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Red Velvet - Pt. 2 {Fan Fic: Lestat x Armand}

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Red Velvet - Pt. 2 {Fan Fic: Lestat x Armand} Empty Red Velvet - Pt. 2 {Fan Fic: Lestat x Armand}

Mensaje por Adrian Bennett Mar Mayo 01, 2012 5:54 am

Red Velvet
Por Nerissa Leone


Caminaban juntos, cada uno con su bolsa respectiva, llena de libros, Armand, cargando con un poco mas de molestia que Lestat que parecía muy alegre, aun platicando sobre las redes sociales y el funcionamiento de estas.

-Cuando terminemos la cena, te enseñare a usar el facebook.-dijo Armand.-Es más, soy capaz de regalarte un I-phone para que aprendas, aun que supongo que también tendré que enseñarte a usarlo.

Dijo, de broma, aun que al ver la cara de confusión de Lestat, rodo los ojos, suspirando largamente, pensando en la difícil tarea a la que tendría que afrontarse.

-Y pensar que Daniel me creía un vampiro estúpido por no saber hacer llamadas a Paris.-murmuro, ganándose una mueca de desprecio del rubio vampiro.

-Y yo que sé, no soy un geek como tu.-murmuro Lestat con falsa molestia, mirando al más bajito.

-Bueno, al menos tienes conocimiento del léxico.-dijo Armand, sonriéndole divertido, pasando su húmeda lengua por sus labios, en un gesto de por más sensual ante ojos de Lestat, quien se le había quedado mirando fijamente.

Trago saliva con dificultad, antes de atravesar la avenida como cualquier otro ser humano, llegando a la parte trasera del edificio reconocido como Secretaria de Hacienda, donde se hallaba una especie de conjunto de mal olientes cantinas, de donde salían hombres y mujeres con muy mal aspecto y ni que digamos de su aroma, cerveza rancia, cigarro y excrementos y una bebida que ambos vampiros desconocían.

Pulque.

Una especie de fermentado del agave, o maguey, un espeso liquido de aspecto blanquizco y baboso, demasiado desagradable para algunos y un exquisito "néctar de dioses", como le llamaban otros, una bebida que solo se podía encontrar en tan peculiar país.

entraron curiosos, vistos de mala gana por algunos de los clientes mal vestidos y olorosos de uno de los locales, se sentaron en una mesa, la única vacía, pidiendo una cerveza cada uno, inspeccionando a los comensales, comenzando su búsqueda por "alimento", alguien lo suficientemente desprevenido y con deseos de morir o matar, era igual para ambos ahora.

Lestat, hacia mucho que había dejado de buscar victimas que hubiesen cometido crímenes, por que a esta altura de la existencia humana, ¿Quien no había cometido algún tipo de crimen? Por mas "inocente", que este fuera, todos habían cometido uno.

Armand, simplemente se limitaba a atraparlos con su forma tan peculiar de cazar, lanzando una especie de hechizo, atrapando al primer ser mortal que quisiera morir, descansar en "paz" de todos sus fracasos, dolor o lo que fuese, para él era lo menos importante la razón, simplemente con que cayera, era suficiente.

Y así pasaron unas cuantas horas, inspeccionando, mientras ellos fingían tener una plática trascendental sobre el uso del I-phone y sus aplicaciones, comenzando por el facebook que Lestat desconocía.

-Y entonces, le picas aquí, y con el teclado virtual escribes y buscas a la persona que quieras tener como amigo...-explicaba Armand, pegado a Lestat, mostrándole en la pantalla de su teléfono móvil, sin bajar su guardia en cuanto a su búsqueda de alimento.-Vez, ahora busquemos a esas niñas a ver a que se dedican.

Dijo y tecleo los nombres de las chicas que habían conocido en la librería, sintiendo la mirada fija de Lestat sobre él, que simplemente asentía o intentaba prestar atención a todo lo que Armand de forma rápida le indicaba.

