Un error lo tiene todo el mundo. -privado-

Aquella noche había tenido varios enfrentamientos, roces pequeños con algunos vampiros del milenio. A pesar que ellos eran antiguos yo tenía su misma fuerza, había cazado demonios inferiores y a mi propia raza. Ellos me habían atacado al ser de una organización distinta, sin embargo no contaban con toparse con el mismísimo líder. Uno de ellos me reconoció justo antes de matarlo.

Antes de abandonar sus cuerpos les arranqué el microchip que llevaban bajo la piel, para así investigarlo y procesar los escasos datos que aún quedaran en ellos. Lo haría en un ordenador preparado para microprocesadores y sin conexión a la red. Además, lo haría lejos de la central de organizaciones y me cubriría las espaldas cuando los activara.

De regreso por las mismas calles que había pisoteado horas atrás, tan oscuras y violentas como mi propia alma, me topé con Hella. Ella y yo nos conocíamos de hacía unos escasos meses. Habíamos congeniado pues ambos teníamos personalidad similar. Nunca me atrajo como mujer, siempre la vi como una niña caprichosa que quiere un juguete y como no lo posee se molesta con todo el mundo. Nos parecíamos en carácter violento, pero no en la fuente de toda aquella violencia explícita y algo irracional.

Ella estaba tirada en un callejón con síntomas de haber pasado una mala noche. Sus palabras en aquella confesión sobre Caim me alarmó. Aquel demonio estaba cada vez más presente entre nosotros, era como si despertara una célula durmiente de un virus que exterminaría a todo ser en la Tierra. Me preocupaba.

Invité a Hella a unirse a nosotros con la única finalidad de unir fuerzas. Debíamos estar preparados para combatir a las hordas de Caim. Había leído tanto de él durante tantos años que jamás pensé que fuera real, pero así como los vampiros lo éramos los demonios más poderosos y crueles también lo eran. ¿No éramos en parte todos hijos de la oscuridad? Sin embargo, en los vampiros aún había una célula de luz que iluminaba nuestras pisadas. Ellos eran un fango negro que te atrapaba hasta dejarte sin aire.

Regresé temprano. Eran las cinco de la mañana cuando pisé la primera losa de aquel recinto. Mis pasos sonaron huecos por la galería, el eco de cada pisada era como una bofetada. Había regresado sin mi chaqueta favorita y apestaba a perfume de mujer, así como a sexo porque ella estaba bañada en sudor. Había sido prácticamente violada y estaba sudada cuando dejé que se abrazara a mí.

Quedé a varios pasos de la puerta donde dormía Killian junto a Román. Era la puerta de acceso a una planta que supuestamente estaba cerrada. Allí solía estar la sala de partos, sala que ya no se usaba porque teníamos unas dependencias mucho mejores en otro punto de la ciudad más tranquilo. Me aproximé a girar el pomo, pero no lo hice porque no lo creí oportuno.

Acabé sentándome frente a la puerta murmurando. Intentaba recordar todos archivos de Caim. Miré los microchips y suspiré. Debía investigar tantas cosas, tanta responsabilidad, y lo único que deseaba es que él abriera la puerta y me abrazara. Sentí que estaba solo, Román habría salido con aquel lycan estúpido que en esos momentos caminaba a su lado.

Esa noche nada más despertar Amaury había tenido que irse, él se había dedicado a su trabajo. Ahora que había ascendido, pues practicamente lo había hecho, estaba más ocupado, aún si no tenía que atender a algún herido si que tenía siempre papeleo que llevar al día: recuento de suministros, cambios de material fichas médicas de los miembros y seguimientos a la salud y heridas de cada uno. Poniendo el historial al día y organizandolo prácticamente, sus horarios habían cambiado y ya podía decirse que vivía la noche y dormía el día.

