Blood on the floor -priv -

Caminaba aun sin rumbo fijo, ya no tenía hinchazón en la boca, pero estaba perdida, sin saber ahora donde estaba mi lugar en el mundo. Me había quitado el alma aquel ser, al igual que me la había dado hacia cinco mil años, no podría haberme dejado morir cuando nací?

Había llegado a los barrios bajos sin darme cuenta, la gente se me quedaba mirando, sería por el hecho de que iba enseñando los pechos, los hombres se acercaban a mi notando aquel deseo de tocarme, pero ni llegaban a darle tiempo porque los abría en canal y bebía su sangre, luego dejaba los cuerpos con los órganos esparcidos por la acera, que mas me daba aquello. Necesitaba recuperar fuerzas, notaba que ni mi orgullo estaba en mi cuerpo, no me quedaba nada ni nadie. No sabia a quien recurrir para que me ayudara, y si encontraba a alguien me ayudaría en nada.

Entre en un callejón y me apoye en la mugrienta pared, dejándome caer por esta hasta el suelo, cerré los ojos y me quede allí, quería morirme.

Había salido a cazar, dejando a Killian a buen resguardo. La noche anterior había quedado con Atsushi Sakurai, uno de mis guerreros más fuertes e invencible. Solía caminar descalzo por la vida porque decía que así podía sentir el lamento y la fuerza de la Tierra, un ser sin duda único, al cual le había pedido un favor tan grande como el que Daichi me había concedido. De todas, no era el único al cual le prestaban favores. Román vivía ahora bajo mi resguardo, calmando así a Cat y dándole una oportunidad al pequeño de colaborar con mi bando y con el bando de su familia. ¿El resto? ¿Qué más daba? Pues daba, al menos me había sosegado en eso de buscar amantes que consolaran el vacío y dolor que en ocasiones me obsesionaba. Pero por lo demás, era el mismo salvaje buscando alimento y peleas en las calles... el mismo con un aspecto más adulto.

Y por las calles caminaba, bebiendo del cuello de un demonio inferior que había llegado hacía unos días a la ciudad. Cometió varios errores, el primero el cruzarse en mi camino y el segundo pensar que era un pobre estúpido. Que yo no mostrara mi poder no significaba que no lo tuviera.

Al pasar por un local desierto escuché el lamento de un alma, un alma familiar, podía sentir el pesar de un vampiro, un casi demonio, que parecía estar en las últimas aunque no físicamente sino su presencia. La esencia la olfatee con mis sentidos y pude reconocer a una conocida.

-Hella, no puede ser.-la conocía desde hacía unos meses, poco antes de fin de año, y me había demostrado ser fuerte y no un saco de lágrimas.

Caminé en silencio, acercándome con cautela, hasta que la vi provocando que me sacara la cazadora y se la ofreciera. Yo no tenía frío, había bebido de una fuente de poder bastante suculenta.

-Tápate, no vas a pillar un resfriado pero al menos no vas con las domingas al aire.-comenté con una leve sonrisa.-Vamos, acompáñame a un paseo y dime que te pasa, no creo que pueda ser algo que no se pueda solucionar.

Apestaba a sangre y a un demonio poderoso, un demonio que parecía haberla destrozado. Pero debía ser optimista, no dejarme llevar por la mala leche que podía acumular en unos segundos, y razonar. Se lo debía a Killian, le debía el pensar un poco ahora las cosas porque no quería que él llorara. Sabía que si me enfrentaba yo solo a esa criatura me aplastaría.

Con la poca fuerza que me quedaba note la presencia de alguien familiar caminar por la calle, aun tenía los ojos cerrados, ahora escuchaba una voz, pero no era familiar, aunque su esencia si.

Abrí los ojos viendo a un chico... Algo mayor, ladee la cabeza escuchando sus palabras. Me levante como pude temblando y me quede mirando a la nada con aquellos ojos vacíos de expresión.

Amaury? - pregunte olisqueando un poco, cogí su chaqueta y me la puse. - Tu y los líderes de bloody rose tendríais que estar mas pendientes de lo que se cuece en vuestro territorio. Caim está haciendo de las suyas, me temo que no podréis pararlo- cerré la chaqueta como pude y luego me hundí en el cuello de esta olisqueando su aroma familiar - Y por favor.... No me toques, me da asco que me toquen.

