Arashic Arachic Arasick [Kenneth]

El lugar empezaba a aburrirme... el lugar donde trabajo, al menos por ahora. Me había anotado un tanto increíble ahora que el humano imbécil que me roba mi trabajo, actuó de nuevo. No supo cómo usar mis códigos y claro, el juego había colapsado. Al intentar arreglarlo, colapsó más. Yo había sido relegado a papeleo y tonterías por haberme quejado y defendido los derechos humanos de un demonio, pero vi con satisfacción lo que pasó. En cuanto me llamó el jefe, yo sólo escupí de regreso las palabras: "yo no sé cómo ayudar, después de todo, la programación es de él. Si me meto, sólo entorpecería las cosas." Con una sonrisa, salí de ahí a la hora correspondiente, ignorando las súplicas del humano. "Tú lo hiciste, arréglalo. Es lo que le dices a todos, ¿no? Pues ahora soluciónalo." Salí en mi moto, riendo con maldad, después de haber resistido la tentación de electrificar su auto, porque no gano nada con matarlo. Pero necesito matar a alguien, provocar como mínimo algún destrozo.

Sin meditarlo, me dirijo a los barrios bajos y paseo por los callejones. Me detengo en una carrera clandestina y me inscribo. Gano sin problemas y misteriosamente uno de mis contrincantes se electrocuta. Yo no tengo nada que ver. Saboreo mi victoria, sentado sobre mi moto estacionada al lado de un lugar que creo que es una tienda de tatuajes y sólo miro el cielo de la tarde, esperando a mi siguiente víctima.

Después de una noche algo alocada, con un par de palizas, algunos muertos y otros tantos heridos, se me había ocurrido visitar los barrios bajos, por dos cosas: la primera, quería hacerme un tatuaje en el vientre. Tenía esa idea dando vueltas en la cabeza desde hacía varios días, y ya era momento de concretarla. La segunda, un ángel había pateado mi trasero recientemente, me había golpeado y torturado para que le revelara información clave de Mi Señor Lucifer, lo cual obviamente no hice. Finalmente uno de los nuestros lo asesinó, lo cual fue aún más humillante. Esa es la otra razón: estaba molesto. Matar a algún humano seguramente me haría sentir un poco mejor, así es que a eso fui. Mi regeneración aún se tardaba con las heridas más profundas que aquél angelito había hecho en mí, así es que aún estaba dolorido. ¿Qué estaba ocurriéndome? ¿Sería que estaba perdiendo el toque? Bueno, en realidad, lo que en el momento del ataque no tenía era mi daga, la cual por suerte ya había localizado. Ingresé a la tienda de tatuajes y me hice uno algo abstracto, pero llamativo. Cuando el tipo me pidió el efectivo, simplemente tomé una de las agujas de tatuar y se la clavé en el pecho varias veces, cono tres, o quizás más. Seguramente más. Para mí era como un juego, y sentir su sangre salpicar mi rostro era una sensación verdaderamente deliciosa. Afuera, todos entusiasmados por las carreras, no notaron nada. Salí caminando a paso lento limpiando desprolijamente mi rostro con algunas toallas de papel que había tomado de la tienda. Encendí un cigarro y me apoyé distraídamente contra la pared, observando los alrededores.

Intentaba decidir si entrar a otra carrera, hacerme otro tatuaje, alguna perforación, provocar a alguno de mis competidores, fumar... incluso regresar a mi trabajo y joderles la luz o qué se yo, algo emocionante e intenso. Me había casi decidido por el tatuaje cuando me llega un olor delicioso: sangre fresca. Aspiro el aroma como si fuera el mejor perfume... y casi lo es. El perfume de mi pecado es lo único que supera al olor de la sangre. Me relamo los labios, aunque sé que esta no es ni mi víctima ni mi pelea, pero... lo quiero. Envidio a quien sea que está ahí dentro...

Decido mantenerme en mi sitio, aunque ya se me frustró la idea ociosa de hacerme un segundo tatuaje. Pasó y tal vez no vuelva a regresar, así que al diablo. Poco tiempo después, un rubio sale de la tienda. Sonrío divertido. Rubio y ángel redimido, porque caer es redimirse, al menos para mí. Es aceptar que naciste siendo de la peor raza posible y haces todo lo que está en tus manos para ser mejor. Admirable, por eso me agradan.

- Buenas tardes, compañero.

Sí, compañero porque aspiras ser lo que yo y estoy seguro de que todos los que caen por voluntad propia, es por admiración al señor Lucifer.

- Se nota que te diviertes, ¡qué envidia!

Le sonrío y le tiendo la mano. Lo cierto es que está de buen ver y es hasta rubio, como el que siento que es mi estereotipo de ángel. Mejor para él haber caído, yo lo habría hecho.

- Soy Ryuu... seguro me conoces como Envidia.