Hizo un descanso, con un suspiro y quitandose las gafas, dejó los papeles a un lado. Iría a por un café, estiraría las piernas y de camino miraría si Ama había llegado ya... Cual fue su sorpresa al abrir la puerta y verlo sentado allí.

- Ah? Ama, que haces ahí sentado? - ladeando la cabeza con sorpresa - podías haber entrado, llevo toda la noche solo Román está con su nuevo amigo. - Entonces sonrió y le extendió su mano - vamos levanta, acompañame a beber un café, necesito mantenerme despierto.

Había escuchado el teclado cuando me senté, seguro que cuando había llegado simplemente había hecho algún descanso. Sin embargo, me quedé allí murmurando los datos que poseía. No podía dejar de pensar en ese cretino, ahora era uno de mis enemigos y debía saber afrontar ese gran reto.

Cuando me pilló allí alcé mi rostro con la mirada algo perdida, pero no se percató. Simplemente lo seguí preocupado, me sentía como en otro plano distinto. Yo vivía un mundo más calmado mientras fuera se armaba una trama oscura. Mis dedos se entrelazaron a los suyos, aunque finalmente terminé abrazándolo. Estaba preocupado por todo, incluso por Román suelto en las calles.

Se levantó y le siguió, aunque parecía ausente, en realidad más bien Killian le estaba arrastrando. Pero terminó recuperandose un poco ya que entrelazó sus dedos, y luego le abrazó haciendo que se detuviera a mitad del pasillo.

En un principio se lo devolvió, sonriendo y acurrucandose en él... entonces vino el problema, al coger aire no llego a su nariz lo que debería de haber llegado. Olía a sudor, a mujer y a sexo, este último olor había aprendido a distinguirlo precisamente gracias a él no olía como normalmente, masculino pero suave y con cierto toque del ahora a frutas que el mismo desprendía.

- Ama - y que le partiera un rayo si su voz no se había escuchado algo más grave que normalmente - que has hecho esta noche? - preguntó, dejando de abrazarle, totalmente frío y tenso de un segundo a otro. No esperó respuesta antes de separarle de él de un empujón - apestas a sexo y a furcia... ni me toques oliendo así - casi gruño.

Necesitaba ese abrazo para apaciguarme. Estaba por lanzarme a la calle a buscar a Román y hacerlo entrar, aunque sabía que estaba viviendo ahora más como Lycan que como vampiro. Pero él cortó ese abrazo, lo hizo en seco y vino su comentario sin permitir siquiera una ligera duda.

-He estado luchando por mi vida, he conseguido algo de información y he ayudado a alguien.-ese alguien era Hella.-Ella me necesitaba.-sonreí entonces de forma amarga.-Se nota la confianza que tienes depositada en mí, te felicito.

Me había molestado no sólo tener que dar explicaciones, lo cual me hacía sentir como un idiota, sino por su reacción. Todo era una mezcla que me mató, incluyendo el "furcia" hacia Hella la cual lo había pasado mal. Buscaba divertise, encontrar tal vez un poco de riesgo, y se había topado de frente con uno de los peores seres que había sobre la faz de la tierra.

-Buenas noches.-fue lo siguiente que dije marchándome por el pasillo hacia el ascensor.

Me iría a mi habitación y me tumbaría a descansar. No estaba que él me comprendiera, porque tampoco me había dejado hablar. Todo lo daba por hecho, eso era lo único que me había demostrado.

Le miraba, sin cambiar la expresión de mala uva, quizás había sido brusco, pero era una reacción normal. - Buenas noches no, no huyas! - exclamó corriendo para bloquearle el paso al ascensor se colocó frente a este con los brazos extendidos, aún si sabía que el castaño podía apartarle sin esfuerzo.

- Llegas y no me dices nada, te sientas en la puerta pero no llamas, ausente total, como si te sintieras culpable o mal. Y hueles así, que debería pensar, ah? No se leer la mente, solo veo lo que tengo delante, tu olor y como has actuado al llegar. Lo primero que haces siempre es buscarme, no quedarte ido delante de mi puerta!

