Conectarse
Invierno
Últimos temas
Stay With Me Tonight {Privado}
Damned Souls :: :: ● Otros Sitios del Mundo ● :: ● AMÉRICA ● :: ••【 Los Angeles City 】•• :: ● HOLLYWOOD HILLS ●
Página 1 de 4.
Página 1 de 4. • 1, 2, 3, 4
Stay With Me Tonight {Privado}
La luna se encontraba en el cielo, brillante y redonda, recortándose contra las nubes que se veían oscuras y cubrían con su manto el resto de las estrellas, como si buscaran evitar de esa manera que la Luna estuviera celosa de sus hermanas más pequeñas. Llevaba inquieta todo el día, con esa molesta sensación que me provocaba escalofríos y me indicaba que había algo que se acercaba, algo que provocaría al final algún desastre que no podría controlar, como siempre sucedía. Necesitaba un rincón de paz, un lugar en el que poder pensar y alejarme, al mismo tiempo, de la ciudad. No era buena idea hacerlo de noche, los peligros que acorralaban y acosaban Los Ángeles parecía que se multiplicaban cuando las sombras caían. En parte era así, la mayor parte de las criaturas sobrenaturales preferían caminar bajo la protección de la Luna que con el furioso Sol que podría, a algunos al menos, convertirlos en cenizas.
Jugueteé con suavidad con el colgante que llevaba al cuello antes de meterlo por el interior del jersey para posteriormente poner la mochila que golpeteaba de forma rítmica contra mi espalda de forma correcta. Llevaba puesto uno de los cascos, dejando que la música se deslizara por mi cuerpo, pero atenta a los ruidos que habían a mi alrededor. Necesitaba meditar, necesitaba estar en contacto con esa parte de mi misma que parecía que últimamente no terminaba de encajar, pero ¿cuándo lo había hecho? Había sido un ser solitario por tantos años, por tantas décadas, por tantos siglos, que lo que en realidad me sorprendía es que aún fuera capaz de mantener una conversación con alguien.
Lejos quedaron las luces de la ciudad y pronto me encontré caminando con relativa facilidad por los caminos de las colinas que se encontraban a su alrededor, allí donde la mano del hombre todavía no había llegado del todo, donde se podía encontrar vegetación y árboles. Una sonrisa suave se deslizó por mis labios como siempre sucedía cuando me encontraba en un lugar como aquel, sintiendo que la energía de la Naturaleza cosquilleaba, arremolinándose a mí alrededor. Me detuve finalmente en un pequeño claro junto a lo que parecía un riachuelo que bajaría directamente al mar, el cual se encontraba lo suficiente cerca como para poder escuchar sus bramidos hambrientos, pero lo suficientemente lejos como para que solo fueran rumores y apenas se notara el salitre. Me agaché, descalzándome y dejando la mochila a mi lado, apoyando las botas a un lado y deshaciéndome también de los calcetines.
Un suspiro de puro placer se escapó de mis labios cuando noté la hierba bajo mis pies y alcé el rostro para poder ver la Luna allá en lo alto, mirándome como si fuera un ojo que no dejaba de observar todos y cada uno de mis movimientos.
Jugueteé con suavidad con el colgante que llevaba al cuello antes de meterlo por el interior del jersey para posteriormente poner la mochila que golpeteaba de forma rítmica contra mi espalda de forma correcta. Llevaba puesto uno de los cascos, dejando que la música se deslizara por mi cuerpo, pero atenta a los ruidos que habían a mi alrededor. Necesitaba meditar, necesitaba estar en contacto con esa parte de mi misma que parecía que últimamente no terminaba de encajar, pero ¿cuándo lo había hecho? Había sido un ser solitario por tantos años, por tantas décadas, por tantos siglos, que lo que en realidad me sorprendía es que aún fuera capaz de mantener una conversación con alguien.
Lejos quedaron las luces de la ciudad y pronto me encontré caminando con relativa facilidad por los caminos de las colinas que se encontraban a su alrededor, allí donde la mano del hombre todavía no había llegado del todo, donde se podía encontrar vegetación y árboles. Una sonrisa suave se deslizó por mis labios como siempre sucedía cuando me encontraba en un lugar como aquel, sintiendo que la energía de la Naturaleza cosquilleaba, arremolinándose a mí alrededor. Me detuve finalmente en un pequeño claro junto a lo que parecía un riachuelo que bajaría directamente al mar, el cual se encontraba lo suficiente cerca como para poder escuchar sus bramidos hambrientos, pero lo suficientemente lejos como para que solo fueran rumores y apenas se notara el salitre. Me agaché, descalzándome y dejando la mochila a mi lado, apoyando las botas a un lado y deshaciéndome también de los calcetines.
Un suspiro de puro placer se escapó de mis labios cuando noté la hierba bajo mis pies y alcé el rostro para poder ver la Luna allá en lo alto, mirándome como si fuera un ojo que no dejaba de observar todos y cada uno de mis movimientos.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
La ciudad se volvía más luminosa de noche que de día, todos los negocios parecían alentarte a consumir y dejar que tu alma se pudriera por un par de sorbos de whisky, ron o tequila. Mis pies se deslizaban incómodos en los zapatos nuevos que había adquirido noches atrás, mi taje era una prisión demasiado cara. Talamasca me había hecho ir al teatro hacía unas noches, usando las mejores ropas que a ellos se le ocurrieron hacerme comprar. Me gustaba ese tipo de trajes, aunque cuando pasaba unas horas con ellos puestos deseaba arrancármelos como si fueran fuertes sogas.
Miré la hora en el reloj de mi hermano, marcaba media noche. La ciudad se convertía en un peligro. Podía sentir como mis sentidos se alteraban, parecían susurrarme que corriera lo más lejos posible. Sin embargo, mantenía la calma y dejaba que mi paseo no se acabara tan rápido. Acomodé el botón derecho de la manga de mi camisa y juré que en cuanto pudiera deshacerme de ella, lo haría.
-Maldita sea.-gruñí antes de apoyarme en una esquina casi desierta, sólo visitada por las prostitutas y sus amantes.-Odio esto.-mi instinto estaba tan loco, me pedía que dejara atrás la ciudad y me adentrara en los bosques perdidos de la mano de Dios.-Bien, Junsu, te toca hacer de Bagheera.-golpeé con mi puño el muro y este se desquebrajó.
Mi fuerza física era mayor que la de un humano común, no por mi rareza sino por mis entrenamientos. Cada vez me acercaba más a la parte más salvaje, dejando atrás lo más humano. Me sentía mejor entre las supuestas bestias que entre los que decían ser superiores a ellos. Cada vez más salvaje, pero sin dejar de ser algo torpe e idiota, porque ese gesto despertó a un demonio que parecía aguardar alguna victima.
Comencé a correr calle abajo dando gracias que ese demonio era demasiado vago, siempre esperaba allí a sus víctimas, o al menos eso me hizo pensar cuando no logró salir de entre las sombras. Sin embargo, había puesto pies en polvorosa y buscaba el refugio de la naturaleza. Nada más pisar el terreno sin asfaltar corrí apretando el ritmo, llegando hasta la colina. Allí con rapidez me quité la ropa dejándola doblada a un lado y convirtiéndome en uno de los felinos más elegantes, una pantera.
Mis instintos se desarrollaban al entrar en contacto con mi mente más salvaje, la de aquel inmenso animal de pelaje oscuro y grandes garras. Por ello la sentí, ya que antes sólo había estado pendiente en quitarme las ataduras de tela que llevaba. Me aproximé como si únicamente fuera a beber agua, lo hice con cuidado sin perder ni un detalle. ¿Qué hacía allí? Algo en ella no cuadraba y pensé de inmediato en algún ser con poderes místicos, pero nada demasiado sobrenatural. Me hubiera sentido aún más incómodo.
Miré la hora en el reloj de mi hermano, marcaba media noche. La ciudad se convertía en un peligro. Podía sentir como mis sentidos se alteraban, parecían susurrarme que corriera lo más lejos posible. Sin embargo, mantenía la calma y dejaba que mi paseo no se acabara tan rápido. Acomodé el botón derecho de la manga de mi camisa y juré que en cuanto pudiera deshacerme de ella, lo haría.
-Maldita sea.-gruñí antes de apoyarme en una esquina casi desierta, sólo visitada por las prostitutas y sus amantes.-Odio esto.-mi instinto estaba tan loco, me pedía que dejara atrás la ciudad y me adentrara en los bosques perdidos de la mano de Dios.-Bien, Junsu, te toca hacer de Bagheera.-golpeé con mi puño el muro y este se desquebrajó.
Mi fuerza física era mayor que la de un humano común, no por mi rareza sino por mis entrenamientos. Cada vez me acercaba más a la parte más salvaje, dejando atrás lo más humano. Me sentía mejor entre las supuestas bestias que entre los que decían ser superiores a ellos. Cada vez más salvaje, pero sin dejar de ser algo torpe e idiota, porque ese gesto despertó a un demonio que parecía aguardar alguna victima.
Comencé a correr calle abajo dando gracias que ese demonio era demasiado vago, siempre esperaba allí a sus víctimas, o al menos eso me hizo pensar cuando no logró salir de entre las sombras. Sin embargo, había puesto pies en polvorosa y buscaba el refugio de la naturaleza. Nada más pisar el terreno sin asfaltar corrí apretando el ritmo, llegando hasta la colina. Allí con rapidez me quité la ropa dejándola doblada a un lado y convirtiéndome en uno de los felinos más elegantes, una pantera.
Mis instintos se desarrollaban al entrar en contacto con mi mente más salvaje, la de aquel inmenso animal de pelaje oscuro y grandes garras. Por ello la sentí, ya que antes sólo había estado pendiente en quitarme las ataduras de tela que llevaba. Me aproximé como si únicamente fuera a beber agua, lo hice con cuidado sin perder ni un detalle. ¿Qué hacía allí? Algo en ella no cuadraba y pensé de inmediato en algún ser con poderes místicos, pero nada demasiado sobrenatural. Me hubiera sentido aún más incómodo.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Incluso la música de mi reproductor me molestaba por lo que finalmente lo apagué, guardándolo en la mochila que dejé caer a mis pies. Parecía anacrónico llevar un reproductor, algo que no encajaba, pero me gustaba más o menos la tecnología. Al menos aquella que me facilitaba la vida de una manera u otra. Tampoco podría desecharla de inmediato, aunque lo cierto es que no era capaz de ir tan rápido en la adaptación como había visto a hacer a algunos seres. Mis temporadas de aislamiento influía totalmente en ello. Mantuve la cazadora puesta porque hacía fresco, el suficientemente frío como para que sintiera cada vez más fríos los dedos de los pies tras el cosquilleo inicial de reconocimiento. Sabía que tenía que controlarme antes de que la naturaleza a mi alrededor llegara a acelerar su ritmo de crecimiento, por lo que finalmente lo que hice fue agacharme hasta quedar sentada en la postura del loto.
Mis piernas flexionadas, las manos descansando con suavidad en las rodillas, la mente que buscaba desconectar al tiempo que cerraba los ojos. Durante unos minutos no sentí más que los sonidos de la Naturaleza, el arrollo correteando cantarín, el sonido lejano de los animales que aún pervivían por mucho que la mano de los humanos y de otros seres parecieran más que dispuestos a acabar con ellos. Y entonces lo sentí. Fue un destello en mitad de la tranquilidad, un fogonazo que me indicaba que no estaba sola, que había algún tipo de peligro cerca. Esa sensación que se clava en la parte trasera de la nuca cuando algo o alguien te observa, ese escalofrío que como fuego líquido baja lentamente por la espalda, serpenteando hasta que hace que todo el cuerpo se estremezca.
Cuando abrí los ojos por un momento no llegué a ver nada, no localicé de dónde venía el peligro que había hecho que todas mis alarmas se activaran casi a la vez provocándome un penetrante dolor en las sienes. No fue hasta que enfoqué correctamente que pude ver uno de los felinos más imponentes de la tierra: una pantera, negra, bebiendo a unos metros de donde me encontraba. El estómago se me encogió en el acto, ese miedo instintivo que me indicaba que saliera corriendo, en dirección contraria, lo más lejos y lo más rápido posible. Y lo hubiera hecho si aquello hubiera sucedido cuando era apenas tenía conocimiento de lo que podría suceder, pero en aquel momento…
… me quedé simple y llanamente fascinada por cada uno de los movimientos, por cada uno de los músculos que se dejaban a ver con los cambios de posición. Era hermosa, hermosa y letal, una máquina de matar perfecta, un ser que podría partirme por la mitad de un solo zarpazo y sin embargo no podía desviar mi mirada de ella, como si buscara algo que no terminaba de entender.
—Hermosa…— susurré, en apenas un hilo de voz, sin darme cuenta de que aquel sonido había salido de entre mis labios y sorprendiéndome casi al mismo tiempo de lo que había dicho, buscando la mochila entonces a tienta lo mismo que las botas mientras estiraba las piernas por si tenía que levantarme y salir corriendo de aquel claro del bosque.
Mis piernas flexionadas, las manos descansando con suavidad en las rodillas, la mente que buscaba desconectar al tiempo que cerraba los ojos. Durante unos minutos no sentí más que los sonidos de la Naturaleza, el arrollo correteando cantarín, el sonido lejano de los animales que aún pervivían por mucho que la mano de los humanos y de otros seres parecieran más que dispuestos a acabar con ellos. Y entonces lo sentí. Fue un destello en mitad de la tranquilidad, un fogonazo que me indicaba que no estaba sola, que había algún tipo de peligro cerca. Esa sensación que se clava en la parte trasera de la nuca cuando algo o alguien te observa, ese escalofrío que como fuego líquido baja lentamente por la espalda, serpenteando hasta que hace que todo el cuerpo se estremezca.
Cuando abrí los ojos por un momento no llegué a ver nada, no localicé de dónde venía el peligro que había hecho que todas mis alarmas se activaran casi a la vez provocándome un penetrante dolor en las sienes. No fue hasta que enfoqué correctamente que pude ver uno de los felinos más imponentes de la tierra: una pantera, negra, bebiendo a unos metros de donde me encontraba. El estómago se me encogió en el acto, ese miedo instintivo que me indicaba que saliera corriendo, en dirección contraria, lo más lejos y lo más rápido posible. Y lo hubiera hecho si aquello hubiera sucedido cuando era apenas tenía conocimiento de lo que podría suceder, pero en aquel momento…
… me quedé simple y llanamente fascinada por cada uno de los movimientos, por cada uno de los músculos que se dejaban a ver con los cambios de posición. Era hermosa, hermosa y letal, una máquina de matar perfecta, un ser que podría partirme por la mitad de un solo zarpazo y sin embargo no podía desviar mi mirada de ella, como si buscara algo que no terminaba de entender.
—Hermosa…— susurré, en apenas un hilo de voz, sin darme cuenta de que aquel sonido había salido de entre mis labios y sorprendiéndome casi al mismo tiempo de lo que había dicho, buscando la mochila entonces a tienta lo mismo que las botas mientras estiraba las piernas por si tenía que levantarme y salir corriendo de aquel claro del bosque.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Quedé frente a ella inclinado sobre aquel pequeño lago, no era más que una charca comparado con el riachuelo que corría impunemente tras mis espaldas. Todo era frondoso, como si fuera un jardín bien cuidado de un hechicero conectado con la naturaleza. El agua de un manantial subterráneo buscaba salir a la superficie y creaba este pequeño lago de apariencia frágil, como ella. Estábamos separados por quizás unos veinte metros, sin embargo ella me podía ver claramente por culpa del inmenso claro y de la luz de la luna proyectándose entre los altos árboles.
Su aspecto era de una chica delgada, de cabellos algo largos, rasgos asiáticos y una fragancia agradable. Como había sentido la primera vez no era un demonio, no había el mínimo aroma de azufre, pero tampoco era un ángel. Podía sentir que bajo ese aspecto de niña perdida había algo poderoso, me recordó a la sensación con viejos hechiceros de los Thorns y algunos con los cuales había conversado pertenecientes a mi orden, la orden de Talamasca.
