Cazador cazado...(?)Privado

Rodé los ojos, ignorando olímpicamente sus amenazas infantiles y vacías, pues así me parecían. Seguí acariciando la cabeza del pequeño animal con mis dedos enguantados y finalmente bufé bajo, fastidiada. Me acerqué dando grandes zancadas en su dirección y pasé la mano libre por su cintura, sujetándola con firmeza para que no cayera ni se apartara en un ataque de testarudez.

-Vamos, no tengo toda la puta noche -le dije, prácticamente arrastrándola conmigo hacia la salida del callejón en dirección al Hospital-. Ya cuando seas capaz de caminar por ti misma, ves si te quieres enfrentar de nuevo conmigo -gruñí haciendo caso omiso de su respuesta provocativa, poniendo los ojos en blanco al darme cuenta de que también debería cerrar mi gran boca.

Sí, me había fastidiado, más que nada al pensar en dónde la iba a meter ahora, ¿quedaría algún cuarto libre? No iba a meterla en mi cuarto ni loca, no, me negaba completamente. Ya buscaría alguna camilla donde dejarla tirada y el tigre...-. Te aviso que este pequeño ahora es mío, lo gané "limpiamente" y será mi nuevo trofeo -le comenté, cruzando la calle y soltándola para abrir la puerta trasera del edificio.

La pelirroja fulminó con la mirada a la rubia empujándola con intención de alejarla a pesar de que en el fondo le gustaba tenerla tan cerca-no es mi culpa que estés apurada, no tengo por qué darme prisa luego de lo que me hiciste- se quejó, ignorando a Kitty que insistía en remarcar que ella no había sido una santa precisamente-que no te quepa duda que lo haré- aseguró, no muy segura de qué tipo de "enfrentamiento" con la rubia le interesaba más.
Al final se dejó medio arrastrar por ella mientras le decía a su orgullo que ya tendrían una revancha... en algún momento, y que quizás hasta fuera buena idea dejar las cosas como estaban ahora. Era cuestión de estrategia.
-Limpiamente habría sido si hubiésemos acordado desde el principio que él sería el "premio"- medio gruñó frustrada porque sabía que había sido culpa suya, jamás debió meterse en una pelea teniendo al gatito encima-dime que esto no es el puto hospital...- pidió con el cuerpo tenso rogando a todos los dioses para que no fuera el maldito hospital... o por fuerza para cagarse a patadas con los médicos en cuanto viera alguno, y ya de paso a la rubia, por traidora... y por "robadora de tigres".

-¿Qué? ¿No me digas que te asustan los hospitales y las agujitas e inyecciones? -Le pregunté con tono burlón, a punto de soltar la carcajada. La empujé dentro y cerré la puerta tras de mí, fijándome bien que nadie nos hubiera visto entrar-. Ahora, si aprecias tu vida y la de tu gato, quédate callada. No es bueno que nos vean entrando así -comenté.

Me deslicé por una esquina de aquella habitación a oscuras jalándola de la mano, sujetando firmemente con la otra al tigre que mordía mis dedos juguetonamente. Abrí una puerta a un costado y la tiré conmigo dentro de un angosto pasillo iluminado, en cuyo otro extremo se veía una puerta que conducía a la zona habitada.

-Lo de hospital es una fachada -le expliqué en voz baja, soltándola y caminando hacia la puerta-. Esto en realidad es algo así como un refugio, una zona neutra en donde todos conviven -abrí la puerta y le hice un gesto con la mano para que se asomara. Desde allí se podía ver una cálida chimenea y a algunos cachorros de licántropo jugueteando, siendo cuidados por ángeles de bajo rango.

Yoko volvió a fulminarla con la mirada, a este paso esa sería la única forma de mirarla...-no me asustan! solo los odio, como cualquier persona normal- soltó, diciéndose a si misma que era muy normal querer quemarlos hasta las cenizas con el personal dentro.
Trastrabilló al ser empujada y miró alrededor, casi esperaba que algún idiota con bata blanca le saltara encima para hacerle cosas malvadas, por lo que no tuvo problemas con la idea de quedarse en silencio. Definitivamente no quería llamar la atención en ese lugar. Miró a la rubia, sorprendiéndose de que ahora que solo tiraba de su mano extrañara en cierta forma tenerla más cerca, pero se dijo a si misma que solo era porque se sentía mareada, a lo que Kitty acotó que era genial, porque iban como caminando sobre nubes.

