Obscuridad (libre)

La obscuridad me rodea, mi cabeza se inclina y tus brazos están tan lejos.
Tu aliento me toca, estoy enamorada te estoy amando - pero tú
te alejas de mi - estoy recordando tus palabras, tu rostro, tu aliento tu toque, tu corazón debería estar cubriéndome.
Pero todo lo que haces es mirarme y estoy en desacuerdo, muy lejos la obscuridad crece y me guía de regreso a mis raíces la nostalgia y el sufrimiento.
En la obscuridad y en la desgracia la belleza no puede ser vista, solo besada.
Tengo mucho amor que dar pero ¿en dónde estás y cómo puedo alcanzarte?
En la penumbra de una cripta recitaba esas palabras que en una época fueron parte de una triste canción de amor, cuantas cosas recordaba y cuantas deseaba olvidar, sobre todo aquel sufrimiento por ese amor perdido que se había llevado la mitad de su corazón, mientras que la otra mitad estaba con su hijo, su padre vampírico y su único amor, el que quedaba, quien a pesar de todo la quería. Al menos eso deseaba pensar esa era ahora la única razón que tenía para seguir su lucha.
No sabía bien porque se había unido a esa agrupación pero no se arrepentía, el haber aprendido a luchar, a matar demonios a tener compañeros en quien confiar en la batalla, todo eso era parte de la nueva Gabrielle, pero el temor de no saber de su hijo la había alejado de sus compañeros buscando a través de las mentes de otros vampiros, de los que ya conocía y podía ubicar con facilidad, dando con pequeñas imágenes de él. Aun así no se atrevía a acercarse, un siglo sin verlo era mucho tiempo un siglo en el que no había dormido el sueño que deseaba bajo la tierra esperando algo más del mundo, un siglo que fue el mayor cambio de su vida.
Una vez que el sol había descendido, salió de la cripta mientras acomodaba su espada en su espalda y su arma en su cintura, debía ser cuidadosa, reviso todo el lugar con sus ojos su mente, nada se movía, si había alguien debía saber camuflarse. Puso la mano sobre su arma y camino lentamente, debía alimentarse, ya llevaba su tiempo sin hacerlo, pero ahora la sed le había vencido.
Luego de caminar un poco se detuvo oliendo el dulce néctar que ansiaba recorriendo las venas de un borracho, aun habían en esa ciudad algunos que no deseaban cambiar su vida o que el dolor de pérdidas de sus seres amados los llevaban al abandono de su ser.
Lentamente se acercó a él que viéndola solo se rio amargamente, pudo ver en su mente que el reconocía lo que era, la estaba esperando.
No necesito decir nada, ni forzarlo el deseaba ese abrazo que acabara con su desdicha y acercándose a su cuello hundió sus colmillos en su piel notando el cálido liquido brotar y llenar su boca. Ese dulce sabor que le pedía que lo bebiera rápido, pero no deseaba alargar aquel momento saboreando aquella sangre que calentaba su cuerpo. Luego que termino dejo al pobre hombre recostado como dormido plácidamente y se alejó comenzando a recorrer la zona en busca de algo que hacer.

Habían pasado unos días de mi encuentro con Richard, al final Morgan no estaba en casa por lo que me entristeció terminando por regresar a casa con la cola entre las piernas como una perrita.
Adrian hacía días que no iba a casa, todo por culpa de aquel vampiro de Sigfried. Estaba harta de todo, pero tenía que seguir fingiendo ser aquella chica dulce que fui una vez, pero el estrés de saber que nadie hacía nada por recuperar el territorio de L.A, a parte de Amaury me ponía histérica parecía que ni a Darius ni a Adrian les importaba ya eso. O al menos eso me parecía.

Cogí el coche y a gran velocidad fui por las calles, ya oscuras, viendo como la gente salia o entraba a sus casas y a los locales de perversión de Caim. Sin dejar de conducir llegue a parar al cementerio, aparque y comencé a dar vueltas por este buscando las lápidas donde se suponía que estaban mis padres.

