Shadows of the day Priv +18

Me encontraba en un bar, pero no estaba sentado a ninguna mesa ni frente a copa alguna, sino frente a un espejo, viendo mi reflejo mientras esperaba. A mi alrededor algunas personas corrían de un lado a otro, preparaban el sonido y los últimos detalles. Esa noche era mi gran debut, me presentaría como solista aunque fuera en un local cualquiera, pero para mí era mi gran oportunidad. No ansiaba la fama ni el dinero, tal vez un poco ser conocido. Lo que en verdad quería era ser escuchado, que mis canciones llegaran al alma de las personas y que reaccionaran, que despertaran y se dieran cuenta al fin de todo lo que pasaba ahí afuera.

Entonces me avisaron que era la hora. Tomé aire profundamente, y de un trago me acabé la copa de whisky que estaba a mi lado. Sonreí con confianza frente al espejo, tomé mi guitarra y salí al escenario, ambas manos en alto y la guitarra colgando de mi hombro. El teclado ya había empezado a sonar cuando salí, al igual que el sintetizador.

- ¡Vamos a rockear un poco! -grité, tomando con un rápido movimiento la guitarra. Detrás de mi, la batería ya había empezado a sonar y tras aquel grito que hizo que la mayoría se pusiera de pie aplaudiendo y gritando, di el primer acorde y empecé a cantar con ganas, con fuerza.

https://www.youtube.com/watch?v=LOF6ea76yoE

No importaba desgarrarme la garganta, yo sólo me dejaba llevar por el sonido de la música, los instrumentos y la euforia que estaba generando en el público. Me habían contado una vez que hacía años, muchos años atrás, era común este tipo de conciertos en locales e incluso en masas, pero hoy en día eso estaba casi extinto. Por ejemplo, yo jamás había sabido de algún concierto masivo o algo así por miedo a que algún demonio o vampiro pudiera arruinarlo.

Era mejor salir de paseo de noche, bueno no lo era pero quería que fuera así.
Caminaba lentamente por las calles vigilando los movimientos de las sombras, hasta llegar a un local en el que no parecía estar la presencia de Caim.

Entre en el momento en el que comenzaba un concierto, mil siglos sin estar en uno me hizo sonreír de lado y con algo de nostalgia. Me acerque a la barra y pedí un poco de ron luego me fui colando entre la gente que gritaba y se daba empujones por la música.

Quede delante del cantante y comencé a moverme un poco con la música, era de un estilo como el de hacía varios siglos antes de la gran guerra, ladee un poco la cabeza sonriendo.

Hola... - vocalice para que me entendiera porque me pareció que se había fijado en mi.
Tal vez tendría que dejar que algún hombre me tocara, tenía que aceptar de nuevo que me tocaran así podría alimentarme mejor de algún humano que se presentara para mi alimento

Cantaba cada vez con más energía, la adrenalina y el sentirse aclamado era todo un espectáculo, me volvía totalmente libre en el escenario como nunca lo fui antes. Mi voz se levantaba por sobre el sonido de los instrumentos, me movía de un lado a otro del escenario llevando el micro conmigo cuando no me tocaba la guitarra. Podía ver al público como una enorme masa de gente, todos gritando y saltando eufóricos, sabía que esto era totalmente nuevo para muchos y lo disfrutaban tanto como yo.

https://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&NR=1&v=PqRVMZb50dA

Una nueva canción inmediatamente después de la primera. Mientras sonaban los nuevos acordes, me fui hacia un rincón del escenario a tomar un poco de agua, se me resecaba la garganta luego de aquellos gritos casi excitados que daba al cantar. Al volver y aferrarme nuevamente al micrófono, mi vista vagó por la primera fila, habían varias chicas bonitas y chicos buenos también. Le guiñé el ojo a una que me había saludado, lo supe leyendo sus labios y luego volví a cantar.

