Arashic Arachic Arasick [Kenneth]

Spoiler:

Sonreí. Al parecer, teníamos más en común de lo que en un primer momento había supuesto.
-Bueno pues, qué crees, yo también tengo una extraña adicción por la sangre. Simplemente me fascina. Y con respecto a lo de los inocentes, claro que no los hay. No existe la inocencia, jamás existió. Todos acabamos siendo culpables de algo tarde o temprano. Nos guste, o no.-Volví a sonreír cuando dijo lo del tabaco.-Ya somos dos que pensamos de ese modo. Aún si el tabaco me hiciera daño, no dejaría de consumirlo. ¿De qué sirve la existencia si ni siquiera te enteras de que estás vivo? Nahh, mejor es dejar eso para los celestiales.-Me reí.-Totalmente de acuerdo con lo que dices, ya hemos ganado demasiado terreno. Siempre tengo la guardia en alto e intento estar preparado para cualquier acontecimiento inesperado, pero en lo profundo de mí, creo que esta guerra ya la tenemos ganada hace tiempo.-No pude evitar sonreírme cuando le puso el pie a un camarero. Me extrañó que pidiera palomitas de maíz, pero de todas formas, no me molestó. En general, yo no solía comer. Aunque tenía una deblilidad: el chocolate.-Creo que es una buena idea, pero en realidad no actúo fuera de las órdenes de mi señor Lucifer. Hay muchos que no entienden la fidelidad que le tengo y honestamente dudo que en algún momento lo hagan. Creo que por momentos ni yo la comprendo. Sólo sé que dentro del ejército infernal, me siento en mi sitio, y no prentendo arriesgar eso por nada. Creo que puedes comprenderme, aunque también podría estar equivocado.

Off: XDDDDD era a mí, no al envidioso. Pero no tienes ninguna deuda, con amistad entre el niño envidioso y el angelito caído fumador, yo me doy por bien pagada.
_________________________________________________

Escucho lo que dice Ken mientras termino el cigarrillo que me dio. Lo apago contra la mesa y lanzo la colilla al vaso de los tipos de la mesa más cercana. Y fingiré demencia... Cruzo la pierna y entrelazo las manos mientras voy sonriendo con cada cosa que me dice.

- Es cierto que ya tenemos la guerra ganada, pero hay que darle el golpe de gracia al sujeto. Tú sabes... hacerlo formal.

Le meto el pie al mesero y ordeno. Luego, regreso a la conversación. Escucho sobre la fidelidad de Ken y eso me hace sonreír aún más. El mesero regresa con mi pedido y empiezo con las palomitas.

- Yo también le soy muy leal, pero digamos que ya hablé con él y me dio permiso para ser todavía más malvado. Tú me entiendes... En realidad existo para sembrar la envidia por todos lados, pero ahora lo hago también por los Chevaliers. Al igual que tú, yo conozco mi lugar y lo aprecio. Conspirar para ganar algo es lo que yo hago y provoco todo el tiempo, pero no con mis aliados y amigos. En eso tenemos una gran ventaja. El querer el puesto de otro es por envidia pura, y hay mejores cosas que envidiar que el puesto de Lucifer. Él nos une a los Chevaliers, no necesitamos nada más.

Esbocé una amplia sonrisa con sus últimas palabras y me quedé pensando un momento. Era extraño, pero jamás había anhelado o envidiado el puesto de Lucifer. Tampoco había reflexionado al respecto. No me interesaba en absoluto. Estaba demasiado conforme con el lugar que ocupaba, aunque sólo fuera un peón más de aquel particular ejército. No me importaba. No necesitaba una posición de importancia ni me agradaría tenerla. Conllevaba demasiada responsabilidad que no querría cargar.-Yo tampoco le envidio a Lucifer. Verás, una de las cosas que más me llevó a la revelación fue la búsqueda de libertad de pensamiento y acción. Y cuando estás en un escalafón tan alto como el del rey infernal, debes hacerte cargo de tus actos y sus consecuencias. Yo digo que eso de cierta forma te limita. Te encadena.-Fruncí el entrecejo. No estaba seguro de que se hubiera entendido mi idea.-No sé si soy lo suficientemente claro, a veces no logro expresar lo que pienso. O a veces directamente tengo ideas demasiado complejas. Algo me hace pensar que, de todos modos, me comprendes. Tú dime.-Pregunté, y tomé algunas palomitas de maíz que coloqué en la palma de mi mano y observé varios segundos antes de colocarlas en mi boca y masticarlas. Negué con la cabeza. No eran de mi agrado.

