Cachorro en apuros - Privado

-Doy fe.-dije mirándole fijamente sin perder detalle.-Cat, no es como los demás.-comenté antes de notar que su rostro se calmaba.-No es lo que tu llamas furcia, tranquilo. Sé que me aprecias, eres inteligente aunque un tanto arisco. Simplemente, eres un gato, y te aferras a tu hijo como si fuera un pájaro.-miré a ambos y suspiré pesado como si los recuerdos me abrumaran, me dejaran hecho mierda, igual que cuando me drogaba.

Me senté en mi escritorio mirándolos a los tres, echándoles un vistazo. Después noté como Román tiraba de las ropas de su padre, intentaba que le mirara a él y no a mí. Nos mirábamos intensamente, como dos viejos amantes y bueno... no tan viejos. Hasta hacía unos meses habíamos tenido sexo, casi hacía un mes de la última vez que nos vimos y lo hicimos en plena calle en un callejón oscuro, algo sucio y fue un sexo para descargar el dolor que él llevaba aún y mis ansias de placer.

-Román ya no es el cachorro que pariste.-dije serio.-Cat, tu hijo es uno de los mestizos más peligrosos que hay en esta ciudad. Y míralo, sabe controlar sus emociones y su transformación.

-Entiendo.-dije antes de apartarme de mi hijo.-Mañana, en la noche, ambos iremos a ver ese apartamento y si me parece adecuado procederé en su compra.-susurré acercarme a la mesa para mirle fijamente.-Amaury, gracias.-dije antes de dejar un suave beso en sus labios.-Me llevo a Román, necesita descansar en su cama, con su padre, al menos una noche más.

Me giré y vi que se fortaba uno de sus ojos, tallándoselo como lo hacía cuando era un niño. No pude evitar mirarlo con orgullo, cariño y algo de preocupación. Abrí mis brazos y lo rodeé nada más tenerlo frente a mí. Besé su mejilla y acaricié sus cabellos.

-Despídete, por hoy al menos.

-Está bien.-dije dejando que él me rodeara. Entonces noté como se sacaba su sudadera, quedando en camiseta, para abrigarme.-Papá, tú también sientes frío.-la respuesta a eso fue un beso corto en la comisura de mis labios.

Me levantó en peso y yo sonreí, para luego mirar a Killian.

-Vamos a ser vecinos.-comenté antes de estirar mi mano hacia él.-Te invitaré a dulces, sé rectas que hace mi padre.-me mordió entonces el cuello provocando que riera por las cosquillas de sus colmillos.

- Che! que no esoy sordo, no soy ninguna furcia ni por asomo - se quejó echandole una pequeña mirada envenenada al castaño. Ese beso en los labios le crispó un poco pero lo camufló con la sonrisa que le regaló al chico.

- Si, eso molará mucho - con un suave apretón de manos - gracias por hacerme compañía esta tarde y ayudarme a guardar la compra mensual. Espero que nos veamos pronto Román, y a la próxima invitas tu, yo ya me quedé sin cupones descuento - guiñandole un ojo y soltando su mano con una caricia - descansa.

Me gustaba como me trataba, si ya de por si yo siempre era calmado con él lo era aún más. Papá cargaba conmigo, mi mochila y mi guitarra. Sabía que echaría a volar nada más encontrara una ventana lo suficientemente grande para salir los dos.

Salir volando por el cielo no era de mi gusto, pero era lo más rápido y lo menos peligroso teniendo en cuenta como estaban las calles a esas horas.

-Dije que no era lo que él llama furcia.-comenté mirándole fijamente, sin perder detalle de sus movimientos.-Pasa y cierra.-dije quedándome sin mover ni un músculo.

Había notado su expresión cuando Cat me besó, pero él siempre hacía eso con todos. Era de esa clase de personas que saludaban con un escueto beso en los labios, lo hacía como gesto de cariño. Si bien, con Killian se mostró receloso con cierto miedo en su mirada. Tal vez temía que su hijo creciera y no le necesitara.

Ese pasa y cierra no se lo esperó, pensaba volver a su casa nada más perdiera de vista a Román y su padre, así que el desconcierto se notó en su cara. Aun así cerró la puerta tras él.

