Incidentes aislados y conocidos que se repelen - priv

-No voy a tener sexo contigo hoy.-dije deslizando mis manos.-Podemos ir por partes, hoy si quieres parte uno... mañana lección dos y la tercera ya será sexo.-susurré acariciando sus cabellos antes de besarlo.

Era como una chica, me daba cuenta de su cuerpo frágil y su rostro de ángel. Era frágil, no sabía porque me parecía mucho más frágil. Sólo conocía a alguien así, y únicamente hice un trato poco después de la guerra. Recordé al hechicero D, un dragón de la buena suerte, el cual me vendió unas rosas que se convirtieron en mariposas y sirvieron para lograr resucitar los pocos buenos recuerdos que tenía... calmar un poco los malos y olvidar los terribles como si no dolieran, sólo como reseñas.

-Tendremos que ir a ver a D.-dije mirándole fijamente.-Sí, claro ¿cómo no se me ocurrió? tal vez tenga mariposas del sueño.-murmuré abrazándolo un poco más.-Son unas flores que se convierten en mariposas y los recuerdos están pero no duelen, los buenos se intensifican.

- ¿Estás seguro? - pregunto en un murmullo, el lo prefería pues no se sentía seguro del todo, tener sus besos y caricias le parecía suficiente ya que sabía volvería a tener miedo cuando la cosa se volviera más sería. Participaba en sus basos acariciandole la espalda hasta que una de sus manos acabó en su cara, apartandole el pelo para verle mejor.

Le prestó atención mantenidneole la mirada con la curiosidad pintada en sus ojos - oh! eso estaría bien, es algo muy curioso... seguro que también bonito, me gustan las mariposas - contestó jugando con el castaño cabello, le desenrredaba las puntas y las acariciaba. - Eso me ayudará seguro... no hay nada que me gustaría más que olvidar esos momentos, o al menos que no dolieran... no sabre como agradecertelo si funciona.

-A mí me las dio porque hice trato con los Lioncourt, es de su organización.-comenté dejando que jugara con mi pelo y me acariciara, era agradable que alguien hiciera eso sin zorrearme mientras.-D quería que yo estuviera relajado, un aliado lleno de ira no ayuda.-murmuré acomodándome bien en la cama, dejándolo entre mis brazos para besar su frente y mejillas.-Fue un regalo, un obsequio... pero contigo tendré que dar algo a cambio, no sé que cantidad me pedirá o qué favor... supongo que será algo relacionado con alguno de sus vicios, o podría ser dinero en efectivo.-suspiré pesado cerrando los ojos.

Tenerlo a mi lado, ese calor agradable, era demasiado para mí. Si bien, sabía que cuando llegara prácticamente el alba tendría que pedir que se marchara. Si bien, su aroma quedaba pegado a la almohada, incluso a mis labios. Podría sentirlo junto a mí sin estarlo.

-Ni una palabra al resto sobre mi cuarto, sobre nada... no pienses en ello. No quiero que nadie sepa que soy quien soy... no quiero peloteo, detesto a los pelotas.

- Podría hacerlo dicho ya, pero no lo he hecho, se guardar un secreto Amaury. Podría haberte puteado diciendole a Monic quién eres, y no lo he hecho. No voy a decir nada así que no te preocupes - contestó dejando de jugar con su pelo para acurrucarse contra él, abrazandole.

Se sentía bien ahí, entre sus brazos, aún si el castaño estaba frío, él le transmitía su calor. Pero sabía que en un rato tendría que irse por eso quería disfrutar más de esa sensación que le daba su abrazo.

- Y de eso nada, si es algo para mi tendría que pagarlo yo, no tu, eso no es justo. Es suficiente con que me ayudes a encontrar a esa persona y ya veré yo como lo pago. Alguna forma habrá - acariciandole el pecho con la nariz, aunque con marcas y cicatrices su piel era suave y olía muy bien.

-No, con ese dragón trato yo.-dije recostándome en la cama para tumbarlo sobre mí.-Es peligroso, no es alguien para jugar.-murmuré acariciando sus cabellos.

