Sweet, sweet blood lollypop

Como pude esquivé los berrinches de Agra, suplicando que me dejara ir a la pastelería Anne Bloody de los barrios bajos, aquella pastelería era famosa por los dulces que hacían, y los dulces de sangre para los jóvenes dhampir. Le prometí no salir del local hasta casi cerraran, el dueño era un joven vampiro creaba los dulces de sangre gracias a su madre, aquel día me había llegado una invitación ya que abriría su taller para ver como hacían los dulces, tanto los normales como los de sangre.

Era como aquel libro de hacia siglos, mama me leyó, charlie y la fabrica de chocolate, unos cuantos eran los elegidos y el señor Wonka sería aquel vampiro llamado Kyle, ya que había firmado con aquel nombre. Al llegar a la pastelería sonreí un poco con la invitación entre mis manos, esperando ver quien eran los demás invitados a ver como se hacían aquellos dulces, tal vez algún dhampir o hibrido eran los invitados, tenía mucha curiosidad.

Spoiler:

Normalmente no me despegaba de Antonio, pero él decidió dejarme solo para investigar mejor el bosque. Decía que quería encontrar un territorio para los dos, claro que yo no estaba interesado en otro lugar que la cómoda estancia en el Hospital de Amaury.

Aquella noche me marché con una invitación entre mis dedos, no le había dicho nada a mi pareja por no molestarlo o para que no la rompiera. Sabía que empezaría a decir que era una trampa, pero los dulces siempre me encantaban y quería probar algunos. El abuelo me hizo llegar una caja de piruletas, dijo que era para que yo endulzara mi vida lejos de mi padre Cat.

Iba cantando bajo por la calle, disfrutaba de aquel momento. Una enorme sonrisa se dibujaba en mis labios. Tal vez me invitaban a tomar dulces, no sólo a mirar, y quizás podía comprar unas cajas. Las piruletas eran de esa tienda, recordaba el nombre del envoltorio.

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Me movía por la ciudad con elegancia, era propia de mis padres. Cuando quedé frente a la tienda me desabroché el primer botón de mi camisa y la saqué por fuera. Había tropezado con mi padre y me había puesto con un aspecto de nerd terrible. Revolví mis cabellos y sonreí antes de pegar mis manos a la vitrina de la tienda, todo dentro se veía com un paraíso. Mis caderas enfundadas en unos jeans destrozados no paraban de moverse, igual que un perro inquieto.

-Chocolate, cabello de ángel, bizcocho, crema catalana y dulce de leche...-murmuré antes de brincar.-Conejos de pascua... rellenos de sangre, sangre, sangre... rellenos de sangre.-murmuré prácticamente babeando.

Quien me viera diría que era inocente, dulce y para nada el dominante de mi relación. Era tierno a pesar de mis modos bruscos que sólo aparecían en ciertas ocasiones. Miré a mi alrededor y vi a una chica.

-Hola.-dije esbozando una sonrisa.-¿Vienes a por dulces? Yo sí, vengo a por todos los que me puedan vender.

Mientras esperaba me puse a pensar en que estaría haciendo Agra, no quería que destrozara nada del apartamento, le había dejado una de mis braguitas para que se entretuviera. Aquel pensamiento hizo que me sonrojara un poco, pero desvié mi atención al notar la primera presencia de un hibrido, era un muchacho embobado mirando el mostrador. A mi no me hacía falta porque alguna vez había ido a comprarle algún dulce a Daichi.

Me fije que movía un poco su cadera y luego se acerco a mi diciendo que se llevaría las que pudiera.

Hola - sonreí de igual manera, olisquee un poco y olía a lobito por lo que sonreí mas - Yo mirare de llevar a papa muchos milhojas de todos los sabores, le gustan mucho - volví a sonreír y le tendí la mano. - Soy Lauren, eres un lobito muy lindo - murmure con cierto brillo en mis ojos, por conocer a otro lobito aparte de los que conocí con Cat, que por cierto parecía oler a él. - aaaaaahhh!!! Tu eres el lobito de Cat!!!! - grite y me lance a abrazarlo casi espachurrandolo y frotando mi mejilla contra la suya ronroneando.

