Cachorro en apuros - Privado

El chico estuvo de acuerdo y se puso a tocar arrancandole una sonrisa, se veía que le gustaba, que disfrutaba tocando y ponía parte de su corazón en ello. Su puso a fregar, oyendole con total relajación, realmente tocaba bien.

Hizo una pausa para dejarle un plato con galletas, lo único que tenía en la despensa, y volver a la cocina a terminar de recoger.

Me quedé tocando un buen rato, ni me di cuenta de las galletas. Cuando las vi sonreí tomando una, mordisqueándola para ver que tenía pepitas de chocolate y eran parecidas las que hacía papá. Pero las de papá eran caseras, no sabía si él las hacía también. Mi padre cocinaba aunque no podía comer, pero él era feliz recordando sus días como humano.

-¡Gracias! ¡Están ricas!-grité antes de empezar a engullirlas.

Pensé en que me gustaría ser como él, ser igual que él. Ser alguien que podía vivir solo, sin que lo vigilaran como si fuera un perro nervioso. Así que con ese pensamiento me quedé mordisqueando la última mientras miraba por la ventana.

-¿Por qué la casa huele a Amaury?-pregunté dándome cuenta que había un par de objetos que contenían su aroma... o más bien, una pared entera.

Había terminado con los platos y la encimera, todo limpio, se dedicaba a cambiar la ropa ya limpia de la lavadora a la secadora - de nada, me alegro de que te gusten, era lo único que quedaba en la despensa - riendo un poco, cerró la secadora y salió de la cocina. Llevaba el pelo recogido y estaba remangado.

- Huele a él? - con sorpresa en cara y voz - que extraño, solo ha venido una vez y no estuvo mucho rato - solo el justo para sacarle totalmente de quicio y dejarle trastocado.

Sonó el telefonillo y le hizo dar un pequeño bote pues no lo esperaba - ya están aquí los mandados - abriendo la puerta de abajo después de confirmarle al chico que allí era.

-Pues la cornisa huele, también la repisa, el techo, el sofá y varias cosas más. No es olor fuerte, por eso no lo había notado antes.-seguía aferrado a la ventana, mirando la calle tras el cristal.

Me aparté y fui tras él, le ayudaría a poner todo en orden. Era alguien que amaba el orden, odiaba el desastre, y aunque a veces tenía sueño seguía activo porque odiaba ver todo patas arriba. Era uno de esos maniáticos del orden y la limpieza, lo sabía y no me importaba.

Se habrá adherido su olor de aquella vez - encogiendose un poco de hombros, abrió la puerta justo cuando el chico llegaba con las cajas de mandados. - Hola, pongalos aquí mismo en el salón - indicó, una vez todos allí le dio una propina.

- Bien, guardemos todo esto... me ayudas guardando tu las cosas que van en la nevera? yo iré metiendo el resto en los respectivos muebles - cogiendo bolsas para llevarlas a la barra americana e ir guardando. No tardaron demasiado, cuatro manos son más rápidas así que en nada ya tenían todo guardado. El día ya empezaba a oscurecer.

Con un suspiro se tumbó en la cama que hacía de sofá - que cansancio - un pequeño bostezo.

No sólo le ayudé, sino que ordené su nevera y quité lo que estaba caducado. Era un par de yogures, pero no debía consumirlos. Después coloqué las verduras, fruta y queso en sus respectivos lugares. Cuando acabé la nevera parecía más espaciosa, había entrado todo y estaba cada cosa a la vista.

-Oscurece.-murmuré mirando hacia la ventana.

Me acerqué mirando la calle, dejando mis manos sobre el cristal. Tenía el aspecto de un niño perdido, parecía inocente de todo pero en realidad era una auténtica máquina de matar. Pocas veces había atacado, pero las pocas fueron mortales.

-No me gusta que oscurezca, papá sale de noche y estoy seguro que podré sentirlo a kilómetros por lo enfadado que está...

- Sí, ya está entrando la noche - comentó observandolo, aún tumbado. - No hay sol sin luna ni día sin noche, siempre anochece... - se levantó par colocarse junto a él, mirando por la ventana.

- ¿Crees que estará tan enfadado? Si yo tuviera un hijo y se escapara estaría más bien asustado, solo pensaría en recuperarle, peor no para echare un sermón sino para abrazarle y saber que está bien y a salvo...