Noté que un hombre de cabello oscuro estaba observándome minuciosamente. No podía quejarme, ir por la calle con el rostro lleno de sangre llama la atención un poco. Jamás me había molestado llamar la atención, sin embargo. No era algo que ambicionara, tampoco. Yo simplemente me limitaba a ctuar, y que viera quien quisiera. Y pensara lo que quisiera, también. Esbocé una sonrisa al pensar en la escena que me estaba montando. Simplemente ahí, parado como si tal cosa, todo ensangrentado. Irónico. En un momento se me acercó y me habló, no tardé en responderle:
-Buenas tardes. Pues, de hecho sí, Ryuu, me divierto. Nada como el aroma de la muerte, ¿cierto? Debo reconocer que es la primera vez que me encuente con uno de ustedes, los pecados capitales. Es toda una nueva experiencia. Imagino que si una personalidad como usted está aquí, algo debe de estar por ponerse interesante...-sonreí brevemente. Tomé su mano.-Un placer conocerlo, mi nombre es Chase. O Kenneth, como prefiera.

Interpelo al ángel caído rubio que sale de la tienda de tatuajes. Por si fuera poco, sale lleno de sangre y esta es una oportunidad única que no voy a desperdiciar. Me presento y todo, como buena persona socialbe, obviamente.

- Mmmm... el aroma de la envidia, de la corrupción, las feromonas... Pero sí, la muerte está en el top 10, no lo negaré.

Me habla de usted y me siento halagado. Aunque claro, en una escala pues yo debo estar por encima de él, pero esas no son cosas que me quiten el sueño.

- Ken me gusta. Y puedes tutearme... algo me dice que estamos en el mismo bando.

Doy un par de pasos y me acerco a él. Pongo mis manos sobre sus hombros y me acerco a su rostro para lamer un poco de esa sangre que lo cubre. Luego me relamo los labios y le hago un guiño.

-Totalmente de acuerdo contigo, Envidia. Sí, también presiento que estamos en el mismo bando, pero algo me dice que le gusta que lo trate formalmente. ¿Tengo razón?-Di por sentado que sí y proseguí.-Por cierto, los apodos no se me dan muy bien. Le permito a pocas personas utilizarlos para referirse a mí, pero usted, uhm... ¿qué puedo decir? Admiración. Esa es la palabra. Me agrada su estilo. Es mi segundo pecado favorito, claro, luego de lujuria.-Le dije con una sonrisa. Justo luego colocó sus manos sobre mis hombros y lamió sangre de mi rostro. Se relamió y me hizo un guiño. El gesto no me molestó, aunque sí me resultaba extraño el contacto físico con un completo extraño. Como fuere, si me hubiera molestado, probablemente ya le habría roto el rostro. Obviamente no fue así.
-Veo que le gusta la sangre tanto como a mí. Tal vez podríamos cortar algunas cabezas más tarde.-Le dije, esbozando otra sonrisa. No era mi tipo, pero de todos modos me caía bien.

Sonrío encantado porque él por lo visto sí que entiende a un demonio como yo. Muchos han subvalorado a los pecados cuando en realidad tenemos demasiado potencial. Y somos geniales, somos la mejor familia de toda la existencia.

- Sí, me gusta... Pero el respeto no se nota sólo en que me hable de usted o me diga Senbō-sama, también se nota en la actitud. Ya por esto me agradas, puedes llamarme Ryuu sin problemas. Bajo el entendido de que, obviamente, eres privilegiado.

Admiración... Sonrío ampliamente, halagado. Es obvio que soy genial, si no lo fuera, nadie me envidiaría.

- Oh, la lujuria es algo que todos los que nos preciamos de estar vivos, practicamos. También me encanta la lujuria, aunque me deleito en ella para potenciar mi propia esencia. Quien tiene más sex appeal, es envidiado. Así que comprendo muy bien tu agrado por otros de mis hermanos, y saber que soy tu segundo pecado favorito me encanta. Ahora me agradas más.

Me acerco a él y lamo un poco de la sangre de quien acaba de asesinar, sólo porque lo envidio por haberlo pensado antes que yo. Ken me ofrece cortar más cabezas.

- Cuando quieras. Me gusta hacer fechorías, por algo soy un demonio. Se nota que eres de ese grupo selecto de ángeles que se dio cuenta que debe ser mejor y redimirse como hizo Lucifer. ¿Qué te hizo darte cuenta de que ser caído es mejor?

