Noche de diversión -Libre-

Se encontraba en el último club que Caim había abierto y debía admitir que este le gustaba especialmente. Tenía un encanto gótico de la vieja época y casi todos los que entraban llevaban máscaras que ocultaban sus rostros y sus secretos.

Ese día había llegado pronto, como socia de Caim podía hacer algo más hacerse presente, esa noche bailaría y además con su canto invocaría a más personas deseosas de perderse en la lujuria.

Esa noche llevaba un vestido de terciopelo negro como la noche que se ajustaba a su cuerpo y que se abría en forma de V a ambos lados de su pecho y se sujetaba con pasadores de cuero negro, entre ellos se podía observar el relieve de la serpiente que estaba impresa sobre su piel. El conjunto estaba acompañado por una máscara hecha completamente de encaje. Le encantaba esa máscara porque resaltaba el color de sus ojos turquesa y los hacía más sobrenaturales.

Se vio en el espejo que tenía frente a sí y salió al escenario donde cada noche había música en vivo o un show. Pero el de esta noche era diferente, esta noche miles caerían bajo su invocación y se arrastrarían deseosos a cualquier antro en busca de satisfacción. El lugar que estaba a oscuras y se sentó con comodidad sobre una silla, de espaldas al público. En el centro del escenario había un tubo lo suficientemente largo para sujetarse del techo, de esa forma no se movería cuando ella lo usara.

Las primeras notas se escucharon y la una luz blanca cayó sobre su silueta.

Cerró los ojos olvidándose de todos los que la observaban, concentrándose en su poder, en la canción, originalmente había sido cantada por un hombre, pero ella la había adaptado a su voz. Abrió las piernas y se contorneó contra la silla mientras ladeaba la cabeza hacia atrás dejando que su cabello cayera por detrás del respaldo.
Era su momento de cantar, aún de espaldas y con los ojos cerrados.

Don't be aroused by my confession

Se puso de pie sin dejar de seguir el ritmo con las caderas subiendo las manos por los costados de su cuerpo antes de voltearse completamente y poniendo una larga pierna sobre el borde de la silla. Observó a los presentes como si fuera un depredador y sonrió ligeramente mientras acariciaba con la yema de los dedos la extensión de la piel descubierta. You would too if the sexy devil caught your eye


She'll suck you dry. Desabrochó de un tirón su vestido y se contorneó sobre la silla mientras la tela se deslizaba hacia el suelo y dejaba al descubierto su ropa interior rojo como la sangre y el tatuaje de la serpiente que recorría su vientre.

Caminó como si fuese un felino hasta el tubo de Pole dance y giró sosteniéndose de él dejando que su cabello volara en cada giro. Se sostuvo con una pierna enlazada sobre el frío metal y giró de nuevo hipnotizada por la música. And do it again

Trepó por el tubo y dio vueltas sujeta con las piernas antes de estirarse completamente de espaldas y viendo al público. Pressure is building at the base of my spine Apoyó ambas manos sobre el metal y lo besó presionando los labios en él y luego sonriendo y lamiendo con la base de la lengua.

If I’ve got to sin to see you again Se deslizó pegada aún al tubo y bajó hasta el suelo. La canción casi acababa.

She'll lie lie lie Abrió las piernas y se balanceó contra el tubo como si lo sedujera. Cerró los ojos de nuevo con el antifaz cubriéndole parcialmente los rasgos mientras caminaba hasta la silla al compás del coro final de su canción.

(Pray) Pray til I go blind
(Pray) Pray cause no one ever survives

Se sentó cruzando las piernas mientras llegaba al final de la letra. Se balanceó sobre la silla y se inclinó viendo hacia delante llamándolos.

Saviours and saints, devils and heathens alike
She'll eat you alive


Se escucharon las notas finales y sonrió antes de que la luz que había acompañado su baile se apagara y ella pudiese bajar del escenario.

Spoiler:

Aquella noche me apetecía portarme mal. Llegar a algún lugar lleno de pecadores y arrastrarlos a un pecado mayor... torturarlos, tal vez matarlos... lo que me apeteciera. Al fin de al cabo, podía hacer lo que quisiera.