Tenía el ceño fruncido y las mejillas rojas, con un leve temblor que le delataba, por que lo que tenían eran celos. Simples, puros y fuertes celos, por que quería a Amaury solo para él y que nadie más le tocara.

- Que hubieras pensado tu ah? que habría pasado por tu mente si fuera yo quien reacionara y llegara así.

-No tengo porque darte explicaciones, menos cuando no vas a creerlas. Ya has hecho tu propio juicio sin siquiera aceptar mis palabras. Has tomado tu decisión de no creerme, sea cual sea mi respuesta.-lo aparté con facilidad y entré en el ascensor que se abría.

Habría comentado todo a su debido tiempo, tal vez mientras se tomaba el café. Incluso pediría consejo para hacer que Hella se olvidara por completo de aquel momento, centrándose solo en mejorar sus cualidades y colaborar con los vampiros más jóvenes. Sin embargo, se había puesto como una loca desquiciada.

-Paso de explicarte nada sobre Hella.-pulsé mi botón y dejé que las puertas se cerraran.

- Yo no he dicho nada de eso, lo estás dando tu por sentado! - y efectivamente Amaury no necesito fuerza para apartarle del ascensor - Ama! - pero nada, le dejó viendo como el ascensor se cerraba con esa última frase que se le clavó hondo. El ascensor pagó su frustración ya que le plantó un patadón con toda la planta del pie, bufando, y se giró para meterse en su habitación.

A la mierda el café, a la mierda el trabajo, a la mierda Amaury y a la mierda también esa Hella a la que ni conocía, a la mierda todo. Y cerró de un portazo antes de acostarse, hecho una bola, bajo las mantas. Resulta que ahora tenía que esperarle con una sonrisa ancha y grande en los labios aún si venía empapado en eau de femme.

El asensor se movió pesadamente hasta mi guarida. Allí pasé por las puertas que tenía de seguridad, cuyas claves únicamente conocía yo y se adjuntaba con parte de mis pupilas. Las pupilas mejores que un simple dedo, a pesar que podían existir clones ni siquiera ellos eran idénticos en este hecho particular.

Me metí en la ducha para relajarme, no porque oliera a ella. Mientras lo hacía pensaba en sus mejillas rojas, la pequeña furia que se había formado en él, y reí bajo sintiéndome menos molesto. Él se estaba poniendo celoso y aunque me molestara tenía cierto punto cómico. No le había jurado fidelidad, así que de ser verdad tampoco hubiera roto mi palabra, pero él lo tomaba todo a la tremenda. No se daba cuenta que él era único, pero así era mejor para mí.

-Killian, eres idiota.-gruñí recordando a Hella llorando en mi pecho ¿a caso no se daba cuenta que no traía ni la chaqueta? Podía estar preocupado por alguien y no por un desliz.

No pasó mucho tiempo bajo ls mantas, no podía dormir, irónco ya que hace unos minutos estaba bostezando mientras escribía al pc. Terminó por levantarse de nuevo, dar una vuelta alrededor de la habitación, indeciso. Se calzó sus converse más viejas y sucias, peor a la vez más cómodas, se abrigó y se cargó la ballesta y las flechas al hombro. Necesitaba salir de la habitación, respirar aire o se volvería loco.

Tomó el ascensor para subir, cruzado de brazos, la cara de mala leche no se le pasaba, Amaury era un imbécil, decía que le quería pero era difícil creerlo, más aún cuando pasaban cosas así. No lo veía como una persona fiel, por que iba a atarse alguien que llevaba tantos siglos sin nada fijo? él no merecía tanto la pea como para renunciar a todos los demás, sabía que tarde o temprano caería, si es que no lo había hecho ya... Realmente nunca le prometió fidelidad, pero no podía evitar quererla a cambio de la suya, por que imaginarle con otra persona dolía demasiado.

