Respira profundo y no mates a nadie(?) -Priv.-

Emitió un leve gruñido cuando le aprisionaron, y le trataban como un crio, devolviéndole una mirada molesta, el solo quería ayudar, sentir que de alguna manera retribuía las atenciones de su mayor, pero era claro que no se lo permitiría tan fácil, de ser distinta la situación el más joven hubiera armado un alboroto, se hubiera colado de entre sus brazos y se hubiera aventurado a buscar por su propia cuenta la sangre, pero no tenía suficientes fuerzas, y el hecho de que ahora se encontrara sobre su mayor tampoco ayudaba, su cuerpo agradecía el descanso, y casi parecía gritarle que se quedase así por un largo rato, apenas respondió el beso, casi de manera automática, mordiéndose el labio inferior ante las palabras del vampiro, si dormía, probablemente sería debido al cansancio pero no porque realmente quisiera.

-Alex…solo dime donde esta…- pidió de nuevo  - no tardare, lo prometo – murmuro –además…yo también la necesito ,  después podemos descansar, solo tomara unos minutos – intento persuadirlo, robándole un beso – deja de ser tan terco, lo necesitas y lo sabes – pensó evitando gruñirle, pero que le negaran de manera tan rotunda recibir las pocas y raras atenciones que el cachorro intentaba tener con él no le dejaba un buen sabor de boca, el no solía ser así, preocuparse al punto de intentar ayudar, él era más como el perro,  se hastiaba y botaba todo, le gustaba más recibir mimos y atenciones que darlas, pero con Alex era diferente, no quería que solo le mimase, quería mimarle también.

Probablemente su terquedad le pudiese más que el cansancio, y así fue, se escabullo de entre los brazos de su mayor, sentándose junto a él, mirándole  por unos momentos, inclinándose hasta sus labios, besándole suavemente – vamos…muéstrame donde esta – sonrió pensando que probablemente esa era la única solución.

Negué firmemente sus palabras, no quería que anduviera solo por allí luego de lo que había sucedido en el muelle, o que se repitiera la escena al anochecer, cuando llegué y estaba encerrado en la antigua morgue del hospital. Mi instinto sobreprotector se disparaba con él cerca como nunca había pasado con nadie. No esperaba que Leigh lo comprendiera realmente, ni siquiera yo lo hacía.

-No es terquedad, Leigh -comenté respecto a sus pensamientos, los cuales habían llegado hacia mí directamente-. No quiero que nada malo te suceda, ¿comprendes? Temo dejarte solo, te quiero sano y salvo... -suspiré largamente sintiéndome agotado mentalmente también. El cachorro escapó fácilmente de mis brazos y le miré fijamente planteándome usar tácticas menos decorosas para mantenerle allí, pero no sería correcto ni apropiado. No quería faltarle al respeto ni herirle controlándole mentalmente, le quería demasiado como para hacerle eso y de seguro no me lo perdonaría.

Respondí al beso gruñendo ronco, volviendo a atraerle por la cintura hacia mí profundizando el beso, metiendo mi lengua en su boca con deseo y pasión. Al cabo de unos instantes le liberé de mi agarre sintiendo un vacío gélido en mi pecho, como si temiera que ya nunca más regresara, me preocupaba y me volvía paranoico casi. Le dejé ir pensando en que algo había mal en mí, no podía ser posible que Leigh tuviera tanta influencia y poder sobre mí, cuando instantes antes había pensado en abandonarle... ¿Pero lo hubiera hecho realmente? Lo dudaba, me sentía atado a él, dependiente de él... Me mordí el labio inferior sintiéndome enfermo de repente.

-Está en la bodega en el sótano principal, sólo baja las escaleras hasta el final y atraviesa la puerta con el letrero de "Bodega Uno"... la sangre está en las neveras del fondo, al lado hay microondas para calentarla -indiqué resignándome a dejarle marchar, necesitaba un espacio de soledad para pensar sobre todo lo que me estaba sucediendo-. Dales tres minutos a cada bolsa y las traes en una bandeja, ¿está bien? Ten cuidado...

Por un momento cuando le volvieron a rodea la cintura, pensó que no le dejarían marchar, y que Alex le volvería a subir sobre él, pero finalmente le libero, Leigh le miro incrédulo, realmente le dejaría ir después de oponerse, sus palabras solo se lo confirmaron, y el joven vampiro le sonrió abiertamente, volvió a inclinarse sobre él, plantándole un beso y mordiéndole el labio inferior de paso.