Hablar con Ken es toda una experiencia... Porque en realidad que logramos cosas increíbles. Dos cabezas corrompidas piensan mucho mejor que una sola y es muy agradable charlar por fin con alguien que sabe lo que hace. Empiezo a comer mis palomitas, un simple antojo de lo más tonto pero que sí que me hace feliz por un momento. Presto especial atención para detectar si en verdad mi compañero ángel caído envidia a Lucifer, pero no es así. De verdad acepta con agrado su puesto y sabe todo lo maravilloso que puede lograr desde su trinchera. Dejo de comer en cuanto termina de hablar.

- ¡Pero por supuesto que te entiendo! Al llegar al poder, debes cuidar lo que haces y debes justificarlo ante tus seguidores y a veces, hasta a tus enemigos. No eres tan libre como al ser una persona más normal. En serio que no lo envidias y te lo digo yo que veo la envidia de todos. Yo envidio el poder que tiene para convocarnos a los malos, pero hasta ahí. Y bueno, yo envidio a todos...

Bebo otro poco y luego vuelvo a la conversación.

- Lucifer no nos oculta en realidad nada importante. Es mucho mejor líder que Dios. Pero bueno... Y dime a qué te dedicas en la Tierra, Ken. ¿Algo interesante?

Spoiler:

Asentí con la cabeza, complacido por la forma en que lograba decodificar mis palabras, aunque en su mayoría sonaran como locuras sin ningún sentido o base en la realidad.
-Creo que paso de las palomitas...-Solté de pronto.-Mejor pediré un chocolate. Me gusta el chocolate.-Con la última oración, asentí con la cabeza, como para resaltar mi idea. Había sonado absolutamente estúpido, pero era cierto. Aunque para los humanos resultara difícil de creer, las demás criaturas también nos deleitábamos con los alimentos, las bebidas y demás. Y yo tenía un paladar especialmente refinado, podría resaltar.-No, como ya te lo dije, no envidio a Lucifer.-Me encogí de hombros.-Aunque claro que maravilla ver de lo que es capaz. Logró formar un ejército más fiel y fuerte que el de Dios. Aunque, bueno, el ejército celestial es más endeble que la inocencia.-Hice una mueca de ironía y sonreí.-Como sea. El caso es que tuvo el coraje de mandar todo a la mierda, incluso cuando poseía uno de los puestos más privilegiados del Cielo, por sus creencias. Porque sabía que estaba siendo utilizado y quería algo mejor para él y los suyos. De verdad admirable.-Asentí con la cabeza.-Fue quien nos inspiró a los demás a, tú sabes, revelarnos. Sonará tonto que lo diga, y en realidad sí lo es, pero muchas veces no pienso las cosas que digo, y esta es una de esas veces.-Bebí un sorbo de mi whisky y proseguí:-En realidad, él para mí es casi un ejemplo a seguir. Es como: si la vida, o Dios, o quien sea no te da lo que te debe, cóbratelo. Mata a quien debas, tortura a quien se atraviese en tu camino, y ve a por ello. No hay más vuelta que darle. La justicia divina no existe. O te haces respetar, o el mundo te coge. Punto final.-Esbocé una breve sonrisa de lado.-Bueno, en realidad siempre estoy de pasada. Aquí, allá... Obtengo lo que me sirva de un lugar, y luego me marcho. No tengo mayores intenciones.-Me encogí de hombros y me acomodé en mi banquillo.

Le arrojo un puñado de palomitas al humano incauto que acaba de descubrir que le eché mi colilla al vaso.

- Kso! ¡Mierda! Ahora yo quiero un chocolate también.

Silbo para llamar al mesero y esta vez uso una táctica diferente. Esta vez, le acaricio la entrepierna en cuanto llega y pongo cara de niño bueno e inocente... que no lo soy, pero he aprendido algunos trucos de los angelitos.

- Oye, guapo... mi amigo y yo queremos un chocolate. Yo lo quiero frappé con mucha azúcar y crema batica... ¿me concedes este deseo?

Dejo que Ken pida lo que quiere y luego suelto al tipo y vuelvo a la conversación.

- Lo siento, es que cuando quiero algo, tengo que conseguirlo... Cosas de familia.

Por decirlo de algún modo...

Escucharlo hablar de Lucifer me hace pensar en varias cosas. Una es que Ken es algo así como fanboy del líder de los chevaliers. Al principio me preocupa un poco y como más palomitas mientras espero a que termine. En cuanto lo ha hecho, sé que la causa ha ganado un guerrero formidable. Ken perdió la fe en Dios y ahora tiene una fe pensada y razonada hacia Lucifer. Está muy cerca de ser un fanático total y quizá es mi deber frenarlo un poco. Para que se mantenga en el justo balance que lo haga ser bueno para nosotros.

