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Hijo de la luna - privado
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Re: Hijo de la luna - privado
Le escuchaba en silencio, no entendía por qué me contaba todo aquello si yo seguía siendo un total desconocido. Aún recelaba de sus intenciones, no bajaba la guardia en ningún momento porque a pesar de que fuera un licántropo, una raza noble por naturaleza, en estos tiempos todos estaban corrompidos de alguna manera. Nunca se podía estar seguro de nadie, incluso yo mismo, ¿no mentía? ¿No mataba?
Sin embargo no podía ser insensible a sus palabras. Me apenaba un poco su situación, en caso de que fuera real, y me hizo sentir extraño, cercano a él en ese punto. Yo, desde siempre, había mentido a mi hermana menor para ocultarle mi estilo de vida. Eso hacía 200 años. Y ahora, le mentía a Lutho porque no quería hacerle daño, ¿o tal vez para que no me juzgara o me criticara?
Acabé por suspirar deprimido, entendía cómo debía de sentirse. Yo era una desgracia para mi familia, desde el momento de nacer. Había acabado con nuestro orgullo, la había hecho desaparecer y ser olvidada. Era el último hechicero de la familia, y no era más que una puta.
-No deberías mentirles, porque la verdad siempre asoma. Terminarás por dañarlos y por dañarte más a ti mismo, los golpes al orgullo y el honor nunca sanan completamente -le dije, era un consejo que venía de la experiencia- Y tal vez, busques a una mujer en el lugar equivocado, si todas te han tratado así de mal. Una verdadera mujer no busca el dinero ni las comodidades; creo que hasta ahora sólo te has topado con putas y furcias como yo -sonreí amargamente, mirando mis manos. Mis temblores no disminuían, pero tampoco aumentaban, y mi lucidez estaba volviendo. Tenía, gracias a los espíritus y los dioses, una gran capacidad de recuperación.
Sin embargo no podía ser insensible a sus palabras. Me apenaba un poco su situación, en caso de que fuera real, y me hizo sentir extraño, cercano a él en ese punto. Yo, desde siempre, había mentido a mi hermana menor para ocultarle mi estilo de vida. Eso hacía 200 años. Y ahora, le mentía a Lutho porque no quería hacerle daño, ¿o tal vez para que no me juzgara o me criticara?
Acabé por suspirar deprimido, entendía cómo debía de sentirse. Yo era una desgracia para mi familia, desde el momento de nacer. Había acabado con nuestro orgullo, la había hecho desaparecer y ser olvidada. Era el último hechicero de la familia, y no era más que una puta.
-No deberías mentirles, porque la verdad siempre asoma. Terminarás por dañarlos y por dañarte más a ti mismo, los golpes al orgullo y el honor nunca sanan completamente -le dije, era un consejo que venía de la experiencia- Y tal vez, busques a una mujer en el lugar equivocado, si todas te han tratado así de mal. Una verdadera mujer no busca el dinero ni las comodidades; creo que hasta ahora sólo te has topado con putas y furcias como yo -sonreí amargamente, mirando mis manos. Mis temblores no disminuían, pero tampoco aumentaban, y mi lucidez estaba volviendo. Tenía, gracias a los espíritus y los dioses, una gran capacidad de recuperación.
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Re: Hijo de la luna - privado
-No, no creo que fueran como tú.-dije sacando mi katana para dejarla sobre la mesa, empezaba a ser incómodo llevarla en la espalda, así como mi arco y mis flechas.
Dejé todo frente a él acomodándome en aquel asiento bastante blando, pero para mí eso no era bueno. Estaba acostumbrado a sentarme sobre troncos y dormir sobre piedra, aquel asiento empezaba a ser francamente incómodo. Miré el vaso vacío y luego sus ojos tristes.
-Tienes los ojos llenos de lágrimas que no quieren salir, me hablas de no hacerme daño al orgullo pero tú te haces daño con tus recuerdos. No sé que demonios te han hecho o porqué tienes que caminar allá fuera.-susurré antes de tomar sus manos que aún temblaban.-Pero no mereces llorar, es una corazonada que tengo. Desde que te vi pensé que todo lo que te ocurría no era más que culpa del destino, no de tus acciones.
Trataba de consolarle porque sentía que debía hacerlo. Deseaba pagarle una hora o dos de su tiempo, sólo para que se quedara a mi lado conversando. No entendía a todo aquel que buscaba en una mujer, o en un hombre con cierta belleza, el placer. ¿No comprendían que para ellos no existía el deseo? Era un momento barato y miserable.
-Me gustaría tener mucho dinero para dártelo si ese es el problema, no me importaría quedarme sin un centavo con tal que tú no tuvieras que volver allá fuera.-sonreí unos segundos antes de incorporarme leve de mi asiento para besar su frente.-Lamento no poder llevarte a casa, porque no tienes, y también lamento no ser del todo de tu agrado.
Me levanté de la mesa tomando mis armas, colocándolas de nuevo en mi espalda y dejándole la chaqueta. No le quitaría aquella chaqueta aunque me sintiera aterido de frío. Mis pasos por el local eran calmados, algo buscos y con un deje de dolor. Cada movimiento mío era como el de una criatura herida. Pero no era mi alma ni mi cuerpo el herido, era él. Me lastimaba saber que no podía ayudarlo, era la primera persona que había sido más o menos gentil conmigo en aquella gran ciudad.
Dejé todo frente a él acomodándome en aquel asiento bastante blando, pero para mí eso no era bueno. Estaba acostumbrado a sentarme sobre troncos y dormir sobre piedra, aquel asiento empezaba a ser francamente incómodo. Miré el vaso vacío y luego sus ojos tristes.
-Tienes los ojos llenos de lágrimas que no quieren salir, me hablas de no hacerme daño al orgullo pero tú te haces daño con tus recuerdos. No sé que demonios te han hecho o porqué tienes que caminar allá fuera.-susurré antes de tomar sus manos que aún temblaban.-Pero no mereces llorar, es una corazonada que tengo. Desde que te vi pensé que todo lo que te ocurría no era más que culpa del destino, no de tus acciones.
Trataba de consolarle porque sentía que debía hacerlo. Deseaba pagarle una hora o dos de su tiempo, sólo para que se quedara a mi lado conversando. No entendía a todo aquel que buscaba en una mujer, o en un hombre con cierta belleza, el placer. ¿No comprendían que para ellos no existía el deseo? Era un momento barato y miserable.
-Me gustaría tener mucho dinero para dártelo si ese es el problema, no me importaría quedarme sin un centavo con tal que tú no tuvieras que volver allá fuera.-sonreí unos segundos antes de incorporarme leve de mi asiento para besar su frente.-Lamento no poder llevarte a casa, porque no tienes, y también lamento no ser del todo de tu agrado.
Me levanté de la mesa tomando mis armas, colocándolas de nuevo en mi espalda y dejándole la chaqueta. No le quitaría aquella chaqueta aunque me sintiera aterido de frío. Mis pasos por el local eran calmados, algo buscos y con un deje de dolor. Cada movimiento mío era como el de una criatura herida. Pero no era mi alma ni mi cuerpo el herido, era él. Me lastimaba saber que no podía ayudarlo, era la primera persona que había sido más o menos gentil conmigo en aquella gran ciudad.
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Re: Hijo de la luna - privado
Suspiré pesado ante sus palabras, mantenía mi vista gacha sintiendo que estaba dando pena. Apreté mis puños luego de que soltara mis manos, intentando conservar el calor que en ellas había dejado con su tacto. Cuando se levantó y besó mi frente, levanté la mirada un tanto alarmada, ¿se marchaba?
Algo en mi interior no quería dejarle ir. Tal vez sería aquella necesidad de no quedarme solo, no me sentía capaz de volver a casa, tampoco de vagar toda la noche como un animal perdido ni mucho menos entre las piernas de nadie, eso sólo sería cuando fuera estrictamente necesario.
Le vi alejarse hacia la puerta, caminaba como un animal abandonado. Me enternecía, pero me obligué a no verle marchar, siendo que yo mismo le había estado alejando y diciendo que se fuera. Suspiré pesado mirando mis manos, temblando ligeramente debido a un escalofrío. Y entonces fue que me di cuenta: me había dejado su chaqueta, pese al frío terrible que hacía afuera. ¿Por qué lo había hecho? ¿De verdad había sido tan sincero conmigo y tan amable sin querer nada a cambio?