-Se cuidarme solo, no me pasara nada malo – susurro besándole la frente, buscando relajarle, ¿Qué podría pasarle dentro del refugio?,  - no tardare – prometió poniéndose de pie, aunque cansado, el sentir que haría algo por Alex le hacía sentir con más energías,  volvió a inclinarse sobre el robándole un beso bastante fugaz antes de salir de la habitación, dejando la puerta entreabierta.

Su andar era bastante alegre incluso ligero, sorprendiendo a más de un habitante del refugio, pues ya era conocido por andar cabizbajo y perdido, y aunque no recordaba nunca haber visitado la bodega o el sótano, se dirigía con tal soltura que parecía estar ya más que acostumbrado al lugar,  al llegar al sótano se encontraba algo exhausto, ni pensar el que tendría que volver a subir, suspiro rodando los ojos, definitivamente prefería que le mimasen, recorrió con la mirada el lugar, encontrando finalmente el dichoso letrero,  bien, ya solo era cosa de nada, solo le restaría seguir las instrucciones, 3 minutos a cada bolsa y llevarlas en una bandeja, por si las dudas – y es que aún no se le pasaba el coraje de que le encerraran los niños- atranco la puerta, de modo que pudiese escuchar si alguien se acercaba, le daría tiempo suficiente para evitar que le encerrasen, comenzó con sus labores, el entender cómo se usaba un microondas le había costado, y recurrió a usar su don, era de las pocas veces que servía de ayuda, más que de tormento, apenas logro calentar la primera bolsa de sangre no pudo evitar llevársela directo a la boca, perforando el plástico con los colmillos alimentándose mientras comenzaba a calentar las demás, al final en la bandeja ya había suficientes bolsas de sangre para ambos, y él ya tenía una segunda bolsita de sangre colgando de su boca, había tardado más de lo que pensaba, así que sin más, comenzó a correr escaleras arriba, cuidando de no tirar ninguna bolsa, le preocupaba que se enfriasen,  al llegar a la habitación pateo suavemente la puerta, permitiéndole entrar, y dejar la bandeja justo al lado de Alex, tomando una bolsa y ofreciéndosela, sin soltar la que llevaba en su boca desde hace rato, el morder la bolsa y dejarla simplemente colgar, no había sido la mejor idea del mundo, pues al inicio se había desgarrado más de lo planeado, manchando tanto su barbilla como su pecho de sangre, y al estar tan entretenido con el microondas lo había simplemente olvidado, y ese simple descuido  volvía a darle aires de crio, con el rostro y pecho manchados de comida.

-volví – pensó a sabiendas que su mayor podía leerle la mente, aunque su anuncio realmente venia sobrando.

En el momento en el cual Leigh salió de la habitación, me sentí como león enjaulado, nervioso y ansioso. Me senté en la cama cruzando las piernas y cerrando los ojos, siguiéndole mentalmente por el edificio, cuidando que nada malo le ocurriese y vigilando sus movimientos a través de los ojos de los seres más débiles mentalmente que se topaban en su camino. Cuando me hube asegurado que estaría bien allí abajo, abrí los ojos notando nuevamente la humedad bajo mis narices, llevando mis dedos allí descubriendo que volvía a sangrar, ¿por qué pasaba eso?

Me levanté pesadamente y me dirigí al baño, limpiándome con agua fresca la sangre del rostro mientras pensaba en una infinidad de cosas diferentes a la vez: Qué me sucedía cuando estaba junto a Leigh, cómo era posible la influencia del cachorro sobre mí, ¿le amaba acaso? Y por otro lado, ¿por qué últimamente sangraba tanto por la nariz? Antes sólo era una migraña que me atormentaba cada que usaba mi don de distorsión de la realidad, pero ahora sangraba cada que utilizaba alguna habilidad mental y eso comenzaba a molestarme y crisparme los nervios.

Cuando finalmente salí del baño, volví a rastrear a Leigh sintiéndole acercarse a la habitación, recostándome otra vez con movimientos pesados, viéndole finalmente pasar con una bandeja sobre sus manos. Sentí la sed golpearme la garganta y los colmillos creciendo en mi boca, sonriendo levemente a su anuncio mental, deleitándome en la imagen que me ofrecía: un cachorro cubierto de su alimento, con la bolsa colgando de entre sus dientes provocando una imagen demasiado sexy. Tuve que clavarme a la cama mentalmente para no saltar sobre él y morderle, volver a hacerle el amor, escuchar sus gritos y gemidos mientras lamía la sangre de su barbilla...

