Respira profundo y no mates a nadie(?) -Priv.-

Sin poder contenerse gimió cuando lamio su lóbulo, esperando no haberlo echo demasiado alto, no quería a nadie viéndole.

-pero Alex…-gimió contra su cuello alejándose para verle con ojos reprochantes, pero una sonrisa juguetona en sus labios, su sonrisa desapareció al sentir sus uñas recorriéndole y desgarrando la piel, estremeciéndose, escuchaba esos pasos cada vez mas cerca, mientras que Alexandre le hacia estirar el cuello, gimiendo de manera ruidosa quedándose con la boca entreabierta  cuando le embistió, devolviéndole una mirada lasciva entre jadeos y gemidos ahogados, notando como los pasos se detenían y parecían volver a alejarse, entre risas, cerrando los ojos cuando le sintió terminar dentro de si, totalmente excitado retorciéndose entre la pared y el, pegándose a su cuerpo, terminando junto con el, sintiendo como salpicaba a ambos con su semen, Leigh  le pertenecía a Alexandre y ambos lo sabían, había sido el primero en poseerle, en marcarle, la primer persona a la que se entregaba, y a la única que lo haría, le amaba, no tenia duda de eso, ese ultimo beso le parecía tan dulce, era como si con ello se diese por terminado su encuentro, si antes se encontraba cansado, ahora simplemente no podía con su cuerpo, su abrazo se torno flojo, volviéndose a aferrar a el cuando reconoció el sabor de su sangre, al inicio solo la saboreaba, al poco se encontraba recorriendo la lengua con la suya, mordiéndola, buscando un poco mas de esa droga liquida, jadeando al obligarse a alejarse y dejar de morderle, suspirando cansado, aunque aun permanecía dentro de el, y solo por hacer broma, comenzó a mover sus caderas,  aferrándose a su cuello para alzarse, notando un ligero dolor, volviendo a descender, sonriéndole travieso aunque cansado.

Leigh llegó a su orgasmo al mismo tiempo que yo quedando lívido entre mis brazos. Ambos estábamos completamente sudados, cubiertos por una capa de sangre, pegajosos y empapados con su semen, situación que me hizo reír entre dientes, parecíamos dos simples muchachos, casi adolescentes desesperados por los placeres del acto carnal. Las voces se alejaron probablemente después de vernos o escucharnos y eso me hizo un poco de gracia, me sentaba bien ser irresponsable de vez en cuando, pues todo el estrés y la rabia que había sentido había desaparecido. 

Leigh volvió a moverse sobre mi miembro y jadeé bajo cerrando los ojos, yo también estaba agotado pero sus movimientos eran tan sugerentes y deliciosos, que sólo podía reaccionar a ellos de la mejor forma, moviéndome contra sus caderas, viendo su sonrisa traviesa aunque destilaba cansancio-. ¿No has quedado satisfecho, cachorro? ¿Quieres más de ésto? -pregunté dándole una fuerte embestida, sintiéndome duro y despierto para él otra vez, excitado por su caluroso y estrecho interior, por sus gemidos, por la expresión de su rostro.

La repentina embestida y el que su mayor estuviese de nuevo listo para volver a poseerle le asusto, robándole un sonoro gemido de placer cuando se sintió rasguñar su espalda contra la pared por culpa de su embestida.

-No lo sé, ¿qué es lo que te parece a ti? – pregunto de manera retadora poniendo su dedo índice sobre los labios de su mayor delineándolos y robándole un suave beso, volviendo a apoyarse en sus hombros para moverse sobre su miembro, jadeando por la excitación y cansancio contra sus labios, tal vez no era buena idea una segunda ronda, pero le había sentido tan distante, que aun si a la siguiente noche no lograba levantarse o despertar le daba lo mismo.

-o...¿es que tu edad no te lo permite? – volvió a retarle aunque ya ni siquiera era necesario, quería simplemente grabarse en la mente de Alex,  no quería que le viera como una noche cualquiera de sexo, buscaba impregnarse en sus recuerdos,  convertirse en aquello que le robase una sonrisa pícara al recordar, que cada que se viese obligado a pasar por ese callejón recordase como había disfrutado de su cuerpo, su aroma, y sus besos.

Apretó su agarre en torno a su cintura, estar en esa posición ya suponía una gran excitación de entrada, su mayor tenía que sostenerle para no caer, apenas repartiendo el peso contra la pared que le rasguñaba en cada movimiento, sumado al hacerlo en un lugar público, que casi les descubriesen, era algo casi prohibido, y eso lo hacía algo tan fascinante, seguramente en un futuro buscase repetir la experiencia con la variante de que sería un lugar más transitado.

Un gruñido salvaje salió por mi garganta como respuesta a sus palabras, me provocaba, con sus sonrisas y sus movimientos, y yo por supuesto, no me quedaría de brazos cruzados, excitado por estar aún dentro de él, por la situación en general, por el lugar en el que estábamos-. ¿Quieres saber qué clase de cosas mi edad me permite? -ronroneé relamiéndome los labios tras ese beso, alzando una ceja, viéndole directo a los ojos a la vez que volvía a embestirle de forma ruda, clavado por completo en él, levantándole sólo con la fuerza de mis caderas. Podía sentir que tocaba su parte más profunda y emití un breve jadeo, controlando mi cuerpo, obligándome a no moverme dentro de él.

-Te follaré tan rudamente que tendrás que usar una silla de ruedas... -murmuré en su oído dejando caer mi aliento sobre su sudada y húmeda piel, sonriendo casi de forma retorcida, olvidándome de ser amable, dejándome llevar por él, le deseaba tanto, que apenas podía contener mis ganas de arrojarlo contra el sucio piso y aprisionar sus caderas, enterrarme en él, asegurándome de que jamás podría olvidarme, de que nunca pudiera aceptar a nadie más que yo en su interior y si lo hacía, jamás sacarme de su mente.

Pese a que había apretado sus piernas entorno a mi cintura, no me fue difícil, con un rápido movimiento, quitarlas y bajarle de mis brazos, sosteniéndole de frente a la pared sujetándole por sus caderas para evitar que cayera o se lastimara contra la misma. Y, aprovechando que aún estaba dilatado y lubricado con mi semen dentro de el, le penetré con fuerza, sin demasiado cuidado, siendo fácilmente aceptado otra vez por su cuerpo. Me clavé profundamente dentro de él golpeándole fuertemente con mis caderas, haciéndoselo duro, respirando sobre sus cabellos y su nuca de forma agitada. Le mantenía firmemente asido contra mi cuerpo, no quería que fuera la pared la que marcara su piel, sino mis uñas, pues con una mano, aferré su pecho clavando mis garras en su piel, deslizándolas hasta su ombligo y de vuelta a su pecho, pellizcando uno de sus pezones, luego el otro. 

Sus húmedos cabellos me molestaban y con un gruñido ronco los aparté rápidamente dejando su nuca y cuello expuesto para mí, regresando rápidamente a sus pezones, sin dejar de moverme de forma violenta contra sus caderas-. Dime... te gusta... esto...? Sigues pensando... que soy tan viejo...?