Tras dudar pensando el lugar al que podría ir, me dirigí finalmente al nuevo local de Caim.
Evidentemente, no podía presentarme de cualquier forma, así que me puse un vestido negro por las rodillas, más bien suelto... al fin de al cabo no quería acostarme con nadie, sólo torturarlos... y unos tacones negros para parecer un poco más alta. El toque final lo dio la máscara dorada, muy antigua, que le había robado a un coleccionista tiempo atrás.

Spoiler:

Al llegar observé un espectáculo que estaba dando una mujer... con claras connotaciones sexuales, aludiendo al diablo y a los pecados. Lo ignoré por completo y pasé entre todos los hombres babeantes, teniendo que lanzar alguna que otra mirada fulminante, hasta que acabó la función.

La mujer, en ropa interior, bajó del escenario, y de inmediato los hombres parecieron dispuestos a lanzarse hacia ella. Estúpidos. Se volvían locos por una mujer, le daban lo que quisiera, y cuando ella los dejaba tras haberlos utilizado, ellos se lamentaban. Estúpidos, estúpidos, estúpidos.

Observé a aquellos desperdicios humanos con repugnancia, y me acerqué cautelosamente a la mujer. Todas aquellas alusiones al diablo, y el hecho de que Caim tuviera una socia, me habían hecho pensar en algo...
-Buenas noches, signorina.-saludé educadamente con voz helada, frunciendo levemente el ceño.

El conjuro había funcionado, lo sentía en el aire como una vibración y también sentía algo más, estaba allí si cerraba los ojos era casi palpable. Había un demonio en aquél lugar y no era un demonio cualquiera, era uno con el mismo tipo de aura que la suya.

Se habría reído a carcajadas si no estuviese demasiado ocupada colocándose su vestido en su lugar. Se apartó de la multitud que la rodeaba despidiéndolos solo con un gesto de sus manos, no deseaba a ninguno de ellos, tenía algo más divertido que ver esa noche.

Caminó por un corredor saliendo de entre la gente y se cruzaron de frente. Parecía más joven que ella, con un cabello rubio y ojos azules, sonrió al instante, aún no sabía qué pecado era, pero pronto lo descubriría.

-Oh, buona notte, parli italiano? –dijo suavemente observando su ceño fruncido antes de tenderle una mano-. Angie, para servirle –saludó observándola aún y haciendo énfasis en su nombre-. ¿Disfruta de la velada? Asumo que ha llegado recientemente a la ciudad. Estoy segura de que vas a encontrar muchas cosas interesantes aquí.

La mujer se acercó y me saludo en italiano con suavidad, tendiéndome la mano, e indicando que ella era Angie... por supuesto, Lujuria...

Yo sacudí la cabeza con una leve sonrisilla; aquello sería divertido:
-Lo parlo, lo parlo. E io lo amo.-suspiré levemente, observándole con un ligero brillo en los ojos.- Hmmm... Lujuria. Un placer conocerte al fin.-susurré en voz baja, aunque el placer debería ser suyo.

Angie quiso saber si disfrutaba de la velada, añadiendo que asumía que acababa de llegar a la ciudad, y que encontraría cosas interesantes allí.

Yo sonreí fríamente, asintiendo:
-Sí, piu o meno, a ambas cosas.-admití con voz extrañamente suave.- Lo suponía, por eso mismo estoy aquí.-pensé en Alec momentáneamente... me relamí los labios, sonriendo burlonamente, y me presenté al fin.- Mi nombre es Jane Riccioli, querida. Más conocida como... Soberbia.

Rió en cuanto la escuchó, oh claro, la soberbia.

-Así que sabes quién soy –sonrió resuelta-. También es un placer conocerte Jane –hizo énfasis en su nombre y sonrió ligeramente. Conocía a muchos de los demonios, es decir, todos se conocían indirectamente, pero a lo largo de todos los milenios cada uno había adoptado una forma diferente y no había tenido oportunidad hasta ese momento de conocer a otro pecado.

-Oh, por favor, vamos a tomar una copa. Una no tiene la oportunidad de conversar con un pecado todos los días –hizo una seña y la guió entre los pasillos de aquél club. Deseaba sentarse en una mesa privada así que eligió una bastante apartada del bullicio pero que le permitía observar todo el lugar-. Oh, por favor Jane, siéntate y toma algo –un camarero se acercó rápidamente para tomar sus pedidos.

Lujuria rió y dijo que también era un placer conocerme, haciendo énfasis en mi nombre.