- Yo creo que Lucifer es un ejemplo a seguir para todos los ángeles. En realidad eso que Dios odia en nosotros es la capacidad de cuestionarnos las cosas. Para Dios, todo es un dogma de fe. Crees o te condenas. Nosotros en cambio fomentamos que todo se cuestione. Tú ya eres en parte como Lucifer, querido amigo, porque hiciste lo mismo que él cuando cuestionaste a Dios y decidiste caer. Esto es algo que los demonios como yo no podemos comprender del todo porque ya nacimos en el bando de los malos.

Sonrío divertido por la forma de vida tan libre de este ángel caído, mientras veo acercarse al mesero.

- Yo cambio de trabajos. He probado desde cosas que los humanos consideran malas, hasta las que consideran buenas e incluso las geniales.

Observé en silencio y con expresión sumamente neutral al humano al que Ryuu estaba fastidiando cuando notó la colilla de cigarrillo en su vaso. Llevaba una expresión de enfado particularmente clara, seguramente no tardaría en reaccionar. Perdí cuidado de ello, los humanos no eran capaces de asustarme, y tampoco creía que le preocuparan demasiado a alguien con las características de mi acompañante.
-Pediré lo mismo que él. Date prisa, no me gusta esperar.-Le espeté al camarero.
-Ya veo.-Me limité a decir cuando Ryuu me explicó que siempre debía obtener lo que deseaba.-En eso somos iguales. No soy de conformarme con facilidad, y la verdad siempre he estado dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias para conseguir lo que quiero, así es que siéntete en libertad.-Me encogí de hombros. En verdad su actitud no me molestaba, de hecho hasta me resultaba un tanto divertida.-Por cierto, estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Pero a su vez creo que Dios en realidad se divierte con nosotros, los que pensamos. Le divierte la forma en que nos damos cuenta de que no somos más que mierda celestial, que estamos condenados por eso.-No sé por qué dije algo así. No solía tener esos arranques de sinceridad repentina cuando aún me encontraba sobrio, pero alguna cosa me llevó a soltarlo, y de todas formas ya no podía retirar mis palabras.-Es asqueroso, morboso. Crearnos así, como soldados, con las cualidades de esclavos pero mente de libres. Yo creo que nuestra condición tarde o temprano nos es una condena. No puedes cambiar eso, lo que eres. No puedes. Y tampoco puedes sentirte completo con ello.-Negué con la cabeza.-Es demasiado estúpido que lo diga, pero no por eso deja de ser cierto. Supongo que no podrás entenderlo, ya que en verdad su condición de pecados capitales es la que construye de cierta forma su personalidad, por lo que no podrían estar disconformes de ninguna forma con ello. Como sea...-

El camarero se marcha, contrariado y la charla sigue como si nada, aunque me disculpo por ser así, aunque no en realidad. Me agrada que Ken piense del mismo modo.

- Eso es que mi pecado es fuerte en ti. Con razón me caes bien.

Volvemos a filosofar sobre el gran sujeto y escucho sus palabras cargadas de odio. Me encanta, me parece simplemente genial que alguien sienta esto por Dios, más aún alguien que estuvo entre sus filas.

- Pues ojalá se divierta para no deprimirse. Yo me deprimiria y me pondría furioso si mis seguidores de repente se fueran al bando de Dios. Preferiría asesinarlos a todos antes que dárselos al enemigo. Aunque yo no creo que los haya hecho con mente libre, porque creo que encadena sus mentes y sólo los mejores logran romper las cadenas y pensar por sí mismos.

Y el exangelito da en el clavo de nuevo.

- Vaya, eres muy perspicaz. Sí, es cierto, nuestra personalidad parte del pecado que representamos. Aunque tenemos un toque de los otros.

Llegan nuestras bebidas y le hago un guiño al mesero, antes de empezar a beber.

- ¿Cuál es tu pecado favorito?

