Cazador cazado...(?)Privado

Llamé a una camarera y le pedí el resto para llevar. La chica, sin comentar nada y bastante amablemente, se llevó el plato y regresó casi de inmediato con una bolsa dentro de la cual, en una caja iba lo que no habían terminado de comer. Debo admitir que me distraje un tanto con la sonrisa bonita de la chica que nos atendía, aunque sólo me llamaba un poco la atención y nada más que eso... la que de verdad me gustaba, estaba sentada justo en frente mío, tirándole aceitunas a un muchacho y haciéndole gestos obscenos... preferí no comentar nada, no fuera a ser un caso perdido.

Dejé que me jalara fuera del local sin mucho ánimo, aunque cuando tropezó y se apoyó en aquel tipo... "Si la violas y luego la matas, y lo haces parecer un accidente?", preguntó mi mente, pero sacudí la cabeza de inmediato, no tenía tiempo para pensar estupideces. Jalé a Yoko hacia atrás cuando el sujeto se puso de pie furioso y dispuesto a pedir una explicación de manera poco adecuada... Y en cuanto lanzó aquel puñetazo, lo atrapé con una mano desnuda de mi guante, mirándolo con frialdad glacial en la mirada y el ceño fruncido. Ahora me encontraba al medio de ellos dos, siendo prácticamente un escudo humano para ella.

-No te atrevas a tocarle un pelo... mucho menos, levantarle la mano a una mujer -dije con voz fría, dejando que su energía vital entrara en mi cuerpo. El tipo intentó soltarse pero estaba demasiado débil incluso para eso, y cuando lanzó un golpe con su otra mano directo a mi rostro, lo tiré al suelo de una fuerte patada en el estómago.

Por supuesto, el ya no volvió a levantarse. Luego me giré hacia Yoko, mirándola de la misma forma que al tipo, pero no dije nada. El resto de clientes del local miraban la escena expectantes, como si quisieran ver más sangre correr... Salí del local con paso rápido y decidido, jalándola con fuerza, ya que sabía que era ella quien había empezado.

Sonrió con los ojitos brillando de emoción al ver que el tipo se levantaba con toda intención de dialogar pacíficamente... a ostiazos, hasta que Lutho la tiró hacía atrás poniendo su cuerpo en medio y haciéndola creer por una fracción de segundo que iba a tener que matar al pendejo por golpear a SU rubia. Pero al ver que la chica frenaba como si nada su golpe y que no había peligro de que saliera lastimada ni de casualidad, saltó a reclamar lo que por derecho era suyo...
-Luuuuuuuuuuuuuth!!!! suéltalo! yo lo vi primero, búscate al tuyo!!! este era mío, me lo conseguí por mis propios medios!- se quejó, armando más escándalo desde atrás de la chica. Por alguna razón, tenía la corazonada de que no era bueno meterse más que eso como le encantaría.

La rubia no tardó demasiado en deshacerse del tipo, y Yoko abrió la boca para seguir reclamándole... hasta que recibió la mirada... Se dejó arrastrar a la salida dividida entre la necesidad de reclamar por no haberla dejado disfrutar de la pelea, y encima ser tratada de esa forma, y la necesidad, nueva y extraña, de conservar intacto su culo. Ese que de todas formas dudaba que sobreviviera a esa noche... -Eyyy! no tenías que salir a defenderme, sé cuidarme sola! y de todas formas, se merecía que le diera una buena patada en el orto!

-Pues te defenderé lo que se me de la gana, nadie se mete con MIS pertenencias -comenté de forma posesiva, soltando su mano y volviendo a ponerme mis guantes. Luego, la miré con el ceño fruncido y le robé un beso, de forma pasional y posesiva, mientras la estrechaba por la cintura y la pegaba a mi pecho-. Nada de meterte en problemas, oficialmente me gustas y le partiré el trasero a todo aquel que se atreva a tocarte en mi presencia -comenté soltándola y volviendo a caminar, con una satisfecha sonrisa en el rostro.

-Tomaremos un taxi, esta vez, procura no dormirte por favor -le pedí, mirándola con una leve sonrisa, no podía estar enfadada con ella y bueno, gracias a la energía que le había robado a aquel sujeto, volvía a sentirme despierta y de buen humor. Hice parar un taxi y abrí la puerta para ella, sonriéndole un poco burlona mientras le hacía un gesto para que pasara-. Las damas primero.

