Beautiful Darkness - privado Lore

Mordí su vientre plano mientras abría sus piernas para tener un mejor acceso y visión de aquella zona. Sonreí abiertamente mientras la miraba sin perder detalle de aquellos labios que parecían dos cerezas, sus mejillas estaban sonrosadas y aquello en esa piel de mármol sin duda alguna destacaba. Mordí sus muslos antes de hundir uno de mis dedos en su interior, ofreciéndole quizás una extraña sensación.

-No temas, pronto saborearás más placer.-dije sonriendo como lo haría un caballero, aunque ni la situación ni las palabras fueran de caballero. Noté que era virgen, tal y como pensaba. Aquello sólo acrecentó mi deseo de hundirme en ella y ser el primero, marcándola para siempre.

Incliné mi rostro por completo para lamer y morder su vientre hasta sus caderas, muslos y costados. Mi boca se deslizaba con deseo, una gula que no podía contener. La lujuria estaba provocando que mi miembro se endureciera con tan sólo acariciarla.

Sus manos estaban en mi piel y sus dientes me hicieron arquea mi espalda hacia atrás deseaba que siguiera la sensación era muy agradable su piel era muy similar a la mía y por lo tanto muy agradable abrí un poco mas los ojos cuando sentí aquella acción con mis piernas, me sentí algo expuesta un poco mas de lo que ya estaba -Richard…..- dije cuando hizo aquello mientras mi cuerpo estaba temblando y después de su siguiente acción al sentir algo dentro de mi mis piernas se cerraron automáticamente y trate de pararme me sentía extraña algo asustada -Richard !!- mis palabras habían salido con miedo por que todo eso era nuevo y extraño el calor no se detenía se acumulaba aun mas en aquella zona que jamás había sido tocada por nadie

Abrí sus piernas cuando noté que se cerraban, lo hice con delicadeza aunque las mujeres tenían una fuerza terrible en sus ingles. Logré abirlas para comenzar a lamer lentamente sus ingles y el interior de su sexo. Hacía aquello con cautela observándola. Mis manos estaban ahora en su cintura acariciándola con cierta ternura, deseando que estas influyeran en ella.

Mi lengua se hundía en su interior y mis ojos se quedaban fijos en los suyos, ahogándose plácidamente en el fuego que yacía en sus pupilas. Sonreí alzándome de entre sus piernas, besando la zona de su ombligo para finalmente cubrirla con mi cuerpo.

-Mi princesa, necesito hacerte mi reina.-susurré en su oído.-Unirnos para siempre en este reino de placeres y belleza.-dije mordiendo su lóbulo derecho para dejar sendos besos en su cuello.

Mi intento por levantarme fue inútil ya que el termino abriendo mis piernas de nuevo y sus acciones hicieron que me desplomara en el colchón mientras me retorcía una y otra vez con aquellas sensaciones que invadían mi cuerpo de pies a cabeza, todo mi ser temblaba mientras el calor se había convertido en fuego que estaba por completo en aquella zona que el lamia con tanta devoción, mi garganta no podía quedarse callada y unos sonidos que eran desconocidos ni sabia que podía producirlos, se hicieron mas y mas fuertes con cada acción de el mi mente si no estaba clara ahora menos sus ojos en los míos no podía quitarlos, ese violeta me hipnotizaba y hacia que todo fuera mayor, de pronto sentí algo que exploto en mi algo que me libero de cierta forma de aquel calor aun que no del todo por que regreso cuando sus besos se posaron en mi cuello y sus palabras no sabia a que se refería con unirnos -Si quiero estar contigo siempre – no sabia como lo haría pero deseaba estar con el para siempre

Ella era inocente mientras yo era un demonio que se apoderaba de su pobre alma. Todas las mujeres caían como estúpidas en un círculo de decadencia, un deseo impropio que nacía en ellas creyendo en el amor y todas las fábulas fantasiosas de novelas románticas baratas. Yo era el príncipe perfecto hasta que me cansaba, cuando eso ocurrían no muchas lograban seguir vivas. Algunas se suicidaban y otras morían viviendo para siempre en mi torrente sanguíneo.

