Incidentes aislados y conocidos que se repelen - priv

Seguía con los ojos cerrados y la frente contra la ventana, tratando de dejar la mente en blanco, cuando esos gritos, jadeos y gemidos empezaron a brotar de la habitación contigua, no necesitaba una foto ni un vistazo para imaginar quién sería el causante de ellos.

Se dio un nuevo cabezazo cerrando con fuerza los ojos, quedó vaho en la ventana por su respiración, y cuando el castaño paso el estaba dibujando formas en él. Era eso o darle un puñetazo al cristal, eligió lo menos doloroso.

El lobo despertó, en su forma humana, y el rubio dio gracias al cielo por que tenía hambre y sed, eso significaba que se distraería en ir a por agua y comida. No tardó nada en salir, queriendo huir unos minutos de la habitación, para ir a la cafetería.

Terminé en la cafetería, me reuniría con la esposa del Lycan para aclararle porque su esposo no podía volver a casa. Estaba allí consolándola, dándole mi apoyo y explicándole que el médico pasaría revisión hoy o quizás mañana a primera hora. Necesitaba un informe más detallado sobre su edad y sus últimas batallas, así como todas las heridas que se habían producido en esa pierna. Ella en esos momentos no recordaba nada, yo comprendí que los nervios le producían esa leve falta de memoria.

-Tranquila, tome un poco de tila.-estaba siendo extremadamente amable, era como el relaciones públicas del jefe. Algunos recordaban mi pasado, mi odio y mi forma de asesinar, muchos decían que sólo el líder podía haber reformado a una criatura como yo.

Me quedé sentado frente a ella, tomándole la mano y expresándole la gratitud de toda la organización hacia él y su familia. Así como explicándole que no habría gasto alguno, todo iba incluido en el contrato adquirido con nosotros. También le explicaba que podía pasar las noches a su lado, si así lo deseaba. Noté en ese momento llegar al torpe de Killian. Mis ojos no se desviaron ni una vez de aquella mujer, destrozada por verse insegura ante la posible operación de su esposo.

Y esperanzado como iba estuvo tentado de volverse al verle allí, era como una aparición no deseada, nunca había reparado en él y ahora lo veía por todas partes, y demás con otra mujer. Fue a la barra a pedir dos menús, el también tenía hambre, y mientras los preparaban miraba a cualquier parte menos a aquella mesa. Que hiciera lo que quisiera, pensaba hacer como si no le hubiera visto, aunque seguramente él ni le miraría, ya había follado ya no había interés.

- Los menús - dijo el camarero dejando las dos bandejas frente a él - Oh, gracias... sería mucha molestia que a una de ellas le pusieras una tapa? Es para llevarsela a un paciente, así podría llevar una encima de la otra, se podría? - mordiendose un poco el labio con cara de circunstancia, pero el camarero solo le sonrió por ese gesto. - Sin problema, espera un segundo - y volvió con una tapa - ya, está, quieres que te ayude? - Ah, no, no hace falta, pero gracias - sonriendo y cogiendo ambas bandejas - puedo solo no te preocupes, gracias de nuevo.

Y el camarero se le quedó mirando mientras iba a salida, no por miedo a que se le cayeran las bandejas, sino por que le miraba el culo, pero como de costumbre el rubio ni enterado. Volvió a sonreírle, y agradecerle con un movimiento de cabeza, cuando salió por la puerta.

Me daba igual que otro mirara el culo a ese estúpido, por mí como si se lo quería pellizcar. Si bien, no me apetecía que tonteara con nadie más. Nada más terminar de conversar con ella le rogué que se quedara, para después ir corriendo hacia la barra.

-Lucas.-dije apoyando mis codos en la barra.-Como te vuelva a ver mirándole el culo, te juro por mis castas que te saco los ojos y los uso de cubitos de hielo.-comenté con una sonrisa de lo más amable.-Dame la cuenta de la señora, pago yo.

-Sí... claro.-se quedó callado, casi ahogado en su propio nerviosismo.

Pagué el ticket que me ofreció y fui hacia ella, para ayudarla a llegar sin problemas hacia donde se encontraba su esposo. Un lugar algo desagradable por el olor a desinfectante, también porque allí iban a recuperarse... no era un lugar de paseo.

Entré en la habitación con ella, iba agarrada del brazo por el nerviosismo que tenía. Al entrar corrió hacia la cama de su esposo quedándose a su lado, tomándole la mano mientras él intentaba comer con calma.

- Comida a domicilio - bromeó entrando a la habitación, el lycan le recibió con entusiasmo - aprovecha, no se puede comer en cama todos los días - riendo un poco le acomodó la mesilla y la bandeja mientras él se sentada. Killian se colocó a comer en la mesa de metal dónde guardaban las cosas, comía con ganas, pero se le cerró un poco el estómago al verlo entrar.

