Cachorro en apuros - Privado

Cada una de sus miradas era un mundo que se abría ante mí, como si fuera una flor nocturna. Me miraba con la luz que poseían las cosas únicas, esas que temes tocar porque no quieres destrozarlas. La magia de sus ojos bailaba con la timidez a punto del llanto y la locura que destrozaba los poemas de amor que no debían ser leídos, los mismos que me ofrecía con cada suspiro. Su rostro era el de un ángel sollozando porque el amor lo sentía, pero no podía sentirlo, sintiéndose el ángel más desgraciado y a la vez favorecido. Pero, yo no era nadie para decir la verdad y entregarme a su amor. Mi amor dañaba, era cruel y violento, no era el espíritu protector que buscaba. Si deseaba protección en mí no la hallaría, sólo una cárcel de piel y huesos condenados a los infiernos.

Mi crueldad aún brotaba, tenía ganas de jugar con sus sentimientos hasta que los expresara. No sabía bien qué pretendía con ello, si eso me haría daño al oírlo y verme incapaz de corresponderle.

-Te quiero.-dije abriendo sus piernas mientras acariciaba su vientre, jugando sobre su ombligo.-Te quiero.-murmuré rozando sus labios.

Y esas palabras, que deberían despertar mariposas en su estomago, se le clavaban como espinas, aunque quisiera creerlas no las sentía reales. Cerró los ojos, contorneandose leve con esas caricias en un intento de alejarse de sus propios pensamientos, y si podía también de sus sentimientos.

Mordió leve los labios que rozaban los suyos, intentando no pensar en cuantos besos habría recibido desde la última vez que se vieron. No podía evitar sentirse idiota al reaccionar ante él y dejarse hacer cuando él era el único con sentimientos de los dos, el único que podía perder y también el único que podía hacerse daño. Por que Amaury quería su cuerpo y su corazón, pero no para entregarle el suyo a cambio, al menos no del todo ni por tiempo indefinido... pero ya era demasiado tarde para plantearse aquello, ya era suyo de pies a cabeza aunque no lo hubiera dicho.

No conseguí la respuesta esperada, así que le miré como si fuera una presa. Mis ojos cambiaron involuntariamente. Me preguntaba porque no me decía algo que quería oír, yo quería oir aquello de sus labios aunque fuera tan falso como el de todas. Mis caricias no dejaron de estar sobre su cuerpo, pero ya no estaba tan motivado.

Terminé apartándome, quedándome sentado en la cama mirando hacia la puerta. Me había molestado que no me siguiera el juego. Mis palabras eran un juego, pero a la vez reales. Sin embargo, yo no podía decir eso. No me atrevía a decirlo con sentimiento porque temía que me destrozaran de nuevo.

-Ya no tengo ganas.-eso era extraño, además de falso, porque estaba duro y sí quería. Pero no quería así, sin que él me dijera aquello.

No pudo notar el cambio en su mirada ya que no abrió los ojos hasta notar que ya no le tocaba, sintió frío cuando se apartó de él y miró su silueta sin entender el por que. Sintió lagrimas en sus ojos pero se mordió los labios para no llorar al oírle.

- Por favor - en un ruego un poco ahogado, se sentía mal pidiendolo por que parecía desesperado, y en cierta forma lo estaba. No desesperado por sexo, sino desesperado por él, por que sexo era lo único que podía tener de él.

Acabó sentandose, agarrandose a su brazo con la frente apoyada en su hombro, se le resbaló una sola lágrima que cayó en el - Ama, por favor, déjame sentirte. - Y solo entonces le susurró al oído eso que no quería decir, por que los suyos si sonaban sinceros, incluso dolorosos - te quiero, por favor.

Fue cruel hacerlo, obligarle a que lo dijera y seguir como si no me importara. Sentía un calor intenso en mi pecho, mis manos temblaron unos segundos y cuando me giré hacia él comencé a besarlo recostándolo en la cama. Intentaba no pensar en la lágrima que había echado, ni siquiera que parecía desesperado y lleno de dolor por aquello. Sólo me dejé guiar por sus palabras, eso era lo importante. Había dicho lo que quería oír, a pesar que lo había hecho con dolor y rabia porque pensaba seguro que no me importaba.

Deslicé mi mano por sus caderas acariciando el hueso que se le marcaba, aunque no demasiado, se veía sexy con esa postura lastimera. No sé porque me parecía tan atractivo, sobretodo cuando parecía sufrir por mi. ¿Por ego? quizás, pero tal vez porque sentía que a él si le importaba.

