Destellos en la oscuridad -privado -

Caminaba con un vestido de color negro, por las calles que ahora invadían los hombres y mujeres lujuriosos que iban de local en local, como si el tiempo se parase a mi paso.
Miraba de reojo hacia los callejones, aquellos llenos de moribundos borrachos de alcohol y sexo, me entretenía con ellos chasqueando los dedos una sola vez y les prendía fuego escuchando como gritaban de dolor por el fuego abrasador.

Como una película de terror en el mundo de los humanos, o de lo que quedaba. Intentaba evitar entrar en los locales de Caim, aunque era difícil dado que casi todos eran ya suyos.
Entre en uno con alfombra roja en la entrada, haciendo que soltara una carcajada, escuche aquella música decadente y como se movían los cuerpos humanos al bailarla.

Si seguía en aquel ritmo de conquista los humanos perecerían y la diversión terminaría dado que ya no habría ninguno al que corromper. Me senté en una mesa alejada donde daba la oscuridad, pronto me sirvieron una copa con ron, como me gustaba. Mis ojos rojos y algún mechón de mi cabello brillaban en aquella oscuridad.

Andaba a paso lento, sin mirar más que delante mío y para no chocarme con una farola, porque si miraba a los lados, estaba segura de encontrarme escenas de lo más obscenas... Y no era para menos, estando en aquella zona y a aquella hora.

Aquel desgraciado demonio llamado Caim, que igualmente podría haberse llamado Molestia, no dejaba de inundar las ciudades con sus clubs de poca monta, llenos de estúpidos borrachos y zorras lujuriosas...

No era que yo estuviera en contra de todo aquello, pero me fastidiaba encontrármelos por las calles luego. Los monstruos de Caim. Repugnante.

Y a pesar de todo, allí estaba, a punto de entrar en un local que, esperaba, no fuera también de Caim. Suspirando, y preguntándome qué demonios hacía allí, entré a paso calmado.

Pero hubo algo que me llamó la atención. Al fondo, en una mesa oscura, vi brillar unos ojos rojos, y percibí al instante un aura maligna... un ángel caído, probablemente.
Me acerqué con curiosidad, quedándome enfrente de ella, hasta reconocerla. Entonces, una leve sonrisilla se formó en mis labios:
-Naamah...-susurré con voz queda, para que sólo ella me escuchara.

Podía tener a muchos hombres que hicieran cosas sobre mi cuerpo, pero de momento me recreaba con verlos meterse mano en la pista de baile. Con una pierna encima de la otra jugaba con el líquido que quedaba en el vaso, había cogido la costumbre de Caim.

Vi de pronto que una muchachita se acercaba hasta mi mesa, la miraba fijamente, deduciendo quien era.

Pensaba que la talamasca no se daba a ver... - sonreí de lado y di un trago corto al ron, notando como bajaba por mi garganta - No eres algo pequeña para estar en un lugar como este, Sidney? - reí levemente y la mire de nuevo. - Querías algo?

Naamah sonrió, tomando un trago, y comentó que pensaba que los Talamasca no se dejaban ver.

Yo la observé serenamente, y le dediqué una dulce sonrisa:
-Eso demuestra que lo que tú pienses no tiene gran valor en el mundo real.-dije inocentemente.- Oh, y que sea una Talamasca no quiere decir que sea una marginada social. Podemos salir de casa y eso...

Naamah rió diciendo que era algo pequeña para estar en un lugar como aquel, y quiso saber si quería algo.

Yo continué sonriendo, sin molestarme, pero con cierta frialdad:
-La pequeñez y la grandeza se miden en el corazón de las personas... O en lo poderosas que son. En el primer caso, tú serías poco más que un átomo, si bien en el segundo, podrías llegar a ser un animal del tamaño de una zorra.-reí delicadamente, sin segundas.- No te ofendas, Naamah, pero tu fama es bien conocida, no hace falta ser Talamasca para saberlo. Y respecto a tu pregunta... de momento, sentarme, si me haces el favor.-sonreí cálidamente.