Como pude me levanté y corrí tras él. Me valía lo que todos pensaban o que nos quedaran mirando, yo sólo pensé en que no quería quedarme solo otra vez. Me abracé a su espalda con fuerza, aún tambaleante.
- ¡Espera! ¡Satoru! No te vayas todavía -le pedí, rogando porque no me apartara y se marchara como ya antes habían hecho.
Algo en mi interior no quería dejarle ir. Tal vez sería aquella necesidad de no quedarme solo, no me sentía capaz de volver a casa, tampoco de vagar toda la noche como un animal perdido ni mucho menos entre las piernas de nadie, eso sólo sería cuando fuera estrictamente necesario.
Le vi alejarse hacia la puerta, caminaba como un animal abandonado. Me enternecía, pero me obligué a no verle marchar, siendo que yo mismo le había estado alejando y diciendo que se fuera. Suspiré pesado mirando mis manos, temblando ligeramente debido a un escalofrío. Y entonces fue que me di cuenta: me había dejado su chaqueta, pese al frío terrible que hacía afuera. ¿Por qué lo había hecho? ¿De verdad había sido tan sincero conmigo y tan amable sin querer nada a cambio?
Como pude me levanté y corrí tras él. Me valía lo que todos pensaban o que nos quedaran mirando, yo sólo pensé en que no quería quedarme solo otra vez. Me abracé a su espalda con fuerza, aún tambaleante.
- ¡Espera! ¡Satoru! No te vayas todavía -le pedí, rogando porque no me apartara y se marchara como ya antes habían hecho.
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Re: Hijo de la luna - privado
Me paré en la puerta buscando mi cajetilla de cigarrillos, sabía que tenía que estar por los bolsillos de mi pantalón. Ya casi no tenía cigarros, me estaba quedando sin comida y sin vicios. Sólo tenía dos vicios en concreto: café y tabaco. No podía consumir ni uno ni otro, quedándome de esa forma sin tan siquiera un pequeño lujo al no tener nada que llevarme a la boca.
Cuando al fin vi el último cigarro le sentí pegado a mi espalda, provocando que se cayera al suelo. No comprendía porque venía a por mí si me había estado echando de su lado desde el principio, pensé que ya no debía tener esperanza alguna en que me hablara de forma sosegada, sin lanzarme una mirada árida o una palabra amarga.
-No me iré si no quieres.-dije antes de girarme acariciando sus cabellos.-Creo que podemos encontrar alguna casa sin dueño, con cuidado podemos hacer fuego y entrar en calor.
No sabía si dormía en hoteles, pero yo no iba a dejar que gastara dinero en mí. Si era preciso le dejaría dormir en la habitación y yo esperaría fuera. De momento podíamos encontrar un refugio en la ciudad, había varios edificios abandonados con los tejados desvencijados, los cristales destrozados y pintadas en toda la fachada, sin embargo era un buen lugar para descansar si no te atormentaban los espíritus.
-Aunque no sé si tienes alquilado algo.-comenté con una leve sonrisa acariciando sus mejillas con mis manos, como si fuera un cachorro. Su tamaño era similar al de mi hermana, me recordaba a ella por ser tan testaruda como yo y como lo fue mi madre.
Hice que saliera delante mía, dejando atrás las miradas y cuchicheo de las pocas personas que había en el local. No me importaba que hablaran, pero me molestaban sus acusaciones. Quería golpearlos a todos, si bien eso sólo haría que él me temiera y pensara de nuevo que le iba a hacer daño. Tomé aire resignado para dejarlo ir, echando hacia abajo los hombros y mirando con cierto odio a las personas que allá se reunían.
-Estúpidos, se creen que lo saben todo y no saben una mierda.-murmuré antes de gruñir bajo para tomar su pequeño cuerpo por la cintura.-Hace frío para que estés así, necesitas unos buenos pantalones y un buen jersey.
Cuando al fin vi el último cigarro le sentí pegado a mi espalda, provocando que se cayera al suelo. No comprendía porque venía a por mí si me había estado echando de su lado desde el principio, pensé que ya no debía tener esperanza alguna en que me hablara de forma sosegada, sin lanzarme una mirada árida o una palabra amarga.
-No me iré si no quieres.-dije antes de girarme acariciando sus cabellos.-Creo que podemos encontrar alguna casa sin dueño, con cuidado podemos hacer fuego y entrar en calor.
No sabía si dormía en hoteles, pero yo no iba a dejar que gastara dinero en mí. Si era preciso le dejaría dormir en la habitación y yo esperaría fuera. De momento podíamos encontrar un refugio en la ciudad, había varios edificios abandonados con los tejados desvencijados, los cristales destrozados y pintadas en toda la fachada, sin embargo era un buen lugar para descansar si no te atormentaban los espíritus.
-Aunque no sé si tienes alquilado algo.-comenté con una leve sonrisa acariciando sus mejillas con mis manos, como si fuera un cachorro. Su tamaño era similar al de mi hermana, me recordaba a ella por ser tan testaruda como yo y como lo fue mi madre.
Hice que saliera delante mía, dejando atrás las miradas y cuchicheo de las pocas personas que había en el local. No me importaba que hablaran, pero me molestaban sus acusaciones. Quería golpearlos a todos, si bien eso sólo haría que él me temiera y pensara de nuevo que le iba a hacer daño. Tomé aire resignado para dejarlo ir, echando hacia abajo los hombros y mirando con cierto odio a las personas que allá se reunían.
-Estúpidos, se creen que lo saben todo y no saben una mierda.-murmuré antes de gruñir bajo para tomar su pequeño cuerpo por la cintura.-Hace frío para que estés así, necesitas unos buenos pantalones y un buen jersey.
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Re: Hijo de la luna - privado
Asentí con la cabeza si decir nada, me sentía incapaz de hablar tanto por la vergüenza como porque no sabía qué decir. No podía quedarme solo, ya el hospital había sido demasiado trauma. Además, sin drogas, sin ningún tipo de distracción... terminaría por yo mismo abrirme el cuello con mi puñal.
Caminé a su lado con la vista gacha, dejando que me apegara a su cálido cuerpo. Me daba igual a dónde fuéramos, todo mientras no fuera un hotel o cosas por el estilo, no quería sentirme como si me estuviera vendiendo aquella noche. Al final, luego de unos minutos de silencio volví a hablar, aunque en voz muy baja y sin poder mirarle.
-Me da igual en dónde... y estoy bien así, no te preocupes -le dije, intentando dejar de temblar. Tal vez con una poción podría quitarme algo de la fiebre, pero eso significaba ir a casa...- Estoy acostumbrado al frío, viví mucho tiempo en Finlandia y Rusia...
Caminé a su lado con la vista gacha, dejando que me apegara a su cálido cuerpo. Me daba igual a dónde fuéramos, todo mientras no fuera un hotel o cosas por el estilo, no quería sentirme como si me estuviera vendiendo aquella noche. Al final, luego de unos minutos de silencio volví a hablar, aunque en voz muy baja y sin poder mirarle.
-Me da igual en dónde... y estoy bien así, no te preocupes -le dije, intentando dejar de temblar. Tal vez con una poción podría quitarme algo de la fiebre, pero eso significaba ir a casa...- Estoy acostumbrado al frío, viví mucho tiempo en Finlandia y Rusia...
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Re: Hijo de la luna - privado
-Yo estuve en Rusia hace unos meses, fue un buen lugar. Bebí mucho vodka.-reí recordando mis pequeñas borracheras con una chica que su padre era vampiro y su madre hechicera. Realmente fue divertido, de los poco chupasangres que no me caerían mal jamás.-Un día quizás vuelva, sólo por volver a ver a una amiga y ver qué tal le van las cosas.
Caminaba a paso lento porque sabía que estaba con sus piernas flaqueando. Acabé por tomarlo en brazos, dejándolo bien pegado a mí. Le refugiaba del frío y del viento que azotaba sin remedio contra mi espalda. No quería que se cayera ni que el frío le congelara, por ello apreté el paso hacia una zona muy marginal pero que tenía edificios vacíos.
