Longview { Kenneth }

Londres... Una verdadera hermosa y enigmática ciudad. La amaba. Sobre todo cuando la noche la cubría toda de ese halo mágico. Algo verdaderamente asombroso. Pues bien, aquella noche decidí salir a recorrer los alrededores, para decir de algún modo "Hi, world", después de tanto tiempo oculto entre las sombras como una sombra más. Ya me había aburrido de vagar en callejones desiertos o cementerios, necesitaba ver algo de vida. Así es que allí estaba. En el centro de una ciudad que jamás descansa. De repente vi una catedral y se me ocurrió acercame a curiosear. Ingresé a allí y pude ver a varios devotos rezando y pidiendo cosas absurdas a su más absurdo dios, aquel a quien alguna vez llamé con orgullo mi padre. Me quedé parado junto a la puerta de la iglesia observando aquella estúpida escena. Los odiaba. Los odiaba a todos ellos.
-Casi nunca se ven jóvenes como tú por aquí. Ven, reza con nosotros.-Me dijo con una enorme y asquerosa sonrisa una de aquellas monjitas.
De repente retornaron a mí esas incontrolables ganas de matar, quería matar a todos los presentes. Tenía que hacerlo. Lo necesitaba. La miré a los ojos y sonreí de lado.
-No, gracias vieja. Prefiero a mi Dios, Él no hace promesas vanas ni reniega de mí.-Le dije.
-Mas ¿por qué dices eso, hijo? Nuestro Señor no reniega de nadie. Acérate al camino de la luz, toma la mano de Dios.
Volví a sonreír, la miré directo a los ojos, me le acerqué y le di unas instrucciones al oído, haciendo uso del dominio mental que poseemos todos los caídos. Luego me senté y la seguí con la mirada, aguardando para disfrutar del show. La mujer tomó la cuchilla con la que estaban cortando el pan y luego de gritar "el reinado de Dios es un engaño", se cortó la yugular con él, acabando así con su vida ante la mirada horrorizada de todos los presentes. Sonreí ampliamente y salí de allí caminando tranquilamente. Ninguno de aquellos miserables puso atención en mí, estaban demasiado ocupados intentando descifrar qué había pasado a su monjita.
Me senté en un banco de la plaza y continué observando el gran escándalo que yo mismo había provocado, con cierta sensación de placer.

La fresca brisa otoñal sacudió mi cabello suavemente. No hacía frío precismente, tampoco calor, claro estaba. Ese era para mí el clima ideal. Desde mi banco continué contemplando aquella estúpida escena: toda la gente aglomerándose en un círculo alrededor de la monjita; unos lloraban, otros gritaban, algunos cubrían los ojos de sus hijos con sus manos, otro puñado discutía si era adecuado llamar a la policía y quién lo haría. Verdaderamente cómico, debo decir. Saqué un cigarro del bolsillo de mi chaqueta. Pretendí encenderlo, pero por más que busqué y busqué, no logré encontrar mi encendedor. Comencé a recorrer los alrededores con la mirada para buscar a alguien a quien pedirle fuego. Extrañamente, la calle estaba vacía, a excepción de los imbéciles alborotados por lo de la viejecita. No. Me había equivocado. Sí había alguien. Algo más allá, logré divisar a un hombre de vestimenta elegante y apariencia nerviosa que no dejaba de mirar su reloj de pulsera. Me acerqué a paso ligero.
-Disculpe, ¿no tendrá por casualidad un encendedor?-Le pregunté, con el tono más cortés y sutil del mundo. Si no llevaba un cigarrillo a mis labios en los próximos cinco minutos, iba a enloquecer.

