Love isn't always fair - Priv

Solo sentia mi cuerpo moverse como una serpiente debajo los toques de las manos expertas de Alex, era como si fuese otra persona y no el joven que yo conocia y veia diariamente en el espejo.

-Oh Alex - murmure al sentir sus besos en el vientre, cuando quede totalmente expuesto para el y esa mordida en mi muslo que me hizo gemir placenteramente con descaro, levantando las caderas en busca de mas de aquel contacto.

Los gemidos de Adrian me llenaban de un placer que hacía siglos no sentía y me hacían estremecer, el parecido de su voz, el tono que usaba al gemir y esa necesidad y lujuria que podía percibir en sus jadeos, era sencillamente abrumador. Y luego estaba el agradable sabor de su sangre.

Besé allí donde había mordido y pasé mis brazos bajo sus piernas, levantándolas dejándole totalmente expuesto a mí. Lentamente deslicé mi lengua por su entrada y subí hasta sus testículos y su miembro, cuya punta succioné un par de segundos antes de regresar nuevamente a mordisquear sus nalgas-. Mhmhmh... Gime más Adrián... dime que me deseas... -le pedí con voz ronca por la excitación, volviendo a lamer su rosada entrada, introduciendo mi lengua en ella.

Apreté con fuerza las sabanas, moviéndome al ritmo de su lengua, gimiendo alterado por el deseo que ardía en mi interior, queriendo mas de aquel contacto que sin duda, me hacia sentir un poco miserable al saber que engañaba a Siegfried, pero principalmente, me engañaba a mi mismo al no aceptar lo que y quien era realmente.

-Alex - murmure y lleve una mano hasta su cabello, enterrando ahi mis dedos, tirando de el, sin poder pronunciar palabras, pues los ahogaban los gemidos que salian de mis labios.

Sus gemidos desesperados y la forma en que su cuerpo se movía me estaban matando. Introduje mi lengua en su entrada humedeciéndola y dilatándole a la vez, demasiado excitado, notando cómo jalaba mis cabellos. Sin poder aguantar mucho más, separé sus piernas totalmente admirando su anatomía completa, su cuerpo bonito y delicado, su expresión arrobada y sus mejillas sonrosadas debido al placer.

Lentamente me introduje en su cuerpo, más que nada para no hacerle daño, aguantando el darle una fuerte estocada. Despacio, disfrutando de su calor húmedo, de lo apretado que estaba y de los sonidos que salían de su boca, y no me detuve hasta sentirme totalmente dentro de él, dejando escapar un ronco gemido ante el placer que su cuerpo me provocaba, tan siniestramente similar a Anssi, tan retorcidamente parecidos en todo. Sentí que era un maldito y un sacrílego al comparar a Adrian con mi hermosa y desdichada criatura, su antepasado, pero no podía ni quería evitarlo, era tan morboso todo, tan excitante, que sólo podía jadear y moverme lentamente dentro de su cuerpo, esperando a que se acostumbrase a la intromisión.

Me mordi los labios, sin siquiera ser conciente hasta que el sabor metalico de la sangre en mi boca. Volvi a abrirlos, dejando escapar un jadeo al sentirlo dentro de mi, la extraña delicadeza con la que me trataba y aun asi, podia sentir la fortaleza de su cuerpo, mas grande y poderoso.

Contuve el aliento, hasta que me acostumbre a la invasion, comenzando a moverme cuando el lo hizo, de forma lenta, pues me resultaba un tanto incomodo el contacto, teniendo en cuenta que en esta vida tenia poca experiencia sexual, a diferencia de mi otra existencia.

Le miré a los ojos cuando comenzó a moverse, acercándome a lamer la sangre de sus labios y besarlo apasionadamente otra vez, con una mano sujetando firmemente sus caderas y la otra, recorriendo sus costados, su pecho, bajando hasta su entrepierna comenzando a masturbarle. Me sentía como en un deja vu y sus labios no ayudaban en lo absoluto, la estrechez cálida de su interior me resultaba enloquecedora, y no me fue difícil percatarme de que pese a todo, era bastante primerizo.

Moví mis caderas un poco más rápido clavándome por completo en su interior, buscando hacerle gemir, provocarle el mayor placer posible. Quería que disfrutara, que se olvidara de todo, que se dejara llevar y encontrara su orgasmo entre mis brazos.

