Incidentes aislados y conocidos que se repelen - priv

Primero noté que su cuerpo se quedó relajado, mis manos acabaron acariciando sus cabellos, mientras me pegaba a él. Pero, lo segundo fue esos temblores y gemidos que me hicieron caer en la cuenta que únicamente podía estar soñando con sexo, sexo en cantidad industrial. Me abracé a él por la espalda, acariciando su vientre y besando su cuello.

-Ya, te daré eso luego.-dije antes de bajar mi mano por su vientre hasta su entrepierna.-O mejor, te ayudo.-susurré metiendo mi mano en sus boxer mientras lamía su cuello.

Comencé a estimularlo sin dejar de morder, lamer y besar su cuerpo, sintiendo como se estremecía cada vez más.

Las sensaciones se hicieron más intensas, haciendole gemir más alto y agitarse más a la vez que el sueño se volvía más real. Lo que no sabía era que esa sensación de realidad era nada más y nada menos que el castaño masturbandole y besuqueando su cuerpo.

Finalmente se corrió con un último gemido algo más sensual que el resto, pero su sueño era tan profundo que no despertó, siguió durmiendo solo que ahora totalmente calmado y relajado. Se giró quedando de cara a él, su cuerpo se pegó al suyo abrazandole con cara de satisfacción, Amaury seguía estando en sus sueños pero ya no había sexo.

Acabó ofreciéndome ese magnífico espectáculo que era el orgasmo. Su cuerpo se encogió y después estirazó mostrándome lo atractivo que podía llegar a ser. Aparté mis manos de él para limpiarme, pero ahí estaba él con su cara cargada de felicidad. Realmente, si soy sincero, me descolocó.

Abracé su cuerpo notando el calor, agradeciendo que estuviera conmigo. Pronto la flor se convirtió en mariposa y esta comenzó a revolotear en la urna. Yo abrí aquella tapa con cuidado, dejando que saliera y volara por la habitación terminando por morir. Realmente, esa magia de D me provocaba una curiosidad inaudita.

El resto de sus sueños fue tranquilo, relajados, durmió como hacía mucho que no lo hacía, en armonía, sin malos sueños y sin despertandose cada x minutos. Durmió más que bien y eso pudo notarse en su cara y cuerpo cuando despertó.

Casi había anochecido cuando volvió a abrir los ojos, se estiró, luego de despegarse del frío cuerpo del castaño. Dormir con un vampiro era una sensación rara, pues a pesar de sentirse como un cubito de hielo se le sentía suave como satén... era más parecido a dormir con una estatua de mármol.

Se levantó de la cama, estaba semioscuro pues aunque no entraba luz por ningún sitio había una tenue luz de ambiente, seguramente tenía luces de bajo consumo ocultas en puntos específicos de la habitación. Encontró el cuerpo inerte de la mariposa, y al mirar la urna somo vio un tallo mustio... así que era cierto, se convertía en mariposa, y al intentar recordar se dio cuenta de que esa mariposa se había llevado su dolor. Acabó sentándose en una silla con las piernas contra el pecho, observando la mariposa de un potente color azul.

Me quedé dormido poco después de sentir que todo acaba. La mariposa era de color azul, cuando era de ese tono es porque se había llevado todo el dolor. Yo, no logré eso la vez que la usé. Mi mariposa fue amarilla. Tan sólo logré perder parte de mis recuerdos más dolorosos y calmar otros. Quizás porque el dolor que llevaba yo en mi interior era más sofocante que el suyo, durante más años y de forma incontrolable.

Al despertar lo vi allí contemplándola como si él le hubiera quitado la vida. Me estiracé recostándome bien en la cama. Estiré mi mano hacia él, un gesto en el cual le pedía que me acompañara.

Estaba observandola, acariciandola con un dedo con cuidado, como si aún estuviera con vida. No alzó la vista de ese pequeño cuerpo hasta escuchar movimiento en la cama, entonces le miró y ese gesto le invitó moverse. Dejó el frágil cuerpo sobre la mesa repleta de libros para acercarse a la cama, acarició esa mano con sus dedos antes de tomarla y meterse entre las sabanas junto a él.