De camino a la salida se paró en la maquina de café, se tomaría uno ante de salir para tener algo caliente en el cuerpo. Café en mano salió a la calle, el viento helado le arremolino el pelo despeinandole, pero poco le importó. Se sentó en la escalera exterior a tomarse ese café, si al terminarlo seguía cabreado se iría a dar una ronda extraoficial, como cuando aún vivía en su ático.

Me tumbé en la cama pero aún era temprano, me preguntaba qué demonios estaría haciendo él. Todo lo que venía a mi mente era su rostro lleno de rabia, esos ojos cargados de una ira que podían atravesarme como si me lanzara mil flechas. Me quedé allí tirado mirando al techo, tal y como mi madre me trajo al mundo.

-Debería ir a pedir disculpas.-dije rascándome el pecho.-Pero si voy verá que estoy como perro faldero, no quiero ser su perro.-cerré los ojos suspirando pesado.-Puedo pasar como quien no quiere la cosa.-entonces uno de los dispositivos sonó.

Había pedido al vigilante de seguridad que si Killian salía sin que yo le hubiera dicho a él me avisara. Siempre que yo no dijera nada ese seguridad me alarmaría. Comenté que lo hice por seguridad de los empleados, sobretodo de él a ser uno de mis hombres de confianza, pero en realidad lo hacía porque no me fiaba de su inteligencia. A veces era muy estúpido cuando se le metía algo entre ceja y ceja, claro que era fácil ver la paja en el ojo ajeno y no en el propio.

Me vestí rápidamente con algunas de mis prendas nuevas, ni siquiera las había estrenado, para salir disparado hacia las calles. Parecía un loco que se escapaba del sanatorio, o un presidiario en busca de la ansiada libertad. Fuera como fuese corría como alma que llevaba el diablo hasta dar con él.

Le agarré por los brazos y le zarandeé. Volvía a tener sa mirada preocupada. Estaba como ido por los relatos que había escuchado de ese demonio, de Caim. Poseía un poder especial que los manipulaba, no sabía bien de qué se trataba pero no lo quería cerca de Killian.

-¡¿En qué coño piensas?!-dije mirándole desafiante.-¿¡Quieres que te haga lo mismo que a ese hechicero?! ¡¿Quieres que te viole como a Hella?! ¡¿Eso quieres?!

Se terminó el café, ya no estaba tan cabreado, pero aún así le apetecía dar una vuelta, desde que se mudó no había salido del edificio practicamente, menos de noche que era cuando más le gustaba pasear aún cuando era más peligroso. Se levantó con el vaso en la mano, buscaría una papelera, lo cual solo era una excusa para andar ya que encontrar una papelera o container intacto era casi misión imposible.

No encontró ninguna de las dos cosas y el vaso terminó en el suelo, Amaury le encontró antes y le garró zarandeandole como un muñeco y despeinandole aún más. - Ah, ah! ay! me haces daño joder! de que estás hablando? deja de zarandearme! - se quejó descolocado, asustado por que no se lo había esperado y enfadado de nuevo - Amaury, ya, duele - intentando zafarse de sus manos. Como coño sabía que había salido?

-¡Eres un imbécil!-grité antes de agarrarlo por el brazo en dirección al lugar donde descansábamos.-¿Cómo se te ocurre estar así en esta zona? ¿No sabes qué ocurre?-había llegado prácticamente a las lindes de ese maldito desgraciado, no lo sentía cerca pero eso no me importaba.

Tal vez le hacía daño, tal vez no, pero yo sólo quería sacarlo de allí. Mis pasos eran rápidos aunque humanos, jalaba de él esperando poder refugiarnos pronto y olvidarnos de todo. Necesitaba abrazarlo y sentir que estaba a mi lado. Tenía miedo, de nuevo ese miedo que me torturaba. ¿Qué podía hacer sin él? ¿Qué podía hacer para cuidarlo? Aunque me lo propusiera llegaría un momento en el cual moriría y eso me preocupaba, cada vez más me volvía más paranóico con ese tema.

