Under the Rain - Privado

Me había quedado en Vollkommen por más tiempo del esperado, pero me encontraba en un punto en el cual, sinceramente, no sabía qué hacer ni a dónde ir. Por primera vez en mi larga existencia me sentía perdido, no había odio ni venganza que me guiaran, ni dolor o sentimiento alguno... Anssi estaba vivo y me odiaba, Lutho no me necesitaba y el viejo refugio estaba a su cuidado. Me sentía solo y perdido, sin ninguna motivación real, sin propósitos... Vacío.

Cazaba prácticamente por instinto, cuando el hambre o mi cuerpo exigían sangre. Me estaba volviendo a perder a mí mismo al igual que durante las guerras, pero tampoco era eso lo que quería. Me había encontrado con cientos de seres diferentes en este nuevo camino pero todo seguía, todo fluía como el agua de la lluvia que caía lenta y refrescante sobre mis cabellos largos y lisos. No me importaba demasiado si mis ropas se empapaban, no que fuera a resfriar realmente.

Las ruinas, curiosamente, me traían cierta paz. Miles de muertos acompañando a un vampiro solitario y demasiado cansado, así como en los bosques, aún aquí podía sentir viejos ecos, gritos, llantos, llamados desesperados de auxilio... No necesitaba cerrar los ojos para imaginar aquellos momentos, pues podía recordarlos demasiado bien. Acabé mi cigarrillo demasiado pronto pero no saqué otro de inmediato, sino que simplemente tomé asiento sobre una pared a medio caer, la que más firme parecía. El agua me ayudaba a pensar, a sentir a cada criatura que caminara cerca, a escuchar y, lo más importante, a camuflarme. Viejos vampiros como yo, nunca gustaban de ser encontrados por los más jóvenes.

Solía pasar mucho tiempo en las ruinas, para él era el revivir cada parte de la guerra, cada objeto que tocaba era abrir un montón de heridas en su cuerpo, pero de alguna manera odiaba sentirse solo y si esa es la única compañía que obtenía, no la desecharía, todo bajo un estricto régimen de alerta.

Escucho pasos a lo lejos, y aunque no le entendía del todo sabía que se trataba de otro vampiro sin siquiera tener que verlo, sentía curiosidad y miedo, normalmente en esos lugares no encontraba más que vampiros recién nacidos, que no eran ni siquiera capaces de reconocer un humano y terminaban por atacar todo, había matado a un par de ellos ese día, algunos los consideraba un desperdicio.

El día era lluvioso, y aun a regañadientes siempre cargaba consigo un paraguas, se obligaba a cargarlo o el recuero de las voces de sus padres lo volvía loco, aunque lejos de casa esas voces parecían alejarse, volverse más tenues.

Aunque no lo veía podía saber que estaba ahí, espero unos segundos, esperando cualquier reacción violenta, con la mano bien puesta sobre el arma, todo en calma…dejo el arma de lado y se aventuro a hablar.

-Padre decía que pasar tanto tiempo bajo la lluvia, aun para nosotros era malo- murmuro a la persona que sabía que estaba tras la pared, en la cual trepo y se quedó en la parte más alta para observar.

-No es tan malo como te imaginas -comenté al joven vampiro, le había sentido desde que había entrado a las zonas de las ruinas. Parecía temer y sentir curiosidad a la vez, una combinación peligrosa para la supervivencia en éstos días. ¿Sabría ese joven lo peligroso que era Vollkommen para los vampiros? Prácticamente estábamos en territorio Licántropo, siempre era así cerca de los abundantes bosques.

Me puse de pie y observé al joven sobre la muralla con una ceja levantada, me daba la impresión de estar perdido, aunque seguramente no tanto como yo lo estaba. El instinto, o tal vez la empatía que desarrollaba con los años, me ayudaba a sentir mejor las emociones de los más jóvenes.

-Deberías ocultar mejor tu presencia, este es un sitio peligroso para seres como tú -señalé haciendo mella en su edad, y aunque no era débil, para mí al menos parecía bastante frágil. Su expresión, tal vez. Bajé de la pared en la que estaba quedando a un palmo de él, quien incluso en donde estaba, podía notar su baja estatura.

Aun permanecía atento, pese a que el otro vampiro lucia de lo mas calmado, sabia de antemano que no era bueno bajar la guardia en ningún momento, lo sabia, pero muchas veces lo dejaba de lado, y su cuerpo era la prueba de ello.

-Lo se – pese a que solo era un consejo, le había caído como una patada al hígado, si, era joven y estúpido, pero había logrado sobrevivir, vio nacer la guerra y desarrollarse, viviendo en las entrañas de esta, solo para perderlo todo.

Bufo cruzándose de brazos dejando que el paraguas terminara boca abajo, escurriendo gotas de agua, dejando que su mirada recorriera al otro vampiro, sonrió para sus adentros, y desvió la mirada rápidamente esperando que esta no lo delatara, aquel vampiro le había parecido atractivo, pero se negaba a pensárselo mucho, si algo había aprendido era que entre los de su raza la privacidad era nula, llenando rápidamente su mente con los recuerdos que había conseguido ese día, muertes, y mas muertes, de muy variadas formas, razas, tamaños y edades.

