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De camino a casa de Papá - Priv

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De camino a casa de Papá  - Priv Empty De camino a casa de Papá - Priv

Mensaje por Invitado Dom Abr 15, 2012 7:35 am

Amaury siempre estaba ocupado, Killian por supuesto que también y cuando tenían los dos un tiempo era para estar juntos. Me sentía que sobraba aunque no era así. Antonio me había dejado, nunca aceptó que fuese homosexual y me dejó con la ilusión de tener algo con alguien. Romeo había entrado en un extraños éxtasis religioso al ver libros nuevos en la biblioteca de Ama. Mi padre era lo que tenía, lo único, y sabía que últimamente estaba rabioso, no sabía quién lo había puesto como gato panza arriba.

-Debo ir a ver a papá.-me dije nada más levantarme rascándome la cabeza.

Ni corto ni perezoso me puse una camiseta de Kiss, unos jeans entubados y unas cadenas que parecían pesadas pero me gustaban, la chaqueta de cuero que me coloqué tenía un logo de Skid Row. Las bandas que llevaba ya nadie las reconocía, pero para mí seguían siendo iconos del rock. No había tiempo para rock, nada para el heavy y por dios menos para ser feliz. Y yo quería tener rock, heavy y felicidad. Me coloqué un gorro de lana en la cabeza, estaba atardeciendo y hacía frío.

-Ña ña.-dije como haría mi padre mientras Rebel Rebel sonaba por la habitación.-Tututuru...

Y con ese ritmo en mi cuerpo, como si me hubieran poseido con el espíritu del rock, salí a los pasillos del hospital. Todos estaban preparándose para la llegada de nuevos miembros como cada mediado de mes. Me acomodé la guitarra azul en mi espalda y eché a correr casi por las escaleras de emergencia. Al salir a la calle respiré hondo sonriendo, sintiéndome genial.

Sin pensarlo, ni pretenderlo, eché a cantar mientras corría por las calles de Los Ángeles. Bad Reputation con Joan Jett en mi cabeza. Mis ojos azules buscaban las esquinas y cruces que recordaba a la perfección. Volvería a casa esa noche por unas horas, pasearía quizás con papá y le pediría galletas con chispitas de chocolate. Había comido, pero siempre tenía hambre.

Paré en un semáforo sacando una piruleta cuando vi de lejos una chica extraña, su presencia me dio curiosidad. Había muchos hechiceros en el hospital. Tuve esa sensación rara que tuve con Killian cuando le conocí, aunque le dejé sin dinero porque le hice invitarme al almuerzo. Gasté todos los bonos de comida que tenía. Crucé con cuidado aún en rojo y me paré frente a ella mirándola con curiosidad, practicamente olfateándola.

-Waaaa sí, es como Killian.-dije mirándola.

Si algo tenía era sexto sentido. Sabía que había personas malas y personas buenas, pero ella olía a plantas y animales. Siempre buscaba amigos, pero algunos me daban mala sensación y los que eran compañeros de Ama estaban demasiado ocupados para hacerme caso. Todos me respetaban por ser nieto de Lestat, hijo de Cat y Dio, pero no sentía que me quisieran por ser yo mismo.

-Hola.-dije sacando una piruleta de sangre y caramelo para lamerla, compré muchas a Kyle.-¿Eres hechicera de esas que curan a las personas y animalejos? ¿Curas sentimientos?-pregunté pensando en mi padre, tal vez ella podía curar su alma. Los hechiceros del hospital sólo sabían curar el cuerpo y calmar, bueno calmar yo también sabía, pero no sanar sentimientos.-¿Eres? ¿Sí?

Mi abuelo alguna vez nos contó que existían hechiceros que podían curar los sentimientos, algunos no eran hechiceros sino personas que podían darte consejo. Él no era el mejor consejero, era un viejo verde con mucha tontería en su rubia cabellera. Aunque no lo dijera le admiraba y le quería, pero era mejor que no me acercara demasiado a él porque mi padre resoplaba. Yo quería ser un aventurero y conocer ese tipo de personas, hacer amigos. Tal vez con ella había dado con la persona adecuada.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 15, 2012 9:55 pm

Si Los Ángeles son peligrosos, caminar por los barrios bajos de la ciudad a la que hora que fuera siempre me dejaba un regusto amargo en el fondo de la lengua. Si iba era simple y puramente porque necesitaba lo que allí se vendía, porque deslizarme por aquellas calles podía hacer que encontrara algunos de los ingredientes que necesitaba, algunos retoños que pudiera llevar a casa y verlos crecer, algún objeto o algún libro que pudieran ser de mi interés personal. Echaba de menos el pasado, aquel en el que todo parecía florecer con rapidez, cargado de vida, lejos de la oscuridad que pegajosa parecía que se pegaba a mi piel en cuanto salía de mis pequeños santuarios.

