Rebel, Rebel [Kenneth]

Sonreí internamente ante la situación ¿Como habíamos acabado así? La única cosa que recordaba realmente con claridad eran su alas desplegadas frente a mi, la extraña suavidad un tanto fría, un tanto cálida cuando las toque y ahora la misma sensación venia a mi con el toque de sus frío dedo en mis labios, por instinto levante una de mis manos hacia el cuerpo sobre mi y recorrí su espalda hasta donde habían estado aquellas extremidades.

Y en otro arrebatado momentaneo moví mi otra mano para tomar su barbilla con fuerza, mire su rostro unos segundo y le bese, le bese de la manera màs salvaje que pude, metí mi lengua esperando que la suya se uniera a la acción, atrayendo su cuerpo al mio en busca del toque.

- Enséñame - murmure sin dan por terminado el ósculo.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando su mano se posó allí donde nacen mis alas. Otra vez la sensación de desnudez, de vulnerabilidad. Otra vez el miedo de lo mucho que eso me gustaba; la contradicción en el odio hacia su tacto (que consideraba bastante atrevido) y el placer que me producía. El placer de mi fortaleza reducida a la nada por algo tan simple y banal como una caricia. El desprecio a los de su especie, y sin embargo la curiosidad y el irrefrenable deseo que me llevaba a caer una y otra vez. Sonreí para mis adentros: ardería en el más profundo infierno toda la eternidad para estar con ellos, e igualmente disfrutaría haciéndolos arder. Era absolutamente capaz de asesinar a Andy y bañarme con su asquerosa sangre humana, mas ahora mis deseos solo me incitaban a, gentil y dulcemente, hacerle el amor. Sí, con esas exactas palabras: hacerle el amor. Coloqué una de mis manos sobre la suya y la presioné contra mi espalda soltando un gemido. Su beso me resultó especialmente exquisito, con ese sabor a lujuria que tanto me inspira, y su parlamento sencillamente me volvió loco. Tuve que hacer un esfuerzo para separarme de sus labios y salir de encima suyo. Con gentileza pero igual decisión, lo volteé dejándolo boca abajo en la cama y comencé a besar y lamer su cuello y nuca con especial dedicación, mis manos enredadas en su oscura cabellera, jalando un poco de ésta. Me acerqué a su oído y le susurré, sensualmente:-Tengo algo que te va a gustar.-Acto seguido, lamí el lóbulo de su oreja y comencé a descender por su espalda, dejando besos apasionados a lo largo de ésta hasta llegar a sus glúteos y alternar los besos con ligeras mordidas, acompañados de masajes enérgicos. Apenas alcé la cabeza para hablarle con una media sonrisa perversa dibujada en los labios:-Tienes un trasero encantador y terriblemente deseable,¿sabías?-Apreté con algo de fuerza partes de la piel de sus glúteos con mis labios. Repetí el mismo ritual por varios segundos, sin prisas, y finalmente hice que una de mis manos recorriera sus piernas desde abajo hacia arriba con mucha suavidad, hasta llegar exactamente a donde quería: en medio de la parte inferior de sus glúteos. Le acaricié sutilmente y fui aproximándome más y más a su zona prohibida, lento pero decidido, haciendo un increíble esfuerzo por no echarme encima suyo ya mismo y penetrarlo sin más. Esperé pacientemente a su reacción.

Habíamos estado cambiando el sentido de las cosas así nuestros estados de animo en fracciones de segundo y por tanto tiempo que parecía una noche eterna, si es que aun hubiera oscuridad a fuera, podría estar amaneciendo y ni siquiera lo notaríamos.

Le respondí con una serie de gemidos ahogados en las sabanas cuando fui obligado a poner mi pecho sobre de ellas, me aferre con fuerza en los puños a causa de su toque y luego se me escapo una risita tonta, me gustaban lo alagos a mi persona, pero ese era un tanto directo, gracioso y vergonzoso, tanto que no había evitado reír con ganas - Si, me lo habían dicho - mi voz salia un tanto ronca por la situación, con las silabas entre cortadas y arrastrando algunas de ellas.

- ¿Puedo pedirte algo? - y me gire con dificultad dado a su agarre, pero logre quedar de nuevo frente a frente, agitado, jadeando, inclinándome sobre los codos adelante para casi susurrarlo contra sus labios - Extiéndelas - apenas lo pronuncie - Extiéndelas - repetí - ¿Lo haz hecho antes así? ¿Lo haz hecho con las alas extendidas?

Su pequeño y casi femenino cuerpo era todo un halago para mí. No sabía qué hora era, y tampoco me importaba. No iba a detenerme, no iba a dejarlo ir sin antes saciar todas las ganas que tenía de él, que iban desde hablarle, besarlo y acariciarlo, hasta follarlo duramente. Quería todo de él, y era mi momento para tomarlo, así es que intentaría, por una vez en la vida, no me preocuparme por nada más. Relamí mi labio inferior examinándole el rostro detenidamente. U último parlamento me sacó abruptamente de mis pensamientos y me dejó perplejo. ¿Qué le había llevado a decir eso? Lo había hecho, sí. Lo había hecho una vez, con el hombre al que amaba. Y no podía arrepentirme más. Uno no debe exponerse así, uno no debe ser tan inocentemente sí mismo. No debe hacerlo frente a nadie, pero menos frente a la raza que se supone debe combatir. Las alas de un ángel son un símbolo de su poder. Le conectan con el mundo divino del que proviene, y son algo así como su esencia. Pero las alas de un ángel no se ven. Al menos los ojos humanos no pueden verlas, a menos que nosotros así lo queramos. ¿Y qué pasa cuando enseñas tus alas a un humano? Nada. En realidad, no pasa nada. Pero yo me siento débil. Me siento frágil, expuesto. Tal vez son solo cosas mías, pero mis alas muestran mi origen, y muestran mi rebelión. Dicen bastante de mí, y cuando las extiendo... Cuando extiendo mis alas, por más que sean negras, siento ese "algo", esa especie de... conexión con el Cielo, con mis hermanos, incluso con mi padre. Ellos están más presentes cuando extiendo las alas, son como una especie de canal o hilo conductor entre nosotros, y eso es precisamente lo que me hace sentir tan frágil, porque me recuerda quién soy, y quién fui, y me hace replanteármelo todo.-¿Por qué me pedirías eso? ¿Es un fetiche, o algo?-Pregunto, tratando de que mi tono de voz sea absolutamente neutral.-Lo he hecho. Fue extraño en verdad. En general, prefiero no hacerlo.-Le tomo por la quijada, retiro un par de cabellos de su rostro y miro en sus profundas orbes azules.-Pero esta noche todo está permitido, ¿no?-Poso mis labios sobre los suyos,dejando un breve e inocente beso.