Analicé sus palabras una a una, no quería responder a la ligera. No suelo hacerlo, pero mucho menos con una personalidad como la que tenía en frente aquella noche. Cada cosa que decía llamaba mi atención, y sentía un profundo respeto por aquél ser. Algo me hacía pensar que era sabio, que de verdad sabía de qué hablaba y que tenía mucho que aprender de él. Por eso le escuchaba. Nunca le presto atención a las personas que no me invitan a ello, en realidad.-Todos los pecados son fuertes en mí, yo creo.-No sé qué fue lo que me llevó a esa confesión, pero era cierto.-Verás, una vez que me alejé del Ejército Celestial, que era el que mantenía encadenados mis deseos, dudas, perversiones, etcétera, simplemente dejé que todo lo que estaba en mi mente... Fluyera.-Me encogí de hombros e hice una expresión tonta.-Por cierto, es totalmente lógico lo que dices. Supongo que sería normal que Él nos hubiese asesinado por haberle traicionado. Pero sin embargo, y aún pudiendo hacerlo sin tener que mover el culo de su trono, no lo ha hecho. ¿Por qué crees que sea? Porque le gusta que sus soldaditos maten por Él, le gusta ver la sangre correr, ama que quienes fuesen hermanos se despedacen entre sí. Tiene que ser eso.-Permanecí un momento en silencio y observé de nuevo a nuestro alrededor; en realidad me gustaba tener control de lo que sucedía, pero todo estaba excesivamente tranquilo.-Lujuria.-Solté sin pensarlo.-He hecho...-Mi expresión seria se convirtió en una breve risa y mis ojos brillaron al evocar recuerdos.-Tantas cosas por eso... Algunas tontas, otras no tanto... Todas divertidas, eso sí.-Mi tono sonaba amigable y distendido, lo cual no era muy común en mí. Sólo pasaba cuando estaba en compañía de alguien que se me hacía agradable. Volví a reír. Era demasiado irónico el hecho de que un ángel caído y un pecado capital se encontraran bebiendo y filosofando en un bar, y encima que el primero admitiera que lleva la lujuria a flor de piel.

Empiezo a beber, pero no por eso la charla decae.  Había que ver las cosas que se me ocurría pedir en los bares, primero palomitas y ahora chocolate.  Honestamente, me sorprende la respuesta de Ken.

- Una respuesta muy sabia... bienvenido al lado oscuro, sith.  Eso es lo que debe ser, al menos es lo que pienso.  En realidad ninguno de mis hermanos y hermanas es mejor que el otro, diga lo que diga Soberbia.  Aunque... claro que yo soy el más lindo.

Le hago un guiño, pero va contra mis principios decir que no pienso en ocasiones que todos son mejores que yo y los envidio.  Esa era la verdad, pero está en mi naturaleza, porque en mí, obviamente que la Envidia es lo que domina, pero por esa misma envidia he aprendido de mis hermanos. 

- La liberaste de sus cadenas, se merecía ser libre.

Aunque quizá para un buen observador sería obvio que soy envidioso tanto como Ira es enojón, no sé qué me impulsa a confesárselo a Ken.  Quizá que sé que él sabrá apreciarlo.  Luego admito que yo asesinaría, y de hecho asesino, a cualquiera de mis lindos y hermosos humanitos corrompidos que dé señales de querer irse al cielo, para quitarle un soldado a Dios. 

- Creo que así también mantiene bien a los que siguen entre sus filas.  Le da a Miguel y tipos así, una forma de entrenarse y ganarse bonos con Él.  

Cuando pregunto por su pecado favorito, termino riendo con la respuesta. 


- Al final, eres de los que caen fácil... Mi hermana Lujuria es la que más adeptos gana.  Y vamos, la lujuria es deliciosa, aunque yo casi siempre busco algo aparte de sólo eso.  Supongo que es normal... Pero eso sí, es de los pecados más divertidos y gratificantes.

Levanto mi chocolate y brindo con él.

- ¿Sabes?  El buen Dios nos ama: ama a Soberbia y me ama a mí que soy la envidia.  Es lo que más veo en él.  Se siente superior a todos, nadie puede ser jamás siquiera cercano.  Exilió a Adán y a Eva porque si comían del árbol de la vida serían inmortales también y por lo tanto, idéntids a él.  Creo una raza para venerarlo pero todos iguales a él, hechos a imagen y semejanza suya.  Y cada que uno hace algo indebido, ¿no lo castiga horriblemente?  ¿Acasó no hizo que mataran a su propio hijo porque era un hippie new age al que todos querían?  Castiga por envidia... 

Río divertido.


- La verdad es que si Él no fuera un completo imbécil, hasta me agradaría el buen señor Dios.

No puedo evitar soltar una carcajada sonora con las palabras de mi acompañante. Claro que no solía hacerlo, pero en tal caso, prácticamente me veía en la obligación. El tipo de verdad sabía de qué estábamos hablando, y era curioso. Hacía mucho que no congeniaba tanto con alguien. Bah, era la primera vez en toda mi existencia, para ser sinceros. Extraño, pero igualmente agradable. Bebo un sorbo profundo de mi chocolate y continúo escuchándole con suma atención. Era una charla divertida e instructiva, a mi parecer.-Tienes razón. Dios es más soberbio y envidioso que cualquier ser en todo el condenado universo. Aunque con respecto a lo del amado Jesús, no lo había pensado de ese modo...- Me froto la barbilla.-De pronto todo cobra forma y sentido.-Me encojo de hombros y río tontamente.-Diciéndolo así, ya hasta me cae mejor el tipo ese. Dios. Seguro que en el Infierno encontraría muchos amigos. No es como si las criaturas infernales fuesen demasiado diferentes a Él.-Asiento con la cabeza, como para hacer énfasis en esa última observación. Vuelvo a sonreír tontamente, me le acerco y le doy un breve beso en los labios.