Aquella mujer me estrujó contra ella, casi me ahogo en sus pechos y di gracias que no fueran como globos terráqueos. Estaba seguro que si Antonio la veía así se pondría celoso. Reí por la situación, aunque me quedé clavado en lo que dijo de mi padre.

-Conoces a mi papá.-dije apartándome para verla bien, era bastante bajito y en algunos rasgos nos parecíamos.-¿Eres amiga o modelo de papá?-pregunté antes de sentir que mi estómago rugía, había comido un cochinillo yo solo, pero tenía hambre.-Quiero algo de comer, la tienda debería estar abierta ya...-metí mis manos en los bolsillos y saqué unas cuantas chucherías, varias paletas y unos chicles.-Es no me calma el hambre.-balbuceé antes de mirar los dulces.

Había una enorme tarta que tenía varios huevos de pascua encima. Monas de chocolate por todo el establecimiento. No era tiempo aún, pero para mí esas cosas se comían incluso cuando no tocaban. Tragué saliva y suspiré pesado.

-¿Tienes bollitos o algo para comer? te los cambio por piruletas de cereza.

Ladee la cabeza apartándome un poco para verle mejor, era bajito y adorable, sonreí levemente y asentí con la cabeza.

Soy las dos cosas, me hizo un vestido para carnaval de un hada - sonreí mas y mire que sacaba unos dulces.

Parecía que no vendría nadie mas, era raro que solo fuéramos nosotros dos, encogí mis hombros y suspire. Mire que no pasara nadie por allí cerca y cree un bollo de chocolate.

Te calmará un poco el hambre - sonreí tendiéndoselo esperando que le gustara

Había recibido una invitación para ir a una chocolatería, aun no sabia como me había llegado pero la lei, tenia que presentarme en cierto lugar, no conocía bien aquella ciudad pero bueno mi abuela decía que preguntando se podía llegar a Roma así que tal vez también si preguntaba podía llegar a aquella dulcería, así que camine por esas calles preguntando de vez en vez para poder llegar, cuando al fin lo hice entre, ahí estaba ya una chica y un chico, me acerque y salude tímidamente -Ho… Hola- dije acercándome hasta donde estaban ellos, esperaba no llegar muy tarde y que aun pudiera estar ahí - Soy… Lorane - dije algo sonrojada, sin estar acostumbrada con el trato a los demás me costaba poder expresarme.

Mire el lugar, era como un sueño lleno de golosinas y chocolates, la boca se me hacia agua de solo ver aquello, desde la muerte de mi abuela no había comido algo así, solo lo poco que podía conseguir que me ayudaba a subsistir

Mordí el bollo nada más lo hizo aparecer, me manché los labios de chocolate y mi lengua se pasó por el labio inferior, así como por el superior, pero sólo extendí más el chocolate mientras mis dedos se pingaban. Mis ojos se volvieron más azules, como los del abuelo cuando estaba calmado. Movía mis caderas de un lado a otro inquieto, sólo me ponía nervioso cuando Antonio estaba mal, que eran pocas veces, o cuando tenía apetito.

-Hola.-dije a una chica que llegó, tenía el cabello rizado como el abuelo y parecía tímida. Me quedé mirándola unos segundos para terminar esbozando una sonrisa.-Yo soy Román Lioncourt, un placer.-hice un ademán con mi cabeza hacia el lado derecho y luego miré a Lauren.-Entonces conoces la tienda de papá. No sabía que tuviera amiga nueva, aunque supongo que desde que no vivo con él habrá intentado salir un poco más.-volví mi mirada hacia la nueva chica mientras engullía del todo el bollo.

Llegaba algo tarde a la pastelería Anne Bloddy, pero apenas unas horas atrás había revisado la correspondencia, sólo estaba esperando facturas así que no me apresure por leer lo que había llegado, pero cuando me tope con la invitación, fui tan a prisa como pude a ducharme y ponerme una falda con pliegues de color crema y una blusa blanca con encajes. Ignoraba que existiese una pastelería cerca, hasta ahora me conformaba con comprar en el supermercado pastelillos rancios en sus envoltorios plásticos, no iba a perderme por nada la oportunidad de saborear un pastelillo esponjoso y fresco.