Entrecerró la mirada curioso por ver de lo que era capaz,  embistiéndole de esa manera que había echo que su espalda se arañara por completo, creando finos caminos de sangre que sanaban de manera lenta, sintiéndole tan adentro de él, que da esa manera le había resultado placentera, jadeando cuando se mantenía en su interior, dando pequeños gemiditos casi pidiendo que volviera a hacerlo, pero eso era algo que no escucharía salir de sus labios, apretó su agarre, restregándose contra su cuerpo, aunque él no se movía, hasta que le escucho amenazarle, si, eso era una amenaza o ¿un aviso? ,  rio para sus adentros pensando en que eso era imposible, pero  realmente hacía apenas unos días su cuerpo, en especial sus caderas y piernas le habían fallado, dándose tremendo golpe.

-eso…es imposible – murmuro entre jadeos, mientras se restregaba contra su cuerpo, gruñéndole de manera casi automática cuando le alzo y se liberó de sus piernas, privándole de verle, estremeciéndose a notar que solo le había bajado, mirándole por encima del  hombro, buscando su mirada, pero antes de encontrarla le hizo gritar, entre el miedo y el placer, bajando la cabeza respirando con dificultad al sentirle de nuevo tan dentro de él, le gustaba, realmente le gustaba todo de él, cuando había sido cuidadoso la primera vez, y esta, en la que ambos se habían dejado guiar únicamente por la necesidad de sentirse cerca, dejando de lado cualquier tipo de cuidado o vergüenza, podía escuchar su respiración sobre su cuello removiéndose inquieto, no le gustaba no verle, temía que al volver a mirarle el fuera otra persona,  volviendo a gritar cuando sus uñas le rasguñaban, marcando un sendero de finos hilos de sangre, arqueándose, gimiendo cuando le pellizco los pezones, todo era tan excitante, únicamente molestándole el hecho de no poder verle, volviendo a gemir cuando le pellizco de nuevo,  dolía, pero hacía rato que le había agarrado gusto al dolor, jadeando mientras le penetraba, robándole sonoros gemidos.

El vaivén que marcaba al penetrarle era rápido, violento, apenas era consiente de su pequeño cuerpo que se estremecía y se movía por completo ante cada estocada.

-Er...ere..argh…eres…un…un… ¡¡viejo!! –gruño provocándole aún más, quería ver de qué mas era capaz, quería disfrutar tanto, gemir hasta quedar afónico, que le tomara de la manera más desenfrenada, loca y necesitada que existiera, que con eso le demostrase que era todo para él, que deseaba su cuerpo más de lo que se podía ver y respirar en el aire.

-pero…eres mi viejo  -jadeo, costándole demasiado el poder decir más de dos palabras juntas sin que su constante necesidad de respirar las entrecortara, o un gemido travieso le hiciese olvidar que decía, o que buscaba decir, gimiendo colocando sus manos contra la pared  acomodándolas buscando un apoyo extra, jadeando, moviéndose contra su cuerpo, imitando sus movimientos, ayudándole a llegar a lo más profundo de su ser, excitándose,  tal vez demasiado,, relamiéndose los labios viéndose interrumpida la tarea cuando comenzaba a gemir de manera incontrolable, olvidando que se encontraban en un lugar público y que hacía apenas  un momento estuviesen a punto de encontrarles.

Imposible decía el enano, pero mis rudas estocadas dentro de su cuerpo planteaban lo contrario, sacudiéndole completamente con la fuerza de mis caderas, haciéndole gritar y gemir de placer. Pero aún no era suficiente, necesitaba más de él, de su cuerpo y su boca, y mientras más me provocaba con sus palabras más me encendía, tocando su punto más profundo cada vez que él se unía a mi vaivén, deleitándome con sus gritos. Era demasiado condenadamente sexy y me sorprendía que hasta hacía unas cuantas semanas había sido un virgen, pues su desplante a la hora del sexo era digno de un profesional. 

Gruñí amenazadoramente cuando me gritó viejo y le asesté una mordida de castigo en el hombro, dejándole sangrar, lamiendo el sudor sanguinolento de su nuca al tiempo que me pegaba a su espalda, atrayéndole hacia mí con tanta fuerza que en cualquier momento podríamos fundirnos. Su último comentario me hizo gruñir de forma más baja y, en un nuevo impulso, le aparré de la pared tomándole ambas piernas por los muslos, levantándoselas, sujetándole contra mi espalda clavándome profundamente en su ser. Sentía cómo golpeaba su próstata con mis embestidas y sumando a eso la forma en que le hacía subir y bajar con mis manos, refregándole su espalda contra mi pecho, abriendo sus piernas totalmente dejándome ver su sexo erecto y orgulloso por sobre su hombro-. Grita, vamos... grita mi nombre si quieres mas...

La mordida sobre su hombro le hizo removerse adolorido, estremeciéndose al sentir su lengua, y  su cercanía,  jalándole hacia su cuerpo, de manera tan brusca, sonriéndose entre gemidos, ahogando un gritillo de miedo cuando le levanto de manera inesperada, buscando rápidamente un apoyo, no encontrando otro mejor que pasar sus manos por detrás de su cuello, buscando aferrarse a Alex, sus manos encontraron su melena, recorriéndola, gimiendo, y arqueándose al sentirle tan dentro de él, mientras que su mayor le privaba de realizar cualquier movimiento en busca de placer propio, pegando su espalda contra su pecho sintiendo como esta subía y bajaba al respirar, mientras que le obligaban a abrir las piernas aún más, notándose tan expuesto al ver su sexo erecto, la respiración le costaba, soltó una ligera risa bastante cansada y perdida, -oh Alex..¿Y si no lo hiciera?...tu podrías ¿simplemente salir de mi cuerpo…y…dejar las cosas inconclusas? – murmuro entre pausas dándose tiempo a recuperar un poco el aliento y hablar, mirándole por sobre el hombro,  -¿podrías? – cuestiono, realmente eso ultimo no era alguna clase de reto o algo similar,  era una vaga pregunta que cruzo su mente en ese instante, -Alex – susurro su nombre casi con voz melodiosa, -me deseas, tanto como yo te deseo– murmuro con orgullo, recorriendo sus cabellos, jalándole hacia el robándole un beso, -di mi nombre, aunque sea solo una vez – susurro contra sus labios.

Aquella posición era mucho mejor, su cuerpo se contoneaba contra mi espalda y sus piernas tan abiertas no hacían más que excitarme sobremanera, así como sus manos en mis cabellos, aferrándose a mí, riendo perdido en su propio placer. Los cabellos húmedos se pegaban a su blanca piel convirtiéndole en una erótica escena, su sexo se balanceaba orgulloso contra su vientre conforme le subía y bajaba sobre mí, sus piernas perfectamente bien torneadas siento sujetadas por mis manos, apretando sus muslos con deseo, disfrutando de la tersa piel y la firme carne a mi disposición. 

Seguí follándole sin pausa mientras hacía sus preguntas, emitiendo un sonido más similar a un ronroneo que a un gruñido pues pese a mis años y mi autocontrol, dudaba mucho poder detenerme ahora, estaba a merced total de aquel cachorro de cuerpo perfecto y apetecible. Ante el apremio de su pregunta sonreí levemente inclinándome sobre su oreja, susurrando con la voz demasiado ronca debido al placer y el cansancio que comenzaban a invadirme lentamente-. Por esta vez... y sólo esta vez... Sería incapaz de detenerme... -dije entre jadeos, lamiendo el lóbulo de su oreja, siendo jalado por los cabellos hacia su boca correspondiendo a su beso, acariciando su boca con mi lengua. 

