Incidentes aislados y conocidos que se repelen - priv

La mañana había sido tranquila, al menos en apariencia, pero en la superficie todo era un caos. Hubo un pequeño y aislado incidente donde terminaron varios de mis hombres heridos. Decidí que el mejor lugar para ellos sería en mi fortaleza, en sí estaba diseñado para ser hospital de enfermería en casos de heridas múltiples. Eran lycan, sobrevivirían a sus heridas y sanarían con cierta facilidad... si bien hice llamar a varios hechiceros y curanderos para que colaboraran sanando a aquellos diez lycans.

Caminé por la sala donde estaban siendo atendidos, cada uno en su cama con sus goteros y plasma correspondiente. Yo contemplaba sus rostros, era un vampiro con cierta curiosidad y para nada era el líder que todos ansiaban conocer. Hacía de encargado nada más, de hombre del hombre del hombre de confianza del líder.

-Vengo a por los informes.-dije a uno de los hechiceros que estaba dándome la espalda.-El líder los ha pedido.

Ya tenía olvidado todo el asunto del cementerio y había vuelto a ser el mismo de siempre, calmado y amable aunque con una barrera que no dejaba pasar a nadie. Y hoy tendría que sacar a flote todo su paz y amabilidad, le había avisado, un pequeño incidente con heridos así que necesitarían su ayuda por allí.

Al llegar le signaron al más herido, era lycan, grande y daba miedo, más aún por el estado en que estaba irritable, nervioso y agresivo, no le hacía gracia estar herido y al era alfa no consentía que le anduvieran cuidando como si fuera débil. Al sentarse el rubio a su lado la cosa cambió, se fue calmando y si estuviera en su forma lobuna casi que movería la cola mientras Killian le curaba las heridas, algunas con magia y otras con vendas y demás.

- Un segundo - dijo a aquella voz, tan metido en fijar la venda que ponía que no la reconoció hasta darse la vuelta y mirarle, la mueca de fastidio no se hizo esperar - voy a recogerlos, un momento.

E intento ir pero una fuerte mano se lo impidió agarrándole de la muñeca - solo un segundo, volveré después - mirando a los ojos al gran lycan, tocándole el pelo con la otra mano infundió más calma en él, cerró los ojos y le soltó, si fuera gato habría ronroneado. El rubio fue por los informes, no estaba muy lejos así que en menos de dos segundos ya estaba de vuelta tendiéndoselos al castaño.

Me quedé a solas con aquel guerrero, él ni sabía quien era yo. Si bien, me reconoció de otra ocasión hacía unos meses. Quedé a su lado conversando, como si tuviera su forma humana y no la de lobo.

-Habéis hecho bien las cosas.-dije mirando sus heridas.-La próxima vez habrá mejores armas.-comenté.-Llegará una remesa nueva en unas semanas, seguro que tus hombres las aceptarán.-hablaba serio, calmado y respetuoso. En comparación con muchos otros vampiros tenía respeto a los lobos, ellos también a mí.-Habéis perdido algunas armas, pero eso se restaura...-sonreí abiertamente calmado.-El líder está orgulloso por vuestro valor.

Escuché sus pasos y extendí mi mano hacia el informe. Cuando lo tuve comencé a leerlo para revisar que estaban todas las fichas, así como cualquier otro incidente.

-Perfecto.-comenté colocándome de pie.-Cuídate, no quiero verte de nuevo por aquí.-acaricié una de sus patas, como si diera una palmada en su hombro.

Mi voz había influido en él, lo había inducido al sueño. Pensé que era mejor que tanto calmante porque realentizaba su mejoría. Pasé por el lado del resto y vi uno que conocía bien, una hechicera.

-Hola Monic.-dije antes de besar su mejilla.-Sigue así, seguro que lograrás controlar más esos poderes.-se me notó cariñoso con ella, porque a veces teníamos sexo pero nada serio... bueno tenía sexo con varias personas, pero siempre eran rollos.

Salí fuera y comencé a leer mi informe justo en la salida, en los bancos de la sala de espera. Miraba cada herida y chasqueaba la lengua, me jodía que eso sucediera a mis hombres.

Volvió a sentarse cuando él se levantó, el lobo estaba dormido, eso agilizaría las cosas ya que podría concentrar todo el poder en la curación sin tener que calmarle también. Aún cuando intentaba concentrarse en curar no pudo evitar mirarle mientras se iba, no pasandole inadvertido el gesto cariñoso con Monic. Claro, se debían tener tetas para que te animaran en lugar de llamarte torpe.