Había hecho daño a una persona que podía comprender las pesadillas que a veces venían en las noches, aunque D había conseguido que remitieran y fueran más leves. Si bien, seguía con ellas y era como si me arrastraran a un pozo profundo de desesperación. No quería que él continuara de esa forma, debía enseñarle a ser fuerte. Era mi amigo, así lo veía. Un amigo parecido a los de antes, con los cuales tener sexo y conversación. No sólo era alguien a quien tirarme, sería algo más intenso y quizás quedaría unido a mí para siempre, marcándolo como parte de las personas que me han dejado huella.

- Um, tendrás que dejarme pagartelo a ti entonces, si es algo para mi no es justo que lo pagues tu - comentó comenzando a jugar con sus dedos sobre el pecho ajeno, se sentía bien así.

- Cuanto queda para que salga el sol? supongo que querrás que me vaya antes de que amanezca - incorporandose un poco para poder verle. - Amaury... ¿puedo considerarte mi amigo? Bueno, se que eres mi lider y también mi jefe, ¿pero puedo considerarte algo más? No es peloteo, realmente me caes bien.

-Te caigo bien a veces.-dije riendo de esa forma que ponía los pelos de punta, sabía que erizaba a cualquiera que me escuchara.-Es lo que te considero, contigo puedo reír o ser yo mismo sin tener que buscar palabras retorcidas, caminar demasiado elegante midiendo mis pasos y mostrar unos modales que no quiero. Me gusta ser sencillo, divertirme hasta que salga el sol y correr por las calles como si fuera el día del Juicio Final. He vivido entre tinieblas mucho tiempo, he sufrido demasiado... lo único que me queda es el sentido del humor.-comenté antes de besarlo lentamente.-Eres mi amigo, eso es más de todo lo que pueden decir otros.

Le prestó atención y una tímida pero feliz sonrisa se dibujó en sus labios que casaba perfectamente con el sonrojo en sus mejillas - cierto, me caes bien a ratos, en otros me apetece más darte un buen cabezazo - riendo un poco.

Se movió sobre su cuerpo para posicionarse de forma más cómoda y besarle, apoderandose de sus labios, no demandante pero si intenso, mientras acariciaba su mejilla con una de las manos. Su cabello caía a un lado como una cortina mezclandose con el castaño sobre la sabana.

-Nadie había bajado aquí desde que yo mismo lo construí.

Si de algo podría catalogarse mi forma de ser ahora, era de neurótico sobre la seguridad. Nadie conocía este lugar, sabía que existía en el edificio pero no exactamente donde o cuales eran sus medidas de seguridad. Estaba tan reforzado que era como una gigantesca cámara similar a la de un antiguo faraón. En sí, me dediqué a estudiar las trampas de las pirámides.

-Date por satisfecho.-murmuré antes de volver a los besos, dejando que él fuera quien los iniciara y acabara. Yo simplemente actuaba indiferente, si no íbamos a tener sexo no iba a emocionarme.

- Me doy por satisfecho - contestó en un murmullo igual que el suyo, no cortando los besos durante mucho rato, al menos hasta que se dio cuenta de que Amaury no se involucraba en los besos. Los respondía pero estaba indiferente, dejó de besarle para mirarle.

- No beso bien? - preguntó no sin cierto miedo y timidez - bueno es normal, no tengo experiencia - incorporandose terminó sentado a horcajadas sobre su cadera.

-Si no vamos a tener sexo no me animo.-dije mirándole calmado, como si estuviera agotado.

Realmente el sol saldría en una hora, él no me daría sexo y yo había tenido días en los cuales la cacería no había ido demasiado bien. Acaricié sus caderas cubriéndolo un poco con las sábanas antes de cerrar los ojos. Pronto me dormiría quedándome aún más frío y duro, como si todos mis músculos se quedaran paralizados y yo muriera nuevamente.

-Deberías irte.-susurré abriendo los ojos para contemplarlo aún encima de mis caderas.

