Kiss me undead

Sentía la presencia de aquellos seres que me hacían sentir incómodo, aunque no decía nada. Iba sumergido en mis pensamientos, tenía que encontrar una víctima para beber. No solía matar del todo, usualmente usaba mendigos. Era mejor ser piadoso y no hacer una carnicería. Con el paso de los años y la poderosa sangre de mi creador, así como la de otros vampiros que había conocido, lograba reducir mi sed.

Me separé de Lucas para acercarme a un mendigo. Un hombre que estaba borracho y que su vida había sido miserable. Tenía una enfermedad que le había llevado a la ruina y su estado de salud era precario. Me incliné hacia él nada más quedar frente a frente. Su aspecto desnutrido y sus mejillas hundidas me daban una idea de los días que hacía que no tomaba nada de alimento.

-Tú y no otro.-susurré arrodillándome para morderlo en pleno sueño, acariciaba sus pringosos cabellos como lo hubiera hecho su madre. Esta vez lo mataría, pues su vida había sido miserable y cualquier otro le daría una muerte indigna.

Mis mejillas tomaron un color rojizo mientras sentía como su corazón se iba apagando. Acomodé sus ropas y dejé colocada bien su manta. Me lastimaba sacar vidas, pero en ocasiones lo hacía por misericordia. Seres como él no tenían oportunidad ni esperanza, ya no quedaba nada en ellos. Debía ayudarles a irse, como debía ayudarlos a sentirse bien dentro de aquel sueño.


-No suelo matar cuando bebo, pero hay días que no puedo evitarlo. Su vida era una desgracia.-susurré antes de abrazarme a mí mismo, mi color estaba ahora más vivo.-Seguramente no es la primera vez que ves algo así, sin embargo quizás sí es la primera vez que escuchas de uno su explicaciones.

Mi explicación era sencilla y esperaba que la comprendiera. Yo no podía dejar que otros sufrieran y mi forma de alejar el sufrimiento era ese método y no otro

Era padre, desde que lo fui sentí ese dolor al quitarle la vida a alguien. Siempre me preguntaba donde estarían sus madres, si sabrían que se iban de este mundo y si lloraría alguien su muerte. Yo no podía ser como otros que no le importaba el daño que causaban. Yo no había decidido ser un vampiro cobarde, como decía mi padre, pero comprendía mejor a una de sus primeras creaciones, su Louis.

Jamás pude hablar con ese vampiro sin desear destrozarlo por el dolor que le causaba Lestat, pues hablaba de daños pero no pensaba en el daño que él le hacía. Ahora estaba desaparecido, no sabía hasta que punto, y cuando volviera a surgir, cuando lo supiera bien y no fuera un rumor, lo atraparía y lo acorralaría.

-Mi padre sufrió por amor hacia un vampiro como yo, creo que le hace daño ver que somos parecidos aunque diferentes... yo soy así desde que soy padre. Aunque no me importa matarlos si son crueles, lo disfruto y puedo decir que incluso siento orgasmos.

-Aún así podrías hablar con él.-dije alejándome pensativo, tenía que poner en orden algunos pensamientos.

Seguía queriendo morir, en ocasiones lo deseaba de forma tan desesperada que hasta me daba miedo. Sin embargo, por otros minutos tengo ganas de vivir y de hacer mil planes. Mis miedos y deseos me envolvían como si fuera un castigo. Me abracé a él cuando me recuperé del todo hundiendo mi rostro en su torso, intentando no llorar. Me setía muy confundido desde que le había encontrado.

-Me duele el alma y no sé cual es el remedio, si lo hay y si lo encontraré.-susurré antes de jalar de la camiseta y llorar como hacía mucho que no lloraba.

-Será lo mejor.-dije antes de darle un beso en los labios, fue un roce cute sin mucho más.

Quería quedarme con él, sentir que alguien me abrazaba y pensar que estúpidamente podría llegar a amarme. Pero él era la muerte y como en esa película de Conoces a Joe Black... no podía pedir que me quisiera y se quedara. Él tenía muchas cosas por hacer, entre otras no tener que cargar conmigo. Era tierno en parte, pero sabía que sólo sabía matar y que estaba destinado a ello.

-Ve, tienes trabajo.-susurré con la voz quebradiza antes de besar sus labios una vez más, para salir corriendo brincando de edificio en edificio, moviéndome con una agilidad propia de un gato.