- Tu eres el imbécil! sueltame! deja de arrastrarme! duele! - no paraba de quejarse mientras Amaury tiraba de él de vuelta al edificio, su momento de respirar aire fresco había sido breve, demasiado. - Amaury! - forcejeando, claro que el castaño tenía mas fuerza que él - solo quería aire fresco, no es la primera vez que ando solo de noche!

Y de hecho así era había estado solo, día y noche durante mucho tiempo, pero las cosas estaban cambiando últimamente, nuevos depredadores más poderosos que los anteriores pululaban por las calles... Pero el llevaba tanto tiempo separado de las calles, acostumbrado ya a la protección del edificio, que no estaba enterado del peligro real que ahora acechaba en la esquina menos esperada.

- Podrías al menos dejar de arrastrarme?! Se andar! - resoplando frustrado.

-Te daría una bofetada, como se solían dar a los niños contestones pero no es lo que pretendo. Antes me rompería las manos que darte una torta.-comenté parándome para mirarle a los ojos.-¿En qué demonios piensas? ¿Te crees que puedes sobrevivir en las calles tú solo? ¿Sabes lo peligrosas que están siendo? Hasta yo puedo morir con una de las nuevas balas. Así que deja de quejarte, de llorar y de patalear.-le tomé de las mejillas acariciándoselas. Mis dedos jugaban con sus pómulos mientras mi mirada se veía llena de preocupación y rabia.-¿No te das cuenta que no quiero perderte?

Después de soltarle aquello volví a tirar de él. Jalaba de su cuerpo como si fuera un muñeco de peluche. Quería dejarlo protegido, a salvo de todo y de todos. No podía pensar racional ni un segundo.

Le miraba con el ceño fruncido un leve morro, mosqueado y molesto - he sobreviviso mucho tiempo en la calle y solo - contestó altanero - y no estoy llorando ni pataleando... - abrió la boca como para decir algo más "no me toques" más especificamente, pero esa confesión le descolocó totalmente.

Se dejó arrastrar ahora en silencio le había desarmado con esas palabras, unidas a esa mirada de preocupación... realmente parecía sentir lo que decía, pero entonces por que volvía oliendo a mujer, sudor y sexo?

- Ama... explícame que ha pasado esa noche - pidió haciendo que le soltara con un movimiento brusco, solo para pasar a tomarle de la mano, entrelazando sus dedos.

Suspiré pesado cuando me preguntó de nuevo sobre todo lo que había pasado, pero no era seguro hacerlo en las calles donde podían escucharnos cualquiera. Prefería ir hacia el edificio y estar a buen resguardo. Mis dedos se entrelazaron a los suyos mientras caminaba despacio. Mis ojos se quedaron fijos en el inicio de la calle, allá donde estaba aquel monumento a la resistencia.

-Deja que lleguemos, por favor.-apreté su mano notando que el aire frío se enrarecía. Giré mi rostro hacia el lugar por el cual habíamos venido.

Una presencia de los infiernos estaba allí, no era Caim porque ya había olido su fragancia y no era él. Sin embargo esos ojos rojos fijos en nosotros en plena penumbra me hizo tomarlo en brazos y alzarme por los aires.

Me moví lo más rápido que pude, si bien quedó atrás mirando sin hacer nada más. Parecía haber intentado espiar nuestra conversación. Yo llevaba mi mente cerrada, pero no sabía si habría podido alcanzar a saber algo de la suya. Mis miedos se volvieron aún más asfixiantes y presentes.

- De acuerdo - murmuró, aunque no parecía demasiado conforme, se colocó a su paso. El viento le desordenó el pelo y trajo un olor y presencia extrañas, giró el rostro, y, aunque solo vio una figura al final de la calle donde habían estado, un intenso escalofrío le recorrió de pies a cabeza.