Aunque me costara admitirlo tenía razón, le deseaba tanto como él a mí, me dejaba en evidencia con cada una de mis acciones. Volví a ronronear con su última petición mandando mi orgullo a la mierda, aquello se trataba de entrega total, no de simple sexo esporádico de una noche. Sintiendo oleadas de placer arremolinarse en mi bajo vientre, podía sentir la proximidad de un nuevo orgasmo, y sin pensarlo ni una vez siquiera, accedí a su petición, sucumbiendo frente al tono melodioso que utilizaba-. Leigh... Cachorro mío.. Leigh... -murmuraba su nombre entre jadeos y gemidos roncos casi como una oración, sintiendo el orgasmo próximo otra vez, pegando mis labios a la piel de su cuello succionándola, marcándola con calientes chupetones-. Leigh... te adoro...

Cuando el pronuncio su nombre, parecía sonar diferente, mucho mejor, su voz le envolvía seduciéndole, cerrando sus ojos humedecidos, jadeando uniendo sus gemidos,  demasiado perfecto, inclino su cabeza hacia un lado dejándole más piel expuesta para que su boca le marcara,  estremeciéndose excitado.

-Alex…- Gimió su nombre casi sin aliento, perdiéndose en el placer, aferrando sus manos en los cabellos de su mayor, jalándole hacia su cuello, incitándole a morderle, sintiendo sus colmillos rozar peligrosamente la fina piel de su cuello, arqueándose y dirigiendo su mirada al cielo nocturno, cerrando los ojos con fuerza quedándose con la boca entreabierta emitiendo múltiples gemidos mientras su cuerpo sucumbía ante la excitación  eyaculando manchando su pecho  y algunas gotas que cayeron en el asfalto, agotado se recargo por completo contra el pecho de su mayor, cerrando los ojos, respirando despacio y entrecortado, intento mover sus piernas, demasiado cansadas para nada, ni hablar de su cadera, le había echo polvo.

Asustado aferro su mano a sus cabellos, no quería que le bajara y comprobar lo que ya sabía, estaba tan cansado que no podría caminar ni mantenerse de pie, sin querer confesar su temor cerro los ojos suspirando intentando calmarse.

Sus entrañas se contrajeron con la llegada de su placer y arremetí con mas fuerza contra él, mordiéndole, clavando mis colmillos en su cuello sintiendo mi orgasmo, aquella era la cúspide del placer, llenarle con mi esencia y drenarle a la vez pero sentía que algo me faltaba, también deseaba ser drenado en mi orgasmo, sentir sus colmillos en mi cuello. Lamí su piel herida retirando mis colmillos y besé su hombro con devoción, ambos respirábamos con dificultad y el cansancio era suficiente como para hacerme temblar las piernas ligeramente.

-Te adoro -ronroneé en su oreja comenzando a bajar sus piernas con cuidado, dudaba que pudiera sostenerse por sí mismo y le mantenía fuertemente rodeado con mis brazos. Salí de su interior con inusual cuidado y besé su cuello y hombro repetidas veces, sosteniéndole con las caderas, acariciando su pecho con una de mis manos, recorriéndole, sin importarme mucho mancharme con su esencia, quitándola de su piel para luego llegar mis dedos a mi boca, saboreándole-. Eres tan delicioso, Leigh, que me dan ganas de estar de nuevo en tu interior -ronroneé con una enorme sonrisa en el rostro, girándole para besarle lenta y profundamente, acariciando su boca, jugueteando con su lengua. 

Hubiera seguido felizmente con mis caricias por su cuerpo pero oí nuevamente voces a lo lejos dirigiéndose hacia donde estábamos y gruñí, no quería que nadie más le viese de esa forma, desnudo, sudado, con el cabello pegándosele al rostro y la piel y sus mejillas encendidas, las piernas temblorosas y mi simiente escurriendo por entre sus piernas. Eran tan delicioso y sexy, tan frágil, inocente y sensual a la vez, que me provocaba los pensamientos más eróticos y el salvaje impulso de saltarle encima como si fuera mi presa y hacerlo mío durante el resto de la noche. Y más que seguro estaba, de que mis pensamientos se veían reflejados en la expresión de mi rostro y me sonrisa depredadora.

-Será mejor que volvamos al hospital, podemos seguir en nuestra habitación -sugerí lamiendo sus labios, esperando que la mención del edificio no le alterara-. Nos bañaremos juntos y podremos descansar -comenté pegándole un poco más a mí, desviando mi vista a nuestras ropas destrozadas, sonriendo de lado divertido por nuestro salvajismo y ansiedad-. ¿Has volado alguna vez?

Suspiro agradecido de que no le bajara, que le mantuviera sujeto y seguro entre sus brazos, emitiendo un leve gemido cuando le sintió salir de él notando que algo comenzaba a escurrir de su interior, resultándole algo inquietante, sintiendo sus besos sobre su cuello y su hombro como si intentara calmarle y  su mano que le recorria el pecho y retiraba parte de su semen, siguiéndola con la vista hasta que no pudo verla, adivinando lo que había echo, sonrojándose por la confesión, notando que le giraba recibiendo sus labios y su lengua casi con devoción, notando su propio sabor en el beso, sin reconocer realmente nada en especial, disfrutando de un beso tierno, sin prisas, sonriéndose una vez que este término, si le decía esas palabras con total seguridad…sería casi imposible que le dejara ahora.

Entre la oscuridad podía distinguir su rostro, que le sonreía de una manera inusual, inquietándole, sintiéndose como una presa indefensa, siendo la única diferencia que  él, como presa, deseaba ser devorado, devolviéndole una sonrisa tímida  antes de que lamiera sus labios, deseando morder su lengua que escapo rápidamente de sus colmillos, suspirando ante la sola mención del hospital, devolviéndole una mirada seria, al poco sonriéndole de nuevo ante la propuesta,  abrazándose a el emocionado, pues siempre se bañaba solo, seguro seria completamente diferente un baño junto a la persona que se ama, notando de nuevo que alguien se encontraba cerca, escondiendo su rostro entre sus brazos recordando lo que acababan de hacer y que él lo había provocado, sintiéndose apenado y completamente extraño con el cómo había actuado apenas unos minutos antes, pareciéndole tan ajeno a su persona, distrayéndose con la pregunta, negando con la cabeza.

-Nunca- susurro con voz casi inexistente, deseando desaparecer en ese instante, o despertar de aquel sueño…no, realmente no quería despertar de ese sueño, aferro sus manos en la espalda de su mayor sin lastimarle, únicamente asegurándose de que siguiera ahí, alzando la vista, desviándola rápidamente, no podía verle, no después de haber actuado de esa manera tan provocativa, sentía que moría de pena, notando la ropa totalmente arañada, llena de sangre y fluidos , tapándose el rostro apenado olvidando completamente que sus piernas no soportarían su peso,  zafándose de su agarre intentando caminar y alejarse un poco, quería despejar su mente, quería comprender por qué había echo eso, dándose directamente contra el suelo, golpeando seco contra el asfalto,  gimiendo de dolor por el golpe y su cuerpo adolorido, el placer comenzaba a irse y dejaba un dolor agridulce en sus caderas, busco rápidamente la mirada de Alex, arrastrándose en el suelo extendiendo sus brazos en direccion a el de manera temblorosa, exigiendo que le cargase.