-Por supuesto que a la lujuria nadie puede escapar. Es sencillamente... encantadora.-dije y sonreí.-Aunque debo admitir con orgullo que he cometido todos los pecados alguna vez. Y vaya que lo he disfrutado...Aún lo hago.Claro que me he redimido. Solía ser sólo un soldadito fiel, sumiso... Hasta que a Dios se le ocurrió la genial idea de enviarme a la Tierra. Fue entonces cuando descubrí la vida de los humanos. Todo lo que ellos podían permitirse experimentar, y que yo nunca podría. Era verdaderamente indignante.-Permanecí en silencio unos segundos ante su última pregunta.-Bueno, no sé cómo debería llamarlo. Sería demasiado cursi decir que fue amor. Pero no se trataba sólo de sexo, desde luego.-Otro silencio. Suspiré.-Un humano. Ese fue mi error. Creer que estaríamos juntos para siempre y todas esas estupideces tan propias de ellos. Juró que me amaría siempre, y por esas palabras era capaz de todo. Incluso de caer en sus brazos, quebrantando una de las reglas más importates de los celestiales. Eso fue lo que me expulsó del Cielo para siempre.-Bajé la mirada.-Realmente no lo comprendía, ¿sabes Ryuu? Yo amaba a mi padre y a mis hermanos. El servicio a Él lo era todo para mí. Se suponía que el amor era su principio y en lo que se basaba todo lo que él profesaba. Pero entonces, pude verlo... El reinado de Dios es una farsa. Fue en ese momento en que decidí unirme al ejército del Infierno. Ah, casi olvidaba mencionar que antes de unirme a los chevaliers de l'enfer, fui traicionado por aquel idiota por el cual caí. Así es que lo busqué, y cuando di con él lo torturé hasta la muerte. No me gustan las traiciones, creo que son de lo peor que me pueden hacer.-Acabé diciendo y mi mirada se perdió en algún otro tiempo, casi como si volviera a vivir los momentos que estaba relatando.

Escucho la historia tan genial que me cuenta el querido Ken. Un ángel pecador... no hay nada mejor entre esa raza.

- Yo también me deleito cometiendo todos los pecados, pero como soy la Envidia, todo lo que hago está sazonado por ella. O lo hago para nutrirla. Es como mi forma de ser.

Así que Dios es tan estúpido que le encomienda misiones a sus angelitos para que caigan.

- Dios es idiota.

Escucho el resto de la historia, una historia romántica yaoi con su parte sádica. Esas me gustan. Lo cierto es que yo no comprendo bien esa estupidez del amor. Creo que deberían llamarla obsesión y se combina con la lujuria, pero darle un nombre tan tonto me parece una estupidez. En fin, creo que es algo de humanos.

- Dios somete a los ángeles lavándoles el cerebro para que todo ese amor o como le llames, que pueden sentir, se lo den a él. Yo no creo que el amor exista, creo en la obsesión y en la lujuria, pero cada quien. Y... genial tu venganza. Yo he provocado guerras cuando no me tratan como me merezco. Uno merece, eso nunca lo olvides.

Le hago un guiño.

- Yo también soy Chevalier, así que somos aliados.

-Entiendo. Sería extraño y bastante paradójico que un pecado capital no cometiera aquello que profesa.-Comenté, pensativo. Sonreí ante su aseveración de que Dios es un idiota.-Estoy totalmente de acuerdo contigo. Idiota y muchas cosas más. A veces me pregunto qué tan "puro" puede ser, algunas cosas que hace me dan la idea de que la soberbia lo domina por completo. A quién no, teniendo a tantos alados a sus órdenes... Dios lava cerebros, eso es cierto. Me lo hizo a mí. Pero de todos modos sí hay algo que puedo agradecerle a ese malnacido por el cual caí. Al fin y al cabo, si no me lo hubiera follado, aún estaría besando los pies de...-Mis palabras se inundaron de sarcasmo.-Mi puro, hermoso y perfecto padre, ¿no es así?-Recuperé la seriedad y continué.-No creo en el amor. Esa mierda no existe. Simplemente es un acto egoísta y desesperado, en el que, como cualquier crío caprichoso, te aferras a una persona, con la estúpida convicción de que te pertenece. Puras mierdas, sólo eso. De veras se me hace asqueroso el hecho de recordar que en algún momento me tragué todas esas patrañas.-Sacudí la cabeza, en gesto de negación.-Lo tengo presente todo el tiempo, uno merece, ya lo has dicho.-Respondo a su guiño con una de mis más encantadoras sonrisas de complicidad.-Aliados. Suena bien. Será un honor luchar junto a usted, señor Senbo. Se me hace que es bueno en aquello de rebanar cabezas y patear traseros celestiales.

Este ángel tenía potencial. Preguntándose si a Dios lo domina la Soberbia. Sonrío divertido y sorprendido de lo inteligentes que pueden ser los ángeles caídos. Porque algo es claro, ya de ángel era inteligente. Sí, seguro eso es lo que realmente me sorprende, la inteligencia de un ángel. La mayoría no la tienen.

- Personalmente, no creo que sea puro. Comete pecados, justo como la Soberbia y a riesgo de sonar como presumido, también la Envidia. Dios se cree el mejor de todos y quiere lo que tiene el resto. Cualquier alma que gana la oscuridad, ya la quiere de regreso. Tampoco es muy congruente que digamos. Va y escribe que es uno de sus mandamientos no matar, ¿y cuántos ha matado él? Es el dios de los tontos y de los hipócritas, eso es lo que es.

Amaba filosofar sobre Dios, nadie podía conmigo, ni el más devoto de sus arcángeles. Río divertido al escuchar cómo se refiere Ken a su bienamado padre.

