Respira profundo y no mates a nadie(?) -Priv.-

El viaje hasta el refugio le había resultado casi traumático, tras su nochecita apenas se había podido incorporar, su cuerpo le había dolido horrores por un par de horas y sus piernas apenas y le habían querido sostener, recordando de mala gana como se había ido de lleno contra el suelo cuando se quiso levantar para vestirse, y sus piernas decidieron simplemente no responderle.

La llegada a los ángeles tampoco le había resultado tan placentera, pero si completamente sorprendente, agradecía de sobre manera el haber dejado que sus armas las llevase Alex, pues se sentía completamente estresado con tanta vida a su alrededor y sus nervios simplemente no le daban para más, sobresaltándose cuando pasaban a su lado, y enterrándole las uñas en los brazos al vampiro en más de una ocasión ,parecía un cachorro completamente perdido, desconfiado y gruñéndole hasta al viento, al estar acostumbrado a estar a la defensiva la mayor parte del tiempo.

Tuvieron que pasar un par de días antes de que su estrés comenzara a irse, negándose por completo desde su llegada a tener una habitación propia aferrándose a quedarse en la misma que su mayor y de paso usar su ropa como propia, aunque esta le quedase bastante grande, al principio se había recluido a sí mismo en la habitación, apenas apareciéndose por los pasillos blancos del hospital de vez en vez, cuando decidía simplemente ir e investigar que tan grande era el lugar o que clase de seres se refugiaban en el , pero por alguna razón el color le aterraba, todos los pasillos le parecían iguales y jodidamente eternos, perdiéndose con una facilidad enorme en ellos, entrando en una especie de histeria cuando no lograba regresar a la habitación, en el poco tiempo que llevaba en el hospital se había sorprendido a sí mismo al notarse conviviendo con otros seres, en su mayoría niños, siendo los únicos que no le causaban estrés, ni ganas de salir corriendo a esconderse a los brazos del vampiro, al inicio se conformaba solo con verlos jugar, al poco le habían convencido de jugar con ellos, siendo el quien nunca comprendía realmente que tenia de divertido correr por los pasillos y esconderse, siempre le tocaba a él buscarlos, pero al final terminaban buscándolo a él, y ese día, se había perdido nuevamente, terminando en una parte del hospital que no conocía, era bastante amplia, pero apestaba a muerte y sus paredes estaban tapizadas por montones de cajones de metal, curioso había abierto uno distrayéndose y tocándolo con ambas manos, rápidamente asustándose al ver montones de rostros de gente muerta que habían pasado frente a sus ojos en una fracción de segundo, retrocediendo y cayendo al piso, a su espalda pudo distinguir las risas de los niños que para hacer la gracia, le habían encerrado en la habitación y habían salido huyendo entre risas.

-¡¡Hijos de puta!!- gruño en voz alta pensando en como vengarse de ellos, tal vez encerrándolos un par de horas en los cajones de metal, hasta que llorasen sangre.

Las cosas desde nuestra llegada a Los Ángeles habían trascurrido de forma bastante extraña. Leigh se había negado a tener un cuarto propio o compartir con alguien más que no fuera yo, y aunque no me molestaba realmente pues mi habitación era bastante grande en comparación con las demás, la verdad era que no sabía cómo afrontar aquello. Llevaba demasiado tiempo solo, y compartir de esa forma tan repentina mi cama se me hacía un poco incómodo sobretodo porque la última persona con la que había dormido allí había sido Adrián, y no sabía cómo Leigh tomaba eso considerando que allí aún se sentía la esencia del híbrido.

Por lo mismo, casi nunca estaba en el hospital. Había dejado a cargo a Lutho y a su novia de cuidar -y que ésta última no quemara- el hospital, y por mi parte me había encargado de rastrear y traer a algunos licántropos y uno que otro ángel, a quienes en verdad les agradecía el cuidar de los cachorros que revoloteaban por todos los pasillos. Además, había tenido que resolver unos cuantos problemas con cazadores, los pocos que no respetaban la neutralidad de esa zona de la ciudad.

Esa noche, cuando regresé al hospital más temprano de lo habitual, fui directo a mi... nuestra habitación. Con sorpresa descubrí que Leigh no se encontraba allí y eso me preocupó, el cachorro siempre me esperaba allí recluido y bufando a todo o salía a mi encuentro cuando sentí próxima mi presencia, pero ahora no había rastro de él. Decidí salir a buscarle, aprovechando también de dar un paseo por los blancos y largos pasillos, viendo correr a niños humanos y damphires, riendo por sus travesuras y juegos. 

Seguí el aroma del vampiro menor caminando lentamente con las manos en los bolsillos, deteniéndome frente a la morgue, frunciendo el ceño, ¿qué estaría haciendo en ese tétrico lugar? La mayoría de los seres lo evitaba, pues aún se sentía el hedor de la muerte y el aire se volvía más frío y denso allí abajo. Abrí la puerta sin problemas, aunque estaba con cerrojo, y dentro descubrí a un muy asustado Leigh, suponía, porque había vislumbrado el pasado de ese sitio con su don.

-¿Qué haces aquí? Te he estado buscando -dije quedándome en la puerta, apoyando el hombro en el marco de la misma y viéndole con una ceja alzada.