Yo hice una leve mueca que se podría considerar una sonrisa, e hice un suave gesto de mano:
-Por supuesto, Angie.-repliqué, también haciendo énfasis en su nombre con una sonrisa cómplice.- Me gusta estar informada... además, eres uno de los pecados más... deseados.

Angie me hizo una seña para guiarme por el club y que nos tomáramos una copa, indicando que no siempre se podía hablar con otro pecado. Era evidente que conocía el lugar, pues eligió una mesa apartada, pero bien situada para observarlo todo. Me pidió que me sentara para tomar algo.

Yo acepté con una ligera sonrisa, observando cómo se acercaba el camarero.
-Hmmm... por supuesto, no rechazaré una copa...-sin dirigirle ni una mirada al camarero, le indiqué con voz fría.- Lo que ella pida.

Se sentaron en la mesa que había elegido mientras le pedía al camarero dos Blood Rim. Observó cómo se marchaba rápidamente, todos los camareros eran demonios muy jóvenes que lo único que sabían hacer era seguir órdenes.

-Si estás aquí es que Caim ya ha hecho un pacto contigo, ¿verdad? –preguntó con curiosidad volviendo la vista hacia ella y observándola. Eran cuasi hermanas pero esta era la primera vez que se veían frente a frente-. Ese demonio sí que sabe conseguir lo que desea. –Rió ligeramente, en el fondo todos ellos sabían conseguirlo.

-¿Te quedarás en la ciudad? -preguntó después mientras el camarero regresaba con dos copas llenas del líquido color rojo sangre. Era un poco dulce, pero al mismo tiempo te dejaba sentir el sabor duro del alcohol.

Lujuria pidió dos Blood Rim; una buena elección, sin duda alguna, aunque yo no era muy dada al alcohol. Me observó con una curiosidad que yo no culpé, dado que, si bien supuestamente éramos hermanas, jamás nos habíamos visto frente a frente... de hecho, el único pecado que yo conocía era la Avaricia, porque era mi hermano Alec. De pronto, comentó que si estaba allí era porque había hecho un trato con Caím, y riendo añadió que sabía conseguir lo que deseaba.

Yo sacudí la cabeza, frunciendo el ceño levemente:
-Lo cierto es que no. Tan sólo había oído rumores de este lugar, y por eso he venido...-soplé suavemente un largo mechón de cabello rubio que colgaba frente mi ojo.- Sí que me habían comentado algi de un pacto, pero jamás he hablado con Caím, y hasta ahora mismo, que me ha entrado antojo de saber a qué pacto te refieres, tampoco había tenido intención alguna.-admití pausadamente.

El camarero volví con el pedido, pero se marchó de nuevo rápidamente al observar la mirada helada que le volví a lanzar.

Yo observé la bebida a transluz, y complacida por el tono rojo sangre, lo probé. Estaba bueno, pero tenía demasiado alcohol para mi gusto; a pesar de todo, le di otro pequeño trago mientras escuchaba como mi hermana preguntaba si me quedaría en la ciudad.
Dudé un instante, jugueteando distraídamente con el puñal que siempre llevaba, no escondido, pero tampoco a la vista:
-No estoy segura.-respondí lentamente, cogiendo la copa y llevándomela de nuevo a la boca con calma.- Tal vez meses, tal vez semanas... depende de muchas cosas... Aunque no me gustaría irme demasiado pronto de un lugar donde he reencontrado a una de mis hermanas después de tantos milenios...-murmuré, alzando la vista hacia ella de nuevo.- ¿Cuánto tiempo llevas aquí, Angie? ¿Años? ¿Siglos? ¿Milenios?

Escuchó atentamente su respuesta. Caím aún no había contactado con ella.

-Si no lo ha hecho aún, lo hará pronto, estoy segura –suspiró viendo alrededor a la gente que se amontonaba por ingresar en el local-. Quiere colaborar con los pecados para expandir sus negocios. –se encogió de hombros, negocios son negocios y ella obtenía muchos beneficios de sus alianzas.

Tomó un trago de la bebida rojiza dejando que se cosquillease en su paladar y observó a Jane.

-Estoy en esta ciudad hace poco un par de semanas. Aunque debo admitir que estoy disfrutando mucho de mi estancia aquí. –sonrió ligeramente con los ojos turquesa refulgiendo-. Esta ciudad tiene algo especial, es como un imán ¿sabes? Atrae tanto a almas puras deseando caer en la perdición y a demonios y seres de todo tipo. –hizo un puchero infantil que pronto se llenó de pura malicia-. Lo único que no he encontrado aún es un blanco ángel de dios al que hacer llorar.