-Perdón?!- la fulminó con la mirada, a pesar de qué en el fondo, en cierta forma, le gustó eso de ser "suya". Pero no había forma que su orgullo no se sintiera desafiado con semejante declaración y más sabiendo que si era perfectamente capaz de defenderse a si misma-yo soy mía! a lo mucho te me puedo prestar un rato, pero eso no significa que te voy a dejar tratarme como damisela en apuros cada vez que se te ocurra- aclaró, aunque no sonaba muy convencida ni a sus propios oídos, y todo porque la rubia de verdad le había infundido respeto allí adentro. Abrió la boca una vez más para seguir protestando, pero no tuvo oportunidad de decir nada más porque la rubia la dejó sin aire con un solo beso. Y no solo eso, sino que también fue capaz de bajarle los humos y hacerle olvidar qué mierda estaba diciendo.
Se sentía extraña, porque si bien era consciente de su nivel excesivo de ukesidad, era como si la rubia pudiera manejar a la perfección el lado rebelde que venía adosado a lo uke e incluso aplacarlo, y no estaba segura de si le molestaba o la ponía más caliente. 

Yoko se sonrojó de forma violenta y sintió ganas de maldecir a todo el mundo por aquello, no era algo que le ocurriera muy seguido y el hecho de que le pasara ahora con las declaraciones de la rubia la hacía sentirse más indefensa... o alguna burradas de esa, ni siquiera estaba segura! -eres una aguafiestas! y yo no me meto en problemas, son los problemas los que se meten en mi...- se detuvo un segundo cayendo en la cuenta en lo raro que sonó eso, pero decidió ignorarlo y continuar protestando-y puedes partirles el culo todo lo que quieras, pero luego de que lo haya hecho yo, me corresponden por ser la parte afectada, mi orgullo herido necesita una damnificación por mano propia, así que para la próxima primero le corto los huevos, y tu luego les pateas el trasero si quieres- se cruzó de brazos, sonrojándose otro poco por aquella sonrisa. Arg! le ponía... no sabía como le ponía, no eran nervios lo que sentía... aunque se parecía demasiado, la cuestión era que la seguridad que tenía Lutho en si misma hacía que ella se sintiera indefensa en serio. Lo cual era irritante porque nunca jamás le había pasado eso de sentir que necesita depender de otro de alguna forma. 

-No voy a dormirme...- refunfuñó cruzándose de brazos, más molesta consigo misma que con la rubia, y estuvo así un par de segundos hasta que cayó en la cuenta de algo en particular de todo lo que había dicho la rubia y terminó soltando una sonrisita un tanto burlona-awwww, así que te gusto...?- preguntó divertida, a pesar de que una parte de si misma estaba encantada con la declaración y la otra casi que sentía miedo porque no sabía como diablos manejar a la rubia-verdad que soy un amor?- continuó, poniendo su mejor carita de niña inocente a pesar de la cagada que se había mandado dentro del restaurante. Finalmente no pudo aguantar mucho sin soltar una pequeña carcajada antes de volver a lo anterior, saltando de un tema a otro sin orden alguno-de todas formas no me vendría mal otro café ahora... ya sabes, como para asegurarnos de que no voy a dormirme- soltó haciéndose la tonta porque sabía que con lo que había tomado le alcanzaba.

Miró al taxi una vez que llego y estuvo a punto de subir cuando la rubia abrió la puerta, pero se detuvo sintiendo que estaba haciendo algo mal al oírla-...ups, lo siento... adelante, pasa- sonrió disculpándose, olvidando que ella también era mujer y qué, dependiendo algunos puntos de vista, también podría considerarse una dama.

Puse los ojos en blanco cuando quiso que yo entrara primero al taxi y de un sólo empujón -vale, debo admitir que tal vez fui un poquito bruta con mis movimientos-, la hice entrar al coche y que ya se dejara de tanta pendejada. Una vez me aseguré de que ella estuvo dentro, acomodada y todo, me subí e indiqué al conductor la dirección, para luego pasar un brazo por la cintura de Yoko y sacarle la lengua de forma un tanto infantil.

-No eres un amor, ni lo creas. Y no habrá más café o luego cómo te apago -casi que puse cara de terror al imaginármela toda hiperactiva y saltando en la cama y yo queriendo dormir-. Sin embargo... eres todo un caso -señalé, atrayéndola hacia mi cuerpo y haciendo que se medio recostara sobre mi pecho. Mis dedos enguantados juguetearon entre sus rojos cabellos distraídamente mientras el vehículo avanzaba por las calles, y a pesar de que me sentía rebosar de nueva energía, me di el lujo de cerrar los ojos unos momentos y relajarme...