- Escoges a tus amigos, no a tus familiares, ya lo dijo ese humano genial llamado Oscar Wilde. De los pocos que he respetado.

Pienso un poco diferente sobre Ken.

- ¿Sabes, Ken? Yo creo que tú estabas destinado a caer. Dios te dotó con una mente crítica y que cuestiona, eso es lo que yo pienso. Así que estoy seguro que con o sin ese hombre, tú habrías caído. Así que no tienes que agradecerle a nadie, sólo a ti mismo.

Es una muy grata sorpresa descubrir que ambos somos Chevaliers, guiados por el mismo Lucifer. Significaba, obviamente, que compartimos la idea de maltratar ángeles y humanitos piteros desagradables y agradables. Kenneth me halaga y no hay mejor música para mis oídos.

- Lo soy... Mi especialidad en realidad son los humanos. Al menos en principio. Rebano cabezas cuando hace falta, pero también... las dejo vivir. Hay cosas peores que la muerte, y después de todo, esta guerra necesita peones también. No soy tan irracional como mi hermano Ira, yo prefiero una muerte lenta, dolorosa y que haga que me entreguen su esencia. Y soy paciente, puedo tardar años en terminar con una víctima en lo que la exprimo...

Me humedezco lascivo los labios, pero es que esta es la verdad sobre mí. Y no tengo moral, lo mismo exprimo niños que jóvenes, ancianos y quien sea. Todos desean algo y puedo quitárselos hasta que envidien a todos los que lo tienen.

- ¿Cuál es tu especialidad? ¿Eras un ángel guerrero?

-Entiendo tu razonamiento. Y me parece muy perspicaz. Definitivamente Dios siente envidia de Lucifer, por todas las almas que lo siguen. Y con respecto a lo de "no matarás", en realidad pretende que pasemos por alto las matanzas que nos ha hecho hacer y que él mismo comete. Es algo así como las antiguas llamadas"guerras santas": derramas más sangre que el propio Demonio, pero se supone que como lo haces en nombre de Dios o de una "causa celestial" estás inmunizado a todo tipo de castigo.-Reí brevemente.-Eso es una total mentira. Es hipócrita, sucio y estúpido.-Dejé una pausa de unos segundos y continué:-Al final todos los celestiales son la misma mierda, debo decir. Quieren creer que saben lo que hacen, pero en realidad defienden una causa que no les pertenece, con ideales que no son los suyos. Y actúan por simple inercia, porque están acostumbrados a ser pisoteados por su creador. Eso era lo que me ocurría. Pero finalmente abrí los ojos.-Dejé otra pausa.-Me sorprende lo que dices. Yo no creo en el destino, precisamente. Me parece que sólo es una estúpida invención de Dios, para hacernos creer que posee el control sobre todo lo que sucede. Cuando ambos sabemos que no es así. Que los acontecimientos futuros son un total misterio, que nadie es dueño del mañana. De todas formas, aún no estoy tan sguro de si hubiera caído de no haber conocido antes la Tierra, la vida humana y todo lo que ello conlleva. Fue como el detonador, ¿sabes? El estímulo que necesitaba para dejar de actuar como una máquina de matar y obedecer, y callar y servir. Nah, eso no es para mí.-Escuché con atención sus palabras, me gustaba el sufrimiento de los demás, aunque a veces me volvía demasiado impulsivo como para las torturas.-Me agradas Ryuu, todos los enemigos de los humanos me fascinan. En especial me gusta tu forma de desgarrar lentamente a tus víctimas. Es algo que admiro. Digamos que generalmente no puedo actuar de ese modo. Con los humanos, es una fracción de segundos para arrebatarles la vida. Supongo que también tiene que ver con la practicidad de un guerrero. En realidad, en los combates, recuerdo que no tenía siquiera oportunidad de ver a los ojos a mi víctima, ya casi era como hacerlo con los ojos cerrados. Rebanar todo lo que estuviera a tu paso. Y había algo de disfrute en ello también, no lo puedo negar. A pesar de que ya no sirvo al ejército celestial, continúo teniendo alma de guerrero, aunque ciertamente no tengo alma, pero eso ya es otro asunto.-Sonreí socarrón.

En pocos minutos, ya nos hemos hecho camaradas. Porque es cierto, todo esto es bastante genial en cuanto abres los ojos. De repente es claro cómo Dios le lava el cerebro a todos, o al menos esa era mi forma de ver a los caídos.

- Obvio que te inmuniza, como te mandó matar y quiere que lo sigas haciendo, te dice que si matas por acabar con el mal del mundo, él te salvará. Bah, yo creo que Dios ni siquiera sabe lo que quiere en realidad, y te lo digo porque comprendo su envidia. Quiere todo, pero ni siquiera sabe qué es todo.

De verdad creo que tarde o temprano, Ken habría caído, pero por lo visto me entendió mal.

- Tampoco creo en el destino, simplemente digo que eres demasiado inteligente. Y eres inmortal, por lo tanto, tenía todo el tiempo del mundo para pensar y descubrir las cosas por ti mismo. Sólo eso.