-Entonces supongo que…¿es un sitio perfecto para ti?, realmente nadie que pretenda seguir con vida debería venir aquí, y aquí estamos, rodeados de un montón de ruinas…-


No planteaba volver la mirada, entre menos contacto visual mejor, sus pensamientos resultaban ser muy ruidosos como para alimentarlos aun mas.


-No quiero sonar grosero…pero ¿Quién eres? – no se andaría con rodeos.

-Me agrada Vollkommen, en lo personal -una respuesta simple a sus palabras, unas que me parecían conocidas, si hasta familiares. Sí, ya me habían dicho algo como eso en el pasado, y me había incluso costado un golpe por parte de mi querido Anssi-. No todo es ruina en este lugar...

Por supuesto, había notado su mirada y sus pensamientos eran casi gritos en mi cabeza. Cerré mi mente a la suya sin poder evitar sonreír de lado, cayendo en el hecho de que evitaba mirarme y parecía un tanto más nervioso. De cierta forma algo retorcida, era divertido ver que aún provocaba ciertas reacciones en otros, aunque no lo buscara en lo más mínimo.

-Je sui Alexandre Escamilla -mi nombre, ¿para qué ocultarlo? Nunca había sido del tipo que prefiere el anonimato, salvo para casos especiales. Los cazadores estaban a la orden del día, y no quería exponer a Alexei o a la joven Lutho. Sin embargo, podía sentir, que este vampiro no significaba un peligro real para mi persona-. ¿Y tú eres...? -Sólo preguntaba por formalidad, pues ya sabía su nombre. Leigh Baker...

-No pretendo ser grosero u ofenderte, pero, si vas con paraguas al menos deberías de usarlo -sugerí caminando hacia la calle, mientras buscaba entre mis bolsillos mis cigarrillos. Fumar bajo la lluvia sí que me relajaba, aunque podía notar, que el agua ya comenzaba a escasear... pronto la lluvia se detuvo y me dio un tiempo para encender el preciado tabaco y aspirar tranquilamente, cual humano.

Se mordió el labio inferior al no comprender realmente todo “No todo es ruina en este lugar…” tal vez para una mente joven como la suya era imposible ver algo mas que devastación.

-Mi nombre es Bor… Leigh Baker - Respondió casi dudando de su identidad, desde la muerte de su padre nadie se refería a el como el joven Leigh Baker, ese nombre se había perdido con el paso de los años.

Negó con la cabeza, siguiéndolo con la mirada al escuchar sus pasos, dejo caer el paraguas al suelo, ya volvería por el, ahora sus prioridades eran otras, parecía un cachorro abandonado al cual le ofrecían un poco de cariño y comenzaba a seguir con insistencia a esa persona, a diferencia que trataba de tener una distancia prudente, si su padre lo viera en ese estado un regaño era lo que obtendría como mínimo, cuando joven solía hacer algo similar con sus victimas, averiguaba cuanto podía de ellas antes de matarlas,  era su pasatiempo, aunque en esos momentos era distinto, le temía a la soledad.


Se acerco sin miedo hurtando el cigarrillo del mayor -¿Quién eres?- volvió a cuestionar curioso y sonriente,  no solía ver a muchos seres con los cuales tener un pequeño encuentro, colocando el cigarrillo en sus labios disfrutando del mismo, para luego dejar salir el humo por su boca intentando formar alguna figura con el humo, para el fumar era mas un acto de entretenimiento que otra cosa, podía perder varias cajetillas únicamente buscando formar un circulo con el humo. 

-Tu nombre no define quien eres, pero tu historia si -


El otro vampiro era mucho mas alto que el, realmente se sentía como una pulga, y de paso le remarcaba aun mas la diferencia de edades.

-¿Y tu padre no te enseñó modales? -Pregunté luego de que me quitara el cigarrillo, gruñendo bajo y mirándole fijamente. Ahora que lo notaba, sí que parecía un cachorro perdido, y me pregunté cómo es que estaba allí solo. Un rápido vistazo a mi alrededor fue más que suficiente para comprobar que no estaba con nadie, ninguna otra presencia salvo las de nosotros y los fantasmas del pasado, y algún que otro licántropo correteando por el bosque.

-Así que, Boryal... ¿Quién eres tú? -Le cuestioné sacando otro cigarrillo, esperando que esta vez no me lo arrebatara. Ni ánimos sentía de pelear, ni de enfadarme... No estaba de ese humor, realmente. Y aunque tuviera mi mente cerrada, de él sólo podía percibir inocencia, una enormemente atrayente inocencia. Aspiré el tabaco y cerré los ojos un momento buscando distraerme de aquellos pensamientos, intentando no ceder a la locura que pugnaba por abatirse sobre mí.

-Para que sepas... si vuelves a quitarme el cigarrillo te prenderé fuego, ¿vale? -Esta vez me detuve un momento y le miré con ojos amenazantes, que viera que hablaba en serio y no jugaba. Podría tener una enorme paciencia y un desgano total para luchar, pero prenderle fuego a vampiros más jóvenes no era realmente algo complicado.

-Ahora que lo pienso… - se quedo en silencio inhalando el humo volviendo  los ojos hacia el cielo – la verdad es que no – Pedir perdón no estaba dentro de su lista de cosas por hacer, acostumbrado al mal humor de su padre únicamente cerro los ojos y se encogió de hombros.