Una tras otra, canción tras canción y los minutos fueron pasando. Ya cuando dieron las doce, entoné la canción final. Notaba que el público en vez de disminuir con las horas, se había incrementado, y desde allí podía ver la sonrisa de satisfacción del dueño del local.

https://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&v=GXwhla-PPMo&NR=1

Tras la última nota, volví a levantar ambas manos al cielo dando las gracias al público, un último solo de guitarra mientras los demás músicos se retiraban. Me fui del último, despidiéndome con las manos y soltando besos para las chicas y chicos guapos. Bajé por la parte trasera, directo a un pasillo lleno de gente. Todos me felicitaban, me palpaban la espalda y me pedían volver a repetir aquello. Con una sonrisa excitada, bastante cansado, entré al que habían habilitado como mi camerino, una simple habitación con sofá, espejos y una mesa en la que me esperaba una botella de agua mineral.

Tras beberla casi toda de golpe, me cambié de ropas y me mojé el rostro y el cabello, saliendo así hacia la cocina y luego a la barra. Me senté allí a descansar, esta vez el local estaría abierto hasta tarde y la gente ya se había ido, al menos la mayoría. Varios se acercaron a pedirme autógrafos o fotos, y con paciencia me quedé allí atendiéndolos, junto a mí una copa de whisky que me había pasado el nuevo barman.

Estaba embelesada por sus canciones, me seguía pareciendo raro que los humanos aun quisieran tocar conciertos, hasta recordé a Lestat con los suyos. Sonreí levemente y me deje llevar un poco por el ritmo de las canciones, parecer de nuevo una humana mas, notando como algún que otro chico intentaba tocarme.

En la última canción decidí volver a la barra a tomar algo fuerte, me senté en el taburete y me quede allí mirándole fijamente, tal vez él podría darme un poco de libertad sexual que es lo que me haría volver a ser lo que era.

Cuando ya terminó se fue para dentro y luego cuando la gente pareció dispersarse él salió y se acerco a la barra haciéndose fotos por lo que me aparte un poco del objetivo, pocas fotos tenía la gente de mi, era mejor así.

Al ver que la gente no se apartaba decidí ponerme de por medio dando como unas pequeñas quemaduras en distintas partes de sus cuerpos para que me dejaran pasar. Al llegar frente a él le sonreí levemente apartando mi cabello de un lado para ponerlo en el otro.

Hola! Me a encantado tu concierto, hacía mucho que no iba a uno... Soy Loriel - sonreí mas como si fuera una fan mas y le di dos besos en las mejillas.

Firmaba tanto libretas y flyers como los pechos de las chicas, tomando de vez en cuando algún sorbo de mi copa. Les sonreía a todos amable, algunos me miraban con euforia todavía en su mirada, algunas mujeres y jóvenes que apenas rozaban la mayoría de edad tenían un brillo lleno de ilusión y admiración en sus ojos y otros me miraban con respeto y empatía.

Frente a mí terminó una joven albina, bueno, recordaba que así se les decía a las personas de cabello y piel blanca en exceso. Noté que tras ella iban quedando pocas personas, la mayoría de la gente prefería resguardarse en la seguridad de sus hogares cuando la noche caía, ya que ésta siempre traía consigo la muerte y la maldición de las criaturas de la noche. Incluso el mismo local, que en teoría cerraría tarde, terminaría su funcionamiento a la una de la mañana.

-Gracias, al parecer sí salió bien -comenté sonriendo ligeramente, recordaba haberla visto en primera fila mientras cantaba- Yo soy Nicolas, un gusto conocerte Loriel -tomé su mano apretándola levemente, no era mucho de besos al saludar, más que nada no era mi estilo. Prefería ser un poco más bruto en ese sentido.

Tomé un nuevo sorbo de mi copa, esperando a que ella agregara algo o me pidiera un autógrafo o una foto. Yo la verdad nunca me hubiera imaginado haciendo esas cosas, eran más de artistas reconocidos y famosos, pero se sentía bien, me daba la impresión de que iba por buen camino.

Aparté un mechón de mi cabello mordisqueando un poco el labio inferior examinándolo mas de cerca, sonreí cuando estrechó mi mano y ladee la cabeza un poco.