Aún así sonrió un poco al ver al lycan y a su mujer juntos, se la veía realmente aliviada de verle. Dejó de comer por educación y respeto al reencuentro de la pareja. Soltó los cubiertos y se sentó bien, no dejaría que le presencia indeseada le estropeara la bonita imagen.

-Tenía razón, me preocupo demasiado.-dijo ella girándose hacia mí.-Pero tendrá que operarse ¿verdad?-él gruñó bajo y yo simplemente me encogí de hombros.

-No lo sabemos, por ahora estamos a espensas del doctor. Será operado en uno de los hospitales afines a nuestra organización y transladado aquí para su recuperación más rápida.-señalé entonces a Killian.-Tenemos a un excelente hechicero que podrá ayudar a que su estado de ánimo cambie a ser más sosegado, así como una mejora más rápida gracias a sus hechizos.-después señalé la comida.-Y tenemos un buen servicio de cafetería.

-Sí, eso es cierto.-dijo ella antes de besar su mejilla y ayudarle a comer de forma más calmada.

-Killian, es mejor que los dejes temporalmente a solas. Seguramente tengan que conversar, también sé que ella le explicará con cautela todos los pasos a seguir y si no quedan claros puedes explicárselo más tarde.-salí de allí caminando calmado, aunque deseaba saltarle encima

Se sorprendió un poco cuando derrepente se refirió a él y le sonrió a la mujer cuando le miró. - Claro, no hay problema, recogiendo lo de su bandeja les sonrió un poco - salgo a comer fuera, si necesitan algo estaré en las máquinas expendedoras - cogiendo la bandeja.

Salió tras el castaño pero paró antes que él, sentandose en el banco frente a las máquinas se colocó la bandeja sobre los muslos para volver a comer. Ahora con más ánimo, sonreía al masticar.

Pude percibir esa sensación de felicidad que le recorría de pies a cabeza. Yo simplemente me marché a mi despacho para hacer mi teatro habitual. Comentaba a mi habitación vacía todo acerca del lycan, su esposa y el torpe. Explicaba con detalle inclusive los informes que yo mismo había redactado, supuestamente bajado y después los discutía.

No sólo hablaba sobre ello, también sobre las empresas y todo acerca de los negocios que teníamos entre las manos. Así como otra posible alianza, aunque no era certero y nos teníamos que mostrar cautelosos. Yo simplemente jugaba a las casitas, como cuando uno es pequeño... pero lo hacía solo.

Salí temprano para cazar, aún estaba fuera y en ese pasillo podía hacer frío. Tiré mi chaqueta a su cabeza y seguí caminando. Yo podía sentir frío, no me importaba.

-Cúbrete.-murmuré antes de entrar en el ascensor.

Terminó de comer tirando los envases a la cocina y devolviendo la bandeja a la cafetería, volvió a las máquinas expendedoras y se pidió un té. No tenía mucho que hacer, solo mirar el techo. En eso estaba, mientras estrujaba el vaso vacío, cuando Amaury pasó frente a él dejando caer su chaqueta sobre su cabeza.

Le miró entrar al ascensor, agarrando la chaqueta sin saber que hacer, al final le sonrió - gracias - llegó a decirle antes de que el ascensor se cerrara. Se la puso, olí al castaño, lo cual era obvio, y se quedó tarareando mirando al techo. Pero era incómodo mirarlo sentado así que se tumbó... y no tardó en quedarse dormido en aquel banco, tumbado de lado y acurrucado en esa chaqueta que olía bien y era calentita.

Las calles estaban silenciosas, aunque a lo lejos podía sentirse algún estruendo de algún delincuente habitual. Mis pasos eran sombríos, secos y calmos. Era un cazador buscando atrapar al primer estúpido que se topara conmigo. Pensé primero en cazar a un inmortal, pero con un humano común me valía aquella noche. Atrapé a un mendigo, estaba aterido de frío encajonado en una esquina de una iglesia. No se percató de mi presencia, tan sólo cuando mis colmillos ya le sacaban la vida.

A mi regreso él estaba allí tumbado, dormido envuelto en mi chaqueta y con un aspecto tentador. Me senté a su lado, colocando con cautela su cabeza en mis piernas. Me incliné susurrando para introducirme en su mente, induciéndolo con mi canto, una canción que le provocaría buscarme allá donde yo estuviera.

Cuando lo aparté me moví con rapidez y di un portazo en mi despacho, eso le haría buscarme y lo sabía.

Estaba bien dormido, lo que era lógico, no había podido dormir nada prácticamente la noche anterior. Cuando se despertó fue por un fuerte ruido que pareció un portazo, el edificio entero estaba en silencio así que todo es escuchaba casi con eco. Se estiró bostezando, se rascó la cabeza y algo le impulso a levantarse y echar a andar, aún sonriente pues estaba feliz.

