Under the Rain - Privado

-….- Quedo en silencio “mientras sigas vivo, vale la pena” “lo mismo creían ellos” pensó a modo de respuesta casi de manera automática, no se atrevía a levantar la mirada, - tal vez sea un bonito día para morir – comento dejando que le examinaran aplicando la ancestral técnica del “si no veo, no me duele” .


-no logro morderme pero al intentarlo ambos caímos y…digamos que me lo merezco – cerro los ojos volviendo a llevar su mano a la herida, lindo recordatorio de ese día, nunca lo olvidaría.

-descuida, es solo una pequeña herida, en todo caso…supongo que si sobrevives tu es mejor, me da la impresión de que eres de mas utilidad, que un joven vampiro estúpido– sonrió para si mismo temblando ligeramente, intentar lucir bien en ese estado no era algo sencillo, reprimía todo, su dolor, sus tormentos, solo con el afán de no preocupar a el recién conocido, poco a poco se dejo resbalar en el asfalto hasta terminar usando el lomo del animal como una especie de almohada enorme, no sabia que hacer, fingir estar bien no haría que lo estuviera, terminaba por morderse los labios intentado distraer el dolor hacia uno menos fuerte, pero no resultaba, de manera inconsciente busco establecer algún tipo de contacto con Alexandre,  visual o físico le daba lo mismo, solo quería sentir que alguien le apoyaba en esos momentos.


-Hey…al menos si muero me llevo un lindo recuerdo -  se acomodo el pelo a base de gemiditos de dolor solo para ver bien a su mayor.

"Bonito día para morir", aquel muchacho rebosaba optimismo pero no podía pedirle más, no en estos tiempos al menos. Le palmeé el hombro levemente, pensando que morir no era tan mala idea, pero tampoco se trataba de eso... Estaba atado a demasiadas responsabilidades y la depresión era bastante poco motivante para todo ello. 

-¿Sabes? Si tanto crees que tu existencia no sirve de nada y te mereces cada desgracia, en ese caso deberías suicidarte -comenté, cerrando los ojos y procurando relajar mis músculos, concentrándome en dilatar mis vasos sanguíneos, controlar mi cuerpo para expulsar el veneno. Pude sentir que se deslizaba por el piso y luego, su mirada sobre mi persona, así que pesadamente abrí un ojo y le busqué con la vista. Al menos, ya podía ver mejor aunque el dolor seguía aturdiéndome.

-Si tanto te pesa no ser de utilidad, deberías intentar superarte a ti mismo y no autocompadecerte. Puedes cuidar de alguien, salvar un animal... Cada buena acción que consideres correcta, vale la pena, y con ello, incluso la muerte de tus seres queridos o tus enemigos no será en vano -volví a cerrar los ojos suspirando, ya el dolor menguaba, el veneno desaparecía. Rápidamente, gracias a mi avanzada edad y poder, al menos que de algo sirviera, ¿no?

Mi brazo seguía sangrando, seguramente esa herida tardaría un par de días en sanar. Volví a mirar a Leigh y más bien, su hombro, calculando que por su escasa edad tendría que esperar un poco más para sanar-. Sabes que puedes seguir creando recuerdos agradables, ¿no? -indiqué con voz amable, ya viendo bien otra vez y recuperando la movilidad de mi cuerpo. Me incliné sobre el vampiro menor y, puestos que su camisa ya estaba hecha jirones, rompí la tela y le vendé el hombro de forma improvisada-.Así estará mejor.

Suspiro ante el consejo “suicídate”, ya lo había intentado varias veces, nada resultaba, y era porque aun tenía la intención de ver la guerra terminar.

-gracias-


Algo pasaba, se mareaba, le costaba enfocar la vista, el hombro le ardía, todo un proceso nuevo para él, cerró los ojos  y a tientas busco sujetar temblorosamente al otro  vampiro de la mano, no quería estar solo, y menos ahora.

-No me malinterpretes, solo que…me parece estúpido todo esto, me pagan lo suficiente para matar a alguien….terminamos matando para sobrevivir, pero todos queremos un alto a todo, pero vamos en contra de lo que queremos –sonrió ladino –así que..¿qué más da si muero hoy o mañana?, no es que sea pesimista ni que me la pasa auto lamentándome, solo que no creo que yo pueda marcar una diferencia hasta ahora, mi modo de vida no es el mejor, en todo caso si muero ahora podría al menos haberte salvado ¿no lo crees?... no podría cuidar de alguien más…apenas puedo cuidarme a mí mismo, suponer solo tener que cuidar a alguien más me…llena de miedo, supongo que eso fue lo que sintieron mis padres adoptivos, miedo, y odio, perdieron su libertad, se ataron a una responsabilidad, luego comenzaron a quererme y dieron todo porque yo siguiera con vida, incluso dejaron lo que amaban por darme una mejor vida, no pensaría nuevamente tirar todos esos esfuerzos a la basura – abrió los ojos solo para ver todo completamente borroso, intento moverse un poco, pero su brazo parecía completamente echo de cemento, o lava, dado por el ardor, quemaba, le recordaba a cuando había sido convertido en vampiro, su cuerpo dolía y sus venas se sentían como fuego.


-Nunca es tarde para cambiar…-rodo los ojos -¿debería llevar conmigo al lobo?  Ponerle un collar anti pulgas y una identificación ¿no? – Lo consideraba, ya que al menos un lobo era más resistente que una vida humana – o tal vez solo matarle, se podría unir a su familia, en algún tipo de cielo donde los lobos comen carne cruda y matan vampiros por diversión -

Escuchaba sus palabras en silencio, notando sus muecas de dolor a causa del veneno del licántropo. Luego dirigí mi vista al lobo menor, el cual aún respiraba pesadamente producto de la inconsciencia y cerré otra vez los ojos, ya sintiéndome mucho mejor, completamente limpio y libre de cualquier peligro de intoxicación.