Di un paso hacia delante pisando el diminuto lago, adentrándome en él y acortando distancia. Con calma me quedé a escasos metros de ella, casi podría sentir mi respiración. Mis ojos tenían un brillo de humanidad que quizás la alertaban, pero seguía siendo a sus ojos un enorme felino con la voracidad y la fuerza que estos poseían. Quedaban escasos ejemplares de pantera en el mundo, tal vez por ello yo me sentía un poco afortunado dentro de mi maldición.
“Curioso, sólo así logro que una chica no me golpee. Como pantera tengo más suerte que como hombre. ¿Será mi crema para después del afeitado?”
Me quedé frente a ella examinándola, tan sólo unos segundos, pronto comencé a merodear a su alrededor. No parecía demasiado peligrosa, tan sólo extraña estando en aquel lugar a solas. Aunque yo también era extraño. Pensé entonces que como yo había ido en busca del contacto con la naturaleza.
Antes que pudiera sentirse atemorizada salí corriendo en dirección a mis ropas. Quería conversar con ella, mi curiosidad se había disparado. Era algo que estaba en mi ADN, me provocaban unos impulsos que no podía controlar.
En menos de dos minutos estaba perfectamente vestido, al menos en parte, salvo por mis pies descalzos. Tomé mis zapatos cargándolos con mi mano derecha, caminando sobre aquel frondoso paraje. Las flores comenzaban a tener cada vez más presencia, la primavera había llegado con fuerza. El musgo de los árboles lo cubría todo, incluso rocas, y con él las enredaderas y madreselvas.
-Buenas noches señorita.-dije quedando a pocos pasos de ella.-No es buen lugar para que estés sola, cualquier animal podría atacarla.
“Sí, seguro que pensará y cualquier idiota también.”
Su aspecto era de una chica delgada, de cabellos algo largos, rasgos asiáticos y una fragancia agradable. Como había sentido la primera vez no era un demonio, no había el mínimo aroma de azufre, pero tampoco era un ángel. Podía sentir que bajo ese aspecto de niña perdida había algo poderoso, me recordó a la sensación con viejos hechiceros de los Thorns y algunos con los cuales había conversado pertenecientes a mi orden, la orden de Talamasca.
Di un paso hacia delante pisando el diminuto lago, adentrándome en él y acortando distancia. Con calma me quedé a escasos metros de ella, casi podría sentir mi respiración. Mis ojos tenían un brillo de humanidad que quizás la alertaban, pero seguía siendo a sus ojos un enorme felino con la voracidad y la fuerza que estos poseían. Quedaban escasos ejemplares de pantera en el mundo, tal vez por ello yo me sentía un poco afortunado dentro de mi maldición.
“Curioso, sólo así logro que una chica no me golpee. Como pantera tengo más suerte que como hombre. ¿Será mi crema para después del afeitado?”
Me quedé frente a ella examinándola, tan sólo unos segundos, pronto comencé a merodear a su alrededor. No parecía demasiado peligrosa, tan sólo extraña estando en aquel lugar a solas. Aunque yo también era extraño. Pensé entonces que como yo había ido en busca del contacto con la naturaleza.
Antes que pudiera sentirse atemorizada salí corriendo en dirección a mis ropas. Quería conversar con ella, mi curiosidad se había disparado. Era algo que estaba en mi ADN, me provocaban unos impulsos que no podía controlar.
En menos de dos minutos estaba perfectamente vestido, al menos en parte, salvo por mis pies descalzos. Tomé mis zapatos cargándolos con mi mano derecha, caminando sobre aquel frondoso paraje. Las flores comenzaban a tener cada vez más presencia, la primavera había llegado con fuerza. El musgo de los árboles lo cubría todo, incluso rocas, y con él las enredaderas y madreselvas.
-Buenas noches señorita.-dije quedando a pocos pasos de ella.-No es buen lugar para que estés sola, cualquier animal podría atacarla.
“Sí, seguro que pensará y cualquier idiota también.”
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Podía notar cómo el corazón latía con rapidez contra mi pecho. Si no estuviera nerviosa no sería humana, sino algún tipo de robot. Y sin embargo estaba por completo fascinada. Hacía mucho tiempo, demasiado en realidad, que no me encontraba con una de esas magníficas criaturas. Los nervios atenazaban mi estómago mientras le veía merodear después de haberse acercado. Me había dado tiempo justo para incorporarme antes de que los movimientos del felino a mi alrededor provocaran que todas las alarmas se dispararan de nuevo. Fruncí con suavidad el ceño, había algo de humano en esa mirada que me hacía preguntarme hasta qué punto estaba delante de un animal y no de algún ser sobrenatural. Una pregunta que pasó de forma fugaz por mi mente. No tenía una forma clara de saber qué era en realidad, no era como si tuviera un cartel de neón sobre la cabeza que me lo indicara.
Y como vino, desapareció entre las sombras dejando tras de sí una sensación extraña. Apreté apenas los labios mientras miraba hacia el lugar cubierto de oscuridad por el que había desaparecido casi como si se hubiera fundido con ella. Si hubiera sido otra persona, si no hubiera vivido todo lo que había vivido, quizá hubiera pensado que se trataba de algún tipo de animal totémico que me venía a advertir de algo, pero había sido demasiado real, demasiado tangible, y me había puesto demasiado nerviosa como para que se tratara de algún tipo de alucinación de ese tipo.
Cualquiera que me viera hubiera pensado que no era más que una bruja incompetente y novata. Negué ligeramente mientras miraba una vez más a mí alrededor, antes de volver a acomodarme con lentitud en el mismo lugar en el que había estado. Bien podría aparecer de golpe de nuevo, aunque lo que apareció fue algo muy diferente… o mejor dicho, alguien. El joven oriental que entró entonces en el claro, vestido con un traje y con los pies descalzos me desconcertó casi más que lo que había hecho la presencia de la pantera unos minutos antes. Carraspeé con suavidad, con ese gesto desconfiado que a veces aparecía, mientras miraba los zapatos que tenía en la mano y al escuchar su frase arqueé apenas las cejas en un gesto de sorpresa.
— Buenas noches.—respondí, inclinándome apenas, en uno de esos gestos que hacía de forma automática. — Muchas veces esos animales salvajes son más de fiar que los hombres, ¿no lo sabe?— pregunté, mirándole con cierta curiosidad, moviéndome apenas para terminar de pie con mi calzado y la mochila en el suelo. — Extraño atuendo…—comenté en apenas un hilo de voz, mirando curiosa el traje que llevaba puesto.
Y como vino, desapareció entre las sombras dejando tras de sí una sensación extraña. Apreté apenas los labios mientras miraba hacia el lugar cubierto de oscuridad por el que había desaparecido casi como si se hubiera fundido con ella. Si hubiera sido otra persona, si no hubiera vivido todo lo que había vivido, quizá hubiera pensado que se trataba de algún tipo de animal totémico que me venía a advertir de algo, pero había sido demasiado real, demasiado tangible, y me había puesto demasiado nerviosa como para que se tratara de algún tipo de alucinación de ese tipo.
Cualquiera que me viera hubiera pensado que no era más que una bruja incompetente y novata. Negué ligeramente mientras miraba una vez más a mí alrededor, antes de volver a acomodarme con lentitud en el mismo lugar en el que había estado. Bien podría aparecer de golpe de nuevo, aunque lo que apareció fue algo muy diferente… o mejor dicho, alguien. El joven oriental que entró entonces en el claro, vestido con un traje y con los pies descalzos me desconcertó casi más que lo que había hecho la presencia de la pantera unos minutos antes. Carraspeé con suavidad, con ese gesto desconfiado que a veces aparecía, mientras miraba los zapatos que tenía en la mano y al escuchar su frase arqueé apenas las cejas en un gesto de sorpresa.
— Buenas noches.—respondí, inclinándome apenas, en uno de esos gestos que hacía de forma automática. — Muchas veces esos animales salvajes son más de fiar que los hombres, ¿no lo sabe?— pregunté, mirándole con cierta curiosidad, moviéndome apenas para terminar de pie con mi calzado y la mochila en el suelo. — Extraño atuendo…—comenté en apenas un hilo de voz, mirando curiosa el traje que llevaba puesto.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Podía notar su nerviosismo, mi visita la había trastocado de una forma muy cómica. Por unos momentos pensé que era adorable, olvidando que seguro que podía fundirme o convertirme en rana. Ya daba por hecho que esa energía espiritual que había visto junto a ella no era más que el poder de la magia, no era una de los míos, por así decirlo, sino una humana con talentos especiales. Yo no era más que una mezcla o quizás el eslabón perdido entre el hombre y la naturaleza, ese que durante décadas había buscado el hombre moderno.
-No lo veo tan extraño, el dependiente me dijo que era la última moda recordando los trajes más sobrios y elegantes del siglo XX.-comenté abriendo mi chaqueta para contemplar mi chaleco oscuro, de distinto tipo de tela pero mismo tono, para luego esbozar una sonrisa estúpida para ella, tal vez, pero era mi forma de sonreír y no iba a cambiarla por nada ni nadie.-Hoy me tomé la noche libre, este traje es por culpa de mi trabajo. He dejado todo de lado sólo porque necesitaba encontrarme con la naturaleza, creo que ya nadie le da la importancia que merece.-la miré fijamente de la misma forma que había hecho como pantera, observaba sus rasgos asiáticos como si estuviera hechizado. Era una chica muy bonita, pero demasiado sola para estar en un territorio donde podía atacarla cualquier demonio, no sólo un animal.
Me senté en aquel pequeño claro, mis pies desnudos acariciaron el manto verde que se extendía desde mi posición hasta donde alcanzaba la vista. Dejé mis zapatos cerca de los suyos, contemplando el lago fascinado. Sonreí con calma, alzando después mi rostro hacia el cielo. Se podían contemplar algunas estrellas, aunque no eran como en lugares aún más desérticos y alejados de la ciudad.
-Suelo venir aquí, es el único lugar donde se pueden ver.-comenté antes de girarme hacia ella.-Siéntese por favor, así me hará compañía.-la miré de nuevo clavando mi mirada en ella.-Mi nombre es Lee Junsu.
“Y a partir de hoy te recordará como el tipo estúpido de traje que parecía ligar conmigo en el lago. Fantástico Junsu, jamás conseguirás siquiera tener una amiga en esta ciudad. Sean debería ver esto, seguro que se burlaría. Si al menos tuviera su carisma, pero nada. A unos los hacen guapos, altos y con carisma y a otros nos dan los desechos que nadie quiere. Total, tampoco es que quiera destacar, pero las chicas huyen como si deseara violarlas. No estoy tan necesitado.”
-No lo veo tan extraño, el dependiente me dijo que era la última moda recordando los trajes más sobrios y elegantes del siglo XX.-comenté abriendo mi chaqueta para contemplar mi chaleco oscuro, de distinto tipo de tela pero mismo tono, para luego esbozar una sonrisa estúpida para ella, tal vez, pero era mi forma de sonreír y no iba a cambiarla por nada ni nadie.-Hoy me tomé la noche libre, este traje es por culpa de mi trabajo. He dejado todo de lado sólo porque necesitaba encontrarme con la naturaleza, creo que ya nadie le da la importancia que merece.-la miré fijamente de la misma forma que había hecho como pantera, observaba sus rasgos asiáticos como si estuviera hechizado. Era una chica muy bonita, pero demasiado sola para estar en un territorio donde podía atacarla cualquier demonio, no sólo un animal.
Me senté en aquel pequeño claro, mis pies desnudos acariciaron el manto verde que se extendía desde mi posición hasta donde alcanzaba la vista. Dejé mis zapatos cerca de los suyos, contemplando el lago fascinado. Sonreí con calma, alzando después mi rostro hacia el cielo. Se podían contemplar algunas estrellas, aunque no eran como en lugares aún más desérticos y alejados de la ciudad.
-Suelo venir aquí, es el único lugar donde se pueden ver.-comenté antes de girarme hacia ella.-Siéntese por favor, así me hará compañía.-la miré de nuevo clavando mi mirada en ella.-Mi nombre es Lee Junsu.
“Y a partir de hoy te recordará como el tipo estúpido de traje que parecía ligar conmigo en el lago. Fantástico Junsu, jamás conseguirás siquiera tener una amiga en esta ciudad. Sean debería ver esto, seguro que se burlaría. Si al menos tuviera su carisma, pero nada. A unos los hacen guapos, altos y con carisma y a otros nos dan los desechos que nadie quiere. Total, tampoco es que quiera destacar, pero las chicas huyen como si deseara violarlas. No estoy tan necesitado.”
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Sin poder evitarlo una ligera sonrisa apareció de forma automática en mis labios al escucharle y al ver su sonrisa. Fue un momento, un instante, el tiempo suficiente hasta darme cuenta de lo que estaba haciendo y un pequeño gesto de sorpresa apareció de la misma manera que lo había hecho solo unos segundos antes la sonrisa. Por regla general procuraba mantenerme sobria y lejana con la gente que acababa de conocer, no solía mostrar gestos como aquel, y sin embargo, quizá por la situación, aquel chico había conseguido lo impensable con solo una frase. Era… extraño. Sí, esa era la palabra que mejor podría definirlo, lo suficientemente extraño para ser diferente y lo diferente siempre había hecho que mi curiosidad se activara, ese deseo de saber, de entender, de comprender, de ir más allá de las apariencias. No me creía que fuera una coincidencia que la pantera desapareciera y de repente aquel hombre de traje con los zapatos en la mano hiciera acto de presencia.
Mantuve su mirada, sintiendo un pequeño reconocimiento, como si algo en mi cabeza me quisiera hacer unir dos piezas que en principio estaban separadas, sin ninguna conexión aparente. ¿Podría ser? Sí, podría ser, era más que plausible, pero tampoco iba a preguntarle directamente si en sus ratos libres se dedicaba a pasear como una pantera por aquel lugar. Seguí sus movimientos mientras se acercaba y finalmente se sentaba.
Aproveché que estaba mirando hacia el cielo para poder observarlo con más claridad, sus rasgos asiáticos me llamaban como la luz llamaba a las polillas nocturnas. Quizá de ahí el reconocimiento o la sonrisa anterior. Podría haber cogido mis cosas en ese mismo momento y alejarme, pero en vez de hacer lo que la lógica dictaba, simplemente me dejé caer en el suelo por tercera vez aquella noche y me acomodé moviéndome lo justo para poder verlo con claridad.
—No me refería a extraño por el traje, sino por usarlo aquí, en la naturaleza.— le explique, mientras flexionaba una de las rodillas para abrazarla contra el pecho mientras la otra pierna seguía doblada, apoyé mi barbilla mi antebrazo mientras le miraba durante unos segundos y al escuchar su nombre una segunda sonrisa apareció. —Kang He Neul.— respondí de forma automática y seguramente si no hubiéramos estado en mitad de la naturaleza le hubiera pasado una tarjeta, como había sido costumbre hacía tanto tiempo. —Es un buen sitio para mirarlas, aunque la luz de la ciudad muchas veces la tapa por completo… —musité, alzando a mi vez el rostro para poder mirar las estrellas con un gesto que por unos instantes fue melancólico.
Mantuve su mirada, sintiendo un pequeño reconocimiento, como si algo en mi cabeza me quisiera hacer unir dos piezas que en principio estaban separadas, sin ninguna conexión aparente. ¿Podría ser? Sí, podría ser, era más que plausible, pero tampoco iba a preguntarle directamente si en sus ratos libres se dedicaba a pasear como una pantera por aquel lugar. Seguí sus movimientos mientras se acercaba y finalmente se sentaba.
Aproveché que estaba mirando hacia el cielo para poder observarlo con más claridad, sus rasgos asiáticos me llamaban como la luz llamaba a las polillas nocturnas. Quizá de ahí el reconocimiento o la sonrisa anterior. Podría haber cogido mis cosas en ese mismo momento y alejarme, pero en vez de hacer lo que la lógica dictaba, simplemente me dejé caer en el suelo por tercera vez aquella noche y me acomodé moviéndome lo justo para poder verlo con claridad.
