Rebel, Rebel [Kenneth]

Qué carajos hacía allí, no me lo pregunten. Ni yo tengo idea. Sólo vagaba por la ciudad, como siempre. Sin un rumbo en particular, sin una intención o un objetivo. Sólo caminar. Y fumar mientras lo hacía, claro. Este es un detalle no menos importante, teniendo en cuenta que en los últimos meses estaba más inseparable que nunca a mi fiel compañero, el tabaco. ¿Sería que me estaba volviendo adicto? No lo sabía, no me importaba. Me dispuse a sacar uno de mi chaqueta, pero al introducir mis manos en sus bolsillos, me encontré con la cajetilla vacía, lo cual me encolerizó, en especial porque por allí y a aquellas horas no tenía en dónde conseguir. Mi cuerpo me lo pedía, necesitaba urgente un cigarro. Al visualizar a lo lejos a un jovenzuelo de cabellos oscuros y lacios (la tenue luz de la farola no permitía ver ningún otro rasgo), se me ocurrió que quizás podría tener alguno. Me acerqué con paso lento, pero firme.
-Disculpa, ¿no tienes algún cigarro? Te daré cuanto quieras, dinero no me falta.-Le dije y me avergoncé de mí mismo, de sonar como cualquier idiota humano falto de su razón de vivir. Pero era cierto. El alcohol, el buen sexo, el cigarro y las drogas se habían apoderado de mi "pura y frágil" alma. Sin lugar a dudas,yo era el templo de todos los pecados.

Okay, debo admitirlo. Su cortesía y empatía me habían dejado la sangre helada. En especial cuando ofreció gentilmente compartir su cigarro conmigo, ese era un gesto extraño considerando que yo era un absoluto desconocido. Extraño pero agradable. Tomé asiento a su lado.
-Gracias, es muy gentil de su parte.-le dije al cabo, sin mirarlo al rostro, me avergonzaba mi propio ser en esos momentos. Y verme reflejado en aquellos enormes y bellos azules ojos, no era agradable, para nada.
-Tiene razón, esa basura te vuelve loco.-Acabé diciéndole con tono de circunstancia mientras tomaba el cigarro, le daba una pitada y se lo devolvía.
-Por cierto, me llamo Chase.

El joven se presentó como Andrew. Un nombre común, pero de todos modos me agradaba.Permanecí en silencio. Observé las ondas circulares que generó la piedra que arrojó al agua del mar. Adoraba la calma del lugar. El sonido de las olas arremetiendo contra las rocas con violencia, el murmullo de la brisa en mis oídos y el tacto de la misma en mi rostro... Sencillamente amaba las emociones humanas. Aunque los odiaba a ellos. No pude evitar sentir que el chico sentado a mi lado pertenecía a tan débil raza pero, por alguna extraña razón, ello no me molestó en lo más mínimo.
Sus palabras me sacaron de pronto de mis pensamientos.
-Estoy totalmente de acuerdo contigo, Andrew. Hay tanto a lo que volverse adicto... El tabaco se hace inofensivo.-dije, y mis palabras permanecieron suspendidas en el aire unos instantes. Volví a mirarlo.-No, no soy de por aquí. A decir verdad, no pertenezco a ningún sitio, es más, cualquier sitio en el que me encuentre, me pertenece.-Sonreí brevemente.-Bueno, no tengo demasiadas excusas. Me agrada este lugar. Es ameno y solitario. No soy de los que les gusta aglomerarse, precisamente. ¿Y qué hay de ti? ¿Eres de LA, o qué?-le pregunté mientras mi mirada se centraba en sus labios. De pronto cruzó por mi mente la fugaz idea de tocarlos. Eran hermosos. Pero no lo hice. Por el contrario, dirigí mi vista hacia el horizonte y permanecí expectante a su respuesta.

Sonrei y lo mire.