-Comprendo cómo te sientes, y créeme que no eres el único -comenté sintiendo su mano buscar la mía. Sonreí para mí, abriendo los ojos y notando la forma en que temblaba y que sólo recalcaba el aspecto frágil que presentaba. Entre suspiros y tras poner los ojos en blanco, pasé con cuidado el brazo por sus hombros atrayéndole hacia mi pecho con gesto protector, no podía evitar verle como a un cachorro desvalido. Como a Adrián o Anssi, o con Luth o Alexei... 

-Tampoco se trata de decidir sobre los demás. En Los Ángeles existe un refugio para seres como tú y aquel lobo, pero es su propia decisión si desean ir allí o no -dije mirándole ya más serio-. Es una zona neutra, para todo aquel que esté en contra de la guerra. No necesitas matar por dinero ni vender tu alma al diablo, ¿sabes? Eres un vampiro. Somos capaces de muchas cosas, y aunque sólo eres un muchachito perdido y solo, puedes marcar la diferencia -guardé silencio por unos momentos y volví a observar al cachorro de lobo, no muy seguro de si querría viajar al refugio en el Hospital St. Albert.

-Si quieres, puedes venir conmigo. En cuanto al lobo, es su decisión y no podemos influir en ella -otro silencio, esta vez más breve-. Dudo que tus padres adoptivos hayan sentido odio y miedo al recibirte. Si fue su elección, seguramente deben de haber estado seguros de que te querían.

Solo atino a dejarse querer, sonriendo tímidamente, no era tan malo sentirse de vez en cuando protegido, poder bajar todas esas barreras y descansar por un momento, pese a que el veneno no se lo permitiese del todo.

Respiro honda y lentamente, escuchando de manera atenta todo, se estremeció por unos instantes, ¿dejar las ruinas? , ahora se presentaba como una posibilidad, nunca lo había echo aunque las ganas no le faltaban, pero no lo hacía, ya que eso era suponer dejar su hogar atrás, sus recuerdos, torció una mueca, aunque eso no suponía necesariamente que no podría volver de vez en cuando…zona neutra…refugio, ambas palabras le daban vueltas en la cabeza, podría ir, pero y si ¿sus problemas lo seguían hasta ahí?, sobre la marcha buscaría la solución, siempre solía hacerlo  así.


Después de unos instantes asintió con la cabeza ante la invitación, - iré- susurro ya un poco agobiado, sentirse protegido era agradable pero tan anti-natural para él, apoyándose en el pecho del otro un poco tembloroso buscando quedarse sentado por unos segundos en el asfalto, seguía si ver absolutamente nada,  palpo la herida que parecía no querer curar, gruño por lo bajo, jugar con fuego no era tan buena idea, solo para segundos más tarde soltar una carcajada y luego volver a estremecerse ante el dolor – créeme, se de lo que hablo – volvió la mirada, hacia donde estaba casi seguro que se encontraba aun el vampiro – lo eh visto más de una vez – sonrió volviendo su mirada hacia el frente, prefiriendo mejor cerrar los ojos, no poder ver claramente le molestaba, así que mejor seguiría a tientas, palpando el suelo, buscando sus armas, sin ellas se sentía realmente desprotegido, ya de por si su complexión parecía recalcarlo más de una vez como para dejar que eso se volviera realidad, literalmente se arrastraba de poco en poco, haciendo muecas de dolor.

-Vamos, cachorro, anímate -comenté viéndole arrastrarse hacia sus armas, sonriendo de lado un tanto divertido por su testarudez. Debería de quedarse quieto y concentrarse en expulsar el veneno, pero en cambio... puse los ojos en blanco levantándome pesadamente, sintiéndome aún débil. Tendría que cazar, no me quedaba otra opción, aunque, ¿no había estado pensando, horas atrás, en acabar con mi existencia? ¿Qué era lo que había cambiado hasta ahora?

Claro, yo asumiendo responsabilidades que no me comprendían. Debía llevar a ese cachorro de vampiro al Hospital. Era un vampiro fuerte y joven, seguro que algún bien podría hacer. Tal vez, ayudar a que los vampiros nos repusiéramos como especie e hiciéramos lo mismo con los pocos humanos que quedaban.

-Supongo que no puedes moverte ni ver demasiado -comenté, acercándome y tomándole en brazos, cargándole-. Tendremos que beber algo de sangre para reponernos, por suerte conozco un buen lugar no muy lejos de aquí. Tú sigue hablando, me aburro con facilidad -añadí sonriendo de lado, suponiendo que al chico no le haría demasiada gracia el que lo cargara, por el contrario, debería dolerle bastante.

-Estoy animado – murmuro con desgane palpando el suelo, sin mucho éxito, no lograba recuperar nada y se comenzaba a exasperar, -creo que…eso es algo obvio ¿no?-respondió no esperando lo siguiente,  le alzaban del suelo cual muñeco echo de trapo, echo que le sorprendió pensaba que ambos estaban en el mismo lamentable estado, tal parecía que su juventud no era suficiente para recuperarse tan rápido de un envenenamiento como ese.

El ver borroso no se iba a interponer para devolverle una mirada molesta,  misma que no pudo sostener mucho tiempo debido al dolor, gruño un par de veces removiéndose incomodo, no planteaba dejar sus cosas ahí, cualquiera podía llegar y tomarlas, mucho menos aceptaría dejar al lobezno atrás, el hecho de que le cargaran ya era molesto por sí solo, aunque debía de admitirlo, si venia de parte de Alexandre era totalmente distinto, solía tener una debilidad enorme, y esa era que se enamoraba de manera bastante absurda, un simple sonrisa le podía traer vuelto loco por meses, ni que decir tantos gestos amables en menos de una hora, cubrió su cara con la única mano que no le dolía horrores mover.