- ¿Yo?  - rio suavemente tratando de escoger las palabras correctas, apenas comenzaría a relatar una linda y loca historia de como su madre lo vestía de mujer, del como murió poco después y de las miles de estupideces que un par de hombres hicieron al no saber como tratar con un bebe.
Suspiro pesadamente ante la amenaza – ok – le sostuvo la mirada, devolviéndole la misma pesadez de esta, bajándole de momento los ánimos, no era como si un poco de fuego lo fuera a matar, pero el fuego no era algo que le trajera muy lindos recuerdos.


Tiro el cigarrillo al suelo, aplastándolo con el pie, ejerciendo bastante fuerza hasta molerlo completamente, dejando todo el tabaco esparcido en el suelo.



-Yo eh preguntado primero, pero da lo mismo, soy lo único que dejo esta puta guerra de mi familia, mi padre fue quemado,  mi madre murió de un puñetero infarto, y el desapareció,  ¿yo?  Yo sigo aquí como un estúpido perro abandonado, jugándome el pellejo, por que realmente es lo unico que se hacer, alimento a esa bestia solo por dinero, asesino, trafico y me vendo al mejor postor, ese soy yo. – se esforzó mucho por modular su tono de voz,  tratando de permanecer tranquilo, pero la verdad es que se había alterado, y si es que aun le quedaba la posibilidad de llorar, sus ojos estarían totalmente cristalinos.

-Para variar... -resoplé dejando escapar el humo de mis pulmones, otro más que no sabía de modales, al igual que Lutho y Alexei y Cerberus... la lista era infinita. Al menos el último sabía al menos pedir los cigarrillos. Escuché la historia del chico mientras observaba las nubes, las ruinas, el asfalto destrozado... Había escuchado historias parecidas durante los últimos doscientos años, todo por culpa de la guerra.

-Eres uno de los pocos milagros que van quedando... -murmuré notando que se había alterado, lo sentía en su voz ligeramente temblorosa, en la forma en que luchaba por modular bien, en cómo su cuerpo reaccionaba temblando... cientos de detalles que sólo un vampiro de mi edad podría ver... Y aún así, con todo lo que pasaba, podía notar cierta inocencia en sus ojos. Era un milagro, realmente.

-Deberías intentar llevar una mejor vida. Aprovechar tus dones, luchar por lo que realmente hubieras querido ser -ese lado protector a veces me sorprendía, algo que había desarrollado con las últimas experiencias de mi vida. Dejé una leve palmada sobre los hombros del muchacho y seguí caminando-. En cuanto a mí... digamos que soy un fantasma.

-¿Un milagro?, soy todo menos eso…-  murmuro abrazándose así mismo con la mirada perdida en el suelo.

-Un milagro es realmente lo que estoy esperando, llevar una mejor vida no ha sido una opción para mi, mis “dones” solo me sumen mas en depresión, ni siquiera imaginas lo que es no poder tocar ningún objeto sin temer por sentir como fue que murió su propietario, o cuantas vidas se tomaron con el, o simplemente dejar que te narre todo lo que vio, no veo como eso pueda ser algo bueno, nadie sobrevive, lo eh visto miles de veces. –

Se sentó en el suelo como un chiquillo cruzando las piernas, buscando relajarse, de nada servia alterarse, solo se volvía mas confuso y hasta doloroso.


-Tu eres solo un fantasma con mal humor – sabia que le escucharía y le daba igual, - me dices a mi sobre llevar una vida mejor,  pero quien en su sano juicio se siente pleno en un lugar que apesta a sangre y muerte, ni siquiera los verdaderos fantasmas que se hallan atados a este lugar quieren estar aquí - 

Escuché su perorata y sonreí ante su repentino cambio de actitud, pues no parecía más que un niño berrinchudo en lugar del vampiro que era. Continué fumando tranquilamente escuchando sus quejas y abriendo mi mente nuevamente, escuchándole entre líneas, sus recuerdos, sobre su extraño poder y sus miedos. Otro chico solitario más.

-Pues algunos no tenemos el mejor de los juicios -indiqué sonriéndole condescendiente, acercándome a él y tendiéndole la mano para que se levantara-. Y como te digo, no todo es simplemente ruinas y dolor. Antes de la guerra esta ciudad fue mi hogar, New York... hay recuerdos alegres aquí. Es más que suficiente para sentirse pleno, al menos para mí -miré a mi alrededor recordando mi último paseo por esa zona, ya hacía un par de meses-. Ese es quien soy.

Volví a mirarle tras decir aquello, con una leve sonrisa amable. Pensé que tal vez sería buena idea enseñarle un poco acerca de lo que hablaba, mostrarle por medio de mi poder aquellos días tranquilos, pero no lo creí prudente, pues después de todo, él era un desconocido, y yo también lo era. No sabía cómo se lo tomaría o si sus nervios lo resistirían, así que me contuve de hacerlo.

Además, tampoco se trataba de perder demasiado el control de mi poder y acabar como las últimas veces, con migraña en el mejor de los casos y totalmente perdido en mi mente, en el peor de ellos.

