Incidentes aislados y conocidos que se repelen - priv

Aparté el portátil y los papeles, recostándolo mejor mientras le besaba sacándole el aliento. ¿Él quería algo frío? yo se lo daría. Mi lengua recorría su boca, su cuello y terminaba en sus pezones mordisqueándolos con ganas. Iba a provocar que gritara como la noche anterior, quería que lo hiciera para sentir que quedaba marcado.

-¿Sabes? te estás volviendo necrófilo.-susurré cuando me incorporé, dejando que mi aliento y esas palabras golpearan suavemente su oreja derecha.-Te haré adicto a esto.

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Comencé a cantar bajo, quería aturdirlo para que ni se percatara de cuando le quitaba la ropa. Pronto quedó desnudo, lo hice con rapidez propia de mi inmortalidad. Así como me saqué yo mismo la ropa con diligencia.

No pudo evitar que se le aceleraran respiración y pulso, sintiendo esa hábil lengua y suaves labios sobre su piel - bueno,eres un muertomuy vivo,no es culpa mía - contestó con una risita.

Gimió al escucharle cantar,su voz le atontaba y excitaba a la vez, tanto que no notó como le desnudaba hasta ya estarlo del todo. - Has vuelto a hacerlo, eres un maldito tramposo - murmuró frunciendo el ceño al mirarle - me aturdes con tu voz, no es justo.

-Eso es bueno.-dije antes de humeder uno de mis dedos, para acabar dentro de él moviéndose lentamente.-Eso es muy bueno, porque entonces mi don tiene efecto en ti.-susurré antes de morder uno de sus pezones.

Jamás le había dicho que ese era mi Don, aunque siempre había aturdido a todo el mundo. Mi voz era impresionante para muchos, para otros demasiado melódica quizás, sin embargo jamás quedaba en el olvido. Cuando me convertieron ese poder se incrementó y terminé usándola para conseguir aquello que deseaba, también para logar que mis enemigos murieran cometiendo suicidio.

-Killian.-murmuré antes de besarlo olvidándome de todo, incluso que estábamos en medio de la oficina.

Quería volver a ser yo, como en mi habitación, dejando atrás la frialdad aparente para mostrarme como en el campo de batalla o como cuando era humano y me divertía de verdad. Un segundo dedo entró en él mientras lamía sus pezones, hasta llegar a su ombligo mordisqueando su vientre.

- No, no es bueno, es injusto... yo no se si el mío te hace efecto - contestó, aunque a mitad de la frase tuvo que parar para soltar un jadeo, ese dedo comenzaba a hacer estragos en él, igual que sus labios, lengua y dientes.

- Ama - gimió l cortar el beso, acariciandole espalda y costados con pasión - Ama - un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando su boca llegó al ombligo ya no jadeaba sino que gemía, esas dedos cumplían bien su cometido y estaba tan deseoso que su cuerpo le recibía con ganas.

Me hacía efecto, era más calmado aunque no lograba calmarme del todo. Él me afectaba pero de formas bien distintas. Mi tercer dedo se hundió en él saboreando el sudor que comenzaba a perlar su cuello. Lamerlo y morderlo era mi gran placer, mi afán.

-Así, siente el placer.-dije escuchando sus gemidos.-Pronto vas a sentir mucho más, muy pronto.

Él desprendía un calor que me atrapaba, me enganchaba, más que con otras personas porque parecía ser más caliente, como si fuera un termo.

Se calentaba, desde dentro, hasta tener la sensación de que herviría, las manos de Amaury sabían como hacerlo aunque fuera solo la segunda vez que le tocaba. Había una conexión y una química especial entre los dos, entre sus cuerpos.

Los dedos pasaron a tres y sus gemidos aumentaron, mordisqueandose los labios y moviendo la cadera suavemente. - Ama, te quiero a ti ya, por favor - abrazandole la cadera con las piernas, mirandole a los ojos rojo de vergüenza y de ganas.