-…-silencio…-Quiero mis cosas…- murmuro sin dejar de cubrirse el rostro, totalmente apenado, -y…no lo podemos simplemente dejar ahí – volvió a murmurar refiriéndose al lobo, y sin más se escondió en el pecho de su mayor, no quería que le viera, ya era bastante malo el hecho de que posiblemente  hubiese notado todos sus pensamientos extraños.

-Claro, rebosas ánimo por todos tus poros -comenté con sarcasmo notando cómo se removía pese al dolor, preguntándome si sobreviviría. ¿Y si no lo hacía? ¿Si a medio camino moría en mis brazos? Frente a su expresión molesta, sólo me mordí el labio inferior. Y luego esos pensamientos... No era correcto que apenas conociéndome de hace algunas horas, pensara en mí de esa forma, y no me hacía sentir mejor si el chico terminaba por entrar en shock.

-¿Tus cosas? -Miré hacia las armas en el suelo y, aunque aún me sentía débil, seguía siendo un vampiro de más de 800 años. Con mi mente, levanté las cosas del muchacho y cuidadosamente las guardé en los bolsillos de mi pantalón, sintiéndome demasiado extraño al hacer eso: cosas que en mi estado natural era normal hacer, ahora, débil y entre comillas más "humano", se me hacía extraño, me daba una sensación de innaturalidad bastante molesta.

-Ya las tengo, y respecto al lobo... Cuando despierte, estate seguro de que nos rastreará -comenté mirándole, notando cómo ocultaba su rostro en mi pecho-. De todas formas hay que irnos de aquí, cazar algo y reponernos un poco. Si esperamos al lobo, tal vez la muerte nos alcance a los tres -añadí, hablando lentamente para que pudiera procesarlo bien. Aquel miedo seguía rondando mi mente, ¿si ambos morían y no podía ayudar a ninguno? Suspiré pesado, pensando. Tal vez algo de mi sangre pudiese ayudar a Leigh a expulsar el veneno, pues ya estaba limpio. Pero, ¿aceptaría el chico?

-gracias- no pensaba salir de su pequeño e improvisado escondite, incluso se intento esconder mejor, moviéndose suavemente, pero había notado algo que lo alarmo.

-¿la muerte? – repitió para si, casi incrédulo,  se asomo apenas entrecerrando los ojos, aunque aun borroso lograba distinguir algunas cosas,  si algo había aprendido al recoger miles de recuerdos en las ruinas era a reconocer un rostro lleno de preocupación y miedo, sonrió ladino ladeando la cabeza, pensando incluso en bromear con el tema, hacerse el muerto o algo por el estilo, pero seguramente si lo hacia esa persona le odiaría.

-No lo había notado…tu eres una fuente de alegría andante- bromeo tratando de restarle importancia al asunto, terco y aniñado, no siempre quería comprender la gravedad de las cosas, ese era Borya, el vampiro joven y obstinado, llevo uno de sus largiluchos dedos a donde su hombro, recogiendo un poco de sangre, solo para sonreír travieso y dibujar una cara sonriente en la mejilla de su mayor.


-Simplemente no te amargues la vida, o muerte…o lo que se suponga que sea esto, no es tu culpa –la juventud es hermosa y bastante tonta cuando una persona de mas de 100 años no quiere madurar, buscando ver todo como un juego macabro, -Haces de maravilla tu parte del trato, claro si existiera alguno -  no se complico nada y beso la mejilla donde momentos antes había dibujado una cara feliz, volviendo a su escondite, murmurando cosas sin sentido,  palabras sueltas que no guardaban relación con otras, hasta finalmente terminar cantando suavemente cuanta canción infantil recordaba.

Reí bajo a su comentario-. Te sorprendería la cantidad de veces que me han dicho eso -comenté, pensando sobretodo en Lutho y en cómo siempre recalcaba mi aparente falta de humor o excesiva seriedad. Estos jóvenes de hoy en día, demasiado despreocupados pese a haberla tenido tan difícil-. Y sé que no es mi culpa, pero ya accedí a llevarte conmigo, así que eres mi responsabilidad ahora.

Noté que dibujaba con sangre en mi mejilla y alcé una ceja mirándole, sorprendiéndome por aquel gesto y más aún, por el hecho de que besara mi mejilla. Era un chico extraño, tenía que decirlo, aunque sus actos sólo acentuaban el que lo viera sólo como a un cachorro carente de afecto. Mientras murmuraba cosas sin demasiado sentido, levanté la vista reconociendo la calle, ya no quedaba mucho para llegar a la zona habitada y al Vanity Death, en donde podríamos conseguir algo de sangre de buena calidad.

-¿Te gustaría que hubiera un trato, acaso? -Le pregunté suspirando, deteniéndome un momento para rastrear el área. Estábamos demasiado cerca de la zona habitada, por lo cual ya no sentía presencia de otros licántropos. Afinando al máximo mis sentidos, conseguí rastrear las ruinas de una casa lo suficientemente cerrada como para ofrecer un buen acilo momentáneo, y luego de asegurarme de que no se caería con ningún viento demasiado fuerte, me encaminé hacia allí.

Nada más entrar, dejé a Leigh en el suelo contra una pared, la más firme, y me senté a su lado con las piernas cruzadas-. Dime, cachorro, ¿has bebido sangre de vampiro antes?