Entré en una de las viviendas, estaba completamente destrozada la puerta, pero no importó porque eso era mucho mejor. Atrancaría como se pudiese la puerta, para que nadie entrara y el frío no nos congelara. Busqué el encendedor por si había luz, pero no tendríamos tanta suerte.
-Hay algunas mesas, creo.-comenté prendiendo el mechero para mirar a nuestro alrededor.-Hay mesas, sillas y un armario. Podemos quemar alguna silla y entrar en calor con una fogata.
La leve luz que entraba por una ventana, pese a sus sucios cristales, iluminaban brevemente la estancia y el mechero hacía ayuda. Él estaba junto a mí, pero ya bajo de mis brazos, mientras inspeccionaba. No había presencia humana ni de otro ser, al menos no desde hacía varios días.
Caminaba a paso lento porque sabía que estaba con sus piernas flaqueando. Acabé por tomarlo en brazos, dejándolo bien pegado a mí. Le refugiaba del frío y del viento que azotaba sin remedio contra mi espalda. No quería que se cayera ni que el frío le congelara, por ello apreté el paso hacia una zona muy marginal pero que tenía edificios vacíos.
Entré en una de las viviendas, estaba completamente destrozada la puerta, pero no importó porque eso era mucho mejor. Atrancaría como se pudiese la puerta, para que nadie entrara y el frío no nos congelara. Busqué el encendedor por si había luz, pero no tendríamos tanta suerte.
-Hay algunas mesas, creo.-comenté prendiendo el mechero para mirar a nuestro alrededor.-Hay mesas, sillas y un armario. Podemos quemar alguna silla y entrar en calor con una fogata.
La leve luz que entraba por una ventana, pese a sus sucios cristales, iluminaban brevemente la estancia y el mechero hacía ayuda. Él estaba junto a mí, pero ya bajo de mis brazos, mientras inspeccionaba. No había presencia humana ni de otro ser, al menos no desde hacía varios días.
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Re: Hijo de la luna - privado
Dejé que me tomara en brazos, de nada servía quejarme porque ni siquiera podía caminar bien por mí mismo. Sentía las piernas muy heladas, y los enormes tacones de aguja no ayudaban a mi equilibrio. Me refugiaba en su pecho en busca de calor, la fiebre no quería dejarme.
Mientras caminaba, cerré los ojos, cansado. El suave movimiento de sus pasos me invitaba a quedarme dormido como si fuera un niño en brazos de mi madre, pero luchaba con todas mis fuerzas para no caer dormido, no podía bajar la guardia nunca, ni siquiera con una persona amable.
Tras unos minutos, al abrir los ojos noté que entrábamos a una casa abandonada. Cuando me bajó me apoyé con una mano en la pared, no podía ver casi nada salvo lo que su mechero iluminaba. No era un lugar muy bonito pero estaba bien, había dormido en lugares peores y en condiciones horrendas y esto estaba lejos mucho mejor que aquello.
Al recorrer toda la estancia con la vista, mis ojos se fijaron en una figura extraña en la pared del otro extremo. Con paso tambaleante me acerqué, era lo que me imaginaba y podría servirnos si estaba en buenas condiciones.
-Una chimenea, creo que está bien -susurré. Luego, en voz baja susurré una invocación en el idioma de los espíritus, y al extender mi mano, de ella salió una llamarada de fuego azul con tonos verdosos que se quedó en la chimenea encendido, a pesar de que no había nada que lo mantuviera. Me apoyé en la chimenea un poco cansado, ya podía volver a usar mis poderes aunque no con la misma fuerza de siempre.
Mientras caminaba, cerré los ojos, cansado. El suave movimiento de sus pasos me invitaba a quedarme dormido como si fuera un niño en brazos de mi madre, pero luchaba con todas mis fuerzas para no caer dormido, no podía bajar la guardia nunca, ni siquiera con una persona amable.
Tras unos minutos, al abrir los ojos noté que entrábamos a una casa abandonada. Cuando me bajó me apoyé con una mano en la pared, no podía ver casi nada salvo lo que su mechero iluminaba. No era un lugar muy bonito pero estaba bien, había dormido en lugares peores y en condiciones horrendas y esto estaba lejos mucho mejor que aquello.
Al recorrer toda la estancia con la vista, mis ojos se fijaron en una figura extraña en la pared del otro extremo. Con paso tambaleante me acerqué, era lo que me imaginaba y podría servirnos si estaba en buenas condiciones.
-Una chimenea, creo que está bien -susurré. Luego, en voz baja susurré una invocación en el idioma de los espíritus, y al extender mi mano, de ella salió una llamarada de fuego azul con tonos verdosos que se quedó en la chimenea encendido, a pesar de que no había nada que lo mantuviera. Me apoyé en la chimenea un poco cansado, ya podía volver a usar mis poderes aunque no con la misma fuerza de siempre.
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Re: Hijo de la luna - privado
Olvidaba que él era un hechicero, me hizo sonreír el ver que aún podía usar sus poderes a pesar de su cansancio. Fui hacia un armario y lo abrí encontrando algunas mantas, que aunque tenían algo de polvo, podrían ayudarnos a entrar en calor. Una era de color negro, de tela algo áspera, la otra era de tela escocesa roja y la otra era gris, o parecía serlo.
Fui hasta quedar cerca de la chimenea, pero a una distancia prudencial. Coloqué la más áspera en el suelo y lo senté frente al fuego. Pronto eché una manta sobre sus hombros colocando fuera sus cabellos, acariciándolos unos segundos para luego sentarme a su lado.
Me había quedado con la manta gris, la más pequeña, cubriendo a duras penas mis hombros marcados. Era mucho más musculoso que él, que cualquier humano común, debido a mi raza. Mis ojos se quedaron clavados en el fuego y suspiré.
-Faltan las salchichas o un cochinillo... tal vez un caldo.-dije girando leve mi cabeza como un perro, sin siquiera proponermelo.-Debí cazar algo en el bosque antes de ir a mirar la herida.-miré a nuestro alrededor.-Aquí no hay ni ratas... y aunque no suene bien, las he comido imaginando que eran perdices.-no me sentía orgulloso de contar aquello, pero era mejor que comer humanos como algunos hacían. Yo pensaba que los humanos debían ser asesinados sólo cuando cometían actos crueles, entonces uno podía comerselos como en el cuento de Caperucita.
Recordé entonces una canción que solía tararear mi padre, lo hacía para poder descansar de todo el peso que caía sobre él y a la vez para no olvidar que seguía luchando pese a todo. Una canción que entonaba frente a la leña que movía con su katana mientras nosotros esperábamos que madre viniera de recoger algunas setas para la carne.
la canción
Fui hasta quedar cerca de la chimenea, pero a una distancia prudencial. Coloqué la más áspera en el suelo y lo senté frente al fuego. Pronto eché una manta sobre sus hombros colocando fuera sus cabellos, acariciándolos unos segundos para luego sentarme a su lado.
Me había quedado con la manta gris, la más pequeña, cubriendo a duras penas mis hombros marcados. Era mucho más musculoso que él, que cualquier humano común, debido a mi raza. Mis ojos se quedaron clavados en el fuego y suspiré.
-Faltan las salchichas o un cochinillo... tal vez un caldo.-dije girando leve mi cabeza como un perro, sin siquiera proponermelo.-Debí cazar algo en el bosque antes de ir a mirar la herida.-miré a nuestro alrededor.-Aquí no hay ni ratas... y aunque no suene bien, las he comido imaginando que eran perdices.-no me sentía orgulloso de contar aquello, pero era mejor que comer humanos como algunos hacían. Yo pensaba que los humanos debían ser asesinados sólo cuando cometían actos crueles, entonces uno podía comerselos como en el cuento de Caperucita.
Recordé entonces una canción que solía tararear mi padre, lo hacía para poder descansar de todo el peso que caía sobre él y a la vez para no olvidar que seguía luchando pese a todo. Una canción que entonaba frente a la leña que movía con su katana mientras nosotros esperábamos que madre viniera de recoger algunas setas para la carne.
la canción
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Re: Hijo de la luna - privado
Me ayudó a sentarme y me acurruqué dentro de la manta, envolviéndome completamente de tal forma, que no podría tocarme nada más que el rostro y el cabello. Era mi forma de protegerme, nunca dejaba que nadie me tocara más de lo necesario, y si hasta ahora le había dejado cargarme era porque había sido estrictamente necesario.