-Lo he notado -comenté levantándome de la cama sintiendo el cuerpo pesado, pero el aroma de la sangre ayudaba a sacar más energía de donde no tenía-. Deja la bandeja y siéntate conmigo -le pedí en un gruñido ronco, quitándole la bandeja de las manos dejándola sobre la cama y acercándome a él, deseoso de tomarle, de beber su sangre y marcar su cuerpo-. Quiero que te bebas toda la sangre que trajiste, ¿entendido? -ronroneé inclinándome a lamer su barbilla, metiéndome entre sus piernas de forma sugestiva. Era tan exquisito, tan delicioso, que sólo quería beber de él, hacerle mío... Mi cachorro, mi sexy cachorro de vampiro. Tal vez, y sólo tal vez, sí estuviera enamorándome de él.

Leigh le sonrió, pues de algún modo le resultaba gracioso la respuesta de su mayor al anunciarle que había vuelto, actuaba impaciente,  le había quitado la bandeja de las manos antes de que pudiese hacer nada más, ante la petición le miro serio, ¡no podría hacer eso!, además el también necesitaba alimentarse, un ligero sonrojo le cubrió las mejillas, y rápidamente paso sus manos por la espalda del vampiro,  no necesitaba ser un genio para darse cuenta de que  quería poseerle de nuevo, la idea le parecía una locura enorme, apenas y comenzaban a recuperar un poco de energía como para algo así, pero él no sería quien se negara, entreabrió los labios dejando escapar un suspiro y junto con él, la bolsa de sangre que sostenía con sus colmillos, cayendo y derramando parte de su contenido sobre el pecho del menor.

-Debes de beber...cuando menos una…-susurro sintiéndose incapaz de oponer resistencia alguna, de evitar que se  metiera entre sus piernas, pero le era casi imposible, le deseaba tanto como el, tardo unos segundos en comprender su petición, y al hacerlo desvió la mirada hacia la bandeja y se relamió los labios limpiando algunos rastros de sangre, se alejó de su mayor, y gateando sobre la cama, tomo una nueva bolsa de sangre, clavando sus colmillos en ella, recostándose boca arriba, sostenía la bolsa con ambas manos, dirigiéndole una mirada provocadora al vampiro, sus piernas estaban ligeramente abiertas como una clara invitación, moviendo su cabeza hacia un lado, haciendo con ello que su cuello quedase descubierto, Leigh estaba más que dispuesto a darle todo cuanto Alex le pidiera,  y a decir verdad, la idea de que se alimentara de el mientras le poseía, le fascinaba.

-No te preocupes por eso, también me alimentaré -ronroneé sonriendo de lado cuando cayó en la cuenta de mis intenciones y palabras. Le seguí con la mirada hacia la cama y no me hice de rogar, subiéndome al destrozado mueble y acomodándome junto a él. Deslicé una de mis manos por sus piernas viéndole alimentarse y lentamente las separé para mí, inclinándome sobre su pecho lamiendo la sangre derramada, comenzando a masajear su entrepierna e indicándole con mi otra mano que me rodeara la cintura con su pierna.

El sabor de la sangre envasada siempre me había resultado repugnante aunque no me quejaba, pero ahora mismo, me resultaba el mejor sabor del mundo pues con ella estaba la esencia de mi pareja. Le arranqué la camisa de un zarpazo sin nada de delicadeza y me acerqué a su pecho lamiéndolo, pegando mi cuerpo al suyo a la vez que acariciaba sus caderas y su espalda baja. Me encantaba y era sorprendente la forma en que conseguía encenderme, mi sed de sangre era mucho más fuerte estando pegado a su piel pero aún así, con una gran fuerza de voluntad, me controlaba lo suficiente para prolongarlo un poco más.

Seguí bajando mis caricias por su cuerpo quedándome un momento en el borde de su pantalón, lamiendo y succionando piel, rozándole con mis colmillos sin hacerle sangrar aún. Le miré dirigiéndole una sonrisa cargada de deseo y adoración al mismo tiempo y le desabroché los pantalones, bajándolos hasta quitarlos y dejándole solamente en bóxers. La vista de su cuerpo era demasiado sensual, me hacía temblar de deseo y excitación. Aguanté la sed lo suficiente como para inclinarme sobre el bulto entre sus piernas dejando allí un fugaz beso, y luego, dejando crecer mis colmillos, mordí la arteria de su entrepierna, allí justo en su muslo.