—No me refería a extraño por el traje, sino por usarlo aquí, en la naturaleza.— le explique, mientras flexionaba una de las rodillas para abrazarla contra el pecho mientras la otra pierna seguía doblada, apoyé mi barbilla mi antebrazo mientras le miraba durante unos segundos y al escuchar su nombre una segunda sonrisa apareció. —Kang He Neul.— respondí de forma automática y seguramente si no hubiéramos estado en mitad de la naturaleza le hubiera pasado una tarjeta, como había sido costumbre hacía tanto tiempo. —Es un buen sitio para mirarlas, aunque la luz de la ciudad muchas veces la tapa por completo… —musité, alzando a mi vez el rostro para poder mirar las estrellas con un gesto que por unos instantes fue melancólico.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
-He estado en lugares donde se podía contemplar el cielo como si fuera un mar, las estrellas eran como pequeños focos de luz que te recordaban que seguías vivo y que tenías que seguirlas, porque quizás siguiéndolas dabas con lo que buscabas.-había viajado por el desierto en camello, corrido por bosques helados en forma de lobo buscando un refugio y caminado como gato por lugares de la India que aún no habían sido conquistados con las luces de las grandes ciudades. Esos recuerdos me hacían sonreír de manera infantil. Tenía un buen trabajo, era bueno porque podía descubrir los misterios del mundo y sentir que este era demasiado pequeño, aunque fuera desconocido y extraño.-Las estrellas siempre han tenido importancia para el hombre. Durante milenios fue la forma más segura de viajar, trazar calendarios o simplemente recordarse que los antepasados nos miraban. Ahora nadie mira a las estrellas, ni siquiera los enamorados, porque hay cosas más importantes.
La naturaleza era importante para mí, mi gran pasión. Me pasaba horas examinando nuevos brotes de plantas que todos creían extintas, o simplemente recogía muestras de hongos. Iba probando mis límites, llevándolos a laboratorio y examinándolos con cuidado. Rellenaba informes, añadía dibujos que para mí eran bastante toscos. Siempre quise aprender bien a dibujar, aunque Sean pensaba que sabía tomar matices. Pero no, eran toscos y simples en comparación con las mil cicatrices que podía tener un pétalo de una flor. Hacía fotos, videos, observaba su crecimiento y reportaba todo a Talamasca, así como a personas que pudieran necesitarlo para ayudar al hombre a no destruirse a sí mismo.
-Tu nombre significa cielo, es una ironía en estos tiempos de infierno y estrellas desaparecidas.-Ha Neul, es un placer decir incoherencias frente a una chica.
La última vez que había hecho partícipe a alguien de mis tonterías fue con Sean, él me escuchó con paciencia y creo que incluso intentaba no burlarse de mí. Un chico que usaba la tecnología pero que odiaba el exceso de ella, alguien que quería destacar para que dejaran de verlo como un bicho raro y sin embargo se paseaba como pantera cuando le venía en gana. Era un rompecabezas extraño, incoherente pero sabía que tenía cierto sentido mi comportamiento, o eso quería pensar. Recordé que la única persona que me soportaba todo aquello ya no estaba, mi hermano había muerto y mi madre se había hundido con ello, era como si ella también estuviera muerta.
La naturaleza era importante para mí, mi gran pasión. Me pasaba horas examinando nuevos brotes de plantas que todos creían extintas, o simplemente recogía muestras de hongos. Iba probando mis límites, llevándolos a laboratorio y examinándolos con cuidado. Rellenaba informes, añadía dibujos que para mí eran bastante toscos. Siempre quise aprender bien a dibujar, aunque Sean pensaba que sabía tomar matices. Pero no, eran toscos y simples en comparación con las mil cicatrices que podía tener un pétalo de una flor. Hacía fotos, videos, observaba su crecimiento y reportaba todo a Talamasca, así como a personas que pudieran necesitarlo para ayudar al hombre a no destruirse a sí mismo.
-Tu nombre significa cielo, es una ironía en estos tiempos de infierno y estrellas desaparecidas.-Ha Neul, es un placer decir incoherencias frente a una chica.
La última vez que había hecho partícipe a alguien de mis tonterías fue con Sean, él me escuchó con paciencia y creo que incluso intentaba no burlarse de mí. Un chico que usaba la tecnología pero que odiaba el exceso de ella, alguien que quería destacar para que dejaran de verlo como un bicho raro y sin embargo se paseaba como pantera cuando le venía en gana. Era un rompecabezas extraño, incoherente pero sabía que tenía cierto sentido mi comportamiento, o eso quería pensar. Recordé que la única persona que me soportaba todo aquello ya no estaba, mi hermano había muerto y mi madre se había hundido con ello, era como si ella también estuviera muerta.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Era un hombre diferente. Al escucharle hablar por un momento pude imaginarme en el pasado, en otras épocas, en otros lugares y con otras personas. Incluso durante unos instantes el rostro del que fuera mi mentor había aparecido con fuerza, como si fuera una estrella fugaz que hace acto de presencia para después desaparecer con la misma rapidez con la que ha aparecido. Fruncí apenas el ceño mientras le observaba en silencio durante unos segundos mientras pensaba en las palabras que había pronunciado. Tenía razón, mucha más razón de lo que un simple humano hubiera podido llegar a tener al hablar de esas sensaciones, de esos hechos que había relatado. Me moví por un instante inquieta, no por él, sino por mí misma. Lejos estaba, al menos por el momento, esa sensación de nerviosismo que me había atacado cuando había visto a la pantera después de mi primera fascinación.
— Hablas como un bardo.— contesté mientras le miraba directamente a los ojos, como solía hacer con pocas personas. Sin darme cuenta de lo que estaba haciendo me encontraba tuteándolo como si fuera lo más natural del mundo. — Como todo un contador de historias.— sonreí una vez más, mientras miraba de nuevo hacia el cielo nocturno. — Si miraran un poco más hacia arriba, hacia las estrellas, o, mejor dicho…—me detuve apenas unos instantes. — Si miraran un poco más allá de ellos mismos, entonces muchas cosas podrían haberse cambiado o directamente no haber sucedido… pero nadie parece estar dispuesto a darse cuenta de que en la Naturaleza podemos encontrar muchas de las respuestas que estamos buscando.
”Solo hace falta saber mirar” y esas palabras las había escuchado mil veces de aquel que había marcado mi destino desde el mismo momento que había cruzado una mirada con él, hacia demasiado tiempo ya. Sus palabras hicieron que volviera mi atención de nuevo hacia Junsu. Me gustaba el sonido de su nombre, aunque en esos momentos sentía más curiosidad por sus palabras. Esas que parecían ser dichas como si nada, pero que quizá en mi mente encontraban significados que él ni siquiera se había propuesto poner en ellas.
— Supongo que todavía hay quienes tenemos confianza en que todo puede volver a cambiar… para mejor.—le contesté, negando suavemente. — Al menos mientras haya lugares como este y puedan existir conversaciones como la que estamos teniendo sin que nos lancemos a la yugular del otro.
Apoyé la mano en el suelo, justo a mi lado, dejando que la energía de la Tierra, esa que nos envolvía y que pocos eran capaces de comprender, me recorriera durante unos segundos como una descarga de energía pura sintiéndome de esa manera revitalizada.
— Hablas como un bardo.— contesté mientras le miraba directamente a los ojos, como solía hacer con pocas personas. Sin darme cuenta de lo que estaba haciendo me encontraba tuteándolo como si fuera lo más natural del mundo. — Como todo un contador de historias.— sonreí una vez más, mientras miraba de nuevo hacia el cielo nocturno. — Si miraran un poco más hacia arriba, hacia las estrellas, o, mejor dicho…—me detuve apenas unos instantes. — Si miraran un poco más allá de ellos mismos, entonces muchas cosas podrían haberse cambiado o directamente no haber sucedido… pero nadie parece estar dispuesto a darse cuenta de que en la Naturaleza podemos encontrar muchas de las respuestas que estamos buscando.
”Solo hace falta saber mirar” y esas palabras las había escuchado mil veces de aquel que había marcado mi destino desde el mismo momento que había cruzado una mirada con él, hacia demasiado tiempo ya. Sus palabras hicieron que volviera mi atención de nuevo hacia Junsu. Me gustaba el sonido de su nombre, aunque en esos momentos sentía más curiosidad por sus palabras. Esas que parecían ser dichas como si nada, pero que quizá en mi mente encontraban significados que él ni siquiera se había propuesto poner en ellas.
— Supongo que todavía hay quienes tenemos confianza en que todo puede volver a cambiar… para mejor.—le contesté, negando suavemente. — Al menos mientras haya lugares como este y puedan existir conversaciones como la que estamos teniendo sin que nos lancemos a la yugular del otro.
Apoyé la mano en el suelo, justo a mi lado, dejando que la energía de la Tierra, esa que nos envolvía y que pocos eran capaces de comprender, me recorriera durante unos segundos como una descarga de energía pura sintiéndome de esa manera revitalizada.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Un contador de historias, eso era. Siempre había relatado en mis escritos cada detalle, por mínimo e insignificante que fuera, porque me parecía divertido que cualquiera que lo leyera se imaginara todo, pudiera verlo frente a sus ojos como si fuera una imagen nítida. Me gustaba pensar que mis escritos eran como fotografías, películas o pinturas. Uno podía sentirse dentro de esas fotografías, caminando entre ellas. Había tantos adelantos para poder oler objetos en la distancia, inclusive neveras del futuro que te mostraba a tiempo real el mercado donde harías la compra, pero no había nada inventado para la elaboración de historias.
El ser humano siempre se había dejado guiar por palabras, pues sus sentimientos se transmitían mediante estas de generación en generación, y yo no era más que un idiota enamorado de las palabras. Si estaba en Talamasca era para combatir la tecnología que dañaba al hombre, que lo apartaba de la palabra y del sentimiento. No éramos malditas máquinas, éramos carne y hueso.
-Me gusta contar historias.-dije cuando acabó de hablar, siendo respetuoso para no molestar su diálogo conmigo. Su voz era agradable, se sentía refrescante. Por unos momentos recordé que era tener a alguien en mi vida, en la vida de un solitario, y esa fue la misma sensación que poseía cuando recordaba a Sean. No era lo mismo hablar de forma telemática que en un paraje natural, a solas, con la única luz de la luna y el sentimiento que se marcaba con la voz.-Las historias están vinculadas con la historia de la humanidad.-comenté antes de esbozar una sonrisa.-Las leyendas hicieron fuertes a las viejas culturas, toda cultura tiene sus historias y la nuestra está siendo robada. Un día nos iremos todos al infierno, nos veremos allí y nos daremos cuenta que hemos vivido todo el tiempo en un lugar parecido. Porque ya ni recordamos quienes somos, somos unos idiotas presumidos que nos creemos los líderes de la creación. En realidad, sólo somos estúpidos que no contemplamos la belleza del mundo, ni queremos recordar que llegó a ser y lo que podemos aún vivir en él.
“Sí, amargarla con tus historias de viejo. Aunque tu apariencia sea más joven eres un hombre de treinta años con la conciencia de uno de ochenta, harás que se espante y por supuesto te de un bofetón. Ve preparando la cara.”
Mis pies se deslizaban por la hierba, como si la reconociera con otro tacto. Mis manos se movieron aproximándose a las suyas, palpando cada trozo de aquel césped natural. Sentía las hendiduras de mis pezuñas, las cuales había dejado en aquella tierra algo húmeda. Sin proponérmelo dejé mi mano colocada sobre mi huella quedándome en silencio, recordando los sonidos que regalaba aquel lugar y que podía sentir mil veces más siendo pantera, lobo o pequeño gato escurridizo.
El ser humano siempre se había dejado guiar por palabras, pues sus sentimientos se transmitían mediante estas de generación en generación, y yo no era más que un idiota enamorado de las palabras. Si estaba en Talamasca era para combatir la tecnología que dañaba al hombre, que lo apartaba de la palabra y del sentimiento. No éramos malditas máquinas, éramos carne y hueso.
-Me gusta contar historias.-dije cuando acabó de hablar, siendo respetuoso para no molestar su diálogo conmigo. Su voz era agradable, se sentía refrescante. Por unos momentos recordé que era tener a alguien en mi vida, en la vida de un solitario, y esa fue la misma sensación que poseía cuando recordaba a Sean. No era lo mismo hablar de forma telemática que en un paraje natural, a solas, con la única luz de la luna y el sentimiento que se marcaba con la voz.-Las historias están vinculadas con la historia de la humanidad.-comenté antes de esbozar una sonrisa.-Las leyendas hicieron fuertes a las viejas culturas, toda cultura tiene sus historias y la nuestra está siendo robada. Un día nos iremos todos al infierno, nos veremos allí y nos daremos cuenta que hemos vivido todo el tiempo en un lugar parecido. Porque ya ni recordamos quienes somos, somos unos idiotas presumidos que nos creemos los líderes de la creación. En realidad, sólo somos estúpidos que no contemplamos la belleza del mundo, ni queremos recordar que llegó a ser y lo que podemos aún vivir en él.
“Sí, amargarla con tus historias de viejo. Aunque tu apariencia sea más joven eres un hombre de treinta años con la conciencia de uno de ochenta, harás que se espante y por supuesto te de un bofetón. Ve preparando la cara.”
Mis pies se deslizaban por la hierba, como si la reconociera con otro tacto. Mis manos se movieron aproximándose a las suyas, palpando cada trozo de aquel césped natural. Sentía las hendiduras de mis pezuñas, las cuales había dejado en aquella tierra algo húmeda. Sin proponérmelo dejé mi mano colocada sobre mi huella quedándome en silencio, recordando los sonidos que regalaba aquel lugar y que podía sentir mil veces más siendo pantera, lobo o pequeño gato escurridizo.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Tenía esa forma de hablar de las personas que gustan de utilizar la palabra, de entrelazarlas y crear caminos de plata por el que la imaginación puede llegar a volar. Quizá fuera el tono de la voz, quizá los gestos, las expresiones, el mismo mensaje, pero como fuera me encontré escuchándole con atención, movida por la curiosidad. Lo que decía no era algo nuevo, era algo que sabía y que había pensado en más de una ocasión, pero no significaba, sin embargo, que me estuviera aburriendo. Al contrario. Conocer lo que otras personas pensaban era clave para llegar a conocerlas. No sabía demasiado bien cuándo había llegado a la conclusión de que le hombre que estaba a mi lado era de interés, pero había aparecido sin darme cuenta y sin llegar a planearlo como sucedía la mayor parte de las veces que me encontraba con otra persona.
— Tener Guardianes de la Historia, de la cultura, es fundamental y más en el tiempo en el que estamos.— comenté con suavidad mientras le miraba, con cierta curiosidad, preguntándome hasta qué punto el hombre que estaba sentado a mi lado era tan joven como reflejaba. Había algo extraño a su alrededor, algo que lo diferenciaba de un simple humano y que le hacía diferente, especial. Había un halo extraño que me costaba llegar a identificar porque no buscaba forzarlo, sino que fuera algo natural. Respeto. Sí, eso era lo que estaba consiguiendo el joven del traje. — Lo que no llego a entender es cómo no se dan cuenta de que tal y como se están comportando, lo único que conseguirán es la propia destrucción pero…— negué con suavidad. — creo que estamos negativos esta noche ¿no?
Aparté la mirada de su rostro para clavarla en el suelo, movimiento en el que vi su mano sobre aquella huella de la pantera. Mi mirada oscura se mantuvo allí durante más segundos de los que debería. ¿Posible? Sí, lo era. Preguntar era algo que no solía hacer, siempre dejaba que fuera la otra persona quien diera el primer paso, el que me contara lo que quisiera contarme si así gustaba, pero aquella noche parecía que estaba dispuesta a ir rompiendo poco a poco, lentamente, todas y cada una de las normas que yo misma me había prefijado hacía tanto tiempo. Volví entonces mi mirada a su rostro buscando en ese gesto su mirada.
— Eras tú ¿verdad?— pregunté en un susurro de voz, esperando que no me tomara por loca por una pregunta como aquella. Una pregunta que podría sonar bastante absurda considerando que acabábamos de vernos por primera vez hacía apenas unos minutos por muy trascendental que se hubiera vuelto la conversación que habíamos mantenido.