Sonrío, mi sonrisa encantadora en cuanto Ken me dice que le agrado y alaba mi forma de actuar. Yo no pienso que todos tengamos que actuar igual, lo contrario es una mejor estrategia. Nada descontrola tanto como el caos.

- Es porque no le exprimes directamente algo a los humanos y yo sí. Creo que es una cuestión de quién soy. La envidia de los humanos me nutre, por así decirlo. Yo lo llamo Demon Points, como si fuera un videojuego. Creo que pocos fuera de mis hermanos y hermanas piensan así. Es por eso que creo que es una cuestión de raza. Cada quien su estilo, tampoco es como si por extinguir a los humanos fuera a desaparecer yo. Todos, sean de la raza que sean, sienten envidia.

Echo un vistazo a mi alrededor, antes de volver a mirar a Ken.

- ¿Y si hablamos en otro lugar? Esta charla tan buena se merece un trago.

-Estoy de acuerdo.-Le dije al cabo.-En realidad no sé qué tan cierto es eso de que "te inmuniza", pero al menos es lo que les hace creer a todos. Bah, como sea... Supongo que en realidad a Dios no le importan una mierda los ángeles. Sólamente los utiliza mientras le sirvan para sus propósitos y luego los destierra como a cualquier cosa inservible. Los manda al Infierno, o los abandona en la Tierra. Así fue como llegué aquí, después de todo.-Sonreí levemente.-Y con los humanos, ellos son su creación. Su creación favorita. Pero no es que se preocupe por ellos, ciertamente. Sino más bien es como que son juguetes para él, y como todo crío caprichoso, no piensa compartirlos con nadie, los quiere sólo para sí mismo. Mas no los controla. Le divierte más verlos haciendo uso de su libre albedrío, así es que hagan lo que hagan, los perdonará.-Hice una breve risita.-Tienes razón. Tenía toda una eternidad para caer en la cuenta de lo que Dios hacía conmigo... Tarde o temprano, las cosas sucederían... Y gracias por el elogio. Bueno, no tengo nada para extraerle a los humanos, en eso estás en lo cierto. Sólo el simple placer de desgarrarlos.-Dejé una breve pausa.-Y con lo que a la envidia respecta, por supuesto que todos la sentimos. Yo lo hago. No todo el tiempo, pero sí en varias ocasiones.-No tenía el más mínimo sentido ocultarlo, y menos a la Envidia misma.-Vayamos a algún bar, entonces.

Sonrío ampliamente y asiento en cuanto Kenneth me dice algo que es obvio que todos los "malos" ya sabemos: a Dios no le importa nadie. Le lanzo incluso un beso, como recompensa por ser tan inteligente. Escucho el resto y el asunto del placer de desgarrar humanos hace que me recorra un agradable escalofrío. Suena tan genial eso.

- Uy, desgarrar es una palabra muy sexy...

Mi sonrisa se amplía al escucharlo admitir que efectivamente, envidia.

- Yo sí envidio todo el tiempo, aunque supongo que es normal por ser quien soy. O la siento o la provoco, pero si no lo hago, es como si no fuera yo. Y bueno, es muy cierto que todos sienten envidia, es sólo que ya ves, los ángeles están obligados a creerse que ellos no.

Propongo continuar la charla en algún otro lugar, y acepta.

- Conozco varios por aquí, pero hay para todos los gustos. Acepto sugerencias.

-Sí, yo solía ocultar mi envidia cuando era un celestial. Eso no era muy bien visto, ya sabes. Pero luego de que me liberé, simplemente ahora no tengo necesidad de ocultar nada. Lucifer nos ama como somos, y odia a los humanos tanto como yo, por ello es un placer servirle.-Dejé una breve pausa .-Quisiera ir a algún bar tranquilo, en donde no hayan muchas personas, no me gusta aglomerarme.-En realidad no era que me molestara tanto la gente, pero por entonces
sólo buscaba algo de calma, o por qué no, un poco de violencia. Pero eso lo planeaba para más tarde, de seguro en algún antro de la zona alguien nos fastidiaría, y podríamos patearle el trasero. Quería observar cómo lo hacía un profesional de la tortura. Debía de ser muy divertido.

En verdad me da lástima, pobre chico angelito, ocultando su verdadera esencia pecadora sólo porque el señor Dios segúntodopoderoso, piensa que esas cosas están mal. Palmeo su hombro.

- Me compadezco de ti, aunque la piedad sea una maldita virtud. Pero es que sólo de imaginarlo... Debe ser realmente horrible. Yo odio tener que ocultar quien soy ante los humanos, así que puedo entender un poco.

Sonrío con el asunto de Lucifer.

- Lucifer sí ve la verdad. Los humanos son sólo de dos tipos: horribles o peones, no hay otra opción. O se destruyen en cuanto los ves, o les sacas todo lo que puedes y luego lo haces. No sirven para nada.