-Tiene mucho estilo.-Le dije al cabo de observar el encendedor.-Lo conservaré, entonces, gracias.- Encendí mi cigarro y aunque escuché su pregunta, preferí permanecer unos segundos en silencio por degustar mejor aquella delicia, que intoxicaba mis humanos pulmones a cada pitada. Debo admitir que la inmortalidad tiene ventajas, como drogarte hasta perder el norte; es todo una experiencia. Y luego llega ese lapso feliz entre que te despiertas con dolor de cabeza y que recuerdas todas las estupideces que cometiste la noche anterior. Raro.
Luego de unos segundos, que dentro de mí transcurrieron como años, exhalé el humo del cigarro y poseguí a responderle a aquel caballero.
-Según parece, una monjita decidió elevarse a sí misma a Dios.-soreí socarrón.-Se cortó la yugular en plena misa.-volví a sonreír.-Loco, ¿no?

-Pues sí, el mundo se ha vuelto loco. ¿Mas por qué dice "ayuda equivocada"? Algún buen empujón a veces es bueno para atrevernos a hacer aglunas cosas, ¿no?-soreí. El hombre con el que estaba dialogando no era humano y podía presentirlo.
-Qué puedo decir, detesto a los humanos. En especial a los religiosos. Me dan asco. Aunque debo reconocer que lo que le sucedió a esa pobre monjita en verdad fue trágico...-acabé diciendo con expresión de circunstancia fingida.

-Ah, claro. Cada quien puede creer en lo que le apetezca. En realidad ni siquiera estaba en mis planes lastimar a esa mujer, simplemente me habló, y entonces sentí que debía desquitar toda esa ira con alguien. Sólo fue una casualidad que fuese ella. Podría haber sido cualquiera.-Guardé silencio unos segundos y proseguí.-Pero da igual. Una monja, un indigente, un niño... Para mí todos ellos son lo mismo. Y verás, nadie tiene derecho de nada, hasta que decide tomarlo. Los humanos matan todo el tiempo, por supervivencia, por placer, por lo que sea... Pero lo hacen.-Bajé el tono.-Al igual que lo haces tú, o alguna vez lo has hecho. ¿O dirás a caso que jamás te has comportado como un animal?-Volví mi tono de voz al normal.-Lado equivocado, lado correcto, todo eso es relativo. ¿Quién puede decirnos qué está bien y que no lo está? ¿Dios?-Me reí brevemente.-Por favor, Él es un asesino, igual que todos nosotros. Está tan jodido de ira y resentimientos como cualquiera.

apreto los puños con cada palabra de aquel "hombre".

- Nunca haz oido que en este mundo nadie es igual - reposndio - yo no soy igual que tu, tu no eres igual a mi - claro que habia matado, era un cazador, la muerte estaba en sus manos dia a dia, pero era diferente, no lastimaria a alguien inocente, de eso estab mas que seguro.

- Tal vez asi sea - respondio - pero tal vez por eso es que este mundo se va mas a la mierda, por esas formas de pensar - volvio a repetirse que no debia enfrascarse en pelea alguna y menos cuando tenia un vuelo en cuestin de horas y noo podia perderlo

OFF: Mil disculpas por la demora ¡Me encanta tu firma!

Notar la furia en aquel ser era demiasiado inevitable, un humano cualquiera se habría dado cuenta sin prestarle mucha atención. Sin embargo, yo permanecía totalmente sereno. Ninguna de sus palabras me afectaba en realidad, y tampoco buscaba problemas. Aunque definitivamente, no pensábamos igual, al menos no con respecto al tema en cuestión.
-Vaya que nadie es igual.-Respondí, alzando el entrecejo.-En tal caso, no estaríamos en guerra.-Dejé una pausa.-Si es que el mundo se va a la mierda gracias a mí, lo cual es obvio, no puedo quejarme. Es un lugar grandioso, pero está demasiado atestado de humanos. ¡Qué va!-Solté una leve carcajada.-Este sitio yase ha ido al Infierno. Y todos los que aquí estamos con él.

(No te preocupes y Gracias)

Sonrio como una mueca seca ante lo que acaba de escuchar, tenia razones en algunas cosas y en otras no estaba muy de acuerdo.