Su lobo ya estaba bien así que le dejó descansando mirando si alguno más necesitaba asistencia o algún hechicero ayuda, justo entonces una voz femenina le llamó, Monic.

- Killian, puedes hacerme el favor de darle esto al quién te pidió los informes antes? - le pregunto la chica dandole unos papeles, del informe que no estaban en este, del lobo que atendía ella. - Y por que no vas tu? - es que estoy ocupada aún - mordiendose los labios y poniendole carita de lástima - por favor, vamos, no te pido nada más.

El rubio la miraba no muy seguro pero por su insistencia acabó resoplando y aceptando, le quito los papeles de las manos para ir a la salida, esperando que aun estuviera allí... y tuvo mala suerte, si estaba. "Soy imbécil, pero imbécil de verdad y hasta el fondo" pensó.

- Falta esto del informe, se traspapeló - comentó parado frente a él, a la distancia de un brazo y tendiéndole los papeles - cógelos, que tengo cosas que hacer - en realidad no pero no tenía ganas de sentarse a charlar con él.

Estaba tan ensimismado con las radiografías, así como informes de viejas fracturas en los huesos del alfa que me aislé por completo, hasta que escuché su voz. Si bien, estaba ocupado. No me gustaba la pinta que tenía una de sus patas traseras, siempre se la dañaba y se debía quizás a una mala curación de las anteriores.

-No quiero que deis de alta a este Lycan al menos en unos meses.-dije mostrando la ficha antes de tomar el resto.-No quiero quedarme sin un buen guerrero, no me apetece ver a toda la manada desgregada.-un mensaje al móvil de Román, era un buen chico y quería ayudar.-Tú siempre haciéndome sonreir, cachorro.-musité tomando los papeles y marchándome a conversar con él por teléfono, obviando de nuevo al rubio.

Me agradaban los Lioncourt, me parecían buenos guerreros y con la inteligencia clave para sobrevivir. Aquel pequeño era un mestizo, y digo pequeño porque era la mitad de mi cuerpo, aproximadamente, además de ser uno de los mestizos más jóvenes y más poderosos.

Pedí que no se metiera en problemas, no necesitábamos su ayuda de momento y que diera recuerdos a su padre. Nada más colgar regresé a mi posición, mirando concienzudamente cada documento. Era distinto trabajando, muy distinto también al "yo" del pasado. Era más formal, atento y sincero. No era tan violento, sólo ejercía violencia en la batalla. Bastante jodidos estábamos todos.

Se quedó un rato con un brazo extendido teniendo que acercarse para ver cual Lycan decía, el suyo, perfecto le iba a tocar agotarse calmandole para que no se tomara la noticia a mal. Entonces el castaño se alejó par hablar por el móvil, parecía otra persona y no el idiota con que e cruzó en el cementerio.

- Que sorpresa puede ser serio y maduro cuando quiere - murmuro aunque en un principio solo quiso pensarlo, y entró de nuevo a la sala, pensando en como comunicarselo al lobo cuando despertara.

- Te ha dicho algo? - preguntó Monic nada más entrar, asustándole pues no la esperaba - que uno de ellos tiene que quedarse ingresado - Monic hizo morros - no de eso, si ha dicho algo de mi - mordiendose de nuevo el labio, Killian la vio por un segundo con uniforme y coletas cual colegiala. - No, nada.

La chica se decepcionó y el pudo volver a su puesto, organizando el material que no se había utilizado, pues el lobo seguía dormido, y pensando aún como decirselo.

Fui hacia mi despacho, el cual ocupaba en escasas ocasiones, allí tenía una humana que colaboraba con nosotros. Ella me ayudaba con algunos asuntos sobre mis propiedades, así como el trámite de mis empresas. Tenía negocios por toda la ciudad, todos colaboraban con la manuntención de mi ejército y a su vez daba empleo a todos aquellos que me acompañaban. Era una organización sólida, no tan endeble como se pensaba.

-Envía un ramo de flores a Monic.-dije con una leve sonrisa.-Hace dos noches me ayudo en un asunto importante... que sea ya, urgente.

-Como pidas.