- Me gustaría conservar esa mariposa - murmuró recostandose junto a él, mirando esas orbes castañas - su azul es precioso, y ahora lleva parte de mi en su interior... lo recuerdo todo peor ya no duele, es como ver una película mala que no te motiva ningún sentimiento.

Parloteaba sobre la mariposa, tenía razón en cuanto llevaba algo dentro de él. Eran las mismas pesadillas que había tenido, el dolor que acumulaba, un trozo de su alma. Por eso la rosa germinaba como mariposa, porque la mariposa era un trozo de él. Yo conservaba la mía en un frasco junto a la nota que dejó D, su tarjeta de visita. Tenía más de tres años aquel frasco, tal vez algo más, los siguientes favores que le pedí eran para ayudar a sanar a guerreros que habían caído heridos.

-Ya, bueno.-dije aquello pegándolo a mí, besando su cuello y sus labios lentamente.-Ahora hablemos de otra cosa, como de todo lo que quiero hacerte.

Pero Amaury no parecía demasiado dispuesto a charlar, quería acción y la quería ya - pero hablarlo le haría perder parte del misterio - murmuró coloreandose, sintiendole pegado contra si.

- Mejor no hablamos y solo actuamos, te parece? - preguntó acercando sus labios a los suyos para morderle - no quiero saber que quieres hacerme, mejor solo hazlo - besandole.

Debía una a Daichi, una de esas que no podía pagarle sólo con videos porno y revistas, así como libros. Debía ayudarle de alguna forma, no sabía cual realmente. Esos besos de Killian me sacaban de mis cavilaciones, terminando por centrarme en darle placer como me pedía.

Mis manos acariciaban sus costados, mi boca se pegaba a la suya y sacaba todo el aliento que pudiera encontrarse en ellos. Le deseaba, quería hacerlo mío y que fuera como su primera vez, como si fuera limpio y nadie le hubiera tocado.

-Esta será tu primera vez en realidad.-susurré cayendo sobre él mientras le acariciaba su cuerpo con cuidado, quería erizar su piel y después mordisquearlo.

Se dejaba hacer entre sus manos, sin aire por sus besos y temblequeos por sus caricias. Los ojos cerrados y las mejillas sonrojadas por la anticipación.

- Con un hombre y consentida si, será la primera... - abriendo los ojos para mirarle, alzando la mano para acariciarle la mejilla - haz que la recuerde, que sea referente, quiero una primera vez que me marque Amaury. - Se estremeció sintiendo los vellos de punta - quiero recordarla, que merezca la pena guardarla en mi memoria.

Mis manos acariciaban su cintura mientras él se estremecía provocando. Mis dientes se clavaron en su piel, aunque no la desgarré, mis besos en su cuello eran intensos igual que mis dedos contra su marcada cintura y sus caderas bien marcadas. Pronto apretaron sus nalgas mientras caía sobre él.

Sin dudarlo ni un segundo mi lengua se paseó sobre uno de sus pezones, para terminar succionándolo. Quería que fuera mi esclavo, que se arrastrara frente a mí como todos. Era mi capricho, sin duda alguna y seguramente se me pasaría cuando lo viera destrozado por el placer que le iba a regalar.

Sus labios se entreabrieron más para soltar el primer gemido al sentir esa lengua sobre sus pezones, aunque suave fue sensual, nunca le habían toqueteado tanto. Aquella vez que se costó con una mujer no tuvo muchas caricias más bien las dio, igual con los besos, mordiscos y lamidas. Por eso todo esto era practicamente nuevo para él y le hacían reaccionar, quizás, de manera algo exagerada. Arañaba levemente su cuerpo queriendo librarse un poco de la intensidad que le recorría el cuerpo de pies a cabeza.

Mis dedos se paseaban calmados, buscando quizás los puntos más eróticos que podía tener ocultos o no tan ocultos. Abrí sus piernas con cuidado acomodándome entre ellas, haciéndole sentir mi miembro aún sin síntomas de excitación alguna, mientras buscaba provocar en él sensaciones únicas.