Clave las uñas en su espalda cuando le senti moverse de aquella forma mas profunda, provocando que los gemidos salieran de mis labios sin recato, simplemente me deje llevar, pegandome mas a su cuerpo, aferrandome incluso con las piernas, mientras me movia despacio al ritmo de sus estocadas, del movimiento de su mano que me hacia sentir demaciado cerca del orgasmo.

Sus uñas en la espalda me hicieron jadear, y la forma desesperada en que se aferraba a mí, pegándose aún más a mi cuerpo, como si ambos pudiésemos fusionarnos en un solo ser mandando todo el mundo a la mierda... Todo eso me cegaba de placer, haciendo que aumentara el ritmo, que me volviera desenfrenado. 

Mi mano bombeaba su miembro sintiéndole palpitar, estaba tan cerca de acabar que me hacía gruñir contra la piel de su cuello, de sus hombros y pecho. Dejé sobre su piel varias mordidas y chupetones, le había marcado como si fuera mío aunque eso sólo fuera una momentánea ilusión. 

En pocos minutos más, me encontraba golpeando su próstata volviendo inminente su orgasmo, pero en todo momento, no dejé de moverme, quería llevarle al límite, al mismo cielo.

Creo haber gritado en algun momento, por que me dolia la garganta la cual permanecia abierta y jadeaba casi como un animal, cegado por el placer, por sentirlo asi, tan profundamente en mi cuerpo, pese al ligero dolor que me probocaba.

Me movi un poco, intentando incorporarme, lo suficiente para que entrara mas en mi, para que golpeara directo en aquel punto que me estaba enloqueciendo y que de a poco, hiciera estallar mi orgasmo, gritando placenteramente.

Su orgasmo fue sublime, sus gritos parecían un coro de ángeles y la forma en que se retorcía, enterraba en mí sus uñas y me apretaba, me hacía sentir en el cielo mismo, o en su defecto, en el infierno. Adrián acabó manchando nuestros vientres pero yo seguí moviéndome dentro de él, besando sus labios, enterrando mis uñas en sus caderas sujetándole y con mi otra mano, sujetándolo por los cabellos, enredándolos entre mis delgados dedos.

Mordí su labio inferior robándole unas pocas gotas de sangre, mordiendo luego mi lengua, sintiendo el sabor de ambos mezclados dentro de su boca, era una perfecta sinfonía, una oda a la lujuria y el placer. Mi orgasmo se aproximó rápidamente y exploté en su interior sin poder aguantar por más tiempo, llenándole, cayendo exhausto sobre su pecho, jadeando.

Aprete los ojos aun cuando mi orgasmo aun seguia en progreso, le seguia sintiendo dentro de mi, empujando con fuerza dentro hasta que le senti llenarme y la sangre en nuestras bocas, hasta que cayo sobre mi, quedando laxo bajo su cuerpo, cansado, realmente cansado hasta para pensar en lo que habia hecho... la razon por la cual habia buscado calor en la cama de un total o casi extraño.

Le sentía respirar tan agitado como yo, probablemente estaba agotadísimo aunque yo ya empezaba a recuperarme. Salí de su cuerpo con cuidado y me tumbé a su lado, tanteando en la mesita al lado de la cama hasta dar con mis cigarrillos, tomando uno y ofreciéndole a él también, así como el encendedor.

Me quedé viendo el techo fijamente mientras daba un par de caladas a mi cigarrillo, dejando salir el humo luego de unos momentos, con mi mente en blanco, evitando pensar en lo que habíamos hecho, no es que no me acostara a menudo con chicos desconocidos, pero él era tan parecido a Anssi, por un momento, había creído que era él, y ahora, me sentía patético y miserable. Me consolaba un poco el hecho de haber distraído a Adrian de sus problemas, aunque fuera, por un momento.

Tome el cigarro que me ofrecía, manteniendo el silencio en la habitación, a penas cortado por el sonido de mi respiración y el de mi corazón aun ligeramente acelerado. Cerré los ojos, intentando no pensar que había hecho algo mal, extrañamente, me sentía mal ahora, mal con el, por que sabia, de alguna forma, que ambos nos estábamos usando, para desquitar tanta frustración. Alexandre fantaseaba que yo era mi abuelo y yo... una venganza contra aquel que amaba y me heria con su frialdad.