Ella no sabía que era el líder, sólo un muchacho cualificado para llevar los informes necesarios al líder. Montaba incluso conversaciones absurdas frente a una pantalla que se encendía en mi apartamento, pero todo debía parecer real. Que yo a él le hubiera dicho eso significaba una metedura de pata, si bien me pareció divertido.

Ya había terminado de recoger todo, aunque con la cabeza en otra parte así que había tardado un poco más, cuando un mensajero entró con ramo de flores para Monic. Esta hizo escándalo super feliz y dándole dolor de cabeza al rubio que se guardaba para sus pensamientos por dónde le metería el ramo de flores, y al lider ya que estaban.

La sala se quedó vacía en poco tiempo, quedando solo su paciente y él, al fin despertó. Quitó todo lo demás de su mente para concentrarse en el lycan, en calmarle para que se tomara bien la noticia, los alfas no solían reaccionar demasiado bien a quedarse en cuidados sin poder controlar a su grupo, cosa que entendía. Recibió gruñidos de protesta pero razonó con él.

- Entiendelo, no sera mucho tiempo y sera por tu salud y el bienestar de tu grupo, si tu pierna no sana bien quienes sufrirán serán ellos y todo podría convertirse en un caos, eres el alfa y como tal tienes que dar ejemplo. El lider se preocupa por ti así que deberías ceder y descansar hasta que esa pierna esté del todo bien, no sería bueno perder a un buen guerrero por falta de reposo o una fractura mal curada. Es por el bien de todos y por el tuyo.

Y finalmente aceptó, sin gruñir, calló y obedeció - muy bien, yo ya terminé mi trabajo, ahora te toca descansar a ti, da ejemplo - sonriendole un poco - nos vemos mañana.

Monic no tardó mucho en llegar a mi despacho, en breve estaba encima mía quitándome el estres acumulado. Pero a decir verdad, no dejaba de pensar en aquel idiota que más le valía morderse la lengua y ser buen chico.

-Monic.-susurré desabrochando su sujetador.-Haz magia, hazla para que entre en calor.-eso hizo que riera y yo simplemente me dejé hacer.

Sus manos acariciaban mi torso, su boca mordisqueaba mi cuello y mis manos iban directas a sus pechos. En pocos minutos gemía descontrolada y yo hacía caso a mi entrepierna, como siempre, y no a mi cabeza. Él no sabía de ahí, estaba a mi alcance y a la vez demasiado lejos. Me quedésentado en la silla mientras Monic se vestía, contemplándola.

-Ve y pregunta a tu compañero si informó al lycan.-dije acariciando sus muslos bajo su falda.-Ve ahora, se buena chica y tal vez te lo recompenso... de paso haz que suba.

-Sí, claro.-murmuró antes de rozar mis labios, pero yo no accedí a su beso y simplemente regresé a mis informes.

Salió para sentarse en el banco con un suspiro, por ahora accedía pero estaba seguro de que al día siguiente sería más difícil convencerle, quizás debería de quedarse a dormir allí para vigilarlo. En eso pensaba tomándose un té de la maquina expendedora cuando una sonriente Monic se acercó a él, casi parecía que le habían puesto una grapa en las comisuras de los labios para mantener esa sonrisa.

- Amaury te llama en el despacho, es por lo del lycan - el rubio hizo una pequeña mueca que disimuló tras el vaso al dar un sorbo - que ha pasado con que lycan? - nada, sido con el que atendía yo - una forma sutil de decirlo "no es asunto tuyo".

Se terminó el té tirando el vasito a la basura para ir al despacho, jamás había ido en realidad, pero sabía el camino. Saludó a la secretaria y llamó antes de pasar. - Monic dijo que me llamabas ¿que quieres saber del Lycan? - no se acercó a la mes, simplemente se quedó en la puerta después de cerrarla.

No había ventilado la habitación, apestaba a sexo, pero había sido una distracción que me evitó terminar un informe. Tenía que hacer informes que me informaran a mí mismo, perfecto. Pero no quería que nadie supiera que yo era el líder, detestaba a los pelotas y por eso no era más que un encargado más frente a todos.

-Quiero saber si se lo ha tomado bien.-dije sin perder la vista de los papeles.

Tenía la camisa negra, la cual llevaba aquel día impecable, desabotonada y fuera del pantalón. Tenía el cabello algo revuelto, se notaba que había pasado allí con aquella chica. Clavé mis ojos en él profundizando en su mirada hacia mí.