Por supuesto que tengo mi forma extraña y única de decir lo que pienso y más aún cuando se trata de Dios.  Si lo analizaba, y lo había hecho por siglos, realmente es un tipo que peca tanto como sus queridos humanos, sólo que en proporciones divinas.  Y digo, la mejor pista es que los humanos están hechos a imagen y semejanza suya... significa que también tienen sus errores.

- Yo pienso muchas cosas de forma diferente, he tenido el tiempo para hacerlo.  Yo creo que hay más de una verdad y ahora podrás ver más cosas también.  Ya no te ciega la luz divina.

Sonrío cuando Ken dice que viéndolo así, hasta le cae bien Dios.

- Es como un niño, da risa.

Su siguiente movimiento me toma enteramente por sorpresa.  No porque yo sea un santurrón que piense que está mal deleitarte en la lujuria con hombres cuapos que no conoces de mucho tiempo atrás y con alcohol de por medio, pero no me lo esperaba.  Me muerdo el labio y lo miro con intensidad.

- Vamos, no me dejarás sólo con eso, ¿cierto?

Me acerco y lo tomo de la nuca para darle un beso de verdad, sin importarme las consecuencias.

"Ya no te ciega la luz divina"; esa frase hace eco en mi mente por algunos segundos. Era cierto. Pero de todas formas, no podía dejar de pensar que, bien o mal, todos estamos siempre cegados por algo. Estamos casi condenados al error... Y a la eterna incertidumbre. O al menos eso era lo que sentía, pero era demasiado tonto como para decirlo, así es que preferí guardármelo. Se me acerca y me da un beso profundo como respuesta al mío, el cual tampoco sé del todo por qué le di. Supongo que por la profunda admiración que me inspiraba. Era alguien a quien respetaba y de quien definitivamente tenía mucho que aprender. Eso me atraía un poco. -Tal vez lo haga, no lo sé...-Respondo alejándome un poco y relamiendo mis labios.

Se queda pensativo, pero no digo nada. Después de todo, es bueno que este angelito empiece a pensar como todo un ángel caído, libre por fin de las ataduras de Dios. Simplemente lo observo, encantado al ver que estoy contribuyendo aunque sea un poco a la reeducación de este ángel caído. Corrección: guapo ángel caído.

No esperaba que me besara y por supuesto que este demonio no se conforma con poco, así que voy tras él y le doy un beso de verdad. No quiero quedarme viendo a los que sí tienen besos largos y envidiarlos al grado que termine molestándome de verdad con Ken.

Se aleja de mí y se relame.

- Deja de provocarme, angelito...

Pero ya que lo hizo, me levanto y me siento de frente a él, sobre su regazo y rodeo su cuello.

No dejaría de sorprenderme con aquel ser en lo que restaba de la noche, eso era seguro. El tipo no era como ninguno que hubiese conocido antes. Su espontaneidad y simpleza le convertían en una persona a la que era casi imposible negarle algo, porque de verdad que sabía convencerte de lo contrario y debía admitir además que me gustaba sentirme admirado, ya que era bastante soberbio. No me caracterizaba particularmente por ser exhibicionista, pero en realidad no me interesaba en absoluto lo que la gente pensara. Es más, sus miradas indiscretas lo hacían aún más interesante. Ryuu se sienta sobre mi regazo y rodea mi cuello, lo que me deja congelado por algunos segundos. Aquel movimiento me había tomado por sorpresa. Me le acerco un poco más y le susurro en el oído mientras deslizo mi lengua por una de sus sienes.-¿Y qué si lo hago?

Soy ligeramente consciente del lugar y de las circunstancias, cuando escucho que alguien rompe un vaso, escasos instantes después de que me siente sobre Ken. Bien, miren y envidien, idiotas, que sólo los quiero para eso. Porque si hay algo que me encanta, es que todos me miren y sepan que soy mucho más genial de lo que ellos podrían ser jamás. Encima mi movimiento sorprende a Ken, pero yo cuando quiero hacer algo ni me lo pienso dos veces cuando ya estoy haciéndolo. Y vamos, es guapo, es ángel caído y me beso, cualquier otra cosa no es importante en realidad.