-Y qué hacen con la gente que si busca un hospital?- dejando que su voz mostrará que no le gustaba una mierda el lugar, aunque la idea de un lugar neutro no era mala, aunque podrían haber usado otra cosa que no fuera un puto hospital. Se asomó sorprendiéndose un poco al ver perritos jugando con niños y algún que otro adulto vigilándolos. Si lo que decía la rubia era cierto, entonces los cachorros no eran perros sino... lycans, lo cual hizo que los mirara medio muriendo de ternura, y entonces los tipos adultos eran...carajo, eran ángeles de verdad? no había visto uno en su puta vida, pero... no parecían demonios.
-Ey rubia, esos de ahí... qué demonios son?-dudo un momento, pero prefirió preguntar antes de dar por sentado nada.

-¿Crees que es tan fácil encontrar médicos en estos tiempos? Por lo que sé, si llega alguien herido los ángeles y algunos vampiros con poderes de sanación hacen de médicos. Las cosas no son tan sencillas -comenté, alzando una ceja al verla. ¿Acaso ella vivía en una burbuja? Luego rodé los ojos y la jalé entrando en la sala como si nada, provocando que los ángeles me vieran con una leve sonrisa amable, la cual correspondí.

-Son ángeles -susurré bajo, pasando por el lado de ellos y saludando a los niños lycans. Nadie preguntó por la pelirroja ni por el tigre. Supuse que era porque ya nada les sorprendía ni les causaba ilusión o ternura. Me acerqué a uno de los ángeles, una chica rubia de pelo largo y liso vestida de blanco que tenía las alas a la vista-. ¿Quedarán habitaciones disponibles? Acabo de encontrarla en el callejón -expliqué, señalando a la pelirroja y soltando su mano, poniendo cara de niña muy buena ante la mirada amable del ángel.

-"Oh, creo que están limpiando las habitaciones libres. Ya sabes, por las plagas. Hoy murieron varios ancianos y algunos niños humanos..." -respondió ella con tristeza, mirando a Yoko con amabilidad. Fruncí el ceño, no me gustaba que la viera así aunque... ¿Qué mierda me importaba a mí? Sacudí la cabeza para quitarme aquella estúpida sensación-. "Pero, ¿y si compartes tu cuarto? Mañana estarán listas las habitaciones. O si quieres, puedo compartir el mío" -su sonrisa me hizo gruñir bajo y negar, tomando nuevamente de la mano a la pelirroja.

-Así está bien. Compartiré mi cuarto -dije, jalando a la chica conmigo y alejándome de allí hacia las escaleras. Estúpida ángel.

La pelirroja se encogió de hombros, la verdad era que no tenía ni puta idea-si te soy sincera, intento evitarlos todo lo que pueda, así que no tengo idea si hay pocos y no. Pero ahora que me dices eso, me dejas más tranquila.- respondió sin darse cuenta de lo aliviada que se oía su voz.
Se tensó un poco nerviosa al entrar a la sala, pero intentó disimularlo lo mejor que pudo, además que la rubia le confirmara que eran ángeles le daba con qué distraerse. Le llamaba un poco la atención que nadie dijera nada sobre el tigre- al cual debería conseguirle un nombre pronto- pero olvidó el detalle en cuanto se fijo en... la angela (?) que hablaba con la rubia.
"No deberían hacer ángeles tan bonitos, a una le entran ganas de sacar su violadora interior" pensó mordiendo su labio para no soltarlo en voz alta y frunciendo el ceño a su rubia "más bien dirás que me cagaste a golpes en el callejón, y además hiciste trampa y me robaste a mi tigre... Y no eres mía!". Se golpeó mentalmente por sus propios pensamientos, odiando a Kitty que no dejaba de canturrear que le gustaba la rubia y que sería un buen partido... a saber por qué.
De todas formas, tuvo que admitir que la rubia sabía como hacerse la inocente... o al menos a ella le gustaba como lo hacía. Yoko le dedicó una sonrisita tímida al ángel, sin atreverse a preguntar qué tipo de plagas tenían en ese lugar.

La pelirroja sintió como se le iba el alma a los pies al oír eso de compartir habitación con la rubia, sin atreverse a imaginarse de lo que sería capaz la chica. Aunque tenía que darle un poco la razón a Kitty que insistía en que ahora la estaba "ayudando", además, le daba la oportunidad de recuperar a su gato. Estuvo a punto de abrir la boca para pedirle al ángel de dormir con ella, aunque más que dormir Kitty quería ver "que tanto amor" podía dar... pero la rubia la arrastró nuevamente.

-Plagas?- preguntó para distraerse. De alguna forma le había dado tanta mala espina la idea de dormir con ella, que se sentía mareada de nuevo. Lo raro es que por un lado agradecía que la llevara de la mano porque si necesitaba podría apoyarse contra ella, y por el otro, en realidad no creía que la rubia fuera a hacerle nada.
-Yo soy Yoko, y tu?- soltó luego de un rato, cuando cayó en la cuenta de que no tenía ni puta idea de como se llamaba su secues-salvadora (?).