Estás en algún hotel o tienes un apartamento por aquí cerca? - pregunte con cierta curiosidad.

Quedaban pocas horas para que aquel bar cerrara tal vez podría jugar un rato con él después de conversar un poco o nada. Vi que me habían puesto una copa con "vino tinto" sonreí con cierta maldad y cogí la copa dando varios sorbos al liquido.

Así podemos conocernos un poco mas - sonreí mirando a sus ojos esperando que aceptara.

Sus palabras me indicaron de inmediato sus intensiones. Hacía ya algunas semanas que no llevaba a nadie a mi piso, me había concentrado tanto en los preparativos para aquel concierto que apenas había tenido algo de tiempo para mujeres. Miré la hora de reojo en mi reloj de pulsera, las doce y poco más, buena hora para marcharse y resguardarse bajo techo, y mejor era si se estaba acompañado.

Asentí con la cabeza levemente, apurando mi copa para terminar de firmar los flyers y todo lo que quisieran que le firmaran los pocos que quedaban en la fila, todo esto mientras le respondía.

-Un piso a unos 30 minutos andando, si quieres por el camino compramos algo bueno para tomar -le dije mirándola de vez en cuando con una sonrisa seductora, terminando de despedir al público y acomodándome mejor en el asiento.

Noté que los chicos y chicas que trabajaban allí ya empezaban a desaparecer hacia la cocina, conocía la rutina del local porque yo mismo era camarero. Dejar los delantales, ordenar todo, asegurarse de que no quedara nadie... A nosotros aún no nos decían nada porque por supuesto, todos ahí ya me conocían, y también, eran conscientes de mis esporádicas conquistas.

- ¿Vamos? Te ofrecería ir en taxi, pero con la paga podemos comprar buenas cosas para tomar y un buen desayuno para mañana si deseas quedarte a dormir -le ofrecí, vale que era poco lo que tenía pero bueno, siempre habían mujeres y hombres que lo tomaban y otros que lo dejaban.

Me aparté lo justo para que terminara de firmar a los que tenía detrás de mi, al decir que tenía un piso a 30 minutos sonreí levemente, tenía que prepararme para lo que iba a pasar después de un mes con aquel entuerto con Caim. Un humano era lo mejor, así podía medir mis fuerzas en no matarlo o cualquier cosa.

No te preocupes, caminar nunca viene mal - que me importaba caminar? Siempre que podía viajaba caminando, siempre que no tuviera que cruzar el mar, entonces si que usaba el don de volar para desplazarme.

Aunque casi nunca viajaba ni en coche ni en avión... Suspire levemente viendo a la última chica que se me había quedado mirando, haciendo que soltara un gruñido. No me gustaban nada las mujeres daba igual la especie de la mujer, no las soportaba... A veces ni me soportaba a mi misma por lo que terminaba hablando sola y discutiendo.

Comencé a caminar casi delante de él, solo hasta salir del bar, viendo la calle algo desierta, tenía que dejar de pensar que todos estaban en los locales de Caim y que algunos huían de esos como la familia que había encontrado en los Thorns.

Cruce los brazos bajo mi pecho esperando a que me dirigiera hacia su piso, aun nerviosa aunque no lo pareciera por lo que iba a ser, el primero después de un mes. Intentando aun no temblar, tal vez con él me lo pasaba mejor.

Salí detrás de ella despidiéndome con la mano del barman y los demás chicos, sonriendo con sus típicas bromas y tirando también las mías. Una vez afuera, la noté un poco nerviosa, temblaba ligeramente y en sus ojos podía ver mucho más de lo que ella creía. Esbocé una sonrisa amable, un poco contrariado porque en ella veía demasiado, e incluso dudé un poco de cómo terminaría aquella noche. Vale que si a ella le incomodaba demasiado, la dejaba tranquila, no pensaba obligar a nadie a nada aunque ella fue quien me había buscado.