Lujuria afirmó que si Caim no había hablado aún conmigo, lo haría pronto... y encogiéndose de hombros, añadió que quería colaborar con los pecados para expandir sus negocios.

Yo lo estuve pensando unos instante, observando como mi hermana bebía, y acariciando suavemente la copa:
-Suena interessante...-admití sonriendo.- Pero preferiría no esperar a que viniera él a mí... probablemente vaya yo a buscarle, si encuentro tiempo.-me eché a reír, de pronto melancólica... tiempo era algo que me sobraba.

Angie sonrió afirmando que a pesar de llevar en la ciudad un par de semanas, estaba disfrutando mucho, porque aquella ciudad era como un imán. Haciendo un puchero infantil que se llenó de pura maldad, añadió que no había encontrado un ángel al que hacer llorar.

Yo no pude evitar echarme a reír levemente, complacida por su gesto:
-Oh, estoy de acuerdo contigo, sorella... Es justo lo que pensé al llegar aquí; algo me atrajo.-afirmé.- Y es una verdadera pena, pero yo tampoco he encontrado ningún angelito underdog con el que divertirme un rato...-sonreí sádicamente, alegre por la idea.- Una verdadera pena, en esta ciudad en la que aparentemente se podía encontrar tutti...

Asintió sonriente, Jane no esperaría a ser encontrada ella le encontraría. Estaba segura de que su poder podría ayudar también a la causa común que tenían.

-Si quieres encontrarlo solo tienes que visitar unos cuantos lugares como este. Estoy segura de que lo encontrarás disfrutando de sus placeres –hizo una mueca divertida y bebió algo más de su copa.

Levantó su copa para brindar con ella, aún no encontraban ningún ángel al que hacer caer, pero lo harían tarde o temprano.

-Por habernos encontrado, por los negocios y por el placer que este mundo puede brindarnos –rió suavemente con los ojos brillando, divertidos-. ¿Estás quedandote en un hotel de la ciudad? Espero que sea de tu agrado o podemos arreglarte una habitación donde prefieras.

Angie asintió sonriente, y con una mueca divertida aseguró que encontraría a Caim disfrutando de sus placeres.

Yo asentí distraídamente:
-Es bueno saberlo... Nunca viene mal tener algún negocio con los poderosos.-sonreí burlonamente.

Lujuria, riendo divertida, levantó la copa para brindar por nuestro encuentro, por los negocios, y por el placer.
Después de que yo, sonriendo complacida, aceptara el brindis alegremente, y diera otro trago a mi copa, Angie quiso saber si me hospedaba en un hotel, y añadió que podían darme una habitación donde quisiera.

Yo sacudí la cabeza negativamente. Lo cierto era que no me había molestado en buscar alojamiento, si bien la idea de quedarme en hoteles no me agradaba en demasía. Ya me quedaría, si acaso, con algunos amigos... sí, amigos...
-La verdad es que no me hospedo en ningún sitio.-admití lentamente, pensativa.- Estaba pensando en concederles el honor a algunos amigos de alojarme en sus casas...-sonreí divertida.- ¿Y dónde te alojas tú, Angie?-quise saber con curiosidad.- ¿En este local? ¿O acaso Caim te tiene escogido un lugar especial...?-reí divertida por la idea.- Sí, de todas formas debe estar bien negociar con él... me pregunto si los rumores de que siempre consigue lo que quiere son ciertos...

-Por supuesto, los negocios especialmente entre nuestra especie son siempre beneficiosos –asintió sonriente a su gesto.

Bebieron un poco más y escuchó su respuesta en cuanto a dónde se estaba quedando y que pediría alojamiento a sus amigos.

Asintió y la miró detenidamente. –Puedo hospedarme donde prefiera, sí, sí, gracias a Caim. –se encogió de hombros divertida-. Actualmente tengo un departamento no muy lejos de aquí.

Chasqueó los dedos y una tarjetita se deslizó por sus dedos. Se la tendió sonriente.

-Si alguna vez deseas visitarme o puedo hacer algo por ti, puedes localizarme hermana. –rió ligeramente, le parecería irónico un acto de buena voluntad, pero por sus hermanos siempre podía hacer alguna excepción-. Oh, sí, Caim está muy motivado por lo que quiere y sinceramente obtengo buenos beneficios de ello. No voy a entrar en una guerra por nadie, pero puedo colaborar para que todos ganemos.