El susto le había durado poco y todo había sido remplazado por las ganas de castigar a los niños, comenzando a divagar y pensar en tantas formas de matarlos, hacerlos sufrir hasta que la muerte se apiadase de ellos, o apuntarles en la cien con ambas armas de fuego, verlos temblar y suplicar por sus estúpidas vidas, y luego simplemente ver un montón de sesos salir volando sin dirección alguna, cuando realmente comprendió lo que estaba pensando se asusto, viéndose las manos con gesto horrorizado, sacudiendo la cabeza, notando que alguien abría de nuevo las puertas, reconocía bien esa voz y esa esencia, realmente siendo la única que identificaba, siempre se tranquilizaba bastante cuando le tenía cerca, pero ese día seria la excepción, le miro desde la oscuridad, sonriéndole con aire perverso, había descartado el matar a los niños, pues se metería en muchos problemas por ello, empezando por el que estaba delante de él bloqueando su salida, pero eso no salvaría a los pequeños de ser blanco de un castigo similar al que le habían impuesto, jamás volvería a confiar en ellos, y antes de pensárselo un poco más se había dirigido corriendo hacia la puerta, de manera brusca, casi ignorando a su mayor, contra el que choco al simplemente quitarlo de en medio y salir corriendo tras los niños, que para su desgracia o suerte, habían salido huyendo en distintas direcciones, perdiéndose entre los pasillos, a sabiendas de que el joven vampiro aún no se familiarizaba con el lugar debido al estrés que le causaba adaptarse a él, a un nuevo estilo de vida, costándole horrores concentrarse, siendo algo cotidiano el que olvidaba con facilidad algunos detalles simples de la edificación, como por ejemplo por cuales pasillos tendría que ir si buscaba regresar a la habitación de Alex, o en que pasillo tenía que dar vuelta para llegar a las puertas que daban a la calle, se había saturado de información, pues el hospital albergaba a tanta criatura pidiera acilo, y ni siquiera lograba reconocer la esencia  de los seres, le resultaba bastante difícil ubicar a que distancia se encontraban de él, o si realmente se trataba del ser que él pensaba que era, y eso le mantenía en un constante mal humor.

Bufo molesto al notar que los niños habían huido de el, en un abrir y cerrar de ojos, forzándose a intentar encontrarlos al recordar datos básicos como su olor, o buscar leer sus pequeñas mentecillas, que no debían estar muy lejos de allí,  pero terminaba por saturarse de nuevo de información que no buscaba, ni quería saber, estresándose nuevamente,  llevándose las manos a la cabeza gruñendo, recordando de manera abrupta que, quien le había dejado libre, había sido Alexandre, abriendo los ojos de par en par, volviendo a correr de regreso a la morgue, casi tropezándose y cayéndose cuando emprendió la marcha, viéndole a lo lejos, le sonrió como solía hacerlo cuando lograba deshacerse de su mal humor,  prácticamente lanzándose hacia él, aprovechando el impulso para saltar y abrazarle con todo su cuerpo, enrollando sus piernas a su cintura para no resbalar y abrazándose a su cuello.

-Te extrañe – murmuro en su oído, al notar que esa vez, había llegado antes de lo que solía hacerlo, odiaba quedarse en el hospital, -...no me gusta estar aquí- susurro entre dientes, pues se sentía atrapado, pero salir le causaba pánico, temía terminar por reaccionar mal y dañar a alguien, o dañarse a sí mismo, apretó su abrazo respirando su aroma, tranquilizándose,  le encantaba, al poco se sonrió, descansando su cabeza sobre su hombro olvidando por completo el hecho de que se sentía traicionado y atrapado.

Su sonrisa perversa me sobresaltó y apenas pude atraparle cuando salió corriendo, ya me imaginaba yo que nada bueno tramaba, me imaginé que podría buscar vengarse de quien le habría encerrado y me giré viéndole desaparecer por el pasillo- Mierda -mascullé comenzando a andar en su dirección, esperando que no se metiera en problemas, que los pensamientos que había oído de su mente no los hiciera realidad.

Sin embargo, al poco andar y sin salir aún de ese pasillo volvió a aparecer totalmente agitado, me imaginé que habría estado corriendo y su abrazo, me sorprendió, por un segundo pensé que iba a atacarme. A veces me parecía que Leigh se perdía dentro de sí mismo y me preocupaba, pero no soportaba estar mucho tiempo cerca de él en la misma habitación, no cuando aún sentía allí el aroma de Adrian. Por lo mismo, desde esa primera noche, no había vuelto a tocarle.

-¿Qué dem...? -Su abrazo y efusividad me sacaba de onda, no lo entendía en la mayoría de sus actos. Le rodeé tomándole en brazos para que no cayera, notando que descansaba su cabeza en mi hombro. Lo olisqueé quedando algo más tranquilo, al menos no le había hecho daño a nadie y eso era lo importante-. También te extrañé -comenté con voz casi indiferente, no le mentía pero tampoco estaba seguro de si realmente le había extrañado. 

Suspiré con cansancio y comencé a caminar con él colgando de mi cuello, guardando silencio cuando dijo que el sitio no le gustaba, ya lo sabía yo, a nadie en su sano juicio le agradaría estar al lado de una morgue. Subimos al tercer piso donde estaba mi habitación y entré cerrando con mi mente tras de mí, sentándome en uno de los pequeños sofás, con él aún encima, esperando que me soltara-. No deberías merodear por las zonas que no conoces, puede ser malo para ti.

Pese a que su nivel de estrés era alto, al estar junto a Alexandre lograba relajarse concentrándose en él, no podía dejar pasar ese tono de voz, casi inmutable, como si eso se tratara de cualquier cosa, torció una mueca escondiéndose en su cuello, desde que habían llegado al refugio ambos se habían distanciado, el menor culpaba al estres, pero no podía simplemente ignorar que el tiempo que pasaban juntos se había reducido, y el contacto entre ellos comenzaba a tornarse frio.

Suspiro una vez estuvieron de regreso en la habitación, sin muchas ganas de soltarse de su abrazo.

