Un error lo tiene todo el mundo. -privado-

Acabó por tener que mirarle a los ojos, el castaño le alzó el rostro por el mentón, y al conectar sus miradas apretó los puños en la camiseta ajena. Estaba arrepentido, si fuera perro tendría las orejas gachas y el rabo entre las piernas, no quería una regañina aún cuando se la merecía.

Le soltó y asintió, volviendo a agachar la cabeza - no volveré a portarme así, lo prometo - murmuró. La próxima vez se mordería la lengua hasta que le sangrara si era preciso, pero no iba a montar pollo por que con cosas así Amaury se cansaría aún antes.

Lo tomé por la cintura pegándolo a mí, notando su cuerpo cálido contrastando con el mío más duro y frío. Necesitaba estar con él a solas para contemplarlo, acariciarlo y quizás besarlo hasta quedar en letargo. Era demasiado tarde para el sexo, con él era delicado y no me bastaban cinco minutos fogosos sin sentido ni sentimiento.

-Te veías follable con esas mejillas rojas por culpa de los celos, muy tierno.-dije riendo bajo mientras pulsaba el ascensor.-Pero estaba demasiado molesto como para hacerte caso, y no sólo estoy molesto sino preocupado. La zona se está volviendo más turbia. Hay que encontrar un nuevo asentamiento por si este se vuelve insufrible.

Aún estaba aplacado, como un cachorrito al que había reñido, por lo que se dejó pegar a su cuerpo sin protestar, medio abrazandose a él mientras iban por el pasillo hacia el ascensor. No sabía como Amaury quería pasar lo que le quedaba de noche con el después del pollo tontísimo que había montado.

- No estaba celoso, solo cabreado - murmuró en protesta, no iba a admitir sus celos aunque fueran obvios. - Tanto está cambiando la situación fuera? desde aquí no me percato de mucho... sino no hubiera salido, solo quería aire frío contra mi cara, dar una vuelta a la manzana. Hago eso cuando me enfado, o me voy al bosque a practicar con la ballesta - que aun llevaba a la espalda.

-Ya no se puede salir solo, hay que salir en pareja o grupo. Lo que se está desarrollando ahí fuera gracias a Caim es imposible de soportar.-comenté entrando en el asecensor junto a él, permitiendo que las puertas se cerraran y nos enviara poco a poco al sótano que usaba.-Killian, ya no se puede vivir en estas calles... tenemos que matar algunos demonios y aún estamos viendo como.-murmuré cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás.

Me sentía un tanto impotente, si llevaba a un conflicto a algunos de mis hombres estos morirían. Necesitaba saber su estado físico y anímico, así como sus armas. Cuando tuviera un recuento eficaz de todos atacaríamos. Otros irían a buscar nuevos lugares para los edificios que actualmente necesitábamos.

- Uhm - murmuró abrazandose un poco a él - yo... creo que estoy perdiendo un poco el contacto con el exterior, no me entero de que pasa fuera, solo de las consecuencias cuando llega algún herido.

El ascensor llegó a su piso - me siento demasiado seguro aquí dentro y junto a ti, no he sido consciente del peligro real. Normalmente no soy así... Ama... siento haber dicho eso de tu amiga... entiendo un poco como se debe sentir, si para mi fue duro que el que lo haga sea sangre de tu sangre debe de ser peor... lo siento.

-No pasa nada.-fue lo que dije, aunque sí pasaba.

Me sentía bien porque se había puesto celoso, pero por otro lado yo no le había dicho que era únicamente para él. Yo era libre, aunque él no. Era un mal trato para él, pero lo aceptaba y aún así se encelaba. Me agarré a su cintura tirando de él cuando el ascensor paró.

-Junto a mí siempre vas a estar seguro.-dije caminando hacia la galería, realizando la misma operación.

Cuando llegamos a mi habitación, mi enorme habitación, suspiré pesado y me estiracé para ir a la cama. Esperaba que él viniera conmigo para seguir hablando allí tirados. Necesitaba estar con él, pero también sabía que debía contarle un poco qué sabía de todo lo que tenía entre mis manos.

- Lo se, pero no siempre voy a poder estar pegado a ti Ama - contestó mientras entraban a la habitación. Este fue a estirarse en su cama, y tras meditarlo unos segundos él también se acerco, sentandose con la espalda apoyada en el cabezal.

- Tengo que saber defenderme por mi mismo, pero si no se que hay fuera no puedo saber como hacerlo... necesito que me expliques Ama, cual es la situación? que está pasando fuera? Quién es el enemigo, que busca y que quiere?

Empezó a soltar una lista de preguntas que me recordó un poco a las viejas series policiacas, esas que veía a veces tirado en la cama medio ebrio esperando que no me diera mono de alguna de mis "amigas". Miré al techo, había pintado seres de todas las razas unas noches atrás para despejarme mientras pensaba en Caim.