- Dime quieres algo? Pensaba volver a mi casa Ama, hoy ha sido un día largo. Aunque gratificante, ese pequeño cachorrito es una monada - mirando a la puerta con una sonrisa, realmente le agradaba. - Me alegrará tenerlo de vecino, por mi hasta compartiría mi casa si no fuera tan pequeña.

Me levanté haciendo sonar mis botas, vesía desaliñado por culpa de Cat. Había estado jalando de mi chupa de cuero y golpeando mi troso. Apestaba a lágrimas de vampiro y a su colonia con aroma a chicle. Me acerqué a él acariciándo su rostro, tocando sus labios con los pulgares antes de besarlo.

-Sé que es agradable Román, pero es una máquina de matar.-murmuré antes de apartarme unos centímetros de él.-Lo único bueno es que es estable y controla sus transformaciones, si no fuera así estaríamos muertos.

Cerró los ojos dejandose besar, el olor a chicle le invadió las fosas nasales clavandosele en el cerebro, Ama normalmente no olía así y él no masticaba chicle, además olía a otra cosa que no lograba reconocer.

- Me cuesta creer que que esa cosita tan mona sea peligrosa, aunque se que la apariencia no dice nada, pero no es solo agradable físicamente.... - contestó y no pudo evitar que le se escapara en un bajo murmullo - hueles a chicle... - mirandole a los ojos, agachó la mirada a los segundos. - Dijo que mi casa huele a ti y yo también. Por que la cornisa de mi edificio tiene tu aroma?

Se percató de mi aroma, no me importaba tener aquel aroma dulzón con cierto toque a fresas. Cat era adicto a las golosinas, sobretodo piruletas y chicles, cuando era humano. Me contó en más de una ocasión cuanto echaba de menos poder tomar caramelos cuando se deprimía.

-Huelo a Cat.-dije con simpleza.-Es normal, ha estado en mis brazos mientras le calmaba.-miré fijamente sus ojos y solté una carcajada.-Se habrá confundido, yo no he estado en tu cornisa.-había estado varias veces en su cornisa, observándolo en las noches que no nos habíamos visto. Él dormía y yo miraba, sólo era para asegurarme que estaba bien y darme quizás ese empujón para acercarme de nuevo.

Así que olía a él, sus miradas habían sido muy intensas, seguramente habían tenido sexo, o seguían teniendolo. - Ya, eso mismo le dije, que se equivocaba por que solo has estado una vez en mi casa y nunca en la cornisa. Seguramente confundió olores.

Y se quedo sin saber bien que decirle, habían pasado varias noches sin verse, tampoco sin hablarse, y ahora su mente se quedaba en blanco.

- La mariposa - murmuró derrepente - se disecó bien, la enmarque y coloque el cuadro sobre mi cama, así puedo verla bien todas las noches - de puro nerviosismo se puso a jugar con su colgante, idéntico al que el castaño tenía pero de menos tamaño, como todos los de la organización.

-¿Por qué no has venido antes?-pregunté mirándole fijamente, apoyándome en la mesa.-Killian ¿ocurre algo?

Mi tono era modulado, sosegado, y con cierto deje de cansancio. Había estado varias noches teniendo encuentros poco agradables, las mujeres me pedían cumplir y yo no deseaba escabullirme. Besos y caricias había tenido con un par de chicas, pero nada de sexo. Sentía que le engañaba, y ese sentimiento me quitaba todo el disfrute.

-Disculpa a Cat.-comenté.-Louis es algo impulsivo, sobreprotector con el pequeño cachorro y quizás también conmigo. Nos conocemos desde hace más de 200 años, primero peleé con Dio, casi acabamos muertos ambos, pero después de la guerra todo cambió y mi concepción del mundo se sosegó.-jugué con mis dedos con el borde de la mesa.-Piensa que todo el mundo puede destruir lo que posee.