-Sí, ya sabes, enfermedades y virus infecciosos, cosas por el estilo -comenté entre dientes, sin dejar de subir escaleras y de jalarla, hasta llegar al pasillo-. Lutho -respondí, girando hacia la derecha y luego a la izquierda, hasta llegar a las habitaciones de los "pacientes", las cuales habían sido habilitadas para gente sin hogar como yo.

-Me llamo Lutho -dije al fin, deteniéndome frente a mi cuarto, la habitación 666... vaya ironía de la vida, aunque me daba gracia. Alex me había conducido a aquella habitación diciéndome que era perfecta para mí, ese maldito... se me encogió el pecho al preguntarme en dónde estaría, y si estaría vivo-. Pasa... -la invité, abriendo la puerta y dejando al tigre en el suelo para que correteara por el cuarto.

La habitación era muy "yo". Había algunos pósters de grupos de rock, un armario lleno de ropa, una cama con sábanas negras y una ventana con vista a la ciudad, la cual estaba enfundada en unos barrotes. Tenía las cortinas abiertas y el brillo de la ciudad era suficiente iluminación, aunque aún así encendí la pequeña lámpara que descansaba sobre mi escritorio. En un rincón, dentro de un baúl abierto, se veía mi ballesta y el resto de mis armas.

-No te acomodes mucho, en cuanto estén listos los nuevos cuartos te marchas -le advertí, dejando la mochila sobre el baúl abierto-. El lado derecho de la cama es mío, ¿entendido?

Asintió con la cabeza preguntándose a que se debía la tensión en su voz ahora, aunque no estaba segura de que la rubia la hubiese visto- nunca había escuchado un nombre así, creo- comento en tono algo distraído, sonriendo levemente porque no le iba a ser dificil memorizar el número de habitación por si era necesario.

Entró y se sentó en la cama como si fuese su casa un poco porque quería picar a la rubia para que quede claro que no iba a dar el brazo a torcer, y otro poco porque era eso o besar el suelo. Además, ahora que estaba ahí podía estirar la mano para acariciar a su minino-ey, bonito, cómo te trato la rubia?- preguntó como si Luth no estuviera en la habitación-debería conseguirte un nombre... Max me parece lindo, pero no te veo cara de "Max"- comentó en voz alta, dejando caer su espalda en la cama-qué dices rubia? - la mira preguntándose si la pelea y el cansancio tendrían la culpa de que estuviese más "simpática"-sabes... eso que hiciste es molesto- la fulminó con la mirada apenas por un segundo, antes de suspirar rendida.

-Hey, no le pongas nombres a MI tigre -gruñí bajo, sentándome en la silla frente al escritorio para descansar un poco. La observé y fruncí el ceño al ver cómo se tendía sobre la cama como si nada-. No seas idiota, no tiene cara de Max... mas bien, tiene cara de... mmm... -pensé un nombre apropiado para él, hasta dar en el blanco-. Enkeli... sí, tiene cara de Enkeli.

Luego me paré de la silla y me tiré sobre la cama, agotada. Tenía el rostro contra la almohada y la espalda hacia el techo. Oh, bendita cama. Estuve así unos momentos hasta que el hambre hizo sonar mis tripas, y sólo entonces caí en la cuenta de que también tenía que conseguir comida para el tigre... y para ella.

-Diablos... supongo que no traes dinero, cierto? -le pregunté, alzando la vista y viéndola con el ceño fruncido-. Tendré que pedir algo a la cuenta de mi padrino...

-El tigre es mio, solo te lo presto por un rato... de hecho, ahora que lo pienso, quizás te lo deje un par de días, aun tengo que ir a buscar a sus hermanos- respondió frunciendo el ceño y sopesando la posibilidad de hacerlo al día siguiente-Enkeli??? estas jodiendo? se me traba la lengua! no me gusta ese nombre- se quejó cruzándose de brazos viéndola con el ceño fruncido como se tiraba en la cama.

Aprovechó que la rubia no se movía para incorporarse de nuevo (cosa que le tomó más de un intento), tomar al tigre y volver a acostarse con él encima deleitándose con sus ronroneos.
-Dinero...?- abrió los ojos preguntándose cuando los habría cerrado, y la miro divertida antes de estirarse un poco y buscar en uno de sus bolsillos-no sé si hay... fijate- murmuró dándole tres o cuatro billeteras, todas de distintos dueños, de las cuales un par estaban bastante rellenas.
Al menos de esa forma podía calmar un poco su orgullo diciéndole que ella había pagado la cena y sonriendo de lado cuando Kitty acotó que entonces le correspondía exigir hacer el amor.