Ladeo la cabeza entrecerrando los ojos, ¿Qué clase de truco era ese?, desvió la mirada nuevamente no, aun no se sentía lo suficientemente fuerte como para callar sus pensamientos,  sin embargo tomo la mano del mayor, no para alzarse, si no para darle ligeros tirones invitándolo a tomar asiento a un lado de el en el suelo.

-No me hagas sentir mas pequeño de lo que ya soy – pensó insistente, cerrando los ojos y suspirando.

-¿Y quien tendría un buen juicio a tu edad?- sabia que era mayor que el, pero no que tanto, solo lo intuía, volvió únicamente los ojos hacia su mayor, -después de todo no somos mas que seres que se quedaron estancados en este mundo, que pasa de manera efímera frente a nuestros ojos, si alguien sigue cuerdo tras eso, merece un altar…- sonrió de lado.

-También fue mi hogar…pero no veo nada mas que ruinas, posiblemente este en la edad de la negación ante todo, quien sabe, quien puede definir eso, aunque realmente yo nunca logre ver esta ciudad viva, con la alegría que mi padre me contaba, sabes, el era músico…pésimo por cierto…pero tenia su encanto…o algo así- se rio hacia sus adentros, su padre no era mas que una piedra,  lo suyo realmente no era la música, pero había que darle méritos al hombre, siguió su sueño hasta el final.

Me senté a su lado conteniendo una carcajada aunque sí reí por lo bajo, me recordaba un poco a Alexei con su diminuto tamaño y sus complejos por ser más bajo que todos. Así, dos vampiros desconocidos sentados en medio de una calle en ruinas, en medio de una ciudad en ruinas. Era casi para carcajearse...

-Hey, no estoy tan viejo -dije frente al comentario sobre mi edad, vale que la cordura la hubiera perdido mucho tiempo atrás, tal vez, el mismo día de mi conversión a la inmortalidad-. Aunque apoyo la idea del altar. En estos días, dudo mucho que quede alguien completamente cuerdo -sonreí de lado viéndole, ahora que lo tenía más cerca, podía notar mejor sus rasgos a la escasa luz nocturna. Era muy joven cuando le convirtieron...

-Si quieres luego te enseño cómo era esta ciudad antes, tal cual tu padre te contaba -ofrecí desviando la mirada al cielo nuboso. Siempre ofrecía enseñar mi poder, siempre era más sencillo cuando el otro involucrado me pedía escenas concretas. Era una buena forma de practicar y a la vez, de distraerme-. Así que músico... Y tú, ¿tocas algún instrumento? ¿O cantas?

-Lo dice alguien que me puede triplicar la edad – sonrío travieso, solo para volver a desviar la mirada nervioso, acaso ¿eso seria lo que su madre sentía cada que veía a los ojos a su padre?, la sensación de que podían ver a través de ella, y sentirse tan frágil y transparente como una rosa echa de vidrio.

-¿en serio puedes hacer eso? – volvió la mirada apenas se lo propusieron con los ojos bien abiertos y una sonrisa amplia, si se tratase de una mascota como un perro estaría dando saltitos alrededor y moviendo el rabo, pero solo se tiro de espaldas alzando los brazos hacia el cielo fingiendo tocarlo, -seria maravilloso-

Rodo en el pavimento sin importarle si sus armas hacían ruido al chocar contra el piso, -pues hablando sobre verdades...mi padre se empeño a enseñarme a tocar guitarra, y a intentarme a enseñar a vocalizar…pero el era pésimo… - quedo tendido boca abajo en el suelo con la mejilla contra el pavimento cálido en comparación con su piel.

-Un silencio perfumado, recorre la piel dejando un cadáver de emoción también un suspiro y una oración, para el tiempo: una tumba, una flor- comenzó a cantar, la recordaba claramente, seria un pecado si no la recordase, su padre paso décadas cantándola hasta que logro superar la perdida de su pareja.- Tengo mil cenizas por si decides escarbar... Hay Restos de ti flotando entre la luz mortal, sobredosis de emoción esterilizan la razón congelando una imagen que se fue... hay restos de ti, en todo momento que sentí, al viento acariciar, distancia y continuidad..  -


Solían decir que tanto el como su padre tenían un parentesco enorme, su voz y su apariencia eran idénticas, pero se podía reconocer a uno del otro por su carácter.
-Cantaba en bares, ahí fue donde mi madre lo conoció – Aun boca abajo cerro los ojos, en total paz, - ¿alguna vez has intentado algo así? ¿cantar o tocar algún instrumento? – cuestiono volviendo a rodar en el pavimento para quedar boca arriba.

Restos de ti:

-Soy de espíritu joven, que va -reí brevemente, notando cómo desviaba la mirada de forma nerviosa aunque cuidando de no recibir sus pensamientos, digamos que para concederle algo de "privacidad". Volví a reír ligeramente cuando me miró con los ojos así de abiertos, claramente sorprendido y entusiasmado, y asentí con la cabeza.

-Así como tú tienes el don de ver el pasado en los objetos, yo tengo un don también. Luego te lo enseñaré, en un lugar un poco menos expuesto al ataque de un licántropo -señalé, viendo su actitud aparentemente despreocupada, casi con ganas de palmear su cabeza como si fuera un cachorro o un enorme felino.