La sangre brotó de inmediato como agua de manantial contra mis labios, y bebí, con avidez, tan sediento y desesperado que olvidé incluso ser amable. Mis manos seguían recorriendo sus piernas y luego apretaban su trasero, mi boca era incapaz de despegarse de su muslo y cuando abría los ojos y le veía, la imagen de su rostro manchado de sangre, su pecho desnudo y su entrepierna, me embrutecía. En mi mente una única palabra destacaba sobre la sangre y la acción de beber, repetía "Mío" incansables veces como una oración o una mantra. Sin embargo, luego de unos minutos me obligué a apartarme pues no quería debilitarle demasiado rápido y, jadeando, busqué sus labios, besándole ardientemente, abrazándole y apretándole contra mí, rozándome. La sed de sangre competía con la sed del sexo, mi cuerpo le ansiaba y sólo deseaba marcarle otra vez como mío, quitarle el olor del perro de sus cabellos y oírle gritar.

"Leigh... bebe más, amor mío, quiero tomarte ahora y oírte gritar mi nombre..." -susurré en su mente notando sólo cuando ya era tarde el adjetivo con el cual le nombrara, sorprendiéndome de mí mismo. Era primera vez que llamaba al vampiro "amor mío" y había salido del fondo de mi alma, no me arrepentía aunque era tan extraño... Una calidez en mi pecho me hizo volver a besarlo con más ansias, queriendo fusionarme con él, beberle y que él bebiera de mí mientras nuestros cuerpos se unían en aquel lujurioso vaivén.

El vampiro no dudo si quiera un momento, y realmente porque lo dudaría, si el había sido quien había propuesto todo, recorrió su cuerpo deteniéndose en su entrepierna, Leigh le rodeo con una pierna la cintura, tal y como Alex le guiaba, dando ligeros suspiros, sus caricias le volvían loco.

La bolsa de sangre en su boca se vaciaba de poco en poco, pero en algunos momentos el líquido carmesí escapaba de su boca, manchando su piel, permanecía con sus ojos cerrados, arqueándose entre sus brazos, mientras su boca húmeda recorría su cuerpo, y poco a poco bajaba, Leigh emitió un ligero gruñido cuando pareció detenerse, abriendo los ojos de golpe y volviéndolos a cerrarlos gimiendo cuando las caricias volvieron, echado la cabeza hacia atrás, su pantalón, justo en ese momento le resultaba molesto, le aprisionaba, hasta el punto de resultarle casi doloroso, agradecía que se hubiera desecho de esa prenda tan odiosa, casi olvidando que en su boca aun sostenía una bolsa que momentos antes estaba llena de sangre, ese líquido que era tan necesario para ellos, y en esos momentos se encontraba apenas con la mitad del contenido, no podía permitirse eso,  sujeto la bolsa con fuerza, obligándose a terminarla justo en ese instante, dejándola a un lado justo cuando su mayor deposito un beso en su entrepierna, haciéndole temblar, no esperando lo siguiente, Alex comenzó a alimentarse de él, directamente de su muslo, ahogo un gemido lleno de placer, cubriéndose el rostro con una mano, pensando tal vez que algo estuviese mal con él, que su mayor bebiera de una zona tan sensible le había causado placer, en lugar de dolor, se mordió los labios, con algo de confusión, ¿desde cuando comenzaba a disfrutar eso?

Se estiro hasta alcanzar otra bolsa, llevándosela a la boca, evitando el gemir, pues al hacerlo la bolsa resbalaba de su boca y manchaba su rostro y pecho, sin mencionar que la sabana bajo él se encontraba ya húmeda, la labor de alimentarse de esas condenadas bolsas y evitar gemir por las rudas caricias era todo un reto, mismo que aceptó gustoso, evitando ver al vampiro, pues al solo hacerlo, su miembro parecía querer gritar, pidiendo que dejase su muslo y le atendiera, cuando el vampiro termino de beber de él, se sentía apenas ligeramente cansado, no dejar de beber la sangre había sido una muy buena decisión, termino con el contenido de la bolsa en cuestión de segundos retirándola de su boca suspirando suavemente, quiso relamerse los labios, pero su mayor se había adelantado a besarle, solo en ese momento abrió sus ojos, sintiéndose envuelto por sus brazos, sin poder evitarlo paso sus brazos alrededor de su cuello  comenzando a restregarse contra su cuerpo,  volviendo a cerrar sus ojos concentrándose en percibir por completo su tacto, se sentía tan bien, por unos momentos jugo con su lengua, saboreando el sabor de su propia sangre mezclada con la sangre de la bolsa, la combinación le resulto extraña, no era desagradable, pero prefería el sabor de la sangre de Alex mezclada con la suya.