Prácticamente fui corriendo, no quería perderme ni un momento de la demostración, incluso me había llevado todo el dinero que me podía permitir gastar en alimentos, pensaba volver con tantos pasteles como pudiera así debiese desayunar, almorzar y cenar los mismos.

Estaba casi allí cuando se me torció el tobillo y caí aparatosamente raspándome la rodilla y los codos.

- Ay… cielos Hellen, que suerte la tuya – refunfuñe mientras inspeccionaba los daños, no parecían graves, solo leves excoriaciones que se solucionarían con una bandita. Me recompuse tan bien como me fue posible, y camine con más tranquilidad hasta asomarme a la entrada, con reserva me adentre viendo que había ya personas degustando postres.

Incluso un chico de adorable aspecto y enormes ojos azules me saludo, trate de sonreírle lo más amistosamente que pude, esperando que no se notara mi reciente encuentro con los adoquines.

- Hola… yo soy Hellen Collins, es un placer – hice un leve ademán hacia el y hacia la joven con quien hablaba a modo de saludo – espero no llegar muy tarde

Reí divertida al ver como se ensuciaba de chocolate, acaricie su cabello y vi que llegaba otra chica, la mire con rapidez parecía mona por lo que sonreí levemente al ver su timidez.

Hola, yo soy Lauren - murmure y luego volví a mirar a Román sin dejar de sonreír. - si me encanta su tienda toda llena de maniquis con montones de ropa - note que se acercaba otra presencia de otra chica haciendo que frunciera un poco el ceño. - Tendrías que ir a verle de vez en cuando... o al menos dos veces al mes - encogí mis hombros y la chica por fin llego.

La mire de arriba a bajo y sonreí levemente, daba la impresión de que ya estábamos todos.

Te duele mucho el tobillo? - ladee un poco la cabeza acercándome a ella con cuidado. -Cuando llegue Kyle podemos preguntar si tiene algo para desinfectarte las heridas - sonreí con media calidez en ella

Se me habia hecho un poco tarde con el viaje de ida a Los Angeles desde Londres, solo esperaba que todos estuvieran ya esperándome. Al llegar al aeropuerto cogí el coche de mama y conduje a gran velocidad hasta los barrios bajos.

Tarde como diez minutos en llegar y aparcar delante de la pastelería viendo a todos los muchachos fuera hablando. Sonreí y salí sacando las llaves de la puerta.

Lamento el retraso, el avión se atrasó un poco. Espero que lo paséis bien durante la visita - dije abriendo la puerta y dejando pasar a todos, para luego cerrar. - Hoy tenían fiesta por lo que estaremos mas tranquilos en la visita.

Fui hasta el final de la tienda entrando al mostrador, abrí un pequeño armario y encendí las luces de la cocina, el almacén y el sótano.

Os he traído aquí para mostraros como se hacen los dulces, tanto los de los humanos, como los dulces para los dhampirs... Algunos los hago yo, sobre todo las piruletas y los caramelos.

Papá hacía dulces para mi, siempre me tenía atiborrado a galletitas de canela o de limón. Me gustaban para desayunar con un cacao caliente en invierno. En verano era más de tomar rebanadas de bizcocho con un batido bien frío de banana. Pero ahora era distinto, yo era quien tenía que cocinar para Antonio. Eché de menos en ese momento a mi papá, que me abrazara y me dijera que me haría galletas.

-¿Todo el proceso?-pregunté inclinando mi cabeza hacia un lado.-¿Pero se podrá probar?-dije soriendo mostrando mis colmillos entre vampiro y lobo.-Yo quiero probar todo y comprar unas cuantas cajas, traje dinero.-había traido lo suficiente para comprar dulces para una semana.

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¿Qué hacemos con Hellen? u.u