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Hijo de la luna - privado
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Hijo de la luna - privado
Caminaba por los barrios bajos después de días inmerso en los senderos del bosque. Había estado cerca de varios asentamientos donde se convivía de forma más cálida y agradable, así como una especie de hermandad, que en la ciudad. Todo lo que veía aquí era miseria, gritos ensordecedores, mentiras y muchas burlas a todos aquellos que intentaban sobrevivir en medio de la miseria. El mundo parecía más loco a cada paso que daba. Cuando terminé en los barrios bajo pensé que había llegado al infierno.
Me quedé en medio de una plaza, no muy lejos de un hospital, y miré con atención a varios vampiros que caminaban apurados por las calles. Parecían aturdidos y llenos de miedo, ni depararon en mí pese a que me puse a la defensiva. Estaba convertido en humano, pero mi aroma era de lycan. Mis ojos se hundieron en sus pisadas rápidas, aunque intentaban imitar a los débiles del reino... Los humanos. Sus cabellos eran largos, lisos y sueltos sobre gabanes oscuros como sus zapatos y sus corazones.
-Date prisa, vayamos pronto a la sede.-escuché de uno, el más largo y paliducho.-El líder tiene que estar enterado de esto.
No hice mucho caso a sus conversaciones, sólo los murmullos que se oían más altos que otros. Lejos podía sentir la presencia de un poderoso vampiro, a lo lejos, y gracias al aire cambiante, el aroma de varios lycan que también parecían algo asustados pero que aullaban a la luna igualmente. No importaba, nada importaba al menos para mí. Si había peligro yo lo enfrentaría, no tenía miedo.
Seguí mi camino llegando al hospital. Pude sentir a varios vampiros comprando sangre de forma ilegal, tal vez así se ahorraban un susto y el tener que matar a un humano. Algunos, los pocos, me parecían agradables porque aún apreciaban la vida humana de la cual no parecían estar despegados. Pero otros me parecían carroñeros esperando a que alguien llegara muy herido y terminar de acabar con él, sería como acabar diplomáticamente con su vida. Un par de ángeles recorrían las habitaciones enfundados en trajes minúsculos de enfermera o poderosas batas de cirujanos. Hombres y mujeres para el resto, seres extraños para mí que con su bondad creían curar un mundo que fue abandonado por Dios a su suerte. Un demonio no muy poderoso leía en la sala del hospital, en la primera donde todo el mundo esperaba noticias de sus enfermos.
-Doctor.-dijo levantándose.-¿Cómo está mi mujer?-parecía nervioso y realmente preocuapdo. Me pregunté si un demonio podía amar y cómo sería la mujer de este.
-El parto ha sido complicado, el bebé está bien... pero ella ha perdido mucha sangre.-comentó el doctor, un ángel que había asistido al parto de un mestizo.-Tranquilo, Dios sabe que ella no tiene la culpa.-aquello parecía una sentencia, ella moriría y él tendría que cargar con las culpas de su pecado.
Por primera vez veía a un demonio llorar de verdad, completamente inmerso en su tragedia. Si bien, no era problema mío. No sabía porque había ido allí hasta que recordé algo. Una punzada en mi cabeza me hizo gruñir bajo. Toqué con mis dedos la venda y suspiré. Había tenido una pelea con otro lycan por su territorio, yo había ganado porque él estaba muerto... pero no me quedaría con aquel lugar que fue tan importante. Enterré en su cabaña el cuerpo sin vida de su dueño y me marché.
-Necesito un médico.-comenté ronco antes de notar como una mujer me tomaba por los hombros llevándome hacia un doctor.
Comenzaron las preguntas, las pruebas, los exámenes médicos y cuando finalmente salí más calmado escuché a un doctor hablar con otro. Parecían hablar sobre el diagnóstico de un hombre, o de una mujer, que yacía en una de las camas.
-Se ha intentado sucidiar, es obvio. Dios ya no lo aceptará en los cielos... aunque ya venía con la marca del demonio.-escuché mientras miraba de reojo la camilla, estaba tras el cristal de la ventana del dormitorio y esta daba al pasillo de salida hacia el ascensor.
-Pobre.-murmuré notando su esencia, la de un humano pero tenía algo distinto.-Lastima de ti... no querer luchar ¿pero qué les pasa? rendirse no es lo apropiado.-sin darme cuenta me metí dentro de aquella habitación quedándome frente a él.
Era atractivo. Creo que sin duda era el hombre más atractivo que había visto en años. Me hizo sentir extraño. Me sentí como un estúpido por haberme lamentado. Estaba seguro que tenía problemas fuertes para haber hecho lo que hizo. Me compadecí de mí y de él, de todos. El mundo se iba y nosotros no queríamos seguir y a la vez luchábamos por sobrevivir. Éramos extraños, todos los éramos.
-¿Qué te ocurrió? Escuché que has estado mal... si quieres puedo ayudarte.-estaba siendo amable porque era mi naturaleza, siempre había sido atento con los humanos aunque algunos me habían intentado engañar y yo había terminado demostrando que era un alfa, un guerrero, un ser cruel y violento si se despertaba mi instinto.
Me quedé en medio de una plaza, no muy lejos de un hospital, y miré con atención a varios vampiros que caminaban apurados por las calles. Parecían aturdidos y llenos de miedo, ni depararon en mí pese a que me puse a la defensiva. Estaba convertido en humano, pero mi aroma era de lycan. Mis ojos se hundieron en sus pisadas rápidas, aunque intentaban imitar a los débiles del reino... Los humanos. Sus cabellos eran largos, lisos y sueltos sobre gabanes oscuros como sus zapatos y sus corazones.
-Date prisa, vayamos pronto a la sede.-escuché de uno, el más largo y paliducho.-El líder tiene que estar enterado de esto.
No hice mucho caso a sus conversaciones, sólo los murmullos que se oían más altos que otros. Lejos podía sentir la presencia de un poderoso vampiro, a lo lejos, y gracias al aire cambiante, el aroma de varios lycan que también parecían algo asustados pero que aullaban a la luna igualmente. No importaba, nada importaba al menos para mí. Si había peligro yo lo enfrentaría, no tenía miedo.
Seguí mi camino llegando al hospital. Pude sentir a varios vampiros comprando sangre de forma ilegal, tal vez así se ahorraban un susto y el tener que matar a un humano. Algunos, los pocos, me parecían agradables porque aún apreciaban la vida humana de la cual no parecían estar despegados. Pero otros me parecían carroñeros esperando a que alguien llegara muy herido y terminar de acabar con él, sería como acabar diplomáticamente con su vida. Un par de ángeles recorrían las habitaciones enfundados en trajes minúsculos de enfermera o poderosas batas de cirujanos. Hombres y mujeres para el resto, seres extraños para mí que con su bondad creían curar un mundo que fue abandonado por Dios a su suerte. Un demonio no muy poderoso leía en la sala del hospital, en la primera donde todo el mundo esperaba noticias de sus enfermos.
-Doctor.-dijo levantándose.-¿Cómo está mi mujer?-parecía nervioso y realmente preocuapdo. Me pregunté si un demonio podía amar y cómo sería la mujer de este.
-El parto ha sido complicado, el bebé está bien... pero ella ha perdido mucha sangre.-comentó el doctor, un ángel que había asistido al parto de un mestizo.-Tranquilo, Dios sabe que ella no tiene la culpa.-aquello parecía una sentencia, ella moriría y él tendría que cargar con las culpas de su pecado.
Por primera vez veía a un demonio llorar de verdad, completamente inmerso en su tragedia. Si bien, no era problema mío. No sabía porque había ido allí hasta que recordé algo. Una punzada en mi cabeza me hizo gruñir bajo. Toqué con mis dedos la venda y suspiré. Había tenido una pelea con otro lycan por su territorio, yo había ganado porque él estaba muerto... pero no me quedaría con aquel lugar que fue tan importante. Enterré en su cabaña el cuerpo sin vida de su dueño y me marché.
-Necesito un médico.-comenté ronco antes de notar como una mujer me tomaba por los hombros llevándome hacia un doctor.
Comenzaron las preguntas, las pruebas, los exámenes médicos y cuando finalmente salí más calmado escuché a un doctor hablar con otro. Parecían hablar sobre el diagnóstico de un hombre, o de una mujer, que yacía en una de las camas.
-Se ha intentado sucidiar, es obvio. Dios ya no lo aceptará en los cielos... aunque ya venía con la marca del demonio.-escuché mientras miraba de reojo la camilla, estaba tras el cristal de la ventana del dormitorio y esta daba al pasillo de salida hacia el ascensor.
-Pobre.-murmuré notando su esencia, la de un humano pero tenía algo distinto.-Lastima de ti... no querer luchar ¿pero qué les pasa? rendirse no es lo apropiado.-sin darme cuenta me metí dentro de aquella habitación quedándome frente a él.
Era atractivo. Creo que sin duda era el hombre más atractivo que había visto en años. Me hizo sentir extraño. Me sentí como un estúpido por haberme lamentado. Estaba seguro que tenía problemas fuertes para haber hecho lo que hizo. Me compadecí de mí y de él, de todos. El mundo se iba y nosotros no queríamos seguir y a la vez luchábamos por sobrevivir. Éramos extraños, todos los éramos.
-¿Qué te ocurrió? Escuché que has estado mal... si quieres puedo ayudarte.-estaba siendo amable porque era mi naturaleza, siempre había sido atento con los humanos aunque algunos me habían intentado engañar y yo había terminado demostrando que era un alfa, un guerrero, un ser cruel y violento si se despertaba mi instinto.
Invitado- Invitado
Re: Hijo de la luna - privado
Desperté en un hospital, conectado a un respirador artificial y a cientos de otras máquinas.Por mis mejillas resbalaban mis lágrimas de rabia y resignación, no entendía por qué demonios no podía morir de una vez, por qué tenía que siempre volver a despertar.
No sabía cuánto tiempo llevaba dormido allí, ¿horas? ¿Días? Tampoco recordaba muy bien qué había pasado, pero estaba consciente de que aquello había sido una sobredosis. Al mirar a mi alrededor, me encontré solo, sin nadie más que las máquinas que me ayudaban a seguir con vida, ¿tan mal había sido esta vez?
Pensé en Lutho, en que tal vez estaba sola y asustada en casa, preocupada porque yo no aparecía. O tal vez... estaba demasiado bien con su verdadero padre que ya se había olvidado de mí. Al pensar en esa opción, me vino una fuerte puntada de dolor a mi pecho. Las cosas se complicaron, varios médicos entraron corriendo y luego perdí la consciencia otra vez...
"¿Qué te ocurrió? Escuché que has estado mal... si quieres puedo ayudarte."
Escuché aquella voz lejana y a la vez demasiado cerca. No era una voz familiar, pero se escuchaba cálida, preocupada y a la vez lena de lástima. Odiaba que la gente sintiera lástima por mí, me hacía sentir débil e insignificante cuando sabía que no lo era. Era fuerte... no demasiado, pero tal vez, lo suficiente como para abrir de nuevo los ojos y ver a quien me ofrecía ayuda.
Despacio, mis ojos se abrieron viendo que alguien estaba a mi lado. Noté que ya no estaba usando la máscara de oxígeno, y que tan solo tenía conectado a mi brazo una sola aguja, la que me conectaba a un suero. Fruncí el ceño, todavía me sentía perdido y lívido, me costaba un poco procesar lo que veía.
- ¿Un... ángel? -pregunté apenas, más para mí que para él. Me parecía eso, los ángeles lucían así de hermosos y a la vez, tenían aquella mirada amable. Pero yo los evitaba, su bondad y la ayuda que siempre ofrecían me causaban rabia, pensaba siempre ¿por qué no vino ninguno cuando de verdad lo necesitaba?
Intenté moverme, quería salir de allí. Empecé a pensar coherentemente, aunque mis sentidos estaban sedados aún. Un hospital era peligroso, terriblemente peligroso. Allí, yo era vulnerable, podían atacarme, podían reconocerme los subordinados de Lucifer, y entonces estaría en problemas. La lentitud de mis movimientos empezó a desesperarme, mi corazón se aceleró mientras intentaba quitarme todas las cosas que me tenían conectado a las máquinas.
- ¡Ah! -me quejé del dolor cuando logré quitarme el suero. Intenté incorporarme, pero todo me dolía, empezando por mi corazón.
No sabía cuánto tiempo llevaba dormido allí, ¿horas? ¿Días? Tampoco recordaba muy bien qué había pasado, pero estaba consciente de que aquello había sido una sobredosis. Al mirar a mi alrededor, me encontré solo, sin nadie más que las máquinas que me ayudaban a seguir con vida, ¿tan mal había sido esta vez?
Pensé en Lutho, en que tal vez estaba sola y asustada en casa, preocupada porque yo no aparecía. O tal vez... estaba demasiado bien con su verdadero padre que ya se había olvidado de mí. Al pensar en esa opción, me vino una fuerte puntada de dolor a mi pecho. Las cosas se complicaron, varios médicos entraron corriendo y luego perdí la consciencia otra vez...
"¿Qué te ocurrió? Escuché que has estado mal... si quieres puedo ayudarte."