-Repítelo.-susurré contemplándolo fascinado, acariciando sus labios con la yema de mis dedos.-Repítelo.

Volvió a sentir sus labios que le supieron un poco amargos ya que no mostró ninguna emoción por su te quiero. Aun sí se abrazó él, acariciandole el pecho cuando lo tumbó en la cama y siguiendole el beso. Quería sentirle cercano aunque solo fuera mientras tenían sexo.

- Te quiero - repitió, besando esos dedos que le acariciaban los labios - te quiero Amaury - añadió dejando escapar otra lagrima, una sola pues sentía los ojos cargados. Por eso no había querido acercarse antes, se sentía vulnerable frente a él, denudo y sin armas. Cerró los ojos tomandole la mano para frotar una de sus mejillas en ella - te quiero - murmuró.

Sequé sus lágrimas porque ya no podía más, me dolía verlo de esa forma. Sentía como algo en mí punzaba, peor que una navaja, y me hacía ver que era un imbécil. Rocé su boca con la mía, acaricié sus caderas, y me quedé aferrado a él en silencio.

Se me bajó todo verlo llorar, ya no quería sexo. Sólo quería su calor pegado a mí. Besaba su cuerpo y mordisqueaba su cuello para poder notar como tiritaba por ello. Mis dedos jugaban con sus cabellos, el borde cercano a sus nalgas y sus pómulos. Mis manos estaban notando como era, quedándome con cada cicatriz o mínimo pliegue de su piel.

-Dilo otra vez, quiero oírlo otra vez.-susurré antes de besarlo.

Amaury volvió a tocarle, besarle y abrazarle, pero nada más, en parte lo agradecía ya que se le habían quitado las ganas de sexo pero por otra parte quería seguir ya que eso era lo único que podía conseguir de él.

- Te quiero - volvió a susurrar, calmandose con sus caricias, notaba sus manos recorrer su cuerpo, pero sin lujuria sino con algo así como cariño. - Ama - susurró su nombre abrazandose a él - acariciame más - pidió, no sabiendo si se lo concedería pero arriesgandose.

No dejaba de acariciarlo, mis manos se movían solas, mientras mi boca seguía en su cuello y sus mejillas. Con un gesto rápido, invisible para el ojo humano, nos tapé y lo rodeé contra mí. Me quedé en silencio notando que mi máscara se rompía, pero no quería hacerlo frente a él ni frente a nadie.

-Ya no quiero sexo.-comenté dejando un beso en la comisura de sus labios.-Si quieres puedes irte.

Me giré en la cama quedándome de espaldas a él, mostrando mi tatuaje y sin percatarme dejando ver uno de los latigazos que no se habían conseguido ocultar. Era cerca del cuello, muy profundo.

Y aunque ls caricias siguieron e incluso le concedió el abrazo, en el que se sintió arropado y a gusto, sintió que lo había fastidiado todo. Amaury ya no tenía ganas de sexo, seguramente él y sus lloros se las habían quitado.

Se quedó mirandole unos segundos, e increible tatuaje de su espalda que acarició, siguiendo la forma con sus dedos. Entonces vio esa cicatriz, sin pensarlo la tocó con suavidad, era profunda, y al volver a bajar sus dedos por su espalda descubrió el resto, ocultos bajo la tinta pero aún eran detectables si pasabas los dedos por su espalda.

Se incorporó un poco para besar con suavidad aquella cicatriz de su cuello, repitió la operación con las que había podido notar. - Siento haberte quitado las ganas... te quiero - le susurró al oído, atreviendose a besarle la mejilla y se levantó de la cama para ponerse la ropa.

Esos besos me hicieron temblar por dentro, aunque por fuera ni me inmuté. Al girarme lo vi vistiéndose tras esas palabras. Había dicho "si quieres puedes irte" y no "vete" pero él se iba. Así que lo di porque no quería estar conmigo y quizás todo eso que hacía era para mantenerme a su lado, para no estar solo, o por otras necesidades que yo no entendía. Yo no sabía relacionarme con los demás, sólo profesionalmente y eso fue gracias a las lecciones de D y Cat, el resto era un simple estúpido que no sabía como manejarse por el mundo.

-Se nota lo que me quieres.-dije acomodándome en la cama.-Por eso te largas.-me salió sólo, con un tono que no había usado con él... el tono que habría usado el yo de hacía siglos, el niño que necesitaba algo de cariño aunque fuera por unos amigos aún más drogados que él.

Estaba colocandose la camisa cuando le escuchó, no solo las palabras, incluso el tono le sorprendió demasiado, tanto que se giró para mirarle. La sorpresa se leía claramente en su cara.

