Un error lo tiene todo el mundo. -privado-

-Lo es, lo es.-dije tomando las carpetas para que no viera que las despreciaba, al contrario.-Él fue quien nos ayudó con ese pequeño asunto que todos han olvidado, menos tú y yo.-comenté antes de dejar los documentos sobre la mesa.-He pensado que como también sabe mi secreto, es con quien más colaboro y quien más informes me trae... no sea sólo a mí a quien pueda informar en caso de emergencia, también a ti.-le miré a él completamente sereno mientras yo movía mis dedos tamborileando.-Ah, tengo una chica que irá bajo tu mando. Hella, una amiga, una Krusnik antigua y que he pensado que podría ayudarte colaborando con nuevas tácticas, entrenando a tu ejército de Krusnik y en definitiva siendo dos de mis hombres fuertes.-tragué saliva para lo que iba a decir.-Bien sabes lo que ocurre en los locales de Caim, se está haciendo con la ciudad con sus locales, no con sus calles, no con sus personas... pero sí con sus almas. Me preocupa y sé a los Bloody Rose también, este lugar es nuestro. Yo me muevo por esta zona como si fuera mía, ellos vigilan todo L.A... y sin embargo mira. Sé todo lo que ha estado haciendo en otros países, no podemos permitirle que haga sus negocios en paz.

Tal vez a Killian le sorprendía que estuviera nervioso, pero él ponía los pelos de punta por su aparente calma. Era un guerrero demasiado poderoso como para dejarlo escapar. No quería que se volviera en mi contra, aunque había mostrado una lealtad asombrosa.

Intercambiaba las miradas de uno al otro, devolviendole la sonrisa al oscuro hombre, uno frente al otro parecían opuestos, luz y oscuridad - lo mismo espero, ayudar a la causa es mi principal objetivo, y esto es lo que mejor se me da. Intentaré mantener a todos los hombres sanos y curar bien todas las heridas. Gracias por aquel favor - añadió, sus mejillas habían obtenido un tono más elevado al recordar aquel incidente en el ascensor.

Amaury se veía curiosamente nervioso, eso se le hacía extraño, aunque en parte lo entendía, ese hombre ponía en cierta forma los pelos de punta. Algo en el encendía la luz de peligro y ademas se veía inmensamente poderoso aunque no lo pareciera a simple vista, era la fuerza que manaba de él.

Los contemplaba impasible como si no estuvieran, o quizás como si fueran un lienzo en blanco al cual pintar unos personajes mudos de ojos pequeños y rasgos finos. Bajé la mirada hacia mis pies, cubiertos de sangre como hasta hacía unas horas atrás.

-Le informaré sobre todo lo que ocurra, haré que Faolan se enfrente a sus miedos mediante inducción al sueño.

Susurré aquello justo después de sonreír sosegado a las palabras del joven que acompañaba a mi líder. Recordé a Louise, así como su destino cruel, me cuestionaba nerviosamente si podría estar ella vinculada a mí sin ser de la organización.

-Mi pareja.

Dije colocando una de mis manos sobre mi pecho, justo donde estaba mi corazón. Mis manos parecían las de una marioneta de una película de terror de serie B. Un ser completamente blanco como la luna, un ser enigmático, que estaba frente a dos jóvenes que parecían ser mucho más humano que sus envolturas aparentes, simples humanos para nada vampiro y hechicero.

-Louise, mi pareja no es de una organización en concreto. ¿Habría problemas? Prometo que no causará estragos, ella me obedece. Es una luciérnaga que no sobrevivió al invierno, pero que aún ilumina las calles de esta amarga ciudad.

Mis ojos parecían brillar en tonos distintos, como los de un enamorado cuando ve a su hermosa y pura novia caminando hacia el altar. Parecía contemplar tales visiones cuando pensaba en su vestido blanco jugando con las olas del mar.

-No te preocupes por darme protección, está muerta. Ella es un espíritu.

Cuando dijo aquello de su pareja me sobresalté ¿tenía? no sabía que tuviera una pareja cuando se unió a nosotros hacía décadas, tampoco había escuchado de su cambio sentimental. Siempre lo había visto envuelto en las brumas y dudaba que alguna mujer se acercara a él. Tenía un aspecto imponente que solía provocar que todos se alejaran, pero no yo. Yo le admiraba.

-¿Un fantasma?-murmuré incrédulo porque su amante, esa que le daba un matiz humano era un fantasma, un espectro, algo inmaterial usualmente.-No, no hay problema. Espero conocerla algún día.-quería saber qué clase de espectro había encontrado, sobre todo como podía decir que era su pareja cuando no podía ni tocarla, o eso creí.