Escuché aquella voz lejana y a la vez demasiado cerca. No era una voz familiar, pero se escuchaba cálida, preocupada y a la vez lena de lástima. Odiaba que la gente sintiera lástima por mí, me hacía sentir débil e insignificante cuando sabía que no lo era. Era fuerte... no demasiado, pero tal vez, lo suficiente como para abrir de nuevo los ojos y ver a quien me ofrecía ayuda.
Despacio, mis ojos se abrieron viendo que alguien estaba a mi lado. Noté que ya no estaba usando la máscara de oxígeno, y que tan solo tenía conectado a mi brazo una sola aguja, la que me conectaba a un suero. Fruncí el ceño, todavía me sentía perdido y lívido, me costaba un poco procesar lo que veía.
- ¿Un... ángel? -pregunté apenas, más para mí que para él. Me parecía eso, los ángeles lucían así de hermosos y a la vez, tenían aquella mirada amable. Pero yo los evitaba, su bondad y la ayuda que siempre ofrecían me causaban rabia, pensaba siempre ¿por qué no vino ninguno cuando de verdad lo necesitaba?
Intenté moverme, quería salir de allí. Empecé a pensar coherentemente, aunque mis sentidos estaban sedados aún. Un hospital era peligroso, terriblemente peligroso. Allí, yo era vulnerable, podían atacarme, podían reconocerme los subordinados de Lucifer, y entonces estaría en problemas. La lentitud de mis movimientos empezó a desesperarme, mi corazón se aceleró mientras intentaba quitarme todas las cosas que me tenían conectado a las máquinas.
- ¡Ah! -me quejé del dolor cuando logré quitarme el suero. Intenté incorporarme, pero todo me dolía, empezando por mi corazón.
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Re: Hijo de la luna - privado
Ladeé mi cabeza intentando procesar sus palabras, me confundía con algo que no quería ser ni sería nunca. Estaba orgulloso de ser un lycan, hijo de lycan, nieto de lycan y así hasta llegar al primero de mi árbol genealógico. Un extenso y frondoso árbol que llevaba milenios dando ramas fuertes, seres con carisma, cierta bondad y camaradería, así como una fuerza bruta y un carácter algo orgulloso. Yo era uno de los más fuertes de sus ramas, el descendiente de un noble guerrero y paternal padre que nos había hecho a sus hijos sentir orgullo.
Iba a decirle que se equivocaba cuando se movió, sacó la aguja y prácticamente se desplomó mareado. Me levanté acomodándolo con cuidado, mirándolo fijamente con cierta preocupación. Odiaba que la gente enfermaba, porque cuando enfermaban siempre morían. No me gustaba la idea de ser inmortal pero yo siempre vivía más que los pocos amigos humanos que en mi recorrido vital había tenido.
-Soy un lycan, orgulloso de serlo.-respondí al fin a sus palabras y lo arropé.-Estoy herido, ¿ves?-dije señalando mi cabeza.-Todo por meterme en broncas con otro, pero si yo estoy mal deberías ver al otro.-mostré uno de mis cánidos al sonreír y luego me senté en la silla.-Deberías estarte quieto, no quitarte nada y bueno yo tal vez llamar a la enfermera para que te vigile.
Me rasqué la nuca y luego bajo el mentón. Estaba pensando como hacer para que quitara esa expresión. Parecía molesto, aturdido y tal vez vencido. ¿Quién o qué le había ganado? ¿Le había ganado su orgullo o alguien físico? Fuera lo que fuese parecía tener deseos de haberse muerto que de sobrevivir.
-Sé que no me conoces de nada, pero te diré que merecemos vivir dándolo todo. ¿Sabes por qué? Porque no hay que ser cobardes, hay que tener bien alto el espíritu y el orgullo. El espíritu de nuestros antepasados nos vigilan, de nuestros seres amados, y ellos siempre nos apoyan. No importa si hay ángeles o demonios a nuestro alrededor, ellos siempre apostarán que tendremos buena suerte y fuerzas para luchar.-lo dije todo asintiendo a mis palabras con mi cabeza levemente, recordando los discursos de mi padre y la bondad de mi madre.-Ah, me llamo Gackupo o Gackt... llámame como quieras, pero prefiero el primero.
Me llamaba como mi padre, Satoru, pero no me sentía a su altura, aún me quedaba mucho para ser tan buen licántropo. Quería mejorar en mis artes para volver a mi asentamiento, con los míos. Deseaba ver mundo, sentir peligros, y regresar más fuerte. Había dejado al segundo alfa de la manada vigilando y cuidando todo, a mi primo, y esperaba que él lo hiciera bien todo... mi hermano gemelo era demasiado omega, tímido y sencillo olvidando por completo la lucha.
Iba a decirle que se equivocaba cuando se movió, sacó la aguja y prácticamente se desplomó mareado. Me levanté acomodándolo con cuidado, mirándolo fijamente con cierta preocupación. Odiaba que la gente enfermaba, porque cuando enfermaban siempre morían. No me gustaba la idea de ser inmortal pero yo siempre vivía más que los pocos amigos humanos que en mi recorrido vital había tenido.
-Soy un lycan, orgulloso de serlo.-respondí al fin a sus palabras y lo arropé.-Estoy herido, ¿ves?-dije señalando mi cabeza.-Todo por meterme en broncas con otro, pero si yo estoy mal deberías ver al otro.-mostré uno de mis cánidos al sonreír y luego me senté en la silla.-Deberías estarte quieto, no quitarte nada y bueno yo tal vez llamar a la enfermera para que te vigile.
Me rasqué la nuca y luego bajo el mentón. Estaba pensando como hacer para que quitara esa expresión. Parecía molesto, aturdido y tal vez vencido. ¿Quién o qué le había ganado? ¿Le había ganado su orgullo o alguien físico? Fuera lo que fuese parecía tener deseos de haberse muerto que de sobrevivir.
-Sé que no me conoces de nada, pero te diré que merecemos vivir dándolo todo. ¿Sabes por qué? Porque no hay que ser cobardes, hay que tener bien alto el espíritu y el orgullo. El espíritu de nuestros antepasados nos vigilan, de nuestros seres amados, y ellos siempre nos apoyan. No importa si hay ángeles o demonios a nuestro alrededor, ellos siempre apostarán que tendremos buena suerte y fuerzas para luchar.-lo dije todo asintiendo a mis palabras con mi cabeza levemente, recordando los discursos de mi padre y la bondad de mi madre.-Ah, me llamo Gackupo o Gackt... llámame como quieras, pero prefiero el primero.
Me llamaba como mi padre, Satoru, pero no me sentía a su altura, aún me quedaba mucho para ser tan buen licántropo. Quería mejorar en mis artes para volver a mi asentamiento, con los míos. Deseaba ver mundo, sentir peligros, y regresar más fuerte. Había dejado al segundo alfa de la manada vigilando y cuidando todo, a mi primo, y esperaba que él lo hiciera bien todo... mi hermano gemelo era demasiado omega, tímido y sencillo olvidando por completo la lucha.
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Re: Hijo de la luna - privado
Le escuché sintiéndome aturdido, ¿un licántropo? ¿Cómo no me había dado cuenta? Maldije en voz baja el sedante, odiaba todas esas cosas de hospital que me hacían perder parte de la cabeza. Notaba mi aura demasiado débil todavía, mis poderes estaban prácticamente dormidos y me sentía como cualquier humano, débil y temeroso. Sin embargo, no lo era, lo sabía. Maldito hospital.
Me quedé mirando al licántropo con rostro confuso tras su discurso, para luego fruncirle el ceño y regresar a lo mío. No quería problemas. No quería hablar con nadie mientras no fuera dentro de mi trabajo. Y sobre todo, no quería su ayuda ni sus consejos.
-Aléjate de mí, no me toques -le dije con voz amenazante, aunque débil. Intenté incorporarme de nuevo, salir de la cama y no caer en el intento. No podía estar allí un minuto más.
Había escapado cientos de veces de los hospitales, no era nada nuevo para mí. Terminé de quitarme todas esas cosas y me levanté, mis piernas estaban débiles y mi cuerpo temblaba por completo. La bata de hospital apenas me cubría como debería, y busqué mi ropa con la vista, encontrándola a los pies de la cama.
Ignorando por completo al licántropo, seguro de que se iría en cualquier momento, di un paso hacia mi ropa... Y terminé estampado en el piso, quejándome del dolor. Mis piernas no me estaban respondiendo, aún estaba demasiado débil.
- ¡Maldición! -dije, intentando ponerme de pie yo solo, no necesitaba la ayuda de nadie.
Me quedé mirando al licántropo con rostro confuso tras su discurso, para luego fruncirle el ceño y regresar a lo mío. No quería problemas. No quería hablar con nadie mientras no fuera dentro de mi trabajo. Y sobre todo, no quería su ayuda ni sus consejos.
-Aléjate de mí, no me toques -le dije con voz amenazante, aunque débil. Intenté incorporarme de nuevo, salir de la cama y no caer en el intento. No podía estar allí un minuto más.
Había escapado cientos de veces de los hospitales, no era nada nuevo para mí. Terminé de quitarme todas esas cosas y me levanté, mis piernas estaban débiles y mi cuerpo temblaba por completo. La bata de hospital apenas me cubría como debería, y busqué mi ropa con la vista, encontrándola a los pies de la cama.
Ignorando por completo al licántropo, seguro de que se iría en cualquier momento, di un paso hacia mi ropa... Y terminé estampado en el piso, quejándome del dolor. Mis piernas no me estaban respondiendo, aún estaba demasiado débil.
- ¡Maldición! -dije, intentando ponerme de pie yo solo, no necesitaba la ayuda de nadie.
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Re: Hijo de la luna - privado
Era tozudo, me recordaba a mí mismo cuando me sentía herido. Me había curado yo solo hacía un par de días, pero fui al hospital por si tenía algo feo por el golpe. No fue nada, yo estaba bien y podía irme, si bien él no estaba bien y parecía querer marcharse. Hice amago de ayudarle a levantarse, pero lo hizo solo y eso me hizo darme cuenta de su tenacidad. Quería demostrar que no necesitaba a nadie, tal vez era así o tal vez no.
-Deja que te ayude, estoy acostumbrado a cuidar de mi manada.-dije eso con una sonrisa.-Sobretodo de cuidar de mi hermana pequeña.
Deseaba ser amable, siempre lo era con los humanos. Coloqué una de mis manos sobre su espalda, mis manos estaban muy calientes comparado con su cuerpo tibio. Mis ojos buscaron los suyos ofreciéndole una prenda que se había caído.
-Llevas poca ropa, seguro que has estado pasando frío.-comenté antes de sacarme mi cazadora para ofrecérsela.
Era una cazadora de cuero con muchas correas. Tenía algunas tachuelas, varios bolsillos ocultos, y olía a animal así como a musgo. Había estado durmiendo en una cueva en medio de la nada, rodeado de vegetación y aguantando el frío. No había conseguido aún un trabajo estable y los alquileres eran demasiado caros. Acepté un trabajo de leñador, pero no duré mucho porque deseaban que talara algunos árboles demasiado valiosos para el bosque. Estaba demasiado centrado en mi idea de salvar la naturaleza, de sentirme uno con ella, y detestaba destrozarla. No duré demasiado como guardia de seguridad, me dormí la quinta noche porque estaba cansado y hambriento. Así que lo poco que tenía era esa ropa que llevaba siempre puesta y lavaba en el río, así como un par de mudas que se habían quedado en el bosque.
-No me importará pasar frío, yo no estoy débil. Pero antes de irte deberías preguntar si te dan el alta, estoy seguro que te querrán aquí un par de días más.-mi tono de voz era sosegado e inducía a la tranquilidad a muchas personas, era bueno convenciendo y no sólo por ello, también sabían que era un gran guerrero.
Giré mi rostro entonces hacia la puerta gruñendo, mi nariz se arrugó y me puse en pose defensiva. Tenía un aspecto violento, un aura aún más violenta, y todo fue hacia un vampiro que se había aproximado por su nueva cena. No tocarían a ese chico, no les dejaría. Sin embargo, nada más sentirme se marcharon a otro cuarto esperando tener más suerte.
-Carroñeros, a cual peor.-murmuré relajándome de nuevo antes de girarme hacia él.-Si te quieres ir al menos deja que te acompañe a casa, estoy seguro que no te responden bien las piernas. Cuando uno está enfermo siempre se siente débil, yo odio eso y estoy seguro que no soy el único.-no me había dicho su nombre así que intenté de nuevo.-Mi nombre es Gackupo ¿y el tuyo? No hagas que me invente un nombre para ti, siempre escojo apodos muy feos.
-Deja que te ayude, estoy acostumbrado a cuidar de mi manada.-dije eso con una sonrisa.-Sobretodo de cuidar de mi hermana pequeña.
Deseaba ser amable, siempre lo era con los humanos. Coloqué una de mis manos sobre su espalda, mis manos estaban muy calientes comparado con su cuerpo tibio. Mis ojos buscaron los suyos ofreciéndole una prenda que se había caído.
-Llevas poca ropa, seguro que has estado pasando frío.-comenté antes de sacarme mi cazadora para ofrecérsela.