- Proveenimos del mismo sitio, de ningun lugar - respondi - al menos eso prefiero antes que recordar o volver alli - volvi a fumar un poco antes de ofrecerle nuevamente el cigarrillo - por ahora mi vida es aqui - me encongi de hombros - una vez que te acostumbras no es un lugar tan malo.

Ya habia tenido un par de experiencias malas alli y una bastante buena diria yo, tanto que recordarlo me daba cierto escalofrio que aun no entendia.

- Es bueno conocer gente que no esta interesada en clavarte los dientes y vaciarte cual botella de agua - bromee un poco - ¿por que no vas a hacerlo, verdad?

Sonreí ante su declaración de que proveníamos del mismo sitio. En realidad no era así. Yo había sido concebido en el Cielo, como guerrero de Dios. Aunque prefería dejar eso en el pasado. Ya no importaba. Luego de fumar, me devolvió el cigarrillo. Lo tomé y lo coloqué entre mis labios nuevamente.
-Vaya, ¿experiencias negativas con tu lugar de origen? No sé por qué, pero eso se me hace demasiado familiar ahora mismo.-Sonreí.-Es duro darse cuenta que uno no es más que un ser insignificante, que nada es eterno o seguro. Que todo puede cambiar en cuestión de minutos, segundos, quizás milésimas. Al final tienes que realizar que estás solo. Es difícil al comienzo, pero luego se pone mejor. Aprendes a no aferrarte a nada ni nadie. Sólo se trata de dejar que todo... fluya.-Acabé diciendo mientras exhalaba el humo del cigarro lentamente.-Para mí, bueno o malo es relativo. Y por el breve tiempo que lleva de transcurrida mi estadía por aquí, LA me viene agradando bastante.-Permanecí en silencio por varios segundos, hasta que este fue roto por la última declaración del joven, ante la cual me sonreí.-No, por ahora no planeo hacerlo.-Volví a sonreírme y de repente recordé aquella curiosa ocasión. La noche en que caí. Más precisamente la instancia en que mis labios besaban apasionadamente los de mi "amado" y cuando con fuerza mordí su labio inferior, provocándole algunos gemidos de dolor, para luego lamerlo y saborear así su dulce y caliente sangre, latente dentro de él. Mi encanto por la sangre en general siempre había sido algo un tanto enfermizo. No era que el sabor en sí me gustara, sino el hecho de hacer daño a otro ser, y apoderarme de aquel fluído rojizo, declarándome entonces vencedor. Más bien se trataba de un ritual maniático y quizás hasta algo perverso.

No fue necesario que lo dijera, noté al instante que con mis palabras había dado con sus emociones humanas.
-También me agradas.-Le respondí. Me sonreí al escuchar acerca de que había perdido su billetera.
-Ingenuos humanos, ¿aún creen que pueden mentirnos? Sus pequeños corazones se agitan de un modo inconfundible y totalmente perceptible para nosotros cuando lo hacen.-Decidí hacer caso omiso a sus palabras. Seguro tenía una buena excusa para haber mentido. No quería entrometerme ni espantarlo haciéndole saber lo cuán sensibles eran mis percepciones con respecto a su persona, haciéndolo reparar en el hecho de que aunque no me metiera en su mente, casi podía leerlo como un libro abierto.
-Bueno, si tú no puedes invitar la cerveza, deja que yo lo haga. Mi caballerosidad se iría al diablo si me marchara sin antes agradecer al chaval desconocido que me está compartiendo su último cigarrillo. ¿Aceptas o no?-Terminé proponiéndole, cortesmente.

Escuché su respuesta y una sonrisa de pronto se dibujó en mis labios.
-Quisiera saber cuál es la otra...Como sea, el alcohol, al igual que las demás drogas, especialmente el cigarro, es un placer del que no hay que privarse. Al fin y al cabo, la vida es una sola y la muy hija de puta transcurre rápido.-Dije, y volví a sonreír por lo irónico que ello era, viniendo de un ser eterno como yo lo soy. Luego preguntó si prefería ir a un bar o comprar cerveza y beberla allí-Bueno, como prefieras. A mí me da igual, tú dime...Eso sí, yo quiero meterme droga hasta perder el norte. Así es que prepárate, porque soy desinhibido naturalmente, pero ebrio... Pfff! No lo creerías si no lo vieras. Es todo un espectáculo.-Acabé diciendo mientras le devolvía el cigarro y sonreía con simpatía, algo muy extraño en mí.