-Caim, es uno de los presidentes infernales.-comenté intentando parecer sosegado.-Está dominando la ciudad, más bien todas las ciudades caen en sus dominios.-le miré unos segundos.-Lo único que sé de todo esto es que sus hordas hacen caer a los hombres, entran en un estado extraño y finalmente quedan en sus redes para siempre... un cazador de almas, por así decirlo, un recolector.

Amaury miraba al techo mientras el rubio le miraba a él, una de sus manos inquietas termino hundiendose en su melena, jugando con las ondas castañas. - Es muy peligroso entonces... como un monstruo así ha llegado ahora? - frunciendo un poco el ceño - como si el mundo no estuviera ya suficientemente jodido, ahora hay que lidiar también con eso.

Se tumbó con un suspiro, jugando aún con el pelo ajeno - no se como ayudar, contra algo así o tengo armas, tampoco ideas. Nunca he visto a uno, así que no se.

-Killian, esos monstruos siempre han estado. Es uno de los setenta y pico demonios. Son demasiados.-comenté antes de mirarle.-Algunos tienen la misma edad que Dios, no son creados por este sino que se crearon a sí mismos.-cerré los ojos unos instantes sintiendo sus caricias.

Me abracé a él, rodeándole y pegándole a mí. Besé su frente y luego sus mejillas. Estaba cansado de todo, de haber luchado y de estar consolando a Hella. Cansado de estar despierto. El día fue intenso, o más bien la noche, y en la mañana no podría estar con él.

Estaban, pero no tan activos - contestó con un resoplido, se pegó a él al ser abrazado, acariciandole el pelo aún. Sentirle pegado a su cuero siempre era un alivio, era como estar en casa, en ese sitio al que podía llamar hogar.

- Tienes que estar cansado Ama, y queda poco para el amanecer, descansa, yo me quedaré contigo hasta que sea hora de ir a trabajar - besando su frente - mañana será una nueva noche y será mejor que esta.

-Mañana será un lío.-comenté recostándome en la cama, sintiendo mi cuerpo bastante pesado.-Tengo que presentarte a varios hechiceros nuevos, así como investigar si Faolan acepta o no quedarse con nosotros.

Me cansaba todo ese papeleo, llevar todo yo. Me giré como todas las noches, haciéndome un ovillo esperando que el mundo no surgiera más podrido tras la caida del sol. Pronto no habría nada que proteger, nada por lo que luchar. Todo sería sombras, una noche perpetua. El sol no saldría nunca más, los infiernos se harían presentes, y todo por la ambición de los señores del odio, la muerte y la crueldad... demonios que se creían con derecho a quedarse con la Tierra.

- Te ayudaré en lo que pueda para que no sea tan caorico - murmuró, abrazandose a su espalda y besandole el hombro. Acariciaba su pecho con las yemas de los dedos, queriendo calmarle aunque sabía que pronto se quedaría en letargo.

El mundo se estaba convirtiendo en un caos, la vida peligraba en si misma, pero él solo tenía en mente su preocupación por el castaño. Todo el peso caía en sus hombros, demasiada responsabilidad para una sola persona por muy vampiro medio demonio que fuera, quería hacer algo para alegrarle, para aliviarle, pero no se le ocurría nada.

Me quedé en letargo escuchando sus palabras, sintiéndome calmado porque él estuviera conmigo. No entendía porque no podía decírselo, quizás todas las putadas de la vida se estaban pagando con mi personalidad algo fría. A pesar que deseaba decirle cuánto le quería me lo impedía mi orgullo, así como mi terquedad. Estaba guardando palabras y momentos quizás para cuando ya no los pudiera usar. Sabía que era humano, aunque no quería pensarlo todo el tiempo y sólo disfrutar de su compañía ¿tan difícil era?

La mañana llegó pronto y mi cuerpo quedó por completo en inconsciencia. Me quedé como en otro mundo, en un mundo distinto al de la vida y también al de la muerte. No sentía nada, pero podía escuchar todo y como muchos vampiros soñaba. Estos sueños no fueron los mejores, puesto que me recordaban que él podía morir y yo seguiría vivo viendo como el mundo se iba destruyendo.

Amaury entró en letargo y Killian se durmió, abrazado a él, sintiendo su cuerpo duro y su piel áspera contra su cuerpo blando y suave. Se despertó a media tarde, ya tenía el horario cogido, pero en lugar de irse a su habitación a trabajar llamó a Román. Él no podía entrar y salir de la habitación de Ama ya que tenía unos códigos y demás que él no sabía, así que le pidió al cacorrito que le trajera el portatil así solo tenía que abrir la puerta cogerlo y volver a cerrar.