-Me contó el abuelo en Navidad algo sobre mi padre.-dije sin perder detalle de la ciudad, de espaldas a él.-Dio una vez le fue infiel, sólo unos besos y unas caricias de más. Mi padre medía alrededor de dos metros.-susurré notando como mis murmullos hacían que se empañara el cristal.-Louis, mi madre, agarró a mi padre y lo dejó prácticamente destrozado... tiene mucho carácter.-susurré apoyando la frente.-A mí me cayó un bofetón una vez, la única vez que me ha tocado y no era un abrazo, y fue cuando le dije que le culpaba por no tener padre ni hermanos... por estar solo y asfixiado en sus brazos... le dije que era un vampiro que envejecía y seguía siendo un niño caprichoso, estúpido y que no se daba cuenta que yo era el padre de los dos... que me diera libertad.-cerré los ojos dejando que dos lágrimas de sangre surcaran mi rostro.-Me dejó inconsciente... pero no le culpo, fui cruel. Desde entonces sueño con irme de casa y lo deseo tanto como me asusta. Siempre he querido recorrer el mundo como cuando él era músico y modelo, siempre he deseado vivir lo que él vivió, pero para él soy un muñeco al que viste y peina... yo quiero un amigo que no sea él, quiero que me abrace alguien y que no sea él... necesito a alguien más. Incluso él ha alejado a mi abuelo de mí, no quiere que Lestat me toque porque piensa que acabaré como él.-me giré y le miré.-Algunos se quejan porque no tienen padres, pero yo me quejo porque mi padre no me deja vivir.

Escuchó atento, mordiendose el labio y mirandole con lástima, lo estaba pasando mal y eso era palpable, y para colmo de males no sabía bien que decirle. Así que simplemente le secó las lagrimas con los dedos cuando le miró para luego atraerlo hacia si y abrazarle. Lo hacía suave acariciandole un poco el pelo.

- Lo siento, no se bien que decirte, te entiendo pero realmente no se que aconsejar.

-No pasa nada.-dije intentando sonreír como si no me doliera, pero por dentro me estaba quemando.-No pasa nada, de verdad.-murmuré aferrándome más a él.-Hueles rico.-susurré cerrando los ojos.

Tenía miedo de todo, pero ya estaba hecho. Quería que me abrazaran y al menos él lo hacía, podía decirse que encontré un amigo.

-¿Quieres ser mi amigo?-murmuré antes de alzar de nuevo el rostro mientras le rodeaba con mis brazos, entonces lo sentí. Noté como algo no iba a bien, miré hacia la ciudad y me aferré con miedo.

Seguía acariciandole el pelo con una de las manos, sin dejar de abrazarle, no sabía como reconfortarle con palabras pero al menos intentaría hacerlo con sus brazos. - Gracias.

Le sonrió pero no pudo contestarle ya que notó como se aferró con más fuerza a él - Claro que podemos ser amigos, pero dime ¿que pasa? Tienes miedo puedo notarlo en tu cara y por como me agarras. Seré tu amigo, eso dalo por hecho ya.

-Papá ha liberado toda su energía, no es que viva muy lejos de aquí.-dije aferrándome a él.-A tres manzanas.-susurré antes de alzar mi vista hacia él.-Irá primero a buscarme donde Amaury, para que le preste lycan para que me olfateen.-suspiré pesado.-Dudo que vengan a buscarme, saben que soy peligroso...-aquello lo dije bastante bajo, pero seguro que lo había escuchado.

Me acerqué a la ventana y me quedé allí mirando la ciudad, parecía un niño castigado... yo esperaba poder correar por la ciudad y no quedarme encerrado.

-Lo mejor es que me entregue.

Su padre había despertado, comprendía su miedo, pero no podía pensar ni por asomo que esa cosita adorable que tenía delante fuera peligroso. Se colocó junto él en la ventana y le acarició el pelo, le daba lástima verlo así.

- Quizás si... quieres que te lleve donde Amaury?... o a tu casa? Podría... intentar hablar con tu padre, hacerle entender que si sigue asfixiandote así algún día te escaparas de casa y te saldrá bien... no se... me gustaría ayudarte.

-Si papá me diera parte de mi dinero, tal vez podría vivir en uno de estos departamentos... se ven buenos. Además, te tendría de vecino.-dije moviendo mis caderas de nuevo, pero me hundí nuevamente al pensar que no me dejaría.-Deberíamos ir donde Amaury.-susurré girándome hacia él.-Vamos.

Me suspiré pesado apartándome para guardar la guitarra, tomar la maleta e ir hacia la puerta arrastrando los pies.

- Eso sería divertido, el ático de enfrente está libre, la gente no suele querer áticos - contestó, sonriendo con un poco de lástima al ver que se desanimaba. Se colocó los zapatos y la chaqueta, le dio un pequeño achuchón y revolvió el pelo - Vamos, no te deprimas, aún no sabemos como acabará la noche. Vamos a ver al greñudo de mi jefe.

Su casa no estaba demasiado lejos del edificio, a un par de calles de distancia en realidad. Se preguntaba si Amaury estaría en el edificio o pululando por la cuidad.