El rubio levanto el rostro en cuando vio entrar por la puerta a un hombre robusto, joven y de muy mal aspecto, cabello casi a rapa, dejando un ridículo flequillo pegado con gomina a su frente, una gorra con pedrería demasiado ridícula, mal puesta en la cabeza, pantalones ajustados llenos de extravagantes estampados, una playera con el estampado del santo patrono de las causas difíciles , y en su cuello colgando alrededor de cinco rosarios hechos de cuentas de maderas y dijes a los que los jóvenes actuales llamaban "bling bling", zapatos tenis blancos, de una marca apócrifa, desgastados y desatados.

Sus pensamientos, distintos a los de los comensales, solo pensaba en buscar un "toque" de mota o algún "perico" de cocaína, para "alivianar" así la ansiedad que su drogadicción le provocaba, llevaba un arma de fuego oculta en la pretina de su pantalón, perfectamente escondida gracias a la playera que parecía quedarle exageradamente grande.

Entro al local con las manos temblando, y tanto Armand como Lestat, dejaron de prestar atención a la pantalla del teléfono, para prestar su total atención al joven.

Detrás de el pudieron ver la sombra de dos acompañantes mas que se habían quedado aguardando fuera de la cantina. Poco a poco su plan mal hadado se fue revelando ante los sentidos subdesarrollados de ambos vampiros.

Un asalto improvisado, un asesinato si era necesario, con tal de conseguir los recursos necesarios para poder comprar droga y así saciar su ansiedad.

Lestat sonrió, recordando claramente ese tipo de ansiedad, similar a la ansiedad de un vampiro neonato.

Armand por su parte, simplemente observaba, con tranquilidad, estudiando la situación, para afrontarla como fuese necesario. Guardo su celular, se acomodo la chaqueta, esperando a un movimiento en falso del hombre que había entrado, aguardando a que Lestat, dijera o hiciera algo. Suspiro profundamente, y vio como el hombre amenazaba al cantinero, gruñía como un animal desesperado y atrapado, y repentinamente saco el arma de por debajo de sus ropas, apuntando directo a la cabeza del hombre.

Esa fue la señal, lo que hiso moverse a ambos vampiros dejando sus tarros llenos de cerveza, Lestat se acerco al asaltante, mirándolo fijamente con una sonrisa en los labios.

-No creo que sea conveniente hacer este tipo de espectáculos entre tanta gente, ¿no cree?-sugirió el vampiro al hombre, quien simplemente volvió su rostro totalmente enardecido por la ansiedad y el enojo ante la negativa del cantinero a entregarle el dinero, y apunto el arma ahora en dirección a Lestat.

-Tú que te metes puto francesito-jadeo el sujeto, con la mano temblorosa, en la cual portaba el arma, haciendo alusión a tan peyorativa forma de llamarle al vampiro, debido a que había notado, pese a todo, su marcado acento francés- Ahora si se los cargo la chingada a todos.

Grito el sujeto, provocando simplemente hilaridad en el vampiro, que observaba como torpemente amenazaba a todos los presentes en el local.

Algunos de esos hombres y mujeres corrieron a resguardarse en algún rincón, gritando, otros, simplemente estaban demasiado ebrios como para prestar atención a lo que acontecía en el lugar.

Armand, observaba a lo lejos, oculto entre las sombras, cercano a la puerta, observo como los otros dos hombres entraban armados al local, amenazando a los clientes del lugar, arrebatándoles el poco dinero o joyas baratas con las que cargaban.

Fue visto por uno de ellos, y sonrió de forma tímida, fingiendo susto, sintió el frio metal del arma en su frente, el mal aliento del hombre que le amenazaba con matarle si no le entregaba la cadena que apenas se veía colgando en su cuello y los anillos en su mano.

Nuevamente volvió a sonreír, pasándose la lengua por los labios, mirando de forma indirecta a Lestat, quien también había vuelto la vista hacia él, ignorando olímpicamente al hombre que aun le amenazaba, y le gritaba improperios en su lengua natal, en un tono de voz demasiado alto.

Ambos vampiros actuaron entonces, Armand simplemente levanto los brazos tomando por los hombros a su "atacante", abrazándolo, pegándosele, como si fuese un niño extraviado encontrando a su padre o hermano mayor y clavo de forma disimulada sus colmillos en el hediondo cuello del hombre, bebiéndose su sangre ligeramente contaminada de alcohol barato; le quito el arma, justo antes de que ya no pudiese sostenerse de pie y disparo, fingiendo así defenderse de su "agresor", dejando caer el cuerpo sobre el sucio suelo, aun sintiendo el sabor de la sangre en su boca, fingiendo espanto dejo caer el arma, pegándose a la pared, como una víctima inocente de aquel asalto.

