Stay With Me Tonight {Privado}

Cada vez parecía más nerviosa y hablaba sobre el futuro como si no pudiera ocurrir nada malo. Había crecido en una época en la cual no se podía dar nada por hecho. Las personas desaparecían como si fueran simples figuras de humo. Muchos de ellos por su propia seguridad y otros muriendo a manos de fuego cruzado, demonios o vampiros. Yo no sabía si alguna misión acabaría con mi vida, por eso quizás hasta ahora no me había planteado el futuro como ella lo estaba haciendo. Deseaba poder tener una caja completa de fotografías y una libreta donde apuntar las experiencias vividas, igual que hacían los viejos exploradores.

-Podremos tener todas las que quieras.-dije mirándola a los ojos con cierta curiosidad.-Turismo o no, tendrás las que desees. Para mí las fotografías son trozos de una vida, cuenta en imágenes congeladas para siempre los recuerdos que siempre permanecen en nuestra mente.-susurré antes de quedarme frente a frente acariciando sus mejillas sin percatarme.

Sus mejillas se notaban cálidas y suaves, tenía un tacto real y sabía que no era un sueño. Comenzaba a tener personas realmente importantes en mi vida, amigos que merecían la pena y alguien que me atraía sin remedio alguno. La vida me estaba dando una pequeña oportunidad de ser feliz a mi modo. Sin embargo, esperaba que esa felicidad no se esfumara y quedara en un recuerdo de una fotografía. Quería algo más intenso, algo que pudiera tener todos los días o al menos aquellos que no me aislara el trabajo.

-Lo siento.-dije cuando me percaté de mis caricias bajando las manos. Comencé a sentirme muy nervioso, aún más que antes. Mi corazón bombeaba rápido y mis dedos se movían inquietos. Había ocultado mis manos como acto reflejo para evitarme tocarla de nuevo.

Tenía cierta necesidad de abrazarla y acariciarla, sintiéndola cerca. Sin embargo, me contenía porque temía que eso la presionara o hiciera sentir incómoda. Además, tenía que marcharme y no era capaz de hacerlo. Algo me impedía hacerlo.

-Debo irme.-susurré inclinándome para besar su mejilla.-Te haré la perdida

Era una larga despedida, quizás porque ambos sabíamos las múltiples posibilidades que podían ocurrir. Debía decirme a mí mismo que tendría tiempo de verla, que nada malo ocurriría en ese lapsus de tiempo de dos semanas. El tiempo siempre pasaba volando entre libros, pequeños retos personales y búsqueda de nuevos misterios. Sin embargo, el breve tiempo de dos semanas empezaba a ser demasiado pesado para mí. Pensar que serían catorce noches en vela mirando la pantalla del ordenador, tecleando frases frías que podían tener sentido únicamente si otro lo leía y tal vez el sonido del grafito contra el papel, mientras daba grandes sorbos de café, sería lo más cercano a la calidez, la humanidad, que había sentido aquella noche.

-Sí.-sonreí intentando sosegarme y si bien tan sólo me puse algo más nervioso. Sus enormes ojos me llamaban tanto la atención como su rubor y la forma adorable de fijarse en cada detalle. Podía ver en ella ciertas características similares a chicas que había conocido únicamente por poemas, literatura mágica y canciones. Mujeres dulces pero fuertes, muy interesantes y con la cabeza llena de ideas. Recordé entonces por un instante algunas heroínas de historias que más de una vez había escuchado a mi madre, libros en los cuales la mujer era importante para el héroe y no sólo una carga.-Nos vemos.-dije tras un largo lapsus en el cual la miraba con aquellos ojos de felino reteniendo cada uno de sus rasgos en mi memoria.

Me acerqué a ella unos milímetros para dejar otro suave beso en sus labios, aunque fue algo más que un simple roce. Esta vez la besé como si no volviera a verla, como si mi mundo se diluyera como un cuadro pintado con acuarelas y cayera una enorme tromba de agua sin avisar. Sin embargo, no dejé atrás cierta ternura porque no podía ir más allá. Simplemente lo prolongué durante casi un minuto antes de girarme y salir corriendo. Mis piernas parecían fallarme pero logré salir de allí sin derribar pieza alguna, objeto o escaparate.

Me monté en la moto esta vez con el firme pensamiento de no irme de nuevo hacia donde estaba ella, de salir de allí antes de quedar atrapado y no desearme ir aunque me echara. Las calles se volvieron más revueltas que nunca, parecían un laberinto monstruoso que se caía sobre mí y me hacía dar giros sin sentido. Sin embargo, llegué a lo que solía llamar hogar. Mi apartamento prácticamente vacío de muebles más allá de los necesarios, mis plantas y aquella cama que parecía llamarme como si fuera una sirena. Estaba muy cansado.

-Debí quedarme en la tienda.-murmure cerrando la puerta dirigiéndome hacia el colchón que se veía a lo lejos en mi apartamento sin muros, salvo el del baño, y allí me arrojé sacando el móvil para enviarle un mensaje.

“He llegado bien. Espero que puedas cuidar bien de la planta, seguro que cuando nos volvamos a ver habrá crecido tal vez unos centímetros.”

Fruncí el ceño y me llamé automáticamente idiota cuando lo envié. No era precisamente eso lo que quería decir.

“Se me olvidaba decirte algo, creo que me gustas aunque es algo bastante obvio. Cuidate Ha Neul.”

Esta vez, después del envío del mensaje me golpeé varias veces contra la almohada.

-Estúpido, estúpido...-me repetí refunfuñando antes de girar mi rostro hacia aquel pequeño jardín interior. Las coloridas plantas parecían sosegarme y esperanzarme. Volveríamos a vernos y esta vez sería de forma más calmada y sin tantos nervios, o eso esperaba.