Saqué mis dedos de él girándolo para lamer su espalda, hasta sus nalgas. Mordí su trasero, así como sus muslos, para terminar pegándome a él y rozando mi entrepierna.

-Aún no.-dije acariciando su espalda lentamente.-Aún no, no quiero que sea precipitado.

Quería torturarlo. Mis torturas eran para ambos. Cuando me aparté lo levanté de la mesa, para recostarlo en el suelo enmoquetado.

-Aquí mejor.-susurré entrando de una vez, clavándome en su interior mientras gruñía mostrando mis colmillos.

Jadeó por esos mordiscos, aunque no le hacía gracia desde atras, pero quería sentirle. Por eso mismo soltó un gruñido al oírle, notando su roce pero sabiendo que no entraría. - No seas cabrón - murmuró

Pero no pudo convencerle cuando le tumbó en el suelo, sin dejarle pensar le sintió de golpe en su interior. Arqueó la espalda, arañando la moqueta y cerrando los ojos, su boca se abrió del todo en un alto gemido que rebotó en todo el despacho. No dolió, al contrario, le gustó, con manos temblorosas se agarró a sus hombros abriendo los ojos para verle, intentando llevar a sus labios el oxigeno que le había arrebatado con esa estocada.

Golpeaba con firmeza en el punto que más le excitaba. Había conocido pronto su cuerpo porque era observador, además el sexo que habíamos llevado el primer día fue de reconocimiento mútuo. Por ello, yo estaba entregándome por completo al acto dándole todo y eso provocaba que ambos disfrutáramos de una maldita vez.

-Killian.-susurré bajo lamiendo su cuello mientras me apoyaba en la moqueta, y todo era para poder moverme mejor dentro de él.

Un ritmo rápido y profundo, uno que estaba marcado por el deseo, pero que bajó pronto a otro lento y pasional a la vez como un tango.

No tuvo tiempo de reponerse pero tampoco le importó, los jadeos salían rápido de sus labios mezclandose con los gemidos mientras se contorneaba bajo él, extremeciendose y arañando sus hombros.

Dejó de arañarle para abrazarle al frenar un poco el ritmo, acariciandole los costados - Ama, sigue por favor, no pares - mirandole a los ojos alzó el rostro para besar sus labios.

-No pienso parar.-dije riendo bajo al despegarme de sus labios.-No pienso hacer que pare.

Movía mi cadera de una forma que podía provocarle cierto nerviosismo, ya que aunque acertaba en la zona era demasiado lento. Sólo quería tener un sexo con cambios de ritmo, para que no supiera cuando ibamos a ir rápido o lento y eso le hiciera sentir algo confuso y muy entregado. Además, de esa forma alargaríamos todo y no terminaría pronto.

Esa risita baja le hizo sonreír a él, alzando una de sus manos para acariciarle el rostro. Rozandole los labios con el pulgar antes de enrredandolos en su cabello tirando de ellos para besarle. Besarle con ansia mientras acompasaba su cadera al ritmo lento de la suya, aún si devoraba sus labios con bastante más velocidad.

Alcé el ritmo nada más ver que se acostumbraba a él, me movía a una velocidad y profundidad en cada estocada poco usual en un humano. Sólo iba a poder sentir algo así si era conmigo, quería que eso le quedara claro. Mi voz empezó a jugar con su mente, tarareaba una canción cualquiera mientras mis ojos se fijaban en los suyos.

Mis jadeos y gruñidos aumentaron, como aumentó mis mordiscos y besos, que pararon como paré yo mismo para llevar uno lento. Mis movimientos eran suaves, eróticos quizás, y provocaban que nuestros cuerpos se rozaran con cautela.

El ritmo de nuevo se incrementó arrancandole altos gemidos y haciendo que volviera a arañarle, se arqueaba desquiciandose por todas las sensaciones. - No, no cantes, quiero sentir sin aturdirme - pidió abriendo los ojos para mirarle, con placer pintado en la cara.