Había escuchado su nombre más de una vez en las últimas semanas. Era un poderoso demonio que estaba creando unos clubs privados donde la perversión, el lujo y la alta jerarquía demoniaca paraban para socializar, escandalizar y hundir a todo aquel que se aproximaba a unas calles. Sin embargo, el resto ajeno a las organizaciones, o los humanos más comunes, caían sin remedio.

-Lo sé, pero yo no puedo hacer nada contra un demonio que mataría a más de cien hombres con sólo unos cuantos gestos. Tengo vampiros poderosos, demonios de baja escala leales a mí, lycan curtidos en batallas épicas y con un legado en sus genes que te asombraría... poseo hechiceros y brujas que podrían levantar imperios y destruirlos, así como curar heridas. Igual mis aliados, poseen guerreros destacables.-hice un inciso con una mueca de asco y rabia.-¿Qué podemos hacer con un tio que te lo da todo a cambio de tu corrupción, la cual le da poder? Te hunde en los infiernos, que no deben ser muy distintos a este mundo, y a cambio un paraíso que te dura poco, pero al menos te saca de la miseria. ¿Qué podemos hacer Hella? No pienso exponer y comprometer a todos mis guerreros para echarlo de la ciudad, lo mejor es convivir y si ataca luchar... mi destino es derrocar al Vaticano, él pretende lo mismo, cuando llegue ese momento lucharemos contra él cuerpo a cuerpo en una batalla final. Pero de momento no queda otro que no bajar la guardia, ni los brazos y sobretodo luchar si nos ataca... nada más.

No pretendía tocarla, si la tocaba su aroma quedaría en mí como en mi chaqueta que se podía quedar. No quería que el rubio empezara a pensar mal de mi. Yo simplemente no quería broncas, porque tenía cosas como Caim y mi propio liderazgo en juego.

-Te diría que te unieras a mí, si quieres, para cuando llegue ese momento crucial... pero no sé que planes tienes o si deseas luchar por tu cuenta. Y bueno, te pido una cosa más... saber que soy el líder te da cierto poder, pero no quiero que nadie lo sepa. Tú, Atsushi, los Lioncourt y mi pareja son los únicos que saben quien soy... bueno no todos los Lioncourt, el rubio estúpido de Lestat ni lo he visto desde que el mundo cayó en desgracia y bueno, tampoco es que nos llevemos como grandes amigos, más bien no lo soporto. Así que sois pocos, los pocos que lo sabéis quiero que siga así. Si Caim tuviera en su poder esa información estaría muerto, de nuevo.

Escuchaba sus palabras, mirando hacia un punto fijo, sin ganas de nada, ni siquiera podía ya llorar. Cerré los ojos y luego le mire de nuevo.

Recuerdas que te dije que buscaba mis recuerdos de humana? Caim fue mi creador, viví como humana hasta los dieciseis que comencé a beber de demonios y humanos. Él a sido quien a roto mi alma, ya no se que hago aquí en la tierra ni cual es mi cometido. Solo quiero morirme, no creo que vuelva a verle mas por lo que tu secreto esta bien en mi cabeza, pero claro si muero iré al infierno y ... - deje de hablar a la vez que dejaba de mirarle. - Tienes suerte de tener a alguien a tu lado, yo que solo tenía orgullo porque el amor no va conmigo y mira como he terminado - susurre mirando hacia donde me había dejado caer. - No se a donde ir.... Puede que vague por el mundo hasta que muera, que mas da

-Sé que la venganza no es buena, te llena de odio y termina cegándote. Pero puedes hacer que sus planes se vayan a la mierda, el suyo y el de todos esos desgraciados. Acompáñame a mí, también al resto, lucha por ser libre. Está bien, él te creó ¿y? A mí también me crearon.-comenté mirándola fijamente, iba a compartir con ella mis recuerdos, esos tan dolorosos que incluso me impedía controlarlos. Cuando los sentía el odio me asfixiaba, pero quería mostrarle que de todo se sale y se puede seguir luchando.

