beauty killed the beast +18 priv

Había regresado de Roma y de hacer maldades, me encantaba aquello, pero extrañaba a mi Daichi por alguna razón le necesitaba cerca. Volví a Los Angeles, a sunset strip donde tenía mi apartamento.

Iba fumando y con las manos en los bolsillos, buscando algo divertido, aparte de Daichi, esperaba que saliera de la tienda. Pase por una pastelería y compre un helado, me senté en las ruinas de un edificio y le llame mentalmente.

Me puse bien la camisa y las botas, iba con unos pantalones pirata, y una de mis camisas que yo hacia. Seguí lamiendo el helado esperando que viniera, esta vez le haría mio, no dejaría que nadie lo tocara.

Caminaba por las calles aledañas a Sunset. Buscaba animales extraviados, no irían a mi tienda pero tomarían algún alimento más allá de los desechos que cubrían en ocasiones calles, ruinas y vertederos. Dejaba el último bote con comida para gato cuando lo sentí, fue como si el aire cambiara. Alcé la vista buscándolo, intentando guiarme por mi instinto y por su voz. Podía escuchar su voz en mi cabeza, como hacía en ocasiones con los animales. Esta vez no me acompañaba mi mascota, pero mi ropa me impedía caminar rápido.

-Jonte.-susurré cuando lo hallé sentado en aquellas ruinas, después de haber caminado por casi media hora.

Sonreí leve contemplándolo desde la acera, sin mover ni un ápice mi cuerpo. Mi yukata era negra con tonos y dibujos violáceos. Mis ojos se veían calmados, así como mi cuerpo. Había echado de menos el conversar con él, pero no lo llamé... supuse que no debía molestarle si se divertía.

Me terminé el helado pero hice aparecer mas, esa era una ventaja de ser ángel y poder crear cosas. Seguí sentado tranquilamente en aquellas ruinas esperándole hasta que media hora después llego.

Le miré de arriba a bajo viendo aquel yukata negro, luego le miré fijamente y le sonreí ofreciéndole el helado.

Hola, peque -salude por fin moviendo el helado. -Me extrañaste? - sonreí mostrando un colmillo

Me sonrojé cuando me dijo "peque" y más cuando me preguntó algo obvio. Sin embargo, guardé silencio. Contemplaba a Jonte como si fuera un breve sueño, de esos que a veces tenía cuando tomaba té y me quedaba traspuesto leyendo mis libros de pociones.

-Baja.-dije en un murmullo.-Si bajas te lo diré.-comenté sonrojado alzando un poco más la voz.-Jonte, baja.-murmuré antes de sonreír de forma dulce, esperando que eso hiciera que bajara.-Si bajas te lo diré, de verdad.-comenté sacando de mi bolsillo una chocolatina.

Me medio sorprendí por su sonrojo haciendo que ladeara la cabeza hacia el otro lado, escuche su petición de que bajara, que si bajaba me lo diría. Sellé mis labios en una fina linea tentando un poco aquello. Su sonrisa también me sorprendió pero igual sonreí.

Di un salto y me puse delante de él aun con el helado en la mano sin que se derritiera.
No es un helado sintético tranquilo, Lauren los odia - dije volviendo a tenderle el helado con una sonrisa - Entonces si me has extrañado? - murmure acercándome un poco mas a su cuerpo ronroneando.

Acerqué mi dedo al helado que tomaba, lo hice para llevarlo a mis labios probándolo. Era de sabor a vainilla, era dulce y perfecto. Hacía frío para tomar helado, pero era cuando más me apetecían. No supe si ese gesto le resultó extraño, pero el dulce siempre me llamaba la atención. Mis ojos se clavaron en los suyos, notando como me rodeaba.

-Sí, te eché de menos.-susurré aún con el dedo cerca de mis labios.-Sabe bien.-dije con los ojos clavados en los suyos, sin apartarlo de él.-Jonte... ¿me has echado de menos tú?-pregunté sintiéndome estúpido, pensaba que no lo había echado más aún teniendo a cualquier mujer abierta de piernas en su cama.

Me quedé mirando como tomaba el helado con un dedo, sonreí de lado con aquello, mas cuando dijo que si me había extrañado.
Camine mas hacia su cuerpo oliendo su aroma a dulce y animal, cerré los ojos levemente, pase un brazo por su cintura.

Puede que no me creas, pero si, te eche de menos, y eso se me hace muy raro en mi - reí un poco y termine por pegar mi cuerpo al suyo, enterré el rostro en su cuello y hombro para olerle mejor.