Le escuché cantar mientras le miraba en silencio, no lo hacía nada mal. La letra me recordaba las antiguas bandas rockeras, góticas y romanticamente oscuras del siglo XXI. Cuando acabó, le sonreí nuevamente y desvié la mirada al cielo, a las nubes que volvían a anunciar una inminente lluvia.

-En el año 1990 y hasta el 2010 tuve una banda. Cantaba y tocaba guitarra, aunque mi fuerte siempre ha sido el piano -relaté, suspirando pesadamente. Antes de que volviera a llover, saqué un nuevo cigarrillo y tras encenderlo, le di una larga calada-. Desde entonces no he vuelto a cantar.

-No son tan peligrosos -Hizo un gesto con la mano restándole importancia a los licántropos,  por alguna razón el realmente no les temía, ni si quiera se le fue inculcado un miedo hacia ellos, pero si se le había alertado de mantener cierta distancia, era de los pocos seres que le daban pena matar, ya que su destino era incluso mas cruel que el de ningún otro, perdían totalmente el control sobre ellos.

-¿por que no? – cuestiono haciendo una mueca, una banda, quien lo diría, era algo maravilloso, pero todo lo bueno llegaba a su fin.


-Muéstrame – curioso no apartaba la vista del mayor, dudaba que tuviese el mismo talento –inexistente- de su padre, no podían existir dos vampiros tan “salados”.


-Mi padre se hubiera fascinado contigo, yo nunca tuve tanta paciencia como el para la música -

La costumbre lo había guiado nuevamente a intentar  hurtar  el cigarrillo, pero se detuvo en seco, auto regañándose, y tirándose nuevamente al suelo, esperando ver el humo del cigarrillo para capturarlo con su boca para luego volver a dejarlo salir e intentar formar figuras con el.

-En crynos lo son. Nunca está de más tener cuidado -señalé, frunciendo el ceño ligeramente. Por un momento, un pensamiento fugaz había cruzado mi mente, y es que casi se me hacía que actuaba como un mentor frente al muchacho a mi lado. Curioso que al único vampiro que alguna vez creara, no hubiera podido enseñarle nada.. Y ahora me odiaba.

-La guerra. Prefería proteger a los míos a estar cantando, y luego simplemente perdí la inspiración -comenté dejando salir el humo, notando cómo estiraba su mano para volver a robarlo, ante lo cual, simplemente aparté la mano que sostenía el cigarrillo lejos de él-. Puedes pedirlos, ¿sabes? No es tan difícil -medio gruñí, tendiéndole mi cajetilla.

-Todos tienen talentos diferentes. Tal vez la música no sea lo tuyo -comenté; ya había notado lo mucho que admiraba a su padre, el cómo hablaba de él. ¿Cuánto tiempo llevaría este vampiro vagando solo? ¿Cuánto más sobreviviría de seguir así?

Sin pretenderlo realmente, me había quedado viéndole fijamente, pensando en demasiadas cosas a la vez. Apenas me percaté de ello, desvié la mirada y volví a dar una larga calada a mi cigarrillo, ya recordaba por qué los últimos años me había vuelto tan arisco. El hecho de conocer gente, de encariñarse tal vez con algunos y luego ver cómo morían, cómo se unían a bandos y cómo algunos terminaban por desaparecer.

-Que te muestre.. ¿qué? ¿El cómo canto? ¿O la ciudad? -Pregunté ligeramente distraído, dejando salir el humo en un pesado suspiro y poniéndome de pie, era momento de seguir caminando pues la lluvia volvía a caer. Además, podía sentir cómo un lobo nos acechaba desde lejos, seguramente porque estábamos en su territorio.

Sonrió a modo de agradecimiento, notando solo un error en el plan, ¿Cómo pretendía prender el cigarrillo?, mirarlo fijamente no era una opción o al menos no aun, aunque lo intento.


Misión abortada.


El cigarrillo no se prendería solo con verlo,  suspiro alzando la mirada solo para notar que le veían, se quedo serio devolviendo la mirada, extrañado, desde que se había topado con el era la primera vez que se quedaba en blanco y sus pensamientos se quedaban tranquilos, notando mas la textura de su piel y su expresión.


-Ambos – murmuro ahora  viéndolo  fijamente con rostro serio, notando que aquel vampiro parecía querer mantenerse siempre en movimiento, tal vez mas impaciente que el mismo, por unos momentos incluso le hizo pensar que pretendía huir de algo,  podría ser que  su presencia le incomodaba, hacia años que no mantenía una conversación con otro ser, pensando en la posibilidad de comenzar a ser una pequeña sanguijuela que no paraba de joder.


Se encogió en el suelo, pegando una de sus rodillas contra su pecho apoyándose sobre esta, sin tener las intenciones de levantarse de ahí, jugueteando entre sus dedos con el cigarrillo que le habían regalado, totalmente distraído, ni siquiera notaba el peligro que les estaba rondando, realmente ignorándolo, pensando que se trataba del otro vampiro, grave error.


De entre las ruinas apareció un lobo, jadeante, con los filosos colmillos expuestos, escurriendo baba, con el cuerpo totalmente erizado, listo para saltar sobre el y matarlo, sabia que los lobos no siempre andaban solos, algunos permanecían en grandes manadas, lo sabia por que los había visto antes, le parecían criaturas fascinantes y desdichadas, si alguien podía llegar a comprender la bestialidad de no ser humano, podían ser ellos, o al menos eso era lo que pensaba el joven vampiro.