— Tener Guardianes de la Historia, de la cultura, es fundamental y más en el tiempo en el que estamos.— comenté con suavidad mientras le miraba, con cierta curiosidad, preguntándome hasta qué punto el hombre que estaba sentado a mi lado era tan joven como reflejaba. Había algo extraño a su alrededor, algo que lo diferenciaba de un simple humano y que le hacía diferente, especial. Había un halo extraño que me costaba llegar a identificar porque no buscaba forzarlo, sino que fuera algo natural. Respeto. Sí, eso era lo que estaba consiguiendo el joven del traje. — Lo que no llego a entender es cómo no se dan cuenta de que tal y como se están comportando, lo único que conseguirán es la propia destrucción pero…— negué con suavidad. — creo que estamos negativos esta noche ¿no?
Aparté la mirada de su rostro para clavarla en el suelo, movimiento en el que vi su mano sobre aquella huella de la pantera. Mi mirada oscura se mantuvo allí durante más segundos de los que debería. ¿Posible? Sí, lo era. Preguntar era algo que no solía hacer, siempre dejaba que fuera la otra persona quien diera el primer paso, el que me contara lo que quisiera contarme si así gustaba, pero aquella noche parecía que estaba dispuesta a ir rompiendo poco a poco, lentamente, todas y cada una de las normas que yo misma me había prefijado hacía tanto tiempo. Volví entonces mi mirada a su rostro buscando en ese gesto su mirada.
— Eras tú ¿verdad?— pregunté en un susurro de voz, esperando que no me tomara por loca por una pregunta como aquella. Una pregunta que podría sonar bastante absurda considerando que acabábamos de vernos por primera vez hacía apenas unos minutos por muy trascendental que se hubiera vuelto la conversación que habíamos mantenido.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
No nos dábamos cuenta de la perdida de la humanidad, de la caída masiva que era entrar en ese conflicto perdiéndonos, arruinando todo, porque muchos estaban tentados por demonios que susurraban la crueldad, avaricia, necesidades banales y miles de pecados que podían inventarse tan sólo con el chasquido de un par de dedos. Podía ver en los seres inmortales, sobre todo en los demonios y algunos vampiros, el deseo de ver corruptos a todos y cada uno de los humanos que aún poblábamos este mundo tan oscuro.
-Demonios, simple y llanamente demonios.-susurré antes de escuchar su pregunta, provocando que apartara la mano ruborizándome. Acabé rascándome la nuca mientras miraba hacia abajo. No me gustaba decir la verdad sobre aquel tema, era como decir que era parte de una raza de seres que solía ser señalada con asco, miedo o incomprensión.-Supongo que sí, que era yo.-dije girándome para quedar frente a frente, mis ojos se colaron en los suyos hasta tomar contacto con algún rincón de su alma. Podía ver en ella algo más, algo que no sabía explicar, pero no me importó. Por alguna extraña razón supe que no me crucificaría como la mayoría.-Siento la necesidad de estar aquí, como en cualquier tipo de selva o bosque. He estado en el Amazonas hace unos años, estuve investigando y explorando lo poco que quedaba de él.-enterré entonces mis dedos en la tierra, conectando con ella mientras hablaba. No importaba si me llenaba de barro, para eso existían las tintorerías.-Mi trabajo es observar, cultivar la información, cedérsela a quien la necesite para mejorar el mundo y ocultarla de ojos dañinos. Todo lo hago en silencio, a solas, y sin esperar encontrar a alguien que me consuele, escuche o simplemente que sea agradable conmigo.
Sean había sido muy agradable invitándome a comer y beber, así como tocando la guitarra para mí. Hacía unos días había conocido a un par de chicos, uno robando y el otro paseando, pero hasta ahí era lo más sociable que había hecho en años. Buscaba ahora quizás algo a lo que aferrarme, a saber que cuando regresara de alguna misión estuviera esperándome. No era algo romántico lo que deseaba, era algo más bien armonioso como una amistad fuerte. Como le había dicho a Sean, era hermoso soñar con tener una familia pero cuando dabas tu cuerpo y tu alma a una causa, fuera la que fuera, terminabas entregando incluso esos pequeños sueños. En cierto sentido los amigos eran familia y yo me estaba viendo solo, sin familia a la cual acudir.
-Con mi forma de pantera no podía hablar, tan sólo con aquellos que son como yo.-dije calmado, por si se preguntaba el cambio que había dado para surgir de la nada nuevamente.-Me gusta este lugar, no suele venir nadie y me extrañó verte aquí.
-Demonios, simple y llanamente demonios.-susurré antes de escuchar su pregunta, provocando que apartara la mano ruborizándome. Acabé rascándome la nuca mientras miraba hacia abajo. No me gustaba decir la verdad sobre aquel tema, era como decir que era parte de una raza de seres que solía ser señalada con asco, miedo o incomprensión.-Supongo que sí, que era yo.-dije girándome para quedar frente a frente, mis ojos se colaron en los suyos hasta tomar contacto con algún rincón de su alma. Podía ver en ella algo más, algo que no sabía explicar, pero no me importó. Por alguna extraña razón supe que no me crucificaría como la mayoría.-Siento la necesidad de estar aquí, como en cualquier tipo de selva o bosque. He estado en el Amazonas hace unos años, estuve investigando y explorando lo poco que quedaba de él.-enterré entonces mis dedos en la tierra, conectando con ella mientras hablaba. No importaba si me llenaba de barro, para eso existían las tintorerías.-Mi trabajo es observar, cultivar la información, cedérsela a quien la necesite para mejorar el mundo y ocultarla de ojos dañinos. Todo lo hago en silencio, a solas, y sin esperar encontrar a alguien que me consuele, escuche o simplemente que sea agradable conmigo.
Sean había sido muy agradable invitándome a comer y beber, así como tocando la guitarra para mí. Hacía unos días había conocido a un par de chicos, uno robando y el otro paseando, pero hasta ahí era lo más sociable que había hecho en años. Buscaba ahora quizás algo a lo que aferrarme, a saber que cuando regresara de alguna misión estuviera esperándome. No era algo romántico lo que deseaba, era algo más bien armonioso como una amistad fuerte. Como le había dicho a Sean, era hermoso soñar con tener una familia pero cuando dabas tu cuerpo y tu alma a una causa, fuera la que fuera, terminabas entregando incluso esos pequeños sueños. En cierto sentido los amigos eran familia y yo me estaba viendo solo, sin familia a la cual acudir.
-Con mi forma de pantera no podía hablar, tan sólo con aquellos que son como yo.-dije calmado, por si se preguntaba el cambio que había dado para surgir de la nada nuevamente.-Me gusta este lugar, no suele venir nadie y me extrañó verte aquí.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Una sola palabra podía provocar rechazo y una sensación de desasosiego inmediato. A lo largo del tiempo me había encontrado con más de un demonio que buscaba problemas, que buscaba llevarme por los caminos más tortuosos de la existencia. El control que ejercía sobre mi misma no siempre se sostenía, muchas veces flaqueaba y sabía que en esos momentos era mucho más susceptible a caer en las garras de aquellos seres. La venganza que había protagonizado cuando era joven era una brecha que por mucho que buscar mantener cerrada muchas veces se abría con intensidad, dejándome completamente expuesta. Quizá esa era una de las razones por las que procuraba mantenerme alejada de los demás, por ese temor de que de repente saliera una parte de mi que no me gustaba, que detestaba en definitiva, como había pasado hacía unos días en el puerto donde había estado a punto de desatar toda mi ira y Olivia había conseguido aplacarme al hacer acto de presencia.
—Muchas veces lo que hacen es alimentar lo que todos tenemos en el interior para perdernos.—respondí, pero estaba mucho más interesada en las siguientes palabras. Así que mi intuición era verdad y era la pantera. Sentí una vez más el aguijón de la curiosidad mientras de forma casi imprescriptible me echaba hacia delante para poder mirarle a los ojos. En ocasiones nos encontrábamos con personas que encajaban con nuestros esquemas vitales, que sabíamos que nos entenderían y parecía que aquella noche el Destino, si es que uno creía en ello, había jugado sus cartas con maestría para hacer que nos encontráramos en aquel claro del bosque. —Tienes un trabajo loable, Junsu.—e interesante. El conocimiento había sido lo que me había movido a lo largo de los años y parecía que frente a mí tenía a otra alma similar en ese aspecto. —Me gusta investigar y conocer, aunque en vez de trabajo de campo suelo trabajar con documentación. Desde luego no suena tan interesante y divertido como lo tuyo.
Me quedé unos segundos callada, apoyando la barbilla una vez más en la rodilla que tenía flexionada mientras desviaba ligeramente mi mirada para clavarla en el claro, en la charca y en el riachuelo que seguía cantarín y que me recordaba otros tiempos donde no era difícil encontrar a otros como él. No había tenido mucha oportunidad de hablar con un cambiaformas, hacía demasiado tiempo de ello, pero no podía extrañar por la vida que llevaba.
—Solo conozco datos sueltos sobre los tuyos.— reconocí, arrugando apenas el ceño. —Soléis saber ocultaros, pero… reconozco que hoy me has fascinado, las panteras siempre han sido un animal que me han atraído desde que era joven.—volví entonces la mirada a él, sabiendo que seguramente la tez pálida de mi rostro tendría un pequeño rubor tras aquellas palabras. —Necesitaba salir de la ciudad y venir aquí, sentirme conectada, alejada de todos y poder estar en contacto con la Naturaleza… es casi una necesidad si quiero vivir bien.
—Muchas veces lo que hacen es alimentar lo que todos tenemos en el interior para perdernos.—respondí, pero estaba mucho más interesada en las siguientes palabras. Así que mi intuición era verdad y era la pantera. Sentí una vez más el aguijón de la curiosidad mientras de forma casi imprescriptible me echaba hacia delante para poder mirarle a los ojos. En ocasiones nos encontrábamos con personas que encajaban con nuestros esquemas vitales, que sabíamos que nos entenderían y parecía que aquella noche el Destino, si es que uno creía en ello, había jugado sus cartas con maestría para hacer que nos encontráramos en aquel claro del bosque. —Tienes un trabajo loable, Junsu.—e interesante. El conocimiento había sido lo que me había movido a lo largo de los años y parecía que frente a mí tenía a otra alma similar en ese aspecto. —Me gusta investigar y conocer, aunque en vez de trabajo de campo suelo trabajar con documentación. Desde luego no suena tan interesante y divertido como lo tuyo.
Me quedé unos segundos callada, apoyando la barbilla una vez más en la rodilla que tenía flexionada mientras desviaba ligeramente mi mirada para clavarla en el claro, en la charca y en el riachuelo que seguía cantarín y que me recordaba otros tiempos donde no era difícil encontrar a otros como él. No había tenido mucha oportunidad de hablar con un cambiaformas, hacía demasiado tiempo de ello, pero no podía extrañar por la vida que llevaba.
—Solo conozco datos sueltos sobre los tuyos.— reconocí, arrugando apenas el ceño. —Soléis saber ocultaros, pero… reconozco que hoy me has fascinado, las panteras siempre han sido un animal que me han atraído desde que era joven.—volví entonces la mirada a él, sabiendo que seguramente la tez pálida de mi rostro tendría un pequeño rubor tras aquellas palabras. —Necesitaba salir de la ciudad y venir aquí, sentirme conectada, alejada de todos y poder estar en contacto con la Naturaleza… es casi una necesidad si quiero vivir bien.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Su necesidad era parecida a la mía, eso me hizo esbozar una sonrisa. Al fin encontraba a alguien que no me tomaba por loco en Los Ángeles. Pocas veces podía conversar con una chica, era como si todas se ocultaran de mí y las que solía ver no eran lo que quería como amiga. Además, solía repelerlas como si alguien me hubiera maldito. Mi hermano solía reírse de mi por ello, él también podía convertirse en pantera, así como gato, pero no en lobo sino en chacal.
-También lo hago por recuerdos, mi hermano y yo solíamos tener la misma necesidad. Ambos solíamos caminar por los bosques de nuestro país, deambulábamos de un lugar a otro como animales. Preferíamos ser uno con la naturaleza que ser un humano común a ojos de todos, los demonios tientan más a los humanos que a las bestias.-susurré ofreciéndole ese dato, quizás lo sabía.
Como pantera jamás había sentido la influencia de un demonio, siquiera su presencia cerca. Podía percibirlo por el sexto sentido que poseía, gracias a ser un animal. Como humano era más vulnerable, podían jugar con mis sentidos y engañarme fácilmente.
Me había dejado guiar por la Lujuria, también por la Envidia y el Egoísmo. Reconozco que tiempo atrás había sido egoísta, tanto que hice que mi hermano se expusiera y muriera. Mis dedos se hundieron más en la tierra que removía lentamente buscando las raíces de los árboles cercanos, sintiendo como la vida se generaba bajo nuestros pies. No perdía detalle de sus ojos, los cuales parecían fijos en los míos y eso me causaba mayor curiosidad.
“Harás que se espante... Junsu”
-¿Qué eres? Sé que no eres común, lo puedo presentir.-susurré intentando averiguar qué podía ser.-Tal vez hechicera, pero no estoy seguro, y por lo que has dicho doy por hecho que no eres como yo. Tampoco creo que seas un demonio, una híbrida o un ángel. Ellos tienen una esencia que hacen que sienta cierto pavor, claro que es sólo con mi sentido animal sin saber qué es cada cosa.-la primera vez que vi a un ángel, o más bien lo presentí, creí que era un demonio.
Tenía quince años, me llevé el susto de mi vida, pero era sólo un querubín perdido del resto de compañeros. Buscaba a varios hermanos suyos, se había distanciado observando a la humanidad y sólo quería que le indicara una dirección. Aún recuerdo su rostro aniñado, sus ojos enormes de color café y sus cabellos negros revueltos sobre su frente. Por supuesto ese aroma a dulces, llevaba los bolsillos llenos de envoltorios de dulces que había comprado para probar. Parecía un niño de unos siete u ocho años, algo bastante tierno para esa presencia tan intensa.
-También lo hago por recuerdos, mi hermano y yo solíamos tener la misma necesidad. Ambos solíamos caminar por los bosques de nuestro país, deambulábamos de un lugar a otro como animales. Preferíamos ser uno con la naturaleza que ser un humano común a ojos de todos, los demonios tientan más a los humanos que a las bestias.-susurré ofreciéndole ese dato, quizás lo sabía.
Como pantera jamás había sentido la influencia de un demonio, siquiera su presencia cerca. Podía percibirlo por el sexto sentido que poseía, gracias a ser un animal. Como humano era más vulnerable, podían jugar con mis sentidos y engañarme fácilmente.
Me había dejado guiar por la Lujuria, también por la Envidia y el Egoísmo. Reconozco que tiempo atrás había sido egoísta, tanto que hice que mi hermano se expusiera y muriera. Mis dedos se hundieron más en la tierra que removía lentamente buscando las raíces de los árboles cercanos, sintiendo como la vida se generaba bajo nuestros pies. No perdía detalle de sus ojos, los cuales parecían fijos en los míos y eso me causaba mayor curiosidad.
“Harás que se espante... Junsu”
-¿Qué eres? Sé que no eres común, lo puedo presentir.-susurré intentando averiguar qué podía ser.-Tal vez hechicera, pero no estoy seguro, y por lo que has dicho doy por hecho que no eres como yo. Tampoco creo que seas un demonio, una híbrida o un ángel. Ellos tienen una esencia que hacen que sienta cierto pavor, claro que es sólo con mi sentido animal sin saber qué es cada cosa.-la primera vez que vi a un ángel, o más bien lo presentí, creí que era un demonio.
Tenía quince años, me llevé el susto de mi vida, pero era sólo un querubín perdido del resto de compañeros. Buscaba a varios hermanos suyos, se había distanciado observando a la humanidad y sólo quería que le indicara una dirección. Aún recuerdo su rostro aniñado, sus ojos enormes de color café y sus cabellos negros revueltos sobre su frente. Por supuesto ese aroma a dulces, llevaba los bolsillos llenos de envoltorios de dulces que había comprado para probar. Parecía un niño de unos siete u ocho años, algo bastante tierno para esa presencia tan intensa.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Me habían criado respetado cada forma de vida. Mi familia había sido lo que se podría llamar de mujeres chamanes, aunque en esa época me conocieran como bruja. Estar en contacto con la madre natura había sido algo que había estado presente siempre en cada uno de mis días, por lo que en cierta manera necesitaba ese contacto. Esa era la razón por la que tanto en mi casa como en la tienda tenía un jardín donde poder perderme todos los días cuando no salía de la ciudad. Un pequeño remanso de paz, un trozo de paraíso que cuidaba con mimo e intentaba que se mantuviera lo más inaccesible y secreto posible. Había demasiados seres que podrían considerar aquello como un insulto en un mundo donde las sombras, el polvo y la destrucción parecía que se habían convertido en las normas, en la regla, y no la excepción. Había cambiado todo demasiado, hasta tal punto que en ocasiones no reconocía el propio mundo donde vivía a pesar de los años que había vagado por él y haber sido partícipe, en cierta manera, de los mismos.