Era una cazadora de cuero con muchas correas. Tenía algunas tachuelas, varios bolsillos ocultos, y olía a animal así como a musgo. Había estado durmiendo en una cueva en medio de la nada, rodeado de vegetación y aguantando el frío. No había conseguido aún un trabajo estable y los alquileres eran demasiado caros. Acepté un trabajo de leñador, pero no duré mucho porque deseaban que talara algunos árboles demasiado valiosos para el bosque. Estaba demasiado centrado en mi idea de salvar la naturaleza, de sentirme uno con ella, y detestaba destrozarla. No duré demasiado como guardia de seguridad, me dormí la quinta noche porque estaba cansado y hambriento. Así que lo poco que tenía era esa ropa que llevaba siempre puesta y lavaba en el río, así como un par de mudas que se habían quedado en el bosque.
-No me importará pasar frío, yo no estoy débil. Pero antes de irte deberías preguntar si te dan el alta, estoy seguro que te querrán aquí un par de días más.-mi tono de voz era sosegado e inducía a la tranquilidad a muchas personas, era bueno convenciendo y no sólo por ello, también sabían que era un gran guerrero.
Giré mi rostro entonces hacia la puerta gruñendo, mi nariz se arrugó y me puse en pose defensiva. Tenía un aspecto violento, un aura aún más violenta, y todo fue hacia un vampiro que se había aproximado por su nueva cena. No tocarían a ese chico, no les dejaría. Sin embargo, nada más sentirme se marcharon a otro cuarto esperando tener más suerte.
-Carroñeros, a cual peor.-murmuré relajándome de nuevo antes de girarme hacia él.-Si te quieres ir al menos deja que te acompañe a casa, estoy seguro que no te responden bien las piernas. Cuando uno está enfermo siempre se siente débil, yo odio eso y estoy seguro que no soy el único.-no me había dicho su nombre así que intenté de nuevo.-Mi nombre es Gackupo ¿y el tuyo? No hagas que me invente un nombre para ti, siempre escojo apodos muy feos.
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Re: Hijo de la luna - privado
No entendía su afán de ayudarme, y no le estaba agradecido en lo absoluto. Quería que se marchara y me dejara en paz, no estaba para nada de humor ya que, sinceramente, detestaba los hospitales. Cuando comentó a su hermanita, le miré con cara de pocos amigos, conteniendo las ganas de darle un puñetazo aunque no sabía por qué. Tal vez porque me había recordado a... No, ni siquiera debía pensar en su nombre.
-No necesito tu ayuda, déjame en paz -le gruñí, mirándole de forma muy poco amistosa cuando me tendió su cazadora. Entonces un presentimiento me hizo mirar hacia la puerta, al mismo tiempo que él gruñía. Un vampiro, ya podía sentirlos con mayor eficiencia. Me acerqué con un paso débil y sutil hacia la cama, sacando del bolsillo de mi corta minifalda el puñal sagrado de la familia.
Un puñal mágico, bendecido por los espíritus más poderosos para la familia Linnankivi. Un arma capaz de matar a cualquier ser, porque absorbía su vida y energía, un arma mortal tanto para mi como para el vampiro que estaba afuera y el licántropo que tenía al lado. Cuando se marchó, me senté en la cama, suspirando sintiéndome demasiado cansado.
-Déjame tranquila, no necesito la ayuda de nadie y puedo cuidarme sola -le dije, cogiendo mi falda y colocándomela con torpeza. Noté que me repetía su nombre, pero yo no pensaba decirle el mío. Aunque siempre podía presentarme por mi alias- Arabelle -dije mi nombre con voz brusca. No había razón por la que pensara que no era una chica, tenía el cuerpo y el rostro, y la carencia de pechos... habían mujeres más planas que yo.
-No necesito tu ayuda, déjame en paz -le gruñí, mirándole de forma muy poco amistosa cuando me tendió su cazadora. Entonces un presentimiento me hizo mirar hacia la puerta, al mismo tiempo que él gruñía. Un vampiro, ya podía sentirlos con mayor eficiencia. Me acerqué con un paso débil y sutil hacia la cama, sacando del bolsillo de mi corta minifalda el puñal sagrado de la familia.
Un puñal mágico, bendecido por los espíritus más poderosos para la familia Linnankivi. Un arma capaz de matar a cualquier ser, porque absorbía su vida y energía, un arma mortal tanto para mi como para el vampiro que estaba afuera y el licántropo que tenía al lado. Cuando se marchó, me senté en la cama, suspirando sintiéndome demasiado cansado.
-Déjame tranquila, no necesito la ayuda de nadie y puedo cuidarme sola -le dije, cogiendo mi falda y colocándomela con torpeza. Noté que me repetía su nombre, pero yo no pensaba decirle el mío. Aunque siempre podía presentarme por mi alias- Arabelle -dije mi nombre con voz brusca. No había razón por la que pensara que no era una chica, tenía el cuerpo y el rostro, y la carencia de pechos... habían mujeres más planas que yo.
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Re: Hijo de la luna - privado
-Acabáramos, eres una chica.-dije mirando fijamente como se vestía y entonces me giré.-Ya decía yo que eras demasiado bonito para ser un chico, supuse que estoy acostumbrado a ver mujeres tetudas y todo por el afan de estas con la cirugía.-cuando dije tetudas puse mis manos sobre mi torso moviendo mis dedos, como cuando aprietas los pechos de una mujer o estas se los colocan.-Por eso me recuerdas a mi hermana, tozuda... aunque en mi familia todos lo somos.
Había visto el arma, supuse que era para defenderse del vampiro. Yo tenía las mías propias bien ocultas para cuando las necesitara usar. Siempre iban conmigo, era algo que no podía evitar llevar... era un guerrero. Incluso dormía con mis armas bajo la almohada, pero ahora carecía de ellas.
-Tienes un lindo nombre, linda.-estaba aún rojo, había estado a punto de verla desnuda y eso me cohibió un tanto.-Estoy seguro que gruñes porque hay un hombre que desconoces en tu habitación, pero bueno... sólo quería ser amable, mi madre me enseñó a serlo. Cuando soy amable con las personas me acuerdo de ella, de como era con el resto.
Mi madre había muerto en el parto de mi hermana, había sido un parto complicado. Mi padre murió también casi al mismo tiempo que ella. Nos dejaron solos a los tres. Mi hermano gemelo hizo de madre para mi hermana y yo de padre. Mi primo Kiba, el cual se llamaba igual que mi hermano, solía ayudarnos de vez en cuando. Yo era un cazador, el más diestro, y competía con él. Ahora yo era el líder y me marché buscando mejorar mis tácticas, conocer nuevos mundos y tal vez un mejor asentamiento de la manada. Lo poco que ganaba se lo mandaba a ellos, para que compraran mejores armas y vestidos bonitos para mi hermana. Estaba solo, sin amigos y sin pareja. También me había ido buscando una adecuada, no lograba dar con una en mi poblado.
-Arabelle, suena como bella.-miré de reojo por si se había vestido y sonreí girándome.-Oye ¿te gustaría ir a dar una vuelta y tomar un helado?-no tenía dinero para invitarla un banquete, tampoco para ir a los caros cines que ahora existían y ni mucho menos a regalarle algo en la cita que no fueran flores silvestres.-Te juro que soy todo un caballero, soy un guerrero y no un pervertido. En serio, linda... yo no soy un mal tipo, no tengo a nadie que lo confirme pero te debería bastar mi palabra.
Había visto el arma, supuse que era para defenderse del vampiro. Yo tenía las mías propias bien ocultas para cuando las necesitara usar. Siempre iban conmigo, era algo que no podía evitar llevar... era un guerrero. Incluso dormía con mis armas bajo la almohada, pero ahora carecía de ellas.
-Tienes un lindo nombre, linda.-estaba aún rojo, había estado a punto de verla desnuda y eso me cohibió un tanto.-Estoy seguro que gruñes porque hay un hombre que desconoces en tu habitación, pero bueno... sólo quería ser amable, mi madre me enseñó a serlo. Cuando soy amable con las personas me acuerdo de ella, de como era con el resto.
Mi madre había muerto en el parto de mi hermana, había sido un parto complicado. Mi padre murió también casi al mismo tiempo que ella. Nos dejaron solos a los tres. Mi hermano gemelo hizo de madre para mi hermana y yo de padre. Mi primo Kiba, el cual se llamaba igual que mi hermano, solía ayudarnos de vez en cuando. Yo era un cazador, el más diestro, y competía con él. Ahora yo era el líder y me marché buscando mejorar mis tácticas, conocer nuevos mundos y tal vez un mejor asentamiento de la manada. Lo poco que ganaba se lo mandaba a ellos, para que compraran mejores armas y vestidos bonitos para mi hermana. Estaba solo, sin amigos y sin pareja. También me había ido buscando una adecuada, no lograba dar con una en mi poblado.
-Arabelle, suena como bella.-miré de reojo por si se había vestido y sonreí girándome.-Oye ¿te gustaría ir a dar una vuelta y tomar un helado?-no tenía dinero para invitarla un banquete, tampoco para ir a los caros cines que ahora existían y ni mucho menos a regalarle algo en la cita que no fueran flores silvestres.-Te juro que soy todo un caballero, soy un guerrero y no un pervertido. En serio, linda... yo no soy un mal tipo, no tengo a nadie que lo confirme pero te debería bastar mi palabra.
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Re: Hijo de la luna - privado
Le quedé mirando con cara de asco cuando hizo aquello con sus manos en su pecho, y estuve a punto de darle con la almohada por la cabeza y una buena patada en la entrepierna. Sin embargo, aún estaba débil como para moverme rápido, y lo más probable fuera que me detendría, o que se enfadara y yo, en esos momentos y aunque no quisiera admitirlo, aún no estaba en condiciones de defenderme.
-Oye, ¿te gustaría ir y meter la cabeza dentro de un inodoro? -le pregunté con el mismo tono "amable" cargado de sarcasmo. Me había terminado de vestir, eran las mismas ropas con las que me acosté con Atsushi... No quería acordarme de él tampoco. Noté en todo caso, que en mi bolsillo había dejado su dirección y su carta arrugada... Cosas que mantuve allí, aunque no sabía bien la razón.
Me veía como una puta. Genial, las cosas iban de maravilla, y afuera la noche me hacía adivinar cómo las miradas lascivas de un montón de babosos asquerosos me seguirían donde quiera que fuera. Suspiré resignado, no prestaba mucha atención a lo que me decía y no tenía intenciones de ser amable.
-Quítate, yo me largo de este basurero -le dije, pasando por su lado, sujetando fuertemente el puñal dentro del bolsillo de su chaqueta de cuero. Me había quedado con ella sin darme cuenta.
Abrí la puerta con cuidado, mirando y asegurándome de que no hubieran médicos cerca. Una nueva punzada de dolor en mi pecho me hizo gemir bajo, pero no era dolor físico... digo, ese no dolía tanto como el otro. El recordar todas mis escapadas junto a Araciel, quien me decía hacia donde escapar cuando estaba en hospitales desconocidos, y me advertía de la presencia de los médicos. Pero ya no estaba, y no podía permitirme sentirme mal por eso, no si quería mantener un mínimo de cordura emocional.
En esos momentos tosí un poco. Cerré la puerta de golpe y me apoyé en esta, viendo la mano con la que me había cubierto la boca llena de sangre. Aquello ya casi era usual en mí, no me daba pánico pero sí, me ponía nervioso. Intenté respirar con normalidad, cerrando los ojos con fuerza sin importarme lo que pensara el licántropo.
-Oye, ¿te gustaría ir y meter la cabeza dentro de un inodoro? -le pregunté con el mismo tono "amable" cargado de sarcasmo. Me había terminado de vestir, eran las mismas ropas con las que me acosté con Atsushi... No quería acordarme de él tampoco. Noté en todo caso, que en mi bolsillo había dejado su dirección y su carta arrugada... Cosas que mantuve allí, aunque no sabía bien la razón.
Me veía como una puta. Genial, las cosas iban de maravilla, y afuera la noche me hacía adivinar cómo las miradas lascivas de un montón de babosos asquerosos me seguirían donde quiera que fuera. Suspiré resignado, no prestaba mucha atención a lo que me decía y no tenía intenciones de ser amable.
-Quítate, yo me largo de este basurero -le dije, pasando por su lado, sujetando fuertemente el puñal dentro del bolsillo de su chaqueta de cuero. Me había quedado con ella sin darme cuenta.
Abrí la puerta con cuidado, mirando y asegurándome de que no hubieran médicos cerca. Una nueva punzada de dolor en mi pecho me hizo gemir bajo, pero no era dolor físico... digo, ese no dolía tanto como el otro. El recordar todas mis escapadas junto a Araciel, quien me decía hacia donde escapar cuando estaba en hospitales desconocidos, y me advertía de la presencia de los médicos. Pero ya no estaba, y no podía permitirme sentirme mal por eso, no si quería mantener un mínimo de cordura emocional.
En esos momentos tosí un poco. Cerré la puerta de golpe y me apoyé en esta, viendo la mano con la que me había cubierto la boca llena de sangre. Aquello ya casi era usual en mí, no me daba pánico pero sí, me ponía nervioso. Intenté respirar con normalidad, cerrando los ojos con fuerza sin importarme lo que pensara el licántropo.