- ¿Asi que por ti todos los humanos que se vayan al carajo? - se acomodo las mangas de su saco - Tal parece que no los conoces bien a todos .... quiza tienes razon muchos de ellos mejorarian el mundo si desaparecen, pero otros, otros simplemente hacen de este un lugar soportable, Tal vez deberias enamorarte de uno por que se nota que no has caido en los encantos de esa raza.

Con su pregunta, me encogí de hombros y esbocé una leve sonrisa. Era totalmente así. Por mí, todos los humanos podían irse al carajo. Los odiaba a todos y cada uno. Aunque había una excepción, pero eso no venía al caso. Con sus últimas palabras no pude evitar soltar una carcajada.-Pues, la verdad ya he tenido suficiente de eso. No pueden juzgarme. Lo intenté.-Mi voz tenía un tono cómico, aunque en realidad el tema en cuestión, en lo profundo, aún me dolía.-Creí en esa estúpida raza pero todo se fue al carajo. Me traicionó. Allí murió mi último intento con ellos.

Mantenerse frio era lo qe mejor sabia hacer, no por nada era el lider que era para su familia, no era la primera vez que encontraba "personas" con aquella forma de pensar hacia los humanos, el mismo habia perdido muchas veces las esperanzas en ellos, pero habia cosas que lo hacian creer las esperanzas no debian de perdere tan facil, la prueba mas grande de ello era su pequeña hija.

- ¿Asi que por uno pagan todos? - pregunto en un tono cargado de ironismo - Es una forma tonta de pensar no crees, algo de cierto pero creo que hay excepciones y por esas excepciones vale la pena creer - sonrio - pero por mi piensa lo que quieras - el solo se limitaria a extender su proteccion a su familia - solo ten cuidado de con quien te metes.

Frente a su pregunta, alcé el entrecejo e hice aquel gesto tan característico mío de "No me importa un carajo".-La vida es cruel e injusta. ¿Qué se le puede hacer? Si no te sabes cuidar la espalda te matan o peor... Vas al Infierno. Supongo que no sería demasiado inteligente de mi parte volver a apostarle a un caballo que me ha demostrado ser por naturaleza perdedor.-No era que sintiera que le debía alguna explicación, simplemente aquella idea salió de mis labios casi en contra de mi voluntad. No me importaba, de todos modos. En su segundo parlamento definitivamente llevaba razón. Había una excepción y sería estúpido de mi parte decir ahora que no creía en ella. Pero había motivos más fuertes para odiar a esa raza, para mantenerme en guardia siempre frente a ellos. Razones tan fuertes, que si cambiaba mi postura, estaría traicionándome a mí mismo y todo lo que era. Me encogí de hombros cuando me dijo "piensa lo que quieras". Luego asentí con la cabeza, en un gesto más bien irónico. No era como si necesitara de su permiso para pensar lo que quisiera, en realidad.-Si crees que intentaré atacarte, o a cualquiera de tu manada, porque supongo que habrás de pertenecer a una, o tal vez no, no lo sé, no me importa, puedes quedarte tranquilo porque no lo haré. No tengo nada en contra de ustedes. Tampoco a favor, simplemente me dan igual, Si ustedes no se meten conmigo, todo irá bien. Soy un guerrero y no le temo a nada, es cierto, pero no me gusta perder el tiempo en lo que no me interesa.-Lo observé por primera vez con atención; podría jurar que se parecía mucho a alguien que conocía. Podría ser a... No, probablemente la tenue luz de la farola estaba confundiéndome.

Occ: Disculpa el olvido tan feo T_T

- La vida no es injusta, tarde o temprano las cosas se acomodan como debieran de ser en realidad, la vida es injusta para aquellos que ambicionan mas de lo que merecen, tu por ejemplo ¿Por que caiste? Es que te gusta tanto esl sufrimiento ajeno o quiza querias poder sobre alguien inferior a ti, esa forma en que rebajas a los humanos dime ¿Te hcicieron algo?¿Te quitaron algo? - Aunque retadora su voz seguia en ese timbre tranquilo tan ensayado que ya tenia.