Sonreía internamente al notar que no le alejaban pese a sus travesuras, -No, si hubiera alguna clase de trato todo lo que hicieras a partir de ahí…ya no tendría sentido, porque lo harías de manera obligada, es mejor así, sin tratos, acuerdos o promesas –

Respiro profundo y lento, nuevos olores llegaron al mientras le dejaban de nuevo en el suelo, curioso comenzó a palparlo con las manos buscando algo que le diera pistas o un nuevo recuerdo que atesorar, aunque la vista le comenzaba a volver lentamente le fastidiaba no ver todo con claridad, era más divertido y fácil para el jugar con sus manos y dejarse guiar por ellas y lo que escuchaba a su alrededor.

-solo una vez – la pregunta le parecía extraña, era obvio que había tenido que hacerlo al menos una vez, se tardó unos momentos en darse cuenta hacia donde quería llegar con eso.

Se quedó en silencio, uno bastante incomodo, -no lo hare – murmuro con cierta molestia en su voz, para él, desde la muerte de su padre se había vuelto muy valioso el hecho de que en algún momento formaron una sola persona por unos minutos, aun cuando para su padre fue algo de lo que se arrepintió, para él era algo muy significativo, el único lazo que quedaba entre ellos, y ese no se vería manchado por nada ni por nadie.


Toco su hombro, si, la herida seguía ahí, apenas se comenzaba a formar una capa muy fina de piel, misma que se destrozó al tocarla y ejercer una mínima presión, el dolor se había expandido poco a poco, y aun sin entender realmente lo que hacía cerro los ojos, se concentraba en entender lo que pasaba, no era solo una herida, era veneno, y ese veneno había terminado por romper el lazo con su padre, no quería eso, y de algún modo intentaba sacarlo de su cuerpo, un grito desgarrador salió de su garganta y llevo sus manos a su cabeza desesperado.

Ladeé el rostro ligeramente frente a su negativa, aunque suspiré brevemente ante su grito de dolor. El veneno ya empezaba a hacerle efecto, más lentamente que a mí tal vez porque lo suyo fue apenas un rasguño, pero no podía negar que la posibilidad de que entrara en shock y muriera no rondaba mi cabeza. Si le daba de mi sangre, sería mucho más probable que sobreviviera pues su cuerpo tendría la fuerza suficiente para luchar. Si no lo hacía...

Pensé en Anssi, en lo mucho que me odiaba. Había actuado contra su voluntad y le había convertido, ¿y todo para qué? Volvía a quedar solo, y no importaba lo que hiciera, mi desdichada criatura jamás me perdonaría. No estaba demasiado seguro de si podría pasar por algo así de nuevo, era víctima total de la indecisión. Mi sensibilidad frente al dolor ajeno era mi mayor debilidad, no soportaba ver a Leigh gritando por el dolor.

-Vamos chico, concéntrate en expulsar el veneno -le alenté tomando la mano de su brazo bueno, quitándola de su cabeza y apretándola ligeramente. Tal vez debería recordar mejor el hecho de que no podía salvarlos a todos, pero esos gritos, aunque por fuera no lo demostraba, me desgarraban el alma. Finalmente opté por morder mi dedo índice abriendo una herida que sangrara lo suficiente, para luego dejar unas cuantas gotas de sangre sobre sus labios abiertos por sus gritos-. Ten, aunque sea un poco...

Dio un último grito lleno de angustia y miedo, a la par que se sujetaba a aquella mano, finalmente su rostro se vio surcado en lágrimas de sangre, pensaba incluso que había perdido la capacidad del llanto, pero ahí se encontraban liberando su alma y cuerpo, el ardor comenzaba a retroceder volviendo al punto inicial donde de alguna manera parecía desaparecer.

Jadeo sollozando dejando que las lágrimas cayeran al suelo, se sentía cansado y dolido, tanto mental como físicamente, sus ánimos se habían caído directo al suelo, ni siquiera le apetecía hablar, seguía vivo pero ello le había costado ingerir un poco de la sangre de Alexandre, se arrastró sin levantar la cabeza invadiendo completamente el espacio de su mayor, se sentó sobre sus piernas y recargo su cabeza contra el pecho del otro vampiro de manera casi automática, cuando aún era humano solía hacer lo mismo con su padre,  solía tener pesadillas cada que dormía, su padre le abrazaba y cantaba hasta que se quedase dormido, el vampiro le servía de lecho y guardián, cerró los ojos aun sollozando, recordando cuantas veces había dormido en los brazos de su padre.


Buscaba consuelo, mostrándose tal vez lo más humano que había logrado ser desde la muerte de su padre, nadie había estado ahí para el en ese momento, todos los sentimientos guardados parecían salir en ese momento para atormentarlo, continuo llorando en silencio hasta perder el conocimiento, cualquiera que lo viera en esos momentos pensaría que había muerto, pero había algo que su cuerpo hacía de manera mecánica, su pecho subía y bajaba lentamente, era la única cosa que mostraba que aún seguía con vida.

Observé en silencio aquellas lágrimas de sangre y podía sentir su dolor de manera casi palpable. Cuando se sentó sobre mis piernas ocultándose nuevamente en mi pecho no se lo negué, en cambio, le abracé casi de manera protectora y acariciaba lentamente sus cabellos, hasta que el joven vampiro consiguió calmarse y caer profundamente dormido. Mientras veía cómo u pecho subía y bajaba con tranquilidad en aquel acto reflejo que la mayoría de los vampiros conservábamos, busqué apoyar la espalda contra la pared en una posición un poco más cómoda y ahí me quedé, cuidándole

Aquel chico, cada vez me parecía más frágil emocionalmente hablando, y no podía negar que me provocaba una enorme ternura aunque jamás lo admitiría. Cerré los ojos pensando en lo que me había llevado a compartir mi sangre; yo, un ser por naturaleza celoso y egoísta y que en veces acostumbraba a matar críos como él para alimentarme, ahora me veía prácticamente cautivado por la inocencia que podía percibir de su persona.