-También quiero que me digas qué tratamientos aconsejas, la última vez no fue curado por ti sino por otro hechicero. Perdimos a ese hombre hace unos meses, causas naturales... era demasiado anciano.-cerré los documentos y me acomodé en la silla.-¿Y bien?

El olor era como un guantazo y sus ropas descolocabas ya decían lo demás, ahora entendía la sonrisa de oreja a oreja que llevaba Monic pintada en la cara. Solo rrugó un poco la nariz pero no dijo nada más.

- No, evidentemente, es un alfa, es muy difícil que se quede postrado una una cama mucho tiempo. Pero he logrado persuadirle al menos por ahora, seguramente y conociendo sus instintos mañana tenga que convenserle de nuevo y me costará más trabajo, que bajes a decirselo tu quizás ayude. He pensado en quedarme a dormir en una de las camillas, mi presencia calma, así podré tenerlo más viigilado por si se harta e intenta irse - contestó y se rascó la nariz, se colocó un mechón tras la oreja cruzandose luego de brazos.

- No soy médico y no puedo curar huesos rotos con magia... quizás vendría bien un médico, una pequeña operación para retirar las astillas que no dejan soldar bien al hueso, pero eso sería tenerlo más tiempo en cama... luego de eso soldaría bien y su pierna no daría más problema, peor no soy médico así que eso es solo suposición... algo más?

Me levanté de la mesa para mirar por la vetana, observaba la ciudad a mis espaldas completamente iluminada. Apoyé mis manos en el cristal y luego mi frente. Sabía que sería un inconsciente y no deseaba bajas.

-Grabaré algún tema para él, se calmará... con algún mensaje oculto quizás.-murmuré observando aquellas enormes luces a lo lejos, eran los focos de un edificio similar a este, tenía un par la organización.-Puedes quedarte toda la mañana y tarde, pero eso no será suplemento del sueldo si escapa o termina agrediéndote.-me giré y coloqué bien mis ropas.-Iré yo mismo a conversar con él, quiero que retires a todo el personal del área por si no sale como he previsto.

Pasé por su lado y ni le miré, fue como si le evitara. Quería saber cuánto más aguantaba sin acercarse a mí, sin preguntar siquiera porque le besé teniendo a Monic... era mi juego, mi experimento de esa noche.

- No pasará ninguna de las dos cosas - aseguró aunque no estaba seguro, apartandose de la puerta para que pudiera salir. Salió tras él por que iban al mismo sitio, pero se adelantó, trotando un poco, para asegurarse de que en la sala y pasillo no había nadie.

Salió justo cuando el castaño llegaba - no hay nadie, solo él, seguramente estarán en la cafetería, la cena de hoy tenía muy buena pinta - le confirmó. Actuaba como si no se hubieran topado en cementerio, ni hubiera estado en su casa, como si no le hubieran besado jamás esos labios y mucho menos como si no se hubiera dado cuenta de que había follado con Monic en ese despacho.

Si él actuaba frío, yo actuaba como si no existiera. Entré en la habitación mostrando mi poder, aunque leve, mientras mi voz comenzaba a resonar y él se lazaba contemplaba. Sus ojos parecían incrédulos, mientras yo sonreía satisfecho mientras cantaba.

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Quedó calmado escuchando mi canción, relajándose por completo mientras mi voz sonaba cada vez más cerca de su oído. Movió leve una de sus patas y yo me senté en el borde de la cama. Algo en él le dijo siempre que yo era el líder de todos, los Alfas conocen ese poder, pero siempre intentó hacerse a la idea y a la imagen que daba.

La luna se veía en el horizonte por una de las inmensas ventanas que allí teníamos. Mis ojos se fundió en ella y en la ciudad. Mi voz resonó aún más, con un poder innegable, ofreciéndole tregua para sus heridas.

Cuando acabé me abracé a él, y él simplemente relajó su cuerpo por completo. Me levanté de la cama cantando bajo otra canción, aunque no con aquella fuerza e intentando que nadie me descubriera allí... mi voz era reconocible por todos los que alguna vez lucharon conmigo y no quería eso... deseaba ocultar mi pasado y mi poder, ocultándolos podía ser yo mismo.