No se resistió cuando le tomó en brazos, en lugar de ello se aferró a su cuerpo, como buscando protección, cerrando los ojos y agarrando su camisa con fuerza. Nunca había sentido una presencia así, no solía sentirlas en realidad debido a su poder, pero esa era densa y agobiante, oscura, le despertaba los instintos de huir.

Cerré la puerta y di la voz de alarma, todos quedaron alertados. Muchos aún seguían allí firmando los informes de las últimas batallas. Todo estaba hecho de forma burocrática para crear planos donde había más actividad paranormal, violencia o simplemente más tranquilidad. Tenía un plano inmenso en una de las salas donde me reunía con los líderes de los distintos grupos de la organización.

-Vete dentro, iré a ver si se ha marchado y si no habrá que luchar.-comenté dejándolo en el suelo.-Te amo.-susurré cerca de sus labios para después besarlo.

Antes que dijera nada, oponiéndose o despidiéndose, salí de allí. Me movía rápido como una sombra. No era el único, un par de mis hombres me siguió inspeccionando la zona. Un joven vampiro quedó cerca de mi, moviéndose algo más torpe, mientras buscábamos la fuente de aquel aroma intenso a azufre. Pronto dimos con la calle por la cual se paseaba.

Era un impresionante demonio que caminaba sin más. Sus cabellos rubios caían hasta su cintura, sus ojos eran rojizos llenos de ira, su piel era canela y tenía una barba vikinga que cubría su ancha mandíbula. Su ropa era de cuero negro y contrastaba con el metal de aquella enorme bastarda.

-¡Largo! ¡La cosa no es con vosotros insectos!-gritó cuando nos quedamos prácticamente como gárgolas asechándole.

No podíamos estar seguro si era así o no, simplemente teníamos que quedarnos mirando sus movimientos. Pronto apareció otro demonio de aspecto más fino y adolescente, poseía cabellos de fuego y unos ojos negros que paralizaban. La fuerza de su aura era igual que la del otro demonio. De la nada empezaron a pelear chocando sus espadas. Por esta vez era una disputa ajena a nosotros.

Nos replegamos y regresé hacia donde estaba Killian. Cuando entré suspiré calmado, la tensión me había hecho marcharme sin mis armas. Me acerqué a Killian y lo tomé por la cintura pegándolo a mí.

Una vez dentro se sintió solo un poco más seguro, devolvió los pies al suelo e intento aferrarle sin exito, no quería que saliera. - Ama... - no tuvo oportunidad, el castaño le soltó rápido para salir dejandole allí, asustado y preocupado.

No bajó, se quedó justo donde le había dejado, dando paseos en pequeños círculos y mesandose las manos. Quería ayudar, realmente quería ayudar y no quedarse en la retaguardia aún cuando ese había sido siempre su trabajo. Ahora quería ayudar a Amaury, protegerle, pero este no confiaba en su fuerza, ni siquiera él mismo lo hacía.

Nada más verlo entrar dejó de dar vueltas para pegarse totalmente a él, pasando los brazos por su cuello, escondiendo la cara en él. Temblaba ligeramente y al darse cuenta le abrazó con más fuerza

Me quedé callado acariciando sus cabellos, dejando que me abrazara. Besé su frente y luego sus mejillas antes de apartarlo. Tomé su mano tirando de él, lo llevaría hacia mi despacho para hablar calmados. Él tenía un pequeño lugar en la enfermería, pero no era el más adecuado. Allí estaban los demás entrando y saliendo, buscando archivos e informes, y nosotros necesitábamos privacidad.

-Te contaré lo de Hella, será breve.-comenté mientras mis dedos jugaban con los suyos, terminando por besarla.

Entramos por el pasillo que parecía eterno, hasta llegar al despacho y girar el pomo. Cuando entré ya mi secretaria no estaba, tenía el día libre. Entré en mi pequeño cubículo y cerré la puerta.