Casi, me parecía el reflejo de un ángel. Aún acariciando sus cabellos, enredando mis largos y delgados dedos entre sus negras hebras, me relajé lo suficiente para volver a sentir aquella sed molesta en mi garganta. Jadeé ligeramente, pensando en la mala idea que había sido no beber nada las últimas dos semanas y en lo poco oportuno del ataque de los lobos. Rastreé con mi mente en busca de alguna mente frágil que atraer, pero no encontraba nada de mi gusto, sólo algunos niños escasos y mujeres que ningún mal habían hecho a este mundo. Necesitaba una presa, u otro vampiro joven, algún neófito al cual beber su sangre.

Entonces miré a Leigh otra vez, arrepintiéndome de mi último pensamiento y dejando escapar un pesado suspiro frustrado, si hacía eso el muchacho no lo comprendería y tal vez se asustaría y huyera. Y aunque no sabía muy bien la razón, no quería que me viera como un monstruo, que acabara odiándome como la mayoría de mis conocidos acostumbraba a hacer últimamente. Esta vez, no quería equivocarme.

Los suaves acordes de una guitarra le daban los buenos días, frente a el un plato con pan tostado y un vaso de leche, bostezo estirando sus brazos propinándole un ligero golpe a aquella persona que le había servido de cama, bajo la mirada susurrando una disculpa y su mayor simplemente lo alzo y dejo a un lado, dándole una ligera palmadita en la cabeza animándolo a comer, el acto fue rápidamente reprendido por la voz de su padre, ahí iban de nuevo, siempre discutían, pero el comprendía que esa era su manera de demostrar que se querían, el pequeño se encogió de hombros mirando entretenido el panorama, sus padres adoptivos se trataban de manera despectiva, arrojándose objetos de tamaño considerable, buscando hostigar al otro y si era posible una lesión o herida,  termino su desayuno y corrió por la habitación evitando pisar las latas de cerveza que lo recubrían hasta llegar con el guitarrista, alzando sus brazos hacia el para que le cargara y mimara, nunca supo el nombre de la pareja de su padre, aunque podía notar en sus rasgos que se trataba de una persona especial, no creía que fuera humano, desaparecía incluso por largos lapsos y a su padre no parecía importarle, su relación con él fue buena, casi no se hablaban pero era claro que también le quería a su manera, le alentaba a hacer cuanta locura se le ocurriera y si algo salía mal le daba de palmaditas dejándole bien en claro que si se había lastimado era por ser descuidado y estúpido, el no solía abrasarle ni mimarlo como el guitarrista, pero comprendía que era por su bien, buscaba que se volviera fuerte e independiente.

Lentamente entreabrió los ojos adormilado aun acunado por la suave melodía de la guitarra que había escuchado en sueños, noto que alguien le abrazaba y jugaba con sus cabellos, su mente viajo rápidamente hacia su padre, y por unos instantes la felicidad le embriago, todo había sido una pesadilla más, pero cuando tuvo la intención moverse para abrazar a su padre por el cuello y contarle a detalle la pesadilla, al alzar la mirada volvió de golpe a la realidad. quedándose unos segundos totalmente quieto con los brazos extendidos en el aire, sonrió sin muchas ganas y abrazo a Alexandre como si de su padre se tratara, estaba echo un desastre y recordando las palabras de uno de sus padres adoptivos, comprendió rápidamente que se estaba volviendo una carga, y una muy pesada, rompió el abrazo y aun sentado entre las piernas del otro vampiro comenzó a limpiarse el rostro,  las lágrimas estaban secas, y le costaba borrarlas, restregando el dorso de su mano contra su mejilla, miraba a su mayor por el rabillo del ojo recordando el por qué le había cargado hasta ahí…por un poco de sangre…suspiro bajando la mirada recordando que ese día tenía que traficar un pequeño paquete de drogas, se sacudió el cabello alborotándolo , la hora de entrega había pasado, se mordió el labio inferior, seguramente eso le causaría problemas, aunque probablemente si encontraban a la manada de lobos muertos…con suerte lo darían por muerto a él también, en todo caso aquel paquete ya no lo entregaría, se encogió hasta alcanzar sus botas, sacando de los laterales un total de 4 cajas negras, con su interior acolchonado para evitar que su contenido se rompiera, cada una contenía un par de goteros llenos de sangre de damphir, los dejo regados por el suelo mirándolos sin mucho ánimo, no recibiría la paga por ellos, aunque admitía que la forma y adorno de los frascos le encantaba pese a que no tenía la mínima idea de los efectos de las drogas que traficaba.

Jadeaba de vez en cuando debido a la sed, pero sabía por experiencia que podía resistir al menos unos dos o tres días más en aquella condición antes de perder el control. Leigh parecía soñar y yo mantenía cerrada mi mente para darle algo de intimidad y mantenía los ojos cerrados; quien nos viera, pensaría que ambos estábamos profundamente dormidos salvo porque mis dedos seguían jugueteando en sus cabellos. De vez en cuando observaba el rostro del muchacho y me perdía observando la sangre seca en sus mejillas, sus facciones, calculando qué edad tendría cuando le convirtieron...

Fue entonces que despertó, pero su pensamiento fue claro y tan fuerte, que no me sorprendió la visible decepción en su rostro. Me dejé abrazar y a punto estuve de lamer sus mejillas cuando se apartó, limpiándose con sus manos. Yo sólo le miraba en silencio, aún alerta de algún síntoma de intoxicación en su cuerpo, pero ya estaba limpio, lo notaba en la soltura de sus movimientos y sus facciones.