- Um, no, no pasada nada, le entiendo. Pensará que intento quitarle a su hijo, peor no es eso - contestó, algo titubeante aún, estaba nervioso, nervioso por que deseaba que le tocara, besara y poseyera y no estaba acostumbrado a eso. - Pero yo no quiero quitarle nada, supongo que tarde o temprano lo comprenderá.

Se quedó en silencio unos minutos, arreglandose el bajo de su camiseta y mirando a su alrededor - pensé que si venía muy seguido te hartarías de mi o te molestaría - murmuró al final, mirandole de nuevo. - Por eso no he venido antes, no quiero atosigarte.

Tomó valor para acercarse a él, coloreandose de solo pensar en lo que quería - yo no estoy acostumbrado a esto Ama, no se como manejarlo. - Ya parado frente a él, le tomo las manos colocandolas en sus caderas - enseñame como manejarlo para no cansarte - pidió con un beso.

Sus acciones eran las de un chiquillo que busca consuelo. Se negaba a sí mismo lo que quería, y eso era a mí. Yo me sentía poderoso. Dejé que colocara mis manos en sus caderas, mientras sus labios se acercaban a mí y su cuerpo se hacía deseable. Mi boca saboreaba la suya, mi lengua se hundía acariciando cada uno de sus rincones.

-No me cansarías, pero tienes razón así mejor dándonos aire.-susurré mirándolo a los ojos.-Aunque no tanto tiempo, me han estado molestando y no tenía excusas.

Nada más hacer contacto sus cuerpo y lenguas fue como si una corriente le recorríera el cuerpo, llenandole de deseo y calentandole. Eso le daba vergüenza pero prefirió no pensar en ello y concentrarse en él.

- Lo siento, ya no esperaré tanto tiempo - murmuró mirandole a los ojos, sonrojado - quieres venir a mi casa? - jugando con los botones de la camisa ajena, deseando quitarlos pero sin hacerlo. - No quiero que nos interrumpan como la otra vez - una forma indirecta de pedir que se lo hiciera.

-Ya te dije que ibas a querer que te la metiera más de una vez.-susurré acariciando su cintura.-¿Eso quieres?-pregunté pegándolo bien a mí.-Bueno, también querrás muerdos, caricias y otras cosas ¿no?-lamí sus labios y pellizqué su trasero con impaciencia.

No me importaba que me vieran con él, ya no me importaba. Tenerlo lejos me demostraba que no iba a poder estar ya sin él. Quería pedirle que se trasladara al edificio, igual podía hacerlo Román. Había algunas salas que podían usar como piso pues nunca se usaban.

- Si, quiero todo - admitió con vergüenza mientras acariciaba su pecho, le empezó a desabotonar la camisa sin ser consciente de ello - también podemos ir a tu habitación si lo prefieres... estaremos más cómodos no.

Cuando quiso darse cuenta ya le había abierta la camisa y sus dedos jugaban por su bajo vientre, rozando la cinturilla del pantalón. Se pegó más a él para besarle el cuello - quiero sentirte Ama.

-¿Quieres? ¿O necesitas urgentemente?-puse mis manos sobre sus nalgas acariciándolas primero, para luego meterle el apretón.

Sus manos se habían desenvuelto rápidamente y desabotonó mi camisa. Parecía sensual, más que otras veces, y con cierto deseo que me provocaba quererlo en desnudo en mi cama. Se veía como un pastel al cual hay que clavarle el diente.

-Me provocas demasiado, así que creo que mejor mi cuarto.-susurré mordisqueando su cuello.

- Quiero y necesito - murmuró como contestación, quería sentirle por todo su cuerpo y que le hiciera vibrar como él bien sabía. Tarde empezaba a darse cuenta de que Amaury era como un droga que no deja indiferente al tomarla, y el se había convertido en un adicto.

- Vamos entonces - separandose con suavidad de él, acariciando su pecho a la vista antes de tomarle de la mano para que se moviera - llevame.

Me gustaba tenerlo ronroneando sobre mí cual gatito, parecía una colegiala deseando que su novio la llevara en moto y le diera un revolcón antes de regresarla a casa. Acaricié su cuello con mis dedos, lentamente, para después besa bajo su mentón cerca de su escasa nuez.