Leigh imito la posición que había adoptado el canino, bajando la cabeza y mostrando los dientes, gruñéndole, le divertía ver como estos respondían lanzando mordidas al aire.

Y finalmente el lobo decidió mostrarse, enseñando furioso sus colmillos y gruñendo con gesto amenazante. Sonreí de lado divertido ante la reacción del vampiro más joven y la del mismo lobo-. Y qué, ¿también tú vienes a escucharme cantar? Ni que fuera tan bueno -comenté, acercándome a Leigh y colocándome a su lado, casi tapándolo del furioso animal que casi, entre tanto salvajismo, podía adivinar, le miraba con hambre.

Ante mi gesto y postura imponente, el licántropo saltó hacia nosotros decidido a atacar, sin embargo, de un solo golpe en el pecho lo aventé lejos, cayendo sobre unas ruinas y terminando de destruír la casa que alguna vez habían sido-. ¿Alguna vez has luchado con un licántropo, Leigh? -Pregunté mirando al chico y volviendo a darle una calada a mi cigarrillo, notando que no había encendido el suyo...

Cierto, los jóvenes no podían hacerlo. Encendí su cigarrillo con una orden mental, sin dejar nunca de vigilar con el resto de mis sentidos los movimientos de nuestro atacante, el cual ya recuperaba, volvía a saltar hacia nosotros-. Si quieres, todo tuyo, procura que no te muerda... -advertí, al licántropo, con una sonrisa burlona.

Un lobo, fuego, y mas escombros, ese era el resumen de lo que acaba de suceder, ¿Qué si había luchado contra un licántropo?, le devolvió una mirada llena de miedo, miedo de verdad, ¿Quién debía morder a quien? Si hubiera tenido unos segundos mas para digerir lo que estaba sucediendo se  estaría arrancando los cabellos.

1..2..3…El lobo estaba de nuevo en batalla, a unos centímetros de el, le vio de frente atinando a moverse para esquivar las garras y fauces que no dudarían en penetrar la piel de un joven vampiro, el lobo algo atontado por el golpe proporcionado por el vampiro de mas edad derrapo en el pavimento gruñendo sin perder el tiempo afianzando sus garras para volverse a tirar sobre el.
Coloco el cigarrillo en sus labios, con un poco mas de confianza, mientras que una de sus manos se dirigían a una de sus armas de fuego, cada una contenía diferentes tipos de balas  y venenos, diseñados especialmente para matar a dos razas en especifico, licántropos y vampiros, apenas roso con sus dedos la fina madera tallada, antes de tener que esquivar nuevamente al lobo, esta vez con mas gracilidad que la anterior, la situación comenzaba a parecerle divertida, para el esos movimientos no eran mas que un baile, uno que necesitaba de gran coordinación.

-Vez el también tiene curiosidad – señalo sonriente al lobo tendido en el suelo preparándose para volver a atacar, esta vez Leigh permaneció inmóvil, listo para recibir a la bola de pelos con mal humor, sosteniéndole de las patas delanteras, dando una vuelta como si de una bella dama se tratara antes de volverle a soltar dándole un ligero empujón hacia atrás, cada acción encolerizaba aun mas a la bestia, que gruñía y se movía de manera mas desesperada y violenta, Leigh solo se dedicaba a esquivarle y a tocar su pelaje cada que lograba hacerlo, había convertido el ataque de un lobo en una diversión insana, no solo arriesgándose a tocarle si no que formaba círculos de humo en el aire, por donde tendría que pasar la bestia, tras unos minutos el lobo se había fatigado, y dando por terminada su sesión de recreación suicida, planto un severo golpe en el cuello del lobo haciéndole perder el conocimiento.

-No son tan peligrosos – murmuro acariciando el pelaje del lobo, e incluso aventurándose a abrazar su enorme cabeza, nunca pensó que estaría tan cerca de un ser así, pero habia tenido su costo, tenia buena parte de la ropa rasgada y severos arañazos en la piel - Incluso ahora parece una criatura mas bella ¿no lo crees? - pregunto sin dejar de ver los detalles de la cabeza del lobo, sus orejas, la dirección de su pelaje, todo.

Me hice a un lado cuando el lobo, aturdido por el golpe, volvió a atacar, y dejé que el chico se divirtiera un poco, que se defendiera por su cuenta. Después de todo, había sobrevivido hasta ahora, ¿no? Me aparté hasta una pared y me recargué en la misma, fumando tranquilamente y observando divertido a esos dos seres luchar. Por los movimientos y la fuerza del lobo, fue sencillo adivinar que apenas era un cachorro inexperto, lo cual significaba que cerca debería de andar su manada o su alfa, pero no podía sentirle de momento.

En cuanto Leigh dejó de jugar y terminó de agotar al cachorro licántropo, tiré al suelo la colilla del cigarrillo y me acerqué a donde yacía la bestia inconsciente, observando cómo el chico husmeaba la anatomía de la cabeza del animal-. Por supuesto, los cachorros como éste no son nada peligrosos. Te las apañas bien -comenté, notando el estado de sus ropas y los arañazos en su piel.