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Re: Hijo de la luna - privado
Me respondió en un tono sarcástico y la verdad es que fue peor que las numerosas bofetadas que me llevaba de las chicas. Muchas al saber que era un lycan pensaba que las quería de postre y me golpeaban con el bolso, otras simplemente salían corriendo y más de una vez había sentido una patada justo en la entrepierna. Era amable con las chicas, aunque con algún chico lindo también me portaba de forma animada y sociable.
Cuando se terminó de vestir vi su atuendo, pero no abrí la boca para decir nada. Vestía como las chicas que se quedaban en las esquinas esperando que las llevaran a un hotel, les hicieran de todo y luego les lanzara un par de billetes. Yo no tenía un duro para pagarme algo así y tener calor a mi lado, sólo quería un cuerpo cálido una noche y no pedía más. Echaba de menos a mi hermano acostado junto a mí parloteando de las cosas más comunes, esas mismas que a él le parecían interesantes. Teníamos una relación parecida a la de una pareja, todo porque teníamos que cuidar de nuestra hermana. Siempre la cuidábamos aunque ya era algo mayor pero siempre andaba en líos. Suspiré pesado al ver que se largaba sin darme las gracias, sus ropas tenían cierto aroma a vampiro y torcí el rostro por eso. ¿Un vampiro le había hecho daño? Eso fue lo que pensé y si le había hecho daño una vez se lo haría de nuevo si no estaba muerto.
Me moví hasta la puerta y la abrí viéndola ahí detenida con su aspecto menudo, muy delgado y algo sensual. Estuve a nada por agarrarla por la cintura, pero no lo hice y sólo me quedé a su lado notando que olía a sangre. La olfateé hasta su mano y con cuidado le tendí un pañuelo, esperaba que no le importaba que estuviera a su lado. Si tenía que luchar contra un vampiro mejor, más emoción, y si no sólo la acompañaría a casa.
-Arabelle ¿te importaría que te acompañara?-pregunté ahora de forma menos amable, intentando que no usara mi amabilidad para lanzármela a la cara.
Una señora pasó frente a nosotros, llevaba uno de esos abrigos caros y joyas. Parecía llevar globos para el nacimiento de un bebé. Pasó por el lado de ella y dijo algo como “asco, hasta las putas tienen derecho a la salud”. Yo gruñí por aquello tomándola por la cintura.
-¿Qué ha dicho de mi novia? Más puta es usted que lleva a un pobre animal sobre sus hombros ¿a caso no le han dicho que hasta ellos tienen más derecho a vivir que usted? Gorda pretenciosa a la cual ni su esposo quiere, seguro que se está tirando a una jovencita.-se quedó atónita sin saber que responder, demasiado indignada.
-Deberíamos irnos antes que vengan a ver como estás.-susurré cerca de su oído.-¡¿Qué mira?! ¡Eh?! ¡¿Es que no tiene otra cosa que hacer?!-la mujer salió disparada para la habitación de la mujer que vino a ver.-No dejes que nadie te diga esas cosas feas, menos cuando son peores que tú.
Cuando se terminó de vestir vi su atuendo, pero no abrí la boca para decir nada. Vestía como las chicas que se quedaban en las esquinas esperando que las llevaran a un hotel, les hicieran de todo y luego les lanzara un par de billetes. Yo no tenía un duro para pagarme algo así y tener calor a mi lado, sólo quería un cuerpo cálido una noche y no pedía más. Echaba de menos a mi hermano acostado junto a mí parloteando de las cosas más comunes, esas mismas que a él le parecían interesantes. Teníamos una relación parecida a la de una pareja, todo porque teníamos que cuidar de nuestra hermana. Siempre la cuidábamos aunque ya era algo mayor pero siempre andaba en líos. Suspiré pesado al ver que se largaba sin darme las gracias, sus ropas tenían cierto aroma a vampiro y torcí el rostro por eso. ¿Un vampiro le había hecho daño? Eso fue lo que pensé y si le había hecho daño una vez se lo haría de nuevo si no estaba muerto.
Me moví hasta la puerta y la abrí viéndola ahí detenida con su aspecto menudo, muy delgado y algo sensual. Estuve a nada por agarrarla por la cintura, pero no lo hice y sólo me quedé a su lado notando que olía a sangre. La olfateé hasta su mano y con cuidado le tendí un pañuelo, esperaba que no le importaba que estuviera a su lado. Si tenía que luchar contra un vampiro mejor, más emoción, y si no sólo la acompañaría a casa.
-Arabelle ¿te importaría que te acompañara?-pregunté ahora de forma menos amable, intentando que no usara mi amabilidad para lanzármela a la cara.
Una señora pasó frente a nosotros, llevaba uno de esos abrigos caros y joyas. Parecía llevar globos para el nacimiento de un bebé. Pasó por el lado de ella y dijo algo como “asco, hasta las putas tienen derecho a la salud”. Yo gruñí por aquello tomándola por la cintura.
-¿Qué ha dicho de mi novia? Más puta es usted que lleva a un pobre animal sobre sus hombros ¿a caso no le han dicho que hasta ellos tienen más derecho a vivir que usted? Gorda pretenciosa a la cual ni su esposo quiere, seguro que se está tirando a una jovencita.-se quedó atónita sin saber que responder, demasiado indignada.
-Deberíamos irnos antes que vengan a ver como estás.-susurré cerca de su oído.-¡¿Qué mira?! ¡Eh?! ¡¿Es que no tiene otra cosa que hacer?!-la mujer salió disparada para la habitación de la mujer que vino a ver.-No dejes que nadie te diga esas cosas feas, menos cuando son peores que tú.
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Re: Hijo de la luna - privado
El comentario de aquella mujer tan elegante me bajó todo el autoestima. Y así empezaba mi noche, suerte que estaba demasiado acostumbrado a comentarios de ese tipo. Sin embargo, me quedé de piedra cuando escuché las palabras del licántropo, y me quedé mirándole sin entender qué estaba haciendo.
¿Me estaba defendiendo? ¿A mí? No entendía por qué tanta amabilidad, aunque también surcó por mi mente la idea de que quisiera conseguir algo de mí. Era demasiado desconfiado, me pesaba a veces, pero era lo que la vida me había enseñado.
-No tenías que decirle eso, estoy acostumbrada -le dije en voz baja, alejándome de él con la vista gacha. Me tambaleé un poco, pero podía caminar aunque fuera lentamente. Tenía razón, debía irme antes de que viniera algún médico o se armaría la grande. Respiré profundo, ahogando el dolor de mi corazón, y volví a caminar, esperando no encontrarme con ningún vampiro carroñero.
No le dije nada más al licántropo, no era por ser malagradecido pero siempre evitaba todo tipo de contacto social. Me alejé de él unos cuantos pasos, no sentía que avanzaba para nada. Me detuve antes de llegar al otro pasillo, escuchando la voz del doctor que me había atendido.
-Deberíamos internarle y contactar a su familia, aquella sobredosis le ha dejado muy mal el corazón, peor de lo que lo tiene... -comentaba a una enfermera, y un presentimiento me dijo que hablaban de mí. Sabía que tenía problemas al corazón, pero... No estaba muy seguro de poder evitar otra sobredosis. Me alejé de aquel pasillo volviendo sobre mis pasos, por allí no podía salir.
Terminé de nuevo apoyado en la pared, al lado de aquel licántropo. Me cubrí el rostro con las dos manos dejando mi espalda deslizarse por la pared, hasta terminar sentado en el suelo aguantando la angustia.
¿Me estaba defendiendo? ¿A mí? No entendía por qué tanta amabilidad, aunque también surcó por mi mente la idea de que quisiera conseguir algo de mí. Era demasiado desconfiado, me pesaba a veces, pero era lo que la vida me había enseñado.
-No tenías que decirle eso, estoy acostumbrada -le dije en voz baja, alejándome de él con la vista gacha. Me tambaleé un poco, pero podía caminar aunque fuera lentamente. Tenía razón, debía irme antes de que viniera algún médico o se armaría la grande. Respiré profundo, ahogando el dolor de mi corazón, y volví a caminar, esperando no encontrarme con ningún vampiro carroñero.
No le dije nada más al licántropo, no era por ser malagradecido pero siempre evitaba todo tipo de contacto social. Me alejé de él unos cuantos pasos, no sentía que avanzaba para nada. Me detuve antes de llegar al otro pasillo, escuchando la voz del doctor que me había atendido.
-Deberíamos internarle y contactar a su familia, aquella sobredosis le ha dejado muy mal el corazón, peor de lo que lo tiene... -comentaba a una enfermera, y un presentimiento me dijo que hablaban de mí. Sabía que tenía problemas al corazón, pero... No estaba muy seguro de poder evitar otra sobredosis. Me alejé de aquel pasillo volviendo sobre mis pasos, por allí no podía salir.
Terminé de nuevo apoyado en la pared, al lado de aquel licántropo. Me cubrí el rostro con las dos manos dejando mi espalda deslizarse por la pared, hasta terminar sentado en el suelo aguantando la angustia.
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Re: Hijo de la luna - privado
Mis ojos siguieron sus pasos lentos llenos de dolor, parecía no poderse mover demasiado. Me quedé allí aguardando si se tropezaba ir hacia ella, porque para mí era un ella porque eso me había dicho y le creía. Noté como sus sentimientos se volvían violentos, eran bofetadas o cuchillas a su alrededor. Se sentía aplastado quizás por un presentimiento como si cayera una losa contra su pequeño cuerpo, dejando desarmada sus posibilidades.
-Linda.-susurré cuando la vi tan agobiada.-Aún te puedo invitar a ese helado, pero como hace algo de frío mejor a un café así tal vez puedes entrar en calor y relajarte.-levanté su cuerpo abrazándola, porque sentía que se caía y no podría levantarse.-Ven, ven conmigo.-susurré sintiéndome atraído de nuevo, queriendo que se quedara a mi lado un poco más.
Las chicas siempre me huían, los chicos no me comprendían. Había leído los comic's de teen wolf, me sentía de esa forma algo excluido y sólo comprendido por un par de amigos. Siempre había querido tener a alguien especial a mi lado, aunque fuera a un humano que me diera únicamente su amistad. Podía ser su amigo, podía cuidarla como hacía de mi hermana y al menos seguir mi camino pensando que poco a poco las cosas iban teniendo sentido. Dos años habían pasado desde que me fui de Japón en un carguero, dos años intensos que no había tenido más que problemas, y bueno ella podía ser el inicio de una buena acción y una buena amistad.
-No tengo a nadie aquí, hace tiempo que no tomo un café acompañado.-susurré acariciando su rostro con una de mis manos, apartando una de las suyas para perderme en sus ojos.
Si bien, noté como los doctores venían y hablaban de su caso. Era su habitación y comentaban sobre unos papeles de internamiento en un centro. No entendía nada, pero sabía que nadie debía ser encerrado. Todos debíamos ser libres. Si estaba enferma yo la cuidaría sin que hiciera falta que la enjaularan.
-No deberían enjaularte.-fue lo único que dije antes de tomarla bien entre mis brazos, como una novia en su noche de bodas, para correr por el hospital hasta la salida.
Corrí por varios pasillos llenos de médicos con sus lustrosas batas blancas, me crucé con varios enfermos que intentaban estirar las piernas, un grupo de familiares llorosos por la muerte de un niño y varias enfermeras que me miraron extrañadas. No me importó, yo la saqué de allí. Me desplacé hasta una calle cercana, próxima al parque donde había visto a los dos vampiros.
-Eres linda pero frágil.-comenté dejándola en el suelo.-¿Quieres que te lleve a casa? He oído que no estás bien, no debiste salir del hospital pero no es bueno lo que quieren hacer contigo. Yo no tengo mucho que hacer, estoy acostumbrado a cuidar a personas enfermas o frágiles... me pesa estar solo. Podría ayudarte, cuidarte unos días... claro que debes tener pareja o familia y yo sólo te estoy molestando.
No quería pasar otra noche a solas, quería algo de compañía. Si me quedé vigilándola fue porque sentí que nos comprenderíamos. Tuve una corazonada que me decía que me necesitaría tanto como yo a ella. Tal vez esa era “la llamada” que decía mi padre. Cuando sientes que encuentras a alguien importante notas que debes quedarte y no alejarte, son corazonadas que tienen los seres como yo. Son corazonadas más allá del peligro, muy cerca de encontrar sentimientos puros de verdad. ¿Podía encontrar en ella una amiga? Quizás.
-Lo siento linda.-dije antes que me dijera algo cruel, sabía que estaba sobrando.
-Linda.-susurré cuando la vi tan agobiada.-Aún te puedo invitar a ese helado, pero como hace algo de frío mejor a un café así tal vez puedes entrar en calor y relajarte.-levanté su cuerpo abrazándola, porque sentía que se caía y no podría levantarse.-Ven, ven conmigo.-susurré sintiéndome atraído de nuevo, queriendo que se quedara a mi lado un poco más.