Me mantuve en silencio, tomándole de la mano cuando llegamos abajo. Tenía miedo, necesitaba tomarle de la mano como si fuera un niño pequeño. Finalmente me abracé a él y le miré con los ojos llenos de preocupación.

-Deja que te tome la mano, por favor.-susurré agazapado contra él.-Tengo tanto miedo que siento que voy a salir corriendo.-si me agarraba no correría, si no lo hacía saldría corriendo y me perdería por las calles.

Le sorpredió el que le cogiera de la mano, pero no la apartó, soo le achuchó un poco por ese abrazo, sonriendole. - Ok, de la mano - ofreciendosela terminó por grrarsela sonriendole aún.

- No tengas miedo, te llevaré de la mano hasta allí, así que no hay necesidad de salir corriendo.

Así, tomados de la mano fueron hasta la sede central, había muy poca gente en la calle, la mayoría ya estaban en su casa o se daban prisa para llegar a ella.

- Te llevaré a su despacho, espero que no lo pillemos haciendo guarradas - murmuró mientras recorrían el largo pasillo - llamaremos antes de entrar por si acaso.

Eso hizo pues la secretaria no estaba, llamó a la puerta antes de abrir y asomarse con el cachorrito aún tomado de la mano.

Había despertado con los alaridos de Cat por todo el edficio. Se notaba que era un Lioncourt por su presencia, por su fuerza, y por el drama que estaba montando. Yo simplemente me estiré y salí para ver que sucedía.

La historia era simple y vieja, su hijo se había ido de casa. Tenía el rostro perlado por la sangre, su labio inferior temblaba y estaba mareado por todos los sentimientos que le envolvían. Ser aferró a mí y yo decidí llevarlo a mi despacho, por supuesto pedí que no me pasaran llamadas de ningún tipo.

Dejé que entrara y se sentra. Tenía el cabello alborotado porque tal cual había despertado corrió hacia mi. Llevaba ropa que él había diseñado, se notaba por la sonrisa de gato que tenía en el pecho de la sudadera. Sus manos jugueteaban nervioso con los cordones de la capucha con orejas de gato.

La secretaria me avisó de la llegada de Killian acompañado por lo que parecía un niño, al cual llevaba de la mano, y nada más por la descripción que hizo supe que era él. Abrí la puerta, pero de inmediato fui empujado por Cat.

Había ido donde Amaury, me había levantado y Román no dormía en su cama. Se había llevado algo de ropa, la guitarra y nada de dinero. Ni siquiera se había llevado algo para el almuerzo. Estaba tan preocupado, molesto, asustado y sobretodo me echaba la culpa por todo. No podía dejar de llorar, de liberar todo el poder que poseía y no me calmé hasta que Amaury me abrazó. Era un viejo amigo, al menos para mí él lo era.

Cuando él abrió la puerta yo ya había sentido a mi hijo, el aroma de sus cabellos y el de sus lágrimas. Lo empujé y tomé a mi hijo de manos de aquel extraño, tenía aspecto de ángel pero era un simple humano, con algo de poder... pero humano.

-Román.-dije entre lágrimas aferrándome a él.-Mi niño.-susurré besando su frente y sus mejillas. Pero después de abrazarlo, mirar que estaba bien, le di una bofetada.-¡Cómo se te ocurre! ¡¿Cómo?! ¡¿Sabes lo preocupado que estaba?!-grité aún llorando.-¡Román! ¡Contesta! ¡¿Sabes lo mal que lo he pasado?!-él lloraba en silencio, acabé abrazado a él.-No llores mi niño.-susurré besando sus mejillas.

Cuando me dio esa bofetada empecé a llorar, dejé que todas mis emociones se desbordaran y dejaran que mis ojos hablaran. Me decía que estaba preocupado, que le había hecho daño y yo tenía emociones encontradas por su culpa. Quería volver a casa, que me acariciara el pelo hasta dormirme como cuando era pequeño, pero a la vez no quería volver y ser libre.

-Yo sólo quiero tener amigos, como todos. Quiero conocer el mundo como hizo el abuelo y quiero ser feliz. No soy feliz encerrado en casa todo el día, no quiero estar así. Quiero ser como todos.-balbuceé al fin con el labio inferior temblando.-Ya soy grande, ya no soy un cachorro... soy joven pero no soy un cachorro. Yo no voy a vivir eternamente ¿no sabes? soy un híbrido y terminaré muriendo, seguramente de viejo... tal vez muera por una guerra o quizás en mi cama. No lo sé. Pero lo que sí sé es que quiero que me aprecien otros aparte de ti, quiero conoces personas y quizás enamorarme. Yo quiero vivir lo que tú has vivido, quiero vivir. Sólo quiero vivir.-susurré notando como me secaba las lágrimas y después miraba a Killian.-Él es mi amigo, es mi amigo y me ha dado de comer.