Aparté mi boca de aquella zona para lamer su vientre, justo en la zona baja de su ombligo. Sabía que aquello era nada para todo lo que podía hacerle en los días sucesivos, la corrompería y haría que me amase más que a ella misma. Mis mentiras siempre eran contagiosas y en ocasiones me preguntaba si yo acabaría inmerso en una.

Uno de mis largos y finos dedos se hundió en su vagina jugueteando son su caliente interior. Se sentía caliente y húmedo, pero tan estrecho que me hacía sentir como un niño ante un mantel limpio. Era el primero.

-Lorane, debo explicarte como complacerme. Soy tu príncipe y tu príncipe necesita amarte, para así poder respetarte y adorarte por la eternidad.-susurré con cierta malicia hundiendo un segundo dedo.

Mi corazón latía a mas no poder sentía que en algún momento se saldría de mi pecho después de todo aquello, pero de alguna forma deseaba mas, cuando sentí aquello que hacia de nuevo de mi garganta volvían a salir suspiros y jadeos -Dime príncipe - dije con muchos trabajos ya que casi no podía hablar -Hare lo que me pidas - deseaba poder estar con el para siempre y haría lo que me pidiera para complacerlo deseaba ser su princesa aquella que rescataría de las garras de los monstruos y deseaba darle todo incluso entregar todo mi ser a el y si fuera preciso mi alma

-Tan sólo déjate hacer querida, deja que yo te muestre los maravillosos jardines del placer.-murmuré para después besar su rostro con roces breves de mis labios, mientras hundía dos de mis dedos en ella y un tercero acariciaba su clítoris estimulándolo para hacerla delirar.

Aquellos polvos mezclados en el alcohol era una droga potente que estaba dándose entre humanos, híbridos y algunos demonios de bajo rango. Seres que poseían menos resistencia a las drogas, aunque podía encontrar algunas que aturdiera incluso a Lucifer mismo. Era sólo encontrar y usar bien las cartas. Si bien, lo único que deseaba era hacerme con damiselas difíciles, pues esos polvos la ayudaban a mostrarse encantadoramente sumisas.

Aparté mis dedos para abrir sus piernas adentrándome entre ellas, hundiéndome poco a poco en su interior. Aún era algo pronto pero no la lastimaría, usaría mis dones para bloquear cualquier pensamiento cuerdo en su mente y a la vez hacer sonar en su cabeza mi voz mientras la besaba. Un juego sucio pero efectivo, todo hay que decirlo. Cuando terminé dentro de ella gruñí absolutamente complacido, pude notar como los tejidos se abrían y dejaba de ser virgen gracias a mis ansias por acapararla.

Solo atinene a asentir con la cabeza, ya no podía pensar mucho cada cosa que hacia el me hacia temblar sin poderlo evitar mi boca no podía parar de emitir aquellos sonidos mi corazón latía a mil por hora y esa sensación de necesidad se hacia mas y mas fuerte no lo detendría en lo que hiciera la forma que me tocaba como nunca nadie lo había hecho, mis manos se aferraban a el, respondi su beso mientras sentía como una sensación extraña se apoderaba de mi pero no podía pensar nada era como si estuviera bloqueada por completo me aferre aun mas a el mientras su dulce voz sonaba en mi mente era lo único que podía escuchar y en lo único que podía pensar, ignorando aquel pequeño dolor que había experimentado, mis dedos en su espalda se clavaban con la poca fuerza que poseía -Richard..- dije con trabajos al escucharlo con la voz ahogada mientras el fuego que parecía jamás quererse extinguir se hizo mas fuete tras sus acciones

Aquella sensación de dolor se fue poco a poco dejando en su lugar una muy nueva que me hacia aferrarme a el aun mas, mis piernas enredadas en su cintura hacían que aquella sensación creciera aun mas, pronto de mis labios salían aquellos sonidos que se hacían mas y mas fuertes, los jadeos se habían vuelto gemidos, mis ojos que apenas podía mantener abierto debido a todo aquel torrente de sensaciones que sentía se fijaban en los suyos violetas, unos ojos que me tenían cautivada, mis manos comenzaron a moverse solas recorriendo su espalda de arriba abajo con movimientos algo bruscos, mis uñas se lograban clavar en algunas zonas de ella, aquel roce con su cuerpo me hacia necesitar mas con cada vaivén de el , mi pelvis comenzó a moverse un poco con aquella necesidad que crecía mas y mas -Richard- pronunciaba su nombre entre susurros una y otra vez con el aliento que se iba de mis pulmones que apenas alcanzaban el aire que perdia con aquellos jadeos que no podía impedir, mientras mi corazón latia con fuerza sintiendo que se podía salir en cualquier momento