E increiblemente sus gemidos aumentaron, en intensidad y cantidad, cuando adoptó ese ritmo, lento y erótico - así, así... me gusta más, así Ama.

No me importaba moverme lento, era como más me gustaba a veces. Disfrutaba de todo. Cualquier ritmo era bueno, cualquier momento el adecuado, pero a decir verdad con él todo era más intenso y podía sentir mucho más.

Mis dedos acariciaban su cintura, sus caderas y después sus mejillas, mientras que me movía lento buscando el ritmo que más le hiciera sentir. Dejé de cantar, quería que lo hiciera y lo hice.

-¿Así?-pregunté riendo bajo al ver como se deshacía, aunque yo también me estaba fundiendo.

Le complació, no solo en la velocidad sino también en su deseo de que dejara de cantar, así sabia que lo que sentía era real y no por su voz. Se deshacía bajo su cuerpo, perlandose de sudor y casi rozando el orgasmo.

- Si... si así - mirandole a los ojos, alzó ambas manos para tomarle el rostro - joder Ama me vas a volver loco a este ritmo - mordiendose los labios. - Pero más... más hondo - bajando una de sus manos, acabó en su trasero atrayendole a él a la vez que movió la cadera y abrazó con una de sus piernas, haciendo que entrara hondo y de una sola vez. Se arqueó al sentirlo, quería ese ritmo, lento pero hondo, dando en el punto justo - así, así.

Notar como gemía era como ver a un ángel cantando, de esos que salían en las viejas películas de iglesias donde el coro se deshacía en gritos desesperados de alegría. Era un cántico, halagos a mi maestría, y eso no podía dejarlo pasar por alto. Aguardaba con ganas el momento que llegara a gemir tan alto que todo el edificio lo supiera al día siguiente. No me importaba Monic, como si ella era la primera en enterarse y ofenderse. Yo tenía sexo con quien yo quería, nadie era mi dueño, pero en realidad ya había uno que yo no aceptaba aún.

-Killian.-jadeé al notar sus manos, sonreí de lado y besé sus labios ahogándolo. Mi lengua se deshacía en caricias sobre la suya, jugando con cada recobeco, hasta morder su labio inferior y buscar su cuello.-Dame todo, todo.-susurré mordiéndolo al fin, bebiendo de él unos cuantos tragos.-Sí, todo... quiero todo.-jadeé y gruñí practicamente a la vez.-Todo, quiero todo.

Ahogó los gemidos en su boca, intentando responderle con la misma ansia aun cuando le faltaba el aíre y se ahogaba. Clavó las uñas en su culo y ladeó la cabeza, echandola hacia atras, mezcló gemido y grito al sentir sus colmillos clavarse. Era una sensación rara, dolió pero luego fue placentero, justo como el sexo, pero una mueca fruncía un poco su ceño por el olor a sangre.

Escuchaba sus palabras y no sabía ni podía contestarlas, los gemidos que le arrancaba y le desgarraban la garganta no le dejaban, seguramente podrían escucharse incluso en el pasillo gracias al eco del edificio. - Todo - fue lo único que llegó a gemir antes de gritar su nombre y venirse, teniendo un orgasmo incluso más intenso que el de la noche pasada.

Los mordiscos de un vampiro no eran como los habituales, daba placer. Era como la acupuntura. Por eso muchos caían en nuestra trampa en medio del sexo, era como un ritual especial. Teníamos sexo con nuestras víctimas y terminábamos vaciándolos. Pero yo no quería apoderarme de Killian, sólo quería un poco más de vigor para terminar en él.

Aquel orgasmo fue más fuerte que el anterior, sus músculos se tensaron y todo él se enroscó como una serpiente. Sin duda alguna habíamos tenido un sexo perfecto, al menos casi perfecto.

-Joder, rubio.-dije tras gruñir fuerte terminando en él.-Torpe, pero rico en la cama.-murmruré lamiendo su cuello, borrando las marcas que se habían hecho en él.