- Um - murmuró sin dejar de mirarle, parecía cansado y al parecer lo estaba - ya casi amanece no? - preguntó observando como se le cerraban los parpados - yo también estoy cansado, si, debería de irme - aunque en realidad no le apetecía.

Se agachó para poder besarle de nuevo, un beso suave pero largo, luego bajó de encima suya, entonces se percató de que no tenía camiseta. - Acabo de recordar de que mi camisa se quedó en el despecho - riendo un poco mientras se cerraba el pantalón y abrochaba el cinturón.

-Quieres quedarte.-sonreí como un auténtico canalla, regresando quizás a mi lado más básico.-Todos quieren quedarse, pero yo prefiero estar solo y ser dueño de mí mismo.-dije apartándome para quedar tumbado dándole la espalda, mostrado mi tatuaje y también las marcas que se podían ver bajo este.

Me quedé dormido por culpa de la escasa sangre que había logrado conseguir. Mis ojos se cerraron y mis puños se aferraron a la manta como almohada. Estaba en una especie de forma fetal que demostraba ser falso eso de formir recto y con los brazos en cruz, como hacía Drácula en sus libros. Quizás de esa forma mostraba mi lado más vulnerable, pero eso no lo sabía. Parecía lo que era y sería siempre... un puto crío de 19 años.

Se quedó mirandole con un leve ceño - eres desagradable cuando quieres - dijo con algo de enfado, pero no respondió así que decidió acercarse. Verlo dormir así acurrucado le sacó una sonrisa, se veía pequeño e incluso adorable.

- Si quiero quedarme, pero no lo haré - sentandose en la cama para apartarle el pelo de la cara - no voy darte la satisfacción de verme aferrado a ti cuando te despiertes, así que hasta mañana. - Inclinandose para dejar un beso en su mejilla antes de salir definitivamente de allí rumbo a su casa, no sin antes recoger su camisa del despacho.

Escuché su voz en mis sueños, pero no distinguí demasiado sus palabras. Sólo era un eco, hasta que el sueño no fuera lúcido, ya entrada la media mañana, no sentiría como los sonidos se volvían vivos y parecían recrearse en mi habitación. Su aroma me acompañabra golpeándome como si fuera un estúpido. Podía haberlo retenido conmigo, pero no lo hice y simplemente lo eché como de costumbre.

Al despertar quedé pensativo en la misma postura en la cual me dormí. Mis ojos se quedaron fijos en el hueco de mi cama, como si él faltara y me estiré finalmente para ir al aseo, era un pequeño estanque climatizado que había hecho estilo viejas termas romanas. Era relajante, como cuando uno iba a los viejos monasterios donde se daban masajes y baños termales.

No podía dejar de preguntarme qué dijo antes de irse, no lograba recordarlo.

Una vez en casa se acostó nada más llegar, pero no durmió bien, necesitaba su olor y su cuerpo al lado. Era ridículo ya que solo había pasado horas acostado a su lado pero había sido tan agradable que quería tenerlo allí.

A la noche siguiente se despertó, con hambre, así que se llenó el estómago después de darse una buena ducha. Dudando de su ir al recinto o no, quería verle pero no quería parecer necesitado, ya se sabe, en el juego del filtreo pierde quién se enamora.

Aun así terminó por ir, con el pelo aún húmedo, oliendo a su gel de frutas, vestido con unos pantalones vaqueros con rotos y una camisa blanca adornada con un pequeño chaleco negro de cuero. Fue la cafetería pensando una escusa para ir a verle.

Cuando terminé de relajarme me vestí con uno de mis pantalones de cuero que más me gustaban, tenía cadenas que sonaban cuando caminaba. Me coloqué una camiseta de chorreras blanca, así como mi tres cuartos de cuero. Logré como pude alisar por completo mis cabellos, quería tener un aspecto impoluto frente a todos siendo el vampiro de oficina que todos creían, algo violento cuando cazaba pero nada más.