Las chicas siempre me huían, los chicos no me comprendían. Había leído los comic's de teen wolf, me sentía de esa forma algo excluido y sólo comprendido por un par de amigos. Siempre había querido tener a alguien especial a mi lado, aunque fuera a un humano que me diera únicamente su amistad. Podía ser su amigo, podía cuidarla como hacía de mi hermana y al menos seguir mi camino pensando que poco a poco las cosas iban teniendo sentido. Dos años habían pasado desde que me fui de Japón en un carguero, dos años intensos que no había tenido más que problemas, y bueno ella podía ser el inicio de una buena acción y una buena amistad.
-No tengo a nadie aquí, hace tiempo que no tomo un café acompañado.-susurré acariciando su rostro con una de mis manos, apartando una de las suyas para perderme en sus ojos.
Si bien, noté como los doctores venían y hablaban de su caso. Era su habitación y comentaban sobre unos papeles de internamiento en un centro. No entendía nada, pero sabía que nadie debía ser encerrado. Todos debíamos ser libres. Si estaba enferma yo la cuidaría sin que hiciera falta que la enjaularan.
-No deberían enjaularte.-fue lo único que dije antes de tomarla bien entre mis brazos, como una novia en su noche de bodas, para correr por el hospital hasta la salida.
Corrí por varios pasillos llenos de médicos con sus lustrosas batas blancas, me crucé con varios enfermos que intentaban estirar las piernas, un grupo de familiares llorosos por la muerte de un niño y varias enfermeras que me miraron extrañadas. No me importó, yo la saqué de allí. Me desplacé hasta una calle cercana, próxima al parque donde había visto a los dos vampiros.
-Eres linda pero frágil.-comenté dejándola en el suelo.-¿Quieres que te lleve a casa? He oído que no estás bien, no debiste salir del hospital pero no es bueno lo que quieren hacer contigo. Yo no tengo mucho que hacer, estoy acostumbrado a cuidar a personas enfermas o frágiles... me pesa estar solo. Podría ayudarte, cuidarte unos días... claro que debes tener pareja o familia y yo sólo te estoy molestando.
No quería pasar otra noche a solas, quería algo de compañía. Si me quedé vigilándola fue porque sentí que nos comprenderíamos. Tuve una corazonada que me decía que me necesitaría tanto como yo a ella. Tal vez esa era “la llamada” que decía mi padre. Cuando sientes que encuentras a alguien importante notas que debes quedarte y no alejarte, son corazonadas que tienen los seres como yo. Son corazonadas más allá del peligro, muy cerca de encontrar sentimientos puros de verdad. ¿Podía encontrar en ella una amiga? Quizás.
-Lo siento linda.-dije antes que me dijera algo cruel, sabía que estaba sobrando.
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Re: Hijo de la luna - privado
Esta vez había aceptado sus palabras, me sentía demasiado mal como para ponerme a pelear y terminé por ceder a lo que fuera, ¿no era eso lo que el destino quería de mí? ¿Que cediera, que me resignara? Tenía mucha rabia, me dolía que hasta ahora y desde siempre todo me saliera mal... No quería morir, no todavía. Me aferraba con la última gota de esperanza que me quedaba.
Cuando me tomó en brazos, me sorprendí e intenté apartarme, pensando que podría dañarme o algo. Estuve a punto de sacar el puñal y enterrárselo en la garganta, pero sus palabras me detuvieron. Entendí a lo que se refería, y solamente atiné a abrazarme a él con fuerza y ocultar mi cabeza en su pecho. Le sentía correr veloz, los gritos y exclamaciones de las personas del hospital me hicieron cerrar los ojos con fuerza. Al menos que me sacara del hospital, ya luego, vería qué hacía.
Ya afuera y cuando se detuvo y me bajó, me alejé de él pegándome a la pared del callejón, escuchándole. Por mera inercia, saqué el puñal y lo sostuve con ambas manos frente a mí, viéndole de forma asustada pero manteniendo mi altivez, mi mirada retadora a pesar de todo.
- ¡No te muevas! ¿Qué quieres de mí? ¿Eh? -le pregunté con la voz aún temblorosa, intentando sonar amenazante aunque sin éxito. Parecía un gato arisco, engrifado- Nadie ayuda a otros por nada, no en estos tiempos, ¿qué quieres? ¿Te enviaron a buscarme? -le miré aterrado al pensar en eso. Tal vez Lucifer ya me había encontrado y le había enviado a buscarme, sabiendo que yo tal vez podría ceder ante alguien aparentemente amable.
- ¡¿Te envió Lucifer no es así?! -casi grité, sin dejar de apuntarle. Temblaba de pies a cabeza, sentía que por mi frente se deslizaban gotitas de sudor debido a las altas fiebres que empezaron a atacarme. No quería desmayarme, pero sentía que en cualquier momento me desvanecía- ¡Aléjate de mí! ¡Vete si no quieres que te mate!
Cuando me tomó en brazos, me sorprendí e intenté apartarme, pensando que podría dañarme o algo. Estuve a punto de sacar el puñal y enterrárselo en la garganta, pero sus palabras me detuvieron. Entendí a lo que se refería, y solamente atiné a abrazarme a él con fuerza y ocultar mi cabeza en su pecho. Le sentía correr veloz, los gritos y exclamaciones de las personas del hospital me hicieron cerrar los ojos con fuerza. Al menos que me sacara del hospital, ya luego, vería qué hacía.
Ya afuera y cuando se detuvo y me bajó, me alejé de él pegándome a la pared del callejón, escuchándole. Por mera inercia, saqué el puñal y lo sostuve con ambas manos frente a mí, viéndole de forma asustada pero manteniendo mi altivez, mi mirada retadora a pesar de todo.
- ¡No te muevas! ¿Qué quieres de mí? ¿Eh? -le pregunté con la voz aún temblorosa, intentando sonar amenazante aunque sin éxito. Parecía un gato arisco, engrifado- Nadie ayuda a otros por nada, no en estos tiempos, ¿qué quieres? ¿Te enviaron a buscarme? -le miré aterrado al pensar en eso. Tal vez Lucifer ya me había encontrado y le había enviado a buscarme, sabiendo que yo tal vez podría ceder ante alguien aparentemente amable.
- ¡¿Te envió Lucifer no es así?! -casi grité, sin dejar de apuntarle. Temblaba de pies a cabeza, sentía que por mi frente se deslizaban gotitas de sudor debido a las altas fiebres que empezaron a atacarme. No quería desmayarme, pero sentía que en cualquier momento me desvanecía- ¡Aléjate de mí! ¡Vete si no quieres que te mate!
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Re: Hijo de la luna - privado
Esperé al menos un gracias, algo agradable al fin de alguien. Era protector con todo aquel que me agradaba, estaba en mi personalidad. Trataba a muchos en mi manada como si fueran mis cachorros, pero eran hijos de otros y ellos me veían como un gran sensei que les enseñaba a crecer, a luchar con las mejores técnicas. Tal vez por eso me marché, quizás para encontrar amigos de verdad y terminar viviendo una vida con una pareja, teniendo hijos y regresando con mi propia familia.
Sin embargo, lo único que tuve fue lo de siempre. Palabras crueles. Me quedé quieto observándole. No me intimidé, era un lycan especial. Siempre permanecía estoico ante cualquier enemigo, él no era mi enemigo pero me tomó como tal.
-A mí no me envía nadie.-dije llevando mis manos a las vendas, quitándolas para mostrarselas.-¿Ves eso? mordeduras de otro lobo que ya están sanando. Sólo he venido al hospital por si tenía daños internos.-gruñí antes de colocarme la venda como pude, porque me costaba con él apuntándome con esa daga.-¿Quieres bajar eso de una vez? No soy el lobo feroz ni tú caperucita. Tampoco dudo que tengas una cesta con bollos para calmar mi apetito, llevo un par de días sin cazar nada.
Seguramente él no lo había notado, pero cargaba con mi katana a la espalda y mi arco con flechas también. Era un guerrero que llevaba siempre todo encima. No sé ni como me dejaron entrar así al hospital, supongo que en estos tiempos todos íbamos amardos y más cuando corría la voz que había nuevos peligros en la ciudad.
-Yo sólo quería cuidarte porque soy así, hay personas que me atraen por su aura... hacen que quiera ayudarlas. Normalmente cuando alguien ayuda a otro se da las gracias.-dije apoyándome en la pared.-No me voy a ir lejos, te tiembla todo el cuerpo y sé que te vas a caer.-a riesgo de ser atacado la tomé entre mis brazos, notaba que iba a caer de bruces.-Tal vez lo único que saco de todo esto es que me mates, pero te va a costar... soy el líder de una tribu de lycan bastante extensa... soy buen guerrero y tú eres una chica linda que debió quedarse recostada en su cama del hospital.-la estreché contra mí sintiendo su cuerpo frágil y de nuevo esa corazonada.-Hace frío, tengo lo justo para un par de café. Mi propuesta sigue en pie.-susurré cerca de su oído.-Y por cierto no me pareces una puta, eres bastante linda y tienes bonitas piernas.-intentaba sacarle hierro al asunto, buscar otro tema distinto a lo de Lucifer.
¿Conocía a Lucifer? ¿Era eso a lo que temía? ¿Había hecho tratos con él? ¿Tal vez era su enemigo? Muchos teníamos como enemigos a demonios, pero no al príncipe de todos ellos... aunque algunos demonios eran más poderosos que Lucifer, pero él era el encargado de los infiernos y la voz de mando que los organizaba.
Sin embargo, lo único que tuve fue lo de siempre. Palabras crueles. Me quedé quieto observándole. No me intimidé, era un lycan especial. Siempre permanecía estoico ante cualquier enemigo, él no era mi enemigo pero me tomó como tal.
-A mí no me envía nadie.-dije llevando mis manos a las vendas, quitándolas para mostrarselas.-¿Ves eso? mordeduras de otro lobo que ya están sanando. Sólo he venido al hospital por si tenía daños internos.-gruñí antes de colocarme la venda como pude, porque me costaba con él apuntándome con esa daga.-¿Quieres bajar eso de una vez? No soy el lobo feroz ni tú caperucita. Tampoco dudo que tengas una cesta con bollos para calmar mi apetito, llevo un par de días sin cazar nada.
Seguramente él no lo había notado, pero cargaba con mi katana a la espalda y mi arco con flechas también. Era un guerrero que llevaba siempre todo encima. No sé ni como me dejaron entrar así al hospital, supongo que en estos tiempos todos íbamos amardos y más cuando corría la voz que había nuevos peligros en la ciudad.
-Yo sólo quería cuidarte porque soy así, hay personas que me atraen por su aura... hacen que quiera ayudarlas. Normalmente cuando alguien ayuda a otro se da las gracias.-dije apoyándome en la pared.-No me voy a ir lejos, te tiembla todo el cuerpo y sé que te vas a caer.-a riesgo de ser atacado la tomé entre mis brazos, notaba que iba a caer de bruces.-Tal vez lo único que saco de todo esto es que me mates, pero te va a costar... soy el líder de una tribu de lycan bastante extensa... soy buen guerrero y tú eres una chica linda que debió quedarse recostada en su cama del hospital.-la estreché contra mí sintiendo su cuerpo frágil y de nuevo esa corazonada.-Hace frío, tengo lo justo para un par de café. Mi propuesta sigue en pie.-susurré cerca de su oído.-Y por cierto no me pareces una puta, eres bastante linda y tienes bonitas piernas.-intentaba sacarle hierro al asunto, buscar otro tema distinto a lo de Lucifer.
¿Conocía a Lucifer? ¿Era eso a lo que temía? ¿Había hecho tratos con él? ¿Tal vez era su enemigo? Muchos teníamos como enemigos a demonios, pero no al príncipe de todos ellos... aunque algunos demonios eran más poderosos que Lucifer, pero él era el encargado de los infiernos y la voz de mando que los organizaba.
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Re: Hijo de la luna - privado
Le escuché sin creerme demasiado sus palabras, estaba aterrado. No era mi momento, no podía serlo, Lutho me necesitaba... ¿Podía creerle? ¿Podía confiar en aquel extraño? ¿Tendría tanta suerte?
Cuando me tomó entre sus brazos, temblé ligeramente bajando el puñal. Mi cuerpo estaba acostumbrado a reaccionar de ciertas formas ante la cercanía de otro cuerpo, y normalmente tenía dos reacciones: o me entregaba y vendía a otros ofreciéndoles un calor imaginario, o me tensaba y entraba en histeria, arañando cual gato y defendiéndome con garras y dientes. No dejaba que nadie me tocara por eso mismo, porque de cualquier forma aquello dolía.
No pude evitar ruborizarme cuando me dijo aquello de que no le parecía una puta. No sabía si era verdad o no, pero me hizo sentir bien y destensarme ligeramente. Iba a empezar a relajarme y bajar mi arma cuando un presentimiento me hizo reaccionar de forma violenta.
Me alejé de sus brazos, notando cómo tras él se materializaba algo con demasiada rapidez... un demonio. Y el licántropo no se había dado cuenta, se ocultaba pero mi ojo no me engañaba. Le apunté con el puñal, y apenas vi que me sonreía y se acercaba a clavar sus garras y colmillos en Gackupo, con todas mis fuerzas lancé el puñal directo a su cabeza.
- ¡Muere! -grité con voz fría y dura, para luego atraer al licántropo hacia mí y apartarlo del demonio.