-Hella y yo...-empecé a decir alejándome de él para sentarme en el escritorio.-Nos conocimos poco antes de encontrarte en el cementerio. Tuvimos un pequeño enfrentamiento con un ángel estúpido, se dio por aludida y casi huye. Sólo la ataqué porque me pareció algo idiota el creer que porque era vampiro era un ser maligno.-dije antes de cruzarme de brazos.-Hacía semanas que no la veía, pero cuando la encontré esta noche no parecía ella.-tragué duro y lo solté.-Caim es su padre, ella es su criatura... y no le ha importado lo más mínimo. Ella lo descubrió anoche. Él prácticamente la forzó, la hundió en la miseria y le quitó su orgullo.-suspiré cuando dije lo último.-Killian... yo no hice nada malo, sólo abrazarla porque se hundía y consolarla. Ahora pertenece a la organización.

Se dejó guiar por él, sin soltarle de la mano. Pensó que irían a su "despacho", que no era otra cosa que un pequeño escritorio metálico en la enfermería, pero en lugar de eso pasaron de largo siguiendo el eterno pasillo- Iban al despacho de Amaury.

Su secretaria no estaba así que entraron directamente, Amaury fue a sentarse en su mesa mientras que Killian se quedó donde estaba, de pie en la puerta, escuchandole... sintiendose cada vez más mala persona conforme oía lo sucedido. Acabó apoyado en la puerta, con la cabeza totalmente gacha, su cabello había caído en cascada por lo que no podía verse bien su rostro - lo siento - murmuró

-Estaba ido porque me preocupé.-comenté.-Juré cuidar de Román y está cada vez más libre, sintiendo la llamada de ser un lycan más que su lado vampiro.-caminé hacia él despegándome de la mesa.-También por ti y por todos, no quiero que hagan daño a las personas que están bajo mi mando.-le tomé del rostro con mis manos algo frías, acariciando sus mejillas.-No quiero que te pase nada malo. Por eso no quería implicarme contigo, ahora eres un blanco fácil y yo tengo mi talón de Aquiles.

Me abracé a él, o más bien le abracé yo, acariciando sus cabellos y besando su frente. Sabía que estaba avergonzado por como se había comportado, por eso no era tan duro con él como debería haber sido. Me preocupaba que ahora se sintiera incómodo frente a Hella o a mí mismo, todo porque sus celos le habían dejado guiar.

Seguía escuchandole, avergonzado, no le miró a los ojos cuando le tomó el rostro entre sus manos, más ásperas que su piel. - Lo siento - fue lo único que volvió a murmurar antes de sentirse abrazado. Se agarró de su camisa pero no correspondió el abrazo - he sido muy infantil - ciertamente, se había comportado como un crío, todo por celos, pero no los había podido controlar.

No podía controlar esa parte que desconfiaba por que el mismo estaba inseguro, no veía que tuviera nada que pudiera retener al castaño durante mucho tiempo, se acabaría cansando y él no quería que se cansara.

Era el momento de confesarle que era sólo para él, que le amaba y que no pensaba dejarle o cambiarle por alguien más. Pero eso era algo impensable en mí, no podía doblegarme y menos ser tan cursi. Me sentía en una encrucijada, así que opté por la salida más adecuada y simple para mí.

Estreché mejor su cuerpo entre mis brazos, acaricié sus cabelos un poco más y me mantuve en silencio. Mis labios se posaron sobre su frente y mis ojos se fijaron en los suyos, justo después de tomarlo por el mentón para ver su rostro. Estaba arrepentido y se sentía como un niño. Yo lo seguía viendo como un ángel, un ser perfecto que me había hecho sentir como jamás nadie hasta ahora. Pero no iba a decir nada, tan sólo guardé mis mejores palabras.

-Te perdono, sólo fueron celos.-comenté antes de apartarme.-Vamos fuera, necesito ir a mi habitación y podemos estar un rato juntos.