-Pero no quiero estar encerrado todo el día – murmuro a modo de respuesta, - además…este lugar no me gusta…-volvió a insistir, el refugio le resultaba estresante, suspiro antes de robarle un beso, y alejarse solo para verle, mirándole a los ojos, -...no encajo – murmuro alejándose para tirarse sobre la cama, dentro de la habitación siempre se movía manteniendo una mano contra su pecho, intuía que no había sido la única persona que había estado ahi, ni que el habia sido su primer amante,  eso era algo que saltaba a la vista, pues sabia dónde y cómo tocarle, y por alguna razón no quería invadir esa parte de él, no se sentía completamente listo para ello, por un momento la idea de volver a las ruinas cruzo por su mente, solo que esta vez no volvería solo, pero dudaba que Alex quisiera alejarse del refugio por mucho tiempo,o aprobase el vivir del modo en el que el solia hacerlo, mordiéndose la lengua para hacerse un ovillo sobre la cama desde donde le veía, no quería preocuparle, por lo que le sonrió sin muchas ganas.

Cerré los ojos frente a ese beso robado dejando que se alejara, desviando la vista de él al escucharle-. Técnicamente es la noche, no el día -indiqué poniéndome de pie, alejándome hacia la ventana y observando el exterior, las luces parpadeantes de las pocas farolas encendidas que aún funcionaban en esa zona-. Ya te adaptarás, hay muchos seres como tú, que se sentían ajenos o estresados al principio. Deberías acercarte a ellos y congeniar.

Me giré volviendo a verle y alcé ambas cejas, no me gustaba verle en esa posición, parecía demasiado frágil y pequeño, más cachorro de lo que ya era, asustado, nervioso. Me senté junto a él acariciando su mejilla con la punta de mis dedos y delineé su sonrisa, demasiado desganada-. Todo irá bien, te lo prometo... -suspiré, no quería ser frío o impersonal con él ni dañar sus sentimientos, así que me incliné besando su mejilla-. No quiero verte así, cachorro, me gustas más cuando eres alegre y sonríes con sinceridad...

Le sonreí levemente y me incliné a besar sus labios, atrayéndole hacia mi cuerpo con una mano mientras con la otra le sujetaba por los cabellos, acariciándolos, sintiéndome demasiado incómodo de hacer todo eso sobre la misma cama que había tomado a Adrian escasas noches atrás, imaginando que él era mi amado Anssi, mintiéndome a mí mismo una vez más. Pero Leigh era tan diferente a mis usuales ligues de una noche, no era ni rubio ni de piel lechosa, tampoco de aspecto afeminado o de rasgos tan suaves como los de una mujer. Me parecía encantador y a la vez, me hacía rehuirle.

Negó con la cabeza a modo de respuesta,  lo había intentado, pero no podía simplemente desligar el hecho de que muchos como el, habían simplemente matado por conveniencia, y ahora se querían alejar de todo eso.

La cama a su lado  hundió, debido al peso del vampiro, dirigiendo su mirada hacia él, cerrando los ojos, le gustaba y reconfortaba cuando le acariciaba aun si solo fuera algo tan simple como eso,  aunque su sonrisa forzada se borró de sus labios, lo había notado, tendría que aprender a fingir mejor sus sonrisas si no quería volverlo loco al preocuparle.

Y pese a que le había besado y atraído a su cuerpo le podía notar, distinto a cuando se encontraban en las ruinas, pareciéndole que hacia todo aquello de manera mecánica, frunciendo el ceño y mordiéndole los labios, alejándose,  quedándose unos minutos viéndole con los ojos entrecerrados, para luego  acomodarse sobre su regazo, con las piernas dobladas sobre la cama, viéndole de frente, suspirando de manera pesada, desviando apenas la mirada.

-¿Qué es lo que pasa? – se aventuró a preguntar al cabo de unos segundos, reuniendo el suficiente valor para encararle y tomar su cara con ambas mano, obligándole a verle.

Me sorprendió que me mordiera de forma tan repentina y le miré fijamente cuando se apartó, nuestras miradas por un momento se encontraron mientras ambos guardábamos silencio, analizando al otro, preguntándonos qué sucedía. Luego se acomodó en mi regazo y pasé los dedos por su cuello, notando que las marcas que le había dejado ya se habían ido. Mi vista se dirigió hasta su hombro en donde la herida del lobo recién comenzaba a cicatrizarle pero sus manos me detuvieron, sujetándome, haciendo que volviera a verle de frente.

-No comprendo a qué te refieres exactamente -indiqué evadiendo el tema, aunque sus manos me ponían nervioso, no quería que usara su don y mirara mi pasado. Había notado la forma en que evitaba tocarlo todo con sus dos manos y realmente se lo agradecía-. Sin embargo, lo que sea, no sucede nada -mentí descaradamente, apartando sus manos con suavidad para no hacerle daño, tomándolas y dejándolas reposar sobre su estómago.

Sonrió con desgano, ni siquiera sabía el por qué todavía tenía la esperanza de que le contara las cosas de buenas a primeras, y aunque se esforzaba en darle su espacio tanto misterio le volvía loco.

-Sabes perfectamente a que me refiero… -

Libero sus manos sin mucho esfuerzo, pues el agarre era suave, acomodándose el cabello, echando hacia atrás un par de mechones, buscando casi de manera automática su mirada, se quedó unos instantes en silencio, pensando en su siguiente acción, suspirando y desviando la mirada hacia la ventana, pues sabía que si le veía a los ojos probablemente se daría cuenta de que le mentía.

-Ya lo sé todo – murmuro tratando de reflejar completa seguridad tanto en su voz como en su lenguaje corporal, aunque realmente no sabía nada, pero se esforzaba en fingir que si, tal vez  de ese modo podría sacarle una que otra cosa sin tener que apropiarse de los recuerdos y con un poco mas de suerte le haria olvidarse de ese miedo que percibía cada que preguntaba sobre su pasado, beso su frente y se alejó de él, casi sintiendo que el mantener la farsa le duraría solo unos minutos más o segundos si comenzaba a titubear.