La magia del arma hizo el resto. El demonio se desmaterializó en un grito que me hizo temblar, pero había muerto absorbido por la magia de los espíritus. El puñal cayó al suelo tras el licántropo con un sonido metálico, estaba hecho de plata y oro blanco.
Cuando me tomó entre sus brazos, temblé ligeramente bajando el puñal. Mi cuerpo estaba acostumbrado a reaccionar de ciertas formas ante la cercanía de otro cuerpo, y normalmente tenía dos reacciones: o me entregaba y vendía a otros ofreciéndoles un calor imaginario, o me tensaba y entraba en histeria, arañando cual gato y defendiéndome con garras y dientes. No dejaba que nadie me tocara por eso mismo, porque de cualquier forma aquello dolía.
No pude evitar ruborizarme cuando me dijo aquello de que no le parecía una puta. No sabía si era verdad o no, pero me hizo sentir bien y destensarme ligeramente. Iba a empezar a relajarme y bajar mi arma cuando un presentimiento me hizo reaccionar de forma violenta.
Me alejé de sus brazos, notando cómo tras él se materializaba algo con demasiada rapidez... un demonio. Y el licántropo no se había dado cuenta, se ocultaba pero mi ojo no me engañaba. Le apunté con el puñal, y apenas vi que me sonreía y se acercaba a clavar sus garras y colmillos en Gackupo, con todas mis fuerzas lancé el puñal directo a su cabeza.
- ¡Muere! -grité con voz fría y dura, para luego atraer al licántropo hacia mí y apartarlo del demonio.
La magia del arma hizo el resto. El demonio se desmaterializó en un grito que me hizo temblar, pero había muerto absorbido por la magia de los espíritus. El puñal cayó al suelo tras el licántropo con un sonido metálico, estaba hecho de plata y oro blanco.
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Re: Hijo de la luna - privado
Normalmente siempre estaba alertado de cualquier cosa que fuera a pasar. Hacía unas horas había sentido a ese mismo demonio, corría por las calles del boulevard contra el viento. Tragué duro cuando lo vi desaparecer, así como desmaterializarse por el arma. Me había salvado la vida aunque me había apuntado antes echándome de su lado, haciéndome sentir como un asesino cuando sólo mataba por sobrevivir.
Tomé la daga y se la devolví, justo antes de besar su mejilla en forma de agradecimiento. No sólo era bonita sino que tenía buenos reflejos. Pensé por unos segundos que como pareja no tendría precio, una chica que podía ayudarme a vigilar a mi poblado y a la vez quizás darme hijos fuertes para continuar mi legado, pero simplemente sacudí mi cabeza. Ella sería mi amiga, una buena amiga.
-Arigato.-susurré antes de tomar una de sus manos para besarla también. Sus dedos pequeños, mano delgada y suave me hizo sentirme algo grande y brusco.-Toda dama debe saber valerse por si misma en estos tiempos.-recordé a mi madre con el arco y la flecha, el mismo arco que llevaba yo, matando a los enemigos que entraban en nuestro territorio, y eso me hizo pensar que había pocas mujeres tan hermosas como letales.-¿Entonces tomamos ese café?
Insistía porque no tenía mucha suerte con las chicas, encontrar una como ella era muy raro y quería hacerme su amigo. Siempre era bueno tener a alguien conocido en la ciudad. En Viena había logrado tener un amigo lycan, el cual tenía su propio asentamiento con varios de sus hijos. Fue una buena amistad, con él aprendí algunas tácticas de lucha muy interesantes. De ella podía aprender a no bajar la guardia.
Tomé la daga y se la devolví, justo antes de besar su mejilla en forma de agradecimiento. No sólo era bonita sino que tenía buenos reflejos. Pensé por unos segundos que como pareja no tendría precio, una chica que podía ayudarme a vigilar a mi poblado y a la vez quizás darme hijos fuertes para continuar mi legado, pero simplemente sacudí mi cabeza. Ella sería mi amiga, una buena amiga.
-Arigato.-susurré antes de tomar una de sus manos para besarla también. Sus dedos pequeños, mano delgada y suave me hizo sentirme algo grande y brusco.-Toda dama debe saber valerse por si misma en estos tiempos.-recordé a mi madre con el arco y la flecha, el mismo arco que llevaba yo, matando a los enemigos que entraban en nuestro territorio, y eso me hizo pensar que había pocas mujeres tan hermosas como letales.-¿Entonces tomamos ese café?
Insistía porque no tenía mucha suerte con las chicas, encontrar una como ella era muy raro y quería hacerme su amigo. Siempre era bueno tener a alguien conocido en la ciudad. En Viena había logrado tener un amigo lycan, el cual tenía su propio asentamiento con varios de sus hijos. Fue una buena amistad, con él aprendí algunas tácticas de lucha muy interesantes. De ella podía aprender a no bajar la guardia.
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Re: Hijo de la luna - privado
Sentía que me iba a desvanecer en nada, tenía demasiada fiebre y mi magia estaba limitada hasta cierto punto. Podía curar mis heridas, pero no mis malestares. Me tambaleé notando que besaba mi mano y mi mejilla, decía algo pero no le entendía bien. Solté el puñal que me había entregado y me apoyé en la pared, respirando con algo de dificultad.
-No... no fue nada... -le dije apenas, parpadeando varias veces. Tuve que sujetarme de sus hombros para no caer al suelo, mi cuerpo no estaba respondiendo y eso no era bueno. Debía ser fuerte, debía recuperarme cuanto antes... Pero pensar en tantas cosas, en Lutho y su padre, en Atsushi y su promesa, en el pasado... me hacía caer otra vez.
-Tengo frío -dije en voz baja, no para él ni para mí. Mis temblores aumentaron y terminé por abrazarme a él, buscando algo de calor. Me estaba congelando, pero su cuerpo cálido me relajaba de los temblores- Un café... sería bueno...
-No... no fue nada... -le dije apenas, parpadeando varias veces. Tuve que sujetarme de sus hombros para no caer al suelo, mi cuerpo no estaba respondiendo y eso no era bueno. Debía ser fuerte, debía recuperarme cuanto antes... Pero pensar en tantas cosas, en Lutho y su padre, en Atsushi y su promesa, en el pasado... me hacía caer otra vez.
-Tengo frío -dije en voz baja, no para él ni para mí. Mis temblores aumentaron y terminé por abrazarme a él, buscando algo de calor. Me estaba congelando, pero su cuerpo cálido me relajaba de los temblores- Un café... sería bueno...
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Re: Hijo de la luna - privado
Con cierto cuidado que no hubiera tenido si fuera chico la tomé entre mis brazos. Acaricié sus cabellos sintiendo como tenía algo de fiebre. Recordé ciertas recetas para bajar la temperatura, pero necesitaba ir al bosque y no podía llevarla conmigo. Debía entrar en calor, su cuerpo estaba frío pero su frente no.
-Te invito a un café, te relajas un poco entrando en calor y te llevo a casa. Allí seguro que puedes hallar algún medicamento o hierba para bajarte la fiebre, sé un té de hierbas que lo hace y que me enseñó mi madre.-dije pegándola mejor a mí al tomarla por la cintura.-¿No tienes familia? ¿Alguna amiga o amigo? Deberían quedarse contigo cuidándote, estoy seguro que no podrás hacer mucho mañana ni pasado.
Acabé por tomarla en brazos refugiándola mejor contra mi torso. Hacía frío incluso para mí, pero eso no importaba. Acomodé la chaqueta que le había dado, guardé su arma a buen recaudo y eché a caminar por las calles buscando la cafetería más cercana.
No muy lejos había una, olía a café desde el principio de la calle. Era un lugar pequeño y que habría durante todo el día. Una cafetería discreta, algo oscura al tener la luz tenue y con una bollería poco selecta. Como mucho podías ver donut o productos de bollería, nada más allá. Miré el precio de los café y supe que solo tendría para el suyo.
Los dos únicos clientes eran dos mestizos de vampiro, los cuales se quedaron observándome atentamente. Podía sentir su recelo como ellos podían sentir el mío. Si bien, caminé hacia el fondo del local dejándola en aquellos sillones cómodos parecidos a un sofá. Eran rojos y de imitación al cuero, pero era plástico.
-¿Qué desean tomar?-preguntó la camarera mientras la acomodaba, no quería que se cayera debido a su mareo.
-Un café con leche y un vaso de agua, por favor.-dije antes de besar su frente para comprobar su temperatura.-Sigue subiendo tu fiebre.
La chica ya se había movido para traerme el café, además del agua. Saqué de mis bolsillos los dos dólares que costaba aquello, algo caro para ser un tugurio. Cuando dejó la taza frente a mí ya me había sentado junto a Arabelle.
-Gracias.-respondí antes de pasarle la taza a mi acompañante, la miraba algo precoupado y la chica rió bajo.
-¿Qué le sucede a tu novia?-no era mi novia, pero tampoco iba a dar explicaciones que no tenía que dar.
-Tiene fiebre.-mi respuesta le hizo gracia, riendo un poco más.
-Tranquilo, no se va a morir por un poco de fiebre.
Sabía que lo había hecho por ser amable, por quitarme la preocupación, pero sólo hizo que me molestara. Estaba algo irritable por todo lo que había pasado, porque no me salía una a derechas.
-¿Y tú que sabes?-fue mi respuesta antes de girarme hacia mi nueva amiga.-Yo sólo sé que se encuentra muy mal y no me gusta que esté así.-ella se quedó callada tomando el dinero de la mesa y largándose de allí.
-Te invito a un café, te relajas un poco entrando en calor y te llevo a casa. Allí seguro que puedes hallar algún medicamento o hierba para bajarte la fiebre, sé un té de hierbas que lo hace y que me enseñó mi madre.-dije pegándola mejor a mí al tomarla por la cintura.-¿No tienes familia? ¿Alguna amiga o amigo? Deberían quedarse contigo cuidándote, estoy seguro que no podrás hacer mucho mañana ni pasado.
Acabé por tomarla en brazos refugiándola mejor contra mi torso. Hacía frío incluso para mí, pero eso no importaba. Acomodé la chaqueta que le había dado, guardé su arma a buen recaudo y eché a caminar por las calles buscando la cafetería más cercana.
No muy lejos había una, olía a café desde el principio de la calle. Era un lugar pequeño y que habría durante todo el día. Una cafetería discreta, algo oscura al tener la luz tenue y con una bollería poco selecta. Como mucho podías ver donut o productos de bollería, nada más allá. Miré el precio de los café y supe que solo tendría para el suyo.
Los dos únicos clientes eran dos mestizos de vampiro, los cuales se quedaron observándome atentamente. Podía sentir su recelo como ellos podían sentir el mío. Si bien, caminé hacia el fondo del local dejándola en aquellos sillones cómodos parecidos a un sofá. Eran rojos y de imitación al cuero, pero era plástico.
-¿Qué desean tomar?-preguntó la camarera mientras la acomodaba, no quería que se cayera debido a su mareo.
-Un café con leche y un vaso de agua, por favor.-dije antes de besar su frente para comprobar su temperatura.-Sigue subiendo tu fiebre.
La chica ya se había movido para traerme el café, además del agua. Saqué de mis bolsillos los dos dólares que costaba aquello, algo caro para ser un tugurio. Cuando dejó la taza frente a mí ya me había sentado junto a Arabelle.
-Gracias.-respondí antes de pasarle la taza a mi acompañante, la miraba algo precoupado y la chica rió bajo.
-¿Qué le sucede a tu novia?-no era mi novia, pero tampoco iba a dar explicaciones que no tenía que dar.
-Tiene fiebre.-mi respuesta le hizo gracia, riendo un poco más.
-Tranquilo, no se va a morir por un poco de fiebre.
Sabía que lo había hecho por ser amable, por quitarme la preocupación, pero sólo hizo que me molestara. Estaba algo irritable por todo lo que había pasado, porque no me salía una a derechas.
-¿Y tú que sabes?-fue mi respuesta antes de girarme hacia mi nueva amiga.-Yo sólo sé que se encuentra muy mal y no me gusta que esté así.-ella se quedó callada tomando el dinero de la mesa y largándose de allí.
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Re: Hijo de la luna - privado
Sus cuidados me hacían sentir perdido, estaba confundido porque mi vista me engañaba por momentos al volverse borrosa. Caminé despacio, apoyándome en él mientras guardaba silencio. No respondí a ninguna de sus preguntas, sólo me quedé callado intentando respirar con normalidad. Nunca me había costado tanto recuperarme después de una sobredosis, pero tal vez se debiera a que cada vez mi corazón estaba más débil.
Una vez entramos en un lugar cálido, una cafetería creo, me acurruqué en en asiento intentando conservar el calor que me había dado, debía ser fuerte y mejorar mi aspecto, no podían verme con lástima ni con pena porque odiaba eso. Yo era Alexei Linnankivi, podía con aquellas fiebres.
-No deberías estar ayudándome -le dije luego de un rato de silencio, mientras miraba la taza de café como si estuviera demasiado lejana- Te meterás en problemas por mi culpa. No soy lo que crees que soy -comenté en voz baja, cerrando los ojos y envolviéndome en su chaqueta, temblando ligeramente.
-Y no deberías defenderme, porque soy como luzco... No te hagas esperanzas de nada -le aconsejé, era justo después de que me hubiera ayudado a escapar y me invitara a un café.