Llegue a mi destino y me quede mirando lo que yo misma había escrito para el epitafio "Aqui yacen Adrian Andrei Bennett Leone y Darius Riccardo Lioncourt Merchant : Guerreros y Guardianes de Los Angeles City", estaban en una cripta, me arrodillé y allí me derrumbe poniéndome a llorar.

Idiotas!!!.... Porque me tuvisteis que dejar sola!!! Resucitasteis y ahora me volvéis a dejar sola!!.... No es justo!!

Las cosas parecían tranquilas, pero se equivocaba cuando vio unas luces de un auto y pudo distinguir a lo lejos a una joven que entraba a una cripta. La curiosidad en esos días no era buena pero si ella era atacada debería ayudarla, además de una extraña sensación de que era lo correcto.
Camino hacia donde ella estaba, como siempre cerrando su mente para no ser descubierta por algún vampiro que estuviera al asecho.
Una vez que llego cerca la pudo oír lamentarse, seguro que había perdido a algún ser querido pero escuchando bien las palabras de ella se intranquilizo." Resucitasteis y ahora me volvéis a dejar sola!!.... No es justo!!” sin duda la familia de la chica eran seres supernaturales, seres que habían muerto y vuelto a la vida.
Eso puso sus pelos de punta porque no podía percibir nada malo en ella o tal vez sí, pero seguir con la duda no era bueno. No intentaría entrar en su mente, eso era descortés además no era una de sus víctimas, parecía una joven buena, pero las apariencias engañan. Se asomó viéndola y a las tumbas y a los epitafios pero lo que vio la dejo sin palabras. Uno de ellos llevaba en apellido Lioncurt, seguro algún descendiente de su familia, pero creía esa sangre perdida, o tal vez sería uno de los hijos de Lestat, el siempre creaba niños para que lo acompañaran pero estos siempre se marchaban, ella era uno de esos que se había marchado.
Cuanto lamentaba eso, deseaba con todas las ganas volver a encontrarlo y ver que estaba bien, pero el silencio de sus mentes jamás le permitía saberlo.
Luego de seguir mirando decidió que hablaría y quedando parada detrás de ella a una distancia razonable le hablo.
Hola, pequeña. ¿Dime porque lloras?

Seguía llorando desesperada no sabía que hacer, no quería que mis supuestos hermanos se separaran, odiaba que Adrian o llorara o babeara por culpa de aquel inútil vampiro y Darius le hacia ojos a un simple humano como una vez lo fue Adrian, nadie tenía en cuenta mis sentimientos o mi opinión y aquello me frustraba. Todo lo que había hecho por cuidarlos, por darles de nuevo una educación parecía que no había servido de nada.

Me senté en el suelo frío de mármol sin dejar de sollozar notando como mis cabellos se pegaban a mis mejillas por culpa de las lágrimas. Saque un pañuelo limpiando mi cara y sonando mi nariz, escuche la voz de una mujer que hizo que me sorprendiera y medio asustara. La mire con la vista algo borrosa por las lágrimas.

Mis... em... mis.... esto... - pensaba en una palabra en concreto para llamar lo que eran ahora mis antiguos padres, ahora mis propios hermanos, pero caí en cuenta que a lo mejor había escuchado mis gritos. - Mis padres ahora reencarnados en mis dos hermanos pequeños... Se separan... osea... ya no se quieren y ahora aman a otras personas... Me dejan sola, se que siguen queriéndome pero no tienen en cuenta mis sentimientos solo se preocupan por los del otro - murmure pasando el pañuelo por mis mejillas de nuevo pudiendo ver mejor aquella mujer su cabello rubio y ondulado me recordó al abuelo Lestat y a Richard, ladee la cabeza sin dejar de mirarla con cierta curiosidad, no recordaba haberla visto en algún lugar.