Me llamó la atención la pregunta que me hizo. Alcé las cejas y sonreí.-En realidad, yo no tengo amigos. Pero, quién sabe, podrías ser el primero.-Bajé la vista y mis palabras quedaron haciendo eco en mi mente por algunos varios segundos. No me reconocía a mí mismo. ¿Aceptando la amistad de alguien? ¡¿Aceptando codearme con un humano?! Eso sí que era nuevo.-¿Estás seguro de que no te molesta mandar tu día de sobriedad a la mierda?-La pregunta era retórica, evidentemente no le importaba.-Vamos a un bar y luego vemos qué hacemos, si nos quedamos allí o regresamos, ¿te parece?

Echó a reir ante mi pregunta.-Ok. Me alegro de estar haciéndote un bien, entonces.-Me sonreí frente a su comentario de que pretendía vivr el resto de su vida incosciente.-Sabias palabras. ¿Para qué quiere uno estar sobrio, contemplando una realidad de mierda, cuando puede perderse en la nada y dejar que los problemas sólo... fluyan?-Volví a sonreír con lo de los amigos.- Acerca de eso... Me sorprende. Eres lo bastante amable como para caerle bien a cualquiera.-Desvié mi vista de su rostro hacia el mar, pero se la devolví con su siguiente parlamento.-Bueno, no tengo nada en mente, para ser sinceros. Y si debo decirlo, puedo ir a donde sea, he visto más antros y lugares de perdición de los que imaginas. Pero bien, ya que insistes, podríamos ir al Seven Grand. No es lo que se dice un lugar para ir con la familia y todo eso, pero tiene un clima agradable si no planeas meterte con nadie. Como sea, a mí me da igual. Si alguien nos fastidia...-Me detuve en seco. No quiería asustar a aquel chico, y si comenzaba a hablarle de las matanzas de humanos en las que acostumbraba participar, seguro lo espantaría. En especial por el hecho de que él era un humano. Guardé silencio el resto del trayecto. Cuando llegamos al dichoso bar, decidimos tomar asiento junto a la barra.
-¿Te parece bien pedir cerveza?-Le pregunté y aguardé su respuesta. Unos segundos después, me sorpendía lo que le estaba diciendo. No sé por qué razón lo hice, si bien aún estaba sobrio, seguía siendo demasiado directo.-¿A qué le huyes, Andrew? ¿Por qué tanto temor a tu realidad? Sé que es entrometido de mi parte, pero si vamos a ser amigos, me gustaría saberlo.-Permanecí en silencio, aguardando su respuesta. En la rockola sonaba alguna extraña canción, pero le daba al ambiente un toque especial que incitaba a la conversación.

Spoiler:

Asentí con la cabeza, llamé a una mesera con la mano.
-Tráenos unas latas de cerveza.-
-Tenemos diferentes ofertas, los packs por cuatro o seis son considerablemente más económicos.-Respondió ella, cortésmente.
Miré a Andrew y sonreí con complicidad.
-Que sea un pack de seis, entonces.-
La mujer se marchó intentando disimular su expresión de sorpresa. Aunque, sin lugar a dudas, en aquellos suburbios estarían acostumbrados a tratar con ebrios. No lo sabía, no me importaba.
-Será mejor que te prepares, Andrew. Estás a punto de meterte una borrachera que jamás olvidarás. Bah, o tal vez sí. Depende de qué tan bien reaccione tu memoria al alcohol.-Sonreí brevemente. La rockola comenzó a tocar algo más animado, como si supiera el escándalo que planéabamos armar.