Una vez entramos en un lugar cálido, una cafetería creo, me acurruqué en en asiento intentando conservar el calor que me había dado, debía ser fuerte y mejorar mi aspecto, no podían verme con lástima ni con pena porque odiaba eso. Yo era Alexei Linnankivi, podía con aquellas fiebres.
-No deberías estar ayudándome -le dije luego de un rato de silencio, mientras miraba la taza de café como si estuviera demasiado lejana- Te meterás en problemas por mi culpa. No soy lo que crees que soy -comenté en voz baja, cerrando los ojos y envolviéndome en su chaqueta, temblando ligeramente.
-Y no deberías defenderme, porque soy como luzco... No te hagas esperanzas de nada -le aconsejé, era justo después de que me hubiera ayudado a escapar y me invitara a un café.
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Re: Hijo de la luna - privado
Me decía que no era lo que parecía, yo justo no era lo que aparentaba. Mi forma humana rara vez la usaba. Siempre estaba como lobo y por eso tenía pocas prendas y pocos utensilios. Me desplazaba por el mundo buscando un poco de experiencia, conociendo personas, pero en la ciudad por mucho que llevaba allí era incapaz de dar con alguien que me dirigiera dos palabras.
-Yo veo a una chica linda que necesita que la cuiden, que aunque sea fuerte y orgullosa necesita a alguien que la consuele y escuche. Seguro que tienes a alguien para cuidarte, ya sea un familiar o un novio. Yo no estoy haciéndome con ilusiones de nada.-desvié mi mirada de ella buscando en las servilletas de papel un buen punto para no forzar un encuentro con sus ojos.-Miento, tengo la esperanza de poder ser tu amigo. No tengo a nadie aquí en la ciudad, en otras he conseguido conversar con personas... pero este sitio es como si el infierno se hiciera presente a cada paso y la individualidad de las personas te golpea con fuerza. Además, no le caigo bien a ninguna chica. Todas piensan que quiero acostarme con ellas, y aunque así fuera nada más ver que soy un lycan sin dinero no les agrado.
Si al menos tuviera dinero o una buena moto, como pasaba con algunos, tendría más suerte. Pero yo quería a una chica que me quisiera tal cual era, una que no le importara que fuera un lycan y que la mayor parte del tiempo fuera un enorme perro sentado a su lado.
-Tómate el café ¿quieres? lo necesitas.-di un trago a mi vaso de agua notando que ni eso calmaba mi apetito, necesitaba comer al menos una cabra entera o una oveja... pero para atacar a un rebaño debía caminar por un día entero y para colmo dejarla allí tirada.
-Yo veo a una chica linda que necesita que la cuiden, que aunque sea fuerte y orgullosa necesita a alguien que la consuele y escuche. Seguro que tienes a alguien para cuidarte, ya sea un familiar o un novio. Yo no estoy haciéndome con ilusiones de nada.-desvié mi mirada de ella buscando en las servilletas de papel un buen punto para no forzar un encuentro con sus ojos.-Miento, tengo la esperanza de poder ser tu amigo. No tengo a nadie aquí en la ciudad, en otras he conseguido conversar con personas... pero este sitio es como si el infierno se hiciera presente a cada paso y la individualidad de las personas te golpea con fuerza. Además, no le caigo bien a ninguna chica. Todas piensan que quiero acostarme con ellas, y aunque así fuera nada más ver que soy un lycan sin dinero no les agrado.
Si al menos tuviera dinero o una buena moto, como pasaba con algunos, tendría más suerte. Pero yo quería a una chica que me quisiera tal cual era, una que no le importara que fuera un lycan y que la mayor parte del tiempo fuera un enorme perro sentado a su lado.
-Tómate el café ¿quieres? lo necesitas.-di un trago a mi vaso de agua notando que ni eso calmaba mi apetito, necesitaba comer al menos una cabra entera o una oveja... pero para atacar a un rebaño debía caminar por un día entero y para colmo dejarla allí tirada.
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Re: Hijo de la luna - privado
Suspiré cansado, no lo entendía. Decidí decirle la verdad, a ver si con eso le podía ahuyentar y que se alejara de mí. Había sido amable, pero era demasiado inocente y en una ciudad como esta, dudaba que las cosas fueran a irle demasiado bien.
-Gackupo, es tu nombre, ¿cierto? Te hablo en serio. Te agradezco mucho tu ayuda, pero no es bueno que estés con alguien como yo. ¿Razones? La principal es que me siguen tipos con muy mala leche provenientes del infierno. Parezco una puta, porque eso soy, no una dama como quieres creer... -guardé silencio unos segundos mirándole con tristeza, susurrando bajo esta vez- Y ni siquiera soy una chica, aunque lo parezca. Me llamo Alexei... Pero no debes decir mi nombre nunca en voz alta. Llámame como quieras, siempre me ponen nombres. Siento haberte mentido.
Cogí con cuidado el café, mis manos aún estaban temblorosas y sentía que el frío no se iba. Tomé un pequeño sorbo, estaba muy caliente y me quemó los labios, pero no hice más que una mueca de dolor ligera. El calor del líquido me ayudaba a no temblar tanto.
-Te agradezco el café... Pero, ¿tú no comerás nada? Desde aquí siento el rugido de tu estómago... -comenté, intentando aligerar un poco la tensión de mi voz. Ya no le miraba, me sentía avergonzado y, resumiendo, mal- Pide para ti, lo que quieras... yo pago -le dije, a ver si con eso podía compensarle. Encima, repartido por todos los bolsillos de mi ropa, llevaba os más de 300 dólares que Atsushi me había pagado... para mí era dinero sucio, yo lo había ganado de esa forma. Pero podía darle un buen uso.
-Gackupo, es tu nombre, ¿cierto? Te hablo en serio. Te agradezco mucho tu ayuda, pero no es bueno que estés con alguien como yo. ¿Razones? La principal es que me siguen tipos con muy mala leche provenientes del infierno. Parezco una puta, porque eso soy, no una dama como quieres creer... -guardé silencio unos segundos mirándole con tristeza, susurrando bajo esta vez- Y ni siquiera soy una chica, aunque lo parezca. Me llamo Alexei... Pero no debes decir mi nombre nunca en voz alta. Llámame como quieras, siempre me ponen nombres. Siento haberte mentido.
Cogí con cuidado el café, mis manos aún estaban temblorosas y sentía que el frío no se iba. Tomé un pequeño sorbo, estaba muy caliente y me quemó los labios, pero no hice más que una mueca de dolor ligera. El calor del líquido me ayudaba a no temblar tanto.
-Te agradezco el café... Pero, ¿tú no comerás nada? Desde aquí siento el rugido de tu estómago... -comenté, intentando aligerar un poco la tensión de mi voz. Ya no le miraba, me sentía avergonzado y, resumiendo, mal- Pide para ti, lo que quieras... yo pago -le dije, a ver si con eso podía compensarle. Encima, repartido por todos los bolsillos de mi ropa, llevaba os más de 300 dólares que Atsushi me había pagado... para mí era dinero sucio, yo lo había ganado de esa forma. Pero podía darle un buen uso.
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Re: Hijo de la luna - privado
Tomé sus palabras sereno machacándolas en mi cerebro y procesándolas con rapidez. Giré mi rostro hacia la calle donde hacía un frío de mil demonios, pensé en que con tan poca ropa debía estar helada si pasaba mucho rato ahí fuera. No asimilaba eso de "parezco mujer pero soy un hombre". Si era hombre pues era demasiado bonita a pesar de eso.
-Debes pasar frío allá fuera, sin embargo no cambio ni una de mis palabras que he dicho y más la que dije a esa foca rastrera. Se puede ser una dama aunque se venda hasta el alma, porque las mujeres son aquellas que saben tener clase pese a todo. Ella no la tenía, se pavoneaba con la piel de un zorro. Casi no quedan zorros.-me giré hacia él mirándolo a los ojos, encarándolo de nuevo.
Estiré una de mis manos hacia las suyas, tomando su izquierda entre los dedos de mi mano derecha. Tenía los dedos calientes por culpa de la taza, pero la palma de su mano estaba fría.
-Eres muy bonito para ser un chico.-comenté con una leve sonrisa.-Yo soy amable sólo con aquellos que me agradan, que su presencia es agradable. Pero la mayoría del tiempo gruño o simplemente soy indiferente.-apreté leve su mano ahora entre las mías, acariciándola.-No tienes que comprarme nada, yo puedo cazar en unas horas o meterme en algunos pastos cercanos al bosque. Robar ovejas es mi especialidad.-sonreí de lado mostrando de nuevo mi cánido. Aquel colmillo lobuno que tanto nos caracterizaba por ser algo más anchos y salientes que los de un humano.-Y si te atacan tipos con mala leche es mejor que te acompañe, no estás bien y no podrás estar solo. Además si atacan podré tener mayor experiencia. Una de las cosas por las cuales dejé a mi primo Kiba como líder de mi grupo, me separé de ellos y tuve que dejar a mis hermanos fue tener mayor experiencia en los combates y encontrar un lugar más próspero.-ladeé un poco mi cabeza y solté su mano recostándome en el asiento.-No soy bueno dando nombres, ni apodos... suelo ponerlos muy estúpidos... Alex suena como tu nombre original, puedo acortarlo para poder llamarte.-suspiré pesado.-Mi nombre real es Satoru, pero era el nombre de mi padre y él era mejor guerrero que yo. Él desde pequeño me llamó Gackupo, jamás supe de donde lo sacó... creo que suena como los gruñidos que intentaba soltar cuando cachorro.
Él se había sincerado diciéndome la verdad, yo tenía que dar ejemplo. Mi nombre real era otro, un nombre que siempre iría aligado a mi padre y mi padre al legado de un gran guerrero. Yo no era nada, absolutamente nada, comparado con él.
-Debes pasar frío allá fuera, sin embargo no cambio ni una de mis palabras que he dicho y más la que dije a esa foca rastrera. Se puede ser una dama aunque se venda hasta el alma, porque las mujeres son aquellas que saben tener clase pese a todo. Ella no la tenía, se pavoneaba con la piel de un zorro. Casi no quedan zorros.-me giré hacia él mirándolo a los ojos, encarándolo de nuevo.
Estiré una de mis manos hacia las suyas, tomando su izquierda entre los dedos de mi mano derecha. Tenía los dedos calientes por culpa de la taza, pero la palma de su mano estaba fría.
-Eres muy bonito para ser un chico.-comenté con una leve sonrisa.-Yo soy amable sólo con aquellos que me agradan, que su presencia es agradable. Pero la mayoría del tiempo gruño o simplemente soy indiferente.-apreté leve su mano ahora entre las mías, acariciándola.-No tienes que comprarme nada, yo puedo cazar en unas horas o meterme en algunos pastos cercanos al bosque. Robar ovejas es mi especialidad.-sonreí de lado mostrando de nuevo mi cánido. Aquel colmillo lobuno que tanto nos caracterizaba por ser algo más anchos y salientes que los de un humano.-Y si te atacan tipos con mala leche es mejor que te acompañe, no estás bien y no podrás estar solo. Además si atacan podré tener mayor experiencia. Una de las cosas por las cuales dejé a mi primo Kiba como líder de mi grupo, me separé de ellos y tuve que dejar a mis hermanos fue tener mayor experiencia en los combates y encontrar un lugar más próspero.-ladeé un poco mi cabeza y solté su mano recostándome en el asiento.-No soy bueno dando nombres, ni apodos... suelo ponerlos muy estúpidos... Alex suena como tu nombre original, puedo acortarlo para poder llamarte.-suspiré pesado.-Mi nombre real es Satoru, pero era el nombre de mi padre y él era mejor guerrero que yo. Él desde pequeño me llamó Gackupo, jamás supe de donde lo sacó... creo que suena como los gruñidos que intentaba soltar cuando cachorro.
Él se había sincerado diciéndome la verdad, yo tenía que dar ejemplo. Mi nombre real era otro, un nombre que siempre iría aligado a mi padre y mi padre al legado de un gran guerrero. Yo no era nada, absolutamente nada, comparado con él.
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Re: Hijo de la luna - privado
-Puedo defenderme y cuidarme solo, ya has visto -susurré, mirando hacia la ventana, aún envuelto como si fuera pleno invierno y no tuviera calefacción- Ese puñal es mi salvador, ya que estoy aún muy sedado para usar mis poderes -le comenté, sin ocultarle mi naturaleza, él no me había ocultado la suya y se estaba portando bien. Además, el que supiera sobre mis poderes serviría para que pensara dos veces si se le ocurría que sí quería atacarme.
-Y no soy una dama, ni de cerca. Deja de ser amable conmigo, provocarás que la gente se aproveche de ti -le aconsejé. Me recordaba un poco a mí, el jovencito aquel que a pesar de ser un pequeño gato arisco y desconfiado era amable y sincero. Y como vine a terminar... me hizo suspirar cansado- Deja que te invite, es lo mínimo después te tantas molestias que te he hecho pasar -le dije, mirándole con seriedad.