Noté cómo se ruborizaba y aunque tal vez él no lo notara, su rostro reflejaba cada una de sus emociones y no me resultaba muy difícil leer a través de él, estaba avergonzado y su timidez sólo servía para alimentar más a la bestia en mi interior, meditando la posibilidad de volver a tomarle, pero mirando entonces a mi alrededor, aquel sucio callejón no era el sitio apropiado para hacerle todo lo que deseaba y maldije por no estar en algún cuarto de hotel o directamente en mi habitación, un lugar más decente y menos sucio donde poder tomarle a mi antojo. 

Su respuesta no me sorprendió y me preparé para llevarle conmigo, elevarse no era de mis acciones preferidas pero sería lo mejor y lo más rápido para irnos sin que nos vieran. Pero, no esperaba su siguiente reacción y luego de zafarse de mi abrazo, cayó de trasero al suelo sin que alcanzase a cogerle, parpadeando un par de veces sin saber si reír o preocuparme, aunque se veía tan avergonzado y desvalido, que adiviné que se enfadaría si me reía. Tomé su muñeca ayudándole a levantarse y lo cargué entre mis brazos besando sus mejillas y la comisura de sus labios de forma melosa, ser cariñoso era algo que había olvidado cómo hacer y tampoco había sido una de mis mayores cualidades, sin embargo con Leigh me sentía diferente y no me comprendía, por momentos le adoraba y por otros sólo deseaba alejarme de él, incapaz siquiera de verle. Era todo demasiado confuso y extraño.

-Vamos, te mantendré firmemente sujeto para que no vuelvas a caer, pero tienes que confiar en mí -le indiqué seriamente, mirándole a lo ojos, sintiendo las voces demasiado cercanas para mi gusto y emitiendo un gruñido amenazador de forma celosa y territorial, algo que me salía sólo por instinto. Dioses, ¿qué demonios pasaba conmigo? Reconocía ser celoso, a veces incluso a un nivel enfermo, pero esto era demasiado, mi instinto más salvaje se veía afectado por Leigh. 

Le sujeté firmemente contra mi pecho deseando poder darle algo con qué cubrirse del frío y maldije interiormente mi natural frialdad, concentrándome, empezando ambos a elevarnos hacia el cielo saliendo del campo de visión de los humanos y otros seres que rondaban las calles a esas horas. Por suerte el hospital no estaba lejos, apenas un par de cuadras, y pronto descendimos hasta la ventana de mi habitación, agachándome para entrar, teniendo cuidado de no golpearle. 

Le llevé directo al baño dejándole sentado en el jamás utilizado inodoro, robándole un beso largo y cargado de pasión, separándome notando su rostro manchado con mi sangre. Sorprendido llevé mis dedos a mi nariz descubriendo que sangraba, lanzando una maldición por lo bajo, últimamente eso me pasaba a menudo pero siempre y cuando utilizara mi don oscuro, pues comprendía que requería de un grane esfuerzo mental. Pero volar... Me limpié como si aquello no me importara y abrí el grifo del agua, esperando a que se calentara.

Ahora era el quien se sentía incómodo con su presencia,  que para colmo era su culpa, si no hubiera actuado tan provocativo le podría ver a la cara sin desear desaparecer, pero no quería alejarse de él, le necesitaba, su mayor le ayudo a levantarse, sintiendo ligeras punzadas de dolor, torciendo una mueca volviendo a ser consolado con besos, esta vez en sus mejillas y en la comisura de sus labios, tan dulces y suaves, agradeciendo que no hiciera ninguna clase de comentario burlista como hubiera esperado de alguno de sus padres, en especial del perro.

Asintió suavemente ante la indicación desviando su mirada a los pocos segundos inquieto, asustándose cuando le escucho gruñir, volviendo su mirada a él dándose cuenta que realmente ese gruñido no iba dirigido a él, miro a su alrededor sin notar a nadie más, únicamente unas voces algo lejanas aunque comenzaban a volverse más fuertes, debido a que comenzaban a acercarse a ellos poco a poco, mirando en dirección a las voces sintiendo como le abrazaban con un poco más de fuerza, respirando tranquilo e inhalando su aroma, las voces volvían a escucharse lejanas, notando que en esos momentos se encontraban en el aire, flotando, aferrándose a su cuerpo temiendo por caer, por distraerle o simplemente por pensar que haría algún movimiento  brusco  y su mayor no le podría sujetar,  apenas quiso mover su cabeza mirando la ciudad, llena de luces y algo de vida, perdiendo su mirada en ella, fascinado, emitiendo un ligero gruñido como reproche cuando llegaron a su habitación, entrando por la ventana,  sorprendiéndose al notar todo echo un desastre, apenas le reconocía siendo que había pasado muchas horas encerrado ahí, exigiendo una respuesta con la mirada, pero Alex se encontraba más concentrado en otras cosas.

Cuando le sentó sobre el inodoro emitió un leve quejido, le dolía , y de nuevo sentía sus besos como una clase de consuelo, ahogando su dolor en sus labios, besándole, perdiéndose  y sonriéndole enamorado una vez el beso termino, alarmándose al ver la sangre brotar de la nariz del vampiro, estirándose hasta alcanzarle jalándolo hacia él, mirándole nos segundos en silencio volviendo a jalarle obligándole a quedar a su altura limpiando los rastros de sangre, lamiéndola besando sus labios al terminar.

-¿qué sucede? – se aventuró a preguntar mirándole a los ojos, olvidando su pena, pues ahora le interesaba saber que había pasado realmente, porque la habitación estaba en ese estado, por que sangraba, no sabía si esperar realmente una respuesta o no, quería saber, pero no quería ahogarle con preguntas, desvió la mirada, tratando de aligerar el tema, comenzando a quitarse los restos de su ropa, hasta quedar totalmente desnudo, quejándose de dolor cada que se movía y sus caderas se veían implicadas en ello, haciéndose el fuerte se apoyó  contra la pared alzándose buscando dirigirse en dirección al agua, sus piernas temblaron amenazando con volver a dejarle caer, dando apenas unos pasos  aferrándose a su mayor gruñendo mal humorado .

-No es nada, descuida -comenté viéndole desnudarse, aunque sus ropas eran meros jirones de tela inservible. Imité su gesto y me quité lo poco que quedaba de mis pantalones y las zapatillas, notando que el agua ya estaba lo suficientemente caldeada y la bañera se llenaba con rapidez. Iba a cargar a Leigh hasta el agua pero se me adelantó poniéndose de pie por sus propios medios, adivinaba que le dolía pues recordaba lo que se sentía recibir y me sentí un poco culpable por mi rudeza y salvajismo. El vampiro podía lucir lujurioso y fogoso a la hora del sexo, pero no debía olvidar que hacía noches atrás era completamente virgen, se suponía que debía tener algo más de consideración hacia él. 

Le sujeté cuando por poco volvió a caer riendo leve con sus gruñidos, besando su cuello y mandíbula, subiendo a besos hasta sus labios rodeándole por la cintura, levantándolo con cuidado llevándole conmigo metiéndonos ambos bajo el agua de la ducha. Todos mis músculos parecieron relajarse con el agua caliente y esperaba que el cachorro tuviese la misma reacción, tal vez eso conseguiría ayudarle un poco con el dolor. Le observaba fijamente, sin querer perderme detalle alguno de su cuerpo bajo el agua, era tan condenadamente sexy que no podía pensar en nada que no fuese volver a tomarle, hacerle el amor bajo el agua y escucharle gemir sumando el eco tan particular de los baños. 