Así que ahí estaba, sentado en la cama junto a un Amaury en letargo mientras trabajaba en su portatil las fichas médicas de los miembros. Quería ser lo primero que el castaño viera al despertarse, por eso no se había ido.

Me desperté algo agitado, pero sentí su aroma cerca. Era un aroma dulce, un aroma a él. Su gel de baño era como a frutas y eso me daba apetito. Me giré mirándolo fijamente tecleando en su portatil.

-Hoy conocerás a alguien importante.-comenté estirazándome mientras comenzaba a ojear qué hacía.-Son fichas de todos, con fotografías... interesante.-dije agarrándolo por la cintura frunciendo el ceño.-¿Está aquel lycan? El que tenía mal la rodilla.

Al oírle hablar dejó de mirar al portatil para mirarlo a él - Si, su rodilla está curando bien, solo necesitaba ese reposo, le ha hecho mucho bien - contestó moviendose para poder besarle leve los labios. - Pensé que si a las fichas les poníamos fotos serían más fáciles de catalogar e identificar, más que solo por nombre. No se si ha sido buena idea, si no te parece puedo borrarlas, estas son las primeras a las que se las pongo.

Entonces dejó de teclear para mirarle - a quién me vas a presentar? - acariciandole el pelo, se lo apartaba de la cara con una sonrisa dulce en los labios.

-Hoy viene un general, el único que sabe quien soy de mis generales. Es un buen hombre, o más bien debería decir un buen krusnik.-comenté estirazándome un poco más.-Debería bañarme, es puntual y juraría que ya viene hacia aquí.

Me levanté con cierta dificultad, quería permanecer en la cama junto a él mirando esas fichas. Estaba todo catalogado, incluso las radiografías estaban online. Era un trabajo duro pero él lo había hecho, no me había equivocado en darle la responsabilidad.

-Sigue así con las fichas, hazlas todo lo más completas que puedas y no olvides añadirles las claves de seguridad.-comenté antes de salir hacia el baño.-Espérame.

Abrí la ducha y aunque el agua era helada terminé dentro, sintiendo como me despejaba y poco a poco se calentaba. Eran como caricias, dulces caricias, que me hacían sentir nuevo. Cuando salí me vestí con ropa sobria, elegante y a la vez cómoda.

Un sobretodo negro, una camisa negra, un pantalón de cuerpo negro con alguna cadena gruesa colgando y unas botas militares negras. Mi cabello estaba suelto y algo enredado, pero me gustaba así porque me daba cierto aspecto salvaje.

-Atsushi Sakura no espera.-comenté acercándome a él para besar su mejilla.-Vamos.

- OK, tranqui, está todo bajo contraseñas y encriptado, no podrá sacar información nadie - le comentó con una pequeña sonrisa, sin dejar de teclear. Estuvo liado con eso mientras el castaño se duchaba, eran muchos datos que recolocar y catalogar pero con eso les sería mucho más fácil seguir el estado de cada uno.

- Voy, voy - guardando y cerrando, dejó el portatil en la mesilla y se levantó para recolocarse la ropa. - No vas a peinarte? - colocandose las converse, él mismo estaba algo despeinado, como si se hubiera estado revolcando por la cama - donde vamos a encontrarnos con él? en la cafetería?

-Ah, el pelo.-dije cuando lo toqué al decirme aquello.

Busqué por la habitación un cepillo y comencé a darle uso, aunque terminé por atarlo todo con una de mis pulseras de cuero. Me aproximé a él y lo cepillé rápido, tenía un pelo sedoso y fácil de tratar. Era parte de su encanto, de porque me gustaba tanto. Ese aroma dulce, sus cabellos suaves y su piel que parecía de porcelana.

-Ya está.-tiré el cepillo en la cama y lo tomé de la mano.-Vamos, no quiero que esté en el despacho antes que yo llegue. No quiero pasar vegüenza frente a uno de mis generales.

Iba saliendo de allí tecleando los códigos, dejando que las puertas se cerraran a nuestro paso. Mis dedos estaban entrelazados a los suyos, me sentía bien, seguro y cómodo, haciéndolo a pesar de todo. Aún tenía cierta paranoia.

Amaury se peinó y no solo eso sino que también le cepilló a él, se quedó quieto, disfrutando de ello, pero duró muy poco, el castaño tenía prisa. - Eres el jefe, deberías de aprovecharte de ello para llegar tarde - comentó riendo suave, bromeaba.

Se había despertado animado, intentando dejar atrás lo de la noche pasada, y el sentir sus dedos entrelazados le ayudaba a ello. - En tu despacho entonces... luego me gustaría ir a la cafetería, no he comido nada aún y mi estómago lleva un rato quejandose.