Noté como sus pezones se endurecían y sus gemidos eran eróticos, muy parecidos a los de una chica, al contemplarlo unos segundos tan androgino vi a una mujer y a un hombre a la vez. Introduje sin pensar uno de mis dedos en su boca y lo miré desafiante.

-Muéstrame que tan erótico puedes ser y lo bien que humedeces mi dedo.-susurré de forma lasciva antes de caer mejor sobre su cuerpo, mordiendo su cuello.-Muéstramelo.-susurré en su oído esperando que reaccionara como yo bien deseaba.

Abrió los ojos para mirarle sorprendido y algo curioso, no se esperaba ese dedo en la boca. Aún así respondió esa mirada sacando una que ni el mismo sabía que tenía, una mirada provocativa y algo lasciva que podía tentar a cualquiera. Cerró los ojos lamiendo aquel dedo lo mejor que podía e intentando tentarle

Esa mirada, esa pose, esa forma de lamer... me empezó a excitar. Saqué ese dedo para introducirlo entre sus nalgas, buscando estimularlo y dilatarlo. Quería que supiera que era hacerlo con estilo, con una calidad que no iba a poder dejar de ansiar. Sabía que lo marcaría como mío, porque el sexo, la primera vez real, es cuando uno la disfruta como nunca. Haría que la disfrutara.

-Haré que te corras sólo sintiendo mis dedos.-susurré en su oído antes de mordisquear una vez más su cuello.

No estuvo lamiendo demasiado tiempo, pero por su mirada diría que no lo había hecho mal, eso le aliviaba, estaba algo tenso por la posibilidad de hacerlo mal. Se tensó un poco a la entrada de ese dedo, no por miedo sino por incomodidad, apretando un poco, por un segundo, los dedos en su piel.

- Prefiero hacerlo sintendote a ti - contestó con un jadeo - seguro que se sentirá mejor...

-Y acabarías chillando de dolor.-dije moviéndolo lentamente hasta encontrar el punto donde sabía que comenzaría a temblar.

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Pegué mi boca a su oreja derecha, comenzando a murmurar una canción. Intentaba que él se dejara hundir en la lujuria, que olvidara quién era y sólo deseara sexo. Quería que me quisiera a mí, sólo a mí, como única solución a su dolor y su soledad.

-Así ¿verdad?-pregunté antes de mordisquear su cuello.-¿Así?

Echó la cabeza hacía atrás, hundiendola en la almohada cuando ese dedo encontró en punto justo, practicamente deshaciendose entre sus brazos por culpa de esa canción. La voz de Ama tenía algo que conseguía ponerle los vellos de punta y le erizaba la piel.

- Si, así, justo ahí y así - gimió mirandole con deseo pintado en los ojos - me gusta tu voz - añadió, mordiendose los labios

Un segundo dedo entró en él, moviéndose buscando complacerle un poco más. Quería que se deshiciera y que quisiera tenerme siempre pegado a él. Mi voz cada vez se hacía más sugerente, buscaba estimular su cerebro como todo su cuerpo a la vez.

-¿Quieres que te enseñe todos los placeres?-pregunté antes de morder su cuello.


Deslicé mi boca por su figura hasta quedar entre sus muslos, besándolos y acariciándolos con la mano que tenía libre. Le miré fijamente sin dejar de cantar, con una sonrisa que seguro que le hacía dudar si todo aquello era sólo un sueño o realidad... quería que se aturdiera y se hundiera en lo salvaje.


-Observa y aprende, luego quiero que tú me hagas lo mismo.-dije justo antes de lamer su sexo, primero la base y después el glande.

Mi voz seguía en su mente, pues usaba mis poderes para torturarlo y provocar que se estimulara. Sus nalgas se abrían y un tercer dedo se hundió dentro de él. Mi boca rodeó su miembro por completo, comenzando a succionar de una forma que mi lengua se pegaba a su piel tirando de ella.

- Si - respondió asintiendo a la vez, algo alterado y muy sonrojado. No perdió detalle de como esos labios bajaban por su torso, arrancandole algún que otro escalofrío y jadeo. Fue un gemido, alto y profundo, lo que salio de entre sus labios al notarle en su miembro, se endureció del todo y una de sus manos se ancló en el cabello castaño.