“Amor mío” esas dos palabras no dejaban de sonar en su mente, pensando incluso por un momento que las había imaginado, pero su mayor parecía tan sorprendido como el, le miro divertido, Leigh podía decir te amo sin problemas ni titubeos, y el vampiro parecía tan desconcertado por llamarle amor mío, contuvo una risilla, pues no quería que aquello se malinterpretara y nunca volviese a dirigirse a él de esa manera,  quería llenarle el rostro de besos,  demostrarle que tan feliz le había echo esas simples palabras, acaricio su rostro antes de fundirse en otro beso, esta vez fue el quien mordía su lengua hasta hacerla sangrar, quería recordar el sabor de su sangre,  acaricio su lengua contra la suya hasta que la sangre dejo de brotar, y se alejó despacio, besando sus labios con suavidad, acaricio su rostro sonriéndole, su felicidad era casi palpable, poco a poco empujo a su mayor hasta hacerlo quedar recostado en la cama, Leigh se inclinó hasta llegar a sus labios, mordiendo el labio inferior y tirando de el un poco, de manera juguetona.

-Dilo de nuevo –susurro contra sus labios, si se había imaginado esas palabras su mayor no tendría ni la menor idea de a que se refería, un poco de miedo le invadió al solo pensar que su mente le había jugado una mala pasada, que todo era un sueño y que en cualquier momento despertaría, se encontraría recostado en la cama de su habitación, en completa soledad, rodeado de estantes llenos de objetos inservibles, tembló de miedo ante la posibilidad, mordiéndose el labio, únicamente comprobando que no lo era, ya más tranquilo se enderezo, sentándose justo encima de la entrepierna de su mayor, imitando suaves embestidas, sonriéndole, Leigh coló una de sus manos por debajo de la camiseta del vampiro, acariciando su abdomen solo para luego rotar su mano y desgarrar la tela con sus largas y afiladas uñas dejando al descubierto el pecho de su mayor, se inclinó nuevamente sobre él, robándole un beso mientras que con una de sus manos alcanzaba otra bolsa de sangre, al inicio le había parecido una cantidad exagerada la que tendría que consumir, pero  poco a poco las bolsas se iban reduciendo,  se enderezo apenas lo suficiente para rasgar la bolsa con los colmillos y dejar caer pequeñas dosis sobre el pecho desnudo de Alex, limpiando la sangre de su piel lamiéndola, jugueteando un poco con uno de sus pezones, dando ligeros lengüetazos en el, rozándolo suavemente con los colmillos, amenazando con morderlo, sin notarlo había ingerido ya la mitad del contenido de la bolsa, sin dejar rastro alguno de sangre en la piel de su mayor, se relamió los labios llevándose la bolsa a la boca terminando con su contenido mientras sus manos se dedicaban a retirarle el pantalón a su mayor, dejándolo en la misma condición que él, en ropa interior y con una visible erección.

“Amor mío” simplemente no podía dejar de repetir esas palabras en su mente, se escuchaban tan bien, una de sus manos se posó sobre el sexo de Alex, comenzando a masajearlo por encima de la delgada tela, sus mejillas se tornaron rosadas al recordar lo que habían hecho en el callejón, escapando una risilla de sus labios, tendrían que repetir ese encuentro en otro momento, en un lugar más frecuentado, Leigh se sentó nuevamente sobre el miembro de su mayor,  moviéndose suavemente hacia adelante y hacia atrás, apoyo una de sus manos en su abdomen mientras que con la otra aventaba lejos la bolsa de plástico vacía, sentía el sexo de Alex justo debajo de él, resultándole como una auto tortura,  quería sentirle dentro suyo, que le tomara justo en ese instante.

-Alexandre – gimió suavemente su nombre sin detenerse, restregándose contra su miembro.

