Llamada obscura (Priv.) +18

Ese impulso de deseo me hizo concentrarme en ofrecer lo mejor de mi, aunque me había impuesto el no moverme mientras él galopaba cual amazonas sobre mi miembro. Parecía desear demostrarme que no era ningún muñeco al que tratar como marioneta sexual, sino que yo era su juguete y que jugaría hasta desgastarme. Sin embargo, no iba a permitirlo porque mis instintos depredadores eran superiores a las órdenes que él me pudiera lanzar.

-Eres un caprichoso, si no me muevo no vas a disfrutar siquiera de tus movimientos.

Mi voz era ronca, más que en otras ocasiones, tenía una textura oscura que envolvía cada palabra con un matiz cruel y a la vez sofocado por las emociones que me provocaba ese instante. Me complacía contemplar su rostro de ángel enfundado en gemidos y jadeos, parecía un ser celestial siendo embestido por el deseo más común. Su cuerpo oscilaba frente a mí mostrándose delicado, regalándose con sus pezones endurecidos y rosados, mientras su piel lechosa parecía tomar cierto rubor sobre todo en sus mejillas.

Coloqué una de mis manos sobre su cadera, acariciándolo con cierto cuidado inusitado en mis acciones, ni con él ni con nadie, debido a que sabía bien que lo tomaría como desafío. Aquel demonio volvía a ser el que respetaba, no el imbécil llorica por un montón de carne y hueso podridos. Pronto ambas manos tomaban firmemente su cuerpo ayudándolo, mientras mis caderas se movían al mismo ritmo ofreciéndole el mejor de los placeres, sabía donde se encontraba el punto donde su cuerpo tiritaba, antes había logrado encontrarlo por mucho que dijera lo contrario.

-No te lo tomes como un desafío, tómalo como necesario.

Fueron mis simples y directas palabras mientras gruñía mostrando mis dientes, uno estos era algo más sobresaliente, era una expresión de placer concentrado en plena lujuria. No sentía por Leviathan algo más allá que profundo respeto y admiración por sus tácticas, sabía que sería bueno congraciarse con él de vez en cuando y por eso había accedido a su invocación. El sexo era el mejor pacto.

Pronto sus gemidos empezaron a brotar como si fuera un manantial de aguas cristalinas, pues eran cristalinos y parecían empaparlo en sudor. El deseo lo hundió en la necesidad de tocarme como si fuera un amante cotidiano, tal vez intentando reconocer en mí el cuerpo masculino que había optado robar, en vez de crear uno. Me había apoderado de él por su belleza y poderío, prefería tener aquello antes que crear uno demasiado tosco. Leviathan lo disfrutaba en esos instantes, acariciándolo y sintiéndolo introducirse en su interior hasta acapararlo.

Se inclinó sobre mí propiciando que pudiera contemplarlo de forma intensa, hundiendo mis ojos en su expresividad facial. Sin duda esos labios entreabiertos eran los de un hombre a punto de colmarse de placer, un chiquillo en apariencia y en realidad un monstruo salvaje que colaboraría conmigo. Había alcanzado un pacto con él, pero esperaba poder hacer otro en cuanto tuviera algo de David, para demostrarle que podía dar hasta él y quizás en el siguiente encuentro regalarle su cabeza.

Cuando aquel torrente de esperma surgió de su miembro, manchándome y salpicando parte de su figura, y noté como sus músculos se estrechaban entorno a mi miembro. No pude más que gruñir satisfecho por la presión, hundiéndome por completo en él y llenándolo de mi caliente simiente. Sellaría de esa forma en él quizás un deseo de proseguir con nuestros juegos, pero no todo se puede tener y si le daba siempre lo que quería provocaría en él cierto aburrimiento.

-Sé como darte placer, pero como te dije antes deseaba restaurar tu ira.

Susurré aquello inclinándome hacia su rostro, acaparando rápidamente sus labios. Mi beso lo incitaría a desear más, mucho más de lo que yo le había dado a probar. Sabía que su instinto de experimentar le pediría seguir con aquel encuentro, pero como le había dicho era un niño caprichoso y lo trataría como tal. No le daría nada más, no de momento. Ni siquiera le aceptaría como compañía en mi lecho.

Mi lengua acariciaba su cálida boca lentamente, igual que su lengua y sus dientes. Hacía un tour turístico bastante apetecible, aunque acabó siendo rudo mientras caía sobre él en el colchón. Sin embargo, en vez de proseguir me aparté saliendo de él.

-Que disfrutes la cama.

Comenté enfundándome en una bata verde, como mis ojos, con un cinturón negro, igual que mi cabello, mientras acomodaba mi melena y pensaba en mis siguientes negocios. Debía tener cierta reunión con algunos de los distribuidores.

Pude sentir su rabia, pero en definitiva era mi forma de controlarlo. Sabía que si se le ofrecía todo acabaría echándome en cara todo, pidiendo que el trato se rompiera y por lo tanto mis planes se irían a la basura. Mis ojos lo contemplaron impávidos, como si contemplara una película aburrida en la cual lo más emocionante era un bostezo de un personaje.

Me giré caminando hacia la puerta mientras maquinaba mis próximos pasos. Por unos segundos pensé en David Talbot, los mismos en los cuales retorcí el pomo. Deseaba volverlo a encontrar y dejarle mayores cicatrices, debía encontrar el modo de atraer su atención. Esta vez sería una lucha desesperada, no admitiría actos de cobardía. Quería que fuera una danza de honor, pero estaba seguro que alguien como él se negaría por el simple hecho de no querer morir.

El pasillo estaba lleno de música, poemas camuflados y gemidos descontrolados. Sin embargo, había una habitación aislada de todo y esa era la mía, la cual no estaba muy lejos de donde descansaba el airado muchacho de cabellos dorados, el mismo que era sin duda Leviathan un monstruo cruel y caprichoso que tenía dominado con un pacto bastante sustancioso. Había hecho una buena oferta, las sombras me agradecerían haber regresado a su hijo intacto a cambio de un poco de sexo.