¿Posible amistad? Tal vez - Privado

Comenzamos andar hasta su casa. Íbamos en silencio mientras me dedicaba a mirar las calles, debía de tener una referencia para después volver a mi hogar. Era la primera vez que venía por aquí así que debía de memorizar bien todo si no quería tener problemas más tarde. Después de varios minutos llegamos a su edificio, se podía apreciar aquel local lleno de gente en una cola esperando por su turno, parecía interminable aunque los dueños se movían con gran agilidad para atender a todos.

Tal vez no esperaríamos mucho. Lo mire con asombro cuando me pidió que me quedara ¿Lo decía enserio? No es que me molestara, solo pensé que no me dejaría sólo aquí pero no tenía problema alguno con hacerlo, así el podía ir avanzando con ordenar su departamento.

- No hay problema yo espero aquí -tome el dinero que saco y extendía y lo deje bien a sujetado en mi mano- vaya a bañarse tranquilo, creo que cuando llegue usted ya estará listo -le sonreí, escuchando lo que me decía que pidiera con atención y también su dirección- bien, ya lo tengo todo anotado aquí -apunte hacia mi cabeza y reí- vaya con confianza.

Susurre mirando hacía el frente viendo como la fila comenzaba avanzar, de a poco pero lo hacia. Él ya se había ido y solo tenía que esperar, esto me recordaba cuando vivía en Japón con aquel hombre que me acogió, esos días que nos daba tanta pereza cocinar íbamos a un restaurant a comprar. Las filas eran igual o peor que estas, mucha gente hay allá que costaba bastante comprar algo.

Me hacía sentir mal dejarlo allí, pero debía ordenar todo un poco antes que él subiera con la comida. Podía tener unos treinta minutos, quizás algo más. Subí por las escaleras corriendo, ni siquiera me esperé al ascensor. Cuando llegué a la puerta abrí precipitadamente. Había algunas cartas sin leer, alguien había dejado un nuevo informe para que lo leyera e hiciera mi trabajo. Suspiré pesado tomándolo del suelo para comenzar a dejar las carpetas en sus archivadores, tardé unos diez minutos.

Decidí que me daría una ducha rápida como había pensado, colocándome ropa menos sport. Unos jeans amplios algo caídos, una camiseta aún más amplia de propaganda de un videojuego y una sudadera abierta. La camiseta tenía el fondo blanco, pero el personaje era un hechicero de ojos crueles junto a otro de aspecto angelical. Aunque no lo pareciera el villano era el hermoso ángel y el líder de las fuerzas opositoras, el héroe, era el hechicero. La sudadera era roja con un número bordado en blanco en el pecho, aunque como estaba abierto se veía un 5 en el derecho y un 3 en el izquierdo. No tardé más de quince minutos en estar caminando descalzo y vestido por el loft.

Comencé a dejar la ropa sucia en su lugar y quitar algunas grabadoras de encima de la mesa, fui a ver mis plantas, miré el horario de riego y tomé las proteínas que necesitaban un par de macetas. Florecían con fuerza, con una belleza que únicamente podía ver en la naturaleza. Mis ojos de gato aparecieron mientras sonreía feliz y orgulloso por tener unas plantas tan sanas.

-Espero que le agraden a mi nuevo amigo.-dije acariciando los pétalos de aquella extraña flor de tonos violetas, fuxias y rojos.-Tal vez se le ocurra como llamarte.-murmuré.

La fila comenzaba avanzar de a poco, la gente iba y venía. Mientras yo andaba, llegaban más personas que se colocaban detrás mio, si que este restaurant era requerido. Debían de tener muy buena comida. Sonreí ante eso y después de unos cuantos minutos ya podía verme más cerca del lugar, debían de quedar unas siete personas antes que yo y nada más, eso era bueno.

Baje la mirada por unos segundos afirmando el dinero, planteándome una imagen de mental de como podían ser aquellas flores, pero la verdad es que nada se me venía, solo que serían extrañas por lo que dijo pero no me cabía duda de lo hermosas que iban a llegar ser.