Spoiler:

Su respuesta a mi pregunta me resultó curiosa. Parecía que pudiera leer mi mente. Aunque sabía que no lo hacía. Si lo hiciera, definitivamente me daría cuenta. Suspiré profundamente.
-Soy un caído.-Y lo miré fijo para intentar detectar cualquier emoción que aquellas palabras le produjeran.-Realmente sé de qué estás hablando. Lo viví en carne propia.-Sonreí irónicamente.-Caí porque quería ser libre. Ahora...-Iba a decir "ahora lo soy", pero me detuve. ¿Realmente lo era?..

Lo deje pedir en el bar, como habia dicho el que paga manda y bueno yo me mantuve quieto poniendo la mejor cara a la mesera que nos atendio.

Solte a reir.

- Vas a conocer las borracheras marca yo - le guiñe el ojo - bebo mas de lo que cree y tengo mas experiencia con ello de lo que mi edad aparenta, pero si no llegase a recordar no me preocupare, eso es lo que quiero.

El lugar era agradable debo admitir, no lo habia visitado antes pero era bueno.

Luego mi cara cambio. "un caido" "se a lo que te refieres"

"Bien Andy, creo que tenemos iman para estas situaciones" pense, le sonrei mientras jugaba con una pequeña tapadera olvidada sobre la barra - Asi que eres peculiar - le dije - empiezo a acostumbrarme a ello, dime ¿Tambien puedes leer mi mente? Sabes lo que pense hace un momento ... sobre mi

Noté que con mi comentario echó a reír.-Bueno, no es necesario ser mayor para conocer de la bebida. Y créeme que aunque tu gesto diga lo contrario, sé que es posible que conozcas mejor el área que yo. Aunque claro que sin haber intercambiado palabras contigo, no podría llegar a sospecharlo.- Lo que decía era cierto. La expresiones de crío y los ojos brillantes le daban una apariencia más bien dulce e inocente. Pero definitivamente, quien así lo creyera, cometería un gran error. Me encogí de hombros.-A mí no me importa recordar. De hecho, es una experiencia interesante. Cuando recuperas el conocimiento y no sabes quién eres, qué has hecho o qué carajo te ocurrió. Y de repente, los recuerdos comienzan a abofetearte uno a uno. Una gran experiencia con la que estoy íntimamente familiarizado, debo decir.-Sonreí y le devolví el guiño, en complicidad.-Sí puedo meterme en tu mente, pero no lo he hecho hasta ahora. Sólo te observo... Y puedo saber en lo que piensas. Eres transparente para mí, ¿para qué querría leer tu mente? Además, sé lo molesto y profanador que eso resulta. Pero puedes guardar calma, no voy a hacerlo.-Le dije con una sonrisa.-¿Y qué hay de ti? No irás a decirme que eres un humano común y corriente, porque eso ni ebrio me lo creería.

Sonrei un tanto apenado de las cosas que me habia dicho, tenia razon estaba viendo atraves de mi con tanta trasparencia que me aterraba.

- te agradezco que respetes mi mente, mucha gente no suelo hacerlo por aqui - dije esperando que la mesera apareciera con las bebidas, ya podia saborearme el aspero sabor frio de las cervezas.

Lo mire - Esta bien, confiare en ti por que tu lo haz hecho conmigo apesar de no conocerme, ¿Comoces la manipulacion onirica? el manipular sueños ajenos a voluntad, eso puedo hacer, entre otras cosas - sonrei