Jugó con la copa entre sus dedos y frunció ligeramente los labios de forma divertida al observarla.
-Ahora dime, Jane. ¿A qué otros seres has visto? -preguntó con curiosidad-. Es realmente interesante, ¿no te parece? que todos los seres comiencen a salir de la oscuridad.

Angie replicó, encogiéndose de hombros, que podía hospedarse donde quisiera gracias a Caim, y que tenía un departamento no muy lejos. Hizo aparecer una tarjetita, comentando que así podría localizarla.

Yo sonreí divertida por la ironía, y cogí la tarjetita, observándola con curiosidad antes de guardarla a buen recaudo:
-Curioso, un demonio haciendo una "buena acción".-reí delicadamente.- Pero por supuesto, sorella, te haré alguna visita... En caso de que me necesites tú a mí, bastará con que preguntes por ahí. Espero que, si llega la ocasión, haya hecho suficientes maldades como para tenerme localizada.-sonreí con cierto sadismo, satisfecha.

Lujuria replicó que obtenía buenos beneficios de Caim, porque aunque no entraría en una guerra, colaboraría para que todos ganásemos. Frunciendo los labios, quiso saber con curiosidad, qué otros seres había visto.

Yo lo pensé unos instantes, deslizando el dedo por la copa lentamente, y tras tomar otro trago de ella, respondí:
-Bien, así es, Angie. Ahora que lo pienso, no me he juntado demasiado con otros seres, si bien he tenido oportunidad... Eso sí, he pasado ratos bastantes agradables con vampiros, licántropos, híbridos, y dhampirs...-sonreí burlonamente.- Aunque nadie gana a los vampiros, definitivamente. Me encanta su forma de divertirse, es extremadamente parecida a la mía...-golpeé suavemente con la uña en el vaso, produciendo un leve sonido tintineante.- Hmmm... me queda pendiente, sobre todo, algún hechicero... Hace mucho que no me relaciono con uno de esos, tanto que ya ni siquiera lo recuerdo...-la miré sonriendo divertida.- ¿Y tú, Angie? ¿Alguna aventura pasajera? ¿Alguna pelea? ¿Algún romance, quizá?

Hizo una mueca de disgusto y frunció la nariz.
-No vuelvas a repetir la frase “buena acción” –rió divertida y suspiró- Oh claro que sí, los demonios como nosotros siempre dejamos una huella en cada pequeñito corazón. –rió de nuevo y alzó su copa de nuevo.

Escuchó atentamente su respuesta acerca de los seres a los que había visto en el último tiempo. Eso comprobaba su hipótesis, los tiempos que corrían habían despertado (y despertarían) a todos los seres del inframundo y celestiales. Se alegraba de haber esperado siglos por ese momento.

-Oh Jane ¿y dices que no te has juntado con muchos seres? –rió divertida y ladeó la cabeza-. Lo sé los vampiros son especialmente eróticos. –Sonrió y acabó con suavidad su copa.

-¿Quieres recorrer el lugar? Te enseñaré algo divertido –sonrió juguetona y se puso de pie.

Angie hizo una mueca de disgusto, pidiéndome que no volviera a nombrar eso, tras lo que rió alzando la copa y aseguró que los demonios dejaban una huella en cada corazoncito.

Yo reí divertida con ella:
-Así es... aunque no sea una huella demasiado amable... más bien algo dolorosa.-mostré una sádica sonrisa.- O, a veces, lujuriosa...-reí de nuevo burlonamente.

Lujuria rió, acabando la copa, y aseguró que los vampiros eran especialmente eróticos.

Yo alcé las cejas con interés, relamiéndome divertida, y sacudí la cabeza, dándole un último largo trago a la copa:
-Hmmm... lo cierto es que todos los vampiros con los que me he relacionado eran homosexuales... aunque tengo especiales ganas de convertir a bisexual a uno de ellos...-mi mirada brilló levemente.

Angie me ofreció juguetonamente enseñarme algo divertido.

Yo sonreí levemente y asentí, levantándome tras ella:
-Por supuesto, no me gusta demasiado este lugar, pero siempre estoy abierta a nuevas propuestas...-susurré conspiradoramente, divertida.- ¿Qué tenías en mente, Angie?