Cuando sacó aquellas pequeñas cajas, alcé una ceja sorprendido, tal vez no la había olido al mezclarse su aroma con la sangre de lobo y la nuestra misma. Luego mi mirada fue hacia Leigh y de nuevo hacia aquellas cajas, y no pude evitar fruncir un poco los labios. Esas drogas, que a nosotros nada nos hacían, y que tanto enloquecían a los humanos. Nunca pude sentirme de acuerdo con ese tipo de tráfico, y aunque fuera de damphir, no podía imaginar los sufrimientos por los cuales esas criaturas habían pasado para drenarles. Igual que con los vampiros. Y de la misma forma, que por poco hicieron conmigo.

-No deberías llevar esa clase de cosas contigo -comenté, sintiendo aquel ligero escozor en mi garganta. Dejé de abrazar al chico e inspeccioné su herida, la cual ya se veía un poco mejor. Era, como una herida humana, y como tal, tardaría un par de días en sanar-. Dime, ¿tienes sed?

Un escalofrió le recorrió el cuerpo entero, esa mirada que iba y venia entre las cajas y él no era grata, presentía que sería reprendido y solo cerro con fuerza los ojos esperando una serie de gritos recalcando lo peligroso y estúpido que había sido.

-La paga es buena- murmuro en su defensa, pero termino con un mar de preguntas, la paga era buena sí, pero la paga era directamente proporcional al peligro que involucraba el trabajo por el cual se le pagaba, que para él era algo hasta estúpido, ya que solo llevaba las drogas de un lugar a otro, algo lejanos y llenos de peligros, pero nada que no se pudiese realizar en una noche o dos, pero si su padre lo hacía entonces estaba bien ¿no?, nunca le dijo lo contrario, y eso tal vez se debía a que nunca le había cuestionado sobre ello,  de echo su conocimiento sobre lo que traficaba era muy básico, frascos con sangre, y eso era todo lo que sabía, había largas fechas en las que no solicitaban sus servicios, mientras que en algunos casos podían saturarlo con cajas y cajas que tenía que cuidar y traficar, aunque gracias a ellos nunca pasaba hambre, el dinero para el no tenía mucho valor, aunque exigía grandes sumas únicamente por no perder la costumbre, pero para él era de mayor  valor un poco de alimento, un cuerpo tibio del cual alimentarse no venía mal aun si se este estaba lleno de pelo,  al inicio solía matar sin querer a sus presas, con el tiempo aprendió a medirse y a la larga les dejaba libres.

Suspiro recogiendo su cabellera hacia un lado para dejar a la vista su herida, y por primera vez la vio,  no la imaginaba tan mal, pero podría haber sido peor.

-Solo un poco – se sonrió tímido, un poco, era así como se sentía en ese  momento pero sabía que a la larga se volvería insoportable, aún era joven y su sed no era algo que dejar de lado sin preocupaciones.

Aún si la paga era buena, pensé, aquello no valía la pena, y mucho menos para alguien que había estado del otro lado. Sin embargo, no había rastro de maldad en los ojos de Leigh, y tras quedarme viéndolos fijamente unos momentos, pude saber que él era totalmente ignorante respecto a qué tipo de sangre transportaba, o de dónde se sacaba. No podía culparle, pero al menos podría enseñarle a alejarse de todo eso, si no quería que el chico terminara igual o peor que ganado.

-A donde iremos, no necesitarás trabajar en esta clase de cosas nunca más. Créeme, es mejor así, cachorro -murmuré, viendo otra vez los frascos con sangre. Aunque fuera de Damphir, serviría para quitar la sed brevemente, pero seguía siendo demasiado poca la cantidad que había. Volví a agudizar el oído buscando alguna presa pero seguía sin percibir humanos que cumplieran los requisitos, así que con un breve suspiro, tomé uno de los pequeños frasquitos y lo abrí sin problemas.

-Será mejor que lo bebas, te ayudará. Y no te preocupes por el dinero, tengo suficiente como para que no te hagan problemas por usar esta sangre -indiqué acercándole el frasco, al tiempo que pasaba mi mano libre por su cintura y lo atraía más hacia mi cuerpo. Si no quería beber, no dejaría que se apartara; aún era un vampiro joven que necesitaba sangre con mayor urgencia que yo.

Aun no lograba sostenerle la mirada sin dejar que su mente divagara, pero ya que mas daba, todo aquello no podía ocultarlo, “Cachorro” le parecía gracioso ese modo de referirse a el.

Entrecerró la mirada, -¿Y que se supone que hare todo el tiempo?- cuestiono ladeando la cabeza, no, realmente no se imaginaba que haría en lugar de eso, pero parecía que esa era una preocupación muy vaga en esos momentos.

-Estoy bien…-respondió negando con la cabeza y tratando de alejar el frasco con ambas manos, estremeciéndose esta vez por el contacto, abriendo de par en par los ojos.

-¿Qu..que haces? – pregunto con voz temblorosa, dejando entre ver un poco de miedo e incomodidad, trato de liberarse pero no tenia la fuerza necesaria para hacerlo, y el forcejeo solo lograba que el dolor volviera, únicamente había logrado que el pequeño frasco de cristal terminara derramando su contenido y el joven vampiro intentando liberarse.

-Podrás ayudar a otros a ser salvados -respondí a su pregunta aunque su actitud dejaba ver que realmente no esperaba una respuesta. Su mirada alerta me sobresaltó un poco, pues creía que ya había pasado el momento de sentir miedo; sin embargo, no aflojé mi agarre y le vi debatirse sin mucho éxito entre mis brazos, como un pequeño felino arisco y desconfiado. Y ante la comparación y el recuerdo, un regusto amargo subió por mi garganta.