Sin embargo, conseguí controlarme, no sería correcto una tercera ronda estando él tan agotado y adolorido. Una vez el agua se llevó la mayor parte del sudor y los fluidos que manchaban nuestras pieles, cerré el grifo y guié a Leigh a sentarse sobre mis piernas en la bañera, tomando una esponja y comenzando lentamente a enjabonarle, el pecho, los hombros, sus largas y bien torneadas piernas. Su espalda descansaba contra mi pecho y le moví de tal forma que su cabeza descansara sobre mi hombro, besando sus cabellos con cariño-. ¿Te sientes un poco mejor ahora? ¿O sigue doliendo mucho? -Pregunté con un ronroneo de voz, pegando mis labios a su oreja-. Luego deberíamos dormir un poco para recuperarnos y descansar, ¿no crees?

-No es gracioso – gruño al escucharle reír demasiado cansado como para soltarle alguna clase de golpe por hacerle burla, únicamente bufando comenzando a olvidarse poco a poco de buscar una venganza al sentir sus labios de nuevo sobre su piel, cerrando los ojos sonriendo una vez sus labios se encontraron, besándolos, dejándose cargar sin oponer resistencia alguna y es que aunque quisiera hacerlo no podía, cuando el agua caliente comenzó a recorrer su cuerpo, sus largos cabellos que se pegaron a su espalda y rostro, soltando un largo y suave suspiro, relajándose,  dejando que el agua se llevase todo rastro de sangre, sudor y semen, se acomodó los cabellos echándoselos hacia atrás dejando su rostro libre, se encontraba cansado, sin querer abrir de nuevo los ojos, comenzando a adormilarse, adivinando que le observaban, no tenía que verle para saber que lo hacía, simplemente podía sentir su mirada sobre él, aun así entreabrió los ojos dedicándole una sonrisa al comprobar lo que pensaba, sin poder evitar estremecerse al notar que le miraba  con deseo, esperando que no buscara un tercer encuentro, trato de fingir naturalidad, aunque por dentro se encontraba echo un mar de nervios, sabía que si buscaba una tercera ronda no se la negaría,  incluso participaría encantado, pero en el estado que se encontraba sería algo completamente estúpido, volvió a cerrar los ojos concentrándose en el tacto del agua que le destensaba y daba un poco de calor a su fría piel, de paso ayudándole a menguar el dolor, casi olvidándose de que esta vez no se encontraba solo, alertándose cuando  escucho que cerraban el grifo, volviendo a relajarse una vez su mayor le sentó sobre sus piernas, recargándose contra su pecho descansando moviendo únicamente la cabeza siguiendo con la vista entretenido las manos de su mayor que comenzaban a enjabonarle de manera cuidadosa, pareciéndole tan extraña la manera en la que se encontraban, desnudos y en completa calma, llevaba rato que le parecía haber asumido el rol de una muñeca, sin emitir sonido alguno dejando que las manos de su mayor le movieran, disfrutando de las atenciones,  aunque le costara admitirlo le gustaba de sobre manera ser mimado.

-Duele menos – susurro resultándole extraño escuchar su propia voz, tan calmada y suave,  después de todo lo que había sucedido esa noche y en los días anteriores,  de paso Alexandre se comportaba tan cariñoso con él, haciéndole pensar que después de todo no era tan malo discutir de la manera que habían hecho si al final le iba a llenar de mimos, asintió a su segunda pregunta, realmente quería descansar, se encontraba tan cansado que incluso podía caer dormido ahí, entre sus brazos, dejando que el agua le sirviera de cobijo, tapándose la boca bostezando, seguido de eso llevo ambas manos a sus cabellos, echándose el pelo hacia el frente, comenzando a pasar sus largos dedos  intentando alisarlo, considerando seriamente el recortarse el cabello,  desechando la idea después de un rato, volviendo a adormilarse por el calor del agua, el vapor que les rodeaba y la tranquilidad que se respiraba en el aire.

-Gracias…-murmuro de manera inconsciente girando su rostro para besar a su mayor,  y acomodarse entre sus brazos, adoraba tenerlo cerca,  al poco se encogió tomando  posición fetal, usando a su mayor como una especie de cama, respirando contra su cuello, con los ojos cerrados, preparándose para dormir, reparando en que el dolor había disminuido, agradecía ser un vampiro, pues de ese modo el dolor de cualquier clase de herida duraba menos, intentando no dormir llevo su mano al pecho de su mayor, haciendo pequeños dibujos en él, sonriéndose – Alex…- pronuncio su nombre buscando llamar su atención, deteniendo el movimiento de su mano, mirándole en silencio,  aunque sus ojos parecían hablar por si solos,  dedicándole miradas dulces, -Te amo – susurro volviendo a dibujar en su pecho, cerrando nuevamente los ojos, su semblante era tranquilo, pero bastante alegre, tras confesarle de nuevo su amor se quedó unos minutos tranquilo y en silencio al poco alejándose, apoyándose en su pecho para mirarle, haciendo una mueca de dolor al alejarse, pero necesitaba ver su reacción y si tenía que hacerlo adivinar que pensaba.


-¿Qué soy para ti? – cuestiono ladeando la cabeza con gesto infantil, pero su semblante completamente serio.

Ambos permanecíamos en silencio, en total calma y relajación, contrastando completamente con nuestro estado de un par de horas atrás.El silencio no me resultaba incómodo y sólo me dediqué a enjabonarle hasta dejarle completamente limpio, descansando, sintiéndome perezoso y adormilado. Probablemente de estar en la cama ya habría caído profundamente dormido, considerando claro, que la cama aún estuviera en condiciones de cumplir su función. Esperaba que no estuviera tan destrozada como el resto del mobiliario y las ventanas, o aquello sería verdaderamente incómodo.

Cerré los ojos cuando Leigh me agradeció, sonriendo para mí mismo y volviendo a mirarle cuando pronunció mi nombre, volviendo a repetir aquellas palabras que ya en calma y sin la intimidad del sexo, seguían pareciéndome demasiado fuera de lugar, tanta entrega, tanta confianza en sus emociones pese a ser un chiquillo apenas. Guardé silencio besando sus cabellos una vez más, me gustaba la forma en que me acariciaba el pecho, pero entonces volvió a alejarse, mirándome serio, preguntando eso, provocando que mordiera ligeramente mi labio inferior. 

Yo no le amaba, lo sabía, pero tampoco era simple cariño o estima lo que sentía hacia él. Le deseaba, deseaba su cuerpo y su compañía, deseaba protegerle y el sólo imaginarle con alguien más, gimiendo otro nombre, me crispaba los nervios, pero no sentía amor. Adivinando que mi respuesta le destrozaría, desvié la mirada hacia su cuello viendo la herida de licántropo sin sanar aún, había estado dispuesto a perder la vida por él, ¿o habían sido sólo mis instintos suicidas buscando la situación adecuada? No, por supuesto que no. Si le atacaran, sabía que volvería a protegerle, que me aseguraría de que nada malo le pasara.

-Eres mi compañero -dije finalmente, al cabo de unos cuantos minutos que me parecieron eternos. Subí nuevamente la mirada hacia sus ojos y me incliné hacia él, sin perder el contacto visual-. Me provocas protegerte y cuidar de ti, te deseo a cada instante y sin duda volvería a interponerme entre un lobo y tu con tal de asegurar tu protección. Te adoro -murmuré acariciando su mejilla, tan suave y delicada.