Aun así no dejaba de oir su voz, cosa que le excitaba más aún, todo junto era demasiado. Su cadera no tardó en comenzar a mecerse, buscando más de lo que esos labios y esos dedos le daban, queriendo más placer con la respiración y pulso ya totalmente alborotados.

Me aparté de él por completo para ver mi gran obra, se veía tan deseable con esas piernas abiertas aún meciendo sus caderas, y por supuesto con la boca entreabierta buscando aire.

-Ven.-dije sentándome a su lado para tomarlo de la nuca, mientras seguía influyendo con mi voz en su cabeza.-¿Ves? no está duro del todo y tú quieres todo.-recogí sus cabellos y tiré de estos para alzar su rostro, pegando así su rostro al mío y lograr de este modo besarle, saboreando sus labios hasta hacer que perdiera el aire.-¿Lo quieres todo?-pregunté antes de reír bajo colocando su cabeza sobre mis muslos, ofreciéndole mi miembro.-Sólo lubrica un poco y te daré todo.

Pensaba hacerselo salvaje, quería que gritara hasta hacer temblar los cimientos de mi edificio. Deseaba que tras su primer orgasmo de verdad, aquel que yo le daría, quisiera más de mí y no sólo en la cama. No sabía porque pensaba de ese modo, pero quería verlo arrastrarse como alma en pena por una caricia mía.

Soltó un pequeño gemido de protesta abriendo los ojos para ver por que parba, el quería más. Pero se vio sentado por él, haciendo una mueca cundo le tiró del pelo le mordió con algo de fuerza los labios como venganza.

- Nunca lo he hecho - advirtió alzando la vista a esos ojos oscuros, pero aún así no se achicó. Le tomó con la mano, lamiendo ese miembro desde la base a la punta repartió algún beso y mordisco por él antes de meterlo entre sus labios. Con cuidado, no quería atragantarse, acariciaba con la mano lo que no alcanzaba a meter mientras su otra mano le acariciaba uno de los muslos.

No importaba que fuera inexperto, para mí eso no importaba. Acariciaba su rostro mientras hacía aquello, observando sus manos y su forma de darme placer. Terminé por recostarlo en la cama, apartándolo de mi miembro y prácticamente alejándolo de mi cuerpo.

Casi nunca lo hacía de frente, pero quería que él se sintiera especial y atraído por mí de una forma fuerte, como un vínculo que no se puede romper. De ese modo coloqué su cabeza sobre la almohada, sus manos sobre mis hombros y sus piernas entorno a mis caderas. De una estocada entré, gracias a mi habilidad y a la suya con mi miembro, o más bien a su saliva.

-Killian.-jadeé sonriéndole mientras acariciaba su rostro, acomodándome en su interior.-Killian...

Le echaba alguna que otra mirada pero no estuvo demasiado tiempo en ello, el castaño le apartó, tumbandole bien en la cama. Le acogió entre sus piernas, nervioso pero ansioso a la vez, apretó los dedos en aquellos hombros soltando un alto gemido cuando entró, echando la cabeza hacia atrás.

Abrió los ojos al escuchar su nombre, sonriendole un poco acarició la mano que le tocaba el rostro. - Amaury - jadeó alargando el cuello para poder atapar sus labios, paso una mano por su nuca para poder besarle mejor.

Esos besos me desconcertaron mucho, ses uponía que debía ser sexo y nada más. Aquello estaba pareciendo una película romántica de esas que echan en televisión cuando quieren desviar la atención. Comencé a moverme dentro de él, porque ni yo era Richard Gere ni él Julia Roberts. Aquí se follaba y ya.

Comencé a moverme con cierto cuidado porque quería hacerle gritar de placer, no quería que mi imagen se dañara, o eso pensaba. No quería pensar que me caía bien y me atraía, porque entonces se me iban a quitar las ganas. Mi plan era conquistarle como a todos, tenerlo detrás con ganas de besos o miradas... y dárselo sólo cuando a mi me interesara.