Lestat, al contrario, simplemente sonreía y enfrentaba al hombre, jugando con él, como era su naturaleza.

-Dispare si puede, Monsieur.-animo al sujeto, permaneciendo de pie con la frente en alto, estudiando cada movimiento de ese hombre que al escuchar el detonar del arma de su compañero que yacía muerto a escasos centímetros de los pies de Armand, volvió la vista al rubio vampiro, con la mano aun temblorosa, en un vano intento de disparar su arma, Lestat alcanzo a golpearle, provocando que la pistola cayera de su temblorosa mano, la cual fue sujetada por el vampiro, con tal fuerza que el hombre quedo aterrado, instintivamente comenzó a rezar a su santo, observando a su tercer compañero que solamente temblaba, sin saber qué hacer.

"Corre"

Murmuro una orden Lestat, a la mente del asaltante, y este simplemente al sentirse liberado por la garra del vampiro, salió corriendo, como si hubiese visto al mismísimo Satanás, aun que muy lejos de la realidad no estaba.

El sujeto y su otro compinche, el que aun vivía salieron corriendo del lugar, aterrados, escucharon como una patrulla se acercaba, ya que alguien había dado la alarma a las autoridades.

El cantinero seguía aterrado y Lestat simplemente sonrió con esa galantería que nunca perdía, se movió, fue a su mensa tomando las bolsas de libros y se acerco a Armand que aun fingía estar en estado de shock pegado a la pared, tomo su mano, pateando el brazo extendido del asaltante caído, y lo saco de ahí.

-Vaya actuación.-dijo el rubio a su pelirrojo compañero.

-El estar a la cabeza del Theatre des Vampires, si me dejo cosas buenas-contesto Armand, sonriendo, sintiendo aun cercanos a los dos prófugos.-Creo que la comida era para llevar, ¿no?

Dijo Armand en voz alta, cuando llegaron a una angosta calle cercana a la zona de cantinas, una calle desolada, oscura, y sin nadie más que los asaltantes que aun buscaban escapar del demonio de la cantina o los policías que acababan de arribar a esta.

Lestat sonrió en respuesta, dejado sus bolsas cercanas a un inservible poste de luz, sin dejar de asechar a sus presas, aprovechando la oscuridad, y sus atributos sobrenaturales y atacar al hombre que anteriormente le había amenazado. Bebió su sangre con avidez, consumiendo la existencia del hombre en segundos, escuchando un jadeo aterrado del otro sujeto, quien ya era presa de Armand.

Dejo caer el cuerpo inerte, acercándose al otro hombre, sin despegar sus ojos del otro vampiro que también lo miraba, con sus ojos brillantes como pupilas de gato, mientras se alimentaba de forma lenta, casi sensual, en una velada invitación a alimentarse del mismo hombre.
Lestat tomo del brazo al sujeto, que le miraba aterrado, ignorándolo, moviendo solo un poco su cuello, clavando en la lateral izquierda, la contraria de donde bebía el pelirrojo vampiro, sus colmillos.

Ambos bebieron del hombre y el hombre consumió su vida en un sacrificio para esos dos semidioses oscuros.

Dejaron el cuerpo tirado como cualquier bulto en la acera, y se sonrieron cómplices de ese crimen, Lestat tomo el arma que había quedado tirada a unos centímetros del primer cuerpo, disparando directo a la cabeza de los asaltantes, dejando que la poca sangre que aun contenían esos cuerpos manara libre, junto con algunos fragmentos de su cerebro que escapaban por los orificios hechos por las balas.

Ambos vampiros regresaron por sus pertenencias y escaparon con rapidez, con la misma agilidad de un gato, por los techos de las casas, cuando escucharon a los policías acercarse.

*

Ambos corrían, divertidos, Lestat cargando con sus bolsas, sintiéndose liberados un poco, con el calor reciente de la sangre ingerida y las drogas que contenía.