Escucho la petición de un bar tranquilo, que es una petición bastante difícil, teniendo en cuenta el lugar donde estamos, aunque hay un sitio con desastres controlados.

- ¿Qué tal el bar leather? Sí hay disturbios, pero bastante controlados y si pides mesa en una esquina y vas acompañado, nadie te molesta.

Subo a la moto.

- Anda, sube, no muerdo.

Conduzco hasta el bar, que parece en realidad un lugar cualquiera, salvo por el hecho de que todos van vestidos de piel. Humanos, que juegan a torturar como sólo alguien que lo ha hecho de verdad podría hacerlo. Elijo efectivamente la mesa más oculta de una de las esquinas y dejo que él ordene primero en cuanto una mesera nos atiende.

- Vodka tonic para mí.

Palmeó mi hombro en señal de compasión. Se sentía extraño que alguien se apiadara de mí, era algo nuevo. Aunque pensé que me molestaría, no lo hizo. Tampoco me gustó, fue una sensación neutral. Sus palabras me generaron sorpresa.
-¿Lo haces? ¿Ocultas lo que eres a los humanos? De verdad no lo hubiese imaginado. Pareces más de los que van por el mundo causando desastres y todo eso. Bueno, yo no oculto una mierda. Como te habrás dado cuenta, hago lo que me viene en gana, cuando se me ocurre. Pensarás que es una actitud algo imprudente, lo es, de hecho. Pero lo cierto es que no le temo casi a nada. Ni siquiera a la muerte. No pienso en ello muy a menudo, me da igual. He visto lo suficiente en mis 30 años de existencia como para saber que no hay cosa peor que el Infierno. Todos hablan del Purgatorio como algo terrible; no lo conozco, no me interesa. Estuve en el Infierno mientras aún tenía alas blancas, y puedo asegurar que un ser no es capaz de sentir dolor mayor.-Dejo una pausa. Esa actitud era algo presumida de mi parte. A mi corta y frágil edad, sin lugar a dudads me quedaba mucho por ver, y mi subconsciente lo sabía. Quizás sólo prentendía que lo sabía todo por no vivir con la incertidumbre.-Como sea. Si existiera algo peor, definitivamente seres como tú y yo iríamos a parar allí. Pero habría valido la pena. Ser quien soy es un exquisito placer.-Sonreí brevemente. No pude evitar soltar una carcajada cuando escuché lo que dijo acerca de los humanos.-No puedo estar más de acuerdo. Me has quitado las palabras de la boca.-Dejé una breve pausa.-No conozco ese bar. Pero mejor, me gusta conocer sitios nuevos.-El chevalier sube a su moto y me invita a acompañarlo. Permanezco dubitativo algunos segundos, observándolo. Era muy curioso, en mis treinta años, nunca había tenido la oportunidad de montarme en una de esas. No las necesitaba, a decir verdad. Pero llamaban bastante mi atención.Finalmente accedí y subí en silencio. Viajar en motocicleta era todo una experiencia. Sentir la brisa rozando tu rostro y la velocidad con toda esa adrenalina... Grandioso. Al llegar al bar, nos sentamos en una mesa bastante apartada. Comiencé a observar aquel antro, nada fuera de lo común: algunas prostitutas, otros ebrios, un par de hombres de familia hartos de sus matrimonios y vidas de mierda, jóvenes probablemente drogados... Nada fuera de lo común, como dije. La rockola estaba tocando alguna canción que conocía y me resultaba agradable, en especial por la letra. Me sonreí al escucharla. Era una verdadera obra de arte.

Spoiler:

-Un whisky en las rocas.Tráelo rápido.

Asiento cuando Ken pregunta si me oculto de los humanos.

- Sí, pero sólo es porque así los fastidio más. No lo oculto activamente, me llamo a mí mismo chico demonio o digo que doy demoníaco o cosas así. A cambio de eso, puedo hacer explotar cosas y declararme inocente con la mano en la cintura y una sonrisa burlona en la cara. Si sabes cómo hacerlo, ocultarte así también puede ser divertido. No lo hago por ellos, lo hago por mi diversión, o incluso por precaución cuando ha habido muchos ángeles por ahí.

Me parece muy extraño que hable acerca de la muerte y el Más Allá o el nombre que prefiera. Yo levanto una ceja.

- Está muy difícil que te mueras, Ken. Yo no creo que haya algo más allá para alguien como nosotros, pero creo que los pecados volveríamos a nacer en cuanto algún humano sintiera alguno de nuestros sentimientos. Y deberías ir de nuevo al Infierno, a mí me encanta, la verdad. Creo que no te gustó porque todavía eras ángel normalito.

Mi ponencia filosófica sobre los humanos es bien recibida y sonrío apropiadamente. Es que eso son, no hay otra opción.

Acepta ir conmigo al bar donde no molestan mucho y subo a la moto.

- Se supone que ahí los humanos encuentran otros y juegan a torturar. Son hasta tiernos por lo ingenuos que son.