Aquella piel extremadamente sensible y llena de vida era demasiado tentadora, sobre todo cuando comenzó a llenarse de centenares de gotas de sudor. Su cuerpo entero quemaba comprado con la frialdad de mis manos, sobre todo la frialdad de mis manos. Era un ser con dedos extremadamente largos, delgados y que podían tener la apariencia de una araña cuando los movía por el violín. Ella era mi violín esa noche y haría que tocara la mejor melodía. Besé sus labios lentamente intentando acallar sus gemidos con mi nombre, no quería escucharlo aún si no era con gritos llenos de lujuria. Poco a poco se calentaba y yo sabía que ella se entregaba en cada movimiento de sus caderas. Aquella droga hipnótica la estaba dejando expuesta y vulnerable.

Mi miembro se colaba entre sus piernas con un ritmo algo lento pero preciso, hasta que comenzó a ser una melodía más rápida al igual que el rugir del colchón y el cabezal de la cama. Pronto la habitación se llenó de mis jadeos mientras mis ojos no se apartaban de los suyos, quería ver en ellos reflejados el deseo y la necesidad de tenerme.

-Lorane.-susurré su nombre con una leve sonrisa antes de iniciar un movimiento, como si tocara un violín, rápido con mis manos hacia uno de sus pechos, apretándolo entre mis largos y finos dedos.

Mis manos no dejaban de pasear por su espalda mientras mis labios trataban de corresponder cada uno de sus besos tratando de que mi cuerpo estuviera por completo pegado al de el, cuando aumento el ritmo sentí como todo a mi alrededor comenzó a perder sentido dejo de existir solo podía pensar en el y en mi sentía aquel calor como se extendía mas y mas mi necesidad no cesaba al contrario aumentaba cada segundo era una necesidad que tenia que satisfacer o sentía que me quemaría si no lo hacia, mis manos bajaron por su espalda y lo tomaron de sus costados empujándolo mas hacia mi, había perdido por completo la razón, no podía ya pensar solo sentir mis caderas se movían y sentían cada uno de sus movimientos deseando mas los gemidos ya no podían parar, sus ojos me tenían atrapada en una sensación que jamás había experimentado ese violeta que había en ellos me perdia mas y mas cada segundo la necesidad de entregarme era demaciada, mi garganta se rasgaba con los sonidos que no pida contener mas, tal vez después dolería pero en ese momento no podía pensar en nada con claridad mas que en el en que jamás parar

Estaba dentro del círculo vicioso, del sexo placentero, ese que te hacía perder la noción del tiempo, espacio y de cualquier pensamiento racional y sincero. Mis movimientos eran precisos y mis manos se deslizaban por su cuerpo con lentitud endiablada. Tocaba un caprice de amor, una sinfonía de libertinaje lleno de pasión. La pasión era necesaria, no había que ser comedido en en la cama. Mis besos la cubrían con el exceso de la escasa caballerosidad, pues mi lengua se enredaba en la suya mientras tomaba impulso y golpeaba con rudeza en su interior. Una rudeza comedida en cierta forma hasta que su cuerpo empezó a ser fuego y mis manos aún era hielo.

Me aferré con fuerza al cabezal de la cama mientras arremetía con exceso. Sus pechos se movían tambaleándose y sus caderas parecían hechas para moverse contorsionándose. Aquellos cabellos de fuego parecían haber cobrado vida propia y se extendían sobre las almohadas que poseía mi lecho. Mis labios ya no estaban sobre los suyos, estos se habían despegado para sonreír lascivamente mientras la contemplaba. Era mi ninfa, una virgen que se entregaba por completo al demonio personal que había aparecido al fin en su vida.

-Eres mágica Lorane.-susurré con descaro antes de hundirme en ella vertiendo mi simiente, llenándola con el cálido esperma que la haría finalmente mía.