Asentí comprensivo con la cabeza cuando dijo que algunas personas no respetaban su mente. Aquello era más de lo que Kenneth Shaw estaba dispuesto a ser cortés y caballero. No sabía qué me ocurría, pero algo me llevaba a tratar con simpatía y hasta bondad a aquel joven. En primer lugar, por sus modales y su amabilidad inciales. Eso no se veía todos los días, y menos en LA, una ciudad de personas desquiciadas. Pero había algo más... Yo lo sabía, aunque aún no lograba descifrar qué. Algo hacía que olvidara su naturaleza y le tratara como a un igual. Y debía de ser una cosa muy fuerte, porque de haberse tratado de cualquier otro humano, seguro estaría ya su cuerpo sin vida descomponiéndose en algún basural.
Me agradó que me devolviera el voto de confianza; habíamos acordado ser amigos, pero yo no sabía lo que significaba eso, y estaba haciendo mi mayor esfuerzo por comportarme como uno. Lo único que calmaba mi mente era el hecho de saber que yo también era su primer amigo, que aquella situación era nueva para ambos. Sólo por eso me sentía un poco más cómodo.
-Manipulación onírica.-Repetí sus palabras en murmullos, como tratando de asimilar mejor la información.-Así es que en eso somos técnicamente iguales... Yo puedo manipular y leer mentes y tú también. La única diferencia es que yo lo hago cuando están despiertos, y tú mientras duermen. Curiosa habilidad para tratarse de un humano, debe ser difícil para ti...-No lo decía de forma despreciativa ni despectiva, simplemente intentaba ponerme en su posición. Aunque sólo imaginarlo era difícil: yo no era un humano, y definitivamente jamás lo sería.-Bah, como sea. Sólo decía... No sé cómo es que viven ustedes tampoco. E imagino que no todos los humanos son iguales. Es decir, tú no eres como los demás que conozco... Por eso dejé que te acercaras.-Dejé una breve pausa.-Si he de ser sincero, Andrew, los humanos jamás me han gustado. De hecho les tengo un profundo rechazo. Pero eres la excepción, así es que ya puedes comenzar a sentirte especial. No cualquiera cambia mi parecer. Y menos con respecto a ese tema
Abrí una lata y le arrimé otra.-¿Por qué brindaremos? Tú escoges.

Sonrei.

Para ser un caido ese hombre era demasiado agradable, para mi desprendia mucha empatia, sonrei para mi mismo, tal vez el si se convertiria en un buen amigo.

- Es bastante complicado aun hoy en dia - murmure - no puedo controlarlo del todo algunas veces, cuando alguien duerme cerca de mi no puedo evitar hacerlo - hice una pausa y mire al vacio - tal vez por eso nunca he encajado ni en mi propia familia.

Luego le sonrei a el - Vaya eso me alaga, que alguien como tu me considere especial, tu tambien eres un tanto especial, no habia conocido un caido tan agradable - abri una lata igual que el - brindemos por todo y por nada, por la desgracia y la fortuna - le di un gran trago a la cerveza

Escuché con atención cada una de sus palabras.
-Lo entiendo perfectamente. Si bien no he tenido problemas con mis habilidades, jamás he encajado dentro de mi "familia" por el simple hecho de cuestionarme las cosas. Supongo que ese siempre ha sido el problema...-Guardé silencio, y por un momento me transporté de regreso a los tiempos de mi servicio en el ejército celestial. Volví sobre mí y choqué mi lata de cerveza con la de Andy.-Perfecto. Que así sea, entonces.-Acabé diciendo mientras sonreía y dejaba que los primeros sorbos de la espumante bebida me refrescaran. Introduje mi mano en uno de los bolsillos de mi chaqueta y extraje un frasco con diferentes píldoras. Saqué tres, las coloqué en la palma de mi mano y las ingerí con un trago de cerveza.-¿Gustas?-Le ofrecí conrtésmente, extendiendo mi brazo.

Hice una mueca de duda - ¿familia? - pregunte - ¿Las personas com tu tienen familia tambien? - no sabia eso - Bueno y mi familia no ha sido la unica que me ha tratado diferente, estoy mas solo que un perro cajero - sonrei - asi que escuche de esta ciudad y espere a que en un lugar de gente extraña me sintiera un tanto mas confortable.

No habia sido asi del todo.

Mi sonrisa se amplio con si ofrecimiento - Ahora me agradas al doble - tome algo al azar de todo lo que habia, lo suficiente como para darse una muerte rapida, puse dos pastillas en mi boca y las bebi con ayuda de la cerveza - Va ser una noche muy larga -