Mis ojos se entrecerraron un poco más, formando apenas una media luna mientras le miraba mientras hablaba. Me gustaba escucharlo. Había una fuerza en él que no había encontrado desde hacía demasiado tiempo entre las personas con las que me iba cruzando. Quizá fuera la curiosidad o las ganas de vivir, quizá fuera la necesidad de saber o ese amor por la naturaleza que se traslucía de cada una de sus palabras y que me recordaba tanto a la mía propia. Era explicable, mucho más que lo mío, al ser en parte un animal.
Durante años había intentando saber qué era lo que pasaba por su cabeza, cómo se sentían, qué significaba en realidad ese don o esa maldición según para la persona con la que hablaba. No eran como los licántropos: aquellos seres que habían conseguido arrebatarme a la única persona que tras la muerte de mi familia había logrado sentirme segura. No, no eran lo mismo, no sentía la rabia borboteando en su interior, y aunque las alarmas se habían disparado con anterioridad, en ese instante me sentía tranquila. Mucho más tranquila de lo que podría haber estado delante de un ser desconocido. Quizá incluso confiada, algo que podría resultar ser un fatal error.
—Has acertado en lo primero que has dicho.— respondí mientras le miraba. ¿Para qué mentir? Procuraba siempre ser sincera y más cuando él mismo me había dicho de qué tipo de ser sobrenatural se tratara. —Conectada a la Naturaleza, sigo la senda de la tierra, de la vida. Intento por todos los medios cuidarla y protegerla de aquellos que intentan destruirla… aunque cada vez se está haciendo más difícil.— finalicé en un susurro mientras estaba segura que una triste sonrisa aparecía en mis labios. —Entiendo esa necesidad de ser uno con la naturaleza, de perderse temporadas enteras en ella y olvidarse de la civilización… desgraciadamente cada vez se está haciendo más más y difícil conseguir hacerlo.
Mis ojos se entrecerraron un poco más, formando apenas una media luna mientras le miraba mientras hablaba. Me gustaba escucharlo. Había una fuerza en él que no había encontrado desde hacía demasiado tiempo entre las personas con las que me iba cruzando. Quizá fuera la curiosidad o las ganas de vivir, quizá fuera la necesidad de saber o ese amor por la naturaleza que se traslucía de cada una de sus palabras y que me recordaba tanto a la mía propia. Era explicable, mucho más que lo mío, al ser en parte un animal.
Durante años había intentando saber qué era lo que pasaba por su cabeza, cómo se sentían, qué significaba en realidad ese don o esa maldición según para la persona con la que hablaba. No eran como los licántropos: aquellos seres que habían conseguido arrebatarme a la única persona que tras la muerte de mi familia había logrado sentirme segura. No, no eran lo mismo, no sentía la rabia borboteando en su interior, y aunque las alarmas se habían disparado con anterioridad, en ese instante me sentía tranquila. Mucho más tranquila de lo que podría haber estado delante de un ser desconocido. Quizá incluso confiada, algo que podría resultar ser un fatal error.
—Has acertado en lo primero que has dicho.— respondí mientras le miraba. ¿Para qué mentir? Procuraba siempre ser sincera y más cuando él mismo me había dicho de qué tipo de ser sobrenatural se tratara. —Conectada a la Naturaleza, sigo la senda de la tierra, de la vida. Intento por todos los medios cuidarla y protegerla de aquellos que intentan destruirla… aunque cada vez se está haciendo más difícil.— finalicé en un susurro mientras estaba segura que una triste sonrisa aparecía en mis labios. —Entiendo esa necesidad de ser uno con la naturaleza, de perderse temporadas enteras en ella y olvidarse de la civilización… desgraciadamente cada vez se está haciendo más más y difícil conseguir hacerlo.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Sólo una palabra era la indicada para lo sucedido con la Tierra, con aquella que nos soportaba a todos, y era Desastre. Escasas eran las personas que tenían un buen fin en ella, todos se dejaban influir por demonios y por su propio estigma. Había quienes ni siquiera necesitaba el murmullo del mal brotando a su alrededor, pues germinaba en su corazón y se expandía con rapidez como un veneno mortal. Vino a mi mente la última frase que mi hermano me dedicó antes de morir “Las zarzas lo cubrirán todo, hermano” sentí entonces una punzada en mi corazón y mis ojos se llenaron de melancolía, por ello giré mi rostro hasta las profundidades del lago.
En el agua había acontecido la primera vida, en el agua debía residir la fuente de esta y la cual debería invocarse antes de desaparecer. Desde hacía años los hechiceros intentaban mejorar la calidad de lagos, ríos, manantiales junto a los mares y océanos. Este lugar era prueba de ello, varios hechiceros solían internarse en el valle buscando la conexión con su instinto, su senda, y ella era parte de esa prole de hombres que consideraba santos, pese que la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana los condenó a la hoguera siglos atrás.
-Siempre he admirado la dedicación de muchos de vosotros, sois como los superhéroes de los comic con poderes tendidos hacia la naturaleza, no hacia la humanidad. Nosotros los humanos dejamos mucho que desear, pero siempre hay alguien que merece la pena. Los hechiceros que cuidan la naturaleza, que la protegen con su propia vida porque es parte de su alma, tienen mi respeto. Aunque sé que algunos no son bondadosos, que muchos hechiceros usan su poder a favor de demonios y que pierden completamente el rumbo.-recordé molesto como hacía unos años, prácticamente tres, me había capturado como si fuera un animal salvaje. Me tuvo con él varios meses maltratando mi espíritu de lucha, mi cuerpo, pero no logró nada. Destrocé su cuerpo cuando dormía y me marché esperando que jamás me cruzara con él.-La bondad es una utopía, pero a veces te das de bruces con ella ¿eh?-sonreí intentando alejar ese pensamiento que me quemaba.
Me saqué la chaqueta dejándola a un lado, me agobiaba esa ropa. La manché de barro, pero no me importó. Quedó manchada a un lado, junto al chaleco que fue después. Me quedé en camisa, sintiendo así mejor el fresco que allí corría. Podía percibir en el aire los distintos aromas, aunque como animal los matices eran más intensos. El agua tenía aroma, aunque no lo pareciera, pero como humano lo único que podía respirar con claridad era la tierra mojada, algunas flores, sin distinguir bien sus especies, y su aroma femenino, su colonia o perfume. Pero allí en silencio, durante unos minutos tan sólo, me sentí como en el paraíso. Mis pies descalzos se movían suavemente sobre la hierba, el aire entraba mejor en mis pulmones y pronto me remangué la camisa. Era mejor estar así que enfundado en un traje inútil si no ibas a un local de lujo o un evento como bodas, bautizos, alguna misa o pequeñas reuniones de antiguos alumnos.
-Desearía ir marcha atrás en el tiempo, vivir otras épocas donde lo artesano se tenía en cuenta y no hacía falta tanta tecnología. Me encantan los computadores, pero puedo vivir sin ellos con una máquina de escribir e incluso con papel y lápiz.-me giré hacia ella, pues mi vista de nuevo había quedado clavada en los alrededores como eran las ramas de los árboles más frondosos y algunas flores.-La tecnología nos complica la vida.
En el agua había acontecido la primera vida, en el agua debía residir la fuente de esta y la cual debería invocarse antes de desaparecer. Desde hacía años los hechiceros intentaban mejorar la calidad de lagos, ríos, manantiales junto a los mares y océanos. Este lugar era prueba de ello, varios hechiceros solían internarse en el valle buscando la conexión con su instinto, su senda, y ella era parte de esa prole de hombres que consideraba santos, pese que la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana los condenó a la hoguera siglos atrás.
-Siempre he admirado la dedicación de muchos de vosotros, sois como los superhéroes de los comic con poderes tendidos hacia la naturaleza, no hacia la humanidad. Nosotros los humanos dejamos mucho que desear, pero siempre hay alguien que merece la pena. Los hechiceros que cuidan la naturaleza, que la protegen con su propia vida porque es parte de su alma, tienen mi respeto. Aunque sé que algunos no son bondadosos, que muchos hechiceros usan su poder a favor de demonios y que pierden completamente el rumbo.-recordé molesto como hacía unos años, prácticamente tres, me había capturado como si fuera un animal salvaje. Me tuvo con él varios meses maltratando mi espíritu de lucha, mi cuerpo, pero no logró nada. Destrocé su cuerpo cuando dormía y me marché esperando que jamás me cruzara con él.-La bondad es una utopía, pero a veces te das de bruces con ella ¿eh?-sonreí intentando alejar ese pensamiento que me quemaba.
Me saqué la chaqueta dejándola a un lado, me agobiaba esa ropa. La manché de barro, pero no me importó. Quedó manchada a un lado, junto al chaleco que fue después. Me quedé en camisa, sintiendo así mejor el fresco que allí corría. Podía percibir en el aire los distintos aromas, aunque como animal los matices eran más intensos. El agua tenía aroma, aunque no lo pareciera, pero como humano lo único que podía respirar con claridad era la tierra mojada, algunas flores, sin distinguir bien sus especies, y su aroma femenino, su colonia o perfume. Pero allí en silencio, durante unos minutos tan sólo, me sentí como en el paraíso. Mis pies descalzos se movían suavemente sobre la hierba, el aire entraba mejor en mis pulmones y pronto me remangué la camisa. Era mejor estar así que enfundado en un traje inútil si no ibas a un local de lujo o un evento como bodas, bautizos, alguna misa o pequeñas reuniones de antiguos alumnos.
-Desearía ir marcha atrás en el tiempo, vivir otras épocas donde lo artesano se tenía en cuenta y no hacía falta tanta tecnología. Me encantan los computadores, pero puedo vivir sin ellos con una máquina de escribir e incluso con papel y lápiz.-me giré hacia ella, pues mi vista de nuevo había quedado clavada en los alrededores como eran las ramas de los árboles más frondosos y algunas flores.-La tecnología nos complica la vida.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Las sombras podían ser tan profundas que rara vez se llegaba a ver algo más allá de ellas. Decían que siempre había una chispa de esperanza, una luz que buscaba atravesar la oscuridad y hacerse visible, pero lo cierto era que en las circunstancias en las que vivíamos era mucho más fácil creer que no había salida. No me extrañaba, en absoluto, que gran parte de la humanidad hubiera caído, se hubiera alejado de todo y simplemente se dejara llevar por la marea de codicia, de lujuria, de envidia, de guerras y enfermedades que nos atacaban día sí y día también.
Seguí su mirada hacia el pequeño lago y el riachuelo que pasaba más allá. El líquido elemento era con el que más afín me sentía más allá del gusto que tenía por la Naturaleza en general. Apoyé con suavidad una vez más mi mano en la tierra, sintiendo que estaba enraizada con ella, que las corrientes que la recorrían aunque muchos no las llegaran a entender dejaban un suave cosquilleo en la palma de mi mano mientras subían lentamente por mi brazo. Solo fue un pequeño contacto, como cuando dejas un roce en esa persona por la que te preocupas o que tienes cariño o es un familiar o tantos “os” diferentes. Algo así como “estoy aquí” y “necesito saber que tú también lo estás”. Mis ojos oscuros se volvieron entonces hacia el hombre que estaba sentado a mi lado. No me hubiera imaginado cuando salí de casa esa noche que iba a tener esa conversación y menos aún que me fuera a sentir tan cómoda como estaba en ese momento.
Una comodidad que estuvo a punto de desaparecer cuando noté que debajo de sus palabras, había mucho más de lo que pudiera llegar a conocer al menos en ese momento. Solo había sido durante un segundo, pero había molestia, quizá rabia. Algo le había sucedido con uno de los míos, estaba más que claro. Sí, muchos caían en la oscuridad, en la necesidad de hacer tratos, de deslizarse rumbo a la caída mucho primero de lo que pudiéramos imaginar. Dones mucho más poderosos y aterradores que terminaban por ser una carga y, sobre todo, que terminaban por destrozar la verdadera esencia del hechicero que se dejaba engatusar por ellos. Negué, concentrándome en Junsu o terminaría con nubes de tormenta sobre mi cabeza si seguía por ese rumbo de pensamientos.
— Siempre hay luces y sombras, pero te puedo asegurar que a mí tampoco me gustan aquellos que han terminado por caer en ese otro lado y provocan dolor, en vez de tranquilidad y paz, ya no solo a la Naturaleza, sino a los seres en general.— le miré a los ojos durante un instante, para después desviar la mirada hacia los árboles que estaban un poco más allá. — Bueno, en ocasiones podemos encontrarnos con sorpresas agradables cuando menos nos lo esperamos.— respondí mientras le dedicaba una pequeña sonrisa para después volver mi atención de nuevo a él. — La tecnología puede llegar a ser… un verdadero dolor de cabeza. Dependemos demasiado de ella y no nos damos cuenta de que puede ser una verdadera carga.
”Sobre todo porque si desaparece no vamos a saber ya cómo hacer las cosas. Volver de nuevo hacia el pasado… podría ser mortal para muchos”.
Seguí su mirada hacia el pequeño lago y el riachuelo que pasaba más allá. El líquido elemento era con el que más afín me sentía más allá del gusto que tenía por la Naturaleza en general. Apoyé con suavidad una vez más mi mano en la tierra, sintiendo que estaba enraizada con ella, que las corrientes que la recorrían aunque muchos no las llegaran a entender dejaban un suave cosquilleo en la palma de mi mano mientras subían lentamente por mi brazo. Solo fue un pequeño contacto, como cuando dejas un roce en esa persona por la que te preocupas o que tienes cariño o es un familiar o tantos “os” diferentes. Algo así como “estoy aquí” y “necesito saber que tú también lo estás”. Mis ojos oscuros se volvieron entonces hacia el hombre que estaba sentado a mi lado. No me hubiera imaginado cuando salí de casa esa noche que iba a tener esa conversación y menos aún que me fuera a sentir tan cómoda como estaba en ese momento.
Una comodidad que estuvo a punto de desaparecer cuando noté que debajo de sus palabras, había mucho más de lo que pudiera llegar a conocer al menos en ese momento. Solo había sido durante un segundo, pero había molestia, quizá rabia. Algo le había sucedido con uno de los míos, estaba más que claro. Sí, muchos caían en la oscuridad, en la necesidad de hacer tratos, de deslizarse rumbo a la caída mucho primero de lo que pudiéramos imaginar. Dones mucho más poderosos y aterradores que terminaban por ser una carga y, sobre todo, que terminaban por destrozar la verdadera esencia del hechicero que se dejaba engatusar por ellos. Negué, concentrándome en Junsu o terminaría con nubes de tormenta sobre mi cabeza si seguía por ese rumbo de pensamientos.
— Siempre hay luces y sombras, pero te puedo asegurar que a mí tampoco me gustan aquellos que han terminado por caer en ese otro lado y provocan dolor, en vez de tranquilidad y paz, ya no solo a la Naturaleza, sino a los seres en general.— le miré a los ojos durante un instante, para después desviar la mirada hacia los árboles que estaban un poco más allá. — Bueno, en ocasiones podemos encontrarnos con sorpresas agradables cuando menos nos lo esperamos.— respondí mientras le dedicaba una pequeña sonrisa para después volver mi atención de nuevo a él. — La tecnología puede llegar a ser… un verdadero dolor de cabeza. Dependemos demasiado de ella y no nos damos cuenta de que puede ser una verdadera carga.
