Under the Rain - Privado

Sus manos le recorrían con ese tacto que le volvía loco, siguiendo el ritmo que le marcaba, jadeando y gimiendo, sintiéndole tan dentro de él, sin poder dejar de apoyarse y enterrar sus uñas en su pecho,  cerrando sus ojos, respirando con dificultad, con sus labios entreabiertos, y su pelo cubriéndole el rostro, sin notar cuando las velas volvieron a encenderse, mientras le tomaban por el cabello, gimiendo cuando le sentía moverse bajo de él, envolviendo sus piernas en torno a su cintura y sus brazos alrededor de su cuello, pegándose a su cuerpo, notando como su miembro quedaba atrapado entre ellos, golpeando el abdomen de ambos, al besarle parecía perderse por completo, disfrutando el sabor de la sangre, mordiendo los labios de su mayor, rasgando la piel, sintiendo su pecho subir y bajar, y su cuerpo ser recorrido por espasmos de placer, gritando el nombre de su amante, a la par que terminaba por correrse manchando tanto su abdomen ,como el de Alex, jadeando se recargo contra su pecho, totalmente agotado.

Sentí su interior contraerse de forma placentera, ahogándome, dejando que destrozara mis labios mientras yo hacía exactamente lo mismo con su lengua. El sabor de su sangre era deliciosa, casi una necesidad, más espesa que la sangre humana y con aquel tinte oscuro de la sangre inmortal. No dejé de besarle mientras él llegaba a su orgasmo explotando, manchando nuestros vientres con su simiente, cosa que poco y nada me importaba; yo, por mi parte, seguía moviéndome, haciendo estremecer su cuerpo con cada estocada, alargando su orgasmo lo máximo posible.

Cuando finalmente dejé libre su boca le observé arrobado, su rostro contraído por el placer, los cabellos húmedos y algunos mechones que se le pegaban a la frente y cubrían sus ojos, sus labios entreabiertos, sangrantes e hinchados por los salvajes besos. No pude evitarlo, era tan jodidamente sensual y provocador, y ahora, yo le había desvirgado, era totalmente mío. Nos tendí nuevamente sobre la cama y rodamos hasta que estuve de nuevo sobre él, sin dejar de moverme frenéticamente en su interior, llevando mi mano a su miembro buscando nuevamente despertarle, quería volver a oír mi nombre de sus labios, que gritara de placer, que se retorciera bajo mi cuerpo. 

Levanté una de sus piernas dejándola sobre mi hombro y pasé mi brazo bajo la otra, irguiéndome para verle mejor, totalmente expuesto y abierto a mí, deteniéndome un momento sólo para deleitarme en la belleza de su cuerpo.

Abrió sus ojos viéndose desnudo al igual que a su mayor, notando apenas que una luz tenue volvía a alumbrar la oscura habitación, dándole un toque romántico,  cuestionándose el por qué volvía a estar la habitación iluminada, cuando se suponía que debían dormir, se relamió los labios, soltando suaves suspiros cuando se encontro de nuevo contra la cama, abriendo los ojos de par en par, gimiendo cuando su mayor continuaba haciéndolo suyo, moviéndose de manera más violenta, volviendo a masturbarle, soltando ligeros gemidos,  mientras su cuerpo volvía a responder a los estímulos, cubriéndose el rostro esta vez, apenado por que ahora podía verle, dejando que se acomodase entre sus piernas, separando sus dedos para ver por entre ellos, sintiéndole esta vez llegar más profundo en su interior, ahogando un gemido contra sus manos.

Noto como se había detenido, quitándose las manos del rostro, viéndole, cuestionando el por qué había detenido de manera tan repentina,  sus ojos poseían un color único, y sentía como le recorría con la mirada, pareciéndole que quería recordar cada detalle, su piel envuelta en una capa fina de sudor y sangre, su pelo negro y largo ligeramente enmarañado,  extendido sobre la cama, con algunos mechones pasando por sobre su rostro, sus labios que se mantenían entreabiertos jadeando, destrozados y coloreados por el maltrato y la sangre, y sus ojos expectantes, de un hermoso color verde, como los de su madre, que miraban a su mayor con timidez, pero que al mismo tiempo parecían reprocharle.

-Alex…- movió apenas sus labios en un susurro mirándole, sintiéndose tan pequeño y viéndole a él, tan imponente y experto, recorrió su cuerpo con la mirada, sonriéndose, al notarlo a él también bañado en sudor y sangre, tal vez propia, de el o de ambos, realmente no le importaba,-Alex…-volvió a susurrar su nombre como de quien escucha en sueños una voz suave que busca despertarle, extendió sus manos hacia su rostro, sin poder alcanzarle, -Te amo – susurro mirándole.