Acaricio su cabello y él lame mi sien, ¡por Lucifer! Esto sí que era original. Lamo sus labios de una pasada y me acerco a besar el hueco de su cuello.

- Te lo compenso en la forma que quieras, aunque corres el riesgo de que te salte encima frente a todos estos humanos idiotas. ¿Corremos el riesgo?

OFF: Perdona la eterna tardanza, he estado demasiado perdida con la escuela, en la cual dicho sea de paso me va bastante mal >.< Pero esta semana termino, sólo me queda un exámen. ¡Saludos y perdón de nuevo!

-No.-Le dije despacio al oído.-Somos demasiado para caer en este sitio despreciable y asqueroso. "Uno merece."-Me acerqué más a él y le susurré con un tono totalmente aterciopelado luego de morder mi labio inferior.-Quiero hacértelo en los sanitarios.-Aquello representaba una gran ironía. Es decir, el lugar estaba lleno de gente baja, pero no se encontraba desprolijo o sucio en ningún aspecto. Simplemente aún no alcanzaba el nivel del exhibicionismo aquél, y no era porque sintiera vergüenza ni mucho menos, pero tenía una imagen que cuidar, y no actuaba como perra en frente de cualquiera.-¿Qué dices?-Insistí mordiendo el lóbulo de su oreja.

Ken me habla al oído y es tal la forma en la que lo hace, que no empiezo a protestar cuando me dice que no.  Es cierto que somos demasiado, pero para mí, esa es la misma razón para ir por la vida exhibiéndome.  

No puedo evitar reír cuando me dice que prefiere el sanitario.  Era tan típico, mi última aventura memorable había sido de hecho en uno de estos lugares.  Es más vulgar que enfrente de todos, pero vamos, hay prioridades. Por si fuera poco, presiona mordiéndome y la verdad es que hasta suspiro.

- Donde ordenes, bien vales que te obedezca, al menos un poco.

Estiro la mano sólo para poder acariciar ese cabello rubio que tiene, y tiro de el un poco.

- Anda, vamos.
______________________
Off: no te apures, yo también he andado bastante ausente por la tesis u_u

OFF: ¡Feliz año nuevoo! (atrasado) Espero que te traiga muchas cosas buenas :3

Me sonrío por sus palabras. Una de las personas más interesantes que he conocido, no puedo negarlo. Acaricia mi cabello para luego jalar un poco de él y nos dirigimos hacia los sanitarios, que extrañamente se encuentran en excelentes condiciones. No soy de los que se quejan por todo; una buena revolcada uno se la puede dar en cualquier lado, siempre y cuando sea con la persona adecuada, pero debo decir que el ambiente prolijo tiene su toque especial. Al ingresar a los sanitarios, aún hay allí algunos tipos. Los miro un momento y devuelvo mi vista a Ryuu para empujarlo contra una pared y empezar a acariciar su entrepierna con una de mis manos por encima de su pantalón, sabiendo que eso les molestará. Me acerco a su rostro hasta casi rozar sus labios.
-Bésame.-Le digo, en el tono más engreído y autoritario posible.

Vamos a los sanitarios, donde para mi fortuna, hay algunos tipos.  Le hago algún guiño al que se ve más homofóbico y luego lo ignoro.  Yo soy la Envidia y haré que me envidien, aunque sean malditos heterosexuales santurrones.  El gusto me dura realmente muy poco, lo cual también es bueno, porque Ken me acorrala y me saca un jadeo.  Adoro este tipo de cosas, me vuelven completamente loco, hacen que incluso se me olvide que odio ensuciarme la ropa.  Aunque este baño está bastante decente, había que decirlo.  

Me restriego contra su mano y yo acaricio sus pectorales, subiendo su camiseta para poder mirarlo en todo ese esplendor.  Tenía el toque justo, era perfecto, un ángel en formas, pero no en actitudes.  Simplemente delicioso.  

Delicioso pese a que me da órdenes, aquí en público.  Me trata como inferior y en este caso, eso es excitante para mí.  Rodeo su cuello y atraigo su rostro para besarlo del modo más lascivo que puedo.  Un intercambio incluso brusco, bastante húmedo que le dice que yo soy genial, soy la Envidia y pese a eso, me entregaré a él.  Rodeo también su cuerpo con la pierna derecha, un movimiento que me permite aumentar la intensidad del roce con su mano.  Ha pasado poco tiempo y ya me estorba la ropa.
_________________________________________
Off: gracias, angelito, igual para ti n_n   