Eso era cierto, muchos vampiros en general eran homosexuales o bi. Sonrió divertida

-Uhm, ¿y tú no has probado con ninguna mujer? –preguntó lamiéndose los labios y guiñándole un ojo, antes de dejar su copa sobre la mesa en la que habían estado mientras comenzaban a subir una serie de escaleras que daban a los pisos superiores. Las escaleras estaban elegantemente diseñadas con escalones rojos aterciopelados. Por encima del lugar donde el 95% de los invitados se quedaban habían varios pisos exclusivos para algunos millonarios y super estrellas que deseaban pagar con sangre su estadía en aquél lugar. Se les cumplirían cada una de las fantasías más oscuras que sus pobres almas deseasen.

-Te encantará este lugar –susurró mientras caminaban llegando a un pasillo negro repleto de velas que llenaban de penumbra el lugar. Desde allí se podía escuchar el bullicio de los pisos inferiores pero también lo que pasaba detrás de cada una de las puertas. Sexo, drogas, orgías y pactos demoniacos. Observó cada puerta de reojo buscando una en particular. Oh, sí, allí estaba la última puerta.

Abrió y dejó pasar a Jane antes de cerrar para que nadie las molestara. En esa habitación había un pasillo más ancho pero no era un lugar normal, tenía ventanas y cada ventana daba a una de las habitaciones contiguas.

-Son indetectables, nadie puede vernos pero nosotras sí a ellos –sonreí encantada tocando el cristal a través del cual se veía a un joven muchacho rodeado de mujeres que lo tocaban y se dejaban follar como animales, era una gran orgía en la que todos acababan dentro del cuerpo de alguien más.

Angie, lamiéndose los labios, me guiñó un ojo y quiso saber si no había probado con ninguna mujer.

Yo sacudí la cabeza negativamente, sonriendo con ambiguedad. No estaba muy segura de querer probarlo, a pesar de que sabría perfectamente cómo hacerlo y probablemente sería divertido, pero entonces se me ocurrió... ¿qué mejor forma que hacerlo con una mujer, que con la misma Lujuria, que además era mi "hermana"?
-Mmm... no. No soy bisexual.-admití finalmente, sonriendo con la mirada brillante.- Pero... podría ser divertido. Y nunca viene mal probar cosas nuevas...-susurré divertida, incitándola.

Lujuria aseguró que me encantaría, y comenzó a andar, mientras que yo la seguí pacientemente, hasta que llegamos a una habitación con ventanas que daban a las habitaciones contiguas. En una de ellas, se veía a un joven montándose una orgía con una chicas. Ella me dijo que nadie podía vernos, pero nosotras a ellos sí.

Yo sonreí burlonamente, y me acerqué a la ventana junto a ella, observando la escena:
-Hmmm... Tenías razón... me encanta; hay una vista encantadora aquí.-reí suavemente.- Y da taaantas ideas.-añadí divertida.

Alzó una ceja divertida y observó a Jane, así que no estaba tan renuente a probar con una mujer, qué divertido podría resultar…

-¿Así que estarías dispuesta a probar? –dijo sonriendo suavemente mientras enredaba los dedos un momento en un mechón de su cabello.

Observaron lo que pasaba al otro lado mientras las mujeres se complacían a ellas mismas observando como el único hombre era masturbado por unas lenguas juguetonas.

Se movió hacia la siguiente ventana, lo que había en ella era diferente pero tenía una ligera conexión con la habitación contigua, el sexo.

Un hombre de unos treinta años estaba de espaldas mientras un demonio entraba en su cuerpo una y otra vez arrancando de él gemidos. El demonio hacía algo más, clavaba una pequeña daga en su espalda, dibujando figuras difusas mientras la sangre goteaba por sus caderas y caía al suelo.

Angie sonrió, enredando los dedos en un mechón de mi cabello, y quiso saber si estaría dispuesta a probar.

Yo sonreí divertida y me relamí los labios, permitiéndoselo alegremente:
-Mmm... claro, ¿por qué no? Siempre estoy abierta a nuevas opciones...

Angie se volvió hacia otra ventana, y pareció muy concentrada en lo que veía, así que yo, tras observar unos instantes más el divertido espectáculo, seguí de nuevo su mirada, encontrándome con uno aún mejor. Bien, era más divertido de ver, teniendo en cuenta mi sadismo, pero yo misma jamás me dejaría hacer nada parecido.
-Y por supuesto, esos idiotas no tienen ni idea de todo esto.-sonreí burlonamente.