Su voz resultaba encantadora, despertando en mí viejas emociones olvidadas, me recordaba a la voz de mi esposa cuando me despertaba por las mañanas, cuando aún era humano, recuerdos a los que me había aferrado por tanto tiempo, que no había olvidado. Extendió su mano y me incliné hacia él sintiendo su tacto sobre mis labios y mi nariz, dejando que me recorriera, aún masturbándole y con mi mano libre, acaricié su rostro, definiendo sus labios, el borde de sus ojos, tan perfecto, tan extrañamente irreal. 

No tenía forma de responder a su confesión, yo no le amaba y no iba a mentirle, así que solo me incliné volviendo a moverme lentamente en su interior, besándole, sujetando sus piernas dejándolas bien abiertas para mí. Mi ritmo fue rápido y certero, mi lengua acariciaba la suya y repasaba sus labios, notando cómo lentamente comenzaban a sanar, ayudando con mi sangre en su curación. Luego fui a su cuello y le mordí con hambre, succionando su sangre como si fuese mi presa, uno, dos tragos largos. 

-Me encantas, Leigh... di mi nombre otra vez, dulce cachorro mío... grita mi nombre -le pedí con voz ronca por la excitación, soltando una de sus piernas, inclinándome sobre su oreja, concentrándome, cantando unos versos para él, procurando no desafinar mientras seguía penetrándole, duro, profundo. A la noche siguiente ni siquiera podría pararse-. I love your skin, oh so white... I love your touch cold as ice...

Sus pequeñas y finas manos recorrían sus rostro, reconociéndolo con tacto suave, ahogando ligeros gemidos que le obligaban a cerrar nuevamente sus ojos, percatándose del los dedos sobre sus labios, que los delineaban, y luego sobre su rostro, le daba la impresión de que dudase  de que él estaba ahí, con él, suspirando cuando simplemente guardo silencio ante su confesión, notando como se acercaba hacia su rostro y volvía a moverse,  entrando y saliendo de él, sus labios se encontraron, y los degusto de nuevo, aunque la posición le resultase dificultosa para respirar, sumándole que comenzaba a moverse cada vez más rápido, gimiendo contra su boca, hasta que rompió el beso y se dirigió a su cuello, clavando sus afilados colmillos, haciéndole gritar de placer, temblando bajo su cuerpo, notando como se alimentaba, arañándole la espalda mientras que una manos jugaba con su cabello, apenas escuchándole cuando sus propios gemidos  no le dejaban escuchar nada más.

Su fino cuerpo se estremeció cuando le escucho cantarle, robándole unas cuantas lágrimas, que se confundían fácilmente con las que estaban ya secas en su rostro, haciendo un esfuerzo sobre humano por no gemir, incluso llevándose las manos a la boca, sellándola  queriendo escucharle, pero se encontraba tan perdido en el placer,  que sin poder contenerse, temblando y  jadeando bajo su cuerpo,  grito su nombre más de una vez, aun cuando su voz se quebraba pasando a ser solo un sonoro gemido, aun con sus ojos cerrados, podía  notar como su cuerpo se movía en perfecta sincronía con el suyo de manera rápida y violenta,  arrugando nuevamente las sabanas bajo el,  jadeando, su cuerpo se encontraba agotado, pero volvió a estremecer amenazando con correrse nuevamente, esta vez con más intensidad que la vez anterior.

Oh. Por. Los. Dioses. Mi nombre saliendo de sus labios, sus gemidos, sus gritos de placer, fueron suficientes para llevarme al final, más que sus uñas en mi espalda, o sus dedos sujetando mis cabellos, tironeándolos ligeramente. Me incliné sobre su pecho cerrando los ojos, sintiendo espasmos de placer aturdiéndome, no podía dejar de moverme sobre él mientras llenaba sus entrañas marcándolo con mi esencia, ahora era definitiva y totalmente mío, quien se acercara a él sentiría mi aroma marcándole.

Leigh también llegó a su orgasmo entre gritos de placer, yo había gruñido ronco dejando de cantar, gimiendo su nombre al final. Él había arrugado las sábanas con sus finos dedos, y yo había sujetado con fuerza sus caderas clavando en ellas mis garras, haciéndole sangrar, dejándole inmóvil bajo mi cuerpo en el momento en el cual golpeaba su próstata, haciéndole tocar el cielo, cegándonos a ambos con el dulce placer del orgasmo. 