Comencé a lanzarle las imágenes de mi padre violándome, golpeándome, y destrozándome desde pequeño. Su muerte con mis propias manos, la muerte de mi madre la cual me despreció y jamás sintió compasión por mi. La droga, las mujeres que me usaron y el corazón roto. El odio acumulándose en mi alma, el orgullo y un ego que aún poseo.

Mi creador viniendo a por mí, creándome como arma que no pudo controlar. Mi desasoiego, mis ganas de destruir el mundo y al verlo destruido por otros el caos en mi mente. Ayudando incluso a los ángeles, demonios y otros seres. Notando como el odio no era nada, como el vacío mucho menos, y que de todo se sale buscando un ideal. Quería ser libre, tener leyes justas y no implacables. Nadie era perfecto, por eso nadie podía creer que imponiendo incluso cuanto aire hay que respirar era lo mejor.

Comencé a ver las imágenes que me enviaba y cerré los ojos, cada uno de nosotros tenía su propio infierno interior aquello lo sabía, abrí de nuevo los ojos para mirarle.

Ojalá no tuviera cinco mil años, puede que así sea mejor. No hace falta ni que me felicites por mi cumpleaños, volveré a borrar mi cumpleaños de mi mente - murmure y me puse a su lado mirándolo. - Entonces vas a dejar que te sirva? Aunque ahora casi no tenga nada? - pregunte con la cabeza ladeada sin dejar de mirarle.

-Tienes tus habilidades, las cuales necesitaré... también puedes ayudar a adiestrar a otros vampiros más jóvenes e inexpertos. Tengo una pandilla de quince estúpidos de no más de cien años, todos han oido de la guerra pero ninguno la ha sentido en propia piel. Una guerrilla no es una guerra, un acto salvaje de una noche no es una guerra y menos aquella que casi nos hace desaparecer.-me senté a su lado, sin tocarla por supuesto.-Te ofrezco ese puesto, puesto que el puesto de mis generales están todos tomados. Te presentaré quizás en unas noches a uno de ellos, de los pocos que saben todo acerca de mí, y el cual seguro que te servirá de ayuda. Crea sueños, puede crearte algunos para alejar pesadillas. Y podemos pedir ayuda, colaboración, a un hechicero que posee ciertos medicamentos naturales, animales sobretodo, que alejan los malos recuerdos. Eso te hará fuerte, quiero hombres y mujeres fuertes sin importarme qué son o qué fueron.

Necesitaba seres que supieran actuar, personas que trajeran perfección a mi ejército, y que conocieran el límite de la libertad y del bien común. No me importaba que hicieran sus vidas, sus actos crueles o no, lejos de mi ejército pero en él había que ser disciplinado.

Escuche el puesto que me ofrecía, intente sonreír como antes, pero no pude, simplemente le mire mientras me decía aquello.

Bueno tampoco me interesaba mucho un puesto de general, con ese ya me conformo - murmure y suspire cerrando los ojos. - Sabes, estas mas sexy que antes - volví a intentar sonreír pero nada, creo que nadie ya podía devolverme aquella sonrisa que tenía. - Entonces que Ama... No tienes nada mas que hacer por aquí?

-Gracias, tú también estás sexy con mi chupa de cuerpo.

Intentaba bromear con ella, dejar que ella sacara su lado pícaro tal vez la hacía volver en sí. Comenzaba a verla como una cría, porque en parte eso éramos todos. Éramos críos que habíamos sido congelados. Yo ahora era más adulto, tenía recuerdos nuevos. Era como si hubiera seguido creciendo, desarrollándome, era el poder de D. Había generado un pasado que no existió para darme un cuerpo que no se desarrolló.

-Sólo he crecido.-comenté.-Creo que podría llevarte donde mi amigo D, pero ahora mismo no está aquí. Si no recuerdo mal se marchó unos días a Japón, cuando regrese iremos para que te ayude con unas mariposas. Verás, tiene una flor que se convierte en mariposa, dentro de esta quedan muchos malos recuerdos y los vives, pero no duelen igual.-hice un inciso para suspirar.-Joder, ese maldito hijo de puta...

Logré hacer una mueca parecida a una sonrisa cuando dijo que estaba sexy, eché la cabeza hacia atrás escuchando que tenía un amigo que hacia noseque con las pesadillas. Me quede mirando hacia el cielo respirando pausadamente, aunque a veces se me olvidaba respirar.