-Bonito, te voy a dar una buena noche.-no lo trataba diferente a otras parejas de cama, no en las palabras, aunque se notaba que le tocaba con cierto cuidado. Él lo desconocía, así que mejor para mí. No quería que supiera que estaba enamorado de él. O al menos, así me estaba sintiendo. Si bien, intentaba que no lo notara y lo ocultaba de mil formas.

Tiré de él sacándolo de la oficina, pasé por el lado de mi secretaria sin decir nada. Cuando llegué al ascensor le quité la ropa de la parte de arriba, para pegarlo a mí.

Cerró los ojos por ese besó en su cuello, cada parte de su cuerpo que entraba en contacto con sus dedos o labios se calentaba automaticamente, con unas agradables cosquillas... y todo eso le daba miedo pero no quería pensar en ello.

Salieron de allí y no protestó al verse despojado de su camisa en el ascensor, en lugar de ello también arrebató al castaño la suya, dejandola caer al suelo y arañandole leve la espalda mientras le besaba y mordisqueaba el cuello.

Me dejé quitar la camisa, pues quería sentir su cuerpo pegado al mío pese al frío que hacía en el ascensor. Me pegué a él arriconándolo contra el rincón opuesto al espejo. Mis alas de cuervo se veían bien bajo la luz de aquel habitáculo, como si fueran reales y fueran a salir de mi espalda. Mis manos acariciaban sus caderas, mis dedos jugaban con el borde de su pantalón, mientras una de mis piernas acariciaba su entrepierna.

-Si tantas ganas me tenías ¿por qué no viniste? podía haberte dado sexo mucho antes.-susurré cerca de su oído, antes de mordisquear su oreja.-No tienes idea de lo mucho que me pone el calor de tu cuerpo.

El ascensor continuó bajando hasta llegar a la planta secreta. Tomé nuestras ropas y tiré de él agarrándolo de la mano, sin darme cuenta hice un gesto de pareja. Caminamos de ese modo por la galería hasta dar con la última puerta, nada más entrar arrojé la ropa y le miré desafiante.

-Dilo otra vez, di lo que quieres.

Abrió los ojos fijandose en aquel tatuaje que le cubría la espalda, lo acarició en lugar de arañarlo mientras jadeaba suave y gemía, casi parecía que se le salía de la espalda. - No quería atosigar... - y le daba vergüenza.

Se dejó guiar, acariciando su mano con los dedos, y un gritito salió de sus labios cuando le arrojó a la cama. Le clavó la mirada, con la respiración alterada y el pelo despeinado.

- Quiero sentirte - pidió en un pequeño murmullo - hazmelo Ama - añadió más fuerte.

Cuando lo tuve a mi alcance, bajo mi cuerpo, era como tener todo lo que había deseado durante años. Me costaba decir lo que sentía, expresarlo también era complicado. Sin embargo, mis ojos le miraban de forma distinta, mis miradas eran más sosegadas y a la vez agitadas, que con el resto. Mis labios no se separaban de su cuello, ni de su torso, jugando con su piel.

-Cuando se trata de sexo no me siento atosigado.-susurré.-Además, yo te he desvirgado... porque lo del otro no cuenta.-murmuré quitándole los zapatos, el pantalón y los boxer con cuidado. Acariciaba su piel mientras deslizaba sus prendas.

Le acogió con gusto, acariciando su fría y suave piel mientras le miraba. En sus ojos podía leerse vergüenza y deseo, incluso lujuria pero también amor. Le quería, si le quería para él, pero no como un trofeo o un objeto, quería sus sentimientos para sentirse correspondido y a la vez corresponderle.

- Ya lo se para la próxima vez - murmuro como respuesta, dejandose desnudar y ayudandole a ello con suaves movimientos de su cuerpo, se estremeció un par de veces por el suave roce de sus dedos. El problema era que él no solo quería sexo, por eso no había acudido antes a él, no quería solo sentirle bombeando en su interior sino sentirse rodeado por sus brazos, deseado pero a la vez querido. Y eso no podía pedirselo a Amaury y sentirse tan dependiente le daba cierto miedo.