Bajaron a la acera cuando se percataron que no había más techos por donde correr, y encontraron frondosos árboles pertenecientes a la Alameda Central, cercana al majestuoso Palacio de Bellas Artes.

Ambos pisaron suelo firme, aun entre risas divertidas, como dos adolescentes que han cometido una travesura.

-Eso fue extraordinario.-comento Lestat, riendo divertido, dando giros por ese espacio, cercano a una fuente con un ángel- Hace tiempo que no me divertía tanto cazando.

Dijo, y se acerco a Armand que reía también divertido, quitándose algunas hojas cecas que se le habían prendado en sus cabellos.

-Si divertido, aun que bueno, supongo que es la primera vez que hago algo así.-comento.-Usualmente suelo esperar a que mis victimas vengan a mí, no yo ir a perseguirlas.

-Bueno, creo que necesitas salir más seguido conmigo-dijo el rubio, y cerro totalmente el espacio que lo separaba de Armand, estirando su mano libre para quitarle una ramita que tenía en sus ensortijados y rojos cabellos, deleitándose por ese tacto sedoso que tenían.

Sin poder contenerse más, envalentonado por la sangre contaminada, dejo caer las bolsas con libros al suelo, tomando por la cintura a Armand, pegándolo a su cuerpo, mientras le robaba un beso ansioso y necesitado, el cual fue correspondido de la misma forma. Sintió los delgados brazos del pequeño rodeando su cuello, y cargo con él para evitar tener que agacharse para seguir besándolo.

Disfrutaban con ello, con ese desenfreno, con el sabor de sus bocas a sangre ajena, y el calor que de sus cuerpos emanaba gracias a esta.

Se sentían girar y girar, aun que ninguno sabía con exactitud si realmente lo hacían o solo era una ilusión provocada por la sangre y las emociones tan vertiginosas que se provocaban.

Se separaron, aun parados en el mismo lugar donde habían comenzado a besarse, con los libros desparramados a sus pies, respiraciones agitadas, ojos vidriosos de deseo, Armand paso su lengua nuevamente por sus labios, saboreando aun el sabor del otro vampiro en ellos.

Lestat no pudo pasar desapercibido aquel gesto, mordiendo sus propios labios, aun ansioso y demasiado excitado, se agacho por los libros, antes de tomar posesión de los labios de Armand, en un beso demandante, rodeando nuevamente su cintura, antes de ascender a las alturas, volando hasta llegar al hotel donde el rubio vampiro se hospedaba.

Entraron al establecimiento a toda velocidad, dejando los libros tirados en la estancia de aquella suite de lujo, como era de esperarse de Lestat, sin dejar de besarse ardientemente, tirando de sus ropas, dejando un camino de prendas de vestir que llevaban hasta la suntuosa recamara.

Lestat tomo a Armand por las caderas, cargándolo, haciendo que este rodeara con sus largas piernas su cintura, mientras se dedicaba a besar la piel expuesta de su cuello, sus clavículas ahora desnudas, dejándolo tirado sobre la enorme cama queensize, mientras se relamía los labios y se quitaba en totalidad su ropa, quedando tatamente desnudo para deleite del más antiguo de ambos vampiros.

Armand se incorporo ligeramente sobre el mullido colchón, sonriendo de esa forma tan suya, perversamente sensual, estirando una mano para tocar las abdominales de Lestat, descendiendo de forma tortuosa por aquella blanca piel, hasta alcanzar el objeto del deseo, apenas un roce con su pálida mano, provocando que de los labios del rubio escapara un gemido ahogado y su mirada cristalina y entornada se dirigieran directamente al angelical rostro del pelirrojo, quien se relamía como un felino hambriento. Se incorporo casi en su totalidad, sentado a la orilla de la cama, tirando por la cadera de Lestat, tomando su turgente miembro con su mano libre, masajeándolo con descaro, mirando a Lestat de forma fija y sensual a los ojos, antes de agachar la cabeza, ocultando su rostro con sus rojos cabellos, chupando apenas la punta del pene del rubio, sacándole jadeos que este no podía contener.