-Por aquí, vamos -le indiqué acercándome a ella, no muy seguro de si tomarla por la cintura aunque igual lo hice, se veía un poco tímida y de seguro con eso se tranquilizaba un poco. Nos fuimos caminando por la derecha, dejando atrás la música estruendosa que salía de algunos locales y las luces de neón que iluminaban las entradas a éstos- Cerca de mi piso hay una botillería que abre toda la noche, ahí compramos algo, ¿te parece? -le pregunté, guardando mi otra mano en el bolsillo de mi chaqueta, en donde tenía guardado el dinero de la paga junto a mi navaja. Protegerse nunca venía a mal, y por eso también llevaba mi revólver en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Ese barrio no me gustaba mucho a decir verdad, se rumoreaba que allí dominaba un poderoso demonio al cual no tenía muchas ganas de conocer. Prefería el barrio donde vivía, aunque era considerado parte de los bajos de la ciudad, tenía su encanto: me recordaba a Vollkommen en sus mejores tiempos, al menos, los mejores que yo alcancé a conocer. La gente era fría, en todas partes lo era, pero también se unía si algo pasaba, era un lugar tranquilo pese a lo pobre que se veía en apariencia. Y lo mejor era que allí no había ni vampiros ni demonios, así que no era problema circular demasiado tarde. Por eso prefería irme caminando.

- ¿Así que te gusta el rock? A pocas chicas les gusta hoy en día -comenté, con la vista al frente y manteniendo su cuerpo junto al mío. Buscaba hablar con ella, conocerla un poco aunque sólo fuera otro ligue. Caminar 30 minutos en silencio siempre era aburrido y mataba las pasiones.

Seguía perdida en mis pensamientos cuando note que me tomaba de la cintura, me sorprendió un poco pero me sonrojé como cualquier humana, le mire y sonreí con cierta timidez comenzando a caminar junto a él cuando dijo por donde ir.

Claro estaría bien... Igual si no te llega pago yo, total me sale el dinero por todos lados - reí levemente y me puse a mirar por la calle, conocía ya cada rincón de la ciudad.

Note que llevaba una navaja y un revólver, pero no le di mucha importancia yo podía hacer aparecer mi katana cuando quisiera, ahora me preguntaba porque no lo había hecho con Caim, tal vez porque sabía que me mataría fácilmente. Suspire levemente, y luego pase por fin mi mano por su cintura, por mis botas estábamos casi a la misma altura.

Me gusta desde hace.... muchos años, yo también cantaba, pero al final lo deje - encogí un poco mis hombros.

No me apetecía decirle que no era humana por lo que seguí intentando pasar por una, hacía mucho que no lo hacía, no se me daba muy bien ya que las odiaba. Posiblemente terminara por descubrir que no era una, o simplemente decirle que soy vampiro y así no tendría tanto miedo.

-Hey, se supone que estoy invitando, me harás quedar mal si pagas tú -le dije a modo de broma, buscando aliviar el ambiente así como su nerviosismo. Noté su mano en mi cintura y sonreí levemente, doblanco con ella por otra esquina notando que ya los edificios y las contrucciones parecían más viejos, era la parte antigua de L.A. y también, el inicio de uno de los barrios marginales- Y si alcanza, igual vino bastante gente al concierto...

Aún me sentía lleno de euforia tras el concierto o tocata, como se le quisiera llamar. Sonreía de forma entusiasta al volver a imaginarme aquellos minutos en el escenario, era excitante. Cuando ella dijo que también cantaba, la miré sin mayor sorpresa n la mirada, me lo imaginaba porque era el patrón común. Todo rockero o metalero cantó alguna vez en su vida, daba igual si lo hacía en un escenario o en la ducha, porque la pasión siempre era la misma. Era algo que venía incluído con la música, la moptivación de querer ser parte de ella también.

-Perdona que te lo diga, pero no debiste dejarlo... al final la música es lo único propio que nos queda, deberías aprovecharlo porque la vida es corta, se resume en pocas canciones buenas -y aquello era verdad, lo que sentía en lo más profundo de mí. La música nos liberaba porque todos los humanos, tras la guerra, habíamos quedado sometidos a nuestros miedos. Era momento de liberarse, aquel era en verdad mi mensaje.