Cuando quiso darse cuenta estaba en el despacho, saludó la secretaria y llamó antes de entrar, sonriendo un poco más al verle... entonces se dio cuenta de que no sabía por que estaba allí. - Em, venía a agradecerte la chaqueta, gracias - frotándose un ojo, estaba adormilado aún - te importa prestármela un rato más?

Por supuesto vino a mí, yo simplemente hice como aquel que no entendía. Abrí mis brazos y le indiqué que se quedara en mis rodillas, era un gesto amable y especial que no otorgaba habitualmente.

-Puedes dormir en mis brazos, es más cómodo que una silla en el pasillo.-comenté con voz sosegada, influyéndole para después quedar en silencio sin bajar los brazos. Esperaba que accediera, para de esa forma seguir con el juego. Quería que lo aceptara, nada más.

Se quedó mirándole, sin saber aún por que había venido en realidad hasta allí ¿sería un sueño en realidad? podría ser, se sentía adormilado aún. Y ahora le apetecía enormemente sentarse en esas rodillas y apoyarse en él usandole de almohada.

Tardó un poco pero terminó por moverse, acercandose hasta estar frente a él, entonces paró, como su dudara... pero volvió a sonreír y se sentó en sus piernas. Apoyandose en el se acurrucó contra su pecho, apoyando la frente en su cuello.

Estreché su cuerpo entre mis brazos acomodando la chaqueta. Me quedé con él ofreciéndole cobijo. Mientras mis dedos tecleaban redactando las últimas rectificaciones. Quedaban varias horas hasta la salida del sol, comenzaba a sentir cerca la luz del día. Mis labios se pegaron a los suyos, después de unos segundos contemplándolo, para sentir de esa forma su calor.

-Descansa, te hará bien.-dije antes de quedar en silencio, lo hice con la vista puesta al frente con cierta frialdad aparente.

Se volvió a adormilar entre sus brazos, cómodo aunque Amaury no desprendiera calor pero era agradable, hacía mucho que no dormía así, desde que era un niño. Estaba tan a gusto que incluso se dejó besar sin protestar, se acurrucó más contra él pasando los brazos por su cintura y cerrando los ojos. Se durmió plácidamente y sin extrañarse si quiera por haber accedido tan rápido a ese contacto.

Mi hora había llegado y él dormía plácidamente. Me levanté de mi asiento con él recargado sobre mi regazo, y con él fui entre mis brazos a entrar en la zona donde estaba la camilla. El matrimonio descansaba, él también tenía que hacerlo. Recosté con cuidado su cuerpo, acomodé su cabeza bajo la almohada y murmuré en su oído provocando que su sueño fuera más pesado. Inducirlo de esa forma, seducirlo con mi voz, era un truco viejo y barato.

A partir de ese momento dejaría de hacerlo, porque era mejor jugar a perseguirlo con la cabeza centrada que perdido por completo en enajenaciones mías. Con esa idea me fui a descansar, hundiéndome en pesadillas mientras todo mi apartamento se volvía una fortaleza a mi alrededor.

No se dio cuenta de nada y su único gesto fue acurrucarse cuando lo acostó en la camilla, sonriendo en sueños. Es noche descansaría y bien, y lo hizo, a la tarde siguiente se levantó descansado y relajado. Estirandose se bajó de la cama y encontró al matrimonio ya despierto.

- Oh, perdón, que mal enfermero soy - se disculpó avergonzado pues ya estaban merendando inclusive - tranquilo chico, te veías tan bien dormido que nos daba pena despertarte, el esta bien así que no te preocupes.

Sonriendo fue hacia la cafetería, entonces se dio cuenta de que llevaba una chaqueta que no era suya y de que no recordaba como había llegado a la cama... pero si recordaba algo que le había parecido un sueño... Sus mejillas enrojecieron y decidió ir a la cafetería a tomarse algo y despejarse.

Me di un baño relajante esta vez, nada más salir de la cama. Permanecí en aquella enorme bañera durante horas. El agua caliente desentumecía momentáneamente mis músculos, aunque sólo era esa extraña y vieja sensación de relax y no algo que pudiera ser real. Si bien, de sensaciones se vive y yo vivía de aquellas que podía disfrutar ahora, como si fuera aún humano.

Aquel día no tenía que trabajar, noche libre para ser exactos. Caminaba por los pasillos tropezándome con un par de vampiros y varios lycan. Iban y venían con informes nocturnos, así como algunos hechizeros y demonios menores que jugueteaban por los alrededores. Si bien, aquello era silencio puro y duro.