Fijó la visto en el oscuro persnaje, que en cierto forma brilló al hablar de aquella mujer. Eso le arrancó una pequeña sonrisa, algo compasiva al saber que ella pertenecía al otro lado ya - es bonito pero algo cruel, pero cuando el amor es de verdad supongo que esos inconvenientes no importan. Debe de ser una hermosa y buena mujer - debía serlo para arrancar ese brillo en la mirada de tan impasible y oscuro personaje.

Y entonces su condición de humano creyó oportuno decir aquí estoy, sin previo aviso sus tripas gruñeron, lo suficientemente fuerte como para que ambos las escucharan. - Perdón se disculpó llevandose una mano al estómago y coloreandose un poco más

Louise no sólo era hermosa, simplemente parecía un ángel jugando a ser mariposa mientras se convertía en una luciérnaga con la belleza de un hada. Un ángel que había cantado para mí cual sirena y bailado frente a mi oscura presencia como bailarina de papel. Dulce y hermosa muñeca que alzaba sus brazos hacia el cielo estrellado.

-Es la luz en la oscuridad, mi sol y mi esperanza que no daña sino que provoca que ambicione seguir camiando por las intrincadas y destruidas calles.

Susurré antes de escuchar su estómago. Reí bajo mostrando un guiño del humano que una vez fui. Llevé mis dedos a los labios mientras escuchaba nuevamente aquel rugido.

-Posee un hermoso león en su estómago, señor Killian.

-Espero que todo vaya bien.-comenté mirándole fijamente antes de reír a carcajada limpia por el estómago de mi rubio.-Oye, ve a comer antes que intentes probar la carne de vampiro a la brasa.-dije justo antes de entregarle cierta documentación a Atsushi.

Me levanté para estrecharlo entre mis brazos, como lo hacían los guerreros, antes de enfrentarse en una dura batalla. Notaba su cuerpo duro esculpido por el poder.

-Cuídate amigo, cuida a los chicos que están bajo tu mando. Caim está destrozando este lugar.

No pudo evitar reírse un poco, aunque aún avergonzado - más bien es un pequeño alien que me ronda por las tripas y se queja si no como mi hora, ahora mismo me está comiendo desde dentro - comentó siguiendo la broma de Atsushi y frotandose la barriga.

Amaury se despidió y él se colocó frente al moreno para despedirse también - encantado de conocerte, espero que nos veamos de nuevo y no sea par malas noticias - con una sonrisa y una mano aún en el estomago, y no rugía pero sentí el hambre mordisqueandole. - Ama, me acompañas o tienes que quedarte? - fijando su mirada en él sonriendo aun, simplemente se había levantado feliz.

-Simplemente espero que únicamente nos veamos en momentos de ocio.

Amaury siempre creaba pequeñas competiciones a lo largo del año, pruebas de destreza, que quienes lograban alguna proeza conseguían algún obsequio. Muchos eran dibujos impresionantes que podían colgar en sus casas como auténticas obras de arte, también había escritos o alguna pequeña escultura. Si bien, esos premios iban con dinero metálico acompañado. Deseaba que más que una organización fuera una familia, algo que siempre me pareció encantador por su parte y muy sabio. Si había lazos de amistad era más complicado la deslealtad.

Quedé en el despacho unos segundos, acomodando mis ropas para salir rumbo a las calles. La noche había sido larga y aún no era siquiera las doce, durante tres horas había estado caminando por el mundo en busca de sangre y me había encontrado con ciertas sorpresas. En esos momentos sólo pensaba volver con Louise para contarle sobre Faolan y mi noche lejos de ella.

-Tal vez lo vemos en unos meses en algo que llamo día de relax, aunque siempre hay guardias y estamos alertados. Son días de ocio, días donde demostramos que hemos aprendido en nuestros entrenamientos y pequeñas batallas privadas.-comenté estirazándome por el pasillo para terminar abrazado a él.-Joder rubio, que bueno estás ¿puedo comerte a ti mientras desayunas?-para mí era el desayuno, para él practicamente también.-Si un día te hago vampiro no te costará levantarte de noche, últimamente lo haces siempre.

Aquello no lo había pensado aún, pero empezaba a plantearmelo cada vez más. Matar a un vampiro era más difícil que matar a un hechicero. No quería que él muriera, ni siquiera envejeciendo. Claro que él tomaría aquello como un comentario sin más, cosa que para mí no lo era.

- Sabes? impone mucho, pero no parece un mal hombre - fue lo que comentó, riendo por las palabras del castaño - quieres hincarme el diente? - con cierto toque coqueto en la voz y una risita sensual.

- Estoy habituandome a tu horario, si llevo un horario normal no podríamos estar mucho tiempo juntos, más bien poco. Por eso me estoy habituando al horario nocturno. - comentó dejando un beso en su mejilla - sería un vampiro algo patético no crees? me da miedo la sangre, sería el primer vampiro con problemas alimenticios, el olor de mi alimento me da nauseas - riendo divertido con solo imaginarlo, realmente sería algo triste.