Me movía como una oscura ficha de un tenebroso tablero de ajedrez. Era el caballero, aquel que custodiaba los terrenos adyacentes al rey. Mis ojos café eran dos tazas serenas de tibios pensamientos. Esta noche había pedido a Louise que me esperara, tan sólo tenía que hacer un pequeño encargo con el hombre al que respetaba, pese a su juventud, debido a su valía en la batalla y a sus convicciones. No había nada más imponente que un guerrero adiestrado y listo para el combate.

Me aproximé a la sede donde se solía pedir que pasáramos revista. Como uno más entré, con mis pies descalzos y mi oscura túnica, así como la capucha cubriendo mis largos cabellos negros. Destapé estos sólo cuando el ascensor se abría en la planta donde se encontraba su despacho. Mis pisadas eran lentas, debido a que no le sentía tras aquella puerta, aunque sí en el edificio.

Llamé con lentitud esperando que la secretaria me abriera, esta simplemente me dejó pasar mientras mi lanza tocaba el suelo como si fuera un bastón. Dentro de su despacho no aguardaba nadie, no aún. Me quedé en la oscuridad donde me sentía cómodo y uno con ella. Mi aspecto imponente no le llamaría la atención ni asustaría, él sabría que estaba allí... podría sentirme.

-Claro, iremos.-dije abriendo el ascensor y entonces exclamé.-¡Mierda!-lo había podido sentir por las calles cercanas, pero ¿tan cerca? estaba en mi despacho.-No me gusta quedar mal con ese hombre, luego te explicaré porque.-tiré de él casi dejando que empezara a hondear como bandera.

Cuando llegué a mi despacho saludé a mi secretaria y abrí tragando duro. Dentro no se podía ver nada, sólo el brillar de su filosa daga. Al prender la luz ahí estaba con su rostro pálido que parecía una máscara veneciana y sus cabellos largos meciéndose en un viento inexistente.

-Lo lamento, lamento llegar tarde.-comenté sin saber bien como excusarme.-Tengo varios informes que debes leer y algo que debo contarte, así como debo hacerlo con él.-permanecía quieto como una estatua.-Atsushi Sakura te presento a Killian A. Pejic... él lleva todo el tema de la enfermería.-notaba su mirada sobre mí mientras me colocaba tras mi mesa.

- ¿que? - preguntó sin entender por esa exclamación, no recibió muchas explicaciones solo aire cuando andó más rápido, tirando de él que como consecuencia daba rápidos pasos. Por suerte no se tropezó y llegaron al despacho sin bajas.

Entonces entendió, el hombre en cuestión ya estaba allí, aunque no le vio hasta estar la luz encendida. Lo que más resaltaba era su pálido rostro ya que estaba vestido de negro y ademas sus largos cabellos también eran de ese color.

- Encantado - cerrando la puerta tras él y sonriendole, Amaury fue a sentarse en su silla pero él se quedó en pie frente al escritorio. Realmente tenía dudas del por que querría presentarlos Ama y para que los reunía en esa sala.

Al fin apareció, alocado como siempre y mostrándose ansioso. Yo si bien me mantuve sereno, como si no hubiera sucedido nada. La oscuridad se había desvanecido con aquel foco de luz, una luz potente pero para nada dañina para unos ojos como los míos, acostumbrado a la densidad de la noche.

El hombre que le acompañaba no era desconocido para mí, había oido hablar de él e incluso lo había visto en los sueños de algunos de los hombres de Amaury, el Dios Oscuro, permanecí en silencio hasta girarme e inclinar levemente mi cabeza ante tal presentación, tan escueta. Los cabellos dorados de su amante caían como una fresca cascada sobre sus hombros y espalda. Tenía ciertamente el aspecto de un ángel, pero olía a la fragancia de Amaury, lo cual confirmaba mis sospechas. Había llegado tarde por estar a su lado.

-Bien.-dije a sus palabras abriendo mis labios al fin, dejando que mi voz se pronunciara en aquel estrecho despacho para ser alguien tan destacado.-Mi apreciado lider.-susurré antes de continuar.-Faolan y yo ya hemos tenido contacto esta noche, he decidido citarme con él para colaborar con su miedo.-cerré mis ojos antes de acomodar mi cansado cuerpo sobre la lanza.

Había bebido demasiado aquella noche, me aturdía el beber de tantas víctimas y tanto sueños que se rompían por mi causa. Sin embargo, en breves minutos estaría completamente firme y aún más fuerte que horas atrás.

-¿Algo más que deba saber?-miré al joven y sonreí brevemente.-Espero que podamos colaborar, las armas ya nos hieren incluso a nosotros.

Bajo mi túnica llevaba una bolsa de cuero marrón, de esta saqué varias carpetas donde estaban los nombres, edad, origen y especialidad de cada uno de mis hombres. Eso le ayudaría a saber las heridas que podrían tener, las bajas que podían causar, y por supuesto los combates que habían realizado en los últimos diez años también estaban enumerados... pero sólo los más importantes.

-Espero serle de ayuda.