Sabía que había venido el médico y que les había dicho. Pude saberlo por el movimiento en el exterior, estuve pendiente a la noticia y simplemente deseaba verle a él. Cuando llegué a la cafetería lo encontré allí, llevaba un buen rato al parecer. Yo simplemente me senté frente a él con un café humeante, era adicto cuando humano y ahora sólo calentaba mis manos.

Se había pedido un cacao blanco caliente con nata y un gofre, merendaba con calma pues no tenía mucho que hacer. La mujer vino una vez a avisarle de que el médico estaba revisando a su marido, luego se fue y el volvió a quedarse solo con su merienda y la chaqueta ajena. Al menos hasta que alguien se sentó frente a él, estaba tomando un sorbo del cacao cuando alzó la vista viendolo a él, se puso algo rojo sin poder evitarlo.

Dejó la taza en la mesa de nuevo, con el labio superior algo manchado de nata - gracias por la chaqueta - que aún llevaba puesta - te la devolveré limpia, ahora mismo suelta tufo a mi...

Llevaba una de mis chupas de cuero, uno de esos pantalones ajustados destrozados vaqueros y una camisa blanca. Mi cabello estaba algo revuelto y aún húmedo, muy distinto al de ayer perfecto.

-No importa.-dije con las manos pegadas a la taza intentando dejar a un lado lo estirado de siempre.-Es una jodida chaqueta que uso sólo por apariencias, no es lo que más me guste llevar.-comenté olfateando el chocolate y noté una ansiedad terrible.-Joder, chocolate.-mis ojos brillaron como los de un niño ante un enorme pastel. Pero yo eso no podía comerlo ya, no era posible.

- Am - dijo algo cortado, ahora volvía a ser con quién se topó en el cementerio - de todas formas te la devolveré - pasandose la lengua por el labio superior para deshacerse de la nata. - Es chocolate blanco - mostrandoselo - te ofrecería pero no puedes tomarlo - dejando la taza para comer del gofre. Esponjoso, dulce y cubierto de nata, no podía evitar poner cara de gusto al comerlo.

- Hoy debería de volver a casa, tengo que ducharme y cambiarme de ropa, no creo que Zack se escape, está su mujer para vigilarle.

-Sé que no lo hará, me lo prometió a su modo.-comenté antes de tomar una de sus manos, no me había dado ese permiso ni una sola vez pero yo me concedía todo solo. Su mano estaba caliente, la mía únicamente tibia gracias a la sangre y al café.

Su mano se veía pequeña por ser más fina y de dedos algo más cortos, las mías eran algo más grandes y masculinas. Me quedé mirándole las uñas unos segundos, para luego sonreír como si nada. Me senté bien en la silla y suspiré.

-Si quieres puedes usar mi baño, claro que dudo que quieras porque pensarás que te espío por las cámaras de seguridad que dan a mi despacho.-dije echando hacia atrás mi cabeza.-Supongo que no volveré a verte, o eso creo... al menos en un buen tiempo.

Movió una de las manos para agarrar la taza, pero Amaury la interceptó antes. Observó, atento y curioso, como la miraba, como inspecionandola y acabar sonriendo. Él agarró la taza para dar un sorbo al chocolate caliente.

- No serviría de mucho ya que también necesito ropa, no solo una ducha - comentó y rió después - para que quieres verme si la mayor parte del tiempo me ignoras? Ni siquiera se a que se debe este cambio ahora... aunque no es desagradable, más bien al contrario - sonriendole antes de tomar un poco más de cacao. - Tu sabes por casualidad como llegué anoche a la camilla? recuerdo haberme dormido en el banco pero me desperté en la camilla...

Por un momento dudé en decirle la verdad, pero simplemente me quedé callado unos segundos contemplándolo. Coloqué mis manos sobre la mesa y después jugué con la cucharilla del café.

-Magia.-dije riendo bajo.-No, la verdad es que yo te llevé allí.-murmuré.-No podía tenerte todo el día en los brazos, eso sí estuve cantando para ti bajo para que te relajaras. Soy un cabrón, lo reconozco... pero a veces se me da bien tratar a las personas.-no le miraba en todo aquel discurso hasta que alcé los ojos y lo miré a los ojos.-

- Oh, ¿entonces lo de dormir en tus brazos fue real? - preguntó y al tener sus ojos fijos en los suyos se puso notablemente rojo, así que bajo la vista al cacao. - Gracias entones... hacía mucho que no dormí así - desde su infancia en realidad, dio otro sorbo al cacao no sabiendo que hacer, estaba rojo y lo notaba lo que la daba aún más vergüenza. - Por un momento pensé que lo había soñado - riendo un poco y atreviéndose a volver a mirarle a los ojos... durante unos segundos, no tardó en volver su atención al gofre comiendose lo que le quedaba.