-No jodas, el tigre es MI trofeo, así que ándate haciendo a la idea... y ya no los robes -rodé los ojos y me senté en la cama, viendo cómo sacaba aquellas billeteras. Las tomé con los ojos bien abiertos, bastante sorprendida-. No me digas que aparte de rosquera eres ladrona... Lo que me faltaba, ¡más te vale que no toques ninguna de mis cosas!

Me puse de pie y me crucé de brazos sobre mi pecho, observándola, pensando en qué demonios hacer con ella. Luego suspiré y tomé una de las billeteras, la que parecía tener más dinero. Y bueno, dinero había bastante como para la cena y el desayuno de hoy y mañana para las dos... Tampoco es que me fuera a quejar mucho, el daño ya estaba echo.

-Espero que no seas vegetariana, o será la gota que rebalse el vaso... -comenté, estirándome felinamente y buscando ropa limpia en mi armario. Me cambié la camiseta por una blusa blanca y me quité los pantalones, sustituyéndolos por una falda larga color celeste. Luego la miré y husmeé en busca de algo que le quedara-. Ten, si vamos a comer tienes que cambiarte -le dije, tirándole una falda similar a la mía aunque color mosqueta y una blusa blanca más holgada, lo único que tenía de su talla-. Y no te quejes. Esta es ropa que dona la gente con dinero para personas como nosotras.

Gruño molesta jurándose a si misma que no dejaría que el tigre se quedara con ella más de lo necesario, solo lo que necesitara para recuperarse, conseguir a los demás tigrecitos, y patearle el trasero a la rubia.
-Por supuesto que no las robé, qué demonios crees que soy? las tomé prestadas!- exclamó indignada ante semejante acusación sin pruebas, sintiéndose como una niña siendo regañada por su madre. Claro que sonrió triunfal dentro de su cabeza al ver como tomaba el dinero.

-Descuida, como de todo... De hecho, estoy bien con chocolates y café- quizás tuviese suerte y pudiera recuperar su energía rápido. Se acomodó mejor, apoyando la cabeza sobre su mano y el codo en la cama, para poder admirar bien como la rubia se cambiaba.
La pelirroja no solía pararse a mirar el cuerpo de la gente, pero tenía que admitir que la rubia poseía un cuerpo bonito y además era buena peleando, si no estuviese intentando arrancarle al tigrecito, al cual sentía como un hijo, quizás se hubiese arriesgado a usar los trucos conquistadores de Kitty o algo.

Atajó la falda con una mueca para luego mirarla haciendo pucheros-me tengo que levantar?- preguntó rogando para que la rubia cambiara de opinión, no tenía ni ganas de moverse aunque supuso que no iba a tener muchas opciones. De todas formas no fue eso lo que hizo que finalmente moviera el culo y comenzar a quitarse la ropa (sin levantarse jamás de la cama), sino la curiosidad que le daba Luth.
-Por qué vives aquí? si es tan malo el trabajo de cazadora, porque no lo dejas y buscas algo que deje mejor dinero?- preguntó con curiosidad en cuanto se termino de cambiar, dejando la ropa que llevaba desparramada por ahí-mano...- pidió en tono infantil, estirando su mano para que la rubia la ayude a ponerse de pie.

-No he dicho que sea un mal trabajo -comenté, tomando su mano y jalándola con algo de brusquedad para que se pusiera rápido de pie-. La paga es buena, pero se va en otras cosas, como balas por ejemplo -expliqué, sin saber muy bien por qué le decía esas cosas a una desconocida cualquiera. Sacudí la cabeza quitándome las ideas y pensamientos imbéciles que se me venían a la mente y me dediqué a ordenar la cama y estirar las sábanas un poco.

-Además, me gusta vivir aquí. La gente es menos falsa que allá afuera, y los amigos suelen ser de verdad -dije luego de un rato, suspirando. Busqué una coleta y amarré mis rizos en una cola de caballo, y al mirarme al espejo sonreí complacida. Parecía la típica aldeana de alguna casa de los Alpes o de la pradera-. Apresúrate o nos quedaremos sin cenar, y mira que la cocinera principal es bastante irritable -la apuré, tomando al tigre y dejándolo sobre la cama, envuelto en mis ropas sucias.

Yoko sonrió ante la brusquedad de la rubia, sintiendo que así en cierta forma se vengaba por el tener que levantarse para ir a comer.
-Y por qué no tomas prestadas las balas de otro lado? hay lugares donde venden ese tipo de cosas, sabes? y es entretenido saltarse los sistemas de seguridad... aunque en realidad no son la gran cosa- sabía que estaba dando información de más, por no hablar de una mala imagen, pero por alguna razón, más allá de que hubiesen tenido un comienzo... apasionado, se le hacía fácil hablar con ella.