A pesar de todo, de que acababa de conocerle, de que era un principiante, de que decía amarme... Había sido una de las mejores sesiones de sexo que había tenido en toda mi larga existencia, realmente nunca esperé terminar tan agotado después de acabar. Me dejé caer sobre su pecho jadeando en busca de aire, aunque mis pulmones no los necesitaran, la costumbre seguía allí. Pude sentir su aroma con mayor nitidez, sangre, sudor, y su propia simiente, de la cual aún estábamos empapados, considerando que se había corrido dos veces. Besé su pecho con la devoción de un amante enamorado y entregado, salí de su interior con un jadeo y me tumbé a su lado, viendo aún borroso por culpa del clímax, abrazando a Leigh y atrayéndole hacia mí, quería abrazarle, cubrirle con mi cuerpo, sentir que era totalmente mío. 

Esta vez no sentí el vació cruel y existencial al momento de terminar, el sexo de una noche era una práctica que ejercía a menudo pero esta vez había sido diferente. No me sentía solo, ni miserable, sino que pleno, incluso, me aventuraría a decir que era feliz. Besé la punta de la nariz del vampiro y cerré los ojos, ahora sí, el amanecer se cernía, y el cansancio era terrible. 

-Eso estuvo fantástico... Eres delicioso, cachorro... Eres mío, totalmente mío -dije en tono posesivo, eso era extraño, pues sólo era así con mis parejas y familiares, no con completos desconocidos que recogía para llevarlos al hospital. Aunque Leigh dijera amarme, tampoco era el primero que tras conocernos nos habíamos acostado y me habían declarado su amor. Con el vampiro a mi lado todo resultaba inexplicablemente diferente.

Al poco noto como su mayor se inclinaba sobre su pecho y  terminaba dentro de el, llenándole, sin dejar de penetrarle, gritando perdido en placer y dolor, pues le había clavado nuevamente las uñas en la cadera, sujetándole  para evitar que se alejase, llegando al clímax cerrando sus ojos volviendo a sentir su cuerpo estremecerse de manera violenta, estallando, dejándolo completamente exhausto, apenas siendo capaz de mantener el peso de sus piernas o sus brazos, abrazándole apenas contra su pecho cuando le sintió dejarse caer sobre el, tal vez incluso mas cansado que Leigh, ambos respiraban con dificultad, buscando con desesperación llenar sus pulmones de aire, el mas joven se sonrió  cuando le beso el pecho, de manera tan suave, casi pareciendo una broma por como había mordido su cuello y sus labios momentos antes,  dando un ultimo gemido cuando le sentía salir de su interior escapando de sus brazos, que sin mucha fuerza únicamente cayeron sobre su cuerpo, y recostarse a su lado de manera cansada, suspiro realmente esperando que tras su confesión Alex guardase un poco de distancia, sorprendiéndose cuando le abrazo y lo pego a su cuerpo de manera celosa y protectora, sonriéndole apenas cuando beso la punta de su nariz.

-Solo tuyo…- murmuro  notando bien un tono en su voz que le resultaba familiar, muy familiar, sonriéndose internamente ante su “logro”, su primera vez le había resultado maravillosamente agotadora, pese a que estaba seguro de que para su mayor no había sido ni de chiste la 3era vez que se acostaba con alguien,  le resto importancia, acurrucándose entre sus brazos con lo ultimo que le quedaba de energía, respirando ya un poco mas calmado, tal vez debido al cansancio, apenas notando conforme su cuerpo se iba relajando, su cuerpo punzaba de dolor,  pero el agotamiento le podía mas, bostezando y cerrando sus ojos, arrullándose con el recuerdo de su voz cantándole al oído, no la primera vez, si no, esta ultima, pues esa canción estaba dirigida a el, y no a otra persona como había sentido la primera vez al escucharle cantar, sin darse cuenta que de un momento a otro había comenzado a hacerlo en voz baja, con una voz suave y dulce, que poco a poco se fue apagando hasta sumirle en un sueño profundo.

Leigh se acomodó sobre mi pecho acurrucándose, durmiéndose casi de inmediato. Nos cubrí perezosamente a ambos con las sábanas y enredé mis dedos en sus cabellos, jugueteando con ellos, calmando ya mi respiración casi acompasándola a la suya tan calma y relajada. 

En aquellos momentos, escuchando su silencioso respirar llenando el vacío que había quedado tras nuestros gemidos y gritos, me sentí relajado, cansado y física y mentalmente agotado, pero valía la pena. Cerré los ojos apagando con mi mente la luz de las velas y apreté levemente al vampiro menor contra mí, notando que afuera ya había amanecido y que, como tenía por costumbre, había vuelto a madrugar. Con razón Leigh se había dormido tan rápido.

Imitando su gesto, me revolví un poco acomodándome mejor sobre la cama y bajo su cuerpo, dejé un beso en sus cabellos y su frente de forma protectora y cerré los ojos, dejándome vencer por el sueño, quedándome rápidamente dormido-. Je t'adore, mon coeur.. -susurré en su oído ronroneando la melodía de una de mis canciones, la misma que canté en su oído, antes de quedar profundamente dormido.