Le escuché hablar contemplando el fuego, haciendo una leve mueca de asco al imaginarme a mi acompañante comiendo ratas. No tanto por el hecho de matar al animalejo, yo para la mayoría de mis hechizos mataba pequeños animales cuya sangre ocupaba para invocar a los espíritus más peligrosos o salvajes, pero comerlos... era otra cosa. Creo que incluso se me revolvió un poco el estómago, aunque tal vez fuera más porque tenía hambre y me sentía enfermo que por la impresión.
Me abracé a mí mismo dentro de las mantas, escuchándole cantar. Ya no sentía tanto frío, aunque sentía mis mejillas encendidas por la fiebre. Pronto tuve que cerrar los ojos aguantando algunas escasas lágrimas, entendía lo que cantaba porque ese también era mi idioma. Me tuve que pasar disimuladamente una mano por el rostro para limpiármelo, no quería que me viera llorar.
Le escuché hablar contemplando el fuego, haciendo una leve mueca de asco al imaginarme a mi acompañante comiendo ratas. No tanto por el hecho de matar al animalejo, yo para la mayoría de mis hechizos mataba pequeños animales cuya sangre ocupaba para invocar a los espíritus más peligrosos o salvajes, pero comerlos... era otra cosa. Creo que incluso se me revolvió un poco el estómago, aunque tal vez fuera más porque tenía hambre y me sentía enfermo que por la impresión.
Me abracé a mí mismo dentro de las mantas, escuchándole cantar. Ya no sentía tanto frío, aunque sentía mis mejillas encendidas por la fiebre. Pronto tuve que cerrar los ojos aguantando algunas escasas lágrimas, entendía lo que cantaba porque ese también era mi idioma. Me tuve que pasar disimuladamente una mano por el rostro para limpiármelo, no quería que me viera llorar.
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Re: Hijo de la luna - privado
Noté que lloraba, en el ambiente pude sentir como su espíritu se volvía confuso y lleno de sentimientos que le hicieron caer en la tristeza. Estiré mi brazo hacia él, dejándolo sobre mi torso mientras secaba la única lágrimas que él no había limpiado, caía por su mejilla hacia sus labios.
-Sé que desafino, porque nunca di clases de canto, pero tampoco pensaba que lo hiciera tan mal.-intenté bromear riendo bajo aunque mis ojos estaban llenos de lágrimas que no querían salir, que se quedaban cómodamente en mis ojos esperando un segundo a que bajara la guardia.-Esa canción la cantaba mi padre intentando no olvidarse de quién era y qué había sido de quienes amaba... Yo ahora suelo cantarla cuando lo recuerdo a él. Es duro ver como matan a quien quieres y no poder hacer nada por ello.-murmuré la última frase bajo, muy bajo, aunque debido a la proximidad quizás pudo escucharme.
Besé su frente de nuevo y me levanté para ir hacia una de las ventanas, echaría la vieja cortina para que no fuera tan fácil ver la luz. Tal vez los vampiros podrían sentirnos, igual que los lycan, pero quería alejar al resto de seres de nosotros y darnos más intimidad si al final dormíamos.
-Creo que te intimidaría menos si estuviera como lobo, dejarías quizás de pensar que quiero meterte mano.-se cruzaron por mi cerebro aquellas palabras y lo dije como buen bocazas que era, quedando en silencio antes de apartar mis armas en un lugar que pudiera tomarlas.
Me saqué las ropas colocándolas sobre mis armas, dejando estas algo ocultas a primera vista. No tenía pudor alguno, ya había cambiado de forma mil veces y no de forma tan tranquila. Me convertí en lobo frente a sus ojos, un imponente ejemplar de ojos calmados y con unas gasas mal colocadas en la cabeza.
Mi pelaje era gris y negro, con pequeños mechones algo blancos, era mucho más abrigado que ir con aquella ropa. Me senté junto a él frente al fuego, lamí mi ocico y me agazapé observando las llamas.
-Sé que desafino, porque nunca di clases de canto, pero tampoco pensaba que lo hiciera tan mal.-intenté bromear riendo bajo aunque mis ojos estaban llenos de lágrimas que no querían salir, que se quedaban cómodamente en mis ojos esperando un segundo a que bajara la guardia.-Esa canción la cantaba mi padre intentando no olvidarse de quién era y qué había sido de quienes amaba... Yo ahora suelo cantarla cuando lo recuerdo a él. Es duro ver como matan a quien quieres y no poder hacer nada por ello.-murmuré la última frase bajo, muy bajo, aunque debido a la proximidad quizás pudo escucharme.
Besé su frente de nuevo y me levanté para ir hacia una de las ventanas, echaría la vieja cortina para que no fuera tan fácil ver la luz. Tal vez los vampiros podrían sentirnos, igual que los lycan, pero quería alejar al resto de seres de nosotros y darnos más intimidad si al final dormíamos.
-Creo que te intimidaría menos si estuviera como lobo, dejarías quizás de pensar que quiero meterte mano.-se cruzaron por mi cerebro aquellas palabras y lo dije como buen bocazas que era, quedando en silencio antes de apartar mis armas en un lugar que pudiera tomarlas.
Me saqué las ropas colocándolas sobre mis armas, dejando estas algo ocultas a primera vista. No tenía pudor alguno, ya había cambiado de forma mil veces y no de forma tan tranquila. Me convertí en lobo frente a sus ojos, un imponente ejemplar de ojos calmados y con unas gasas mal colocadas en la cabeza.
Mi pelaje era gris y negro, con pequeños mechones algo blancos, era mucho más abrigado que ir con aquella ropa. Me senté junto a él frente al fuego, lamí mi ocico y me agazapé observando las llamas.
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Re: Hijo de la luna - privado
Sonreí ligeramente con su broma, para luego suspirar. No le dije nada, sólo me dediqué a mirar la chimenea y concentrarme en las chispas de fuego verde que salían de ella. No era por ser desagradable ni nada, pero no solía hablar mucho, prefería el silencio a las palabras llenas de mentiras que siempre salían de mi boca.
Cuando noté que se desnudaba para transformarse, cerré los ojos con fuerza. Los abrí solamente cuando le sentí a mi lado, era un animal grande que me intimidó ligeramente. Cuando se tendió a mi lado, me alejé un poco, no estaba para nada acostumbrado a los licántropos en sus formas lobunas. Solamente les veía así cuando me atacaban, y normalmente terminaban muertos por mi puñal y yo lleno de mordidas y rasguños que no me harían transformar gracias a mi magia.
-Te prefiero como humano, los lobos no me gustan porque siempre me atacan, muerden, rasguñan e intentan asesinarme por oler a vampiro -le dije, temblando ligeramente. Me gustaban los perros de razas grandes e incluso los lobos de verdad, pero los licántropos... eran algo totalmente distinto- Si me quisieras meter mano, me bastaría con cortarte los dedos.
Cuando noté que se desnudaba para transformarse, cerré los ojos con fuerza. Los abrí solamente cuando le sentí a mi lado, era un animal grande que me intimidó ligeramente. Cuando se tendió a mi lado, me alejé un poco, no estaba para nada acostumbrado a los licántropos en sus formas lobunas. Solamente les veía así cuando me atacaban, y normalmente terminaban muertos por mi puñal y yo lleno de mordidas y rasguños que no me harían transformar gracias a mi magia.
-Te prefiero como humano, los lobos no me gustan porque siempre me atacan, muerden, rasguñan e intentan asesinarme por oler a vampiro -le dije, temblando ligeramente. Me gustaban los perros de razas grandes e incluso los lobos de verdad, pero los licántropos... eran algo totalmente distinto- Si me quisieras meter mano, me bastaría con cortarte los dedos.
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Re: Hijo de la luna - privado
Parecía que me había equivocado, como lobo le había intimidado aún más. Suspiré pesado antes de levantarme mientras me convertía en humano. Tenía la transformación dominada por completo, al ser puro y de nacimiento era rápido y no me costaba trabajo. Era para mí un modo de supervivencia.
Regresé a mis pantalones y mi camiseta, para así hacer que se sintiera más cómodo. Me senté junto a él observándolo en silencio, el aroma a vampiro era cierto que provenía de él. Acaricié un mechón de sus cabellos contemplándolo, intentando averiguar parte de su alma en su mirada.