”Sobre todo porque si desaparece no vamos a saber ya cómo hacer las cosas. Volver de nuevo hacia el pasado… podría ser mortal para muchos”.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
-En la época de las cruzadas religiosas, más allá de esta época oscura, existió otra decadente y abominable que sumergía a los hombres en un estado de crueldad despótica entorno a una deidad.-susurré recordando los libros que había leído, eran tantos y tan gruesos que a veces me dejaban con agujetas. Cargarlos de un lado a otro no era práctico si no tenías un carrillo, el cual tuve pero destrocé al montarme sobre él como si fuera un monopatín.-Los caballeros templarios sabían curar enfermedades, así como ritos que se consideran hoy en día cercanos a la hechicería más cercana a los demonios que a Dios, y no necesitaban tanta tecnología. Así como los médicos mozárabes eran capaces de practicar intervenciones quirúrgicas que hasta pasados cinco, e incluso siete siglos, no fue el hombre moderno capaz de acatar.-tomé aire y lo dejé ir para después sonreír.
El cine era un gran invento del hombre que sin tecnología no hubiéramos tenido, así como otros que fueron para la distracción e información de las masas. Sin embargo, la oscuridad siempre estaba ahí manipulando el contenido y las almas que terminaban aproximándose a la tecnología. En cada época existía un miedo, una mentira y aquellos que lo impulsaban con ganas de joder al mundo. La Tierra sólo estuvo a salvo cuando nosotros no éramos ni siquiera el prototipo de Dios.
-Hay cosas tecnológicas que son un claro avance, como las nuevas sillas de ruedas que se mueven dependiendo de la voluntad del cerebro del paciente. Las piernas ortopédicas que son como si jamás hubieras pedido tu miembro, completamente robotizadas. Pero, lejos de ahí, las armas y tecnología para avasallar nos aniquilan. ¿Y desde cuando? Todo empezó con la primera Guerra Mundial. Desde entonces el ser humano ha comenzado a desear con ansia cualquier juguetito que le haga ser invencible, que pueda aniquilar a sus hermanos o vecinos de la forma más rápida. Nos tratamos como si fuéramos cucarachas.-dije antes de mirarla a los ojos, quedándome perdido en la belleza que estos tenían y la paz que transmitían a pesar de ser un tema tan espinoso. Me sentía bien a su lado, jamás había sido así con una chica salvo con una vieja amiga de la infancia. Pero eso fue hace mucho, tanto que sólo soy capaz de recordar algunos de sus rasgos y su nombre.
-La vida sería más fácil si la tecnología que existiese fuera usada por buenas manos, y ya no te digo por aquellos que desea Dios. Dios no es compasivo, ni tampoco parece dispuesto a enfrentar el problema con juicio y precaución. Los pocos ángeles que he conocido han caído, salvo una o espero que así sea. El resto ha terminado desobedeciendo, parece que él también desea aniquilar a su modo la humanidad.
Aquella información no era conocida por todos, pero muchos lo sentíamos sin necesidad de leerlo en periódicos o libros. Podíamos saberlo sólo por el mero hecho de como se desarrollaban los acontecimientos. Me quedé mirándola como un idiota, preguntándome si me vería como un payaso que se cree un genio o como un hombre que está demasiado confuso. Muchos eran creyentes demasiado agresivos, no sabía si ella también podía serlo.
El cine era un gran invento del hombre que sin tecnología no hubiéramos tenido, así como otros que fueron para la distracción e información de las masas. Sin embargo, la oscuridad siempre estaba ahí manipulando el contenido y las almas que terminaban aproximándose a la tecnología. En cada época existía un miedo, una mentira y aquellos que lo impulsaban con ganas de joder al mundo. La Tierra sólo estuvo a salvo cuando nosotros no éramos ni siquiera el prototipo de Dios.
-Hay cosas tecnológicas que son un claro avance, como las nuevas sillas de ruedas que se mueven dependiendo de la voluntad del cerebro del paciente. Las piernas ortopédicas que son como si jamás hubieras pedido tu miembro, completamente robotizadas. Pero, lejos de ahí, las armas y tecnología para avasallar nos aniquilan. ¿Y desde cuando? Todo empezó con la primera Guerra Mundial. Desde entonces el ser humano ha comenzado a desear con ansia cualquier juguetito que le haga ser invencible, que pueda aniquilar a sus hermanos o vecinos de la forma más rápida. Nos tratamos como si fuéramos cucarachas.-dije antes de mirarla a los ojos, quedándome perdido en la belleza que estos tenían y la paz que transmitían a pesar de ser un tema tan espinoso. Me sentía bien a su lado, jamás había sido así con una chica salvo con una vieja amiga de la infancia. Pero eso fue hace mucho, tanto que sólo soy capaz de recordar algunos de sus rasgos y su nombre.
-La vida sería más fácil si la tecnología que existiese fuera usada por buenas manos, y ya no te digo por aquellos que desea Dios. Dios no es compasivo, ni tampoco parece dispuesto a enfrentar el problema con juicio y precaución. Los pocos ángeles que he conocido han caído, salvo una o espero que así sea. El resto ha terminado desobedeciendo, parece que él también desea aniquilar a su modo la humanidad.
Aquella información no era conocida por todos, pero muchos lo sentíamos sin necesidad de leerlo en periódicos o libros. Podíamos saberlo sólo por el mero hecho de como se desarrollaban los acontecimientos. Me quedé mirándola como un idiota, preguntándome si me vería como un payaso que se cree un genio o como un hombre que está demasiado confuso. Muchos eran creyentes demasiado agresivos, no sabía si ella también podía serlo.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Me gustaba escuchar su voz. Era como encontrarse en un estanque pacífico, donde solo había ligeras vibraciones mientras fuera seguramente estaba desatándose una verdadera tormenta. Entendía lo que me quería decir: la tecnología tenía sus cosas buenas, pero también estaba plagada de instrumentos que parecía que habían salido de la mente más retorcida. Muchos de los objetos que utilizábamos a diario no dejaban de ser parte de los proyectos realizados para conseguir armas. El ejemplo más claro era el microondas. No quería imaginarme en qué demonios estaban trabajando para conseguir algo así. Negué con suavidad, con gesto cansado, mientras le miraba. Solo fue unos segundos antes de volver a mostrarme como antes. Había sido un instante el que había perdido el control sobre mis facciones y sobre mi estado de ánimo, cosa que por regla general no me sucedía salvo que estuviera verdaderamente cómoda con la persona con la que estaba.
—Podemos sobrevivir sin tecnología, es cierto, la humanidad lo ha hecho durante miles de años antes de que en el siglo XX apareciera el gran Boom, pero… la mayoría se ha acostumbrado a que se lo den todo hecho.— me mordisqueé por un momento el labio inferior, intentando buscar las palabras apropiadas mientras mi mirada vagaba por el claro una vez más. —Somos tan destructivos… y autodestructivos. Cuando llegamos a cualquier lugar parece que se ha instalado una plaga. No permitimos que ningún animal se quede, que ninguna planta lo haga salvo en lugares que nosotros especificamos para ello. Incluso en los momentos más pacíficos buscamos imponernos por encima de todos los demás seres como si tuviéramos derecho a ello.
Me estiré apenas unos instantes, cambiando la postura mientras que me acomodaba en la postura del loto con naturalidad dejando que mis manos descansaran sobre las rodillas mientras le miraba. El gesto de él había cambiado en cierta manera, sobre todo en esas últimas palabras. Había mucha más verdad de lo que uno podría imaginarse en las palabras que decía. Mucha más sabiduría de lo que en un primer momento uno podría imaginarse. Tenía las ideas claras aunque a veces tenía la sensación de que se parapetaba detrás de las bromas, de las sonrisas. Mantuve su mirada, intentando buscar las palabras apropiadas. Dios, ese ente que se encontraba supuestamente por encima de todos, no había sido nunca “Santo de mi devoción” para repetir las palabras que tantas veces había escuchado de los que seguían el catolicismo. Tenía mis propias ideas con respecto a ese tema.
—Quizá te suene demasiado radical lo que te voy a decir, o quizá no estés de acuerdo conmigo.— miré solo un instante hacia el cielo, antes de volver mi atención hacia Junsu. —Creo en lo que puedo ver, en lo que puedo sentir y en lo que me rodea. Prefiero creer en la Naturaleza y sus creaciones, que en un ente que supuestamente está ahí pero que no he visto ni sentido nunca.— negué con suavidad durante un segundo. —La tecnología corrompe porque es una forma de poder y pocas personas pueden, en realidad, mantenerse firmes ante la posibilidad de imponerse sobre otros cuando lo tienen.
—Podemos sobrevivir sin tecnología, es cierto, la humanidad lo ha hecho durante miles de años antes de que en el siglo XX apareciera el gran Boom, pero… la mayoría se ha acostumbrado a que se lo den todo hecho.— me mordisqueé por un momento el labio inferior, intentando buscar las palabras apropiadas mientras mi mirada vagaba por el claro una vez más. —Somos tan destructivos… y autodestructivos. Cuando llegamos a cualquier lugar parece que se ha instalado una plaga. No permitimos que ningún animal se quede, que ninguna planta lo haga salvo en lugares que nosotros especificamos para ello. Incluso en los momentos más pacíficos buscamos imponernos por encima de todos los demás seres como si tuviéramos derecho a ello.
Me estiré apenas unos instantes, cambiando la postura mientras que me acomodaba en la postura del loto con naturalidad dejando que mis manos descansaran sobre las rodillas mientras le miraba. El gesto de él había cambiado en cierta manera, sobre todo en esas últimas palabras. Había mucha más verdad de lo que uno podría imaginarse en las palabras que decía. Mucha más sabiduría de lo que en un primer momento uno podría imaginarse. Tenía las ideas claras aunque a veces tenía la sensación de que se parapetaba detrás de las bromas, de las sonrisas. Mantuve su mirada, intentando buscar las palabras apropiadas. Dios, ese ente que se encontraba supuestamente por encima de todos, no había sido nunca “Santo de mi devoción” para repetir las palabras que tantas veces había escuchado de los que seguían el catolicismo. Tenía mis propias ideas con respecto a ese tema.
—Quizá te suene demasiado radical lo que te voy a decir, o quizá no estés de acuerdo conmigo.— miré solo un instante hacia el cielo, antes de volver mi atención hacia Junsu. —Creo en lo que puedo ver, en lo que puedo sentir y en lo que me rodea. Prefiero creer en la Naturaleza y sus creaciones, que en un ente que supuestamente está ahí pero que no he visto ni sentido nunca.— negué con suavidad durante un segundo. —La tecnología corrompe porque es una forma de poder y pocas personas pueden, en realidad, mantenerse firmes ante la posibilidad de imponerse sobre otros cuando lo tienen.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
-He conocido personas cercanas a él y no son para nada como los religiosos más devotos, aquellos que se vuelven locos y arrasan con todo.-recordé como unos hombres quemaban una de las casas del pueblo donde crecí, el cual dejé poco después de los doce años para ir a vivir a la ciudad.
Quemaron la casa porque decían que la dueña tenía el demonio dentro, la quemaron con ella en su interior aferrada al niño que había parido hacía pocas horas. Podía escuchar aún sus chillidos y sentir cerca el calor de las llamas. No sé si aquel pequeño era hijo de un demonio, o de un ángel caído, pero ella era una buena mujer que siempre cosía y lavaba las ropas por poco dinero. Era una costurera excelente, parecía que sus dedos jamás se pinchaban con la aguja. Siempre la veía en el porche de su casa meciéndose suavemente en la vieja mecedora de su abuela. Una chica que no tenía más de veinte años, la cual vivía sola desde poco más de dos y sobrevivía como buenamente podía.
Pero también conocí ángeles, el último a una tal Olivia. Vino a mi mente como bailaba junto al mar, dejando que le salpicara las olas y se viera hermosa a pesar de ser demasiado inocente. Era muy inocente. Creía que podía cambiar el mundo, cuando el mundo no cambia sino te cambia. Me pregunté qué habría sido de ella, de nuestra reunión los últimos días de invierno no quedaba nada. Ni siquiera podía recordar bien hacia donde se fue cuando desapareció.
De uno y otro lado había visto mucho dolor. Me habían mostrado las dos caras de la misma moneda. Dios era cruel conmigo, con muchos de nosotros, y lo poco que lográbamos nos lo quitaba. A mí me quitó a mi hermano cuando más falta me hacía, necesitaba de su experiencia para sobrevivir y si lo hice fue porque su recuerdo estaba en mi mente. Aún me costaba creer que por mucho que pulsara el número de su móvil no descolgaría la llamada, era demasiado duro. Dios pudo evitar su muerte, más aún porque él luchaba contra demonios con fe, con la fe de arreglar las cuentas pendientes con ese ente caprichoso. Yo debí salvarlo, pero estaba paralizado de miedo porque era la primera vez que veía semejante bestia frente a mí.
-Si te digo la verdad, hay mucha mentira en la Biblia. Pero yo he visto ángeles, he podido conversar con ellos. Algunos ya tenían las alas carbonizadas.-susurré antes de mirarla fijamente a los ojos, dejando que viera que no mentía.-La mayoría cayó porque se enamoraron de personas, desobedecieron una orden o simplemente se negaron a no pensar por sí mismos. Decidieron ser ellos mismos. Si Dios no quisieran que pecaran los haría sin cerebros y sin sexo.-dije con cierta rabia, porque algunos de esos ángeles caídos habían sido bastante amables conmigo.-Pero también he visto a muchos ángeles soberbios, he leído sobre ellos en informes y sé que tienen las alas resplandecientes. ¿No es pecado la soberbia? A mí que me lo expliquen. Ya no entiendo nada, sólo sé que es caprichoso y nos manipula. Prefiero vivir mi vida como crea mejor, ser libre de pensamiento, acaparar información para conocer mejor el mundo y cuando me llegue mi momento que me llegue. No será dentro de mucho, sé que no llegaré a los cincuenta. Nadie en mi familia ha llegado más allá de cincuenta años, todos hemos sido cazados.-algunos como trofeo, otros torturados y varios como mi hermano luchando contra seres que antes eran mitología.
Quemaron la casa porque decían que la dueña tenía el demonio dentro, la quemaron con ella en su interior aferrada al niño que había parido hacía pocas horas. Podía escuchar aún sus chillidos y sentir cerca el calor de las llamas. No sé si aquel pequeño era hijo de un demonio, o de un ángel caído, pero ella era una buena mujer que siempre cosía y lavaba las ropas por poco dinero. Era una costurera excelente, parecía que sus dedos jamás se pinchaban con la aguja. Siempre la veía en el porche de su casa meciéndose suavemente en la vieja mecedora de su abuela. Una chica que no tenía más de veinte años, la cual vivía sola desde poco más de dos y sobrevivía como buenamente podía.
Pero también conocí ángeles, el último a una tal Olivia. Vino a mi mente como bailaba junto al mar, dejando que le salpicara las olas y se viera hermosa a pesar de ser demasiado inocente. Era muy inocente. Creía que podía cambiar el mundo, cuando el mundo no cambia sino te cambia. Me pregunté qué habría sido de ella, de nuestra reunión los últimos días de invierno no quedaba nada. Ni siquiera podía recordar bien hacia donde se fue cuando desapareció.
De uno y otro lado había visto mucho dolor. Me habían mostrado las dos caras de la misma moneda. Dios era cruel conmigo, con muchos de nosotros, y lo poco que lográbamos nos lo quitaba. A mí me quitó a mi hermano cuando más falta me hacía, necesitaba de su experiencia para sobrevivir y si lo hice fue porque su recuerdo estaba en mi mente. Aún me costaba creer que por mucho que pulsara el número de su móvil no descolgaría la llamada, era demasiado duro. Dios pudo evitar su muerte, más aún porque él luchaba contra demonios con fe, con la fe de arreglar las cuentas pendientes con ese ente caprichoso. Yo debí salvarlo, pero estaba paralizado de miedo porque era la primera vez que veía semejante bestia frente a mí.