Volví mi vista hacia delante observando como ya no quedaba casi nadie ya para que me tocara, me adelante los pasos que me separaban de la persona que estaba delante de mi, esperando algo ansioso a que me tocara y dejara de esperar. Después de 10 minutos más por fin me toco y le sonreí a los dos dueños del lugar dejando el dinero en la mesa.

- Buenas tardes, me da dos especiales y una cerveza sin alcohol y un refresco de... -mire un poco el local para ver si tenían algún cartel que dijera de que tenían y al encontrar me puse a mirarlo para la cual escoger al final ya supe que eligir- de limón, por favor.

Termine de decir mi pedido y ellos comenzaron a realizarlo, no tardaron mucho en hacerlo y en dármelo para llevar junto con el refresco y la cerveza, les di las gracias sonriendoles agradecidos y guardaron por fin el dinero.

Comencé a caminar a la dirección que me dijo, llegando a los segundos a la planta en donde vivía. Camine hasta el departamento que debía ser de él y golpee la puerta esperando a que saliera.

Al escuchar la puerta me giré con los ojos de un felino, los de una pantera. Era instintivo. Hacía mucho que no estaba acostumbrado a las visitas y mi instinto depredador surgía de forma fugaz, tan repentino que no podía controlarlo. Sin embargo me sosegué y sonreí. Caminé hacia la puerta terminando de colocar bien las sillas para que no se tropezara con ellas. Al abrir tomé parte de las bolsas de la comida y le indiqué con brazo extendido que pasara.

-Pasa.-todo estaba algo más ordenado, aunque aún se podía ver cierto desorden. Olía a pizza, palomitas, ramen de bote y algo como regaliz. Pero no era regaliz, era mi loción. Usaba indistintamente una u otra. Al menos esa olía medianamente bien comparado con el apartamento.-He recogido algo, pero antes comamos y luego te enseño las flores.

Podía enseñarle las flores, la música y quizás prestarle alguna revista. Durante semanas no podría verle, pero esperaba que me dejara su email. Tener amigos en la ciudad era importante. No solía ser muy sociable, si bien él era de mi misma raza y tendría ciertas preocupaciones parecidas a las mías. La reacción de los seres de nuestro alrededor era distinta dependiendo de cuan abierta tuviera la mente, qué seres fueran en concreto y la peligrosidad que pudieran llegar a tener.

El apartamento era un loft muy espacioso sin muchos muebles, aunque los escasos que habían era sumamente agradables y cómodos. Era casi monocromático, pero eso era bueno. El blanco con los distintos tonos de gris, salvo algún objeto de otro color más vitalista como rojo o fuxia, le daba un toque calmado. Yo necesitaba calma y luz, nada como aquellos colores para sentirme relajado.

-Ven, comamos aquí.-dije indicando la mesa, dejando las bolsas sobre esta y apartando el jarrón que tenía con aquel enorme ramillete de flores silvestres. En realidad estaban plantadas en el jarrón, porque lo usaba a modo de maceta.-Siéntate, por favor.-le di el mejor sitio, aquel donde se podía ver más luz y la ciudad al completo desde el enorme ventanal que tenía. Eran pisos que tenían ambos laterales acristalados, pero era un cristal que evitaba que se pudiera ver desde fuera hacia dentro. Luego estaban los demás laterales y cierta franja de muro.-Espero que no te importe el desorden, aunque dijiste que no.

U: No vi la respuesta, gomen.

Solo fueron unos cuantos segundos de espera cuando pude apreciar la figura de Junsu salir del lugar, menos mal que había recordado bien la dirección que dijo si no ya estaría en cualquier otro lugar del edificio. Acepte que tomara algunas bolsas y me dijo que pasara.

Lo hice y le eche una rápida mirada al lugar, no se veía tan desordenado por el orden express que debió realizar pero eso no quitaba que algunas cosas aun quedaran pero eso no era algo que me importara mucho, sabía que muchas veces cuando se tenia mucho trabajo y este te absorbía no había casi nada de tiempo para dejar el hogar en buenas condiciones.

- Claro no hay problema -comente y caminamos a donde estaba la mesa- llegue a pensar que estaría más tiempo ahí esperando a que me atendieran pero resulto ser más rápido de lo que esperaba -sonreí y al ver como dejaba las bolsas que tomo hice lo mismo.

