Castillos de arena. [privado Amidas]

Aleje mi lengua del helado, levantando la mirada para observar al otro cambiante ¿Qué lo ponía perro? ¿Qué era eso? No lo entendía del todo. Me voltee levemente pasando mis brazos por su cuello y levantándome en puntitas de pies para apegarme en su cuerpo.


- ¿Cómo es eso de que te pongo perro? –alce una fina ceja lamiendo mi labio inferior esperando una respuesta. Sonreí, riendo después divertido abrazándolo más fuerte ¿Hacer cochinadas? Vaya que cosas pero bueno confiaba en él- ¡Oh! claro, pero espero no ser tan torpe en esas "artes" ¿Eh? -roce mis labios contra los suyos y me aleje- si, mañana volvemos y podemos ir a tu departamento, espero que las cosas nos salga bien.

Seguimos el camino por la playa unos cuantos minutos más y a lo lejos vi donde me estaba hospedando, no era un lugar tan caro así que me alcanzaba a pagar todo para mañana, hice mis pasos más rápidos hasta llegar a la puerta de este. Le hice un gesto con mi mano libre para que se acercara.

Suspire mordiendo levemente mi labio inferior por sus palabras mientras los colores se me subían un poco el rostro, no pude más que seguir el camino hasta que estuve frente del hotel. Pero lo que hizo Nikita fue inesperado, su cuerpo acorralo el mío, sus manos comenzaron a recorrer mis costados y sus labios se fundieron en los míos en un beso apasionado, profundo. Cerré los ojos pasando mis brazos por su cuello correspondiendole con la misma intensidad, apoyando más mi cuerpo contra esa esquina, bajando lentamente mis manos por sus hombros hasta llegar a su espalda en donde deposite pequeñas caricias mientras pequeños suspiros se ahogaban en el beso, después de unos minutos me separe.

Entreabrí los ojos a la vez que mantenía mis labios de igual forma tomando algo de aire para recuperar la respiración perdida. Tome una de sus manos y la entrelace con la mía sonriendole.

- Mejor entremos antes de que me hagas cosas aquí, aunque igual podía ser interesante ¿No? -lo mire coqueto y a continuación reí avergonzado por mis propias palabras.

Apoye mi mano en su mejilla sonriéndole de manera dulce por aquello, lo que le dije solo había sido una broma y nada más, tampoco es que quisiera hacer un espectáculo para aquellos ojos curiosos que estaba más que claro que si veían algo movimiento extraño mirarían y murmurarían cosas.

- Tranquilo nadie lo hará –reí tomando su mano- y si alguien me viera así pues no importa de todos modos tu eres el único que puedes tocar –caminamos hasta dentro sintiendo de vez en cuando su brazo por mi cintura y algunas caricias en la espalda.

Suspire por ello dejando que enterrara su nariz en mi cabello, me gustaba estar en esa cercanía con Nikita, se sentía demasiado bien. Se alejó de mí parándose en frente para pulsar el botón, sonreí y sus brazos me estrecharon otra vez, solté pequeños gemiditos por los besos y mordidas en mi cuello, cerré los ojos alejándome un poco y lo mire sonrojado.

- N-no es mucho al tres vamos -susurre.