La miró algo sorprendida-lo dices en serio? es raro conocer gente así, aunque tuve la suerte de encontrarme con un par, pero... no sé que tanto tenga que ver el hecho de que a mi me tratan diferente que al resto de la gente, no sé si serán así con todo el mundo o no- frunció un poco el ceño regañándose mentalmente, una cosa era hablar de si misma y otra era dar información de Dar o Adris. Sobretodo teniendo en cuenta que ellos tenían rangos altos dentro de dos grupos bastante jodidos, y la chica era una cazadora.
Yoko mordió su labio al ver como la rubia se ataba el pelo y se miraba frente al espejo y sin poder contenerse estiró la mano para acariciar uno de los mechones, arriesgándose a comerse una... otra patada por eso-cocinera? genial... nada de cocinar nosotras-comentó haciendo gala de su vagancia, olvidando que ella también tenía cocinera en la casa de Darius. Y bendita fuera porque sino tendrían que remodelar la cocina todos los días.

-No vas a dejarlo ahí, o si? es muy peque... le va a dar miedo...- miró a la rubia y al cachorro una y otra vez, preocupada porque de verdad se sentía horriblemente malvada al abandonarlo así con lo pequeño que era-Luth... lo digo en serio...- volvió a mirarla con cara suplicante, olvidando todo lo que había pasado hacía un rato.

-Un buen cazador compra sus balas, o las fabrica el mismo. No soy una vulgar ladrona -respondí, enfatizando la última palabra girándome para verla, y dándole una palmada en su mano cuando tocó mi cabello-. Y sí, lo digo en serio. Esta gente sabe lo que es no tener nada y por ello, valoro todo un poco más -comenté, mirándola ocn el ceño fruncido por su petición.

-El tigre se queda allí, y no, no tendrá miedo -dije algo irritada, se nos hacía tarde para la cena y la fila que tendríamos que mamarnos sería terrible. La jalé del brazo y con un fuerte jalón la saqué de la habitación, cerrando la puerta-. He tenido perros, gatos y hasta un cuervo y te aseguro que no les da miedo, así que deja de joder y vamos. Lo más probable es que se quede dormido o que destruya mi cuarto entre juegos -mascullé, aunque en el fondo me daba lo mismo si hacía alguna travesura. Después de tener dos gatos amantes de destrozar cajas y cojines...

-Ahora muévete, ya tengo hambre y no me gusta hacer fila -tomé su muñeca y la jalé conmigo por el pasillo. Bajamos nuevamente las escaleras y regresamos a la sala, en donde aún estaba aquella ángel, sola esta vez. La miré mal e instintivamente tomé la mano de Yoko, entrelazando mis dedos con ella sin decir nada, marcando MI propiedad.... momento... que demo...? "Estúpida consciencia, ya cierra la boca!", mascullé en mi interior.

-Un buen cazador compra las balas, o las fabrica él mismo- repitió en tono burlón-y dije tomarlas prestadas, no robarlas. Puedes devolverlas en cuanto terminaste de usarlas- se encoge de hombros con una sonrisita divertida, haciendo una leve mueca por el manotazo. Asintió levemente con la cabeza porque sabía de buena mano que la gente que más sufría por lo general terminaba siendo mejor persona que el resto... a menos que se resintieran mucho con el mundo.

Salió de la habitación a base de empujones sin dejar de hacer pucheros en ningún momento-claro que si, se sentirá solito y amargado!-insistió con voz cansada a pesar de que la rubia prácticamente la estaba arrastrando hacía el comedor o lo que fuera-Y te dije que pidieras pizza...- masculló jadeando un poco por la carrera y medio apoyándose contra ella muy a su pesar.
Sonrió levemente al ver al ángel con la que habían hablado antes y la saludó con la mano sorprendiéndose un poco de la cara de la rubia y el cambio en el agarre-también cazas ángeles?-susurró bajito, preguntándose si por eso le caía mal la chica. Aunque tenía la sensación de que cuando la vieron la primera vez no la había mirado tan feo.

-¿Estás loca? Pizza... ¡Odín, dame fuerzas! -Me quejé en voz alta, mirando con una sonriesa de superioridad al ángel, quien frunció el ceño al escuchar el nombre de mi dios. Seguí jalando de Yoko hasta que llegamos a la zona del comedor, en donde varias personas hacían fila con una bandeja en la mano, esperando a que la cocinera les entregara un plato de comida. Me puse en la fila delante de Yoko y saqué dos bandejas, entregándole una a la pelirroja mientras rumiaba una respuesta.

-No, cazar ángeles está prohibido. Es sólo que no me gusta cómo te mira -dije en un arranque de sinceridad, sacando dos hogazas de pan y dejando una sobre la bandeja de ella-. Te desea, por eso cayó. Desea demasiado a los humanos, porque quiere ser uno, y eso es un pecado para ellos -expliqué, avanzando lentamente y sacando una manzana para mí-. ¿Manzana o Pera? -Le ofrecí, señalándole la fuente con abundante fruta. Luego dimos unos pasos más y saqué un vaso plástico con agua.