Me vendí... por un trago de sangre de un milenario.... - suspire sin dejar de mirar al cielo - No quiero que nadie sepa eso... Hella la mas orgullosa vendida y derrotada por sangre de vampiro milenario -gruñí encogiendo mis piernas y hundí mi cabeza entre estas sollozando un poco

-Bueno, todos cometemos errores y tenemos nuestros puntos flacos.-comenté apoyándome bien en la pared, siguiendo con la vista hacia el cielo.

https://www.youtube.com/watch?v=Er-2tpaQ_Vo&feature=fvwrel

Comencé a cantar esperando que mi voz la calmara, sabía influenciar en los sentimientos y en los poderes de otros con mi voz. Era mi don, también mi maldición. Podía oler la sangre de sus lágrimas así como el dolor de su alma, parecía cubierta de una capa de dolor que no se iba.

Escuche como comenzaba a cantar, sabía que lo hacía para intentar calmarme. Estiré mis piernas y me puse a mirar de nuevo al cielo, recordando por unos momentos a alguien.

Ojalá le hubiera suplicado mas a aquel vampiro de cabellos de fuego para quedarme mas tiempo a su lado. Tal vez no hubiera pasado esto - murmure y apoye la cabeza en su hombro cerrando los ojos. -Estoy cansada....

-No sé porque cuando habláis todos de vampiros pelirrojos recuerdo al viejo de Armand, lo vi en un par de ocasiones desde lejos y conocí a Lestat. Esos vampiros los creía muertos, hasta que he descubierto que no están tan lejos. Es increíble que sigan vivos, aunque conociendo a Lestat es más que posible que termine envuelto en algún lío.

Recordé cuando era un mocoso y leía aquellos libros, después imaginaba ser un vampiro tan poderoso como Marius, lleno de sabiduría, loco como Lestat, con la belleza de Louis y los cabellos tan rojos como Armand. Quería ser el mejor de todos, luchaba por sobrevivir a las palizas de mi padre... pero yo era un vampiro cuando leía esos libros y me imaginaba siendo el protagonista. Ahora era uno, el dolor de mi infancia rota seguía ahí a pesar que Daichi me había intentado calmar el dolor.

Es de Armand de quien hablo - susurre a lo que dijo.

Ni me había movido cuando le menciono, seguí con los ojos cerrados ronroneando, pero las imágenes de lo que me habían pasado aun seguían allí si cerraba los ojos, se me hacía insoportable y mas doloroso.

Me sentía... Sentía que a su lado estaba protegida, no sentía que tenía que terminar con su vida. Me gustaba estar a su lado - murmure mirando la pared que teníamos delante, recordé la trenza que me había dado, por suerte la había dejado en la habitación del hotel en el que me hospedaba.
- Creo que lo conocí un par de meses antes que a ti

-¡Vaya! Yo tengo tratos no hostieles con sus nietos, los cuales también son nietos de Lestat.-comenté antes de soltar una buena carcajada.-¿Y qué tal está el anciano? Creo que me gustaría verlo cara a cara y retarlo, no sé porque. Siempre he querido hacer una de las mías, un experimento loco, y quizás él podría colaborar.

Recordaba su pasión por la tecnología, por indagar, y yo era igual en ese aspecto. Violento, cruel y desalmado para ir contra aquellos que me jodían la vida, pero era amable y desenfadado con los que consideraba mis amigos, o al menos conocidos. Yo quería conocer bien a Armand, hablar con él de tú a tú y saber algo más sobre los viejos buenos tiempos donde ser vampiro era casi pertenecer a un club social de lujo.

Estaba como desorientado... Creo que se le borro la memoria, o algo me comentó - murmure y le mire de reojo.

Escuche un ruido mas adentro del callejón e instintivamente me pegue al cuerpo de Amaury encogiéndome con miedo en el cuerpo, tal vez había vuelto a por algo pero al final se escucho un maullido.

Puto gato del infierno! - grite tirando una piedra hacia donde estaba - Quiero irme de aquí.

-¡Eh! no ties piedras a los gatos.-dije antes de abrazarla acariciando sus cabellos.-Podría ser un vampiro que conozco, tal vez un hechicero. Conozco algunos seres colaboradores míos que se muestran de esa forma, no quiero que los mates de un ladrillazo.