Deslicé mi mano derecha hasta sus cabellos, dejando la madera que había tomado entre mis dedos y casi estaba pulverizada, para tocar estos lentamente y llevarlos a mi nariz para así olfatearlos. Sonreí con malicia aunque mi boca estaba oculta tras su mata de pelo y no podía ver quien era realmente.

-Mágica mon amour.-susurré moviendo mis caderas lentamente mientras sentía como corría aquel cálido y pastoso fluido en su interior.-Mágica como el fuego.

Todo aquel fuego que estaba en mi cuerpo parecía haberse extendido por cada extremidad, mi necesidad estaba siendo apagada con cada movimiento de el, mis ojos no se podían apartar de los suyos y de su sonrisa, mis manos aferraban su cadera para que no parara, el verle así hizo que el fuego creciera en mi interior, después de un par de movimientos mas de el mi espalda se arqueo mientras mi garganta dejo salir un sonido que podía ser un grito pero no de dolor, sentí como mi interior se sentía cálido una briza que lo llenaba, una liberación de aquel fuego que me quemaba por dentro, mi respiración luchaba por normalizarse mientras mis manos temblorosas acariciaban su piel como si fuera alguna clase de droga y tal vez lo estaba siendo por que no entendía por que tenia esa necesidad, -Richard - susurre con las mejillas coloreadas sin dejar de verlo no podía dejar de hacerlo

Acaricié sus mejillas con la punta de mis dedos abandonando después un cálido beso en sus labios. Salí de ella recostándome en la cama a su lado, palpando su cintura como si fuera parte de las curvas de un violín.

-Ven conmigo princesa.-susurré colocándola sobre mi torso mientras la rodeaba con mis brazos.

Una mujer cálida al fin, pero no tan frágil como una humana común. Podía notar en ella el germen de la oscuridad, el dolor concedido a los que eran como yo. Sonreí acariciando sus cabellos satisfecho por mi nueva conquista mientras me preguntaba cuánto me duraría el entusiasmo esta vez, pocas veces iba más allá de un par de meses.

-Te quedarás aquí en mis brazos cada noche, mon amour.

Aquella liberación había sido como increíble, tal vez ya nada se le compararía, me acomode sobre el viéndolo, mis manos acariciaban su pecho y luego subían por su cara recorriéndola admirando su sonrisa mis labios dieron pequeños besos en los suyos y luego sonreí cuando dijo que me quedaría en sus brazos cada noche -Me gustara quedarme así - respondí y lo volví a besar, no podía dejar de hacerlo repartí besos por todo su rostro pero principalmente en sus labios, no sabia como había podido ser tan maravilloso todo, mis dedos comenzaron a peinar su cabello sin que pudiera dejar de ver aquellos ojos que me habían hipnotizado -Príncipe- susurre viéndolo, era lo que yo creía que era un príncipe que me había rescatado de las garras de los demonios que acechaban afuera y me había hecho sentir algo que nadie antes y me hacia desear repetirlo las veces que el quisiera

Sus dedos sobre mis cabellos me hacían sonreír complacido, aquella sonrisa era la de un demonio cruel que se alimentaría de su ilusión para ser feliz. Anidaría en ella, o más bien mi crueldad se alimentaría de su bondad, mientras no me aburriera y me resultara entretenido ver la ilusión en su mirada. Por momentos me sentía cruel, pero nuevamente tomaba fuerzas el deseo de sentirla entre mis brazos, de no abandonarla, y eso me permitía idear un plan.

-Deberías descansar princesa, pues ha sido una noche extenuante.-dije acomodándome en el colchón.-Mañana a primera hora debo acudir a un negocio de vital importancia para mi familia, después regresaré en la noche para acompañarte y quizás mostrarte los entresijos de este lugar.-tomé una de sus manos para besar la lentamente hasta dejarla en mi mejilla.-Intenta descansar todo el día, dejar que te aconsejen para el almuerzo.-sonreí observándola tan deleitada con aquel momento, como si fuera una fantasía o un sueño hecho realidad.-Dejaré aviso al servicio para que traigan algo de ropa de tu talla, tal vez un vestido cómodo de color blanco o vino, unos zapatos bajos o sandalias que sean frescas para estas tardes tan torridas.