-Y…está bien – concluyo, dirigiéndose a la salida de la habitación, apartando su mano de su pecho, caminando con soltura, abriendo la puerta y saliendo de la habitación, la culpa le carcomía por dentro sumado a su estrés había terminado por desmoronarse apenas cerrando la puerta de la habitación tras de sí, corriendo en dirección a la escalera, pensando en que seguramente ahora le odiaban por algo que no había echo, pero que se había visto tentado a hacer,  solo quería correr hasta cansarse y caer rendido, deshacerse de todo ese estrés y culpa, pero al querer bajar corriendo las escaleras entorpecido había tropezado, cayendo escaleras abajo, terminando por quedarse tendido sobre su hombro en el suelo, la herida que apenas comenzaba a curarse volvía a sangrar, gruñendo se llevó la mano al hombro y aun con el cuerpo adolorido continuo corriendo, dejando rastros de sangre tras de sí, dándole un poco de color a los pasillos del hospital,  chocando con algunos otros seres que se refugiaban en él , sin importarle que le mirasen con cara de preocupación o incluso miedo, solo quería seguir corriendo, deteniéndose en seco cuando se encontraba solo unos cuantos pasos fuera del hospital, cayendo de rodillas, era incapaz de ir mas allá, pues sabía que se perdería, y que probablemente nunca volviese a ver a Alex,  se quedó ahí con la mirada perdida, respirando por fin, aire puro, estar afuera por primera vez en días le causaba cierta tranquilidad, lamio su hombro por encima de la ropa o lo poco que quedaba al alcance de su lengua, relajándose poco a poco.

Le seguí con la mirada cuando se apartó, mi expresión era vacía mientras hablaba y no estaba seguro de si creerle o no, pero daba igual, él había salido dejándome solo allí. En cuanto dejé de sentir su presencia tras la puerta cerré los ojos y me tumbé de espaldas sobre la cama, no quería hacerle daño pero su supuesto "amor" me desconcertaba. 

Y luego, en un arranque de rabia, dejé escapar mi poder haciendo estallar todas las ampolletas y ventanas del hospital y un par de cuadras a la redonda, así como desquebrajando las paredes de mi habitación y los muebles, me sentía furioso conmigo mismo. Me levanté de la cama observando el desastre a mi alrededor, todo estaba roto incluyendo las patas de la cama. Bufé ligeramente y salí de allí, necesitaba aire fresco, salir y caminar hasta perder mis pasos.

El encierro comenzaba a ofuscarme y cuando salí, observé a Leigh en la entrada. El aroma de su sangre parecía llamarme y mis pasos se dirigieron a él casi de forma mecánica, observé su hombro herido y suspiré apenas-. Ve a la enfermería a que te traten eso -le ordené para luego voltearme y bajar las escaleras que daban acceso al hospital, comenzando a alejarme del edificio, ignorando las farolas rotas y el aroma de la sangre. Necesitaba alejarme, de él, de todo, tal vez viajara de nuevo, podría ir a Nueva Orleans o viajar a Francia, no importaba el destino realmente.

Se acomodó el pelo quitándoselo del rostro, apretando su mano contra su hombro al notar que las farolas que recordaba a ver visto encendidas cuando llego al refugio habían perdido su luz, y el fino cristal se encontraba esparcido en el asfalto, todo estaba sumido en una completa y densa oscuridad, apenas alumbrado por la luz de la luna y unas tenues luces a lo lejos, se mordió la lengua, auto regañándose, había sido estúpido salir corriendo después de decirle algo así, pero solo necesitaba salir, odiaba quedarse atrapado entre 4 paredes, perderse en los pasillos, y que todos le mirasen con lastima por andar todo el tiempo estresado.

Suspiro ya más tranquilo perdiendo su vista entre las calles, sobresaltándose reconociendo su voz que le ordenaba que fuera a la enfermería,  gruñéndole,  no quería que nadie le tocase salvo el,  aunque ya no lo hiciera, y le siguió con la mirada notando que se alejaba esperando que se detuviera, que le esperase, que girara y le extendiera los brazos ofreciéndole refugio, cosa que no sucedió, cada vez le era más difícil alcanzarle con la mirada, y cada paso que daba alejándose de él, se sentía más solo…

-Lo siento – murmuro sonándole tan raro que esas palabras viniesen de su boca, tan ajenas…
Su respiración se agito sintiendo que si le dejaba ir en ese instante no le volvería a ver, que se quedaría solo de nuevo, pero su cuerpo se mantenía estático, como si estuviera encadenado al piso o sus extremidades se hubiesen vuelto más pesadas.

-¡¡¡ALEX!!! – grito a todo pulmón corriendo tras de él, antes de que se perdiera por completo de su vista,  abrazándole por la espalda una vez le alcanzo, no le dejaría ir, aun si el comenzaba a gritarle o le dañaba físicamente.

-No me dejes solo…No seas frio con migo…No me ocultes tu pasado… -pidió nuevamente con voz temblorosa, -Solo…No te vayas – las palabras se amontonaban en su mente, y todo lo que buscase decir parecía no tener sentido, le soltó de su abrazo solo para ponerse frente a él  tomándolo del rostro haciendo que le mirara de nuevo, -Te mentí…No eh visto nada…- sus ojos reflejaban pánico, y los de el un profundo odio, apenas había podido sostenerle la mirada, asustado por lo que había echo, el tenía la culpa de eso.

-…- Se quedó callado sin saber que más decir para contentarlo, abrazándose a él temblando –Te amo y ...aun te necesito...– susurro contra su pecho, abrazándole con mas fuerza.