Jadeé ahogado en el momento en que mordió mi lengua haciéndome sangrar, permitiendo que se llevara mi sangre en su boca y luchando contra el instinto de beberla también. Tenía sed, tanta sed de él y de su sangre, que no me resultaba normal. Por un momento pensé en lo que pasaría si por alguna razón le perdía y la idea me desgarró el alma, ya era demasiado tarde para mí y el sólo imaginarme un mundo sin Leigh me hacía estremecer de terror. El beso acabó pero sus mordidas seguían y cuando abrí los ojos, su expresión de felicidad encendió mi pecho como si mi corazón pudiese volver a latir, y ante su petición, ronroneé bajo lamiendo su rostro, había notado el pánico repentino en su mirada y gruñí bajo cuando mordió su labio.

-Amor mío... -repetí en voz alta mirándole expectante, ahora él estada arriba y la verdad no me molestaba esa posición, incluso pensé en la posibilidad de que él quedase arriba y mordí mi labio inferior, aquello sería un poco extraño aunque definitivamente era algo que quería experimentar. Ya que se había robado mi corazón, ¿por qué no entregarle mi cuerpo? Jadeé de placer desviándome de mis pensamientos cuando comenzó a lamer mi pecho, sólo entonces cayendo en la cuenta de lo que había hecho, derramar sangre sobre mí.

Cerré los ojos gimiendo ronco al sentirle en mi pezón y mis manos se fijaron a su cuerpo, recorriendo sus costados y su espalda, moviendo mis caderas contra su trasero deseoso de adentrarme en él y que luego hiciera lo mismo, aunque no sabía si Leigh estaría de acuerdo. El pantalón me resultaba demasiado estorboso y mi erección dolía; aprisionado como estaba contra la tela, fue todo un alivio cuando el vampiro me quitó la prenda dejándome sólo en ropa interior. Su mano arrancó nuevos gemidos roncos de mi garganta y aunque me retorcía ligeramente y jadeaba, no dejaba de verle, sin ganas de perderme aunque fuera el más mínimo detalle de su cuerpo, de sus expresiones.

-Por los dioses Leigh... te deseo tanto, cachorro mío... -gemí cuando volvió a sentarse sobre mi sexo, recorriendo sus piernas, apretando sus muslos, cómo adoraba aquella zona suya. Tan suaves y bien torneados, más perfectos que los de una mujer. Me levanté quedando sentado sobre la cama con él encima y me pegué a su cuello, volviendo a morderle con fuerza, abrazándole y acariciando su espalda y largos cabellos. Era tan perfecto, tan delicioso, que sentía no podía despegarme de él. Me separé de mi fuente de alimento y le miré acariciando su rostro, rodeándolo con delicadeza dejando dulces caricias con mis pulgares, y suavemente rocé mis labios con los suyos adorándole con los ojos-. Te amo... te amo tanto, Leigh, como no puedes imaginar... -ronroneé suavizando la voz, destilando amor por la misma hecho que internamente me hizo vomitar arcoíris. Vale que no era el ser más romántico del mundo, pero con él me nacía decirle aquello, rodear su cuerpo, tomarle, besarle con cariño.

Le solté al cabo de unos instantes y aparté sus cabellos de su cuello, volviendo a morderle con más cuidado esta vez, alimentándome casi con parsimonia disfrutando de estar tan pegado a él, degustando su sabor, moviendo mis caderas contra su trasero y bajando mis manos hasta desgarrar la tela de su ropa dejándole ahora sí desnudo. Una de mis manos comenzó a masturbarle colándose entre nuestros cuerpos y la otra, la llevé a su boca adentrando un par de dedos en sus labios, estremeciéndome de deseo, le quería, tanto, que quemaba mi interior.