Y Lauren también te extrañó y a tus animalitos - reí y le bese en la mejilla - Estuvimos en la Basílica -dije comenzando a tentar el terreno de los celos

Apoyé mi cabeza en su torso, cerrando los ojos mientras hablaba y me tomaba por la cintura. Mis mejillas estaban rojas mientras hablaba, haciéndome sentir muy extraño. Alcé mi rostro cuando dijo aquello de la Basílica. Clavé mis ojos en los suyos, busqué sus labios y comencé a besarlo lentamente rodeando sus hombros con mis brazos.

-Te quiero a mi lado esta noche.-dije avergonzado por el murmullo que dejé ir tras apartar mis labios de los suyos.-Estoy seguro de ello... te quiero a ti...-volví a bajar la mirada sintiéndome estúpido, nadie dijo que querría estar conmigo... simplemente que me extrañó como se extraña a un amigo.

Le correspondí gustoso al beso haciendo desaparecer el helado para terminar por fin de abrazarle. Volví a sorprenderme con sus palabras haciendo que parpadeara varias veces.
Acaricie su cabello con delicadeza.

Yo también quiero pasar esta noche contigo, mi adorado dragoncito - le di un beso en la cabeza sin dejar de abrazarle. - Voy a hacerte mio... Tantas veces que ya no te dolerá - sonreí ronroneando mas.

Abrí mis alas pegandolo mas a mi cuerpo -Vayámonos de aquí... Tengo el apartamento aquí cerca... O quieres dar un paseo?

-Si lo pienso demasiado tendré miedo.-murmuré aferrándome a él por sus caderas, sintiendo sus alas rodeándome y envolviéndome como si fuera un regalo.-Hazlo cuanto quieras, pero déjame luego a tu lado... al menos esta noche.-susurré buscando sus labios, iniciando un beso corto pero lleno de una intensidad distinta.

Me sentía débil, realmente pequeño, mientras él se pegaba a mí y su presencia lo acaparaba todo. Mis ojos se cerraron y deseé que todo fuera real, no una de esas fantasías que había tenido durante días. No sabía bien cuánto tiempo había sido, jamás medía los días o las horas... sólo que habían sido demasiados.

Ronronee y alcé el vuelo hacia mi apartamento después que me pidiera estar con él. Lo tenia bien agarrado para que no cayera, en poco tiempo aterrizamos en la terracita, abrí la puerta y entré con el sin dejar de abrazarlo.

Bienvenido a mi pequeña morada en la tierra - sonreí acariciando su cabeza y volviendo a besarle.
Comenzaba a darme cuenta que aquellos besos me gustaban, que deseaba su cuerpo bajo el mio cada vez mas. Una necesidad imperiosa.

Me dejé besar como transportar por el aire, realmente me sentía extraño en su presencia. Todo mi poder se anulaba, mi frialdad se moría y mi nerviosismo aumentaba. Me sentía como si fuera a morir y nacer en el mismo momento, como si todo fuera algo más que unas simples caricias y nada más. No tenía derecho a ponerme celoso, cosa que había estado y mucho, pensando en todas las mujeres que habría conocido y yo tan estúpido únicamente atado a la sola idea que él volviera... porque él debía de volver.

Hice deslizar el cierre de mi yukata, dejando mi cuerpo desnudo al completo. No solía usar ropa interior, el frío no me afectaba demasiado aunque sí me provocaba somnolencia. Mi cuerpo lechoso, sin vello y suave como el de una ninfa, se mostró ante él con leves sonrojos en mi mejilla y unas leves escamas en la espalda, así como tras mis orejas.

-Jonte....-dije colocando mis manos en su torso mientras me pegaba a él, dejando apoyada mi cabeza en su hombro y mis ojos se cerraron para sentir su aroma envolviendo todo.

Abrí la boca cuando abrió su Yukata dejándolo caer, solté un bufido al ver su cuerpo acercarse al mio y abrazándome, le correspondí igual cerrando los ojos.
Aquella sensación que me invadía solo la sentí una vez, pero con una mujer... Con la humana madre de Lauren.

No dejaré que nadie te toque... - susurre apretándolo mas a mi cuerpo.

Lo aparté con cuidado para en un momento quedar desnudo, lo bese en los labios atrapando su cuerpo con mis brazos y acariciando su piel, fui llevándolo hacia la cama con cuidado haciendo que se sentara sin separar mis labios de los suyos.