Seguí caminando alejándome del hospital, notando aún su presencia en la entrada pese a que le dije que fuera a la enfermería, no quería que la herida se le infectara o que siguiera sangrando, me hacía sentir sed, de él, de su cuerpo y cuello, del vital líquido que permanecía en sus venas y arterias. Pero cuando gritó de aquella forma mi nombre me detuve en seco, sin alcanzar a girarme cuando ya le tenía nuevamente pegado a mí, abrazándome, tembloroso y desesperado.

Sus palabras me dolieron, no era mi intención ser frío con él pero era algo que no podía evitar. Él no era mi esposa o mi desdichada criatura desaparecida, simplemente se trataba de un vampiro joven y desconocido demasiado tentador. Cerré los ojos respirando pausadamente, abriéndolos nuevamente cuando se colocó frente a mí, sus ojos reflejaban pánico y me odié a mí mismo por hacerle aquello. Y luego, la confesión de su mentira, su abrazo desesperado.

-No hay ningún pasado que necesites ver, Leigh, prefiero que pienses en mí como un fantasma, ya te lo dije -le recordé, sintiendo cómo me apretaba con algo más de fuerza, relamiéndome lentamente al sentir el aroma de su sangre tan cerca. No quería atacarle, ni morderle, ni hacerle más daño del que ya le hacía al evadirle-. Y no digas que me amas o necesitas... sólo no quiero que lo digas, aquí estarás bien, nadie te hará daño. Dejaré a alguien designado para que cuide de ti mientras me ausente.

Tras decir aquello tomé sus muñecas liberándome de su abrazo, por más que no quisiera soltarse yo era mucho más fuerte aunque cuidaba de no dañarle. Luego, retrocedí un par de pasos desviando la mirada de su diminuta y frágil figura, incapaz de verle al rostro-. Me iré unos meses, no sé exactamente por cuanto tiempo. Mi sobrina, Lutho Linnankivi, estará a cargo y cuidará de ti, así que puedes estar tranquilo. Ahora por favor ve a la enfermería, estás sangrando demasiado.

Se negaba a creer lo que escuchaba, y aunque había intentado aferrarse a él, le había simplemente alejado, busco su mirada, pero el simplemente le rehuía, se mordió el labio inferior pasando rápidamente de un estado de pánico, a enojo.

-¿es que acaso no lo entiendes? – murmuro conteniéndose de comenzar a gritar.

-No eres ningún fantasma…aunque intentes serlo para los demás, para mí no lo eres, tal vez en las ruinas, cuando te encontré lo eras, pero desde que me dijiste tu nombre dejaste de serlo…- suspiro de manera pesada, tratando de calmarse, pero su actitud comenzaba a exasperarle.

-Si pretendo saber de ti es porque me importas y quero saber todo cuanto pueda de ti…Te lo dije una vez, y lo volveré a hacer las veces que sean necesarias, te amo, y te necesito a mi lado…No quiero que nadie más se haga cargo de mi…- tomo aire, reparando en su herida, tocándola, tenía razón, sangraba, tal vez demasiado –no quiero que nadie más me toque…- susurro.

-Si tú te vas entonces…lo hare yo también, no pretendo quedarme aquí, esperando a que vuelvas como lo eh echo estos días…No soy una mascota, ni el niño que rescataste de las ruinas por hacer la buena obra del día…-suspiro cansado.

-Aun si pretendes amarrarme al hospital huiré…y te seguiré el paso - 

Notaba en su tono de voz la exasperación y el enfado, pero aún así no le miré hasta que dijo que no era un cachorro o un niño, alcé una ceja, viéndole casi con sarcasmo e incredulidad, ¿que no era un niño, decía? ¿Que me amaba, aún sin saber nada de mi, sin conocerme? Tomé su barbilla con firmeza y sujeté sus manos impidiendo que se apartara o se liberara, viéndole a los ojos con dureza.

-¿Qué no eres un niño, dices? Entonces dime, ¿qué se supone que eres? ¿Un hombre? ¿Un adulto, sólo porque me acosté contigo? -Sentía que mis palabras sonaban crueles, pero no podía evitarlo, sentía tanta rabia y dolor porque él no era Anssi ni Cassandra, ni siquiera era un vampiro maduro, no podía dejar de verle como el cachorro que era y no podía evitar sentir una suerte de pánico cuando decía que me amaba. Necesitaba alejarme o que él se alejara, por mi propio bien mental, pues sentía, que si confiaba en él, que si le amaba, volvería a quedarme solo, a sufrir la pérdida, a recibir tan solo un odio frío y un resentimiento seco hacia mi persona. 

-Eres tú quien no quiere comprender que no puedo amarte -murmuré acercándome a su hombro, sintiendo mis colmillos crecer de forma peligrosa-. Aunque no por eso permitiré que te expongas a salir dañado, y si te digo que te quedes en el refugio quiero que lo hagas -añadí, pegando mi boca a la tela de su camisa, lamiendo la sangre que se le pegaba a la misma, jadeando ligeramente por la sed-. Vuelve allí y sobrevive, cuida tus heridas... -cerré los ojos y reposé mi frente en su hombro, tenía sed de él, de su sangre y cuerpo, quería beber de sus lágrimas pero no quería dañarle, no quería hacerle lo mismo que a todos los que me amaban. No a él, Leigh se merecía algo mejor que yo.

Y de la nada le tenía sujetado, devolviéndole una mirada cargada de odio, sentía sus palabras tan duras, como una burla.

-Solo soy yo,  y  ¿tú que eres?  ¿Alguien que pretende ser un fantasma solo porque le atormenta su pasado? – le gruño las palabras de regreso, mordiéndose la lengua de manera inmediata, no tenía por qué haber dicho eso.