- Acabo de fastidiarte, querías sexo pero mis lagrimas te han quitado las ganas y cortado el rollo. He jodido el ambiente y no quería joderla más - contesto, dejando caer el pantalón al suelo para acerarse a la cama, subiendose a ella a gatas para poder verle colocando un mano a cada lado de su cabeza. - Quiero quedarme, pero nunca se que quieres tu, siempre me arriesgo a un no que me haga daño, no quiero seguir fastidiandote con mis lágrimas y te termines cansando de mi. Me diste la espalda y me soltaste, pensé que no me querías aquí...

Lo agarré de la nuca y besé sus labios lentamente, pegándome a él y terminando encima suya en la cama. Besaba con ganas, pero no con ganas de sexo sino con ganas de transmitir un mensaje. No me gustaba verme debil, no quería decir las palabras mágicas y que todo se jodiera. Así como estábamos estaba bien.

-Es mi postura para dormir.-debía de recordarlo de la otra vez que me vio dormido, me encogía como un niño pequeño intentando no sentir más golpes. Se había quedado esa postura por culpa de los malos tratos.-Pero por favor, no vuelvas a tocarme mis cicatrices... me duele recordar.-aún notaba cada golpe, pero era más una sensación que algo que pudiera ser real.

De nuevo le sorprendió con ese beso que correspondió, un beso necesitado y pasional pero sin rastro de lujuria, un beso que le dejó sin aire y le atontó el pensamiento.

- Lo siento, fue un intento de alivio... no se como explicarlo, perdón - contestó a lo de sus cicatrices, con miedo de preguntar quién las hizo - como cundo ere pequeño y te caes... y te dan un beso en la herida, para que no duela... ha sido una tontería, lo siento - se disculpó.

-¿Eso se hace?-pregunté intentando averiguar si era así o no, no recordaba haber tenido aquello cuando me caía.

Mi madre me odiaba porque mi padre sólo quería tener sexo conmigo, me golpeaba por la impotencia y me arañaba cuando respondía alguna insolencia. Jamás tuve un abrazo como el de Cat a Román, ni caricias de consuelo. Por eso pensé que las suyas eran para intentar reconocerlas entre la tinta del tatuaje.

-A mí sólo me golpeaban hasta perder el conocimiento, y cuando lo hacía podía estar facilmente dos horas o tres tendido en el suelo. Una vez estuve casi un día entero, pero mi madre no hizo nada.-me aferré a él mirándolo fijamente.-Que yo sepa, el único que me ha abrazado sin motivos de sexo, a parte de ti, es Cat y su hijo Román. El resto ha buscado algo.

- Si - contestó asintiendo y su cara cambió a una de verdadera pena al oírle - tener padres no siempre es bueno - murmuró y practicaente sin darse cuenta se vio acariciandole el rostro.

- Mi madre no me daba besos cuando me caía, ella ni siquiera me tocaba y cuando me miraba era con asco. Ella siempre me culpó de que mi padre la dejara al enterarse de que se había preñado. Pero mis abuelos si me cuidaron bien... y se que es un poco tonto pero, si quieres, yo estaré aquí para darte un beso cuando te hagas daño. Se que res un vampiro y por lo tanto no es fácil herirte, pero las heridas no siempre están visibles - colocandole la mano sobre el corazón, besó sus labios de forma leve y luego dejó un beso sobre su corazón. - Siento mucho que tuvieras que pasar por eso, nadie se lo merece y menos un niño.

-Sinceramente, los besos de ese tipo ya ni me interesan.-comenté tumbándome en la cama.-No me gusta que me den ese tipo de cariño porque me incomoda, igual que me incomoda darlos. Yo soy así, soy tal cual. Soy una máquina de matar, carroña de campo de batalla, y nada más. El día que me muera, que esta organización se quede sin líder, nadie llorará mi muerte y más de uno se querrá hacer con el mando. Ese mismo día habrá fiesta.

Sabía que tenía hombres leales, realmente entregados a mí, pero lo agrandaba porque quería pensar que no me iba a echar de menos nadie. Era más feliz pensando que era una miseria sobre la tierra y engrandecerme en el campo de batalla, que pensar que era algo importante y empequeñecerme cuando sintiera el filo de alguna de las armas que nos aniquilaban.