La joven lloraba desconsolada, podría sentir su dolor y simplemente se quedó mirándola, no era buena con los sentimientos, siempre tan fría y alejada de todos no podía consolarla. Según escuchaba sus padres, su familia se disolvía y ella quedaba relegada, eran cosas que siempre ocurrían y más cuando se era inmortal, el tiempo ya perdía valor y a veces las relaciones se desgastaban sin que los involucrados lo notasen.
Sonrió cálidamente, ella parecía una joven perdida y sola, tal vez no todos eran como Gabrielle que necesitaba su independencia, pero sabía lo que era la pérdida de un gran amor.
A veces mi querida niña es mejor una separación cuando no se puede seguir en una relación, pero no dudes que tus padres aun te aman. No podemos comprender siempre las decisiones de los otros, tampoco decirles cómo llevar su vida, y siempre es bueno dejarlos chocar contra muros para que aprendan de esos errores, aunque te diré que no estás sola, en el mundo siempre habrá alguien que te cuidara y te amara.
Camino hacia ella, segura de que no era un peligro o una amenaza y se arrodillo a su lado con esa elegancia que siempre la había caracterizado en su época y ese acento que a pesar de los siglos no la dejaba.
Le interesaba el apellido de uno de los padres de ella, era Lioncurt y eso podría significar que Lestat hubiera hecho de las suyas.
Oh, mi pequeña, disculpa mi descortesía yo te interrumpo en tu lamento y ni siquiera me presento, me llamo Gabrielle D’Lioncurt y por lo que veo uno de tus padres lleva mi apellido, lo que me lleva a preguntarte si acaso conoces a Lestat.
Esperaba que ella supiera algo sobre su hijo, tal vez donde se encontraba y demás cosas sobre lo que había sido de él mientras ella estaba pérdida.

Levante la mirada aun acuosa, sabia que las lagrimas habian arruinado un poco mi maquillaje y me daban un aspecto sumamente infantil, a veces como lucia mamá. Suspire entrecortadamente, tratando de tranquilizarme, de cesar el llanto, prestando atencion a sus palabras, su nombre.

Me sorprendi un poco, pues jamas crei encontrarme ahi a la madre de el abuelo.Sonrei un poco, doblando el pañuelo.

-Lestat es mi abuelo-comente sonriendo.-El creo a mi padre, y bueno... creo que el resto es obvio.

Dije y pase nuevamente el pañuelo por mi rostro.

Se acercó a ella y se arrodillo a su lado mirándola con ternura, sin duda la mano de su hijo había pasado por aquí y ella era una joven que sufría del mal de los Lioncurt. Pensó que tal vez lo que necesitaba era solo alguien que le diera ese apoyo además tenía que protegerla si era de su familia.
Así que eres mi nieta, mi querida no debes estar triste, como te dije alguien siempre te cuidara, además quiero saber más de ti y no me parece que estés por un lugar como este a estas horas, es muy peligroso
Aquel lugar no era el más seguro pero estaba preparada para lo que pudiera ocurrir, no era la mejor pero era una guerrera temeraria que enfrentaba todo sin retroceder aunque eso significase su muerte.
Miro de nuevo las tumbas y paso su mano sobre las letras, no sabía porque habían decidido ser enterrados y volver a la vida dejando un recuerdo tan permanente de su vida en la tierra, porque ella pensaba que a veces era mejor desaparecer, aunque así se aseguraban que nadie los buscara.
Sabía que no llegaría a entender las decisiones de los demás, ni siquiera entendía las propias, debido a que ahora ella se encontraba buscando a su hijo de quien se separó hacia siglos, pero también buscaba a una persona más, que no nombraba porque el solo hecho de que su nombre saliera de sus labios la llenaba de dolor, un amor perdido, un hijo perdido y una guerra que hacia todo más incierto en el fututo, solo quedaba ir de apoco reconstruyendo las cosas y empezaría por esta bisnieta, quien lo diría una bisnieta, con la que debería hablar mucho.