Saludé a mi secretaria y al entrar Monic estaba subida en mi mesa. Cuando crerré comenzó a desabrochar la bata que llevaba, mostrándose desnuda frente a mí. Era tentador, tan tentador que me fui hacia ella hundiendo mi cabeza entre sus pechos, agarrando sus caderas y colocarme de forma que mi entrepierna rozó la escueta tela de su tanga, lo único que llevaba debajo.

-Hace días que no me lo haces.-murmuró tomando una de mis blancas y frías manos para dejarlo sobre su cadera derecha.-Te quiero tanto, quiero ser la única... mi Amaury...

Besaba sus pechos, los lamía y succionaba pensando en Killian desnudo a mi lado. Clavé mis dientes en uno de sus pezones provocando que gritara bajo, claro que terminó gimiendo mientras bebía un poco de ella. Sólo bebería, le diría que no me apetecía tener sexo y que se fuera. Pero no quería estar frío, odiaba sentirme como un témpano.

Mientras tomaba un té meditó, no tenía ninguna escusa para ir a su despecho, pero bien pensado tampoco la necesitaba ¿no? Amaury había dicho que le consideraba su amigo, eso significaba que podía ir a verle sin motivo aparente, además estaba el asunto de las mariposas del sueño y también la "segunda lección" que anoche dijo. Así que se terminó el té y pidió un cacao caliente, había notado que él pedí cosas calientes solo por el gusto de sentir el calor a través de la taza, y recordó él gusto en su cara cuando olió su cacao, se lo daría y una vez frío se lo bebería él mismo para no desaprovecharlo.

Cuando llegó a la oficina la secretaria no le advirtió, y hubiera deseado que lo hiciera. La sonrisa de sus labios se borró nada más abrir y ver esa estampa, la taza le quemaba la mano pero por un momento ni siquiera le importó, el pecho le dolió más que la mano.

- Ah, perdón, no quería interrumpir - murmuró casi sin voz agachando la cabeza al suelo - lo siento - volviendo a cerrar y saliendo lo más rápido que pudo de allí, casi corriendo. Algo de chocolate cayó al suelo y pudo escuchar las protestas de la secretaría mientras se alejaba, encontrando refugio en el primer servicio con el que se topó.

Dejó la taza ya casi vacía en la encimera de los lavabos, mirandose la mano, roja pues se la había achicharrado y manchado de chocolate. Había sido idiota, de nuevo, haciendose ilusiones de la nada, era obvio que si el no lo daba sexo lo buscaría en otro sitio, incluso si se lo daba no significaba que estuviera solo con él... - No debería de haber venido - murmuró.

Terminaba de beber para pedirle que se fuera, no quería nada, absolutamente nada, salvo la sangre y quizás unos cuantos besos. Me gustaban los labios de Monic, eran suaves y siempre tenían sabor a fruta. Ella me caía bien, me atraía, pero jamás sería lo que Killian. Había encontrado en él a un amigo, los amigos son difíciles de encontrar y más de mantener. Me di cuenta que alguien abrió la puerta y supe que eso de "mantener" iba a ser complicado si terminaba odiándome.

Fui tras él, tras el rastro de salpicaduras. Dejé a Monic, le dije que ella no me interesaba como creía. Comenzó a llorar, pero no tenía tiempo para decirle que dejara de llorar cuando jamás le demostré lo contrario. Abrí la puerta de aquel aseo encontrándolo allí con las manos quemadas.

-Killian.-dije frío.-Eres torpe, has derramado todo el cacao.-murmuré intentando sacar hierro al asunto.-¿Por qué te fuiste? ¿Pasó algo malo? vamos, somos amigos ahora.

Su voz interrumpió sus pensamientos pero no le miró, en su lugar abrió el grifo metiendo la mano bajo el frío chorro de agua. - Es difícil correr con una taza llena hasta los topes de cacao ardiendo y que no se te caiga una gota - murmuró antes de sorberse la nariz, había empezado a llorar sin darse cuenta, de forma pasiva y calmada pero se le escurrían pequeñas lagrimas.

- No tengo por costumbre quedarme mirando cuando interrumpo, es normal que saliera - sacando la mano, aún roja, de debajo del agua - no sabía que estabas ocupado, tu secretaria no dijo nada, hubiera vuelto más tarde.