-Más que bello, diría majestuoso. Incluso así -sonreí de lado, pues hacía unos cuantos meses solamente que había dejado de ver a los licántropos como meros animales salvajes, gracias a, precisamente, un lobo bastante malhumorado. Tal vez podría darle una visita, pues Cerberus no vivía demasiado lejos de estas ruinas...

¡Cuidado! Me distraje sólo por un instante, lo admito: Más que suficiente para que el alfa del cachorro apareciese demasiado cerca. Un lobo marrón de enorme tamaño, furioso y esta vez, bastante peligroso. Fue en una fracción de segundo, que la criatura saltó directo sobre Leigh al mismo tiempo que yo me ponía al medio. Sus garras se clavaron en mi antebrazo, el cual había colocado para proteger mi rostro, pero sus dientes alcanzaron a rozar mi piel haciéndome sangrar rápidamente.

¿Que por qué me había puesto al medio? Casi fue una reacción instintiva. Leigh no tenía ninguna posibilidad contra aquella criatura. Y no es que quisiera protegerle por una razón especial, simplemente, no podía evitar cuidar de los seres más débiles... no al menos cuando me agradaban. Bufé amenazadoramente al licántropo enseñándole los colmillos y con una orden mental, quemé su hocico logrando que me soltara. De un fuerte golpe le aparté lejos de nosotros, pero pude sentir de inmediato cómo comenzaba a intoxicarme al contacto de su saliva en mi sangre-. Leigh, ¡aléjate! -Exclamé cayendo de rodillas al suelo, con la vista borrosa.

Asintió con la cabeza, esos seres eran simplemente especiales, incluso le paso por la cabeza el mantener a el cachorro como una mascota, o algo similar, su curiosidad le había dejado notar que el lobo tenia un par de cicatrices en el hocico y parte de la cabeza, zonas donde el pelaje era inexistente, que su nariz era fría y húmeda, se preguntaba que clase de “humano” era, siendo un lobo solo pensaba en sobrevivir, pero siendo humano ¿que pensaría?, ¿tendría una familia?, ¿estaría solo?, ¿alguien lo extrañaría si desapareciera?, ¿Cómo había sobrevivido a la guerra?, y solo se sumaban una lista interminable de preguntas, seguro esas cicatrices tenían una interesante historia que probablemente no recordaba el lobo, o ¿loba?, tanta curiosidad le había privado del mundo, y solo fue cuando el olor a sangre le devolvió a la realidad.


Frente a el estaba Alexandre, y de su brazo colgaba un lobo mucho mas grande, atontado aun mantenía la cabeza del cachorro entre sus brazos aprisionándola contra su pecho dada la impresión, era la primera vez que se encontraba tan cerca de los lobos, de lejos no parecían tan peligrosos, pero teniéndolos a solo unos metros la historia cambiaba, por instinto llevo su mano hacia una de sus armas, levantándose de pronto y apuntando con ella en dirección al lobo de gran tamaño con el hocico negro y el olor a pelaje chamuscado en el aire,  bajo la mirada examinando el daño en el otro vampiro, sangraba y permanecía de rodillas, se estremeció levemente, y al volver la mirada el lobo se preparaba para volver al ataque.


-No esta vez – respondió cubriendo esta vez el, a Alexandre, su habilidad cuerpo a cuerpo era nula, pero poseía grandes reflejos con las armas de fuego, muchas veces inútiles contra los vampiros, pero bastante efectivas con los licántropos, el lobo se abalanzó sobre el y Leigh disparo hacia su cabeza, la bala atravesó el cráneo y destruyo buena parte de la cabeza del lobo, un tiro limpio y perfecto, que a su vez había esparcido pedazos de cerebro, sangre y trocitos diminutos de cráneo hacia todos lados.


-y ahí va otra parte de mi…- murmuro con remordimiento bajando el arma, se daba asco, si hubiese estado completamente solo, probablemente hubiese optado por otra solución, una de ellas era simplemente dejarse matar, morir a manos de un lobo no era tan mal trato.


A sus espaldas escucho un par de gruñidos mas – genial…la manada entera- pensó notando a un par de lobos un pelo mas pequeños que el que acababa de matar, suspiro hastiado al notar que ambos se le lanzaban encima, uno se dirigía directamente a su yugular mientras que el otro parecía querer arrancarle los brazos, 2 disparos mas, y habría terminado con una manada entera,  pero su reacción fue lenta en comparación con el par de lobos, había logrado matar a uno, y esquivar al otro con dificultad, por suerte los colmillos del lobo solo habían logrado dañar su hombro, el dolor era inimaginable, era la primera vez que sentía algo así, de paso el lobo había logrado tumbarle, perdiendo el arma de sus manos, esta había caído lejos y no la alcanzaría a tiempo para cuando el lobo volviera a atacarle, lejos de entrar en pánico, intento reincorporarse mientras obtenía la daga que mantenía siempre atada a su pierna, logro tomarla antes de que el lobo se le tirase encima y lo estrellara contra el suelo, con sus patas delanteras ejerciendo todo su peso sobre el pecho de Leigh, se vio reflejado en los ojos del lobo, ¿así lo percibía el mundo?, una bestia mas, chasqueo la lengua antes de patear al lobo con sus piernas, no logrando alejarlo demasiado de el, pero si lo suficiente para lanzarle la navaja directo a la cabeza, el lobo se tiro en el suelo gimiendo, no le había matado, pero aparentemente había perdido la capacidad de movimiento, se quedo tirado en el suelo cubriéndose el rostro con las manos, temblando, imaginando que pasaría con el joven lobezno, recobraría el conocimiento solo para ver a su manada muerta, ahogo un grito lleno de desesperación, podía matar y actuar de manera fría, pero siempre se arrepentía.