Sonreí de lado escuchando sus palabras, estaba tan acostumbrada a que me dijeran cosas como aquellas que ni siquiera me molestaba en gastar energías en ira.

Volví a reí dando otro trago al ron, deje la copa vacía en el centro de la mesa esperando a que trajeran otro con mas ron.

Oh si, siéntate Sid.... Conocí a un hechicero como tu... pero él escupía veneno de serpiente literalmente

Me puse mejor en el sofá sin apartar los ojos en ella, no esperaba diversión alguna viniendo de ella.

Que deseas?

Naamah rió, y recolocándose en el sofá, me ofreció sentarme.

Yo acepté con una tierna sonrisa, al fin de al cabo yo se lo había pedido, y me senté calmadamente, sin acercarme demasiado a ella. Naamah no era, precisamente, uno de mis demonios favoritos.
-Muy amable...-agradecí.- Oh, ¿veneno de serpiente? Qué original. Debía tener muy mala leche.

Naamah quiso saber qué deseaba.

Yo sacudí la cabeza, trenzando con desinterés un mechón de mi largo cabello:
-Si te digo la verdad, nada. ¿Es que una no se puede sentar a hablar con un demonio sin que le hagan preguntas?-reí levemente.- No, en serio. No quiero nada especial. Ni amistad, ni pelea. Sólo una charla para distraerme. ¿Puedes darme eso? ¿O acaso tenías mejores planes, aparte de emborracharte?

Me volví, clavando la vista en uno de los camareros.
-Licor de café, por favor.-le sonreí dulcemente, provocando que enrojeciera.- Pero sólo un poco. Y más ron para mi vieja conocida.

Me ofreció un exquisito show sádico... Y mas cosas... - lamí mis labios sin dejar de mirarla.

Sus palabras me hicieron gracia, hacia años que no me emborrachaba, y no le daría aquel gusto.

Así que hablar.. mm.. claro, hablemos.. Es una pena que Caim no se deje caer por aquí... Tal vez te dejaba en tu lugar - volví a reír notando la presencia de uno de los camareros.

Le sonreí al muchacho mostrando mis colmillos, ya había tenido un afair con él, me caía bien por haber aguantado vivo. Cuando desapareció de allí casi volando para traer lo que había pedido, volví a fijar mis ojos en ella, esperando a que comenzara a hablar como había pedido.

Naamah rió, replicando que habláramos, pero que si Caim se dejara caer por allí tal vez me dejara en mi lugar, tras lo que le sonrió al camarero, que de inmediato se fue a traernos los pedidos.

Yo sonreí delicadamente, con calma:
-Naamah, si he venido aquí es precisamente para no encontrarme con ese ser... No sea que me quiera violar.-reí levemente.- Por favor, qué demonio más desagradable. Aunque no me disgustaría hacer negocios con él.-jugueteé con mi colgante, distraída.- ¿Y cómo te va por aquí? ¿Torturando muchas personas inocentes?-me burlé amablemente.

Tal vez te cierre esa boquita que tienes de un pollazo, no crees? - volví a reír.

Mire mis uñas distraída de sus palabras, mirando ahora hacia la pista de baile, aquel camarero regreso dejando el ron y su licor de café.

Eu faço bem... nel caso in cui te ne importa? - pregunte ladeando la cabeza sin dejar de sonreír.

Comenzaba a molestarme que preguntara cosas como esas, era una mocosa impertinente.

Naamah rió, replicando que tal vez me cerrara la boquita, y se observó las uñas.

Yo sonreí levemente, sin molestarme:
-Bueno, tal vez... Cuando nos encontremos, le daré recuerdos tuyos...-observé como el muchacho regresaba.- Gracias.-le sonreí dulceente, cogiendo el licor de café y dándole un sorbo, tras lo que le hice un gesto para indicarle que se podía marchar; cuanto menos tiempo pasara cerca de aquel demonio, mejor para él.