Desde donde estábamos había una vista sorprendente. Su departamento estaba bien ubicado y era agradable, ni me di cuenta por andar viendo hacia fuera que movió el jarrón que se encontraba en la mesa. Solo cuando me dijo siéntate fue que lo hice.

Me senté en el sitio que me indico y pude apreciar que el mejor, podía ver el paisaje que era ofrecido desde la ventana y sonreí, volviendo mi mirada hasta el otro cambiaformas negando.

- Como ya os dije no me molesta, hasta me ofrecí ayudarle ¿No? -apoye mi mano en mi mejilla y después la separe para llevarlas a las bolsas- vamos a ver que tal es la comida ¿Sabe? Yo también se cocinar -comencé a sacar la comida de las bolsas- algún día, claro si quiere, cocinaré para usted -deje la comida en la mesa y luego saque la cerveza y mi refresco.

Hacía mucho que no comía algo casero, tanto tiempo como los años que había pasado sin visitar a mi madre. No era igual ir a un restaurante casero a tener el plato encima de la mesa preparado por alguien querido, ya fuera un amigo o un familiar cercano. Echaba de menos un cuenco de sopa hecho con caldo casero, productos de la huerta y animales que uno mismo ha desplumado. Yo era de tomar todo de bote y de restaurantes cercanos, como mucho sabía hacer algún huevo frito o filetes con algo de aceite. No era capaz de hacer algo más allá. Las verduras al tempura no estaban mal, pero yo no sabía hacerlas, así que tenía que conformarme con comerlas sólo de restaurante.

-Hace mucho que no pruebo algo casero, soy un desastre en la cocina.-comenté sacando todo de las bolsas junto a él.-¿Podrías enseñarme a preparar algo sencillo? No digo hoy, otro día. Tal vez pueda invitarte a unos días en el campo, allí podrías enseñarme a como cocinar allí.-sonreí relajándome un poco.-Y deja de tratarme con tanta cordialidad, no creo que sea tan viejo como para que lo hagas.

Tenía 30 años, aunque aparentaba algunos menos, pero me sentía joven. Entrenaba todos los días, sin perder siquiera uno aunque fuera bajo techo en alguna de las máquinas de correr y pesas que tenía ocultas por el departamento. Necesitaba gastar mis energías.

-¡Comamos!-dije sacando los cubiertos que traía el pedido, había palillos desechables y tenedores, así como cucharas y cuchillos todo en una bolsa de plástico de célula de patata. El plástico de pvc había quedado descartado hacía décadas y ya sólo se usaba el que con el tiempo se deshacía, y todo de una forma más ecológica y en tan sólo cuarenta días.

¿Un desastre? Vaya, no lo había esperado, creí que viviendo tantos años fuera de casa sabía cocinar y esas cosas. Aunque bueno tal vez fuera que supiera hacer cosas sencillas, así era más creíble todo pero igual aquello no se compara con comer algo bien hecho.

Terminamos de sacar juntos las cosas y sonreí cuando me pregunto si podía enseñarle. Por mí no había problema con hacerlo, sería muy divertido ya que sería la primera vez que enseñara alguien a cocinar.

- Claro que puedo enseñarte, ojala pueda aprender bien conmigo porque como nunca he enseñado a cocinar pues tal vez no sepa explicarte bien –reí suavemente y después desvié la mirada avergonzado por lo que dijo. Tenía demasiada razón, le estaba tratando como si fuera un anciano y eso no lo era- lo siento, es la costumbre. Lo dejaré de hacer.

Me sentí avergonzado con tratarle mucho así, pero papá me había criado así. De que debía de tratar con respeto a todos y bueno ya tantos años que se había vuelto costumbre. Tome los cubiertos que me correspondían y vi estos sonriendo.

- ¡Provecho! -tome un poco de la comida con los cubiertos y lo lleve a mi boca probando esta, ese restaurante preparaba de buena manera la comida, no como otros que lo hacían por hacer- esta delicioso...

-¡Provecho!-exclamé como él antes de comenzar a comer sintiendo los condimentos en el aroma y en la lengua.