La pelirroja la miró algo sorprendida- si me dices que no te gusta la pizza, te golpeo- declaró medio fulminándola con la mirada, obviando el hecho de que gracias si podía caminar y que si fuera por ella todavía estaría tirada en la cama-y... Odín? ese es un viejo choto, Loki es mucho mejor!- afirmó, sin darse cuenta de que el ángel las miraba, ni que Luth medio mantenía una batalla visual con ella.

Tomó la bandeja todavía un poco desilusionada porque no había pizza, y porque además ese comedor le recordaba mucho al del colegio. Aunque suponía que una guerra de comidas con gente que probablemente había pasado hambre no iba a estar muy bien vista. Por no decir que quizás le rompieran el culo a patadas... de nuevo.
-Por? se creen mejores? están en peligro de extinción? o... ah- preguntó al saber que no se podía cazar ángeles, sintiendo que sonaba a discriminación de algún tipo, pero se olvidó del tema en cuanto la rubia dijo por qué no le gustaba esa plumífera en particular. Volteó a mirar al ángel, bastante sorprendida-No es cierto, ya estaba caída cuando la conocí!- se quejó, interpretando terriblemente mal las palabras de Lutho, y notando con curiosidad que se sentía como niña pequeña al ver que la rubia iba poniendo cosas en su bandeja- manzana... dime que al menos si tienen café. Con leche... y espuma, y crema... y chocolate, muuucho chocolate!- pidió con ojitos suplicantes, ya que si conseguía café a lo mejor podía obtener su revancha esa misma noche. Luego volvió a mirar al ángel, todavía con cara de estar enfrente de un manjar delicioso, aún bastante sorprendida al saber que tenía algo en su locura que la atraía y logrando que ella creyera que la mirada babosienta era porque también se sentía atraída y le hiciera un gesto como de triunfo que Yoko no logró entender, a Luth.

Le dejé la manzana en la bandeja y miré de reojo a la chica ángel, de nombre Dastya. Su mirada me hizo girar a ver a Yoko y sentí una sensación horrible en el pecho, mezcla entre rabia y angustia. "Estás celosa, Dastya te la va a quitar y ni cuenta te vas a dar", dijo aquella molesta vocecita en mi cabeza y fruncí el ceño, aguantándome por no empezar una pelea con el ángel que seguramente terminaría conmigo expulsada del hospital. Fruncí los labios y me quedé con la vista fija en la bandeja.

-Deja a mis dioses en paz -dije algo bruscamente, dando un paso más en la fila y suspirando pesado-. Sí me gusta la pizza, pero este lugar no es para comerla. Se supone que no tenemos recursos, por eso estamos aquí -comenté con voz mucho menos agresiva, sonando casi derrotada. ¿Por qué me sentía tan mal? La pelirroja me daba igual, ojalá desapareciera de mi vista pronto, ojalá nunca me la hubiera encontrado y sería una carga menos para mí... "Te gusta eso, cargar con personas y situaciones que no puedes controlar", recitó la vocecita.

-Sí, hay café, pero eso es antes de ir a dormir. También hay leche -dije sin ganas, avanzando y mirando a Dastya de reojo, notando su sonrisa de superioridad que me hacía desear estamparle en la cara un cuenco de comida. Finalmente llegué con algo de compostura a la zona donde la cocinera entregaba los platos con comida. Ésta vez, se trataba de sopa de verduras y pollo, acompañada de un poco de arroz. Recibí el cuenco sin muchas ganas y lo puse en mi bandeja, saliendo de la fila y caminando directamente a mi rincón de siempre, una mesa vacía al fondo del comedor, junto a una enorme ventana.

-No es mi culpa si tus dioses se meten con los míos...- se encogió de hombros porque de todas formas no era como si supiera mucho sobre los dioses nórdicos. Solamente le caía bien Loki porque sabía como divertirse y Fenrir porque era tierno y esponjoso (?). Volvió a dirigir toda su atención a la rubia al notar el cambio de tono, preguntándose qué le pasaba ahora-pero teníamos suficiente dinero, podríamos haber ido a una pizze... nah, olvídalo había que caminar más- descartó su propia idea antes de terminar de soltarla porque la sola idea de tener que seguir moviéndose la hacía querer volver a tirarse en la maldita cama.