Su mirada se ensombreció cuando le escucho decirle que el era quien no comprendía la situación, simplemente eso le había caído como agua fría, no era lo mismo pensarlo que escucharlo, mientras notaba como jadeaba contra su hombro, como había lamido su sangre, y  finalmente se había recargado en el, le parecía derrotado, suspiro, siendo que le mantenía a un sujeto, busco acariciarle con su mejilla, cerrando los ojos evitando que las lágrimas escaparan de ellos.

-Alex…- murmuro buscando su oído entre sus cabellos, -yo decido a quien amar, aun si no me corresponde, si lo decido de ese modo, acepto también el dolor que me pueda causar – lucho por mantener sus lágrimas, por no dejarlas surcar su rostro, -Por más que lo intente no puedo simplemente obedecerte,  no puedo quedarme en un lugar solo porque me lo pides…No cuando no estás tú ahí - 

Sus palabras me dolieron por la verdad que en ellas había, causando que apretara mi agarre sin notarlo ni medir mi fuerza, soltándole de inmediato cuando sentí crujir sus huesos, apartándome, dándole la espalda y alejándome de él, necesitaba relajarme y distraerme, pensar con claridad, probablemente cazar me sentaría bien, podría liberar así toda la mierda que tenía dentro y evitar cometer un terrible error.

-No sabes lo que dices, cachorro -dije, de espaldas a él, cerrando los ojos y respirando profundamente, relamiéndome los labios disfrutando del sabor de su sangre-. Conmigo serás miserable y lo sabes, te lo advertí y vuelvo a hacerlo. Eres lo poco bueno que me ha pasado últimamente y no quiero destruirte ni dañarte, ¿por qué no puedes ver eso? Si no quieres irte me iré yo y no podrás encontrarme aunque lo desees -advertí, cerrando mis manos en puños, con tanta fuerza que enterraba mis uñas en mis palmas haciéndome sangrar. 

Y luego, en un parpadeo, oculté mi presencia, volviendo a desaparecer aunque aún estaba frente a él. Comencé a caminar otra vez sintiendo que la sed me quemaba, desde aquella noche en que le conociera no había vuelto a beber sangre aunque habían pasado varias semanas, pero con la edad que tenía, realmente no necesitaba beber tan seguido. Sin embargo, el aroma de él, de su cuerpo, me embriagaba y descontrolaba.

Jadeo cuando el agarre se volvió más fuerte, dañándole, ocultando su mirada tras sus cabellos.

-Pero es lo que yo eh decidido… es lo que yo quiero…-murmuro adolorido, -Alex…no te vayas…- pidió terminando por soltar sus lágrimas, cuando no le sentía más, pese a que estaba delante de él y lo podía ver, volviéndose lo que tanto amenazaba, un fantasma, que se alejaba lentamente, perdiéndose.
Extendió su brazo buscando su mano, mientras esta escapaba por apenas unos centímetros, caminando detrás de él, hasta tomarle la mano, -Si desapareces de ese modo…solo lograras que me vuelva loco buscándote, eso sí me destruiría por completo…- apretó su mano, aunque al hacerlo le dolía.

-Lo peor que puedes hacer tratándose de mi…es desaparecer – murmuro entrelazando sus dedos, notando el líquido carmesí que corría por ellos, llevando la mano de su mayor a la altura de su boca, lamiendo la sangre y depositando suaves pero dedicados besos sobre la herida

Me llevé una mano al rostro con desesperación, sin importarme mancharme con sangre. No soportaba aquello, no podía aguantar ver sus lágrimas ni oír su voz rota suplicar de aquella forma que me desarmaba por completo. Leigh entrelazó nuestros dedos y me giré a verle sintiendo un vacío enorme en mi pecho, sus lágrimas me dolían de una forma terrible y sentí desesperación, quise liberarme de sus temblorosos dedos y huir lejos, pero no podía, simplemente me quedé de pie, estático, viéndole lamer la sangre de mis dedos.

-Deja de llorar, por favor -le pedí ahogando un jadeo sediento-. ¿Acaso no tienes instinto de supervivencia? ¿Quieres terminar como todos quienes estuvieron antes de ti? No, no quiero que pases por eso, sería incapaz de ver odio e indiferencia en tu mirada -negué con la cabeza y me solté de su mano, controlándome, procurando no saltar sobre su hombro como una bestia hambrienta-. Me duelen tus lágrimas, Leigh, y tu sangre me llama. No es justo para ti, no quiero esto para ti...

Gruñí cerrando los ojos, no podía verle así, tan frágil e indefenso, tan perdido. Sentía la inminente necesidad de limpiar sus lágrimas y verle sonreír, y sin pensarlo, me cerqué a lamer la sangre de su rostro, tan exquisita pero no por ser sangre vampírica, sino por ser suya. Sujeté su rostro ladeándolo ligeramente siguiendo el camino de sus lágrimas sanguinolentas por su cuello y con mis uñas, arranqué parte de su camisa dejando su hombro expuesto, su herida no tenía buena pinta y parecía a punto de infectarse pero eso poco me importó. 

Con fuerza, clavé mis colmillos en su tierna piel bebiendo con avidez, empujándole hasta dejarle atrapado contra la pared más cercana. Abrí aún más su herida con los colmillos y pasaba mi lengua con ganas, sentía que toda mi rabia se dispersaba ante el dulce sabor de su vida escapándose por mi garganta.