Y ahí estaba, su primera reacción había sido morderse el labio inferior, ¿como interpretar eso? , ¿Miedo?, ¿incomodidad? , ¿Duda?, seguido a eso había optado por desviar la mirada, evadiendo verle a los ojos, por unos segundos se arrepintió de cuestionarle, le daba la impresión de que una simple pregunta como esa le podía volver loco, alzo sus pequeñas manos en dirección al rostro de su mayor para acariciar su mejilla y decirle que realmente no tenía que responder si no quería, deteniéndose a mitad del camino cuando le escucho hablar, recogiendo sus brazos, mirándole, centrando toda su atención en él.

En ningún momento se había roto el contacto visual, no mentía, pues si hubiera mentido hubiera dirigido su mirada hacia la izquierda, no hubiese aguantado el mirarle sin desviar su mirada,  sin notarlo había quedado completamente en silencio sin poder dejar de mirarle, perdiéndose en sus ojos y miles de pensamientos,  llevo una de sus manos deteniendo la mano que le acariciaba el rostro, besando la palma para luego recargarse contra ella cerrando los ojos, no esperaba esa respuesta, o al menos no esperaba que se lo dijera de ese modo,  ahora él era quien se encontraba confundido, le adoraba, se lo había confesado,  pero y eso ¿que significaba? , si el sexo no estuviera implícito podría incluso pensar que le veía como un protegido, o simplemente otro chico mas que quedaba a su cuidado en el refugio, con la ligera diferencia de que a el le daba mas importancia.

-Compañero… ¿Qué es un compañero? – pregunto sin abrir los ojos, disfrutando del tacto de su mano, del calor que provenía de ella, que no era ni más ni menos que el que sus cuerpos robaban del agua, volviendo a recargarse en su firme pecho.

-Alex…-murmuro de algún modo perdido en sus propios pensamientos –no te atormentes… no me tienes que corresponder…- suspiro sintiéndose casi como un adulto, asqueandose con la sensación –odiaría si te obligaras a tratarme de este modo… solo por miedo a dañarme...- volvió a alejarse recargando su espalda contra el borde de la bañera que se encontraba justo enfrente de su mayor, encogiendo sus piernas contra su pecho, cruzándose de brazos y recargando su mentón sobre ellos, tomando una posición que le resultaba cómoda aunque algo dolorosa.

-Sé que no mientes…pero…también sé que te inquieta cada que te digo que te amo, lo puedo notar por el modo en el que reaccionas, aun cuando tratas de que no sea tan notorio – cerro sus ojos cansado, usando sus brazos de almohada – puedo dejar de hacerlo…dejar de decirte que te amo…aunque en el fondo sabrías que lo quiero decir…-suspiro volviendo a mirarle – ¿seria mejor si lo dejo de hacer? 

Sentía que de alguna forma le había herido de todas maneras, pues esa no era la respuesta que él esperaba y me sentí fatal pues tampoco quería engañarle diciéndole que le amaba cuando no era así. Cuando se recargó en mi pecho hundí el rostro en sus cabellos aspirando su aroma, gruñendo bajo cuando se apartó, yo aún no había respondido a su pregunta pues no sabía cómo explicárselo y que comprendiera sin errores o malos entendidos. 

Le observé alejarse y hacerse un ovillo frente a mí torciendo el gesto, no me gustaba verle así. Sentía como si Leigh hubiese leído mi mente y suspiré desviando finalmente la mirada, en mi pecho pareció abrirse un pequeño y doloroso agujero cuando dijo que no diría más que me amaba. Estaba confundido, no conseguía comprender mis emociones y reacciones con respecto a él. Recordé que cuando conocí a mis dos únicos amores en ambos casos fue prácticamente amor a primera vista, bastó sólo verles y dirigirles un par de palabras para caer rendido ante ellos. Luego les había perseguido y cortejado hasta que finalmente les había conquistado, y siempre había dado todo de mi para ellos. 

Con Leigh no había pasado nada de eso, sino todo lo contrario. Era guapo y le quería, aunque no fuera un chico rubio de piel lechosa entraba en la categoría de mis caprichos o ligues de una noche, pero el vampiro era más que eso. Cerré los ojos suspirando pesado, tal vez estuviera demasiado herido y decepcionado del amor con todo lo que había sucedido con mi amado Anssi, o quizás aún estuviera esperándole, pues nuestro último encuentro había sido completamente desastroso. Él me odiaba, claramente, y jamás me perdonaría por haberle convertido al don oscuro. Y era obvio que nunca había esperado que yo le descubriera, pues había fingido por años su propia muerte, torturándome mentalmente... Sólo para encontrarle y descubrir que seguía odiándome. 

-No quiero ser cruel ni jugar contigo. Un compañero... hace muchos años era la forma en que los vampiros viajábamos y vivíamos, lo usual era tener una pareja del sexo que fuera. No es algo romántico -indiqué viéndole-, pero es una forma cariñosa de tratar con un igual, significa estima, confianza y cierto cariño más similar al de una buena amistad o hermandad. Yo te considero más que un cachorro... un compañero -indiqué acercándome a él, besando la punta de su nariz para luego ponerme de pie y salir de la bañera, envolviendo mi cintura con una toalla. Busqué una para Leigh y la dejé colgando a su alcance, comenzando a secarme lentamente el cuerpo y los cabellos, queriendo distraerme del tema pues me resultaba doloroso.

-¿Quieres saber por qué me inquieta tanto? -Pregunté casi de forma ausente, abriendo los ojos viéndole esperando mi respuesta-. No quiero que dejes de hacerlo pero... Supongo que sólo es cuestión de tiempo -terminé de explicar, retomando mi tarea de secarme con lentitud y de forma minuciosa, pues nuestra piel inmortal no absorbía el agua como la piel de los humanos.

“No desvíes la mirada” quiso decirle, pero aun para el resultaba descortés, y así, se quedó solamente viéndole en silencio, parecía perdido en sus propios pensami
entos, cerró los ojos sin desear seguir viéndole así, entre abriéndolos mirando la superficie del agua, los segundos le parecían eternos y su silencio insoportable, clavando sus propias uñas en sus brazos, abriendo pequeñas heridas que curaban al poco, volviendo su mirada atenta a él apenas le escucho hablar, atontado por sus palabras, frunciendo el ceño al encontrar varias deficiencias en lo que le decía, cerrando los ojos de manera instintiva cuando le vio acercarse, esperando un beso en los labios, suspirando decepcionado cuando únicamente le había besado la punta de la nariz, siguiéndole con la mirada notando que dejaba una toalla a su alcance, sin tener realmente muchas ganas de salir del agua, de volver a su realidad, de romper ese momento, por unos segundos sintió que si salía de la bañera al poco volvería a ausentarse mentalmente, perdiéndose de nuevo y convirtiéndose en un ser que solo sabía de estrés, temeroso incluso de su sombra y sus pensamientos.

La voz de su mayor volvió a llamarle la atención fijando su mirada en él, soltando de su abrazo sus piernas, extendiéndolas recargándose en la orilla de la bañera esperando que continuara hablando, que le explicara, quedándose inconforme, reprochándole con la mirada.

-¿por qué te inquieta?... cuestión de tiempo ¿para qué?...¿esperas que en algún momento cambie de opinión?-refunfuño al sentir que no confiaban en su palabra, alejándose del borde de la bañera, estirando su brazo para alcanzar la toalla, cubriendo su cabeza y comenzando a secar su cabello sin mucho cuidado, a la par que se levantaba para salir de la bañera, gruñendo ante las ligeras punzadas de dolor, pese a que era menores y esta vez se podía mantener de pie.