-Quédate quieto, vamos -le pedí en un suave ronroneo, suavizando el tono de mi voz para no sonar demasiado demandante. El contenido del pequeño frasco acabó derramándose en el suelo pero no hice nada por evitarlo, viendo al más joven revolverse y debatiéndose-. Leigh... Tienes que alimentarte aunque sea un poco, o morirás por inanición. Y en verdad no deseo que mueras -indiqué sujetando fácilmente sus manos con una de las mías, la misma que rodeaba su cintura.

Con la otra, sujeté su barbilla sin ejercer demasiada presión y le hice verme, mirándole directo a los ojos con expresión cansada y la mirada nublada levemente por un velo de tristeza-. Confía en mí, permíteme cuidarte y llevarte conmigo -pedí acercando mi rostro al suyo, dejando, finalmente, un leve beso sobre su frente.

-¡No moriré!- chillo aun en su intento de liberarse, pero todo resultaba en vano, se sentía acorralado e intimidado, el tono de voz lejos de ayudar le hizo sentirse peor, derrotado bajo la mirada pero no duro mucho, el tacto era suave y de algún modo le tranquilizo, aunque no esperaba ver reflejadas tantas cosas en los ojos que le miraban, de un momento a otro se sentía apenado por su comportamiento.

No lo comprendía, pero al verle sintió la necesidad  de confiar, de permitirle todo, aun si terminaba mal, pensó que tal vez era lo mismo que había sentido su madre cuando conoció al guitarrista, que daría todo por esa persona, aun si el sentimiento no era el mismo, aun si la única persona lastimada fuera ella, buscaría ser su apoyo, robar unos cuantos momentos para atesorarlos incluso si era necesario servir como un sustituto, todo con tal de cambiar esa mirada.


Para Alexandre era tan fácil, sujetar y hacer lo que quisiera con él, su pequeña mente trabajaba más rápido de lo que a cualquiera le gustaría, asintió sin decir palabra alguna, con un notable cambio en la actitud, el miedo había desaparecido y se mostraba más dócil, jugueteando nerviosamente con sus manos volviendo a esconderse en su pecho, suspiro mirando de reojo una de las cajas sin mucho ánimo, no le entusiasmaba la idea de alimentarse con algo que traficaba, pero si eso lograba complacer a su mayor, entonces lo haría, torció una mueca  sumiendo su rostro más en su pecho,  buscando aplazar lo más que pudiera aquello, pero era difícil, el aire estaba impregnado con olor a sangre, abriendo el apetito del más joven.

Su creciente histeria me hizo sentir culpable, pensé que tal vez debería de elegir más cuidadosamente mis palabras para no asustarle pero el daño ya estaba hecho. Internamente agradecí cuando se calmó, aunque sorprendido, observé el cambio en su actitud, ahora dócil, y la forma en la cual me había mirado. Parecía estar dispuesto a acatar cualquier petición, a seguirme donde fuera. Parecía entregado.

Suspiré con alivio cuando asintió y volví a besar su frente con gesto protector. No sabía por qué, pero me creaba la necesidad de protegerle y cuidarle, casi como un vano intento de redención a todos mis pecados, como una disculpa a los dioses y espíritus existentes por el daño que había hecho a otros seres como él, frágiles, necesitados. Liberé sus manos y su barbilla dejando que se refugiase en mi pecho y le rodeé con ambos brazos, notando su cuerpo pequeño y frágil, sintiendo que podría romperle si apretaba más fuerte.

-Te desagrada, ¿no es así? -pregunté tras notar su mirada hacia la sangre, aunque podía percibir su hambre, así como la mía, el escozor en mi garganta era molesto y dolía, pero aún era soportable. El aroma de la sangre me llegaba como un latigazo, pero mantenía mi control-. Si lo deseas, puedes beber de mí -ofrecí acariciando sus cabellos, viendole a los ojos y dejando una caricia en su mejilla. Mi mirada bajó a delinear la forma de sus labios y pasé mis dedos sobre éstos, preguntándome a qué sabrían pero desechando aquellos pensamientos, pues no me parecía correcto aprovecharme de la confianza del más joven.

¿Cómo se había metido en esa situación? Lo ignoraba,  ese día debía ser como todos, un paseo bajo la luna, en la noche fría con las gotas de lluvia cayendo, creando una melodía que pocos sabían reconocer, pero había terminado ahí, con una herida y echo un ovillo en los brazos de alguien que había conocido recién.

Solamente emitió un ligero gruñido a modo de respuesta, claro que le desagradaba, tal vez antes no le hubiera tomado tanta importancia pero ahora solo sentía que había echo daño, mucho daño y no sabía si quiera a quien o el por qué, no quería volver a saber nada de esas drogas, ante la propuesta alzo la mirada, todos tenían una historia, un pasado, algo que atesoraban y algo de lo que se arrepentían,  y ahora quería saber todo eso del fantasma que tenía frente suyo, pero le parecía que eso no lo obtendría simplemente preguntándolo,  sonrió dejándose llenar de mimos,  no recordaba cuando fue la última vez que alguien se había detenido a juguetear con sus cabellos, o preocuparse por él, entreabrió los labios cuando los dedos pasaron sobre ellos solo para luego taparse el rostro con ambas manos rápidamente, evitando que le viera.

-¿qué pretendes? – cuestiono apenas en un susurro, apenado por incluso haber deseado que lo que tocase sus labios fueran los de su mayor,  descubrió su rostro únicamente con la intensión de alejarse, aunque  realmente no quería hacerlo, pese a eso se alejó, incorporándose apenas y manteniendo  un par de pasos de distancia, mantenía la mirada baja escondiendo su rostro entre sus cabellos, sin saber realmente como actuar, se sentía como un completo imbécil, se había quedado sin palabras, tal vez el que se alejara seria malinterpretado, pero estaba seguro que era mejor interpretado que el hecho de querer besar a una persona que acabas de conocer, estaba echo un mar de nervios, querer encajar con lo que debe ser y lo que no, realmente no era lo suyo.