"No te preocupes, Misifús tiene que aprender a cuidarse solito, sino será un tigre maricón y no podrá salir a cazar" parpadeó varias veces al oír a Kitty y luego frunció el ceño con la mirada fija en su bandeja, mientras seguían avanzando, sin ser consciente de la nueva batalla de miradas entre las dos chicas- 1º no va a llamarse Misifús, es nombre de bicho maricón, 2º no estoy preocupada... bueno, si estoy preocupada, pero no pensaba en eso y 3º deja de meterte en mis cosas, Kath, que luego la gente piensa que estoy loca e intenta encerrarme - respondió en voz alta, con el ceño algo fruncido, recibiendo los platos pero sin prestar realmente atención a su alrededor.

Hizo una pequeña mueca al ver que la comida chiste y que Luth ni siquiera la esperaba para irse "1º entonces ponle un nombre de una vez, y eso que dices es muy prejuicioso, sabes cuanta gente termina estigmatizada por pensamientos como el tuyo? luego se trauman y ya nunca jamás son felices. Debería darte vergüenza! 2º dime en qué piensas entonces, no me gusta sentirme así y siento todo lo que tu sientes, así que tenemos que solucionar tu problema, 3º lamentablemente vivimos juntas, así que tus problemas me afectan y por ende voy a meterme y esperar que seas lo suficientemente madura para contarme que te sucede"
Yoko dejó la bandeja en la mesa poniendo los ojos en blanco-1º en cuanto tenga uno suficientemente bueno, 2º y 3º no jodas, Kitty, no eres psicologa, no soy madura y de todas formas no tengo ganas de darle vueltas al tema. Y ya cierra la boca- se quejó,aún hablando en voz alta y sentándose finalmente.

-¿Con quién se supone que hablas? -Le pregunté una vez se sentó, había escuchado su cháchara mientras caminaba delante de ella. Revolví un poco la sopa sin muchos ánimos, apoyando el codo en la mesa y sujetándome la cabeza con la mano, ignorando todos mis buenos modales. Estaba cansada y me sentía frustrada, tanto por los celos como por el hecho de tener celos por Yoko. ¿Qué me importaba a mí la pelirroja? Había conocido tías más bonitas y menos locas, aunque nunca antes nadie me había desafiado ni se había enfrentado a mí de esa forma...

Sin previo aviso, otra silla a mi lado fue apartada y Dastya se sentó a mi lado entre Yoko y yo, aprovechándose de que la mesa era redonda. La miré con el ceño fruncido y rodeé los ojos, haciendo a un lado su bandeja con sólo el vaso de agua y la manzana-. Vete de aquí, nadie te ha invitado -dije de forma hostil, pero ella me plantó un beso en los labios que me hizo cerrar los puños con rabia. La aparté de un manotazo y me pasé la manga por los labios-. Qué pesada, ¡fuera!

Se puso completamente roja al darse cuenta de que Luth había escuchado parte de la conversación y soltó un suspiro resignado, preparándose mentalmente para que la atosigaran diciéndole que tenía problemas y debía buscar ayuda... de nuevo- con Kitty, una segunda personalidad que tengo, si ves que de repente te hablo como una hippie pacifista o algo así, es que en realidad hablas con ella- respondió intentando simplificar la explicación, y esperando la "condena" al terminar. Todavía preguntándose que le pasaba que parecía tan desanimada de repente- y a ti que te pasa? te desinflaste...- la acuso mientras jugueteaba con la sopa, sin demasiadas ganas de comer.

Miró sorprendida al ángel cuando se sentó y supuso que ahora tendría que explicarle que no era ninguna santa y que además estaba loca, que iba a terminar de corromperla y esas cosas, pero antes de que pudiera abrir la boca Luth la estaba echando, y el ángel respondió besándola...(?)-Oye! no que estabas interesada en mi? que haces besándola a ella? qué crees que soy? no me gusta compartir mis cosas - se quejó, dándose que cuenta que se sentía algo celosa, pero sin entender de quien. Si del ángel, con el cual ni siquiera había hablado, o de Luth a la que ya había admitido que le tenía ganas... Se sonrojó un poco al darse cuenta de quién estaba sintiendo celos, y se pateó mentalmente por tonta, porque estaba convencida de que la rubia jamás tendría algo con ella.

Dastya se rió abiertamente, divertida por el comportamiento agresivo de ambas, por los ¿celos? De la chica pelirroja, por mi notable enfado. Tomé el vaso con agua de su bandeja y se lo tire encima, admito que de forma bastante infantil-. Maldito ángel del demonio, ¡eres asquerosa! -Le grité, sin lograr apaciguar su risa.

Finalmente Dastya se levantó con gesto altanero y le ofreció la mano a Yoko, hablando con voz suave y provocadora, invitándola a irse con ella-."Ven, cariño, aléjate de esta chica rara y ven conmigo. Después de todo, Lutho no tiene nada que ofrecerle a los recién llegados" -sus palabras me dieron rabia y frustración, más que nada porque era cierto. ¿Qué podía ofrecer yo? Si por lo general rehuía a todo el mundo...-. "Vamos a mi cuarto, te sentirás mejor y más descansada. Es mejor alejarse de los cazadores".