Lestat podía sentir con todos su sentidos, aun con los ojos cerrados, percibía esa lengua áspera lamer toda la extensión de su miembro, la calidez de la húmeda boca y el sonido que esta producía al sacar y meter su palpitante pene de ella y la succión de esos exquisitos labios que tanto deseaba. Lamio sus propios labios, sin parar de gruñir de excitación, sosteniéndose de los hombros del otro vampiro, clavándole las uñas, sintiendo como en respuesta los dientes del otro se clavaban casi con fiereza en su virilidad.

-Armand...-gruño, casi al sentirse a punto de estallar y sentir el frio del ambiente en su dolorosa erección, abrió los ojos, brillantes y amenazantes, observando el infantil y travieso rostro de Armand y sin pensarlo ataco esa boca dulce con la que le había felpado tan magistralmente, tirándolo sobre la cama, arrancándole la ropa interior que era lo único que llevaba de ropa, acariciando sin compasión aquella ligera erección que crecía a cada toque de su experta mano.

Armand se desasía en gemidos descarados, retorciéndose debajo del cuerpo del principesco vampiro, arañando su espalda en un abrazo posesivo, separando cada vez más las piernas sin dejar de restregarse contra la cálida mano que le tocaba, tiraba de los rubios cabellos cada que sentía que Lestat tiraba del bello que rodeaba su pene, incitándolo de una manera salvaje, masoquista a gritar de placer, gritar su nombre en una súplica para ser poseído.

Sintió como Lestat con sus manos y sin esfuerzo lo levantaba de las caderas, como la punta húmeda de su miembro rosaba con su palpitante entrada, escuchaba con claridad los jadeos de ambos, y como entraba lentamente en su cuerpo, poseyéndolo una vez mas después de tantos y tantos años.

Armand abrió grande la boca, dejando escapar un, nada disimulado gemido de aceptación al sentir a Lestat dentro de su cuerpo, apretando las paredes de su esfínter, provocando un gruñido apasionado a Lestat, quien sin pensarlo mas comenzó a moverse de forma brusca en contra de aquella cálida cavidad que lo había recibido anhelante.

Ambos vampiros se dejaban llevar por el deseo reprimido, por las infinitas ganas que se tenían el uno por el otro, moviéndose salvajemente sobre la cama, provocando que esta se moviera al ritmo de sus embestidas, que rechinara quejándose junto con ellos.

Lestat entraba y salía de aquel divino cuerpo, deleitándose con la imagen de ese ángel caído de rojos cabellos que se entregaba al demonio de ojos azules que siempre se había creído. Gemían y gritaban, se besaban y mordían, se provocaban heridas que sanaban de forma rápida y eficaz antes de ser reabiertas.

En un impulso Armand se incorporo, sintiendo a Lestat aun dentro de su cuerpo, cambiando de posición, quedando el sobre el cuerpo del rubio vampiro, empalándose hasta el fondo, moviéndose exquisitamente de arriba hacia abajo, de adelante hacia atrás, gimiendo, arañando la piel del pecho de Lestat, sangrándolo y lamiendo las heridas antes de que cerraran.

Lestat se incorporo un poco, lo suficiente para quedar sentado sobre la cama, aun con Armand sobre él, moviéndose deliciosamente, podía sentir sus entrañas contraerse al rededor de su miembro, que parecía en cualquier momento estallar.

-Muérdeme...-gimió Armand, con los ojos cerrados, tirando del cabello del rubio.

Solo un gemido, casi grito se escucho en la habitación cuando Lestat clavo sus colmillos en el cuello del pelirrojo, sintiendo como la sangre manaba rápidamente, dulce y caliente de la herida a su boca, llenándola, calentándole mas, provocándole un orgasmo como jamás antes lo había sentido con nadie.

Se corrió abundantemente en el cuerpo más pequeño, sintiendo a su vez como este hacia lo propio, manchando sus cuerpos, como los cálidos labios besaban sus hombros, lamiendo la arteria en su cuello que palpitaba enardecidamente bajo su piel, debido a la sangre de Armand.

Lestat llevo su mano libre a la cabeza del más antiguo, presionándola contra aquella fuente de vida, Armand no tardo en entender la indirecta, aun sintiendo como la sangre pasaba al cuerpo del otro y lo mordió a su vez, probando la sangre de Lestat y la suya propia pasaba de un cuerpo al otro, en un circuito interminable, provocándole cientos de espasmos en su cuerpo, que su vista se nublara nuevamente de placer mientras bebían el uno del otro.