Juraría que en algún momento volvió a escucharle decir “Amor mío”, si, seguramente se encontraba alucinándolo, estaba seguro de ello, tan seguro de ello que le resultaba incomodo dirigirle la mirada, y el no hacerlo le resultaba difícil pues se encontraba debajo suyo y como no cerrase los ojos o mirase el techo le vería, su mayor gemía debajo suyo, y eso solo le hacia sonreír con satisfacción al escucharle decir que le deseaba, eso era algo que estaba seguro que no alucinaba, pues sus manos sobre sus piernas le indicaban justamente lo mismo, el vampiro dejo de restregarse contra su sexo únicamente cuando le abrazaron, arqueándose entre sus brazos y pegándose a su pecho, Alex se alimentaba de su cuello, haciéndole soltar un leve gemidito de sorpresa, pues le había mordido con fuerza, Leigh se encogió entre sus brazos, colocando sus manos sobre el pecho de Alex, acariciándole suavemente mientras se alimentaba de él, al poco le libero y Leigh alzo su mirada deseoso de verle, amaba el color de sus ojos, le sonrió cerrando los ojos por unos segundos disfrutando de su tacto, abriéndolos nuevamente cuando le beso, topándose con su mirada, quedándose atrapado en ella, abriendo los ojos lo más que pudo debido a la sorpresa, -¿me…me amas? – susurro incrédulo, suavizando su mirada, se sentía tan extraño y a la vez tan bien – Alex…Te amo – murmuro Leigh con voz tenue pero en ella se podía distinguir fácilmente su alegría, abrazándose con más fuerza a su mayor, sin soltarse de el aun cuando él le había liberado del abrazo, pero sin dificultarle el alimentarse, esta vez era notoriamente más cuidadoso, pues no le había dolido, Leigh jadeo contra su pecho, pues su mayor no dejaba de moverse debajo suyo, y eso solo hacía que el más joven estuviese a punto de rogarle que le tomara en ese instante y dejase de torturarle.

-Alex…- susurro separándose apunto de comenzar a pedirle a gritos que le tomara justo en ese momento, pero sus manos ya se encontraban desgarrando su ropa interior, liberando su sexo, jadeando cuando su mayor comenzó a masturbarle, un par de dedos se abrieron paso hacia el interior de su boca, y Leigh empezó por aprisionarlos dentro de su boca, recorriéndolos con su lengua de manera lasciva volviendo a arquearse contra su pecho, sosteniéndose sobre sus rodillas,  e inclinándose ligeramente hacia el frente, dando una última y gran lamida a el par de dedos que se habían colado dentro de su boca.

-Tómame – susurro sobre su oído, rodeándole el cuello con ambos brazos, asegurándose de estar lo más cerca posible de él, quería que le escuchase gemir claramente, que escuchase de la manera más clara sus jadeos, y su nombre escapar de entre sus labios cuando le poseía.

Leigh movio suavemente sus caderas sobre el miembro de su mayor, gimiendo suavemente de puro deseo, la espera le volvía loco, y la siguiente vez que alguna palabra saliera de sus labios, seria seguramente un grito exigiendo que le hiciera suyo.

Me estremecían sus palabras, la forma en que decía mi nombre, era todo sencillamente perfecto y único. Quité mis dedos de su boca sin dejar de beber y suspiré ahogado contra su piel cuando me rodeó el cuello con sus brazos, su boca tan cercana a mi oído y sus susurros deseosos de mí, pidiéndome que le tomara, sólo me encendían más y más. Mi miembro punzaba por estar en su interior, sentía que podría correrme en cualquier instante pues demasiada era mi excitación, pero quería aguantar, me gustaba ir lento, torturar a mis parejas y a mí mismo, volver cada encuentro algo cada vez más único.

Dejé de beber y al separarme, sentía mi barbilla manchada de sangre y sonreí depredador, mirándole a los ojos, fijamente, adorándole, bañándome con su color verdoso. Lamí sus labios lascivamente con lentitud, obligándome a no mover mis caderas, sujetando las suyas presionadas contra mi cuerpo pero evitando hasta el más mínimo roce, quería jugar, torturarle, hacerle rogar por mí para luego hundirme en los placeres de su cuerpo. Quería que nunca me olvidara y, en cierta forma, que jamás me abandonara, pues era la soledad el único veneno que no podía soportar pese a mi condición de inmortal.

-Te amo, Leigh... -repetí sobre sus labios acariciando sus caderas, aún sujetándole, hundiéndome en su cuello mordisqueando y besando, embriagándome con su aroma aterciopelado y dulzón, a especias y flores silvestres. Ronroneé casi de forma felina y sin previo aviso, le tumbé bruscamente sobre la cama, y ya ambos libres de telas y prendas, separé sus piernas pasando una por sobre mi hombro y le penetré rudamente, gruñendo de placer, estaba tan cálido y apretado que poco faltaba para hacerme llegar al final. Salí de él sólo para volver a penetrarle de la misma forma y le embestí con fuerza, clavándome en su ser, sujetando sus piernas separadas para darme más espacio.

-¿Te gusta eso...? ¿Que te tome... así... rudo... fuerte...? -Pregunté con voz ronca por la excitación, sonriéndole con deseo, levantando un poco más la pierna sobre mi hombro y besándola, rozando su piel con mis colmillos para luego morderle otra vez. Quería marcar su cuerpo por completo, no dejar ninguna zona sin morder, probar cada una de sus venas y arterias hasta saciarme y caer agotado sobre su cuerpo.