-¿Vives con un vampiro? He conocido a un par de ellos que son agradables, pero el resto para mí son enemigos.
Realmente era demasiado lindo para ser un chico. Cuando le observaba de cerca veía sus rasgos algo femeninos, muy delicados, y con un cierto deje de sensualidad. Quería tomarlo entre mis brazos, rodearlo con cierto cariño y decirle que todo iba a ir bien. No entendía porque de ese instinto, pero estaba ahí y parecía no querer marcharse.
-Alex, me gustaría ser tu amigo y que dejaras de verme como un posible atacante.-comenté antes de notar como un ser se movía entre las sombras de las calles, lo hacía a paso lento con cierta elegancia. Olía a animal, animales exóticos, mientras sus pasos cortos hacían eco en la calle. Pronto su aroma desapareció, así como él o ella.-Te decía que puedes contar conmigo, yo te defenderé si alguno de los míos te atacan. A veces son tozudos, sólo se dejan guiar por el olfato.-dije antes de reír bajo.-Yo si me hubiera dejado guiar por el olfato te hubiera temido, ya que olías a varios vampiros... pero pensé que quizás ese vampiro o vampiros querían hacerte daño.
Regresé a mis pantalones y mi camiseta, para así hacer que se sintiera más cómodo. Me senté junto a él observándolo en silencio, el aroma a vampiro era cierto que provenía de él. Acaricié un mechón de sus cabellos contemplándolo, intentando averiguar parte de su alma en su mirada.
-¿Vives con un vampiro? He conocido a un par de ellos que son agradables, pero el resto para mí son enemigos.
Realmente era demasiado lindo para ser un chico. Cuando le observaba de cerca veía sus rasgos algo femeninos, muy delicados, y con un cierto deje de sensualidad. Quería tomarlo entre mis brazos, rodearlo con cierto cariño y decirle que todo iba a ir bien. No entendía porque de ese instinto, pero estaba ahí y parecía no querer marcharse.
-Alex, me gustaría ser tu amigo y que dejaras de verme como un posible atacante.-comenté antes de notar como un ser se movía entre las sombras de las calles, lo hacía a paso lento con cierta elegancia. Olía a animal, animales exóticos, mientras sus pasos cortos hacían eco en la calle. Pronto su aroma desapareció, así como él o ella.-Te decía que puedes contar conmigo, yo te defenderé si alguno de los míos te atacan. A veces son tozudos, sólo se dejan guiar por el olfato.-dije antes de reír bajo.-Yo si me hubiera dejado guiar por el olfato te hubiera temido, ya que olías a varios vampiros... pero pensé que quizás ese vampiro o vampiros querían hacerte daño.
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Re: Hijo de la luna - privado
No respondí a su primera pregunta, tan sólo mantuve la vista fija en el fuego. Sentía que la fiebre empezaba a menguar, ya que ahora podía sentir diversas presencias a mi alrededor, las que circulaban por fuera de la casa, la de Satoru e incluso la de algunos espíritus que rondaban en otras habitaciones. Yo no les temía, estaba demasiado ligado a ellos, pero en cambio, los respetaba.
Cuando dijo lo segundo, le miré mal. Era la segunda persona en pocos días que decía querer ser mi amigo, pero yo no les necesitaba. Ni a él ni a Atsushi, no quería comprometerme en nada con nadie porque siempre terminaba siendo traicionado, abandonado o peor, esas personas terminaban muertas por mi culpa. ¿No entendían acaso que lo mejor para todos ellos era estar lejos de mí, y en lo posible de Lutho?
-No necesito que me defiendas, yo solo me he enfrentado a vampiros y licántropos antes -le dije de forma brusca sin pretenderlo, no solía ser muy amable y en veces las palabras agrias y los tonos bruscos de mi voz se debían a eso.
-Y en todo caso -comenté tras algunos segundos de silencio, cambiando el tono de voz a uno un poco más calmado- De todo hay entre las razas. Pocas veces un vampiro me ha hecho daño, son más las veces que pagan por mí, supongo que a algunos les parece divertido... -guardé silencio, mordiéndome ligeramente el labio inferior.
Cuando dijo lo segundo, le miré mal. Era la segunda persona en pocos días que decía querer ser mi amigo, pero yo no les necesitaba. Ni a él ni a Atsushi, no quería comprometerme en nada con nadie porque siempre terminaba siendo traicionado, abandonado o peor, esas personas terminaban muertas por mi culpa. ¿No entendían acaso que lo mejor para todos ellos era estar lejos de mí, y en lo posible de Lutho?
-No necesito que me defiendas, yo solo me he enfrentado a vampiros y licántropos antes -le dije de forma brusca sin pretenderlo, no solía ser muy amable y en veces las palabras agrias y los tonos bruscos de mi voz se debían a eso.
-Y en todo caso -comenté tras algunos segundos de silencio, cambiando el tono de voz a uno un poco más calmado- De todo hay entre las razas. Pocas veces un vampiro me ha hecho daño, son más las veces que pagan por mí, supongo que a algunos les parece divertido... -guardé silencio, mordiéndome ligeramente el labio inferior.
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Re: Hijo de la luna - privado
Me quedé callado con los ojos fijos en el fuego. Hablaba brusco y se comportaba de una forma poco amistosa, sin embargo sabía que se debía a algo más. Escuché lo último y no dudé en gruñir.
-No deberías vender tu cuerpo.-dije mirando el fuego todavía, sin siquiera mirarle a él.-Vendes parte de tu alma junto a tu cuerpo, sé que tiene que ser duro, pero si es por dinero yo podría darte lo poco que ahora. Tú lo necesitarás más que mis hermanos, ellos tienen una vida cómoda.-comenté girándome hacia él.-Además, puedo mentir así mejor, decirles que me casaré con la chica.-le guiñé un ojo y luego me recosté bien en aquella manta.
Notaba como el techo se movía por culpa del leve viento, aquella estructura era un desastre. Estaba seguro que era una de las primeras casas contruídas tras la guerra. Sentía algunos espíritus, pero más que espíritus eran ecos en las sombras. Se podía notar como las paredes parecían recordar cada lágrima, risa o nerviosismo que se había vivido entre ellas.
-Es una lástima que seas tan arisco, eres bonito y si tuvieras mejor carácter te pediría salir. Aunque supongo que no querrás a un muerto de hambre que miente a su familia y no tiene ni un techo al que llamar hogar.-cerré los ojos y sonreí de forma amarga.-Antes pensaba que el hogar estaba donde estuvieran los brazos de mi madre, cuando era un cachorro siempre me metía en líos... lo sigo haciendo... pero ya no está ella para reñirme y curar mis heridas.-eché mis brazos tras mi cabeza y abrí mis ojos mirando el techo, estaba lleno de humedales.-Siempre pensé que tendría una pareja, mucho antes que mi madre muriera, y en ella encontraría esa calidez tras cada bronca... soy un buscapleitos y siempre ando gruñendo aunque no lo creas...-me callé unos segundos y tragué duro.-Supongo que moriré sin saber qué es eso que llaman amor, porque yo sólo lo he conocido de una forma... no de la forma romántica. Pero bueno, no te quiero aburrir con mis historias.-me giré hacia un lado dándole la espalda intentando dormir.
-No deberías vender tu cuerpo.-dije mirando el fuego todavía, sin siquiera mirarle a él.-Vendes parte de tu alma junto a tu cuerpo, sé que tiene que ser duro, pero si es por dinero yo podría darte lo poco que ahora. Tú lo necesitarás más que mis hermanos, ellos tienen una vida cómoda.-comenté girándome hacia él.-Además, puedo mentir así mejor, decirles que me casaré con la chica.-le guiñé un ojo y luego me recosté bien en aquella manta.
Notaba como el techo se movía por culpa del leve viento, aquella estructura era un desastre. Estaba seguro que era una de las primeras casas contruídas tras la guerra. Sentía algunos espíritus, pero más que espíritus eran ecos en las sombras. Se podía notar como las paredes parecían recordar cada lágrima, risa o nerviosismo que se había vivido entre ellas.