Tenía la vista borrosa a causa del veneno, pero aún así, luchando para no entrar en shock, podía sentir los otros licántropos a nuestro alrededor y a Leigh, cómo no, debía de suponerlo... sin obedecer ni un ápice y quedándose a pelear. Cerré los ojos concentrándome en luchar contra el veneno, ya una vez me había intoxicado con sangre lycana aunque en circunstancias muy diferentes, y sentía que podía resistirlo relativamente bien... Al menos sin morir. Mentado licántropo puro...

Pude sentir, entre el dolor, cómo el vampiro menor se las apañaba bien con lo que parecía ser un arma de fuego. Y también, pude sentir cómo otro lobo emergía prácticamente frente a mí. Con movimientos entorpecidos pero decididos, saqué mi daga de plata del bolsillo de mi chaqueta y me medio levanté bufando al lobo, no pensaba morir de aquella forma tan poco elegante. Al menos algo de dignidad me quedaba para poder escoger mi propia muerte.

El animal saltó sobre mí, confiado en el veneno en mis venas pero ignorante de mi edad y poder. Aún con la vista borrosa e incapaz de respirar -aunque no necesitase de esta acción para sobrevivir-, valiéndome del resto de mis sentidos y de mi instinto, conseguí herir al otro de gravedad con el filo de mi arma, sacándolo de batalla.

Volví a caer de rodillas al suelo, rastreando la zona con mi mente y suspirando con cierto alivio al descubrir que ya el peligro había pasado-. ¿Estás bien? -Pregunté con voz ahogada al vampiro menor, tendido en el suelo a mi lado. Sinceramente, estaba seguro de que esta vez nos habíamos librado de una muerte segura gracias a un golpe de suerte que difícilmente se volvería a repetir-. No estás envenenado, ¿cierto?

Se hizo un ovillo en el suelo, y al moverse apenas un poco el dolor recorrió su cuerpo, un dolor completamente nuevo, no encontraba palabras para describirlo, y opto por no mover nuevamente su brazo… ni ninguna de sus extremidades,  quedo tendido en el suelo apretando los dientes, sobresaltándose ante la pregunta.

-¿Que? – pregunto asustado, ¿que clase de veneno?,  el solo conocía uno, y estaba seguro de que nadie le había inyectado nada, aguantándose el dolor se incorporo en el suelo, pero apenas logro mantenerse unos segundos, solo para terminar usando de respaldo a uno de los lobos muertos.

-Con su pelaje se podrían hacer unos bonitos muebles – bromeo amargamente echando la cabeza hacia atrás, y llevando una de sus manos a donde el lobo le había alcanzado a morder, la herida constaba de dos largos cortes, no eran tan profundos pero definían con facilidad una larga línea.

-Solo es  esto, no es nada – murmuro haciendo muecas al cielo después ladeo la cabeza para observar a su mayor, o al menos intentarlo, el pelo le terminaba por cubrir buena parte del rostro,  tal vez lo único que indicaba que le estaba viendo eran sus ojos, reflejando la poca luz que había - ¿y tu? ¿estas bien? – “¿al menos valió la pena que murieran?” completo la frase en su cabeza, bajando la mirada para evitar ver la bonita carnicería que tenían alrededor de ellos.

Sonreí levemente ante aquel amargo chiste, aunque poco duró mi sonrisa, el dolor era lacerante aunque mi cuerpo y esencia vampírica luchaba para sobreponerse al veneno del licántropo. "Sólo es esto, no es nada", dijo y usé toda mi fuerza de voluntad para apartarme parte del flequillo y mirarle, descubriendo que no estaba en mejor estado que yo y viendo, apenas, la herida de su hombro. Mi vista se recuperaba por momentos-. Eso se ve grave, niño... procura no morir, ¿vale...? -tras un amago de sonrisa, intenté incorporarme sin mucho éxito.

-Digamos que sobreviviré, no es primera vez que me intoxico -comenté, jadeando ligeramente. Tras escuchar aquella pregunta, me acerqué a él quedando sentado a su lado, respirando con dificultad aunque ya sentía cómo comenzaba, lentamente, a recuperarme. Por suerte sólo había sido un roce de los colmillos del lobo, pues de haber sido una mordida, seguramente hubiera entrado en shock y hubiera muerto en unas cuantas horas.

-Mientras sigas vivo, vale la pena, muchacho -comenté luego de unos momentos, mirándole-. Déjame ver bien tu herida, ¿te rozó con los dientes? -Con un gran esfuerzo moví mi brazo bueno y le revisé el hombro, haciendo una breve mueca, pues no se veía muy bien-. ¿Duele mucho?