Gruño su nombre cuando comenzó a torturarle, manteniéndole fijo sin dejar que estableciese ningún contacto más que el de sus brazos y su pecho, deseaba sentirle dentro suyo, Leigh gruño intentando soltarse del agarre, para poder restregarse nuevamente contra su miembro, hasta obligarle a tomarle, al escucharle decirle que le amaba se sintió algo estúpido al verse  guiado por sus instintos más bajos, dejo de forcejear, aunque realmente  ni siquiera parecía inmutar a su mayor, ni moverle ni un solo centímetro, cuando su mayor fue hacia su cuello,  le hizo jadear y arquear la espalda contra su pecho, aprisionándole entre sus brazos, temblando de pura excitación.

Que le tumbase contra la cama le tomo desprevenido, más aun cuando le separo las piernas y le tomo sin ninguna clase de preparación,  su cuerpo se estremeció, y de sus labios salió un sonoro gemido, cerró los ojos con fuerza sintiendo como estos se llenaban de lágrimas, no podía mentir ni fingir que no le había dolido,  pues el dolor casi se veía superado por el placer, aferro las sabanas bajo sus manos, jadeando arqueando la espalda de manera casi violenta cuando le volvió a penetrar, gimiendo alto, su pecho subía y bajaba de manera acelerada,  poco a poco deshizo su agarre de las sabanas, dirigiendo una suave mirada a su mayor, quien le sonreía y le alzaba más la pierna, apretó los labios cuando  Alex volvió a morderle alimentándose de él, realmente no sabía cómo responder su pregunta, por una parte le había dolido horrores, pero al sentirle tan dentro suyo también le había agradado, y esa manera de tomarle, entreabrió los labios, queriendo hablar pero ninguna clase de sonido salió de ellos,  le faltaba el aire… Jadeo bajo, volviendo a aferrarse a las sabanas bajo su cuerpo, moviendo de manera suave y lenta sus caderas contra su mayor, se sentía confundido, de alguna manera le había gustado y el solo pensarlo le inquietaba, sacudió la cabeza, gimiendo suave mientras comenzaba a moverse cada vez más rápido, prefería evadir esa pregunta cuando más pudiera, incluso su propio comportamiento le resultaba inquietante, detuvo sus movimientos, volviendo a aferrarse a las sabanas con fuerza.

-hazlo…de nuevo – jadeo, asustándose de sus propias palabras, pareciéndole tan ajena su propia voz, tan suave, ligeramente agotada, pero con un toque de sensualidad bien marcado.

No me perdía ninguna de sus expresiones, grabándomelas en la memoria para siempre. Sus jadeos ahogados, la forma en que apretaba las sábanas cada que le embestía, me hacía golpear con más fuerza mis caderas contra las suyas llegando rápidamente a lo más profundo de su ser. Gruñí con su respuesta y me incliné sobre su cuerpo, una posición un tanto incómoda he de decir, pero nada importaba. Le besé desgarrando sus labios y salí de su interior sólo para volver a adentrarme en él con violencia, podía notar un poco de humedad y en cuanto me percaté de que estaba sangrando, mordí mi lengua entregándole mi sangre, uniéndonos, creando una comunión única y especial.

Cuando me separé de él, mis ojos brillaban con una sobrenatural intensidad. Mis colmillos crecieron con peligrosidad debido a la sed de sangre y de su cuerpo y, con una fuerte y última estocada, acabé por llenar su interior con mi esencia, gruñendo como un animal. Me salí de su cuerpo aún totalmente erecto, la sangre me despertaba, y sin mayores palabras, me tumbé sobre él aprisionándolo con mis brazos y piernas, mordiendo su cuello, girando hasta dejarle sobre mí. 

Le quería a él, pese a lo extraño que me resultaba estar abajo o ser el pasivo, le necesitaba, casi como un deseo sádico. Rodeé sus caderas con mis piernas y bebí largos tragos de sangre, rozándome contra su cuerpo, enredando mis dedos en sus cabellos y tironeándolos ligeramente-. "Leigh, mon amour, te deseo... quiero que me marques, quiero pertenecerte y que me hagas tuyo..." -susurré en su mente separándome de su cuello, besándole intensamente y mirándole a los ojos con aquel brillo depredador que tanto caracterizaba a los míos.