-Si te digo la verdad, hay mucha mentira en la Biblia. Pero yo he visto ángeles, he podido conversar con ellos. Algunos ya tenían las alas carbonizadas.-susurré antes de mirarla fijamente a los ojos, dejando que viera que no mentía.-La mayoría cayó porque se enamoraron de personas, desobedecieron una orden o simplemente se negaron a no pensar por sí mismos. Decidieron ser ellos mismos. Si Dios no quisieran que pecaran los haría sin cerebros y sin sexo.-dije con cierta rabia, porque algunos de esos ángeles caídos habían sido bastante amables conmigo.-Pero también he visto a muchos ángeles soberbios, he leído sobre ellos en informes y sé que tienen las alas resplandecientes. ¿No es pecado la soberbia? A mí que me lo expliquen. Ya no entiendo nada, sólo sé que es caprichoso y nos manipula. Prefiero vivir mi vida como crea mejor, ser libre de pensamiento, acaparar información para conocer mejor el mundo y cuando me llegue mi momento que me llegue. No será dentro de mucho, sé que no llegaré a los cincuenta. Nadie en mi familia ha llegado más allá de cincuenta años, todos hemos sido cazados.-algunos como trofeo, otros torturados y varios como mi hermano luchando contra seres que antes eran mitología.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
El fanatismo, el maldito fanatismo. Escalofríos me recorrían únicamente de pensarlo. Demasiadas heridas había visto a lo largo de mis años, demasiados recuerdos que marcaban, laceraban y destruían. Demasiadas personas que habían muerto por herejes en los fuegos de la Inquisición, demasiados de mis compañeros que habían desaparecido bajo la Ira de un Dios que debía ser Misericordioso como decía en el Nuevo Testamento, pero que estaba claro que tenía mucho más de ese Dios que reflejaban en el Antiguo. Que no fuera una fanática del Cristianismo, que no paseara por sus preceptos, no quería decir que no hubiera leído sus enseñanzas. Lo había hecho, de varias sectas diferentes, de varios grupos, intentando saber por qué el ser humano buscaba consuelo en un ser que era terrorífico. Por qué paseaban por ahí esgrimiendo una Verdad que en mi cabeza no terminaba de ser más que una mentira. Y, sin embargo, había visto seres de su creación.
No, rectifico, había visto seres que eran considerados ángeles y demonios por el cristianismo. Fruncí por un momento el ceño intentando no desviarme en mis propios pensamientos y centrarme en el hombre que tenía a mi lado. Esa mirada me daba la confianza de que decía la verdad, una verdad que era dolorosa, pero que era cierta. Apoyé las manos una vez más en el suelo y lo mismo hice con las plantas de los pies flexionando ligeramente las piernas. En ese momento, más que en toda la noche, necesitaba el contacto con la naturaleza y sentir que estaba ahí.
Fueron sobre todo esas últimas palabras las que provocaron un amargo sabor en mis labios. Había escuchado muchas veces lo que podía suceder con los cambiaformas. No dejaban de ser seres que estaban cargados de magia, en cierta manera si se quería considerar como tal, y muchos hechiceros y otros seres, fanáticos en cualquier caso, buscaban cazarlos. Algunos para hacer experimentos con ellos, para saber qué eran, de dónde habían salido, otros directamente porque causaban repulsión, cosa que no terminaba de entender. Me froté apenas un segundo los brazos al notar un escalofrío que había puesto toda mi piel de gallina mientras le miraba a los ojos.
— Dios es celoso, no quiere que sus seguidores amen a otra persona que no sea él sino…—me mordí el labio inferior por un momento intentando controlarme y no sacar de golpe todo lo que había en mi interior, por temor a asustarlo. — por ejemplo el no dejar casarse a sus sacerdotes, cuando si lo hicieran conocerían mucho mejor a ese rebaño al que tienen que cuidar porque tendrían los mismos problemas.— negué un par de segundos, mirándole. — Dicen que sus caminos son inescrutables, lo que yo creo es que directamente ni él mismo sabe qué está haciendo. Somos poco más que piezas de un enorme ajedrez, desde los humanos hasta los Arcángeles y los Ángeles Caídos. En ocasiones me pregunto hasta qué punto no está en ambos bandos dirigiendo una partida que solo puede jugar él solo.— mis palabras caían en la blasfemia y la herejía, lo sabía. Aparté la mirada para fijarla en la punta de mis pies desnudos. — Lo siento, siempre me ha molestado el sentir que en cierta manera estamos atados a sus designios aunque no se crea en él.— volví mi mirada de nuevo a él. — Ojalá pudiera ayudarte para que rompas esa barrera de los cincuenta años…
No, rectifico, había visto seres que eran considerados ángeles y demonios por el cristianismo. Fruncí por un momento el ceño intentando no desviarme en mis propios pensamientos y centrarme en el hombre que tenía a mi lado. Esa mirada me daba la confianza de que decía la verdad, una verdad que era dolorosa, pero que era cierta. Apoyé las manos una vez más en el suelo y lo mismo hice con las plantas de los pies flexionando ligeramente las piernas. En ese momento, más que en toda la noche, necesitaba el contacto con la naturaleza y sentir que estaba ahí.
Fueron sobre todo esas últimas palabras las que provocaron un amargo sabor en mis labios. Había escuchado muchas veces lo que podía suceder con los cambiaformas. No dejaban de ser seres que estaban cargados de magia, en cierta manera si se quería considerar como tal, y muchos hechiceros y otros seres, fanáticos en cualquier caso, buscaban cazarlos. Algunos para hacer experimentos con ellos, para saber qué eran, de dónde habían salido, otros directamente porque causaban repulsión, cosa que no terminaba de entender. Me froté apenas un segundo los brazos al notar un escalofrío que había puesto toda mi piel de gallina mientras le miraba a los ojos.
— Dios es celoso, no quiere que sus seguidores amen a otra persona que no sea él sino…—me mordí el labio inferior por un momento intentando controlarme y no sacar de golpe todo lo que había en mi interior, por temor a asustarlo. — por ejemplo el no dejar casarse a sus sacerdotes, cuando si lo hicieran conocerían mucho mejor a ese rebaño al que tienen que cuidar porque tendrían los mismos problemas.— negué un par de segundos, mirándole. — Dicen que sus caminos son inescrutables, lo que yo creo es que directamente ni él mismo sabe qué está haciendo. Somos poco más que piezas de un enorme ajedrez, desde los humanos hasta los Arcángeles y los Ángeles Caídos. En ocasiones me pregunto hasta qué punto no está en ambos bandos dirigiendo una partida que solo puede jugar él solo.— mis palabras caían en la blasfemia y la herejía, lo sabía. Aparté la mirada para fijarla en la punta de mis pies desnudos. — Lo siento, siempre me ha molestado el sentir que en cierta manera estamos atados a sus designios aunque no se crea en él.— volví mi mirada de nuevo a él. — Ojalá pudiera ayudarte para que rompas esa barrera de los cincuenta años…
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
-Quienes no dejan casarse a los sacerdotes es la iglesia, nada de ello se dice en la Biblia. A quienes no deja amar es a los ángeles y arcángeles, así como a los querubines los mantiene con aspecto de niños. ¿Te imaginas siglo tras siglo teniendo apariencia de niño? Nadie te toma en cuenta, nadie con un mínimo de orgullo o estupidez.-dije en un principio, mirando el lago y sintiendo la naturaleza a nuestro alrededor.-La única que está llegando a más de cincuenta es mi madre, pero ella jamás aceptó ser quién era y siempre se mantuvo al margen. El resto de mi familia ha sido cazado, incluso sé de un hechicero taxidermista que tiene a mi abuelo colgado de su pared en forma de jabalí.
Recordé esa anécdota que me contó mi hermano. Él se la había escuchado entre sollozos a mi madre, contándoselo a mi padre por supuesto. Mi abuelo colgaba de una de las paredes de un poderoso hechicero, el cual había perseguido a mi madre por todo el bosque cuando se transformó en yegua. Parecía decidido a quedarse con los seres como nosotros, llevándolos como si fuera trofeos o piezas de exposición, a lo largo y ancho del mundo en sus mansiones más excéntricas.
-Yo creo que hay una partida de ajedrez entre cielo e infierno. Dios mueve sus peones, así como sus guerreros más formidables que son sus caballeros y sus torres. Lucifer hace lo mismo. Es una imagen bizarra que muchos tenemos en la cabeza, lo hemos leído mil veces.-recordé entonces un texto que había leído en uno de mis archivos, pertenecía a un escritor que se apodaba “ángel de alas metálicas” o “ángel metálico” no recordaba bien su apodo.-Acabo de recordar un texto que encontré hace tiempo, pertenece a un ser investigado durante un tiempo. Del cual ya no se supo más de él.
Recordé palabra por palabra con los ojos cerrados, dije aquel texto como si lo tuviera frente a mí nuevamente. Estaba firmado por un joven escritor, el cual tuvo varias novelas en el mercado. Durante un tiempo se dijo que era un vampiro, que se convirtió en parte de una de esas legiones que acaban con el hombre, pero después sólo se aclaró que murió. No se supo más. Desconocía en esos momentos que era la mismísima Bestia, el líder de los Thorns.
-Creo que dice mucho de la visión que algunos tenemos sobre todo esto, es como si jugaran con nosotros.
Recordé esa anécdota que me contó mi hermano. Él se la había escuchado entre sollozos a mi madre, contándoselo a mi padre por supuesto. Mi abuelo colgaba de una de las paredes de un poderoso hechicero, el cual había perseguido a mi madre por todo el bosque cuando se transformó en yegua. Parecía decidido a quedarse con los seres como nosotros, llevándolos como si fuera trofeos o piezas de exposición, a lo largo y ancho del mundo en sus mansiones más excéntricas.
-Yo creo que hay una partida de ajedrez entre cielo e infierno. Dios mueve sus peones, así como sus guerreros más formidables que son sus caballeros y sus torres. Lucifer hace lo mismo. Es una imagen bizarra que muchos tenemos en la cabeza, lo hemos leído mil veces.-recordé entonces un texto que había leído en uno de mis archivos, pertenecía a un escritor que se apodaba “ángel de alas metálicas” o “ángel metálico” no recordaba bien su apodo.-Acabo de recordar un texto que encontré hace tiempo, pertenece a un ser investigado durante un tiempo. Del cual ya no se supo más de él.
- El Juicio final – El acusador:
El silencio siempre me hizo sospechar que alguien me vigilaba. Es el sentimiento humano de que uno no está solo, por muy tranquilo que se encuentre en su lecho a oscuras y sin nadie alrededor. Puedes notar sus ojos deleitándose con tu cuerpo, tus facciones, tus sueños y tu respiración. Cuando cae uno pesadamente en el colchón de su lecho y siente que el día acaba... ahí está el rincón más iluminado y tu sensación de sospecha.
La soledad siempre nos acompaña, es nuestro mágico guía que no cesa en su empeño en demostrarnos la belleza del silencio. Pero tras la nada, tras esa espesa nada, hay algo. Una grieta que se abre en una pared imaginaria, un mundo distinto, que a veces se muestra a “los iluminados”.
-Y dices que mañana conseguirás que otro millar de almas entre en él cielo.-
Esa frase, no tiene nada que ver contigo y la televisión está apagada.
-Sí, así es.-
Notas un aroma extraño, como si tuvieras tu cuarto repletos de flores y notaras que una dulce sensación te trasportara por completo. Te recuerda al huerto de tu abuelo, incluso recreas el sol dulce que bronceaba levemente tu piel en aquellos plácidos veranos de tu niñez.
-El sufrimiento purifica el alma.-
-No, no es como crees. No tienen la culpa y yo estoy cansado.-
-Mi amor cuesta obtenerlo, pero cuando lo tienes sientes paz ¿no es así?-
-Sí, tu luz.-
Cierras instintivamente los ojos, no quieres mirar, y te tapas estúpidamente la cabeza. ¡Qué estupidez! ¡Pero que humano!
-Te toca.-
Susurra una de esas voces. Sabes que son dos. Ambas son dulces, atractivas, varoniles y sacadas de un eco como de otro mundo. Sí, porque tiene que ser de otro mundo. Y tú como gallina bajo las sábanas, algún día empollaras un huevo tan grande como el de un avestruz.
-¡Haces trampa!-
-Nunca hago trampas, tan sólo eres un mal adversario.-
-¡Por favor! ¡Llevo milenios siéndolo!-
Entonces ya no puedes con la curiosidad. Intentas no destaparte demasiado y miras por el borde de la ropa de cama. Tus ojos no pueden creer lo que están viendo. Un hermoso ángel de cabellos dorados y sedosos juega al ajedrez con Jesús. A tu alrededor está tu habitación, pero en un hueco ves como otro mundo y una conversación extraña. ¡Por favor! ¡Si tú no crees en Dios! ¡Eres Ateo! ¡Sólo crees en ti! ¡Y eso como mucho! ¡Pero ahí están ellos dos discutiendo como si no importara que tú los escucharas! ¡Maldito seas!
-Sí, mi hermoso Acusador.-
Dice Jesús con una dulce sonrisa, algo burlona.
-Ayudaría más a los humanos si no me hicieras llevar patas de macho cabrío, además son incómodas cuando tengo que rescatar almas en el gran manicomio que es el infierno.-
-No te quejes, tú mismo dijiste que podrías hacerlo mejor que yo. Estás donde estás por tu orgullo, por tu terquedad, por tu...
-Por mi bocaza, por el pecado de la carne y por sentirme atraído en demasía por los seres humanos y sus almas.-
Responde frunciendo sus cejas, cejas rubias y poco pobladas. Unas cejas perfectas para el marco de esos ojos azules de color intenso. El miedo te puede. Están hablando como si nada. El demonio ni es tan horrendo, ni Dios parece tan condenatorio. Son dos humanos más, salvo por su resplandor y su conversación. ¡Y juegan al ajedrez!
-Mañana seguimos la partida, mismo lugar y misma hora.-
Comenta Dios levantándose de su roca.
-Mi señor.-
Susurra, pero lo único que tiene es una luz cegadora muy agradable y un silencio intenso.
Entonces entiendes que pronto llegará tu juicio final, pero para ese día habrás perdido la racionalidad. Sientes que tu corazón sigue palpitando. Sabes que no ha sido un sueño. Algo a ocurrido y tú has sido testigo.
El Juicio Final
Recordé palabra por palabra con los ojos cerrados, dije aquel texto como si lo tuviera frente a mí nuevamente. Estaba firmado por un joven escritor, el cual tuvo varias novelas en el mercado. Durante un tiempo se dijo que era un vampiro, que se convirtió en parte de una de esas legiones que acaban con el hombre, pero después sólo se aclaró que murió. No se supo más. Desconocía en esos momentos que era la mismísima Bestia, el líder de los Thorns.
-Creo que dice mucho de la visión que algunos tenemos sobre todo esto, es como si jugaran con nosotros.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Asentí suavemente ante sus palabras reconociendo mi error. Era cierto, no era Dios en sí, sino su Iglesia. La misma institución que había creado los mecanismos necesarios durante siglos para que las personas solo tuvieran una forma de pensar, renegando de cualquiera que fuera contraria, incluso si fuera de la misma rama. Escalofriante. El poder corrompía, hasta tal punto que podía dejar tocados a aquellos que lo ejercían cambiándolos por completo. El cambio de los mensajes que supuestamente predicaban era una muestra de ello. Y entonces llegó la bomba de su abuelo y no pude evitar que mis ojos se abrieran por un momento en un gesto horrorizado ¿Qué hechicero era capaz de hacer algo así?
— Lo lamento, de verdad que lo lamento…— estaba en contra de todo tipo de utilización de ese tipo, la vida era sagrada para mí. La Naturaleza, desde la hierba más fina hasta el águila que surcaba los cielos eran seres que había que proteger. Solo pensar que uno de los míos había sido capaz de hacer algo así…— En ocasiones no entiendo lo que tienen esa gente en la cabeza.
No, no lo entendía. Suspiré brevemente apartando la mirada de él para clavarla de nuevo en mis pies desnudos. Aquello me había dejado un mal sabor de boca, un mal sabor de boca que estaba a punto de incrementarse. Escuché en silencio sus palabras, ese relato que provocaba en mí una sensación de reconocimiento al tiempo que me dejaba preocupada, que incrementaba ese nerviosismo que había comenzado solo unos instantes antes con sus palabras, con mis palabras. La partida de ajedrez constante, eterna, que nos tenía a todos como peones. Incluso alguien como yo que no terminaba de creer en sus preceptos, que prefería creer en aquello que tenía delante de mis ojos, lo creía o, al menos, pensaba que podía ser factible.