La abrazaba como lo haría con una vieja amiga, alguien querido. Estaba comenzando a tener lazos de amistad con ella, no dejaría que otro gilipollas le pusiera un dedo encima.

-Mejor alégrate recordando la paliza que le dimos al angelito.

Deje que me abrazara escuchando su reprimenda, haciendo que me encogiera un poco mas entre sus brazos, ahora me sentía algo protegida por él.
Cerré los ojos levemente intentando recordar lo que paso con aquella ángel idiota, suspire negando con la cabeza.

Casi no recuerdo nada - murmure olisqueando un poco su aroma - Y perdón por lo del gato- hice medio puchero notando sus caricias

-No pasa nada.-dije acariciando sus cabellos aún, como si fuera una niña.-Trato.-comenté con ella aún entre mis brazos, pegada a mí.-Seremos como hermanos, cuéntame aquello que te haga sentir mal o bien... yo haré lo mismo. Sólo hablo de todo lo que me duele con Killian, pero sé que algunas cosas podrían hacerte bien saberlas... momentos del pasado que podrían ayudarte a ti ahora. Yo también me las he visto en buenas con mi padre, pero cuando era humano.-fruncí el ceño y alcé el rostro hacia las estrellas.-Ya casi ni se ven, debería de destruirse el mundo al completo y volver a la edad donde los edificios no tenían que ser tan descomunales y todos colaboraban... ni siquiera hablo de mi época.

Sonreí un poco cuando dijo aquello y me pegue a su pecho, suspire con los ojos cerrados ronroneando.
No creas, siempre a habido mal en la tierra, solo que ahora hay mas - respondí volviendo a olisquear su pecho.- No se celara Killian? - reí levemente apartándome un poco de su cuerpo - Crees que volveré a ser como antes?

-Nadie es como antes, todos cambiamos todas las noches y a la vez somos los mismos. Tranquila, podrás volver a ser tan destructiva.-comenté echándome hacia atrás, sintiendo como el aire se volvía cada vez más frío.-¿Quieres pasar la noche cerca de mi refugio? Hay unas casas con buena tecnología, la cual impide que te molesten. No habrá problemas porque las uses, algunas son de vampiros que han terminado desplazándose a otras zonas.

No me importaba compartir con ella mis bienes, si ahora era de los míos merecía un hospedaje cercano al punto de reuniones de los más próximos a mí.

Volví a hacer una mueca que imitaba a una sonrisa cuando dijo que volvería a ser tan destructiva como antes, y que me podía quedar en una de las casas que tenía.

Sería mucho pedirte que te quedaras conmigo esta noche cierto? - susurre mirándolo de reojo.
Me levante como pude para salir del callejón e ir a las casas que decía.
Vamos a esas casa pues

-Tengo que regresar con mi pareja.-dije incorporándome.-No quiero que piense que ando haciendo de las mías, en cualquiera de los dos sentidos, cuando le veo llorar me duele. Creo que encontré mi talón de Aquiles.-comenté echando a caminar con las manos en los bolsillos.-Siempre pensé que esa cosa del amor no era para mí.

Mis pasos eran lentos, como si fueran los de un anciano, pero con un deje de rabia que le daba cierto toque de elegancia guerrera. Era una mezcla extraña de un niño eterno en un cuerpo de un hombre adulto, así como los años justos de un vampiro algo joven y la fuerza de un milenario. Una poción de sabores amargos que se ofrecía al mundo como única escapatoria.

-Hella, no te enamores porque cuando lo hagas vas a pasarlo peor que esta noche. Todo lo que sientas se intensificará, la distancia se hará terrible y lo peor de todo es que te sentirás vendido ante miles. Al menos, yo me siento vendido.

El amor no es para mi, lo odio... Además a veces me vuelvo anti social - murmure mirándole cuando dijo que no me enamorase.

Parecía que no tenía tiempo para amar a alguien, siempre odiando, destruyendo cosas, desplumando ángeles...
Caminaba a su lado sin ganas de nada, solo quería echarme y mirar al techo sin hacer nada mas que mirar el techo.

Bueno, tu dirás donde es - no tenía ni idea de en que parte de los barrios bajos estaban esas casas.