La habitación se sumió en un silencio total sólo roto por el constante latir de su corazón, el cual de a poco le oía tomar un ritmo mas calmado. Fumamos en silencio mientras los minutos pasaban, no había nada que decir ni añadir, lo hecho, hecho estaba y no podía negar que lo había disfrutado, aunque él no fuera mi amado Anssi y aunque yo no fuera quien él deseara.

Acabé el cigarrillo y lo aplasté contra el cenicero a mi lado, me estiré de forma felina y luego le atraje por la cintura hacia mí, medio abrazándolo-. Ven aquí, esto no tiene por qué ser tan impersonal -comenté acariciando sus rubios y lisos cabellos, cerrando los ojos un momento-. ¿Tan mal estuve?

Me arrebuje contra su pecho, aferrandome a su cintura, mientras sentia las caricias en mi cabello, y el dolor en el pecho que se intensificaba, impidiendo asi que contuviera las lagrimas.

-No es eso - murmure y deje que el llanto fluyera, sintiendo como si aquel acto hubiera roto el dique que contenia tanto dolor y lagrimas.

Abrí los ojos escuchando sus sollozos y fruncí los labios, no esperaba que se pusiera a llorar y me sentí perdido, nunca había sido bueno soportando las lágrimas de las personas, no sabía qué decir o cómo actuar y me desesperaba y ahogaba. Con Anssi y Cassandra siempre había tenido la necesidad de salir y huir de sus ojos llenos de emociones dolorosas, me había sentido siempre desarmado y herido por su dolor. 

Pero, sentía que sería un miserable asco de persona si ahora mismo escapaba dejándole allí abandonado, así que respirando hondamente, lo abracé con algo más de fuerza y calidez atrayéndole hacia mí, dejando caricias en su espalda, esperando consolarle, acompañarle hasta que se calmara.

-Vamos pequeño cachorro... sácalo todo, llora todo lo que necesites -le animé, depositando un beso protector en sus cabellos. Se veía tan frágil y pequeño y sentí que odiaba al hombre que él amaba pero que parecía no valorarle a él, pues si lo hubiera hecho, si en verdad le quisiera, Adrian no habría necesitado buscar calor en la cama de otro hombre. Y no porque tuviera la sangre de Anssi, o porque fuera condenadamente bello, simplemente, odiaba ver a la gente llorar, me dolía sentir el dolor que él emanaba.

Me aferre a su pecho, dejando que las lagrimas manaran de mis ojos, amargas y ardientes como fuego, las persibia con dolor y demaciada angustia, saber que engañaba a Siegfried, que estaba en brazos de este hombre, un total extraño, aun que habia sido amante de un desconocido antepasado.

-Lo siento - dije despues de un rato, moviendome y limpiando las lagrimas de mis mejillas - Lo siento, no... no queria llorar, no pense... yo...

-Hey, tranquilo -le interrumpí deteniendo sus manos, limpiándole las lágrimas que le quedaban-. No tienes que darme ninguna explicación, ¿vale? Está bien. Tampoco te disculpes por llorar. A veces yo también lo hago -reconocí, esbozando una leve sonrisa para animarle aunque también me sintiera mal por dentro. 

Desordené sus cabellos y luego me separé de él buscando sus ropas, pues yo aún estaba vestido aunque totalmente desordenado. Las dejé sobre la cama y me quité la camiseta dejando mi pecho sudado al descubierto, necesitaba un baño, sacarme los fluidos del otro cuerpo, aunque fuera el suyo.

-¿Te gustaría darte un baño? Puedes ir conmigo ahora o esperar a que salga, para mi no sería molestia -indiqué maldiciéndome interiormente, pues ya estaba huyendo de sus lágrimas. Volví a maldecirme interiormente y me obligué a acercarme a él, besando la punta de su nariz-. No te mortifiques, Adrian, no vale la pena. Podemos nunca hablar de esto o repetirlo hasta el cansancio, pero no tienes que culparte. Simplemente son cosas que suceden -suspiré palmeándole el hombro, volviendo a levantarme-. De todas formas puedes contar conmigo si necesitas alguien con quien desahogarte o hablar, no le daría nunca la espalda a un descendiente de Anssi. 

Tras decir aquello, me retiré al baño, dejando la puerta sin seguro, quitándome el pantalón y la ropa interior así como las zapatillas. Abrí el grifo del agua y me metí a la ducha sin esperar a que se caldeara, dejando que el agua se llevara mis problemas unos instantes, cerrando los ojos unos momentos.