-Con eso nos puede ayudar Atsushi o Daichi, ambos tienen poder suficiente para hacerte cambiar de opinión respecto a la sangre. Podrían incluso colaborar juntos.-dije antes de reír.-Pero te veo como el muñeco ese de barrio sésamo, contando murciélagos sin hincar el diente.

Ya no echaban esa serie, era de mi época y él ni la conocería. Pero siempre recordaba aquel vampiro contando murciélagos en su castillo. Era lo poco bueno de mi infancia, esos programas infantiles jamás se olvidan. Yo sabía contar hasta 100 con pocos años, leer con cuatro años no era para mí un imposible aunque cometía errores... pero era mi momento de diversión para hacerme pasar por normal, incluso con cierto retraso en el aprendizaje, frente a mis padres. Siempre tuve cierta aprensión a que supieran que tanto podía lograr... en ocasiones me preguntaba si todo lo que había vivido era miedo y envidias por parte de ellos.

- Barrio sésamo? - preguntó, no sabía que era aquello pero aún así rió - no se que es pero si, no me veo hincando colmillos, me veo incluso como lycan más que como vampiro - dándole un corto abrazo. - De todas formas nunca he pensado en eso, ni en ser ninguna otra cosa que un hechicero.

Realmente nunca había pensado en ello, tampoco en enamorarse, eso le había caído de sorpresa. Llegaron a la cafetería y nada más llegarle el olorcillo de la comida su estómago volvió a rugir - me comería a una vaca - murmuró olfateando el aíre.

-Pasas mucho tiempo con Román, demasiado diría yo... joder rubio.

Recordé como Román se pasaba el día comiendo, jugando y durmiendo. Cuando era más pequeño solía llevarlo sobre mis hombros enseñándole como cuidaban a otros. Él era un niño prodigio desde que tenía a penas unos siete u otro años, era aún un bebé en mis brazos pero comprendía todo a la perfección. Provocaba que aquellos desanimados, llenos de rabia o simplemente nerviosos por los tratamientos tuvieran cierto ánimo y sosiego. Con unos sesenta años se pasaba el día con los enfermos tocando. Sin embargo, las luchas en las calles se recrudecieron y Cat decidió dejarlo a salvo, practicamente no le dejaba salir y ahora volvía a estar lejos de su padre corriendo aventuras.

-Hace unas noches que no le veo dormir aquí, pero sí por la ciudad... sé que está en compañía de ese otro lycan, ese que nuevo que no es de la organización.-le miré con cierta curiosidad.-¿Sabes si son pareja o algo?

- No es eso, siempre he tenido mucho apetito - dijo con una risa divertida, apoyandose en la barra para pedir un menú y una ensalada de pasta. - Pues no lo se, pero yo al menos noto cierto interés especial de parte de Román, del otro no se por que no he podido hablar con él ni observarlo. Aunque tampoco es que tenga mucho instinto con estas cosas, en realidad nunca me entero de nada - encogiendose un poco de hombros.

Su menú ya estaba listo, filetes de solomillo en salsa y puré de patata con queso además de la bebida, la ensalada de pasta y de postre una natilla de caramelo. - Vamos a la mesa - cogiendo la bandeja que pesaba bastante - se me va a empezar a caer la baba por el olorcillo.

-Lo único que echo en falta es la comida, esto huele bien.

Echaba de menos comer pizza, hamburguesas, comida china, el maldito ramen de la tienda de los chinos, las tortillas de patata españolas con su cebolla, la carne con patatas asadas... Creo que si pudiera comer todo eso además de mi apetecible chocolate, podría decirse que era el hombre más feliz del mundo. Mi apetito era increíble estando vivo, ahora muerto sucumbía a la sangre.

-Es una maldita lástima que yo todo esto no pueda comerlo, literalmente no puedo... me mataría los dolores de estómago que tendría, además todo me sabe a cenizas.

- Si, la verdad es que huele que alimenta... debe de serlo, comer es un gran placer, tenerlo vedado tiene que ser un coñzo pero supongo que te acabas acostumbrando no? - comentó mientras se sentaban, tomando un buche de la cerveza que era lo que había pedido de bebida.

- Um, voy a hacer un experimento - murmuró antes de cortar un trozo del solomillo y meterselo a la boca, lo masticó y tragó para después jalar de la camisa del castaño uniendo sus labios. Besandole de forma profunda, prácticamente comiendole la boca - y así sabe? aunque sea un poco - preguntó al cortarlo, con una lamidita.