Pocas calles más de caminar, pues nuestro paso era rápido, y llegamos a la calle en la cual vivía. El edificio estaba a unas pocas cuadras más adelante, pero primero iríamos a la botillería cuyo letrero luminiscente estaba a escasos metros de nosotros. La guié hacia allí, saludando al gordo vendedor que estaba resguardado tras una reja metálica recubierta por un vidrio, y que sólo tenía una pequeña apertura para pasar el dinero y las botellas.

-A ver, ¿qué te gusta tomar? Pide lo que quieras, no te cortes -le ofrecí, antes de pedir una botella de JD y un par de cervezas de litro y medio. El tipo aguardó con cierto aire impaciente, pero en realidad siempre era así y lo mejor era dejarlo pasar, no se podía cambiar en todo el modo de ser de las personas.

Solté una leve carcajada por su broma, haciendo que me sonrojara un poco, mi risa también había cambiado me había dado cuenta de ello. Me alegraba que tuviera éxito, comenzaba a recordar cosas de cuando cantaba, y las canciones las había cantado en aquel local de los Thorns.

Solo llegue a sacar un disco, pero luego me di cuenta de que el amor era una mierda, en vez de cambiar el estilo, simplemente lo deje - encogí mis hombros cerrando los ojos ligeramente.

Tampoco se me hacía tan largo caminar, bueno ahora un poco mas al tener que ir al paso de un mortal. No importaba. Vi que casi estábamos cerca de su casa no me había parado a pensar, no quería salir corriendo por culpa de aquel ser.

Al entrar a la tienda vi aquel hombre gordo haciendo que mis ojos se perfilaran un poco como si fueran los de un gato, pero cerré los ojos antes de que Nic lo notara.

Ron - solté en casi un gruñido seco.
Recordaba que era mi bebida favorita de cuando estaba en la época de los piratas, en las tabernas era la que mas éxito tenía con los hombres como siempre, y un gran aguante con el ron.
Pero del añejo, que los de ahora están malisimos - murmure viendo la botella, era de hacía treinta años, yo quería algo mas fuerte.

-Vaya, una chica ruda -comenté al escuchar su pedido, girándome donde el vendedor- Ya escuchaste, lo que la dama pida -le dije, mientras éste con un leve gruñido se puso a buscar una botella de las más añejas. Cuando volvió a aparecer, nos enseñó la botella, y luego de que yo asintiera con la cabeza, las metió todas en dos bolsas de plástico en apariencia poco seguras y nos dijo el precio antes de entregárnoslas.

Había salido un poco más de lo que había presupuestado, pero alcanzaba bien, nos quedaría dinero de sobra para un desayuno mañana por la mañana, antes de que se fuera. Le tendí los billetes pidiéndole que añadiera una cajetilla de cigarrillos; no fumaba mucho pero de vez en cuando caía bien un poco de nicotina a los pulmones. Pagué al tipo y éste me entregó las dos bolsas con botellas, y tras agarrarlas bien y con firmeza para que ningún incidentes pasara con las bolsas, salimos de la tienda.

-Mi piso queda cerca, cuando subamos si quieres descansas un poco mientras ordeno, tendrás que disculpar mi desastre -comenté mientras volvíamos a caminar por aquella calle. En poco menos de cinco minutos estábamos entrando a mi edificio y subiendo al ascensor, el cual era como los que hubieron en los años 1990, con una verja que debíamos abrir y cerrar cada que subíamos. Por suerte para nuestra seguridad, no era más que una reproducción, algo para conservar el estilo, pero aún así el edificio y el ascensor eran bastante viejos.

Mi piso era el último, y como cupo extra tenía una buhardilla que usaba de dormitorio. La vista desde allí era bastante buena, inspiradora sobre todo cuando llovía. Bajamos del elevador y busqué la llave en mi bolsillo, dejando las bolsas en el piso. Tras abrir la puerta, me aparté para que entrara primero y una vez ella adentro, pasé yo encendiendo las luces.