A pesar de estar débil, no iba a dejar de ser yo. Mi mirada era apremiante, no pensaba dejar que rechazara aquello sobretodo porque yo, en primer lugar, nunca invitaba a nadie a nada. Pero ahora... quería hacerlo para darle las gracias. Y ya.
-Satoru... me gusta más ese nombre -comenté tras algunos minutos, para luego volver a tomar del café. Su calor se deslizaba por mi garganta y me hacía estremecer ante el brusco cambio de temperatura, pero me hacía sentir mejor.
-Y no soy una dama, ni de cerca. Deja de ser amable conmigo, provocarás que la gente se aproveche de ti -le aconsejé. Me recordaba un poco a mí, el jovencito aquel que a pesar de ser un pequeño gato arisco y desconfiado era amable y sincero. Y como vine a terminar... me hizo suspirar cansado- Deja que te invite, es lo mínimo después te tantas molestias que te he hecho pasar -le dije, mirándole con seriedad.
A pesar de estar débil, no iba a dejar de ser yo. Mi mirada era apremiante, no pensaba dejar que rechazara aquello sobretodo porque yo, en primer lugar, nunca invitaba a nadie a nada. Pero ahora... quería hacerlo para darle las gracias. Y ya.
-Satoru... me gusta más ese nombre -comenté tras algunos minutos, para luego volver a tomar del café. Su calor se deslizaba por mi garganta y me hacía estremecer ante el brusco cambio de temperatura, pero me hacía sentir mejor.
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Re: Hijo de la luna - privado
Seguía deseando invitarme, pero yo seguía rechazando la oferta. No iba a permitir que me pagara mi ayuda, sería como pagarme y yo no lo había hecho por eso. Me eché hacia delante con los brazos sobre la mesa, estaba apoyado para aguantar el deseo de lanzarme contra cualquier pequeño animal. No muy lejos había escuchado a un gato moverse, deseaba alimentarme e incluso un gato se veía tentador.
-No, no quiero que me invites. Sería como pagarme mis buenas acciones. Ya te he dicho que sólo a quien me agrada ayudo, son corazonadas.-dije antes de tomar el último trago de mi agua.-Págame con algo mejor, deja que te lleve a casa. No podré estar tranquilo si sé que estás solo por las calles. No deberías usar tan poca ropa, hace mucho frío y enfermarás.-aquello se lo dije en un tono casi paternal, el que usaba con mi hermana cuando no quería entender algo.-Si tuviera mi moto, pero la dejé en mi poblado, te llevaría más rápido. Lo único que puedo hacer es cargarte cual novia en su noche de bodas.-pestañeé antes de empezar a reír.-Bueno si quieres mejor, te puedo llevar a mi espalda como si fueras un saco de patatas.
El móvil sonó entonces en mi bolsillo. Era un mensaje de mi hermana, justo cuando pensaba en ella, me decía que había tenido pesadillas en la noche y que estaban todos bien. Respondía así a mi mensaje de hacía casi diez horas. Yo le mentía y le decía que tenía un piso agradable, amigos, una pareja que pronto le presentaría y un trabajo como cocinero. Aunque no sabía como se creía lo último, era pésimo cocinando.
-Hermanas pequeñas dudan siempre que esté uno bien.-dije guardando el móvil.-Supongo que mi gemelo habrá presentido que estoy en aprietos.-sonreí algo cansado.-Cuando te deje en tu casa volveré al bosque, allí vivo.
-No, no quiero que me invites. Sería como pagarme mis buenas acciones. Ya te he dicho que sólo a quien me agrada ayudo, son corazonadas.-dije antes de tomar el último trago de mi agua.-Págame con algo mejor, deja que te lleve a casa. No podré estar tranquilo si sé que estás solo por las calles. No deberías usar tan poca ropa, hace mucho frío y enfermarás.-aquello se lo dije en un tono casi paternal, el que usaba con mi hermana cuando no quería entender algo.-Si tuviera mi moto, pero la dejé en mi poblado, te llevaría más rápido. Lo único que puedo hacer es cargarte cual novia en su noche de bodas.-pestañeé antes de empezar a reír.-Bueno si quieres mejor, te puedo llevar a mi espalda como si fueras un saco de patatas.
El móvil sonó entonces en mi bolsillo. Era un mensaje de mi hermana, justo cuando pensaba en ella, me decía que había tenido pesadillas en la noche y que estaban todos bien. Respondía así a mi mensaje de hacía casi diez horas. Yo le mentía y le decía que tenía un piso agradable, amigos, una pareja que pronto le presentaría y un trabajo como cocinero. Aunque no sabía como se creía lo último, era pésimo cocinando.
-Hermanas pequeñas dudan siempre que esté uno bien.-dije guardando el móvil.-Supongo que mi gemelo habrá presentido que estoy en aprietos.-sonreí algo cansado.-Cuando te deje en tu casa volveré al bosque, allí vivo.
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Re: Hijo de la luna - privado
Insistía en rechazar mi invitación, pero como ya he dicho, no quería peleas en ese momento ni nada que se le pareciese. Suspiré echándome hacia atrás, cruzándome de brazos escuchando sus palabras. Que le pagara de otra forma... bien, justo lo que faltaba.
-No tengo casa a la cual ir -le mentí, cruzándome de piernas y envolviéndome bien en su chaqueta, seguía temblando del frío y mi mente aún no conectaba del todo, pero iba progresando, al menos ya procesaba información- Sólo tengo dinero y mi cuerpo, lo mejor que puedo ofrecer aunque lo segundo ya lo has rechazado -comenté.
Mi voz se había vuelto fría. Bebí el resto del café de golpe mientras él se ocupaba de su teléfono, lo hice deseando poder dejar de temblar para irme de allí a donde fuera. No quería ir a casa... estaba muerto de preocupación por Lutho, pero no quería volver y verla junto a aquel vampiro rubio. Verlos juntos me dolía, me hacía sentir que sobraba y que estaba de más, como si solo hubiera sido una niñera todo el tiempo y nada más.
- ¿Vives en el bosque? -pregunté, mirándole fijamente con algo de incredulidad y recelo. Eso no me parecía muy genial ni agradable, al menos no para vivir- ¿Y por qué mejor no buscas un piso? El bosque es peligroso en estos tiempos incluso para los mismos demonios...
-No tengo casa a la cual ir -le mentí, cruzándome de piernas y envolviéndome bien en su chaqueta, seguía temblando del frío y mi mente aún no conectaba del todo, pero iba progresando, al menos ya procesaba información- Sólo tengo dinero y mi cuerpo, lo mejor que puedo ofrecer aunque lo segundo ya lo has rechazado -comenté.
Mi voz se había vuelto fría. Bebí el resto del café de golpe mientras él se ocupaba de su teléfono, lo hice deseando poder dejar de temblar para irme de allí a donde fuera. No quería ir a casa... estaba muerto de preocupación por Lutho, pero no quería volver y verla junto a aquel vampiro rubio. Verlos juntos me dolía, me hacía sentir que sobraba y que estaba de más, como si solo hubiera sido una niñera todo el tiempo y nada más.
- ¿Vives en el bosque? -pregunté, mirándole fijamente con algo de incredulidad y recelo. Eso no me parecía muy genial ni agradable, al menos no para vivir- ¿Y por qué mejor no buscas un piso? El bosque es peligroso en estos tiempos incluso para los mismos demonios...
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Re: Hijo de la luna - privado
-No tengo ni un dólar en mis bolsillos, tampoco me hace falta. Allí puedo cazar, puedo tener mi madriguera y practicamente estoy todo el tiempo con mi forma de lycan.-era la verdad, no tenía porque mentir. En el bosque se estaba mejor que en la ciudad, había algunos asentamientos y aunque los lycan que allí vivían a solas eran algo violentos uno sabía sobrevivir y sobrellevar todo.-He tenido trabajos, pero no duro mucho. O me hacen sentir que destruyo lo poco que queda de naturaleza o son demasiado aburridos como para mantenerme en ellos. No me veo mirando cajas por si todas estan perfectamente hechas, ni de seguridad de un lugar donde nunca pasa nada y menos talando árboles. Yo necesito un trabajo que sea animado, al menos de camarero uno se entretiene tomando pedidos y conversando con los clientes.-declaré aquello porque lo sentía más cercano a un salario más o menos digno.
Eché la cabeza hacia atrás y suspiré pesado. Recordé todas esas mentiras que le había dicho a mi hermana, la misma que me decía que era el orgullo de la familia. Yo no podía decirle que vivía en la miseria y que pasaba frío, hambre no hasta ahora.
-Mi hermana pequeña piensa que tengo todo lo que vine a buscar, que pronto me iré con ellos. El poco dinero que ahorro es para ellos, se los envío para mejorar sus armas y para que le compren ropa bonita.-sonreí como lo haría un padre orgulloso.-Cree que tengo un piso donde puedo vivir cómodamente, un trabajo digno y una chica linda que se quiere casar conmigo. Si vuelvo de vacío demostraré que sólo soy un mentiroso, que no sólo no conseguí mejorar mi dominio del medio, sino que ni siquiera conseguí pareja.-sonreí amargamente cuando dije eso.-Las chicas no buscan un lycan que es agresivo la mayor parte del tiempo, no sólo verbal sino que siempre ando en peleas. Soy demasiado competitivo. Además, no encuentro ni una que quiera un chico que no pueda pagarle ni un café. Todas quieren dinero, dinero y más dinero. Yo me conformo con que me quieran ¿por qué no sucede eso con ellas? no lo sé y ni me importa, sólo sé que mi hermano gemelo no me cree. Siempre está preguntándome en sus largas cartas si todo lo que digo es cierto. Supongo que la conexión que tiene conmigo le impide creer mis palabras, pero poco importa eso. No puedo regresar así como así... he sido demasiado tiempo el padre de otros, el hermano mayor de muchos... es tiempo que sea dueño de mis acciones y al único al que cuidar mientras espero encontrar a esa persona.
Sonaba quizás cursi, anticuado o fuera de contexto con los tiempos que corrían. Pero era algo tradicional. Tenía que encontrar a una buena mujer, si era lycan mucho mejor, y darle continuidad a mis genes y con ellos a la prosperidad de mi pueblo. Debía encontrar aquella que me hiciera desear no irme de su lado, como así me contó mi padre como se sentía con mi madre.
-Lo único que pido de una chica, como he dicho es que me quiera. Aunque tampoco pido una chica, me valdría cualquier chico que fuera de mi gusto. Aquí no tengo nada, allí tengo un buen territorio, cierto estatus, algo de dinero y una moto. Pero supongo que ni siquiera diciendo que tengo todo eso me querrían, quieren ropas caras y coches de lujo.-negué con la cabeza y reí.-Estoy condenado a estar soltero y hacer de padre de mi hermana pequeña, así como mi hermano hace de madre.
Eché la cabeza hacia atrás y suspiré pesado. Recordé todas esas mentiras que le había dicho a mi hermana, la misma que me decía que era el orgullo de la familia. Yo no podía decirle que vivía en la miseria y que pasaba frío, hambre no hasta ahora.
-Mi hermana pequeña piensa que tengo todo lo que vine a buscar, que pronto me iré con ellos. El poco dinero que ahorro es para ellos, se los envío para mejorar sus armas y para que le compren ropa bonita.-sonreí como lo haría un padre orgulloso.-Cree que tengo un piso donde puedo vivir cómodamente, un trabajo digno y una chica linda que se quiere casar conmigo. Si vuelvo de vacío demostraré que sólo soy un mentiroso, que no sólo no conseguí mejorar mi dominio del medio, sino que ni siquiera conseguí pareja.-sonreí amargamente cuando dije eso.-Las chicas no buscan un lycan que es agresivo la mayor parte del tiempo, no sólo verbal sino que siempre ando en peleas. Soy demasiado competitivo. Además, no encuentro ni una que quiera un chico que no pueda pagarle ni un café. Todas quieren dinero, dinero y más dinero. Yo me conformo con que me quieran ¿por qué no sucede eso con ellas? no lo sé y ni me importa, sólo sé que mi hermano gemelo no me cree. Siempre está preguntándome en sus largas cartas si todo lo que digo es cierto. Supongo que la conexión que tiene conmigo le impide creer mis palabras, pero poco importa eso. No puedo regresar así como así... he sido demasiado tiempo el padre de otros, el hermano mayor de muchos... es tiempo que sea dueño de mis acciones y al único al que cuidar mientras espero encontrar a esa persona.
Sonaba quizás cursi, anticuado o fuera de contexto con los tiempos que corrían. Pero era algo tradicional. Tenía que encontrar a una buena mujer, si era lycan mucho mejor, y darle continuidad a mis genes y con ellos a la prosperidad de mi pueblo. Debía encontrar aquella que me hiciera desear no irme de su lado, como así me contó mi padre como se sentía con mi madre.
-Lo único que pido de una chica, como he dicho es que me quiera. Aunque tampoco pido una chica, me valdría cualquier chico que fuera de mi gusto. Aquí no tengo nada, allí tengo un buen territorio, cierto estatus, algo de dinero y una moto. Pero supongo que ni siquiera diciendo que tengo todo eso me querrían, quieren ropas caras y coches de lujo.-negué con la cabeza y reí.-Estoy condenado a estar soltero y hacer de padre de mi hermana pequeña, así como mi hermano hace de madre.
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