Me dejé guiar una vez más completamente nervioso por su cuerpo desnudo, la otra vez tuve miedo y ahora sólo era nervios. Nada más sentir la cama bajo mi trasero sonreí, lo hice recostándome para mirarle fijamente. Nunca me había dado cuenta que podía mirar de ese modo, ni siquiera en ese momento, mis ojos eran parecidos a los de un gato con ganas de juego.

Abrí mis piernas mostrándome como una tentación imposible, deseando que él viniera a mi lado. Quería que me lo hiciera. Había leído libros sobre el sexo y cómo dar placer, así como las mejores formas de atraer a los amantes. Todo lo había hecho por si aparecía otra posibilidad con él, y esa era ese momento.

-Jonte.-mi voz se escuchó decidida y erótica.-Quiero que me enseñes a darte placer... porque si lo hago no te irás... te quedarás para que siempre te lo de yo.-dije con mis mejillas sonrojadas.-Puedo darte y hacer todo lo que quieras... pero debes mostrarme.

Me quede en los pies de la cama cuando se tendió abriendo sus piernas, era increíble como le había hecho cambiar con una sola noche. Me lamí los labios y gatee por la cama quedando encima suyo escuchando lo que decía.
Aquella petición me enterneció, me quedaría con él. Sonreí y comencé a besar su torso acariciando sus costados sin responder con palabras a su petición.

Déjate llevar... Olvida los libros. - pedí entre besos, volví hacia arriba y le bese los labios de nuevo.

Me encantaba besarle, guardaría mis besos para él, y eso hacía, nunca besaba a mis víctimas, solo me las follaba y comía, pero Daichi era diferente.

Daichi... Me quedaré contigo... pero tengo que alimentarme... aunque no te guste - sonreí mirándole y le mordisquee su cuello.

Me quedé quieto bajo su cuerpo sintiendo su cercanía, su aliento recorriendo mi piel y sus palabras que me golpeaban duro. Yo no quería que él dejara de alimentarse, pero no quería comprender porque debía tener sexo antes. Sin embargo, sólo abrí más mis piernas y busqué sus labios. Pronto mis brazos lo rodearon por los costados, dejando mis manos en su espalda arañándola leve, mientras una de mis piernas iba a dejarla sobre su costado.

-No me recuerdes eso.-dije en su oído.-No deseo pensar eso.-susurré antes de besar su cuello.-Jonte... sólo acaríciame y hazme sentir, quiero que me hagas sentir... quiero gritar tu nombre.-mis mejillas ardían de lo rojas que estaban, creo que jamás había estado tan rojo en mi vida. Me sentía vulnerable.

Bese con delicadeza sus mejillas rojas, notando su calidez, escuchando de nuevo sus peticiones, me gustaba aquello, no volvería a hablar de mis costumbres cuando estaba encima de su cuerpo.

Seguí acariciando su cuerpo como me había pedido, notando sus cortos arañazos en la espalda. Soltando leves gruñidos como si estuviera en celo, bese sus labios y comencé por fin a frotar mi cuerpo contra el suyo y con mis alas también le acariciaba ahora los brazos.

Puedo notar tu deseo... Y me encanta - acaricie su mejilla bajando por su cuello besando el otro lado. Quería hacer aquello con calma y tiempo, tenía toda la noche solo para él y su delicado cuerpo.

Fui besando su pecho bajando por este hasta llegar a su miembro, lo tomé con una mano comenzando a acariciarlo y a darle pequeñas lamidas en la punta mirando con curiosidad sus reacciones.

No era lo mismo ver con indiferencia un video acariciando mi gato, levemente sonrojarme por todo lo que ocurría y luego leerlo en los libros que había adquirido. Fue el pago que acepté de Amaury, tenía tanto interés en el sexo que recurrí al vampiro más pervertido que conocía.

-Jonte.-dije nervioso al ver aquello. No dudé en deslizar una de mis manos hacia su rostro mientras lo miraba inquieto.

En los libros decían que era placentero, pero no que sintiera escalofríos y hasta el vello de detrás de la nuca completamente erizados. Su lengua se sentía suave y húmeda, sus caricias demasiado calientes.

-Si quieres... si quieres puedes enseñarme a hacerte eso luego...-estaba aún más rojo, mi rubor ya no podía ir a más.

Reí por aquella petición, dejando por un momento de mover la mano, sonreí con fiereza mirándole de la misma manera.