Se esttrmació de pies a cabeza, relajando su cuerpo cuando terminó en él, luchando por conseguir aíre. - No soy torpe - jadeo ahogado abriendo los ojos e intentando mirarle con enfado... no lo consiguió pues aun tenía placer dibujado en la cara.

- Y esto no es una cama, es una moqueta - añadió ya algo más calmado - pero si, ha estado rico - cerrando los ojos con un suspiro, acariciandole la espalda con las manos. - Pero no vuelvas a morderme, no me gusta el olor de la sangre... aunque no ha dolido, creía que dolería más... - volvió a mirarle, quitandole el pelo de la cara para poder verle mejor. - ¿Me enseñas tus colmillos? - sonriendole un poco mientras le acaricaba los labios con los dedos, pero la puerta rompió el silencio al abrirse.

Coqueteaba de una forma que me gustaba, sutil y sin tener que ponerme los pechos en la cara para que prestara atención. Él carecía de algo que me volvía loco, era como un péndulo donde llegaban a imnotizarme o más bien idiotizarme, y sabía hacerlo con ese rostro angelical con sus cabellos revueltos y el aire regresando progresivamente a sus pulmones.

Iba a mostrarle mis colmillos cuando la puerta cedió, entrando Monic con un vestido que no dejaba nada a la imaginación. Tenía una expresión de desesperación, terror, odio y vergüenza. Yo sólo fruncí el ceño cubriéndolo como si fuera mi presa.

-Te dije que estaba ocupado ¿qué deseas?-no dijo nada, sólo negó con la cabeza y lo siguiente que supe de ella es que corría por los pasillos llorando.

Aún le acariciaba el labio inferior, entreabriendo los suyos como anticipación cuando la puerta se abrió dándole un pequeño susto. Se agarró al castaño pues se sentía vulnerable desnudo como estaba, y al ver el rostro de Monic pasó a sentirse algo culpable.

Miró a Amaury, con esa culpabilidad y pena dibujaba en los ojos, cuando Monic se fue. Se escuchaba su taconeo rápido y sollozos venidos desde el pasillo. No dijo nada solo se incorporó un poco para poder abrazarse a él escondiendo la cara en su cuello, lo sentía por Monic, de corazón, pero no iba a renunciar a tenerle para el bien de ella.

- Creo que me he ganado mi primera enemiga - murmuró - ¿crees que me tendrá rencor?

-No es la única.-susurré intentando apaciguarlo.

Quería decir con aquello que sabía bien que tenía otros, pero seguro que había dolido porque él no era el único. Aunque lo era ahora, si embargo era algo que yo no aceptaría ni toleraría aceptar en esos momentos. Simplemente era libre, podía hacer lo que me viniera en gana.

-Además, bien que se le dijo que no molestara.-comenté acariciando su rostro.-¿Sigues queriendo ver mis colmillos?

Y esas palabras dolieron - ya, y seguramente lo sabía, pero no es lo mismo saberlo que verlo, una cosa duele más que la otra. Yo tampoco lo soy por eso lo se - abandonando el refugio en su cuello pero mirando al suelo, levanto la vista cuando le acarició.

- La curiosidad mató al gato, seguramente habrá escuchado desde fuera... - murmuró y terminó por asentir, volviendo a acariciarle los labios - si, enseñamelos...

-Eres el único para mí, no eres como el resto.-dije aquello intentando amortiguar mis palabras, pero creo que no sirvieron para nada.-Killian, yo te quiero.-murmuré acariciando su rostro.-Eso es distinto, eso es más de todo eso que pueden soñar ellos. Ellos jamás podrán escuchar que los quiero, o que me atraen, ni siquiera pueden asegurar que no me canse de su compañía.-besé sus labios de forma lenta, con cierta dulzura.-Y mira.-dije apartando mi boca de la suya para mostrar mis colmillos.

Eran mi mejor arma, sin duda alguna, pero eran para matar a otros o beber sin parar de cualquier amante. Su sangre también era especial para mi