Y de nuevo le ignoró, reprimió un bufido mordiéndose los labios, simplemente se puso montar guardia recorriendo el pasillo. Nadie podía oírle o sabrían quien era, cosa que este parecía no querer... se preguntaba si Monic lo sabría, posiblemente si, al fin y al cabo se lo tiraba no? Eso explicaba por que visitaba tanto el despacho siempre.

Negó queriendo despejarse la cabeza y se sentó en el banco... acabó levantándose para comprarse un café en la maquina. Podía oír su canto al otro lado, ahora más bajo, su cuerpo tembló y como consecuencia se derramó café en su mano, café ardiendo evidentemente, pudo escucharse claramente su exclamación al quemarse aunque intentó contenerla.

- Tss... joder - dejando en vaso encima de la maquina, se sopló sobre la quemadura - eso era café o magma volcánico? por eso siempre elijo té... me cago en la puta, a la mierda, no bebo nada.

Se volvió sentar en el banco, moviendo la mano y observándola, con un resoplido y mueca de dolor aún se puso a curarla.

Comprendió mi mensaje, lo hizo alto y claro. Aceptaría cualquier tipo de orden si venía de mano de alguien como yo, alguien que había luchado de forma tan eficiente como valiente. Me salí de allí quitánrome la camiseta, mostrando el tatuaje y las cicatrices que había bajo mis alas. Olía a Monic, no podía soportar su olor y desconocía porque.

Mis ojos se fijaron en el pasillo, no en él. Iba hacia mi ascensor, pulsando el botón y entrando dentro. Ni siquiera lo miré, aunque cantaba bajo una de las canciones de la noche anterior. Cerré los ojos y eché hacia atrás mi cabeza mientras las puertas se cerraban.

Mientras él se curaba el castaño salió, pasando como una exalación e ignorandole, de nuevo, tuvo la urgente necesidad de patear algo pero no lo hizo. En lugar de ello se levantó para pasear por el pasillo, terminó por decidirse a ir la cafetería, tenía hambre.

Allí pidió la cena, estofado de carne con ensalada y un yogurt griego de poster, tenía muchisima hambre pero no comió a gusto por que Monic le vio y se encasquetó a su lado. - Que quería Amaury? - preguntó con esa sonrisa aun en los labios, le entraron ganas de ponerle el plato por sombrero. - Nada, hablar de lycan - pero habeis estado mucho rato - y? - tanto habeis hablado? solo eso? de verdad?.

Y Killian explotó - Mira Monic, si quieres saber algo, preguntale a él y déjame comer en paz - la chica le miró sin entender y, indignada, cambió de mesa.

Era aún algo temprano para mí, pero tenía que descansar porque había usado parte de mi don y llevaba un par de días sin cazar. Si bien, salí vestido de cuero finalmente. Cazé un vampiro joven y estúpido, de esos que se creen que todo es jauja... y en parte uno de los culpables de la emboscada. Había informado a su superior sobre alguna de las órdenes, uno de mis hombres había tenido sexo con él y se fue de la lengua. Por supuesto, ese guerrero fue castigado y confinado. Ya pensaría que hacer con su lengua suelta, necesitaba un castigo ejemplar y sólo pensaba el echarlo del grupo. Si bien, eso sería poco.

Cuando regresé entré en mi habitación, allí tenía viejos recuerdos de mi vida anterior. Había conseguido tener posters de los conciertos que llegué a dar, revistas, unos anuncios en presa y un regalo que dábamos a los seguidores más fieles en nuestros conciertos... una libreta con dedicatorias de todos y algunas de las canciones escritas a puño y letra.

Me senté en mi enorme cama, me tumbé y cerré los ojos rogando paz... porque mi instinto más asesino a veces no me dejaba pensar.

Terminó de comer, juraría que iba a sentarle mal, y mientras sus compañeros volvían a sus casas el volvió a la sala. eligió la camilla junto a la de el lobo y corrió las cortinas para acercarlas y luego tumbarse... pero no tenía sueño, el coraje no le dejaba dormir.

Logró cerrar sus ojos un par de horas después, peor no fue un sueño muy profundo ni reparador, se despertó a media mañana. Devolvió la camilla a su sitio, estirando las sabanas ,y recogió todo lo que, el día anterior, había quedado fuera, limpio un poco y revisó las heridas del lobo, Luego se sentó junto a él, con un té en sus manos, infundiendole la calma que desprendía sin siquiera quererlo.