Aunque le pidiese que dejase de llorar no podía dejar de hacerlo, había sido fuerte por demasiado tiempo, -No será lo mismo – chillo sus palabras –¡¡No soy igual que ellos!!...¡¡No tiene por qué terminar siempre igual!!- termino por gritarle, después  quedándose callado y dolido, no había querido hacerlo, decir esas palabras, se sentía confundido, ya que ni si quiera comprendía a quienes se refería, o que era lo que había echo, la situación se había tornado incómoda para ambos, y  el silencio calaba en los huesos, tan gélido apenas rompiéndose cuando se acercó a lamer sus lágrimas, como lo había echo ya varias veces en las ruinas, preguntando entonces que era lo que significaba eso, ¿le había perdonado?, ¿las cosas ahora serian como antes?, tenía tantas preguntas, pero había terminado por simplemente callárselas, y abrazarse a él, sonriéndole, extrañaba su tacto y el sentir su cuerpo tan cerca, le había parecido una eternidad desde la última vez que le había demostrado algo cariño de ese modo, sobresaltándose cuando escucho la tela desgarrarse, gimiendo sobre su oído cuando le clavo los afilados colmillos sobre la herida,  a la par que le acorralaba contra una pared, sintiendo como la piel se desgarraba aún más, dolía , y el hecho de que su lengua  se pasara entre la herida sin mucho tacto aumentaba el dolor.

-Me duele – chillo sobre su hombro,  temblando, recargando su cabeza contra la suya intentando llamarle la atención y que dejase de morderle con tanta fuerza, algo le decía que esa herida no se curaría en un muy largo rato, y que era posible que dejase una llamativa cicatriz.

-…¿estas molesto conmigo verdad? – murmuro  pensando por unos instantes que tal vez esa era la razón por la que le mordía con tanta fuerza, pese a que le había limpiado las lágrimas, pasando sus manos por sus cabellos, suspirando.

Hice oídos sordos a su queja, sabía que le dolía pero no podía detenerme, su sangre era exquisita y me calmaba un poco, peor no lo suficiente. Sabía que eso estaba mal y que le dañaba, estaba seguro que después de eso su herida tardaría semanas en sanar correctamente. Quise apartarme y responder, decirle que no estaba enfadado con él sino conmigo mismo, sentía su cuerpo tembloroso entre mis brazos y me deleité al saberle sólo mío, era mi presa, mi nuevo compañero, mi ¿amante? 

Bebí un nuevo trago y esta vez, me obligué a que fuera el último, separándome, besando su herida abierta tiñendo de sangre mis labios. Terminé de desgarrar su camiseta y con la tela hice un torniquete alrededor de su hombro en silencio, incapaz de verle a los ojos, sentía que le había traicionado, casi desangrándolo hasta la muerte. Le sujeté por la cintura esperando no haberle dejado lo suficientemente débil como para que cayera al suelo, pero no quería arriesgarme.

-Cachorro, cachorro mío... -suspiré besando sus cabellos y frente, abrazándole de forma protectora; quería salvarle de mí, que no dependiera de nadie, que fuera fuerte-. No es contigo con quien estoy molesto, sino conmigo. Eres diferente, lo sé, pero, ¿y si termina igual que en el pasado? ¿Si acabas por odiarme y despreciarme, si me abandonas o yo te abandono? No sabes todo lo que deseo protegerte del daño que te puedo causar...

Cerré los ojos dejando reposar mi barbilla sobre su cabeza, él seguía abrazándome de forma cálida, pese a que le había casi desangrado, sentía su confianza y entrega total hacia mí, eso me consternaba, me hacía sentir casi perdido. Acaricié su espalda y me incliné a besar sus labios, rozándolos apenas, acariciando su rostro con ellos-. Me confundes, Leigh, no sé si besarte y hacerte mío o alejarme de ti.

Pese a sus insistencias el solamente las ignoraba, quedándose prendado a su hombro por unos momentos más, sintiéndose poco a poco más débil, tanto física como psicológicamente, hasta que finalmente le soltó, y beso su hombro, suspirando una vez que sintió que le sujetaba por la cintura, había bebido demasiado de él, rayando peligrosamente al punto de quitarle la vida, aferrándose a su abrazo y escondiéndose en su pecho, sintiéndose de nuevo seguro, lleno de mimos, aunque bastante débil, pero feliz, al menos ahora sabía que no estaba molesto con él.

-No terminara igual – aseguro pese a que no sabía de qué clase de final hablaba, volteando a verle, de nuevo iba con el tema, -yo no puedo odiarte, menos abandonarte y… si tu…me abandonaras, te buscaría, así de sencillo – respondió con voz suave y cansada, descansando contra su pecho, sintiendo como recorría su espalda, sonriéndose y recibiendo el beso con una sonrisa, esta vez no era fingida, cerrando los ojos cuando sus labios recorrieron de manera delicada su rostro, volviendo a mirarle cuando dijo que le confundía.

-Me acabas de besar…eso quiere decir que te quedaras conmigo ¿no? – acaricio con su mano su mejilla, sonriéndole, había veces que no sabía quién estaba más solo, si él o Alexandre, recorrió su rostro, sin dejar de mirarle a los ojos, despeinándole de manera juguetona.

-Soy tu cachorro, y aun si te alejas de mí, te seguiré el rastro…y luego probablemente te muerda como venganza -  aire limpio, eso era lo único que necesitaba,  no sentía la opresión de las paredes, ni la frustración de los interminables pasillos, desde un inicio solo necesitaba salir a respirar, se paró sobre la punta de sus pies, colocando su frente contra la de su mayor, cerrando sus ojos –comencemos desde cero…el pasado ya no existe…dejare de cuestionarte sobre ello…- suspiro mirándole a los ojos –solo si dejas de pensar que todo resultara igual – se tambaleo un poco, aferrándose a sus hombros, besándole los labios.