Todo estaba demasiado delicioso, siempre lo hacían con un poco de cariño pero nada como lo que podía cocinar tu madre, tu hermano o un amigo. Yo echaba de menos las cenas largas con platos poco suculentos pero deliciosos, un momento de conversación y volver a comer un poco hasta terminar bebiendo y cayendo sobre el piso. No era sólo la comida, comer solo era demasiado triste.

Nunca me había acostumbrado a comer solo, por eso iba a los restaurantes para poder ver pasar personas, comer junto a otras y viviendo un poco el ambiente. Deseaba tener amigos pero por mi trabajo no duraban demasiado, esperaba que Amidas se quedara un poco más en mi vida. Tener amigos de mi mismo rango era interesante, sobre todo porque quizás podíamos caminar juntos como solía hacer con mi hermano.

-¿Qué animal eres?-pregunté después de un rato en silencio antes de atacar el segundo plato.-Yo habitualmente me muevo como pantera o gato negro, aunque también soy lobo.

Sonreí cuando dijo aquello después de mí. Hacía bastante tiempo que no comía acompañado, solo había compartido con Naamah una taza de té y algunos pastelillos pero una comida como ahora, no lo hacía desde que vivía en Japón y eso ya años atrás. Se sentía realmente bien y agradable en su compañía.

Deje de comer unos segundos para tomar de la gaseosa que había pedido y le di un sorbo, yo era de comer bastante pero no hacerlo con rapidez, tal vez me distraída con facilidad o no sabía bien pero siempre terminaba terminando al último. Lo mire y escuche su pregunta, observado que ya iba para el otro plato, sonreí levemente dejando la bebida encima de la mesa.

- Pues yo no tengo tres transformaciones como tú, solo me puedo transformar en un gato angora turco y un tigre blanco –comencé a juguetear con uno de los cubiertos- muy rara vez he ocupado mi transformación más grande, me gusta más ir como gatito -reí y deje de jugar con el cubierto para continuar comiendo, me faltaba bastante de llegar al otro plato.

-Te entiendo, como gato puedes hacer más cosas que como animal de pequeño tamaño.-dije mezclando los condimentos de mi último plato, acababa de tomarme el primero y estaba a punto de atacar el siguiente.-En algunos lugares consigo incluso algo de atención, caricias de parte de niños de otras razas que puedo observar de cerca. Mi trabajo trata de observar, aprender y redactar.-comenté antes de echar un poco más de mi bebida en el vaso.

Mi trabajo era algo más, era perseguir demonios para clasificarlos. Algunos de la organización, los que estaban por encima mío, usaban esos datos para acabar con ellos. El archivo de hechiceros era fundamental para crear nuevas relaciones, también para saber a qué atenernos si estos nos atacaban. Me había negado a introducir a varios hechiceros porque habían sido agradables conmigo, eran Thorns y Bloody Rose. Ellos a cambio me protegerían si estaban en la zona donde me movía.

-Además pocas personas odian a los gatos, aunque siempre hemos estado relacionados con las brujas y magos.-dije entrecerrando los ojos antes de sonreír.-Me siento más un gato o una pantera, más bien pantera...

Seguí comiendo intentando imaginar el tipo de gato que era y acabé sonriendo. Sin duda era una criatura de aspecto algo esponjoso y bastante delicado, pegaba con su apariencia frágil aunque sabía que todo eran apariencias y no era del todo la realidad.

-Seguro que te ves bastante tierno como gato.-dije riendo bajo llevándome a la boca un poco de la comida, estaba bien condimentada y podía saborear cada uno de los ingredientes mientras intentaba no imaginarlo jugando con un estambre.

- ¡Oh sí! Se pueden hacer bastantes cosas y ni decir que pasamos más desapercibido porque si fuéramos con nuestra transformación más grande seriamos el centro de atención –una nueva risa se escapó de mis labios y tome del refresco para después de unos segundos depositarlo de vuelta en su lugar en la mesa, escuchándole.