El piso era de un solo ambiente, con escasos muebles aunque éste era bastante espacioso. En la mayoría de las paredes se podían apreciar pósters y flyers pegados, en aparente desorden aunque tenían al mismo tiempo un orden armonioso. La cocina estaba separada del comedor y la sala de estar por un biombo con imágenes de Marilyn Monroe, el cual había conseguido en un anticuario por un bastante bajo precio. El baño era la única habitación separada por una puerta, y el resto, se limitaba a estar rodeado por macetas con plantas. Seguramente era éste detalle -el de las plantas- el que más llamaba la atención. En donde se viera, podía verse una especie diferente y atractiva; me gustaban mucho las plantas y se notaba.

-Acomódate donde gustes, aunque te recomiendo el sofá -le dije señalando el viejo sofá de cuero negro, un tanto destartalado- Deja ordeno un poco, ¿quieres que te sirva algo antes? -le pregunté, llevando las botellas a la cocina para regresar y recoger del suelo parte de mi ropa desordenada y quitando del sofá mi guitarra eléctrica, la primera que tuve y mi regalona.

Le sonreí por lo que dijo, espere a que el gordito sacara una botella mejor, decían que el vino cuanto mas viejo mas vinagre parecía pero el ron era diferente, por lo que mas viejo mejor para mi. Cuando sacó por fin la botella no dije nada, estaba conforme con aquel tipo de ron, extrañaba la época de los piratas.

Bueno vamos a tu piso - dije cuando salimos de aquella tienda y sin mas le tome la mano.

Al llegar a su piso eche una hojeada rápida viendo ropa por el suelo, me hizo gracia era como cualquier humano joven, reí bajito y me puse a mirar los tipos de plantas que había en los tiestos hasta terminar por sentarme en el sofá con algo de cuidado.

Es un piso sencillo de todo macho- solté una carcajada divertida. - Un poco de Jack estaría bien - sonreí y me puse a mirar al techo.

Necesitaba parecer lo mas humana posible ante sus ojos, o como mínimo parecer vampiro como Amaury a los ojos del cachorro rubio.

Tal vez te cante algo, hace poco he escrito una última canción, y no se la he mostrado a nadie - dije con media sonrisa mirándole.

-Y eso que me mudé hace poco -le comenté, llevándome la ropa al cesto que tenía debajo de las escaleras que daban a la buhardilla, cerca de la lavadora. Tras ésto, volví a la cocina sacando las botellas de las bolsas, guardando las cervezas en la nevera y abriendo la botella de JD. Serví dos copas y les agregué un par de hielos, llevando ambas a donde ella estaba.

-Me gustaría escucharte cantar, podría acompañarte con la guitarra. ¿Sabes tocar? Tengo una acústica que puedo prestarte -le dije, señalando un rincón en donde tenía dos guitarras más, aunque estas dos eran acústicas. La única eléctrica que tenía era mi regalona, la cual era de color negro y tenía grabado el nombre de "Margo" con tinta blanca en un costado.

Me eché hacia atrás en el sofá, cruzando las piernas mientras bebía un poco de mi copa. Estaba bueno, aquel era mi trago favorito y de cerca le seguía la cerveza. Dejé luego la copa en la pequeña mesa de madera que estaba frente a nosotros, sobre la cual también descansaba una maceta. Tras hacer esto, me giré a verla, era una chica bonita y simpática, como pocas se encontraban en la ciudad.

Miraba con suma curiosidad sus movimientos, siempre que me quedaba con alguno por horas y no terminaba matándolo. Sonreí levemente al ver el vaso con el JD y hielo, lo cogí y le dí varios sorbos escuchando sus palabras.

No te preocupes por la música siempre llevo un pequeño reproductor de música así que tengo la melodía de fondo -sonreí abriendo la palma de la mano izquierda donde tenía aquel pequeño aparato- Tienes algún conector con altavoz?

Mire alrededor mio buscando algo que me dijera que podía conectarlo, sino tendría que hacer aparecer uno y ya no parecería tan humana.

Un ordenador también me vale. - ronronee levemente algo nerviosa no sabría como se lo tomaría si descubría mi pequeño secreto.

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