Arranco y conduzco a una velocidad no apta para cardíacos pero sí para dos chevaliers inmortales, dispuestos a fastidiar a todo aquel que no esté de acuerdo. Me estaciono y entramos al bar, que hoy está mucho más tranquilo de lo normal. Esquivo a una prostituta que tiene toda la apariencia de las mujeres que detesto y nos sentamos en una mesa apartada. La música no es muy animada y por lo tanto, la ignoro. Dejo que Ken pida primero.

- Y un vodka tonic... y rápido, muñeca inflable.

Cruzo la pierna y me recargo en el asiento.

- Y dime, Ken, ¿no crees que deberíamos armar un plan genial en pro de los chevaliers? Aparte de lo normal... o bueno, ¿qué es lo normal para ti? Para mí lo normal es sembrar la envidia por todos lados.

La mesera nos trae las bebidas y la despido con la mano para que no moleste.

OFF: Miiiil perdones por la ETERNA espera

Asiento con la cabeza en silencio mientras escucho la explicación del hombre a mi lado acerca del porqué oculta su naturaleza a los seres humanos. Tenía mucho sentido, a decir verdad.
-Mi caso es diferente...-Dejé una pausa, saqué un cigarro, lo encendí y me lo coloqué entre los labios.-Todos los que pertenecen al ejército celestial me conocen. Saben que soy un caído con sólo verme, ni siquiera eso. Pueden sentir mi energía así como yo la suya. Al fin y al cabo, quiera o no, somos hermanos. Así es que aunque intentara ocultarme, sería en vano.
La camarera trajo nuestras bebidas y luego de entregárnoslas se nos quedó observando por varios segundos, con una expresión que no lograba descifrar qué significaba. Como fuere, me pareció que en sus ojos se traslucía algo de rechazo, curiosidad, y hasta un poco de temor.
-¿Se te extravió alguna cosa?-Le pregunté, alzando el entrecejo. Ella se limitó a negar con la cabeza. Permaneció paralizada un par de segundos y luego se alejó aún con la vista fija en nosotros.
Seguimos conversando como si nada.
-Es claro que los seres como tú, quiero decir, los pecados capitales, habrán de existir mientras exista algún ser capaz de sentirlos. Y eso, debo decir que significa algo más que eternidad.-Dejé otra pausa para darle una nueva pitada a mi cigarro.-Pero nosotros los caídos, podemos perecer en cualquier momento. Aunque supongo que si sobreviví a la ira de Dios, pocas cosas pueden hacerme daño.-esbocé una breve sonrisa.-Para mí, lo normal es obedecer a mi hermano, que en realidad es más como mi padre, o mi dios, más bien. Por ahora, como sabes, estamos de recesión, así es que sólo me limito a descansar causando terror por estas calles de mierda, tú sabes. Por cierto, disculpa la descotesía, ¿gustas un cigarro?-Le pregunté, acercándole la cajetilla y dándole el primer sorbo a mi whisky.

Off: no hay problema
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Escucho las razones de Ken para no ocultarse, aunque en verdad... no somos tan distintos. No es como si en verdad yo pudiera dejar de tener aura o esencia de demonio.

- Yo tampoco puedo ocultarme de verdad de alguien que no sea un humano idiota. Pero a veces, si te ocultas entre suficientes humanos, despistas a los ángeles. Inténtalo alguna vez, sólo por curiosidad. No dura por siempre, pero sí un poco.

La mesera se acerca, pero se nos queda mirando. Descubro que mi acompañante les tiene tanta paciencia como yo.

- Si lo que quieres es que te cojamos en equipo, recapacita. Yo vengo tras él, las tetas me dan asco, así que lárgate antes de que vomite.

Algo de cierto había en mis palabras, porque noto un rastro de envidia en cuanto se marcha. Claro que la verdad es que no había ninguna mentira, sólo que no vengo tras Ken en plan sexual.

Continuamos la conversación y sonrío con suficiencia en cuanto Ken descubre la verdadera fuerza de nosotros los pecados.

- En eso, somos mejores que tu papi idiota. Aunque tal vez pase algo así con él, así que experimentaré... buscaré destruir la fe y rezaré para que desaparezca.

Río divertido, pero la verdad creo que es una buena idea. Comienzo a beber y escucho la forma en la que habla de Lucifer. Es poético, inspirador y de algún modo, mientras sonrío, sólo pienso en lo inspirado que me hace sentir. Siento nuevos bríos para ir por ahí sembrando el caos y destruyendo humanos idiotas.

Me ofrece un cigarrillo y lo tomo.

- Vaya, gracias. No fumo casi nunca, pero en este momento se antoja. Creo que Lucifer está buscando un plan genial. Y mientras... pues no hace nada de daño a la causa que cada uno haga algo malo por su cuenta.

OFF: Gracias, encanto.