-Así sólo me pones burro.-murmuré agarrándolo por la cintura.-Estás tan rico...-susurré notando cierto sabor en mi boca, aunque no era como cuando podía ingerir todo eso que se había pedido.-Sí, sabe... pero mejor me sabe tu cuerpo, así todo rico entre mis manos... manoseándolo hasta perder la conciencia.

Me había puesto duro sólo con ese beso, tenía esa habilidad de hacerme entonar. Me quedé mirándolo fijamente, no perdía detalle siquiera de su forma de respirar. Tenía un aroma único, pero estaba mezclado con el mío. Cualquiera que se acercara sabía bien que no se podía tocar, que era para mí... mi pareja.

Rió divertido y coloreandose por sus palabras - eres un exagerado Ama - murmuró, notando como le miraba fijamente, eso solo consiguió que se pusiera mucho más rojo. - Si me miras tan fijamente me da vergüenza - se quejó, mordiendole la línea de la mandíbula - bueno, si quieres luego te doy algo a lo que si le coges sabor... te dejaré hincarme los colmillos también si quieres - le susurró lo último.

Y volvió al plato, con vergüenza, pero el hambre no se le quitaba así que ahí que volvió a atacar al solomillo.

-¿Y dónde me dejarás hincarte el diente? ¿En el cuello? ¿En los hombros? ¿En tus delicados y endurecidos pezones cuando te los acaricio?-alcé y bajé las cejas antes de atraparlo.-Anda, dime... que así me quedo conforme.

A veces me comportaba como un crío, pero es que yo era un puto crío de diecisiete años ahora con un cuerpo de unos treinta y con casi trescientos años a mis espaldas. Le toqué la mejilla intentando molestarle antes de reír a carcajadas porque estaban calientes, se veía como un tomate.

-Estás todo rojo, parece que te subió la fiebre.

Intentaba ignorarle, no hacer caso a sus palabras y centrarse en la comida, pero era difícil. - No es fiebre, solo es mi sangre que ha decidido agolparse en mi cara por culpa tuya - murmuró mirandole de reojo, masticando un trozo de solomillo.

- Anda y ya déjame, podrás clavarlos donde tu quieras, lo dejo a tu elección - acabó por contestar finalmente dándole un pequeño empujón - ahora déjame comer, eres peor que un crío Ama - pero no lo decía disgustado precisamente.

-Un crío que te empotra en la cama y te hace gritar como si te estuvieran matando.-susurré cerca de su oído, tan pegado que pudo notar mis colmillos acariciar su oreja.-Soy un niño que quiere follarte toda la noche, así que come que después te voy a comer hasta las gomas del boxer.

Me levanté como si nada para saludar a un par de lycans que habían entrado en la sala. Eran personas a las cuales les tenía estima. Los estreché y reí comentando que ya no parecían tan flacuchos. Eran los hijos de viejos amigos. Practicamente eran cachorros, ahora empezaban a vivir una vida más adiestrada que antes. Si hubiera sabido que a uno de ellos no lo volvería a ver después de esa noche... si hubiera tenido cinco minutos para hablarle con calma... todo... todo hubiera sido distinto.

Tuvo que tragar saliva, le notaba muy cerca, los colmillos rozandole la oreja y su respiración golpeandole, la sangre inundo más sus mejillas. - Ama! - acbó por decir mirandole con el ceño fruncido y la cara totalmente roja, hasta las orejas.

Resopló avergonzado viendo como se levantaba para saludar a los recién llegado, volvió a centrar la atención en su comida, comiendo rápido y con la cara roja aún. Terminó en nada de tiempo con los filetes, el plato limpió ya que mojó salsa con el pan y ya tenía el puré casi por la mitad.

Regresé junto a Killian después de preguntarles sobre los ejercicios que estaban haciendo, si era correcto el entrenamiento y si atendían a las lecciones del líder que tenían para sus prácticas. Debían aprender a controlar su ira, así como adaptarse a una mentalidad de equipo.

-¿Ya estás más blanco? ¿O sigues como cangrejo? te veo cantando la sirenita.-me recordó al cangrejo Sebastian, sólo le faltaba comenzar a tocar las maracas y cantar "bajo el maaaaaa... bajo el maaaaaa... no nos frien en un sarteeeeeeeeen"-Debo mostrarte las pelis viejas para que me entiendas.

Cuando Amaury volvió ya estaba devorando la ensalada de pasta - si, ya estoy más blanco - contestó aunque no era totalmente cierto, le miró alzando una ceja. - Pues si, por que no entiendo la broma... una noche que esté todo más despejado podemos ver pelis o lo que sea, en pan relax ¿no?

Sonriendole, eso solo podría ser si la situación se apaciguaba, no podía ponerse en modo relax mientras el resto del mundo se iba a la mierda. Killian estaba comprometido con la causa, no se lo perdonaría a si mismo, ni tampoco el distraer al lider.