Noche de diversión -Libre-

En menos de un instante, había olvidado que la persona frente a mí era Angie... Para mí, era Alec, y punto; era lo que realmente quería creer.
Él susurró que no pensara y me mordió el labio levemente, acariciando mi costado.

Yo introducí levemente mi lengua en su boca; sí, desde luego sabía como Alec. Rodeé su cuello con mis brazos, enredando las manos en su cabello, y me separé durante un instante para murmurar, encantada:
-No pensaba hacerlo, amore mio...-volví a besarle tiernamente.- Tanto tiempo...-dije para mí misma.

Alec me acarició la mejilla, mirándome a los ojos, y yo le observé con una ternura que pocos podían ver. Sí, no era más que un gatito ronroneante, mantequilla en sus manos. ¿Por qué ejercía tanto poder sobre mí?
-Mio caro Alec...-susurré en respuesta, sonriendo.- Io sei mancato... Tanto tiempo...-repetí, con la mirada brillante.

La alzó en ascuas sujetándola de los muslos sin dejar de besarla, lamió lentamente su boca y su lengua jugando con ella mientras daba unos pasos y chocaba contra una pared cercana aprisionándola más entre sus brazos.

-Y tú eres mía –susurró entre besos sujetándola con un brazo y recorriendo su costado levantando la ropa acariciando su piel con lentitud antes de sonreírle y volver a besarla.
La sujetó de nuevo contra su pecho sin soltar sus labios mientras comenzaba a caminar de nuevo llevándola hacia el final del pasillo, una pequeña puerta les daba acceso hacia la tercer habitación. Ésta estaba cubierta de velas y rosas negras, el único moviliario allí constaba de un sillón de cuero negro brillante y una cama de largas sábanas negras.

Alec me levantó sujetándome de los muslos, lamiéndome los labios y chocándome contra la pared.

Yo sentí como me acariciaba y me llevaba por un pasillo. Se lo permití, pero haciendo que me soltara, y comenzando a andar por mi cuenta.
-Eh...-susurré divertida, acariciándole por debajo de la camisa.- No queremos tener un pequeño accidente que nos estropee las cosas, ¿verdad?-lamí su cuello; estaba a punto de decirle lo que siempre había deseado, que le quería, pero entonces recordé que no era Alec realmente, sino Angie... inmediatamente retiré aquellos pensamientos de mi mente, pero me aseguré de mantener la boca cerrada.

Rió y alzó ligeramente las cejas dejándola con suavidad en el suelo y besándola antes de apartarse del todo.

-¿Estás pensando de nuevo? –sonrió divertido y abrió un pequeño compartimiento a un lado del sillón y sacó unas copas y una botella de vino tinto-. ¡Mia cara, abbandonati ad un bacio! –exclamó sirviéndole una copa y alzándola hacia ella sonriente.

Las velas flameaban dibujando sombras por todos lados y dejando sus facciones a medio iluminar.
-Por esta noche y por nosotros -susurró viéndola a los ojos y chocando su copa con ella.

Alec quiso saber divertido si estaba pensando de nuevo, y sacó vino tinto, tendiéndome una copa y comentando en italiano que me abandonara a un beso, tras lo que chocó nuestras copas.

Yo sonreí tiernamente. Había extrañado tanto aquella sonrisa, su voz, su rostro... era sencillamente demasiado.
-No lo haré más.-aseguré, haciendo un puchero de niña pequeña.- De acuerdo.-acepté sonriente, chocando las copas suavemente.- Y por que esta larga espera haya terminado al fin...-di un trago, pensando en que Angie no sabría de qué estaba hablando, aunque no estaba tan segura de que supiera en quién se había transformado... ¿conocía acaso a mi hermano?- Está bien.-acepté divertida, besándole levemente.

Asintió sonriente y acarició su mentón con la yema de los dedos besándola de nuevo y sintiendo el sabor del vino en su boca. La atrajo más hacia su cuerpo rodeando su cintura y observando sus ojos azules.

-Te he extrañado –susurró y sonrió ligeramente de nuevo. Cuando su cuerpo adoptaba una forma nueva, de alguna forma, parte de ella se convertía también. Era como absorber una personalidad nueva solo durante el tiempo que permaneciera en aquella forma.