-¿Te crees mejor que yo, Dastya? Al menos no caí del cielo por una estupidez como tú hiciste. Tengo mi dignidad y mi honor -la aparté de un empujón de Yoko, celosa, enfadada y herida por sus palabras. Sentía que la mitad de las miradas del comedor estaban sobre nosotras, y en mi interior rogaba porque nadie decidiera culparme de todo -de nuevo-, y echarme definitivamente. Si sólo Alex estuviera aquí...

Medio fulminó con la mirada al ángel cuando ella comenzó a reír, pero luego se quedo perpleja y sin saber si reír o quedarse en silencio al ver como Luth le lanzaba un vaso de agua. Optó por la segunda... de momento, porque el ángel ignoró el agua y a la rubia e intento invitarla nuevamente a su habitación.
-Pero yo no...quería nada de ella, bueno, si quería. De hecho, no creo que tu puedas darme lo que quiero, y además, acabas de besarla!- se quejó medio tartamudeando porque tampoco quería explicarle lo del gatito-además, yo no quiero descansar- se quejó de forma infantil- no ves que ahora pediré café para volver a despertarme? ni siquiera sé porque acepté la comida en primer lugar, solo quería el café - no tenía ni idea de qué le pasaba, le ponía nerviosa la situación, pero no sabía si por darse cuenta de que estaba celando a la rubia, porque tenía un ángel enfrente y por muy caída que estuviera le parecía imponente de alguna manera, porque las veía pelearse, o qué. Lo que si sabía es que era un poco frustrante.

Se puso de pie cuando Luth comenzó a empujarla para que se fuera y detuvo a la rubia porque... los planetas en el universo estaban alineados de alguna forma rara, y afectaban su aura, su espíritu y su cerebro, haciendo que por primera vez en su puta vida no tuviese ganas de armar bardo. Lo cual únicamente podría significar que se acercaba el fin del mundo...-Ey, angelito, lo siento mucho, sabes? puedo parecer muy adorable y a lo mejor por eso me veas cogestible...digo, ehm... te sientas atraída- se corrigió casi al instante, suponiendo que no era vocabulario adecuado para que esté oyendo alguien tan santo. Bueno, quizás no taaaan santo-pero... así tierna como me ves, me gusta joder a las viejitas, golpear policías, quemar cosas, edificios, autos y a veces hasta personas y cantar, así que no creo que sea buena compañía para alguien tan... - estuvo a punto de soltar "aburrida", pero no solo iba a quedar mal, sino que hasta ahora tampoco es que le hubiese parecido muy aburrida esa tal Dastya- tan... amable- sonrió algo nerviosa, sobretodo al darse cuenta de que no había conseguido desilusionarla ni un poco.

-"Pues verás, bonita, yo siempre obtengo lo que quiero" -comentó Dastya sonriendo amablemente, aunque yo podía ver el veneno que aquella sonrisa destilaba, sobretodo hacia mí, la única presa que no pudo obtener. Tomé con fuerza el cuchillo de mi bandeja y me lancé sobre ella, buscando hacerle un tajo en la cara sin mucho éxito.

Un ángel era mucho más fuerte que un humano. Además, dañarlos, fueran caídos o no, estaba prohibido, y por último... los estúpidos guardias me sujetaron y separaron de ella antes de que pudiera hacer un gran daño a su rostro. Sin embargo, alcancé a coger mi plato de comida y se lo aventé en pleno rostro, con eso me bastaba.

-¡Pues te jodes, demonio infernal, porque Yoko es MIA! -le grité con toda mi rabia y frustración, demasiado enfadada como para darme cuenta de lo que había dicho. Es más, me sentía orgullosa de marcar mi propiedad con la chica nueva, sobretodo porque yo la había traído y porque sería yo la única que me permitiera tocarla de la forma que fuese-. ¡Ojalá estuviera aquí Alex para que te echara del hospital! -Pataleé y seguí gritando hasta que los guardias me sacaron del comedor y del hospital, tirándome por las escaleras. Por suerte no eran más que diez escalones y me estaba acostumbrando a que me sacaran así cuando Alex no estaba, ya que por su edad y su actitud siempre demostraba autoridad, sin importar lo ebrio que estuviese.

Pensar en Alex me hizo gemir en el suelo y me levanté como pude, con ganas de llorar de rabia y de cortarle las alas a Dastya con mis propios cuchillos, o atravesarle el corazón con una flecha de mi ballesta. Finalmente tras unos minutos de dar pena me levanté y me senté en uno de los escalones, frustrada, deseando que todo el mundo se fuera a la mierda.