La respuesta de Ryuu a la camarera había sido bastante apropiada. Ella se marcha algo insatisfecha y me sonrío: él tenía un estilo verdaderamente característico.
-Si tú lo dices, puede que un día lo intente.
No pude evitar soltar una carcajada con su siguiente comentario.
-Interesante observación, mi compañero chevalier. Habría que hacerlo, quizá funcione y ya nunca tengamos que saber del muy hijo de puta. Ojalá así fuera. Pero lo dudo. Demasiado bueno como para ser cierto.-Negué con la cabeza a la vez que esbozaba una sonrisa.-Aunque, por otro lado, si muriera mi "querido papá" se acabaría la diversión. Ya no tendríamos con quien luchar, ni nadie que nos impidiera gobernar... Sabes, yo creo que durante nuestra existencia, siempre debemos apuntar a la búsqueda de algo. ¿Qué sentido tiene vivir con todo lo que se anhela, sin un deseo imposible, sin un eterno camino, sin un enemigo intocable, un hambre insaciable, una pena inconsolable? Nah... Vivir sólo por vivir no es lo mío, definitivamente.- Ryuu acepta un cigarro y se lo enciendo.-No sé cómo le haces para vivir sin éstas mierdas.-comenté en tono áspero. -Probablemente esté haciéndolo. Dice estar convencido de que Uriel traicionará a Dios. Parece imposible, pero no lo cuestiono. Habrá de tener sus razones para estar tan seguro, ¿no? Aunque, si tengo que decirlo, ese emplumado es de los más devotos que haya visto. Es un verdadero guerrero. Lástima... Tanto talento desperdiciado en una causa equivocada.-Terminé, negando con la cabeza y dándole otro sorbo a mi bebida.

Basándome en lo que ocurre con los pecados, ideo una teoría para destruir al gran señor pseudotodopoderoso, pero la verdad es que tampoco creo que funcione.

- Tal vez lo debilite... Creo que no perdemos nada con intentarlo y menos fe en él, siempre es algo bueno.

Escucho algo que sí es cierto, si se acaba Dios, se acaba nuestra diversión, aunque supongo que los humanos, motivados por mi hermana Lujuria, bien podrían seguir reproduciéndose como conejos y así tendríamos diversión asegurada. Me acerco al fuego para encender el cigarrillo y lo disfruto.

- Hay mierdas mejores, encanto. Será que ya me hartó el humo... Hubo un tiempo en el que fui muy adepto al opio. Ahora como que ha perdido atractivo. Recuerda que no soy un jovenzuelo, aunque lo parezco.

Escucho el rumor acerca de Uriel, pero sí que me sorprende. Tampoco lo considero probable.

- Demasiado fiel... ¿Tiene algún punto débil que conozcas? Yo creo que todos tienen el punto débil en la lujuria y en alguno de los pecados. Ya siendo honesto, no creo que ninguno de los arcángeles importantes, de sus consentidos, caiga.

OFF: me siento la user más motherfucker del mundo por haber tardado casi un mes en responderte, de veras lo siento mucho, mucho, mucho, MUUUCHO!!

-Sí, como sea.-Respondí a su primera afirmación, desalentado.-¿De veras? Me resulta difícil de creer, es una adicción que no puedo evitar. Aunque conozco el opio, y es bastante bueno. De hecho yo creo que todos tenemos un punto débil, aunque no le conozco lo suficiente como para saber cuál es el suyo. Lo mismo digo, dudo que caiga. Pero sé que Lucifer habrá de tener una razón para suponerlo. De todas formas tiene toda una eternidad para ver la realidad, hay muchas posibilidades de que lo haga.

Off: oye, tranquila. Todos tenemos épocas malas, sin musa, ocupadas, bla bla bla. Te perdono si me violas salvajemente *cejas* Ok no XDDDDDD
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Disfruto de la sensación del humo en mis pulmones y río un poco al ver lo contrariado que está Ken.

- Para mí, la sangre es como una droga. Lamo la de mis víctimas. O será que provocar envidia, sobretodo en alguien inocente o que jura que no la siente, me basta para darme ese plus que todos necesitamos. Cada quien lo suyo, si te gusta el tabaco, fuma. Soy el primero en apoyar que uno haga lo que le plazca.

Luego, planeamos conquistar al mundo de los "buenos."

- Cierto que tenemos a nuestro favor la inmortalidad. Hemos esperado y mira lo que tenemos: en la Edad Media los humanos idiotas no podían vivir sin Dios, y ahora no pueden vivir sin tecnología, electricidad, dinero y cosas que no tienen absolutamente nada que ver con Dios. Necesitamos ser más rápidos, eso sí, pero hemos ganado mucho terreno.

Intercepto al mesero de un modo completamente amable: le meto el pie.

- Oye humano, tráenos más alcohol. Y palomitas de maíz con mantequilla. Pero ya, ¡apúrate!

Lo ignoro, aunque sé que se marcha, y continúo como si no hubiera pasado el tipo por aquí.

- Tal vez deberíamos buscar a los emplumados. Uno a uno y atacarlos o mínimo investigar. A mí personalmente me produce más placer que caigan a que los matemos, pero en parte, da igual porque el resultado es el mismo. ¿Qué opinas?