Era obvio que la sutileza no era lo mío, tanto menos era lo de él. Y me gustaba que fuera así, resultaba particularmente excitante. En general, tenía debilidad por los jovenzuelos con apariencia femenina y frágil, aquellos a los que puedes pasar al lado oscuro y destrozar literal y figurativamente. Pero no podía negar que me gustaba la competencia. Los hombres orgullosos, testarudos y desafiantes sabían ponerme. Acercó más su cuerpo como respuesta a mi tacto y presioné mi mano contra su entrepierna notando que comenzaba a despertar. Su beso resultó ser algo muy húmedo, casi como una invasión en mi boca que me dejó con ganas de más. Al separarme de sus labios, sonreí con lascivia, coloqué un cabello detrás de mi oreja de la forma más delicada y seductora posible, miré a los tipos que nos veían con asco, desprendí su pantalón y metí con decisión mi mano dentro de su bóxer para presionar su sexo entre mis dedos con mucha fuerza mientras mordía mi labio inferior. Uno de los tipos, más bien un jovenzuelo, nos miraba con los ojos abiertos de par en par, y ante tal acto, comenzó a vomitar en uno de los retretes. Me separé de Ryuu con una sonrisita encantadora, asentí con la cabeza al mirarle y le llamé con un dedo sin dejar de sonreír. Me dirigí hacia el cubículo para jalar al muchachito de la camisa e introducir mi lengua en su boca en un beso tan profundo que casi rocé su paladar. Al separarme de sus labios, todo su rostro caucásico se tiñó de rojo y una expresión que mezclaba susto y confusión se apoderó de aquel rostro juvenil y curvilíneo. Le sostuve contra la pared impidiéndole cualquier movimiento y giré apenas hacia Ryuu.
-Juguemos con él, ¿sí?-Le propuse con un puchero tonto en el rostro que resaltaba el grosor de mis labios. Solté una carcajada sonora frente a la mirada de todos y atraje a Ryuu del brazo dejándole justo entre el chico y yo.

Pocas cosas me hacían ceder en un instante y Ken había logrado que lo hiciera. No deja de sorprenderme, cada cosa que hace me demuestra que ya no es un ángel y quizá eso tan simple hace que lo disfrute mucho más. Me relamo al verlo acomodarse el cabello y veo cómo los tipos del baño no dejan de mirarnos. Tienen asco, sí, pero yo hago que envidien el hecho de que Ken y yo tengamos acción y ellos no. Me relamo no sólo al sentir cómo la envidia los corroe por dentro, sino también al sentir cómo Ken logra meter la mano entre mi ropa interior y presionar mi miembro de tal forma que grito de placer. ¿Y fue ángel? Tenía potencial, porque estos trucos no se aprenden en poco tiempo.

Se aparta y me molesto.

- ¡Oy!

Suspiro fastidiado y maldigo antes de seguir a Ken. Al menos me había invitado, porque dejarme por otro hacía que me retorciera de la envidia y no querían verme enojado en un lugar con tanta agua. Besa al chico, que si lo miramos con objetividad, se ve mucho más gay que yo. De inmediato, se pone rojo y estaba dispuesto a irse, pero Ken no va a permitírselo. Al principio no me agrada, si soy honesto me cuesta que me gusten los chicos pasivos porque yo soy uno casi todo el tiempo.

- Sólo si no me cambias por él y me das más atención a mí.

Ken me jala del brazo y me coloca de un modo que me parece aceptable para hacer diabluras. Le paso un dedo al chico por el pecho, soltándole algunas descargas eléctricas, particularmente en los pezones. Grita y quiere alejarse, pero lo sujeto de los hombros.

- Sé bueno, o te convierto en una perra hambrienta de sexo.