-¿Por qué lo pido? Capricho, morbo, curiosidad, si quizá eso, curiosidad - eso era lo que en este corto tiempo de "conocerlo" me había inspirado, había pasado de la amabilidad de un extraño a la Integra y completa curiosidad cuando me dijo lo que era.

Ángeles. Toda mi vida la había pasado pensando en ellos de una cierta forma, como las criaturas que adornan cúpulas religiosas, seres de pulcro carácter y divina gracia, con acentos y frases reduzcas con acertijos, mensajeros de un dios extraño, túnicas blancas, cabellos dorados, halos de luz y con sonidos de arpas tras de sí. Pero no, aquí tenía un ángel opuesto a mis creencias, desnudo sobre de mi, siendo tan etéreo y carnal como un humano, dejándose llevar por las mismas bajas pasiones de las que se creían ajenos, y que fuese un caído no le restaba la gracia de su naturaleza, lamí mis labios solo para recordar el sabor de los suyos.

-Chase - murmuré su nombre - ya me las has mostrado, no tienes por qué dejarme tocarlas otra vez, solo necesito tocarte a ti - dicho esto baje mi mano por su vientre bajo dispuesto a darle fin a las charlas que prolongaban el momento, envolví el palpitante músculo que formaba su hombría, presionando y deslizando - Chase - repetí - ¿Es ese tu nombre real? - murmuré sin dejar de mover la mano - no suena muy angelical - reí levemente, atrayéndole a mi hasta recostarme por completo en la cama - tócame tu también.

OFF: No conteste a tu ultima pregunta acerca de mi nombre porque ya habíamos hablado de eso antes en el tema.

No quería, realmente no quería pensar. Dije que no lo iba a hacer, pero lo estaba haciendo. Siempre, siempre lo estaba haciendo. Porque así era yo, en definitiva. Eso era todo lo que me constituía. La duda. La pregunta. El cuestionamiento de todo. Eso era lo que había hecho durante toda mi existencia. Y por eso, mas que por cualquier otra cosa había caído. Entonces, que tan estúpido era de mi parte proponerme no pensar? Incluso con las drogas no podía evitar meditar las cosas, aunque fuera un poco. Eso era lo que estaba pasándome. Darme cuenta de ello me fastidio y solté un suspiro. No pude evitar que una imagen viniera a mi mente, clara, como su hubiera ocurrido ayer. Era la imagen de quien fuera mi amante, en la noche en que me entregue a las pasiones carnales por primera vez. En la noche en que sacie todo ese deseo inmenso que sentía, ese que causa dolor. En la noche en que caí. El era rubio y hermoso. No se cuanto mas pueda decir al respecto. El era muy hermoso en verdad. Y yo... Yo lo amaba. Si eso es siquiera posible. Si los guerreros implacables estamos diseñados para experimentar tal cosa. Y si no, si un error en mi sistema lo permitió. Quizás fue otra cosa. Honestamente, no lo se. Porque fue la única vez que me sentí de esa forma. Y fue tanto... tanta la intensidad de ese sentimiento, que valió dejarlo todo, absolutamente todo, solo para tener mas de aquello. "Eres un ángel hermoso", recuerdo que dijo. "Y quiero ser tuyo". Recuerdo que tuve miedo porque no supe que hacer. Deseaba algo, de eso estaba seguro. Pero no sabia exactamente que. Y tenia miedo, miedo de decepcionarle. No a El, a mi padre, al único al que quería realmente impresionar. A un humano. A un ser de carne y hueso. A la clase de persona que no sabia que yo existía hasta entonces. Y que se rompería por cualquier cosa, a la menor agresión. Eso era también. Temí romperle, literal y figurativamente. El dijo que me iba a ayudar, que todo iba a estar bien, que yo no podría hacerle daño. Pero estaba equivocado. Estaba profundamente equivocado.

Agite las alas con algo de velocidad de forma inconsciente y no quise hacerlo de nuevo. Porque Andy no era el, y no lo iba a ser jamas. Y estaba bien que no lo fuera. Porque yo no debía confiar nunca mas. Ni amar nunca mas. Ni tener mas fallas en mi sistema. Mi sistema nuevo y restaurado. El que yo había elegido. El que yo quería. El que yo quería?..

Negué con la cabeza despacio. Me sentí como un niño (si es que así se sienten ellos). Andy tomo mi miembro entre sus manos y me acaricio. Pidió que yo hiciera lo propio. Deslice mi mano por su rostro que era casi de porcelana, luego fui hacia su pecho despacio, evitando temblar. Tenia los ojos clavados en los suyos, pero no le veía realmente. Pose mis labios sobre los suyos en un beso breve pero intenso. -No quiero romperte.-Murmure apenas en su oído, y le abrace.-Perdón.