El cuidado por su persona apenas había durado un par de minutos, únicamente dedicándose a secar su cabello - eres tu quien realmente no comprende lo que quiere – gruño mal humorado dejando caer la toalla al suelo, saliendo del baño a zancadas, tomando nuevamente ropa prestada del vampiro, vistiéndose con lo primero que encontró, una camisa de manga larga negra, su corta estatura jugaba a su favor esta vez, pues la camisa le cubría perfectamente su desnudes, ignorando por completo el que el lugar se encontraba echo un desastre, dejándose caer sobre la  cama, manchándola de agua, que provenía tanto de su cuerpo como de su pelo, cerrando los ojos pretendiendo dormir, cometiendo el grave error de  acomodarse en la cama apoyándose con ambas manos en ella, lo siguiente que vio le dejo sin habla y con la mirada perdida, mordiéndose el labio inferior hasta hacerlo sangrar, sin ser capaz de alejarse de la cama, apenas quitando sus manos de ella completamente serio, sin comentar nada,  dándose la vuelta y apretando sus manos contra su pecho.

Negué con la cabeza a sus interrogantes, guardando silencio dejando que me cuestionara. Suspiré pesado cerrando los ojos cuando me increpó y salió del baño y me quedé allí un poco más, viendo mi reflejo en el espejo. Me sorprendió lo cansado que lucía, demasiado mayor para la edad que mi cuerpo reflejaba, pero no era un cambio físico, realmente. Más bien algo en la expresión de mi rostro: las ojeras mucho más marcadas, mis ojos sin aquel brillo que antes los caracterizaran. No lucía como un hombre de 24 años, sino como un verdadero anciano de 40 y tantos.

Sentía que de un momento a otro se me habían caído los años encima y me sentí agotado. Me quedé mas tiempo que el necesario sin ganas de enfrentarme a Leigh y sus preguntas, sentía que habíamos vuelto al inicio de la noche, ambos demasiado distanciados. Terminé de secar mi cuerpo y cabello y salí en busca de ropa, volvía a necesitar salir, irme lejos en donde poder encontrar algo de paz conmigo mismo. Me vestí rápidamente, tan sólo con una camiseta negra, pantalones tipo jeans y zapatillas converse. No fue hasta que estuve totalmente vestido y listo nuevamente para irme, que me giré a ver a Leigh dándome la espalda sobre la cama, totalmente empapado aún y humedeciendo las sábanas. Agradecía que nuestra naturaleza evitara que enfermara.

-A decir verdad tengo la mayoría de las cosas claras -indiqué viéndole, suspirando y acercándome a la cama. Me senté a su lado y estiré la mano para acariciar sus cabellos, pero me detuve a mitad de camino, no lo consideré adecuado mucho menos con lo que iba a decirle. Cerré ambas manos en puños sobre mis piernas y desvié la mirada hacia la mesa de noche, viendo mi rosario de madera, colocándomelo al cuello-. Estoy enamorado, Leigh, pero no de ti, sino de otra persona. Lamentablemente, él me odia con toda su alma y ya nunca más estaremos juntos, pero yo... -suspiré y me puse de pie, hablar de eso, exteriorizar mis sentimientos, se me hacía realmente extraño e incómodo-. Mi corazón sigue perteneciéndole, cachorro. Lo siento -me disculpé, dirigiéndome hacia la puerta, abriéndola y saliendo. Sin embargo, me volví antes de cerrarla y añadí, con verdadero dolor en mi pecho y voz-. Sólo espero que no me odies por esto.

Sus manos comenzaron de un momento a otro a arañar su propio pecho, maldiciendo su don, viéndolo como un castigo, mientras permanecía con los ojos fuertemente cerrados y su pelo pegado a la cara, sobresaltándose cuando le escucho sin querer mirarle, no tras ver como había poseído a otro, comenzó a temblar, nuevamente sentía miedo, podía casi adivinar que se marcharía, que le dejaría ahí, volvió a arañar su pecho con gesto desesperado, sentándose sobre la cama, viéndole de espaldas marcharse, sus palabras y su confesión no le habían dolido tanto como esperaba, podía incluso vivir con ello, pero siempre buscaría ocupar ese lugar, no como un remplazo, no, realmente no quería vivir imitando a alguien para que le quisieran,  deseaba que le quisieran por quien realmente era, lo que realmente le dolía era que se fuera, que se alejara de él, no quería perderle, que se fuera tan lejos que no pudiese alcanzarle, sin darse cuenta ya se encontraba siguiéndole, dejando un rastro de agua tras de sí, quedando a escasos metros de el cuándo dijo su última oración, sosteniendo la puerta con una mano evitando que la cerrara.

-Si me abandonas entonces te odiare…-dijo mirándole directo a los ojos con el rostro sereno, sin rastros de tristeza, ni miedo, de algún modo que le hubiera dicho eso, le tranquilizaba, ahora comprendía un poco mejor su postura, -La soledad me mataría…- desvió la mirada, caminando hacia él, abrazándole, sin comprender del todo porque lo hacía, porque sentía esa necesidad de tenerle entre sus brazos, únicamente sentir que estaba ahí, soltándole tras unos breves segundos, dispuesto a dejarle marchar, no quería dañarle, o exigirle nada.

-Lo siento – murmuro, pues no quería ser un remplazo, -daría cuanto pudiera por hacer que fueras de nuevo feliz con el…- soltó  de manera realmente sincera, suspirando, parándose sobre la punta de sus pies robándole un último beso, apenas rozando sus labios, cerrando los ojos grabándose su aroma en la memoria, abriéndolos lentamente sonriéndole de manera amarga.

-Pero…lo único que puedo ofrecerte es un poco de compañía-

Y ahí estaba de nuevo, abrazándome, pidiéndome que no le abandonara. No supe qué hacer, sólo guardaba silencio, casi como si tuviera un nudo en la garganta que me impidiera hablar. Se alejó a los pocos segundos disculpándose y sus siguientes palabras las sentí como un puñal en el pecho, incluso llevé mi mano hacia donde debería de latir mi corazón pues aquel dolor no era normal. Mi expresión seguramente no era de las mejores, me sentía adolorido y desarmado, como si su dolor fuese el mío e interiormente maldije mi empatía.

-No digas eso... -le pedí, mirándole fijamente a los ojos, acercándome a él y abrazándole por la cintura, ocultando mi rostro en sus cabellos. Le apreté con algo de fuerza desmedida pero no quería que se apartara, me dolía el pecho como si sangrara y no comprendía por qué. Tal vez se debiera al hecho de que mi felicidad nunca estuvo ligada a la de Anssi, o que por su parte jamás obtuve tanta entrega desmedida, tanta confianza. Yo le amaba, pero la nuestra fue una relación tan destructiva que sólo quedó odio y dolor... Y Leigh en cambio, sólo deseaba mi felicidad.

-Lo siento, cachorro mío... -me disculpé sintiéndome como la peor basura del mundo, sentía que de alguna forma la felicidad no me correspondía. Pensaba en Anssi, en nuestro último encuentro y lo que me había dicho, deseando que estuviera muerto... Temía condenar a Leigh al mismo destino, no quería que tuviera que pasar por eso, pero tampoco quería su odio, ni condenarlo a la misma soledad que yo por tantos años había tenido que soportar.