Agarró lo que quedaba de cacao vaciandolo en el lavabo, veía esa pequeña muestra de cariño que había querido tener ya inútil, devolvería la taza a la cafetería luego de currarse la mano.

Notaba sus sentimientos como bofetadas, leí su mente y simplemente tomé aire para no soltar una de mis dagas. Me quedé apoyado en el lavabo mirándolo fijamente, más bien su reflejo, para terminar besándole el cuello, tomándolo por la cintura, pegándome a él.

-Sólo bebía de ella, vino a por sexo... pero me apetece contigo... quiero experimentar el sexo contigo.-murmuré antes de morder su cuello.-Quiero sangre... a mis amigos no les pido sangre.-dije alejándome de él.-Iremos a ver a D, seguro que está en su tienda ahora mismo.

Notaba su mirada en él pero intentaba ignorarla, influyendose magia en la mano para curarla, dolía pro más le dolía el pecho. Se tensó un poco inevitablemente al sentirle pegado a él, pero se dejó manejar ladeando el cuello.

- Nada de eso es asunto mío Amaury, lo que hagas con ella es solo asunto tuyo y suyo - murmuró, intentando converse a si mismo más que por otra cosa - no tienes que explicarme nada, pero gracias aún así - añadió abriendo y cerrando la mano ya curada.

- Donde tenemos que ir? pero primero debería de llevar la taza a la cafetería - cogiendo la pieza de porcelanosa para colocarse al paso del castaño, se le veía más calmado pero en su interior se reprimía a si mismo dejandose claros los límites. No podía ilusionarse con algo que no existía, no de nuevo.

Asentí a sus palabras quedándome en silencio, guardaba cualquier pensamiento hacia él. Realmente no tenía que darle explicaciones, éramos amigos con derecho a sexo y aún no lo habíamos logrado. No era mi amante, ni mi pareja y tampoco sería de ese modo. Me gustaba innovar en la cama, tener sexo esporádico fuera con quien fuese. Seguramente más de un "junior" andaba por el mundo, pero conociendo como era yo, así como las parejas con las que había estado, quizás pensaban que era de otro.

Killian era el más inocente de todos, porque el resto eran unos malditos desesperados. Aunque Monic estaba únicamente desesperada por mí, a pesar que también le atraía otro chico... un hechicero al cual ya no hacía caso porque pensaba que yo era el caballo ganador.

-Claro.-dije manteniendo la distancia que él mismo había creado.-Como quieras, este lugar es mío y no tienes porque.-murmuré.

Y de la nada el castaño volvía a estar frío, realmente no le entendía, solo le miró con cara de no entender por un segundo - por que de la nada vuelves a ser borde y frío? Yo solo no quiero meterme en tus asuntos, no quiero importunarte ni molestarte... a veces realmente no te entiendo - comentó con sinceridad

- Espérame un segundo aquí cuando estaban fuera del servicio - llevo esto a la cafetería, no te vayas eh? - sonriendole con un pequeño guiño, echó correr hacia la cafetería, devolvería la taza. No tuvo ningún tropiezo de camino, pero al regresar también lo hizo corriendo y se tropezó, por suerte fue llegando así que pudo agarrarse al castaño y no besar el suelo. - Por poco, ya me veía examinando la juntura de las losas - murmuró.

No podía explicar porque era frío, le había tratado como a una pareja. Había dado explicaciones de más, explicaciones que no merecía porque no debía darlas. Si bien, cuando preguntó me mantuve callado. Esperé poco rato, en menos de diez minutos estaba de vuelta tropezándose.

Me moví con rapidez para que no se cayera, tomándolo por la cintura y prácticamente pegándolo a mí. Una de mis manos fue a su rostro y la otra quedó en su cadera, terminando de pasar mi brazo por su cuerpo, para pegarlo a mí.

-No mires las juntas, la cosa es que eres torpe.-comenté antes de sonreír como de costumbre.-Nos vamos.