Y de golpe conoció al que supuso era el padre del chico, más joven de lo que esperaba y parecía totalmente desquiciado y dolido por la escapada de su hijo. No pudo evitar la mueca al ver ese bofetón, incluso tuvo a intención de apartarlo de su padre pero se quedó en gesto.

- Me llamo Killian, me encontré a Román solo y con hambre en la calle, no podía dejarle allí así que lo he tenido conmigo todo él día... - explicó al ver que tenía la atención de aquel hombre que no parecía mayor que él aunque seguramente lo sería. - Se que opinará que no tengo nada que decir por que no es asunto mío pero comprendo que le de miedo dejarlo ir pero si no le da espacio estoy seguro de que volverá a intentar escaparse y el final le saldrá bien. Dejarle espacio no significa perderle, Román esta sufriendo mucho con esto... debería de intentar entenderme un poco...

-Temía que no hubiera comido nada.-susurré antes de seguir secando sus lágrimas.-Quieres madurar, ser adulto, tienes más de doscientos años Román y sigues siendo un niño ¿no lo ves? ni siquiera planeas bien la huída.-ahí empezó a llorar de nuevo esta vez bien aferrado a mí.-Ya, calma.-acaricié sus cabellos con ternura, igual que lo haría un padre.-¿Cómo sabías que estábamos aquí?-entonces miré su colgante y reconocí la fragancia que aún llevaba Ama en su cuerpo.-Ah, ya veo.

Amaury no tenía una pareja fija, yo lo sabía, y a veces nos veíamos para algo más que conversar. No era algo serio, pero sí le quería. Le quería como se quiere a un amigo, éramos amigos con derecho a algo más.

Miré a mi hijo tomándolo del rostro, mirando sus ojos llenos de tristeza y cierta rabia. Sabía que le dolía haber regresado con el rabo entre las patas, que no quería volver en realidad pero tampoco irse.

-Esto es culpa de Lestat, ese maldito egocéntrico... Oh, miradme soy Lestat de Lioncourt, el poderoso, el asombroso, el aventurero... si tu abuelo no hubiera dicho aquello a Michelle nada hubiera ocurrido.-él negó y se aferró a mí.-Supongo que quieres ser más dueño de ti mismo.-susurré al notarle tan aferrado.-Pero ¿cómo te voy a dejar solo? ¿No ves que no puedes salir sin perderte? eres un lobo con mala orientación.

-Gracias por regresarlo.-dije antes de notar como Cat le miraba, le inspeccionaba, y después dijo aquello de Lestat que me hizo reír.-¿Sigue tan estúpido?-pregunté antes de apartarme de la paternal escena, me molestaba ver así a los padres con sus hijos porque yo no había tenido aquello.-Recuerdo cuando se enfrentó a mí, después terminamos ebrios en un bar. Ni sé como pasó aquello, ni quiero recordarlo. Sólo sé que si sigue sus pasos le va a ir mal.

-Pero yo no quiero ser como el abuelo.-dije bajito intentando apartarme de mi padre, cuando me separé me escondí detrás de Killian.-Yo quiero ser como él, vive solo y no necesita de nadie. Él me ha dicho que hay un ático cerca de su casa, frente a frente, y si necesito algo puedo pedirselo... además no está lejos de casa... no me fui muy lejos.-susurré esperando reacción de mi padre y la única que vi fue como alzaba la ceja, me miraba muy mal y luego miró peor a Killian.

-¿Qué le has metido a mi hijo en la cabeza?

-¡No me ha metido nada! Yo sólo quiero ser como eras antes tú, antes de ser mi padre... cuando eras humano y modelabas, tocabas música y vivías al día. Yo quiero ser así, soy como tú... como eras tú. Como me cuentas que eras, porque yo no he conocido a tu otro yo sólo a un neurótico que no me deja crecer.-y ahí me soltó otro bofetón tras tirar de mi brazo.

-Pídeme perdón Román.

-No, no he dicho nada que no sea cierto. Tal vez no lo he dicho con buenas maneras, pero no hay que adornar la verdad. Tú siempre dices que hay que ser sincero.-noté entonces que sus ojos brillaban ahogando un llanto.

-Está bien... te daré más libertad... está bien.

- De nada, fue él quién dijo que te conocía y que seguramente su padre vendría aquí en primer lugar - le contestó al castaño, miró curioso como el chico se escondía tras él, incluso le acarició un poco la cabeza y no se acorbadó ante la mirada de su padre. - No le he metido ninguna idea que no tuviera ya - fue lo que contestó.

Volvió a hacer una mueca por el nuevo bofetón soltando un hondo suspiro. - El ático frente al mío está vacio, está a dos calles de aquí, es un buen barrio, tranquilo dentro de lo que cabe. Amaury puede confirmarselo, ha estado allí, eso fue lo único que le dije.