- No no pertenezco a una manada como tal, mas bien a una familia bastante numerosa pero la gran mayoria de ellos no me importan en lo absoluto

Tenía por costumbre ser neutral a toda situación, pero simplemente no pude contener una carcajada sonora con sus primeras palabras. -¿Estás de broma, cierto?-Pregunté en tono sarcástico. Obviamente, la pregunta era retórica. Sabía que hablaba en serio.-¿De veras crees esas cosas?-Alcé el entrecejo, ya dejando de reír. Negué con la cabeza, con expresión de desaprobación.-Bueno, no eres el primero en decirlo. Que ambiciono más de lo que merezco o por 'naturaleza divina' debería tener. Mis hermanos celestiales suelen hablar así, como tú...-Dejé una pausa.-Yo creo que nadie puede decir qué merezco y qué no. Ni siquiera mi creador. Nadie merece ni deja de merecer nada. Si quieres algo, ve a por ello y si no quédate toda tu puta existencia esperando por lo que nunca vendrá.-Me encogí de hombros.-Yo prefiero cobrarme lo mío. Reclamar lo que me pertenece, o bueno, creo me pertenece.-Guardé silencio y escuché atentamente sus siguientes palabras.-No, ¡qué va! Nada de eso. Caí porque me expulsaron del Ejército Celestial por tirarme a un humano.-Asentí con la cabeza.-Luego, bueno, soy un guerrero y como tal necesito tomar postura frente a los enfrentamientos que se disputan. Así es que podía luchar por la raza por la cual mi padre me envió al Infierno y me negó... O podía unirme a aquellos que sí saben lo que hacen, y con quienes comparto absolutamente ideales. Creo que no es necesario decir más, el resto es historia.

u: lo sientoooooooooooooooo!!! tengo cabeza de teflon y luego se me olvida que post tengo y que no, lo siento T_T

- Asi que caiste por un pecado humano - respondio articulando una ligera sonrisa - solo confirmas el hecho de que añoraste algo que no podías tener .... un humano, cualquiera que fuera la razon, quiza por el deseo insano que te inspiro, por la curiosidad del sentir o por el amor que te despertara, cualquiera de esas razones contradecia tu naturaleza .... cuaquiera de esas razones estan lejos de tu manos - respondio - y dime no sera que estas resentido por ellos y por esa razón ahora luchas contra ellos.

Di un paso - Sabes hay algo que no entiendo ¿Cual es tu proposito en la vida ahora? Meramente matar humanos por diversion como acabas de hacerlo, debe ser una existencia muy vacia

OFF: Perdona la eterna espera, es que la verdad, ni puta idea de qué contestarte, necesitaba meditarlo >.< Sorry