Ryuu se molestó cuando me aparté de él, pero ciertamente, tenía muy buenos planes. Sabía que mi compañero de copas de aquella noche no sería fácil de sorprender, pero estaba dispuesto a poner todo mi potencial en maravillarle; se trataba de alimentar mi soberbia, quería y debía mostrarle que, aunque ángel, no tenía una pizca de inocencia. Necesitaba manifestar mi redención porque ella me hacía diferente a los demás, porque me sentía orgulloso y sobre todo, porque no volvería a someterme a la voluntad ajena nunca más. Si estaba en las filas infernales, era porque así lo deseaba y porque merecía ese lugar. Así que técnicamente había una doble intención en mis actos.
Sonreí levemente de lado con sus palabras.
-¿Cambiarte?-Alcé el entrecejo en un tono tonto.-Eso ni pensarlo.-Me le acerqué un poco más para restregarme contra sus glúteos y le susurré seductoramente, con fingida inocencia:-Usted será mi esclava sexual esta noche, y se la voy a meter la cantidad de veces que me venga en gana.-Mi tono volvió a la normalidad con la sola intención de fastidiar a los espectadores.-Esta zorra es apenas un aperitivo…- Declaré bajando apenas la cremallera del pantalón del chaval para juguetear con su miembro. –"Gay de clóset seguro…"-Pensé, con la certeza de que Ryuu presentía lo mismo.-Probemos nuestras habilidades entonces, y sólo si no tienes miedo… Yo se la sacudo, tú se la chupas. ¿Es un trato?-Sin esperar por una respuesta, deslicé los dedos por el pubis del chaval, que aún llevaba expresión de susto y comencé a juguetear con mis dedos alrededor de su sexo sólo dejando de verle a los ojos para mirar a Ryuu con lujuria. El chico entrecerró los ojos y apretó los puños en un esfuerzo fallido por no excitarse. Para las siguientes palabras, utilicé un tono de sarcasmo exagerado. -¿Qué pasa, niñato? ¿Te calientas con otro tío? ¿Te pongo duro?-Me relamí con una sonrisita perversa al momento que aceleraba los movimientos de mi mano.-¿Te gusta esto, uh?-Suelto una carcajada sonora antes de dirigirme a Ryuu:-¿Sientes envidia de este hijo de puta? ¿Y si te digo que cuando me aburra de él y si eres bueno conmigo follaremos sobre su cadáver?-Primer objetivo: ampliamente realizado. Nos miraban. Todos nos miraban. Nos miraban aterrados. Sonreí gallardo por ello. Era una lástima; aunque había algunos muy atractivos, ningún humano saldría con vida de aquel sanitario.

Defiendo mi lugar y sé que Ken puede saber que no es bueno hacerme enojar. Él no se ve pacífico, pero parece del tipo explosivo, mientras que yo me vuelvo cruel y despiadado. Se acerca contra mí y si no me provocara tanto, me habría molestado que me llamara "esclava".

- Dame mi lugar, guapo, no me hables en femenino, ¿vale? A diferencia de la zorra, yo sólo soy metrosexual, pero no jota barata.

Le doy una rápida lamida en el mentón y jugueteo un poco con el niñito closetero. Me fastidia su actitud, pero también me motiva a traumarlo aún más, como suele pasar con todos esos closeteros que se dedican a fastidiar gente.

- Yo no tengo miedo de nada.

No era del todo cierto, pero cuando menos, no le temo a nada de lo que está por aquí. Observo cómo se pone el chico y recoloco mi pantalón, pero no lo cierro y me hinco, colocándome en posición. Le devuelvo la mirada a Ken, y es que no puedo dejar de mirarlo al sentir sus ojos sobre mí, de ese modo.

Acaricio un poco al chico y luego mordisqueo y succiono sus testículos y la base de ese miembro que Ken tiene entre sus manos. Huele a miedo, está perdido, pero bien que se le para. Le gusta y no puede ocultarlo.

Ken me lee la mente, de nuevo volteo a mirarlo. Oh sí que siento envidia, pero más bien de que se lo está pasando bomba y tiene tu atención, angelito.

- No de él, de que lo tocas. Pero me parece bien un toque de necrofilia, no tengo objeción. Si no nos la chupa bien vivo, quizá muerto podamos obligarlo.

La idea calmaba un poco mi envidia, pero jamás se calmaría del todo. Soy la envidia y no puedo evitarlo. Aunque sentir a los demás, entre envidiosos y miedosos, un poco de ambas e incluso mucho más, servía al menos para que no empezara a hacer diabluras y acabara con la diversión.

- Ken, también podríamos metérsela los dos, tal vez se rompa.

Aunque esto también me daba envidia, para qué negarlo.

Por alguna razón que no termino de comprender, No pude evitar sonreír cuando dijo "jota barata". Pero no lo consideraba así. Si bien apenas le conocía, se me antojaba bastante elitista, y con eso no me refiero a que no tuviera sexo desenfrenado con desconocidos, sino que, al igual que yo, era lo suficientemente soberbio como para rechazar mil y un millón de veces a cualquier pretendiente que no cosiderara "a la altura", o al menos capaz de cautivarle.
Aquel juego se ponía más y más interesante conforme se iba desarrollando. Y es que no hay mejor polvo que uno que incluya matanza de humanos. Tantos placeres juntos...podría correrme sin que me tocaran... Me reí internamente con sus últimas palabras. Me acerqué a sus labios y pasé mi lengua rápidamente por ellos aún sin permitirle moverse al otro chico .-Eres un encanto.- Le tomé por la quijada con suavidad y le besé de forma especialmente lujuriosa, soltando un suave ronroneo antes de acercarme a su oído:-Haremos lo que quieras.-Le murmuré con una sonrisa maliciosa obligando al chaval a ponerse de espaldas contra los azulejos. Sería una noche genial.