dificultad, metiendo mis manos entre sus cabellos tierando de ellos pero con mas fuerza, doblegando su cabeza hacia atras - Dos pueden jugar el mismo juego - sonrei con el pequeño triunfo - Esto no te va a salir facil.

Claro, el chaval tenía razón. Me gustaban los sumisos, pero también aquellos cuya voluntad era casi imposible de doblegar. Eso me obligaba a ser más duro, más fuerte, más cruel, más inventivo. Como dije, el sexo no tiene reglas, no tiene límites, ni se supone que los deba tener. En realidad, yo no creo que los límites existan en ningún aspecto ni plano. Sólo son miedos disfrazados, justificados. Miedo de lo que podemos llegar a hacer. Pero me había prometido a mí mismo la liberación completa. Haría lo que quisiera, y nada ni nadie me detendría mientras viviera... -Bueno, si fuera fácil, ya no sería divertido...Me gustan los desafíos.- Esbocé una media sonrisa cuando jaló de mi cabello. Solté un quejido de dolor y satisfacción antes de responder a su última afirmación.-Ya, pero te advierto que esto te va a salir muy caro, niñato. Si juegas con fuego...-Le pellizqué con más fuerza aún. -Entonces te quemas.

Un gesto de satisfaccion ilumino mi cara, si algo sabia hacer era no seguir reglas y llevar la contraria, usulemente era tranquilo hasta que a alguien se le ocurria jugar con ese otro lado mio - Asi que jugar con fuego - murmure - estira las manos para jalarlo por el cuello con fuerza hasta tenerlo lo suficientemente cerca - por que no vemos quien quema a quien - tome en posesión sus labios con furia, sin el menor cuidado - Te voy a llevar de vuelta al infierno Kenneth

Sus labios sabían a exquisita lujuria. Detectaba el deseo sin necesidad de habilidades sobrehumanas, y ciertamente, lo adoraba. Tenía una obsesión bastante grande con mi cuerpo humano, ese eterno chaval de blonda cabellera, ojos verde-azulados enormes y labios voluminosos. En definitiva, era demasiado soberbio como para no disfrutar del sólo hecho de saber que excitaba a alguien más.-Shhh...-Coloqué mi dedo índice sobre sus labios después de separarme de su beso, e inmediatamente hice que éste los recorriera suavemente, delineándolos, acariciándolos, para luego introducirlo en su boca y enredar mi otra mano en su cabellera, al tiempo en que me colocaba encima de él sin prisas, deteniéndome a disfrutar de cada segundo, de cada sentimiento, de cada movimiento. La excitación era creciente, pero no dejaría que me dominara todavía; el juego recién empezaba.