- Ok, lo siento - murmuró cortado, un apunte más, tratar de no ser tierno. Se tumbó igual que él, escuchandole, pero él no opinaba igual. - Eso no es así, pueden que no lloren pero no será como si no hubiera pasado nada, muchos te admiran, más de los que crees, por eso están aquí... Y yo si lloraría - murmuró lo último, aunque eso prosiblemente poco le importara - te echaría de menos... nadie haría fiesta, no en este bando al menos.

Muchos le apreciaban, y más de ellos aún admiraban al lider. Aun si no lo había visto nunca, eso no les importaba, era una figura a la que seguir y admirar en silencio.

-Lo que digas.-respondí notando que ya no me tocaba, pero no iba a decirle que necesitaba sus abrazos aunque decía que no.-Y no creo que llores, te buscarías a otro que te diera toda esa pantomima que hacen todos, pero todos, para poder meterla. ¿Crees que son románticos porque están enamorados? hazme el favor, leo sus mentes y sé lo que hay. Sé que sólo hay un saco de tarados que se le pone tiesa y quieren meter en caliente. Por eso esas palabras, esos te adoro y todo lo falso que quieran.-hice un inciso antes de mirarlo fijamente.-Las perras esas que me follo, porque no tienen otro calificativo, son todas iguales. Da igual que tengan entre las piernas, son perras fáciles de conseguir y domesticar. Sólo quieren una cara bonita, un buen meneo y que les digan que han cumplido. Muchas me usan para ver si las fecundo y dan el braguetazo.-solté una buena risotada.-Como si a mí me interesara tener hijos, son monstruos. No me interesa tener un monstruo que me recuerde que la cague, que es igual a mí y que el mundo estaría mejor sin mi.-sonreí de lado antes de mirar al techo, contemplándolo un segundo antes de cerrar los ojos intentando refugiarme en mi cólera, en mis mentiras, porque nada de eso sentía.-Tal vez tú eres distinto, pero pierdes el tiempo conmigo. Tus te quiero se volverán te odio en cuanto me veas con otra, pensarás que no valgo un céntimo y buscarás alguien que no sólo te folle, que te diga esas cursilerías que todos quieren oír... por baratas y falsas que sean.

Le escuchó en silencio, sin abrir la boca, solo respirando y sintiendo como empezaba a perder el control de sus glándulas lagrimales y como su labio inferior empezaba a temblar leve por intentar contenerse. A la vez que la primera lágrima le rodaba por la mejilla se levantó de la cama, debería de haberse ido, no habría escuchado nada de eso último.

- No creo en el amor, pero se que lo que siento es verdadero, no te pido nada y estaba dispuesto a intentarlo - iba diciendo mientras se ponía los pantalones y se sorbía la nariz, por que estaba llorando. - Estaba dispuesto a aguantar no ser el único, a saber que estás conmigo sin sentir lo que yo siento. Pero tu lo has dicho, pierdo el tiempo, y quizás sea mejor ahorrarme el dolor que más adelante será más fuerte - cogiendo sus zapatos, y se los pondría en el ascensor. Fue hacia la puerta pero antes de abrir le miró, con lágrimas en los ojos y recorriendole las mejillas pero intentando parecer intacto - quizás no te merezcas mis te quiero ni nada de lo que te he dado y ofrecido.

Tras esto salió, aunque no veía por culpa de sus lágrimas y la oscuridad del pasillo.

Iba a dejarle ir, que corriera como un loco hasta su casa. Pero algo en mí se removía. Quería ser mío, aunque no fuera el único, pero en definitiva mío. Por mí quería aguantar esa degradación, si bien sabía que eso no era equitativo ni lógico. Si había dicho todo eso era porque yo también lo sentía y tenía miedo, por primera vez en mucho tiempo tenía miedo a algo y no era un monstruo con siete cabezas... sino un chico con aspecto de ángel y voz tierna.

Me levanté y me moví rápido hasta la salida, atrapándolo entre mis brazos, hundiendo mi nariz en su ocuello aspirando su aroma, la sensación de su sangre bombeada por su corazón, corazón que latía roto de dolor por mi culpa, y sus lágrimas cristalinas y no de demonio como las mías.

-No lo decía por ti, no lo decía por ti... esas cosas no las decía por ti.-susurré besando su cuello.-Quédate, hagámoslo y olvidemos todo.-mordí el lóbulo de su oreja.-Se mío... sólo mío.-dejé sus manos en su vientre y aunque era frío en mi forma de expresarme, de hablarle, mis manos acariciaban con ternura su cuerpo mientras le retenía.-No he tenido sexo desde que lo hicimos, desde que lo hicimos la primera vez.-podía parecer estratagema, truco barato, y seguro que lo tomaba a eso.-Tú eres especial entre todos... porque eres mío, los demás no son míos.