-Es una lástima que seas tan arisco, eres bonito y si tuvieras mejor carácter te pediría salir. Aunque supongo que no querrás a un muerto de hambre que miente a su familia y no tiene ni un techo al que llamar hogar.-cerré los ojos y sonreí de forma amarga.-Antes pensaba que el hogar estaba donde estuvieran los brazos de mi madre, cuando era un cachorro siempre me metía en líos... lo sigo haciendo... pero ya no está ella para reñirme y curar mis heridas.-eché mis brazos tras mi cabeza y abrí mis ojos mirando el techo, estaba lleno de humedales.-Siempre pensé que tendría una pareja, mucho antes que mi madre muriera, y en ella encontraría esa calidez tras cada bronca... soy un buscapleitos y siempre ando gruñendo aunque no lo creas...-me callé unos segundos y tragué duro.-Supongo que moriré sin saber qué es eso que llaman amor, porque yo sólo lo he conocido de una forma... no de la forma romántica. Pero bueno, no te quiero aburrir con mis historias.-me giré hacia un lado dándole la espalda intentando dormir.
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Re: Hijo de la luna - privado
Me apenaban sus reacciones, me sentía como lo peor del mundo al verle girarse y darme la espalda. No entendía cómo me aguantaba, cómo no se iba. Suspiré pesado, no me gustaba hacerle daño a las personas y mucho menos si éstas eran amables conmigo.
-Lo siento por ser así, pero es lo que la ciudad te enseña -le dije, mirando su espalda- No necesitas ayudarme con dinero ni con nada, has hecho mucho por mí hasta ahora sólo con tu compañía... gracias -susurré lo último, no sabría si me escucharía o no.
En un impulso, y tal vez producto de la fiebre que todavía no se iba, me salí de las mantas y me acerqué a él, abrazándolo con fuerza y ocultando la cabeza en su espalda.
-Eres una gran persona, quien te busque por lo que tienes será una estúpida -susurré bajito- Estoy seguro de que hallarás a la persona adecuada, seguramente a una chica linda que sepa valorarte... Gracias por acompañarme y no haberme dejado solo.
-Lo siento por ser así, pero es lo que la ciudad te enseña -le dije, mirando su espalda- No necesitas ayudarme con dinero ni con nada, has hecho mucho por mí hasta ahora sólo con tu compañía... gracias -susurré lo último, no sabría si me escucharía o no.
En un impulso, y tal vez producto de la fiebre que todavía no se iba, me salí de las mantas y me acerqué a él, abrazándolo con fuerza y ocultando la cabeza en su espalda.
-Eres una gran persona, quien te busque por lo que tienes será una estúpida -susurré bajito- Estoy seguro de que hallarás a la persona adecuada, seguramente a una chica linda que sepa valorarte... Gracias por acompañarme y no haberme dejado solo.
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Re: Hijo de la luna - privado
Guardé de nuevo silencio notando como me abrazaba. Me giré para rodearlo entre mis brazos arropándolo con las mantas. Mis manos acariciaron sus cabellos mientras le miraba a los ojos, lo hacía completamente seguro que no era mal chico y que todo lo que le había pasado era sólo mala suerte.
-Tienes buen corazón, pero lo ocultas.-susurré antes de besar su frente y sin saber porque rozar sus labios con los míos.
Fue un roce dulce sin ir buscando más allá, aunque no supe porque lo hice. Tal vez porque me atraía, me atrajo desde el primer momento. Ya no me importaba tanto encontrar a esa chica, con tener un buen amigo todo me sobraba. En la ciudad no tenía a nadie, en otras había logrado tener algún conocido o amigo... pero en esta era casi imposible.
-Lo siento.-susurré justo después del beso, aún mirándole a los ojos con cierta ternura. En ellos sólo se podían leer buenos sentimientos hacia él, para nada algo oculto.-Descansa.-fue lo siguiente que dije cerrando los ojos intentando no sentir una bofetada.
-Tienes buen corazón, pero lo ocultas.-susurré antes de besar su frente y sin saber porque rozar sus labios con los míos.
Fue un roce dulce sin ir buscando más allá, aunque no supe porque lo hice. Tal vez porque me atraía, me atrajo desde el primer momento. Ya no me importaba tanto encontrar a esa chica, con tener un buen amigo todo me sobraba. En la ciudad no tenía a nadie, en otras había logrado tener algún conocido o amigo... pero en esta era casi imposible.
-Lo siento.-susurré justo después del beso, aún mirándole a los ojos con cierta ternura. En ellos sólo se podían leer buenos sentimientos hacia él, para nada algo oculto.-Descansa.-fue lo siguiente que dije cerrando los ojos intentando no sentir una bofetada.
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Re: Hijo de la luna - privado
Dejé que me abrazara, su calor era reconfortante y me hacía sentir bien. Hacía mucho, pero mucho tiempo, que no estaba así con nadie, simplemente abrazado sin que eso significara nada extraño.
Pero con aquel roce... me aparté rápidamente de forma instintiva, subiendo otra vez la guardia que había bajado sin darme cuenta. Le miré con recelo directo a los ojos, intentando averiguar en ellos sus intenciones, pero solo me encontré con una mirada trasparente y sincera.
Había estado a punto de darle una bofetada, pero me contuve al ver que no buscaba nada de mí. En cambio, bajé la mirada ruborizándome notablemente, ya que de por sí la fiebre me ponía las mejillas rojas.
-Descuida, no fue nada... sólo no lo vuelvas a hacer -le dije con un hilo de voz, cerrando mis dos manos en puños con fuerza y ocultando la cabeza en su pecho.
Pero con aquel roce... me aparté rápidamente de forma instintiva, subiendo otra vez la guardia que había bajado sin darme cuenta. Le miré con recelo directo a los ojos, intentando averiguar en ellos sus intenciones, pero solo me encontré con una mirada trasparente y sincera.
Había estado a punto de darle una bofetada, pero me contuve al ver que no buscaba nada de mí. En cambio, bajé la mirada ruborizándome notablemente, ya que de por sí la fiebre me ponía las mejillas rojas.
-Descuida, no fue nada... sólo no lo vuelvas a hacer -le dije con un hilo de voz, cerrando mis dos manos en puños con fuerza y ocultando la cabeza en su pecho.
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Re: Hijo de la luna - privado
-Solía hacerlo con mi hermano, mi madre lo hacía con nosotros. Es una muestra de afecto cariñosa. Lo siento, de verdad.-lo pegué contra mí acariciando sus cabellos, dejando que mis dedos jugaran entre aquellas hebras de pelo tan suaves.-Te sentaría bien el pelo algo más lago, haría tu rostro aún más delgado... tus facciones se verían mejor y estarías más lindo.-alcé su mentón con mi mano izquierda mirándole fijamente.
Me preguntaba porque le harían tanto daño y lo perseguirían de esa forma. Yo veía a un niño cuando le miraba, un niño perdido en busca de su madre. Tenía la sensación de verlo pequeño, casi diminuto, perdido en mi pecho buscando un poco de protección y calor.
-No te pienso dejar solo... aunque tenga que dormir fuera todos los días observando tu habitación... la de cualquier hotel... no te dejaré solo. No pienso dejarte solo aunque digas que puedes sobrevivir.-acariciaba sus mejillas con las yemas de mis dedos, estaban algo frías a pesar que la palma de mi mano ardía.-Un día tendré mi cabaña terminada y podré invitarte a tomar algo, a ser nosotros dos sin tener que soportar nuestro pasado y nuestras mentiras al mundo. Comeremos kompeitō mientras la leña calienta todo.-sonreí antes de refugiarlo mejor del frío, dejando que mi calor le cobijara.-Sigues con mucha fiebre, mañana veré que consigo para ti... necesitas desayunar bien.-mendigaría o robaría en el mercado alguna fruta, algo que le sentara bien y le diera vitaminas.
Me preguntaba porque le harían tanto daño y lo perseguirían de esa forma. Yo veía a un niño cuando le miraba, un niño perdido en busca de su madre. Tenía la sensación de verlo pequeño, casi diminuto, perdido en mi pecho buscando un poco de protección y calor.