Se dejó caer de rodillas hastiado por pensar si era correcto  o no, ¿qué más daba?, ¿a quién le importaría realmente?, “es su culpa”, se repetía para sí mentalmente a la par que gateaba hasta poder verle de frente, se acercó hasta casi rosar sus labios con los suyos, sin hacer nada, y simplemente se alejó sentándose frente a él, en el último segundo se había arrepentido, no quería volver a quedarse solo por un capricho, “es tu culpa que este enamorado de ti”  pensó mientras abría uno de los frascos, seguía sin gustarle la idea pero finalmente dejo caer una gota de sangre sobre su lengua, esta era diferente, el sabor no le resultaba conocido, pero tampoco le parecía tan diferente al de un humano o animal.

Ahogué un jadeo cuando entreabrió sus labios, retirando mi mano cuando murmuró aquella pregunta. ¿Qué pretendía? Me pregunté a mí mismo, viendole alejarse, cubrirse su rostro. Desvié mi mirada cuando se levantó y observé la sangre derramada, dejando a mi mente trabajar a toda velocidad, pensando en la forma en que me había sentido tras tocar los labios del muchacho. Pero sólo era un chico, un cachorro de vampiro al cual no quería dañar. No quería cometer los mismos errores del pasado, hacerle daño, destruir su alma.

-Lo siento si te molesté -me disculpé como simple contestación, sin mirarle, escuchando sus movimientos lentos y sólo girándome a verle cuando se acercó otra vez. Sus labios estaban a escasa distancia de los míos y podía sentir su respiración chocar contra la propia, pero no me moví ni un centímetro de mi lugar, observando sus ojos fijamente, atento a cualquier movimiento. Por un momento creí que me besaría y sólo aguardé a que él tomara la iniciativa, pues no quería obligarle a nada, ni molestarle, ni ofenderle. Quería, por una vez, hacer las cosas bien.

Entonces se alejó, y sentí la decepción como un bloque gélido en mi pecho. Volví a desviar la mirada y tomé uno de sus frascos, sin comentar nada, sólo abriéndolo notando cómo mis colmillos crecían debido a la sed, de forma peligrosa. Dejé caer las gotas de sangre híbrida sobre mi lengua cerrando los ojos, evitando pensar en la forma en que había sido extraída. Al menos, esa sangre nos mantendría firmes por algún tiempo, el necesario para recomponernos y encontrar una presa adecuada.

Cuando acabé de beber, cerré los ojos y me recargué totalmente contra la pared, escuchando la lluvia fuera, cayendo nuevamente. Entonces recordé la petición del vampiro menor y un breve atisbo de sonrisa, un tanto melancólica, se formó en mi rostro-. ¿Aún quieres oírme cantar? -Ofrecí, mirándole, tendiéndole mi mano para que se acercara-. Ahora puedo enseñarte ese don que te dije antes. Verías la ciudad de un modo diferente.

Sin prisas, trataba de encontrar algo divertido en el hecho de dejar caer gota a gota de sangre sobre su lengua, eran escasas las veces que pasaba hambre, por lo que podía darse el lujo de jugar con su comida, pero eso mismo le hacía temerse incluso a si mismo cuando la sed le invadía.

Jugueteo con el frasco en silencio, pensando en lo que casi había echo, dejando escapar algunas miradas curiosas, pero todo estaba envuelto por lo que para él era un incómodo y denso silencio, suspiro de manera pesada, el hecho de que Alexandre no hubiera reaccionado ni dicho nada al respecto le hacía solo pensar que se había equivocado, que tal vez se había pasado de la raya, sonrió para sí mismo al recordar la diferencia de edad que calculaba entre ambos, y con ello toda la situación se volvía casi cómica y agradecía de algún modo no ser una fogata andante, sin evitarlo una risa traviesa escapo de sus labios, al imaginar que tal vez le había asustado que se acercara tanto, pero al recordar la mirada que le había devuelto… Parecía más curiosa por ver qué pasaba que molesta.

Aun con el frasquito vacío en manos alzo la mirada llena de entusiasmo y curiosidad, olvidando por completo que segundos antes pensaba que era mejor mantener una distancia considerable para evitar volverse una compañía indeseable, gateo volviendo a su ya proclamado escondite.

-Canta para mi…- murmuro deseando escucharle, sin poder ocultar la emoción en su voz, -solo para mi- pensó sintiéndose afortunado y completamente ilusionado de que compartiría con el algo que en algún momento había sido su orgullo,   y no solo eso, también le había ofrecido mostrarle la ciudad tal y como era cuando sus padres vivían en ella, llena de vida, lejos de las decadentes ruinas que les rodeaban en esos instantes, todo le parecía tan perfecto, tan irreal.

-¿Qué me pedirás a cambio? –cuestiono tajante dirigiéndole una mirada seria,  acostumbrado a no recibir ningún tipo de gesto amable sin tener que dar algo a cambio,  desvió la mirada unos segundos, él era diferente, no parecía ni siquiera tener la intención de pedir algo a cambio, y otra grandiosa idea paso por su mente, no podía volverse una fogata andante si Alexandre le había pedido que dejase cuidar de él, rodo los ojos, no perdía nada, alzo sus brazos en dirección al rostro del vampiro tocando con sus manos sus mejillas esta vez siendo el más joven quien hiciera que voltease a verlo, se enderezo hasta quedar nuevamente en la misma situación su rostro estaba tan cerca, pero esta vez no retrocedió, y de la manera más tímida cerro sus ojos besándole en los labios de manera fugaz, solo se alejó unos centímetros pues quería ver su reacción, en especial quería descifrar lo que sus ojos escondían.