-Esta bien - dije asintiendo y me quede sobre la cama, tirando de las sabanas, mientras volvia a hacerme un ovillo sobre entre ellas - Si no te molesta, dormire un poco... me siento cansado.

Dije y cerre los ojos, escuchando solo el sonido del agua de la ducha, queria tomar un baño largo, pero dudaba que tuviera tina, quizas cuando regresara a casa, si... cuando volviera tomaria una larga ducha con flores aromaticas, de momento, un baño rapido bastaria y dormir...

Me quedé bajo el agua más tiempo del necesario, sentía cómo mis problemas se esfumaban unos instantes y cuando el agua se hubo caldeado mis músculos se relajaron por completo. Los estragos del alcohol habían desaparecido con una rapidez tal que ya no me sorprendía y para cuando cerré el grifo, estaba completamente sobrio y en perfecto estado, ignorando el cansancio que sentía. 

Me imaginé que Adrian dormía y no quise molestarle así que me envolví las caderas en la toalla y salí de forma silenciosa del baño, dirigiéndome directo al armario sacando prendas limpias y vistiéndome en silencio, esperando no despertarle y pensando en salir a buscarle algo de comida.

Me quede en un estado de duerme vela, escuchando como Alexandre se movia por la habitación, el rose de sus ropas cuando se vestia y el aroma de su colonia, escuche incluso cuando salio del lugar, sin embargo no me movi, fingia estar totalmente dormido, quizas para no acongojarle mas con mis lagrimas, algo que habia notado.

Me pare en cuanto senti su presencia lejana, estirandome cual gato entre las sabanas y sali de ahi, metiendome a la ducha, dejando que el agua limpiara los fluidos y las marcas de mi piel, que aun permanecian rojisas en msi caderas, rei ligeramente, atradeciendo a que Siegfried no tenia mucho interes en pasar apasionadas noches conmigo, por tanto, no se daria cuenta de ello... esperaba que no lo hiciera... aun que no podia estar seguro.

Sali del baño, envuelto en una gruesa toalla, secandome, me puse las ropas que habia llevado, y me dispuse a secar el agua del cabello, lo suficiente para poder peinarlo y aguardar a que Alex regresara, solo para despedirme y agradecerle la velada.

Me deslicé silenciosamente fuera de la habitación en dirección a la cocina, suponía que cuando despertara estaría hambriento y quería sacarle que fuera una sonrisa, que se distrajera de sus penas y dolores. Mi cabello goteaba y dejaba un sutil rastro en los pasillos por los que transitaba, pero no le di importancia alguna. A medio camino, sin embargo, me desvié a la salida del hospital y busqué mis cigarrillos en los bolsillos, sentía la necesidad del tabaco aunque sabía que era algo meramente psicológico... la ansiedad se esfumaba cuando conseguía juguetear con el cigarrillo entre mis dedos y me distraía formando aros con el humo. 

No me tardé demasiado. Apenas acabé de fumar retomé mi camino a la cocina y aunque no recordaba cómo cocinar... Ni cómo hacer un simple sándwich de atún, me las ingenié sin tener que pedir ayuda de los dos ángeles que estaban a cargo de la cocina. Conseguí hacer dos emparedados simples con lo que tenía a mano y los llevé en un plato a la habitación, descubriendo al joven rubio ya despierto y bañado.

-Te traje algo de comer... bueno, supongo que es comestible. Hace siglos que no entro a una cocina -comenté dejando el plato a un costado suyo. Noté con cierto alivio que ya no había rastro alguno de lágrimas y eso me dejó más tranquilo, aunque con la inquietud de querer hacer algo por él, por ayudarle. Me recordaba tanto a Anssi que era una tortura, y el saber que ese pobre chico sufría por otro... Me dolía. Me hacía pensar en lo que mi desdichada criatura había sufrido por mi culpa, y definitivamente no quería eso para nadie. 

-¿Te sientes mejor? ¿Te gustaría hablar o sólo... comer? -miré con recelo los sándwiches que le había traído, estaba casi totalmente seguro de que eran comestibles o alguno de los ángeles me hubiera dicho algo-. También puedo conseguirte pizza, si quieres -ofrecí por las dudas, esperando que no fuera el caso. Había hecho uno de los mayores esfuerzos de la década en esa simple comida.