No había avanzado demasido cuando un abrazo le detuvo, escuchandole a su espalda lloró con un poco más de intensidad. Sintiendo esas besos y caricias tiernos aunque hubiera sido hirientemente frío hacía escasos minutos.

- No quiero sexo - murmuró en un sollozo, queriendo huir pues aunque su abrazo fuera tierno le hacía daño. - Como puedo saber que eso es verdad? de que me sirve ser tuyo si solo me haces daño? - sollozando más fuerte - me limito a no pedir más de lo que puedo tener de ti, solo sexo, no te he pedido un solo mimo, un solo te quiero, nada. Tu me lo pides, aún viendo que decirlo me hace daño, me hace ser más consciente de que solo lo siento yo ¿Por que me haces esto? ?Por que me haces daño si yo no te lo hago a ti? solo quiero estar contigo, pero te esfuerzas en hacerlo difícil y doloroso.

-No he dejado que otro entre en mi cuarto.-aunque eso podía inventarmelo, ya que Cat sabía que yo era el líder, pero no su cachorro.-Sólo tú.-mi voz era ronca, con cierto deje de caradura.-Y es cierto lo de las otras, puedes preguntar.-aunque si preguntaban por ser unas putas zorras le dirían que habían follado cuanto y dónde.-Sólo te quiero a ti en mi cama. ¿No te vale eso más que un te amo o te extraño? Soy sincero, aunque hiriente...-mis dedos jugaban sobre el borde de su pantalón.-Ven conmigo, ven... sé que quieres.

Sabía que todo lo que quería era otra cosa. Esa cosa era bien distinta a lo que yo estaba por darle.

-Pero sí, es mejor que te busques a otro y yo me deje de estas tonterías.-susurré apartándome.-Búscate a alguien que te de falsa fidelidad y felicidad, porque no hay nadie mejor que yo y lo sabes.

- Puedes mentirte facilmente, yo no puedo leer tu mente - murmuró llorando aún - no quiero sexo - volvió decir por su insistencia, realmente no lo quería y al notar que Amaury desistía su llanto se incrementó más aún. Llorando a lágrima viva ya desesperado y con ganas de romperle la crisma, en lugar de ello le tiró un zapato.

- No entiendes! no entiendes nada! no quiero sexo, no quiero a otro, te quiero a ti! - terminó por gritar, llorando con ganas, perdió fuerza y acabó de rodilla en el suelo. Tirandole el otro zapato sin fuerza, apoyó ambas manos en el suelo dejando que las lágrimas acabaran en el - y yo soy estúpido por querer un imposible!

Contemplé impasible sus lágrimas, su dolor, aunque por dentro quería ir a doblegarme ante él. Esquivé sus zapatos, para después dejar que cayera practicamente a mis pies. Di dos pasos hacia él, lo tomé de los brazos levantándolo con facilidad y cierta brusquedad.

-Te digo que vengas, no me haces caso.-mi voz sonó cruel.-¿Así me amas? ¿Me amas tanto como para no venir conmigo?-con una de mis manos alcé su mentón y lo miré.-Si algo no soy es mentiroso, todo lo que te he dicho es cierto.-aunque ahí incluía el te quiero, y ese te quiero había sonado falso y barato... pero era cierto.-Te doy otra oportunidad, ven a la cama.-no era sexo lo que quería, era a él a mi lado rodeándome. Pero me costaba pedirlo, quería que él me entendiera y no tenerme que dar a entender.

Me había curtido en una casa donde el amor no existía, había vivido una adolescencia penosa, había estado en un centro de menores que era casi una cárcel. A mis casi 20 años había matado, estafado, vendido drogas e incluso mi cuerpo por pagarme los vicios. Era un hijo de perra que había llegado a lo más alto y se lo quitaron, para que todo ese odio en vez de por un micro lo soltara a con armas, que matara... y cuando fui descontrolado por las enajenaciones del campo de batalla me desecharon y me expulsaron. Estuve años en medio de una guerra luchando sin bandera, sin aliados, sin nadie. Me había bañado en las visceras de mis enemigos y reído como poseso ante sus cuencas vacías. ¿Quería que amara? lo hacía, pero no era capaz de expresarlo porque sentía que no me merecía nada de todo aquello que él me quería dar.

-Haz lo que quieras.-dije apartándome de él.-Te ofrezco un sitio en mi cama, ya que me quieres... si tanto me quieres... ven y si no pues no vuelvas, no me busques, no estés esperándome porque no voy a ir ni voy a llamarte.