Para aprender has de mirar y sentir...Crees que podrás aguantar tanto placer con solo mirar? - Me lamí los labios y ahora me metí su miembro en la boca comenzando a succionar con fiereza y velocidad, queriendo escuchar sus gemidos mezclados con mi nombre.

Solo quería aquello por el momento, que supiera lo que era un buen orgasmo y una buena corrida antes de que me hiciera a mi aquello. Por suerte allí nadie nos molestaría, ni siquiera Lauren, le daba mucha vergüenza todo lo que podía hacerle a una persona en dos noches, era demasiado sádico para ella... Y para él?

Abrí los ojos buscando su rostro y sus reacciones, sabía que lo hacía bien porque ya tenia practica en ello, pero lo hacia ahora con algo mas de delicadeza pero sin dejar aquella bestialidad que me caracterizaba.

Agaché mi cabeza sintiéndome pequeño, minúsculo quizás, y algo inmaduro por haber pedido algo así. Si bien, siempre era impaciente y me comportaba como un niño cuando había algo que aprender, era como un deseo curioso que me impulsaba a aquello. Agaché la cabeza gimiendo leve, porque ver aquello algo incorporado me daba pudor y a la vez placer.

Acabé, sin embargo, agarrándolo de uno de sus hombros para con la otra apoyarme en su cabeza. Movía mis caderas de forma contraria y jadeaba bajo, gemía su nombre en murmullos hasta que terminé echando mi cabeza hacia atrás. Nunca había sentido nada igual, eso era algo que me hacía temblar y a la vez desear seguir sintiendo.

Sonreí con orgullo, al escuchar sus gemidos con mi nombre en ellos, ver como se apoyaba en mi y movía las caderas, haciendo que aumentara la velocidad a las succiones y a los movimientos de mi mano. Vi que tenía la cabeza echada hacia atrás, su cuerpo temblar y sus deseos por sentir mas de lo que le estaba dando.

Aquello era mucho mejor que todo lo que había hecho en pecado con mujeres, pocos hombres disfrutaban de mi boca, ya que terminaba por hartarme y matarlos en poco tiempo. No lo soportaba hacerlo con hombres, sin embargo Lauren disfrutaba. Me daba cuenta que con el único hombre con el que si disfrutaba era con mi D.

Paré unos segundos, justos para chupar mi dedo indice para después acariciar su entrada tentando a la suerte para luego meter la puntita solo sin dejar la labor de succionar su dureza

Mis piernas temblaron, mi cuerpo entero temblaba. Tiré finalmente de sus cabellos, jalando de estos para tirar de él hacia mí. Mis ojos se cerraron mientras mi cabeza se echaba hacia atrás, todo mi cuerpo se quedó retorcido y mis dedos de los pies cerrados. Gemía más alto, ya sin pudor, mientras un par de mis lágrimas brotaron solas.

-Jonte... Jonte... Jonte...-gemía antes de inclinarme hacia delante y hacerme un ovillo. Ese dedo me provocó extrañeza pero no me importó, yo quería sentirlo todo.

Lo noté hecho un ovillo encima mio cuando metí el dedo en él, me aparte de él dejandolo todo jadee un poco viendo como aun temblaba su cuerpo. Sonreí y lo tome para darle la vuelta y quedar a cuatro, enterré mi rostro entre sus nalgas lamiendo su entrada, metiendo la lengua.

Preparado? - pregunte mordisqueando su hombro y frotando mi dureza en su trasero acariciando con una mano su vientre y parte del pecho.

Me gustaba demasiado su cuerpo, blandito y suave, sonreí y metí un poco la punta en él.

Todo aquello pasaba demasiado rápido para hacerme una idea que sí ocurría, era como desconectar mi mente y hundirme en un mundo nuevo. Todo era muy extraño, pero no me importaba. Estaba preparado para eso y para más. No dejaba de gemir su nombre y de temblar, sobretodo con esas caricias.

-Jonte... quiero abrazarte.-no quería esa postura, había visto otras y me gustaban más. De esa forma no podría ni abrazarlo, ni besarlo y tampoco fijarme en su rostro. Además, me sentía extremadamente vulnerable de esa forma, quería poder tener algo de control.

Está bien - me aparte y con cuidado le ayude a ponerse bien

Me había dado cuenta de porque de su petición, podríamos estar abrazados, podría verle la cara de placer que podía otorgarle, me puse entre sus piernas y le bese los labios de nuevo. Ronronee un poco acariciando su cuerpo y frotándome contra este jadeando levemente.