-No te pienso dejar solo... aunque tenga que dormir fuera todos los días observando tu habitación... la de cualquier hotel... no te dejaré solo. No pienso dejarte solo aunque digas que puedes sobrevivir.-acariciaba sus mejillas con las yemas de mis dedos, estaban algo frías a pesar que la palma de mi mano ardía.-Un día tendré mi cabaña terminada y podré invitarte a tomar algo, a ser nosotros dos sin tener que soportar nuestro pasado y nuestras mentiras al mundo. Comeremos kompeitō mientras la leña calienta todo.-sonreí antes de refugiarlo mejor del frío, dejando que mi calor le cobijara.-Sigues con mucha fiebre, mañana veré que consigo para ti... necesitas desayunar bien.-mendigaría o robaría en el mercado alguna fruta, algo que le sentara bien y le diera vitaminas.
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Re: Hijo de la luna - privado
Me sorprendí cuando dijo eso, cogiéndome un mechón de mi propio cabello. Creía que así estaba bien, hacía no mucho lo había cortado aunque en realidad, jamás lo tuve muy largo. Sólo cuando era un niño y adolescente, entonces usaba el cabello hasta más abajo de la cintura...
- ¿Ah? Pues... eh... -momento, entonces, ¿me estaba diciendo que así me veía mal?- Supongo que... lo dejaré crecer... ¿Tan mal me veo? -comenté, sintiéndome contrariado, apartando mi mano y la suya de mis cabellos. Vale, de vuelta a usar gorros de lana para que se me aplastara el cabello y se viera un poco más largo de momento.
Sus siguientes palabras me hicieron abrir aún más los ojos, casi me quedé sin habla y me volví a sentir apenado.
-En serio, ¿por qué eres tan amable conmigo? -le pregunté, mirándole fijamente sintiéndome sobrecogido por sus palabras. Quería protegerme, acompañarme... ¿cómo podría aceptar todo eso? Era demasiado para mí, no estaba acostumbrado a que nadie cuidara de mí.
- ¿Ah? Pues... eh... -momento, entonces, ¿me estaba diciendo que así me veía mal?- Supongo que... lo dejaré crecer... ¿Tan mal me veo? -comenté, sintiéndome contrariado, apartando mi mano y la suya de mis cabellos. Vale, de vuelta a usar gorros de lana para que se me aplastara el cabello y se viera un poco más largo de momento.
Sus siguientes palabras me hicieron abrir aún más los ojos, casi me quedé sin habla y me volví a sentir apenado.
-En serio, ¿por qué eres tan amable conmigo? -le pregunté, mirándole fijamente sintiéndome sobrecogido por sus palabras. Quería protegerme, acompañarme... ¿cómo podría aceptar todo eso? Era demasiado para mí, no estaba acostumbrado a que nadie cuidara de mí.
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Re: Hijo de la luna - privado
-No, para nada. Pero tus rasgos son muy bonitos y creo que tu pelo también lo es, así con el pelo largo intensificarías tu belleza. Tal vez es porque me gustan las personas con el cabello largo, a mi hermano le prohibí cortárselo.
Mi hermano gemelo tenía el pelo hasta más allá de la cintura, parecía un auténtico samurai. Su ropa era clásica, su forma de caminar calmada y aunque sabía usar la katana, así como varias artes de lucha, él prefería los libros, la filosofía sobre todo, y pintar calmado mientras murmuraba canciones que había escuchado de nuestros padres. Era un hombre calmado, metido en su paz interior, y que sólo se revolucionaba cuando alguien que le atraía un poco le halagaba. Practicamente no le dejaba salir de casa, si salía lo hacía mi hermana con él. Temía que tuviera novio, era completamente y absolutamente gay.
-Y soy bueno contigo porque me recuerdas a personas muy queridas, además tienes un aura que me gusta. Has sufrido mucho, se nota, y quiero que dejes de hacerlo aunque sea sólo cuando estemos conversando. Pero sé que hay alguien que quieres, puedo sentirlo... ese alguien puede ser ese vampiro.-había varios aromas en su ropa, uno era de un vampiro que olía a mar y montaña y la otra parecía oler a alcohol así como un tercero menos nítido que era como rosas.-No tienes nada, yo no tengo ni siquiera para regalarte una rosa... pero eres muy bonito y sé que ni siquiera una rosa haría méritos a tu lado. Prefiero cuidarte mejor que ofrecerte un regalo, yo te cuidaré aunque no quieras.
Mi hermano gemelo tenía el pelo hasta más allá de la cintura, parecía un auténtico samurai. Su ropa era clásica, su forma de caminar calmada y aunque sabía usar la katana, así como varias artes de lucha, él prefería los libros, la filosofía sobre todo, y pintar calmado mientras murmuraba canciones que había escuchado de nuestros padres. Era un hombre calmado, metido en su paz interior, y que sólo se revolucionaba cuando alguien que le atraía un poco le halagaba. Practicamente no le dejaba salir de casa, si salía lo hacía mi hermana con él. Temía que tuviera novio, era completamente y absolutamente gay.
-Y soy bueno contigo porque me recuerdas a personas muy queridas, además tienes un aura que me gusta. Has sufrido mucho, se nota, y quiero que dejes de hacerlo aunque sea sólo cuando estemos conversando. Pero sé que hay alguien que quieres, puedo sentirlo... ese alguien puede ser ese vampiro.-había varios aromas en su ropa, uno era de un vampiro que olía a mar y montaña y la otra parecía oler a alcohol así como un tercero menos nítido que era como rosas.-No tienes nada, yo no tengo ni siquiera para regalarte una rosa... pero eres muy bonito y sé que ni siquiera una rosa haría méritos a tu lado. Prefiero cuidarte mejor que ofrecerte un regalo, yo te cuidaré aunque no quieras.
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Re: Hijo de la luna - privado
Le quedé mirando en silencio ante todo lo que dijo, sintiendo que mis mejillas empalidecían y que mis ojos se agrandaban. Al final, y tras algunos minutos de silencio, terminé por sonreír suavemente y con ternura, para terminar abrazándole más fuerte y ocultar mi rostro en su pecho.
-Gracias -murmuré bajito, acariciando su espalda tímidamente casi. Entonces sí decía todo en serio, si insistía tanto en cuidarme y ayudarme... debía de ser un regalo de los espíritus- Tus palabras son mejores que una rosa.
Sentí que la fiebre empezaba a desaparecer, así como el dolor de mi pecho. Tal vez era debido a su calidez, no sólo a la que salía de su cuerpo, sino también a la de sus palabras. ¿Un amigo? ¿Podría, de verdad, permitirme tener a un amigo? Algo me decía que ésta era una oportunidad. Y la esperanza, aquel estúpido sentimiento que siempre me hacía malas pasadas y jugaba conmigo, volvió a aparecer, diciéndome que sí podía.
-Gracias -murmuré bajito, acariciando su espalda tímidamente casi. Entonces sí decía todo en serio, si insistía tanto en cuidarme y ayudarme... debía de ser un regalo de los espíritus- Tus palabras son mejores que una rosa.
Sentí que la fiebre empezaba a desaparecer, así como el dolor de mi pecho. Tal vez era debido a su calidez, no sólo a la que salía de su cuerpo, sino también a la de sus palabras. ¿Un amigo? ¿Podría, de verdad, permitirme tener a un amigo? Algo me decía que ésta era una oportunidad. Y la esperanza, aquel estúpido sentimiento que siempre me hacía malas pasadas y jugaba conmigo, volvió a aparecer, diciéndome que sí podía.
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Re: Hijo de la luna - privado
-No tienes que darme las gracias por algo que hago por instinto, porque me nace hacer y porque deseo hacerlo.-dije antes de cerrar los ojos algo cansado.-Intenta dormir pegado a mí, yo te daré calor.-entrelacé mis piernas con las suyas, para que así quedaran enredadas y calientes al sentir el calor de las mías.
Mi cuerpo era tan grande comparado con el suyo que lo cubría. Parecía una manta más y no un compañero nocturno. Sabía que a la noche siguiente echaría de menos su cuerpo junto al mío, pero si tenía suerte podría estar un rato con él aunque tuviera que irse con sus clientes. Me dolía en el pecho pensar que otro disfrutaría de su cuerpo, que lo haría mientras él se sintiera miserable y acabara hundido en la miseria.
-Habrá que buscar otro refugio mejor mañana, uno que no esté casi en ruinas... yo debo buscar empleo, otra vez.-murmuré abriendo leve mis ojos, sólo un poco.-No temas, yo te cuidaré incluso si me duermo... tengo el sueño ligero.