El silencio luego de sus palabras se prolongó más de lo que hubiese pretendido. Es que por un momento, no supe qué decir. Su parlamento permaneció dando vueltas y vueltas en mi mente, llevándome a momentos que creía completamente olvidados, algunos de ellos, llenos de la dicha más grande, pero la mayoría, cargados de un amargo y espeso dolor. ¿Y qué podía decir entonces? En realidad, se me ocurrían muchas cosas, pero no estaba del todo convencido de cuál de ellas debía decir, pero era demasiado soberbio como para quedarme callado y de ese modo darle la razón, así es que simplemente dejé que mi inconsciente hablara por mi y dijera lo que le viniera en gana.-¿Humano? Vaya, se nota que estás poco informado, tío. Todos los seres con conciencia tienen las emociones que se consideran "humanas" en algún momento de su existencia, tú las tienes como licántropo, y también las tengo yo como ángel. Si no, el jueguecito de Dios sería demasiado aburrido. ¿A caso no te das cuenta? La naturaleza se contradice a sí misma. Te dicen que no tengas sexo, pero te dan un cuerpo humano con el cual desear y sentir placer. Te dicen que no cuestiones el mandato divino y obedezcas, pero te dan un cerebro con la inteligencia suficiente como para tomar tus propias decisiones. Te dicen que no sientas "amor" por nadie más que por tu padre y tus hermanos, pero te dan un sentimiento de añoranza por alguien, quien sea, que te haga descubrir por qué razón estás...-Tragué con dificultad recordando a los dos humanos por los cuales tenía o había tenido sentimientos lejanos al odio y bajé casi sin darme cuenta el tono de voz.-...Vivo.-Pude sentir entonces cómo al recordar todos los momentos vividos y volver a enumerar las razones de mi lucha contra mi propia sangre, la luz se extinguía de mi mirada. Claro, no esperaba que lo entendiera. Difícilmente un ser que no fuese un ángel lograría entender lo que significaba el haber sido creado para vivir la vida de otros.-Soy un guerrero.-Respondí a su última pregunta.-Y, como tal, mi único propósito verdadero es luchar por mis ideales hasta vencer... O morir intentándolo. Matar humanos sólo es un pasatiempo casual, como jugar béisbol.-Me encogí de hombros y di otra pitada a mi cigarro.-Así que ilumíname, ¿qué hace con su vida la gente que nació con albedrío?

Suspiro pesadamente - lo cierto es que tienes razón, vivimos en un mundo donde un Dios creo seres imperfectos esperando que fuesen perfectos y si bien somos de especies diferentes compartimos las mismas deformidades, entonces no es eso una razón para tratarnos como iguales - regreso sus manos a los bolsillos - pero en lugar de eso luchamos por supremacías, nos aferramos a los placeres en los que encontramos goce, nos cerramos a nuestros propios propósitos, nos haz pensado ¿Que quizás esto es lo que quiere? Que puede existir la posibilidad de ser hijos de un Dios que lo único que hace es divertirse con nosotros.

Miro al hombre, bastante interesante como no nadie le había resultado en un largo tiempo - Dios es solo un pequeño niño jugando con un hormiguero .... igual que tu

Alcé el entrecejo con sus últimas palabras.-¿Como yo? Bueno, yo no estoy precisamente jugando. A menos que consideres una guerra como un juego...-Dejé una breve pausa, repensando las posibles interpretaciones de su parlamento.-Ah, no. Miento.-Me corregí en un tono estúpido.-Sí juego. Con los humanos, cuando los asesino, o los torturo, o simplemente me regocijo en su miseria. Y con las personas que se molestan por ello.-Bebí otro sorbo de cerveza sin mirarle, a sabiendas de que entendería perfectamente que me refería a personas como él.-Tal vez no deberían manifestar lo mucho que les molesta mi actitud; no voy a cambiarla, nadie va a detenerme a menos que me asesine, lo cual presumo no es tarea sencilla, y tampoco les afecta directamente, o no podrían quejarse...porque los muertos no hablan.-Fruncí el ceño, bastante divertido con mis discursos perfectamente coherentes, aunque complicados de seguir.-Así es que ¿para qué estresarse? Es mejor pasarlo por alto. La vida es injusta, así como la muerte y casi todo lo que existe. Puede que no te guste, pero es una realidad. ¿Qué más da? O te adaptas, o eres fastidiado por seres como yo. Te conviertes en un pasatiempo... Una hormiga.-Acabé diciendo mientras me encogía de hombros y esbozaba algo parecido a una sonrisita. Lo cierto era que aquello había sido un sutil, pero valioso consejo. Parecía un tipo bastante inteligente como para andar desperdiciando el tiempo en causas perdidas. Me había pasado, sabía de eso, por lo cual sentí piedad por él y lo iluso que era, al igual que el Kenneth celestial que alguna vez fui. Ridículo en verdad.