Naamah quiso saber qué me importaba.

Yo sacudí la cabeza. Era evidente que la estaba comenzando a molestar.
-No te lo tomes como si metiera las narices donde no me llamaran.-expliqué suavemente.- Era la pregunta de rigor.

Vi que le hacia un gesto al camarero para que se fuera, pero el caso era que sin mas se sentó a mi lado metiendo la mano bajo la mesa buscando por mi vestido.

Sentarte aquí conmigo, ya es meter las narices donde no te importa. - respondí notando como el chico mordisqueaba mi cuello.

Pon en tus informes... Que poseo tres orfanatos aquí en L.A... Creo que con eso bastará... Pero no gastes energías para sacar a los niños... Ahora mismo no están en casa. - volví a reír y acaricie la mejilla del camarero. - No te preocupes por el chico... no es la primera vez. Preocúpate mas en no enfadarme mucho

Naamah respondió que sentarme con ella ya era meter las narices donde no me importaba.

Yo hice un pequeño puchero falso:
-Oh, pero Naamah... No quería molestar. Sólo me aburría, y sentía curiosidad.-observé como el camarero se sentaba a su lado, y le ignoré, sin poder evitar una pequeña mueca, pero había sido su decisión, así que si quería morir... moriría.

Naamah rió y dijo que tenía tres orfanatos en LA pero que no me molestara en sacar a los niños, y añadió que no era la primera vez del chico y que debería preocuparme por no enfadarla.

Yo sacudí la cabeza, divertida:
-Ay, Naamah... A estas alturas, deberías saber ya que yo no soy como la mayoría de los miembros de Talamasca... yo no suelo ir a ningún lugar de parte de la organización. Y no me interesan tus orfanatos... como si me importaran lo más mínimo los niños... al menos en este momento.-hice una pequeña mueca; estaba ya de mal humor.- Oh, que ese insensato haga lo que quiera. Aunque que haya aguantado una vez ya es curioso... si bien yo de él no lo haría dos veces... dudo que el "milagro" vuelva a repetirse...

Sonreí levemente bebiendo mas del ron notando como el chico jugueteaba con mis pezones mientras yo jugaba con uno de mis mechones rojos.

En cualquier caso, si no te importan los niños, que te importa la vida del camarero? Puedo reponerlo si termina cayendo al infierno, Caim ya lo sabe, que mas te da a ti? - ladee la cabeza moviendo la a los lados notando como iba aumentando mi placer.

Quieres algo mas? Vas a quedarte a ver el espectáculo del sexo con el muchacho o vas a irte ya y a dejarme tranquila?

Naamah replicó que no tenía que importarme la vida del camarero, porque además podría reponerlo si caía en el infierno.

Yo suspiré cansadamente, jugueteando con mi colgante:
-No quiero discutir contigo ahora, Naamah... Sólo intentaba hacer una buena acción, aunque tampoco es que sienta el más mínimo interés por él...-hice una pequeña mueca, pero de inmediato volví a sonreír sin demasiado interés.

Naamah quiso saber si me quedaría a ver el espectáculo sexual o me iría de una vez.

Yo sonreí divertida, mordiéndome los labios:
-Sería demasiado fácil irme ahora, ¿no lo crees? Creo que tu capacidad intelectual da para seguir la conversación mientras ese chico hace lo que tenga que hacer.-repliqué velozmente.

Sonreí de lado mostrando mis colmillos y mis ojos rojos mas brillantes que antes y me gire hacia el chico, acaricie su mejilla y le di un beso en los labios jugando con su lengua, luego me gire hacia aquella pequeña víbora.

Haz lo que te de la rematada gana. - murmure entre dientes y en un movimiento de mano hice que saliera de aquella silla y comenzara a caminar hacia la pista de baile para que desapareciera un rato.

Seguramente volvería por allí, me levante y casi arrastre al camarero detrás de mi para subir hacia alguna habitación.