Mi cuerpo era tan grande comparado con el suyo que lo cubría. Parecía una manta más y no un compañero nocturno. Sabía que a la noche siguiente echaría de menos su cuerpo junto al mío, pero si tenía suerte podría estar un rato con él aunque tuviera que irse con sus clientes. Me dolía en el pecho pensar que otro disfrutaría de su cuerpo, que lo haría mientras él se sintiera miserable y acabara hundido en la miseria.
-Habrá que buscar otro refugio mejor mañana, uno que no esté casi en ruinas... yo debo buscar empleo, otra vez.-murmuré abriendo leve mis ojos, sólo un poco.-No temas, yo te cuidaré incluso si me duermo... tengo el sueño ligero.
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Re: Hijo de la luna - privado
Sonreí ligeramente, apretándole y pegándome bien a él, buscando resguardarme del frío. Cerré mis ojos y dejé escapar un suspiro, intentando acomodarme sobre las duras tablas.
-Gracias por ayudarme -murmuré, sintiendo que me quedaba dormido de a poco- Duerme tranquilo, estaré bien -susurré, sintiendo que al fin volvía a quedarme dormido. Me acurruqué un poco mejor, quedando sobre su pecho y casi cubriéndome con sus brazos y piernas como si fuera una manta.
Nunca antes había dormido así con nadie, y ni de cerca había estado así de cerca de los brazos y el calor de un licántropo. Ellos no acostumbraban a acercarse a mí, apestaba demasiado a vampiro según me decían. Me sentía extraño, pero era una agradable sensación.
-Gracias por ayudarme -murmuré, sintiendo que me quedaba dormido de a poco- Duerme tranquilo, estaré bien -susurré, sintiendo que al fin volvía a quedarme dormido. Me acurruqué un poco mejor, quedando sobre su pecho y casi cubriéndome con sus brazos y piernas como si fuera una manta.
Nunca antes había dormido así con nadie, y ni de cerca había estado así de cerca de los brazos y el calor de un licántropo. Ellos no acostumbraban a acercarse a mí, apestaba demasiado a vampiro según me decían. Me sentía extraño, pero era una agradable sensación.
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Re: Hijo de la luna - privado
Noté como su respiración bajaba de ritmo y su corazón también se volvía un murmullo. Mis manos se quedaron cubriendo su espalda junto a mis brazos. Hacía años que no dormía de esa forma con alguien, pero jamás lo había hecho con mis amantes. Siempre había regresado a casa para sentir el calor de mi gemelo, él se aferraba a mí gruñendo bajo, sintiendo que llevaba pegado el aroma de otros.
El día que me marché del poblado sentí por primera vez lo que era la soledad, intenté encontrar se calor en otros pero era imposible. Me acostumbré a la soledad y ahora que lo tenía a él aferrado a mí, o tal vez yo aferrado a él, no quería que se fuera. Cada noche iba a desear tener ese calor, sentir que estaba bien y que nada malo ocurriría. En tiempos como estos lo único que puedes tener es cierta fe que así será, pero jamás la seguridad plena.
-Kiba.-balbuceé dormido el nombre de mi hermano.-Te quiero Kiba.
Soñaba que estaba en el poblado, regresando a casa y extrañamente con él. Mi hermano salía con nuestra hermana de la mano, la cual tenía cincuenta años pero parecía aún una niña, y cuando finalmente lo abracé no pude resistirme en decirle las palabras que siempre susurraba cuando lloraba. Él siempre lloraba como cachorro asustado cuando tenía alguna pena.
El día que me marché del poblado sentí por primera vez lo que era la soledad, intenté encontrar se calor en otros pero era imposible. Me acostumbré a la soledad y ahora que lo tenía a él aferrado a mí, o tal vez yo aferrado a él, no quería que se fuera. Cada noche iba a desear tener ese calor, sentir que estaba bien y que nada malo ocurriría. En tiempos como estos lo único que puedes tener es cierta fe que así será, pero jamás la seguridad plena.
-Kiba.-balbuceé dormido el nombre de mi hermano.-Te quiero Kiba.
Soñaba que estaba en el poblado, regresando a casa y extrañamente con él. Mi hermano salía con nuestra hermana de la mano, la cual tenía cincuenta años pero parecía aún una niña, y cuando finalmente lo abracé no pude resistirme en decirle las palabras que siempre susurraba cuando lloraba. Él siempre lloraba como cachorro asustado cuando tenía alguna pena.
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Re: Hijo de la luna - privado
No tuve sueños aquella noche, eso era habitual en mí en todo caso. No quise recordar, tampoco, el sueño que tuve la noche en que conocí a Atsushi, aquel sueño que supe fue inducido. En cambio, tuve la sensación de volver a ser el niño de antaño, aquel muchachito de ocho años dormido en los brazos de mi madre. El calor era reconfortante, tranquilizador.
Dormí profundamente, como nunca. Normalmente tenía el sueño muy ligero, siempre estaba atento ante el peligro, alerta con el puñal bajo mi almohada. Ahora, en cambio, me había dejado envolver por su abrazo.
En la mañana siguiente, desperté primero que él. Aún no amanecía, de hecho, y probablemente era muy temprano como para que nadie estuviera despierto y al mismo tiempo muy tarde como para que algún vampiro merodeara por ahí.
Me levanté con cuidado, hacía frío pero el fuego aún estaba encendido. Mis pasos eran cautelosos, estaba acostumbrado a ser totalmente invisible por cosas de protección y supervivencia. Me quedé unos instantes observando a Satoru, y no pude evitar una sonrisa y ruborizarme suavemente, cual quinceañero enamorado. Luego sacudí la cabeza y me alejé despacio y en silencio hacia la habitación continua, en la cual sentía una presencia.
Llevaba en mi mano el puñal, por si acaso. La habitación estaba hecha un desastre, pero no había nadie... salvo un espíritu, no un eco. Una niña pequeña que lloraba, sentada al medio de la habitación. Me acerqué despacio, me recordaba a alguien con aquellos cabellos largos y negros, tal vez, yo mismo cuando era pequeño.
-Hey, pequeña.. ¿estás bien? -le pregunté, agachándome frente a ella y estirando la mano para palpar sus cabellos. Cuando me vio, sin embargo, dio un grito ahogado y se desvaneció, y con ella, su presencia. Quedé en medio de la sala, totalmente solo. Me sentí mal por ella, me dolía ver espíritus de niños tan tristes, pensar que yo pude...- No lo recuerdes... no lo hagas -me susurré a mí mismo, abrazándome.
Dormí profundamente, como nunca. Normalmente tenía el sueño muy ligero, siempre estaba atento ante el peligro, alerta con el puñal bajo mi almohada. Ahora, en cambio, me había dejado envolver por su abrazo.
En la mañana siguiente, desperté primero que él. Aún no amanecía, de hecho, y probablemente era muy temprano como para que nadie estuviera despierto y al mismo tiempo muy tarde como para que algún vampiro merodeara por ahí.
Me levanté con cuidado, hacía frío pero el fuego aún estaba encendido. Mis pasos eran cautelosos, estaba acostumbrado a ser totalmente invisible por cosas de protección y supervivencia. Me quedé unos instantes observando a Satoru, y no pude evitar una sonrisa y ruborizarme suavemente, cual quinceañero enamorado. Luego sacudí la cabeza y me alejé despacio y en silencio hacia la habitación continua, en la cual sentía una presencia.
Llevaba en mi mano el puñal, por si acaso. La habitación estaba hecha un desastre, pero no había nadie... salvo un espíritu, no un eco. Una niña pequeña que lloraba, sentada al medio de la habitación. Me acerqué despacio, me recordaba a alguien con aquellos cabellos largos y negros, tal vez, yo mismo cuando era pequeño.
-Hey, pequeña.. ¿estás bien? -le pregunté, agachándome frente a ella y estirando la mano para palpar sus cabellos. Cuando me vio, sin embargo, dio un grito ahogado y se desvaneció, y con ella, su presencia. Quedé en medio de la sala, totalmente solo. Me sentí mal por ella, me dolía ver espíritus de niños tan tristes, pensar que yo pude...- No lo recuerdes... no lo hagas -me susurré a mí mismo, abrazándome.
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