*

Despertaron al anochecer siguiente, después de la faena de la madrugada, habían caído exhaustos de placer, con las pieles pegajosas de sudor sangre, manchando las blancas sabanas de carmín, durmieron abrazados, medio cubiertos, sabiéndose liberados de una extraña carga que llevaban sobre los hombros.

Lestat fue el primero en abrir los ojos, aun podía distinguir algunos pálidos rayos de sol fuera del hotel, luz que se colaba por la gruesa cortina, sintió el ligero peso de Armand recostado sobre su pecho, sus brazos rodeando su cintura y su rojo y alborotado cabello sobre sus hombros.

Sonrió sin pensar demasiado, pasando con delicadeza la punta de sus dedos por la delgada y pálida espalda, delineando los huesos de su vertebra, notando como aquellas caricias provocaban estremecimientos en el otro vampiro, escucho un pequeño ruido, como un quejido muy ligero y volvió la vista de aquel camino que seguían sus dedos, hacia el rostro de su amante, dejando su mano posada con naturalidad sobre la cintura de Armand.

-Hola-saludo el pelirrojo con voz modulada y ojos entornados, en un gesto de total satisfacción.

-Hola-contesto Lestat de igual manera, sonriendo más abiertamente, atreviéndose a moverse un poco de aquella posición en la que se encontraban, besándolo con tranquilidad- Lo de ayer fue, la confirmación de nuestro noviazgo, supongo.

Dijo Lestat, afirmando, más que cuestionar el hecho, Armand simplemente rio, separándose estirándose como un gran felino aun sobre el cuerpo del otro.

-Algo así-contesto y se sentó totalmente sobre la cama, sin dejar de mirar como un niño pequeño a Lestat-Sabes, hacia tanto que no tenia buen sexo con nadie.

Comento el pelirrojo, con toda la calma del mundo, sin dejar de sonreír ligeramente.

Lestat levanto una ceja perspicazmente, a punto de soltar algún comentario irónico al respecto, sin embargo simplemente correspondió a aquella sonrisa dulce y sincera que le regalaba Armand. Se acerco a él, con tranquilidad, rodeándolo con sus brazos y pegarlo a su cuerpo, aun desnudo.

-¿Si te digo un secreto prometes no decirle a nadie?-pregunto el rubio, dejando un beso en la pálida mejilla del vampiro mayor.

-Y... ¿Cúal es el secreto?-pregunto este, recargándose en el pecho de Lestat, respirando profundamente, llevándose con el ese aroma a sangre y a sexo que tenía el vampiro impregnado a su cuerpo.

-Je t'aime-murmuro el rubio en el oído del pelirrojo, dejándolo totalmente perplejo, sin moverse entre sus brazos, sintió una especie de calor subirle hasta las mejillas, pero no se movía, ni contestaba nada.- Quizás no me creas, pero siempre lo hice, lo que pasa es que, bueno, tu sabes, las cosas que pasaron y como se dieron y bueno, ahora me siento con mucho mas libertad de decirlo.

Armand trago saliva con demasiado esfuerzo, sentía la boca seca y la mente en blanco tratando de procesar lo que Lestat le había dicho. No sabía que pensar o sentir, pero algo quedaba claro...

Armand siempre había estado enamorado de alguna bizarra y masoquista forma de Lestat, pese a que este siempre lo rechazaba, siempre se alejaba y lo cambiaba por alguien más, fuese gabrielle, Nicolás o Louis y en tiempos más recientes, incluso por David Talbot.

Repentinamente sintió sus lagrimas rodar por sus mejillas, caer sobre las ya de por sí manchadas sabanas, sobre el dorso de sus manos, y un sollozo escapo de sus labios, sin encontrar la razón del porque de su llanto, probablemente era que al fin había logrado que Lestat lo amara, lo aceptara con toda y esa locura que el poseía.


Continuara...


Nota: Solo como anotacion... el capitulo se lo dedique a Jyrki 69 por que retweetio por poner un comentario menso mientras escribia el fics xD

Pruebas... pinche aqui =D
Adrian Bennett
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