Aceptemos el hecho que tenía que dormir pensando que aquel torpe estaba cuidando al lobo, así como los recuerdos poco agradables que cada noche se inducían en mí cuando estaba a punto de amanecer. Mis ojos se abrieron nada más colorearse el cielo de rojo, la muerte del sol. Apareció por los pasillos como si fuera un vampiro más, uno de esos burócratas, como la noche anterior. Pero esta vez fui directo hacia donde se encontraba, el lycan descansaba y él estaba allí en medio de la habitación.

Entré decidido a jugar con él, le había molestado que le ignorara porque podía notarlo, y ahora sólo quedaba volverlo loco. Me acerqué y sin mediar palabra comencé a besarlo pegándolo contra la pared más cercana, deshaciéndome en besos con él, dándole algunos breves y otros más profundos. Finalmente me quedé frente a él, clavando mis ojos en los suyos esperando respuesta afirmativa.

Estaba paseando por la sala, revisando las cosas por enésima vez, fruto del aburrimiento, casi podía decía cuantos pasos había de un extremo a otro de la habitación de tantas vueltas que había dado. Entones la puerta se abrió y apareció su nueva pesadilla, solo que esta vez no le ignoró, todo lo contrario, atacó sus labios sin más acorralandolo contra una de las paredes.

Respondió a los besos sin poder evitarlo, pero al tenerlo frente a frente y con esos ojos clavados en él se acordó de Monic, le apartó de un empujón separandose de él y la pared. - Que coño haces? - frotandose la boca, pero no pudo reprimir el leve sonrojo en sus mejillas - ayer ni existía y ahora me acorralas? Déjame en paz y ve a follarte a Monic

Accedió y de buena gana, fue sentir mis labios y él acorralarlos de la misma forma. Mis manos fueron a su cintura mientras intentaba recuperar el aliento, mi siguiente paso era averiguar hasta donde me daría el gusto de estar pegado a él, qué límites me pondría, pero fue demasiado rápido. Lanzó aquella acusación metiendo el dedo en la yaga, intentando culparme quizás de algo que hacía con todos y por supuesto él pensaba que ella era la única.

-No tengo pareja fija.-respondí.-Puedo ir a tirarme a Monic, Cat, Susan, María, Sara, Sara otra vez... tengo parejas hombres y mujeres donde quiero, es un sexo consentido y abierto. No busco fidelidad, pero si insistes... hoy me volveré a tirar a Monic a tu salud.-le guiñé el ojo para salir con pasos elegantes hacia la puerta, colocando bien mi chaqueta, puesto que aún no la había acomodado.

Iba vestido de forma impecable e impoluta, un traje de chaqueta que me hacía ver aún mayor y con una seriedad propia de un adulto. Yo era centenario ya, pero mi aspecto seguía siendo el de un niño.

Y esa información dolió, Monic al menos solo era una - fóllate a los que quieras pero no me toques a mi, no soy como ellos ni como tu - dijo, mientras lo veía salir, teniendo la tentación de tirarle todos los artilugios punzantes de la sala.

Se recolocó bien la camiseta y frustrado fue a asomarse por la ventana cruzado de brazo, acabó dándose un pequeño cabezazo contra ella y cerrando los ojos. Su lider era un crío y un gilipollas, peor peor era él por haberle respondido a los besos.

No tardé demasiado en dar con mi pareja de sexo aquella noche, no sería Monic sino una lycan joven que a veces me alegraba la noche. En la habitación cercana a donde él se encontraba cuidando al Alfa, de aquella manada numerosa que nos apoyaba, yo desnudaba con cautela el cuerpo de Yuri. Era asiática en apariencia, una piel suave y agradable al tacto.

Primero la besé lentamente, después la giré y comencé a ofrecerle ese sexo salvaje que ella disfrutaba conmigo. Sus gritos comenzaron a sonar por toda la galería, eran alaridos de placer y sin embargo mi voz estaba en silencio. Ellas y ellos decían a todos que yo estaba teniendo sexo, no mi voz. Solía controlar mis deseos de gruñir, porque yo no sentía nada y veía deshonesto mostrar excesiva satisfacción cuando sólo era un desahogo.

Terminé dentro de ella, regalándole como despedida un beso en su cuello y una nalgada. Ella quedó pegada en la pared jadeando fuerte, tan fuerte que seguro que traspasaba hacia la otra habitación. Mis pasos pronto sonaron por el pasillo, justo pasé por la habitación con los documentos del día.