El relato dejaba ver realidades que se encontraban en el fondo de nuestra memoria. Era difícil de reconciliarse con mi realidad, con aquella con la que había vivido, pero al mismo tiempo era aceptada como si fuera algo común, corriente, del día a día. Como el protagonista, aunque no atea, siempre había dudado de su existencia. A pesar del tiempo que llevaba sobre la faz de la tierra y de los seres con los que me había ido cruzando, tenía mis dudas. Entes benignos y malignos había habido siempre, en todas las culturas, solo que en la judeocristiana se conocían como ángeles y demonios. Y aun así… aun así, uno podía llegar a sentirse identificado con lo que Junsu acaba de recitar de memoria mostrándome con claridad la cantidad de información que podía almacenar en su cabeza.
— No se puede decir más claro.— contesté, mientras le miraba a los ojos de nuevo. — ¿Hasta qué punto nos engañamos pensando que somos libres? Esa es una de las preguntas que siempre me vienen a la cabeza. Hasta qué punto soy yo responsable de mis acciones, de mis pensamientos, de mis palabras.— arrugué los labios sin poder evitarlo, en una pequeña mueca antes de volver a ponerme seria. — Encontrándonos en el centro de una rencilla milenaria…
— Lo lamento, de verdad que lo lamento…— estaba en contra de todo tipo de utilización de ese tipo, la vida era sagrada para mí. La Naturaleza, desde la hierba más fina hasta el águila que surcaba los cielos eran seres que había que proteger. Solo pensar que uno de los míos había sido capaz de hacer algo así…— En ocasiones no entiendo lo que tienen esa gente en la cabeza.
No, no lo entendía. Suspiré brevemente apartando la mirada de él para clavarla de nuevo en mis pies desnudos. Aquello me había dejado un mal sabor de boca, un mal sabor de boca que estaba a punto de incrementarse. Escuché en silencio sus palabras, ese relato que provocaba en mí una sensación de reconocimiento al tiempo que me dejaba preocupada, que incrementaba ese nerviosismo que había comenzado solo unos instantes antes con sus palabras, con mis palabras. La partida de ajedrez constante, eterna, que nos tenía a todos como peones. Incluso alguien como yo que no terminaba de creer en sus preceptos, que prefería creer en aquello que tenía delante de mis ojos, lo creía o, al menos, pensaba que podía ser factible.
El relato dejaba ver realidades que se encontraban en el fondo de nuestra memoria. Era difícil de reconciliarse con mi realidad, con aquella con la que había vivido, pero al mismo tiempo era aceptada como si fuera algo común, corriente, del día a día. Como el protagonista, aunque no atea, siempre había dudado de su existencia. A pesar del tiempo que llevaba sobre la faz de la tierra y de los seres con los que me había ido cruzando, tenía mis dudas. Entes benignos y malignos había habido siempre, en todas las culturas, solo que en la judeocristiana se conocían como ángeles y demonios. Y aun así… aun así, uno podía llegar a sentirse identificado con lo que Junsu acaba de recitar de memoria mostrándome con claridad la cantidad de información que podía almacenar en su cabeza.
— No se puede decir más claro.— contesté, mientras le miraba a los ojos de nuevo. — ¿Hasta qué punto nos engañamos pensando que somos libres? Esa es una de las preguntas que siempre me vienen a la cabeza. Hasta qué punto soy yo responsable de mis acciones, de mis pensamientos, de mis palabras.— arrugué los labios sin poder evitarlo, en una pequeña mueca antes de volver a ponerme seria. — Encontrándonos en el centro de una rencilla milenaria…
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Comprendía que ella no era así, no todos estábamos cortados por el mismo patrón. Había seres como yo que usaban sus poderes para delinquir, ya que un gato pasa desapercibido igual que un cuervo. Con animales pequeños y comunes se pueden entrar en casas, jardines, pequeños negocios o incluso en hoteles. Era doloroso ver como ellos robaban joyas y yo no era capaz de robar siquiera un trozo de pan.
Mi hermano una vez usó su habilidad para robar unos dulces. Éramos tan sólo unos niños, teníamos hambre porque mi madre había quedado sin empleo. Aquellos dulces parecían llamarnos y animarnos a robarlos. Eran de una vecina, los había dejado enfriándose en el borde de la ventana mientras terminaba de elaborar la nata para cubrirlos. Se convirtió en gato, agarró el plató y lo cayó con sigilo. Después comió animándome a probarlos, pero yo no fui capaz de hacerlo aunque me moría de hambre.
Arrugué la nariz con sus últimas palabras, dándome cuenta que sólo éramos las marionetas de una pandilla de tarados. Se divertían esclavizándolos, dándonos un mundo oscuro para ver como sobrevivíamos. Estaba seguro que todo lo que sucedía estaba pactado, cada movimiento del tablero se había firmado con sangre siglos atrás.
-Somos sus muñecos, los cuales cuando nacemos parecemos un nuevo divertimento. Pero luego, con el paso de los años, pasamos a ser menos divertidos y cuando se cansan nos aplastan.-mis dedos volvían a hundirse en la tierra, jugaba con ella eliminando los terrones de esta. Mis ojos se hundieron en los suyos, notaba su inquietud y no sabía bien qué decir o qué hacer.-Sólo queda luchar, hay que luchar. Aunque parezca que es una tontería, es lo que podemos hacer. ¿O quieres que te aplasten con su poder como si fueran un piano y tú un dibujo animado? Me niego a ser el divertimento de otros, por eso acumulo información. Cuanto más sé mejor me sé mover, cuando mejor me sé mover más demonios destruyo aunque sean de poder ínfimo comparado con la cima de esa montaña infernal.
Sacudí mis manos apartándome de la tierra, echando hacia atrás mi cuerpo para quedar con los ojos clavados en las estrellas. Algunas se podían ver, aunque fueran un par. Sonreí recordando la lluvia de estrellas de hace varios años en plena jungla del Amazonas. Estaba seguro que si ella hubiera visto esas estrellas habría sonreído alejando sus malos pensamientos.
-¿Por qué no te echas a mi lado? Es mejor admirar lo poco que queda, como son las estrellas, antes que nos lo quiten como no han quitado todo. Lo poco hermoso que queda en este mundo es la naturaleza, hay que saber gozarla.-esbocé una sonrisa afable girando mi rostro hacia ella antes de volver a mirar las estrellas.-Ha Neul, en medio de esta lucha debes descansar un poco. Sé que te cabrea todo lo que hemos hablado, pero hay algo más que no sabes. Por mucho que ellos quieran destruirnos, contaminarnos, hacernos daño... la naturaleza parece tener vida propia, como si fuera un espíritu libre, y pase lo que pase estoy seguro que ella se alzará con la victoria.
Mi hermano una vez usó su habilidad para robar unos dulces. Éramos tan sólo unos niños, teníamos hambre porque mi madre había quedado sin empleo. Aquellos dulces parecían llamarnos y animarnos a robarlos. Eran de una vecina, los había dejado enfriándose en el borde de la ventana mientras terminaba de elaborar la nata para cubrirlos. Se convirtió en gato, agarró el plató y lo cayó con sigilo. Después comió animándome a probarlos, pero yo no fui capaz de hacerlo aunque me moría de hambre.
Arrugué la nariz con sus últimas palabras, dándome cuenta que sólo éramos las marionetas de una pandilla de tarados. Se divertían esclavizándolos, dándonos un mundo oscuro para ver como sobrevivíamos. Estaba seguro que todo lo que sucedía estaba pactado, cada movimiento del tablero se había firmado con sangre siglos atrás.
-Somos sus muñecos, los cuales cuando nacemos parecemos un nuevo divertimento. Pero luego, con el paso de los años, pasamos a ser menos divertidos y cuando se cansan nos aplastan.-mis dedos volvían a hundirse en la tierra, jugaba con ella eliminando los terrones de esta. Mis ojos se hundieron en los suyos, notaba su inquietud y no sabía bien qué decir o qué hacer.-Sólo queda luchar, hay que luchar. Aunque parezca que es una tontería, es lo que podemos hacer. ¿O quieres que te aplasten con su poder como si fueran un piano y tú un dibujo animado? Me niego a ser el divertimento de otros, por eso acumulo información. Cuanto más sé mejor me sé mover, cuando mejor me sé mover más demonios destruyo aunque sean de poder ínfimo comparado con la cima de esa montaña infernal.
Sacudí mis manos apartándome de la tierra, echando hacia atrás mi cuerpo para quedar con los ojos clavados en las estrellas. Algunas se podían ver, aunque fueran un par. Sonreí recordando la lluvia de estrellas de hace varios años en plena jungla del Amazonas. Estaba seguro que si ella hubiera visto esas estrellas habría sonreído alejando sus malos pensamientos.
-¿Por qué no te echas a mi lado? Es mejor admirar lo poco que queda, como son las estrellas, antes que nos lo quiten como no han quitado todo. Lo poco hermoso que queda en este mundo es la naturaleza, hay que saber gozarla.-esbocé una sonrisa afable girando mi rostro hacia ella antes de volver a mirar las estrellas.-Ha Neul, en medio de esta lucha debes descansar un poco. Sé que te cabrea todo lo que hemos hablado, pero hay algo más que no sabes. Por mucho que ellos quieran destruirnos, contaminarnos, hacernos daño... la naturaleza parece tener vida propia, como si fuera un espíritu libre, y pase lo que pase estoy seguro que ella se alzará con la victoria.
Invitado- Invitado
Re: Stay With Me Tonight {Privado}
Había algo en Junsu que conseguía arrancarme sonrisas sinceras, quizá fuera la forma en la que hablaba o en la que se comportaba. Aquella comparación del piano y del dibujo animado había sido lo suficientemente gráfica para los que habíamos visto los dibujos de finales del XX e inicios del XXI que la pude ver perfectamente. Por un momento una ligera risa apareció, solo unos segundos, porque estábamos hablando de un tema demasiado serio como para tomárselo a la ligera aunque agradecía que, en cierta manera, él lo hiciera mucho más ligero.
— Tienes razón y te puedo asegurar que me gusta la idea de luchar.— lo llevaba haciendo tiempo, demasiado tiempo, pero seguiría haciéndolo. Quizá no de forma directa, quizá no buscara un enfrentamiento, siempre estaba entre las sombras. Como él prefería el conocimiento y rara vez se me vería en una lucha frente a frente. No por cobardía, no, simplemente porque sabía perfectamente que si lo hacía de forma directa podría haber muerto hacía mucho, mucho tiempo. No era pacifista tampoco, me defendía si me atacaban a mí o a gente que podría considerar dentro de mi círculo. Cada vez menos, eso sí. — Quizá pueda ayudarte con eso… llevo tiempo recopilando información y…— me detuve, era la primera vez que ofrecía a alguien el acceso a aquellos libros. Fruncí brevemente el ceño, apartando la mirada. — Bueno, quizá puedas encontrar algo que te sea útil.
Había sido demasiado tiempo catalogando todo lo que caía en mis manos, reescribiendo aquellos documentos que no eran entendibles o que podían peligrar. Muchos de ellos estaban en mi lengua natal, escritas en Hangul lo que hacía que pocos seres pudieran entenderlo. No lo había hecho a propósito sino que era mucho más fácil escribir y leer en mi lengua que en cualquiera de las occidentales aunque pronto había aprendido a defenderme en esas lenguas, por pura necesidad.
Le miré cuando comentó lo de acostarme a su lado y finalmente me moví, apoyando las manos en el suelo hasta que mi cuerpo quedó a unos pocos centímetros del suyo. El cielo oscuro se veía roto por las pequeñas estrellas que desde el cielo nos miraban, rompiendo con las nubes que al principio de la noche buscaban ocultarlas. La contaminación lumínica no hacía fácil poder distinguirlas, pero estaban ahí, esperando. Al escuchar mi nombre giré mi rostro hacia él, notando cómo sus palabras se clavaban en mí con rapidez, como dardos certeros, que daban esperanza y también dejaban un regusto de dolor.
— Gracias.— evité mirarle volviendo la atención hacia el cielo nocturno. — En ocasiones se me olvida que ella siempre puede dar un giro y hacer que todo cambie en apenas unos días o unos minutos o unos segundos.— me mordí apenas el labio inferior, pensando en lo que la Naturaleza podía hacer cuando quería. — Permanecerá mucho después de que toda esta estúpida guerra termine, quizá destruida, pero renacerá con fuerza. Incluso cuando hay un incendio devastador o el mar arrastra con todo, al cabo de poco tiempo, comienzan a salir los brotes de la nueva vida.
— Tienes razón y te puedo asegurar que me gusta la idea de luchar.— lo llevaba haciendo tiempo, demasiado tiempo, pero seguiría haciéndolo. Quizá no de forma directa, quizá no buscara un enfrentamiento, siempre estaba entre las sombras. Como él prefería el conocimiento y rara vez se me vería en una lucha frente a frente. No por cobardía, no, simplemente porque sabía perfectamente que si lo hacía de forma directa podría haber muerto hacía mucho, mucho tiempo. No era pacifista tampoco, me defendía si me atacaban a mí o a gente que podría considerar dentro de mi círculo. Cada vez menos, eso sí. — Quizá pueda ayudarte con eso… llevo tiempo recopilando información y…— me detuve, era la primera vez que ofrecía a alguien el acceso a aquellos libros. Fruncí brevemente el ceño, apartando la mirada. — Bueno, quizá puedas encontrar algo que te sea útil.
Había sido demasiado tiempo catalogando todo lo que caía en mis manos, reescribiendo aquellos documentos que no eran entendibles o que podían peligrar. Muchos de ellos estaban en mi lengua natal, escritas en Hangul lo que hacía que pocos seres pudieran entenderlo. No lo había hecho a propósito sino que era mucho más fácil escribir y leer en mi lengua que en cualquiera de las occidentales aunque pronto había aprendido a defenderme en esas lenguas, por pura necesidad.
Le miré cuando comentó lo de acostarme a su lado y finalmente me moví, apoyando las manos en el suelo hasta que mi cuerpo quedó a unos pocos centímetros del suyo. El cielo oscuro se veía roto por las pequeñas estrellas que desde el cielo nos miraban, rompiendo con las nubes que al principio de la noche buscaban ocultarlas. La contaminación lumínica no hacía fácil poder distinguirlas, pero estaban ahí, esperando. Al escuchar mi nombre giré mi rostro hacia él, notando cómo sus palabras se clavaban en mí con rapidez, como dardos certeros, que daban esperanza y también dejaban un regusto de dolor.
— Gracias.— evité mirarle volviendo la atención hacia el cielo nocturno. — En ocasiones se me olvida que ella siempre puede dar un giro y hacer que todo cambie en apenas unos días o unos minutos o unos segundos.— me mordí apenas el labio inferior, pensando en lo que la Naturaleza podía hacer cuando quería. — Permanecerá mucho después de que toda esta estúpida guerra termine, quizá destruida, pero renacerá con fuerza. Incluso cuando hay un incendio devastador o el mar arrastra con todo, al cabo de poco tiempo, comienzan a salir los brotes de la nueva vida.
Invitado- Invitado
Página 1 de 4. • 1, 2, 3, 4
Temas similares
» Let's go party tonight - Lutho
» Crystallize - Privado
» Under the Rain - Privado
» Se abre el bar - privado
» Los sin nombre [Privado]
» Crystallize - Privado
» Under the Rain - Privado
» Se abre el bar - privado
» Los sin nombre [Privado]
Damned Souls :: :: ● Otros Sitios del Mundo ● :: ● AMÉRICA ● :: ••【 Los Angeles City 】•• :: ● HOLLYWOOD HILLS ●
Página 1 de 4.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Jue Mayo 24, 2018 10:09 am por Kenneth Shaw
» Disenchanted [Adrian]
Jue Mayo 24, 2018 7:15 am por Kenneth Shaw
» Links caídos.
Miér Nov 16, 2016 2:25 pm por Leonor Regnault
» Registro de Avatares - OBLIGATORIO
Miér Nov 16, 2016 2:11 pm por Leonor Regnault
» Water Into Wine {Priv: Dennis JonBenét}
Jue Mayo 26, 2016 3:53 pm por Dennis JonBenét
» New Beginning
Jue Abr 21, 2016 2:04 pm por Garret Giordano
» Reconsiderando...
Vie Abr 15, 2016 12:53 pm por Sammael
» Leviathan (Liv Yatan)
Miér Abr 13, 2016 10:34 am por Leviathan
» World of Shadows (normal)
Vie Abr 08, 2016 10:24 am por Invitado