Suspiró y dejó su copa a un lado, lo suficiente para tomar entre sus manos el rostro de Jane y besarla de nuevo sonriendo suficiente, delineando con la lengua el borde de sus labios.

Alec me atrajo hacia sí rodeándome la cintura, y me besó, asegurando que me había extrañado.

Yo le sonreí tiernamente, deslizando los brazos por su cuello, hasta que mis manos descansaran en su nuca, y le besé levemente.
-Yo más.-aseguré, sonriendo con cierta burla mientras le miraba a los ojos.

Mi mirada fue distraídamente por la habitación, pero de inmediato volvió a él. No le gustaba que mi atención se distrajera con otras cosas, siempre quería que estuviera pendiente de él, y de otra forma se enfurruñaba como un niño pequeño, aunque no era muy difícil quitarle la rabieta.
-Perdón.-dije anticipadamente, sonriendo al saber que comprendería a lo que me refería; me encantaba que fuéramos gemelos, había veces que directamente no necesitábamos hablar para expresar nada.

Le sonrió cuando ella volvió su atención hacia su rostro y la sujetó contra sí aún más, posesivamente mientras desparramaba besos por sus mejillas y sus labios hasta bajar por su cuello. Acarició su espalda y el borde de su cintura mientras su lengua delineaba la clavícula de su cuello con suavidad.

-Eres deliciosa –susurró mordiendo la zona con suavidad y luego sonriendo socarronamente mientras volvía a lamer, dejando una marca de un todo sonrojado allí.

Alec sonrió y me besó el rostro y el cuello, dejándome un chupetón allí.

Yo escuché cómo decía sonriendo socarronamente que era deliciosa, y sacudí la cabeza, deslizando las manos por debajo de su camisa.
-Tonto...-ronroneé, divertida, besando sus hombros y sus labios.- Si aquí hay alguien que es delicioso, eres tú, sin duda.-deslicé muy suavemente los labios por su cuello, mordiéndole levemente la oreja.

Suspiró ligeramente bajo el toque y la atrajo más hacia sí mientras se sentaba sobre la cama para dejarla sobre su regazo y continuar besándola. Enredó un dedo en su cabello rubio y lo acarició con suavidad mientras la sujetaba por la cintura.

Solo la soltó un momento para quitarse la pesada chaqueta que llevaba. Volvió a sujetarla contra sí y recorrió la línea de su espalda lentamente observando sus ojos.

Me acomodé sobre su regazo alegremente, entrelazando mis manos tras su nuca, y le besé con más fiereza todavía, permitiendo que jugueteara con mi cabello.

Esperé con una mueca molesta a que se quitara la chaqueta, ayudándole velozmente con maestría. La paciencia nunca había sido mi fuerte, y nunca lo sería, desde luego. Me vi reflejada en sus ojos, prácticamente iguales a los míos, y sonreí con una dulzura que reservaba para él.

Observó su impaciencia y rió ligeramente antes de besarla mordiendo con suavidad el borde de sus labios, ahora era su turno comenzó por tirar de las mangas de su chaqueta hasta bajarla por sus hombros y luego por sus brazos hasta quitarla del todo. Las dejó juntas a un lado de la cama y volvió a su boca lamiendo y jugando con su lengua mientras sus manos acariciaban sus caderas.

Suspiró y observó su sonrisa antes de desabrochar solo un botón de su propia camisa para dejar ver apenas un poco de la piel de su pecho.
-Quítala -susurró sugerente llevando los dedos de ella hacia sus botones.

-Piensa en esta noche como si fuese la primera y la ultima –susurró tirando de ella para besarla mientras sus manos se abrían paso por debajo de su ropa, acariciando su vientre y levantando su camisa-. La ferocidad y el desconsuelo mi querida Jane –murmuró mordiendo el borde de su labio y apartándose un momento para quitar el resto de su camiseta y haciendo que ella se pusiera de pie de nuevo.

- Déjame verte, te deseo –murmuró observando cada detalle de su cuerpo a medio desvestir-. Es un pecado que tengas tanta ropa –susurró con una sonrisa de lado y parpadeando inocentemente antes de llevar los dedos hacia su sujetador.