-No quiero dejarte, perdóname por ser tan egoísta -murmuré cerrando los ojos, besando sus cabellos casi de forma desesperada como si fuera él quien escapara y no yo. Luego me incliné a besar sus labios con necesidad introduciendo mi lengua en su boca, acariciándole, aferrándole fuertemente por los hombros-. Te necesito, Leigh, y te quiero como no te lo puedes imaginar... -susurré abriendo los ojos, viendo sus labios manchados de sangre y soltándole, llevando casi por instinto mis manos a mi rostro descubriendo que la sangre se debía a unas furtivas y silenciosas lágrimas que escapaban de mis ojos. Tan pocas veces en mi vida había llorado y ahora derramaba lágrimas sin darme cuenta siquiera, sólo por el dolor que las circunstancias me causaban.

Se mordió los labios al darse cuenta que sus palabras solo le habían dañado, maldiciéndose así mismo, queriendo volver en el tiempo y únicamente quedarse callado, dejando que se marchara, le dolía verle así, esperaba que se marchara, realmente nunca espero que le abrazara, sorprendiéndose quedándose inmóvil, sin saber si corresponder al abrazo, o si solo era su modo de despedirse, cuando le escucho pedir perdón, tembló de miedo entre sus brazos, sintiendo que en cualquier momento rompería en llanto, que  en cuanto le soltara caería al suelo y se perdería en recuerdos.
Intento dejar de temblar, sin querer abrazarle pues si lo hacía le seria más doloroso si el finalmente decidía darse la vuelta y marcharse, dejando que sus brazos colgaran enterrándose las uñas en la palma de la mano, haciéndolas sangrar, manchando el suelo con gotas de su propia sangre, desenterrando sus uñas cuando le volvió a escuchar, pidiéndole perdón y llenándole de besos, abrazándole suavemente.

-No eres egoísta…-susurro antes de que le besara, correspondiéndole, cerrando los ojos, atesorando el momento, sintiendo que sus labios y mejillas se humedecían ¿en qué momento había comenzado a llorar?, abrió sus ojos esperando ver borroso debido a las lágrimas, pero esas lagrimas no le pertenecían, eran de Alex, las veía surcar su rostro, pero el parecía ajeno,  sus palabras le hicieron sonreír, le había dicho que le quería y que le necesitaba, pero no podía dejar de preocuparse por esas lágrimas, mordiéndose el labio al ver que su mayor apenas se percataba de ellas y le soltaba, se acercó a él, tomando sus manos guiándolas a su cintura, para luego apoyarse sobre la punta de sus pies nuevamente, acariciándole el rostro, limpiándole las lágrimas como el había echo antes con él, lamiéndolas y dejando a su paso suaves besos.

- Alex …Yo también te quiero– susurro, robándole un beso, aunque realmente quería decirle que lo amaba, pero no quería atormentarle con eso, no ahora que le veía llorar y lo notaba tan destrozado, le abrazo con necesidad de consolarle, recorriendo su espalda, regalándole suaves caricias,  y llenándole de besos – está bien…desahógate- volvió a susurrar.

Mis manos fueron guiadas a su cintura y le miré de forma indescifrable, notaba su preocupación y procuré detener esas lágrimas, controlar mis emociones, mantener todo mi interior contenido en un baúl, como siempre había estado. Todo sellado, todo guardado profundamente en mi interior. Suspiré dejando que limpiara la sangre de mi rostro cerrando los ojos, se sentía bien sentirse querido y, debía admitirlo, me gustaban sus cuidados, la forma en que decía "te quiero" cuando en verdad ambos sabíamos que significaban "te amo".

-Desearía poder corresponderte como desearías, pero no puedo. En verdad lo lamento -me disculpé otra vez, siendo abrazado por él, en verdad apreciando sus gestos protectores hacia mí pese a ser apenas un cachorro, un recién iniciado en la inmortalidad a mi parecer, aunque le estimaba alrededor de 200 años de existencia ya. Sus besos me hacían estremecer y sentía que en mi pecho se habría un agujero frío y negro, la angustia se sentía casi inaguantable pero conseguí dejar de llorar como un debilucho y le sonreí apenas, aún con algunas lágrimas de sangre en mis mejillas.

-Estoy bien, cachorro mío, no quiero que te preocupes por un anciano como yo -comenté acariciando su cintura, volviendo a atraerle hacia mí, abrazándole solamente, sosteniendo con firmeza su frío cuerpo contra el mío temiendo que se alejara, que me gritara como Anssi solía hacer, que me golpeara o peor, que llorara por mi culpa, que dijera que me odiaba a causa de mi egoísmo. Besé su frente y cerré los ojos un momento quedándonos así, en silencio, con mi respiración intentando normalizarse sin mucho éxito y esas odiosas lágrimas que insistían en desobedecer y escaparse, como si sangrara por dentro.

Suspiro al escucharle pedir disculpas, pero las sentía innecesarias, fuera de lugar, negando suavemente cuando le vio intentar sonreírle aun con algunas lagrimas en sus mejillas, riendo bajo cuando le escucho referirse a si mismo como un anciano, manteniéndole cerca, su agarre le resultaba firme, como si le quisiese detener, pero realmente no era el quien había amenazado con irse, si no el, miro sus ojos intentando descifrar lo que pasaba dentro de su cabeza, y cuando pensaba que por fin lo lograría le beso la frente cortando el contacto visual, cerro sus ojos suspirando escuchando su respiración algo agitada.

-Realmente me correspondes como quiero… Recuerda, te pedí que me dejaras permanecer a tu lado…No tienes que pedir disculpas...- susurro después de permanecer un rato en silencio, eligiendo sus palabras, y el como decirlas –Realmente quien debería pedirlas debería ser yo, si no te hubiera confesado nada…si me hubiera negado a seguirte hasta aquí…no habría pasado nada de esto –comento queriendo verle a los ojos, pero realmente no quería apartarle de el solo para eso, prefería permanecer así, dándole de alguna manera un poco de intimidad.

-“Solo déjame quererte a mi manera “– recordó las palabras que su mayor le había dicho en algún momento – Esta es mi manera de quererte, no tienes por que corresponderla de la misma manera – Intento explicar algo que ni siquiera el entendía, resultándole difícil, y…ni siquiera estaba seguro de que le comprendieran.

-Además…-apoyo sus manos contra su pecho, alejándole solo un poco, únicamente lo suficiente para poder verle a la cara –No es normal que comiences a llorar de la nada, y ni siquiera lo notes…- comento serio, acariciándole la mejilla con suavidad, no quería que sonase como un regaño – tal vez sea tu edad...Alguien una vez me dijo que los ancianos se volvían muy sentimentales –intento bromear quitándole peso al tema – o tal vez…te guardas tanto las cosas que en algún momento no puedes mas con ellas – desvió la mirada, intentando que el comentario sonara vago, fuera de lugar, pero el como evitaba el tema…le recordaba a su padre, quien explotaba de vez en cuando, cuando ya no parecía soportar mas todo lo que guardaba dentro, pasando largas horas tocando su vieja guitarra, con los ojos humedecidos de lagrimas y su cabello despeinado, haciéndole parecer un loco, un loco que le lloraba y cantaba a sus amores perdidos,  aun si en eso se le iba la noche, y al siguiente día fingía estar completamente mejor, incluso negando que el día anterior había estado deprimido o que aun lo estaba.