La observó con detenimiento, sus ojos claros y su cabello rubio que brilla con la tenue luz. Le simpatiza su hermana y se pregunta cuanto mejor pueden llevarse.
Sonríe con una mueca irónica y observa un poco más a los hombres que continúan su ritmo frenético.

-¿Cuál es tu fantasía? –pregunta observándola antes de cerrar los ojos y que la habitación vibrara ligeramente mientras su cuerpo era envuelto en oscuridad modificando sus curvas por algo completamente nuevo, lo que Jane desea más que nada.
Ese era su gran don, ser capaz de transformarse en aquello que fuese irresistible para la otra persona incluso aunque esta no lo supiese. Se preguntó qué es lo que Jane vería cuando el cambio acabara.

Angie me observó, y sonrió irónicamente, volviendo la vista de nuevo hacia la ventana, tras lo que me preguntó, cerrando los ojos, cuál era mi fantasía.

Yo lo pensé un instante, dudando, pero antes de que pudiera contestar, sentí como una vibración, y observé como su cuerpo se transformaba lentamente... por supuesto, a pesar de no haber visto a mi hermana jamás, la conocía lo suficiente como para recordar más o menos cuál era su don... y me sobresalté, porque de pronto, frente a mí estaba... Alec.
-¿Mi fantasía?-repetí lentamente, tratando de que no notara mi sorpresa, probablemente sin éxito.- No lo sé.-mentí calmadamente, observándola con deleite... hacía tanto que no veía aquel rostro...

Sonrió satisfecha ¿o debería decir satisfecho? Se había convertido en un hombre, podía apostar que aparentaba la misma edad que Jane. Su cabello largo ahora era corto no corto del todo pero ya no parecía femenino, sus extremidades habían sido cambiadas a manos de nudillos firmes y sus pies estaban envueltos en zapatos de cuero negro.

Su pecho reducido hasta quedar completamente plano se ajustaba ahora a una camisa color sangre envuelta en un saco largo que llegaba por encima de sus rodillas. Sabía que probablemente lo único que no había cambiado de forma era el tatuaje en forma de serpiente que la protegía de cualquier poder externo. Pero no era observable a simple vista.

Sus ojos turquesa también habían cambiado y ahora eran del color de la persona a la que Jane deseaba.

Sonrió ligeramente y susurró con su nueva voz: -Jane, me alegra verte –dijo acercándose a ella tanto que sus respiraciones se tocaban.
Este es mi regalo para ti, mi querida hermana, pensó observando sus ojos y su propio nuevo reflejo en ellos.

Sí, era Alec, definitivamente.
Le observé de nuevo, con más calma, tratando de localizar algún punto en el que el don de mi hermana hubiera fallado... pero por supuesto, sabía que aquello era imposible.
Alec era menudo, aunque seguía siendo más alto que yo. De piel pálida y mis mismos rasgos, con el cabello cobrizo y los ojos de un azul algo más oscuro que los míos. Aunque no era más que una ilusión, una vana fantasía, seguía teniendo aquel porte y elegancia. Una sonrisa satisfecha, pero impregnada de aquel aire socarrón que siempre mostraba, se dibujó en su rostro, y se acercó a mi, mientras su voz, tan increíble como siempre, aseguraba que se alegraba de verme.

No pude evitar dar un respingo. Era tan perfecto... como la última vez que le vi, siglos atrás; llevaba en mi memoria su recuerdo, grabado a fuego, sangre, y dolor...
-Alec...-se me escapó en voz baja, admirada, tras lo que le dediqué un último comentario a Angie antes de dejarme llevar por aquella deliciosa fantasía.- No sabes cuánto te lo agradezco, sorella... Luego dolerá, estoy segura, pero no más de lo que ya dolía... podré soportarlo...-aseguré con un susurro, poniéndome levemente de puntillas para rozar sus labios.

-Shh no pienses en nada –susurró contra sus labios besándola primero delicadamente, con un leve rozamiento de labios, luego aumentando la presión y mordiendo su labio ligeramente. Acarició su costado ligeramente.

-Mi querida Jane –murmuró acariciando su mejilla observando sus ojos casi tan azules como los suyos.