Su voz sonaba cansada pero decidida, y el instinto me decía que seguramente haría lo que amenazaba, me buscaría sin saber dónde comenzar y simplemente se expondría al peligro de forma absurda, no era eso lo que quería para él. Sentía su mano en mi mejilla y cabellos y cerré los ojos, quería evitar su mirada. El haberle besado, no estaba demasiado seguro que quisiera decir que me quedaría con él, pero me sentía incapaz de decirle algo con la forma tan sincera y feliz que sonreía. Por un momento me sentí demasiado atado a él y volví a sentir la necesidad de apartarme, de alejarme de su presencia.

Abrí los ojos cuando juntó nuestras frentes encontrándome con sus pupilas, veía en el tanta inocencia e ilusión, que sentí un nudo en el estómago y retrocedí un paso, aflojando el abrazo, rompiendo aquel beso y sólo sujetándole por los antebrazos para que no cayera al suelo.

-Lo siento Leigh -me disculpé, confundido y consternado-. No creo... No sé si pueda quedarme contigo -dije finalmente, soltándole de a poco cuando comprobé que sus piernas aún le sostenían-. Te quiero, de eso no hay duda, cachorro, pero no puedo quererte como tú deseas que haga -desvié la mirada, no sabía cómo explicarle a un cachorro, a un niño como él, que seguía amando a otro, que no podía simplemente olvidarme de Anssi. Volvía a pasar por lo mismo otra vez, antes no pude dejar ir a Cassandra y eso destruyó todo lo que pude tener con Anssi. Cometía otra vez el mismo error, pero esta vez, prefería evitarle el dolor a Leigh. Me sentía en una encrucijada. 

-No te amo, cachorro, porque no eres Anssi. Y al mismo tiempo te adoro por eso, por ser diferente -murmuré negando con la cabeza, deseando no ser tan cruel como sentía que estaba siendo, con él.

Parecía que cada que decía algo su mayor se asustaba, que le correspondía pero al poco se arrepentía, suspiro cansado, cuando se alejó de él y poco a poco le soltaba, sus piernas apenas le sostenían, optando por recargarse contra la pared, resbalándose poco a poco, pues sus piernas comenzaban a vencerse y su cuerpo se volvía pesado.

Le escucho en silencio, mirándole desde el suelo, mordiéndose el labio procesando lo que le decía, “No te amo”, esas palabras se repetían en su mente una y otra vez, al inicio le resultaron dolorosas, casi bloqueando todo lo demás, bajado la mirada, pensando las cosas, hace días que no podía pensar, le resultaba extraño, volvió a morderse el labio inferior encogiendose en el suelo abrazando sus rodillas, volteando a mirarle, notando que evitaba verle.

-Está bien…-murmuro devolviéndole una sonrisa amarga, - solo…déjame estar a tu lado,  quiéreme a tu manera y deja que yo te quiera a la mía – el nombre Anssi le daba vueltas en la cabeza, decía que no le amaba por que no era Anssi, pero al mismo tiempo le adoraba por ello, las cosas salían de su entendimiento, pero si le quería por no ser como el entonces ¿era bueno?, no lo sabía.

-Alex – le llamo esperando que voltease a verle, extendiendo sus brazos hacia él, pidiendo que le cargase –llévame contigo, no importa si aún amas a otra persona - pidió sonriéndole, Leigh era la viva imagen de su madre, encaprichado con una persona, volviéndose completamente accesible, tanto el cómo Elizabeth, su joven madre, eran del tipo de veneno que actuaba lento, que poco a poco se hacía del cuerpo y alma de las personas, logrando que les quisieran, aun si no era del modo en el que lo deseaban.

Y ahí estaba, seguía entregándose a mí sin esperar nada a cambio más que mi compañía, eso me desesperaba, me hacía sentir tan cruel que lejos de regocijarme, me dolía, pues yo había experimentado antes esa clase de rechazo muchas veces, sabía lo que era y yo no quería ser así. Leigh extendió sus brazos desde el suelo y algo en mi pecho se rompió al verle allí, así que me acerqué y me arrodillé quedando a su altura, frente a él, sujetando sus hombros con firmeza, olvidando por un momento su herida.

-No, Leigh, no está bien, no está nada bien -dije ya desesperado, zamarreándole un poco-. Sé que te importa y te duele, no quiero que finjas que no es así -pedí, viéndole con expresión dolida-. A mí me importas, pero no puedo llevarte conmigo como si fueras una carga, no deseo que lo seas. Todo es demasiado jodidamente complicado -gruñí tomándole abruptamente por los cabellos, besándole, sentándome sobre su vientre manteniéndole acorralado contra la pared y mi cuerpo, pasando mi lengua por sus colmillos haciéndome sangrar, ofreciéndole mi poder, mi líquido vital. Obligándole a beber como yo había bebido antes de él.

Jadeo adolorido, bajando la mirada, mordiéndose el labio inferior, no era precisamente eso lo que esperaba como respuesta, gruñéndole, no le gustaba que le dijese que era bueno y que era malo para el –¡¡no seré una carga!!, las cosas están bien para mi de ese modo – gruño antes de que le callaran, jalándole del cabello y besándole, le habían acorralado, aunque tampoco era como si quisiera huir, su boca se lleno de sangre, asustándose al pensar que era de el, notando por el sabor adictivo para el, que se trataba de la de su mayor, acariciando su lengua, degustando el sabor por unos instantes, mordiéndole los labios haciéndolos sangrar, alejándose para lamerlos, limpiando la sangre de ellos.

-es complicado…-murmuro lamiéndole los labios- solo por que buscas que sea complicado – dio otra lamida, -solo acepta las cosas como son – beso sus labios manchándose de sangre, alejándose y relamiéndose, buscando su mirada, esperando ver su reaccion, posiblemente le hiciera molestar de nuevo lo que le acaba de decir.