Es verdad, muchas veces cuando se es un pequeño gato se reciben caricias de personas que les gusta ese tipo de animales, que eran bastante. Así había conocido a ese hombre que me cuido después de que murió papá, era alguien solitario que siempre andaba dando paseos y ahí me vio vagando en mi forma pequeña. Aún recuerdo la sensación que sentí cuando me tomo de aquella forma tan cariñosa y comenzó a jugar conmigo, sabía que con papá jamás podría hacer ese tipo de cosas, pero de todas formas lo ame.

- Si las caricias, son lo mejor –sonreí- de esa forma conocí a quien me cuido cuando aún era menor y no sabía cuidarme bien del todo. Debo de admitir que me gustan los mimos cuando estoy así –volví a tomar los cubiertos con los cuales había estado comiendo y seguí con mi plato, si continuaba así haría esperar por varios minutos a Junsu mientras yo terminaba.

Me sonroje levemente por su comentario y su risita ¿Tierno? Haha no creía que fuera para tanto, Junsu exageraba bastante aunque bueno, en si los gatos son lindos y tiernos pero no creía que yo estuviera en esa regla.

- Yo no lo creo así, pero tu si debes de verte tierno como gatito, algún día podemos ir por ahí transformado. Va ser muy divertido -por fin termine de comer el primer plato y atraje el otro a mi para probarlo.

-Soy un gato negro, sigo siendo símbolo de brujas y demonios.-respondí tras un largo trago de cerveza mientras lo escuchaba concienzudamente.

Podía ver en el movimiento de sus manos, su sonrisa o el movimiento de sus labios esa sensualidad felina. La elegancia de un gato podía llegar a ser sensual y hasta hipnótica. Intenté imaginarlo en un gran escenario teatral con suelo de madera bien cuidado, a los lados de aquel escenario largas y sedosas cortinas rojas con pequeños bordados dorados, y en el centro él entonando una de sus melodías. Realmente yo no me perdería ese espectáculo. Siempre había disfrutado del arte cuando había podido tener tiempo, a veces no era demasiado en mundo.

-Soy pájaro de mal agüero.-murmuré antes de empezar a reír.-Aunque al parecer mi forma de lobo es la más temida, a pesar que los lycan me tratan bien porque me ven como un igual. Sin embargo, como pantera me siento mucho más cómodo y como gato es muy fácil pasar desapercibido en el puerto. Allí hay tantos gatos que nadie repara en uno más maullando por un poco de pescado fresco.-había conseguido buenas presas pero terminaba ofreciéndoselo a gatos jóvenes o gatas que estaban gestando. Incluso en esa forma me gustaba ayudar, ser atento, pero ellas se lo tomaban muy mal. Alguna vez había salido arañado. Definitivamente las mujeres jamás comprenderían que era ser caballeroso en esta época.-Echo de menos salir transformado en compañía pues desde la muerte de mi hermano he llevado una vida solitaria.-los crepúsculos frente al ancho mar, los amaneceres en medio de la selva o simplemente esas hermosas vistas en cualquier tejado ya no se daban.

Alce una ceja y rodee los ojos a los segundos soltando un suave suspiro por su comentario ¿Era enserio? Por lo que sabía ese pensamiento venía desde hace tantos años atrás que me era un poco increíble que aun haya personas que creía en ello, lo encontraba realmente tonto. Apoye mi mejilla en la palma de mi mano y entrecerré un poco los ojos.

- ¿Enserio? Bah son solo patrañas, aquello se viene diciendo desde hace tantos años por lo que se y bueno no puedo creer que personas aún piensen así, no creo que las brujas y demonios solo quieran gatos negros. Todos los gatos somos lindos –ya aquello de vez de ser un comentario serio se volvió una broma en apenas unos segundos, no se me resulto un poco divertido en fin.

Tome algo del refresco, jugando a los segundos después con el vaso escuchándolo de nuevo ¿Cómo decía eso? No era un pájaro de mala agüero, exageraba mucho Junsu, comí un poco de mi comida mientras seguía oyéndolo y sonreí.

- No creo que seas eso que dices, no eres un pájaro de mala agüero. Algún día me gustaría verte como pantera -sonreí adorablemente- y me imagino que debes de extrañar aquello, siempre mis paseos los he dado solo o de vez en cuando con gatos que me encuentro por ahí pero de ahí con otros cambia formas no.