Aquel día no era distinto. Froté mis brazos por encima del abrigo que llevaba aunque en realidad cada vez hiciera menos frío. Los días de invierno habían quedado atrás, la Primavera comenzaba a ser la protagonista, pero la humedad se metía hasta lo más profundo de los huesos. Llevaba un par de días destemplada, sin razón aparente: por muchas mantas que me pusiera, por mucha ropa que llevara, siempre sentía esa molesta sensación, siempre tenía las manos frías. No era algo extraño, simplemente necesitaba alejarme un poco de la polución y de la ciudad en sí, volver a salir fuera de Los Ángeles y reencontrarme con la naturaleza.

Esos eran los pensamientos que se encontraban en mi cabeza cuando una figura se interpuso en mi camino. La sorpresa hizo que durante unos segundos fuera incapaz de decir una sola palabra y que solo pudiera ver al chico que tenía delante y escucharle. Por un momento no estaba segura de si echarme a reír o negar cualquier cosa de lo que estaba diciendo. Aquella había sido la presentación más extraña que había tenido en toda mi vida, pero por alguna razón que no terminaba de entender, me resultó gracioso. La sensación que desprendía era extraña, no podía saber con claridad de qué ser se trataba y eso hizo que por un instante mis labios se fruncieran en una pequeña mueca de consternación.

Solo podía significar que no me había encontrado con nadie como él a lo largo de los años. No era extraño. Había muchos seres que no conocía. Decir lo contrario era mentir como una bellaca. ¿Cómo podía conocer todos los tipos de seres? En mis libros había visto referencias a seres que simplemente ya no existían o que eran meros retazos de las leyendas populares. Algunos de ellos, con calma y concentración, podían identificarse con determinadas clases de demonios o de ángeles, otras, sin embargo, se escapaban por completo de mi comprensión y algunos, directamente, no existían y eran productos de la fantasía popular.

Hola.— dije al final, ladeando ligeramente el rostro mientras le miraba. Una lenta sonrisa había aparecido en mis labios, antes de realizar una ligera reverencia, inclinando mi cuerpo como era costumbre en mi cultura y un rasgo que no había cambiado nunca. —Mi nombre es Kang Ha Neul.— sabía que resultaba extraño, que para la mayor parte de la gente resultaría diferente o difícil. Procuraba pronunciarlo con suavidad, remarcando sobre todo el nombre. El apellido hacía tiempo que había perdido en cierta manera su razón de ser porque de mi familia no quedaba nadie. Apreté los labios ante ese pensamiento y clavé mis ojos oscuros en los azules de él. Tenía una mirada clara, trasparente, pero había algo que no dejaba de preocuparme. —Y… sí, soy hechicera, pero me temo que no soy de las que curan sentimientos… — le comenté, mirándole. —Las heridas del alma son las más difíciles de curar y solo se consigue con tiempo y personas que estén a tu alrededor cuidándote, aunque no siempre se consigue y siempre hay cicatrices que pueden volver a abrirse.

Vaya si lo sabía, demasiado bien. Y esa sensación de que había algo que tenía que reconocer en él, algo que estaba flotando en su misma esencia y que automáticamente me ponía ligeramente en alerta no terminaba de comprenderlo. ¿Una amenaza? No, no lo parecía y sin embargo…
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Mensaje por Invitado Lun Abr 16, 2012 7:41 am

Emití un pequeño quejido como el de un perro cuando dijo eso, dejé de mover las caderas como si mi propia cola de lobo pudiera aparecer en cualquier momento y mis hombros se bajaron. Me sentí derrotado. Yo quería que papá se sintiera mejor, desde que le conocía había visto esa mirada llena de lágrimas que nunca salían. En las fotos con papá Dio tenía como brillo y parecía muy feliz, un chico feliz. Ahora incluso estaba rabioso, muy dolido y parecía un gato panza arriba intentando arañar cualquier cosa. Ni siquiera me llamaba para saber si estaba bien como solía hacer. Ese novio que tuvo estos meses atrás lo había dejado hecho mierda y yo me sentía peor que excremento pisado.

-¿Ni el de vampiros?-lágrimas rojas comenzaron a salir bañando mis mejillas.-Papá seguirá triste.-empecé a hipar como si fuera un cachorro. Mi papá era lo más importante para mí. Incluso me ponía su ridícula ropa con gatitos para él, aunque las últimas que me compró se rompieron cuando me convertí en lobo para salir corriendo frente a un par de demonios.-Yo quiero que mi papá se ponga bien.

Había escuchado a mi abuelo discutir con él en la cena de Navidad. Discutían sobre mi carácter infantil, su forma de cuidarme, la necesidad que debía tener para ser más libre y sobre si debía encontrar pareja o no. Pues bien, intenté ser más libre y eché de menos a papá arropándome, lo de la pareja funcionó como el culo porque me salió gay de closet y lo de ser infantil no tenía que ver con madurez o no. Yo era más maduro que ese rubio idiota, aunque le quería y aprecié que me quisiera como un nieto más. No era como Adris, ni como Darius y ni mucho menos como Michi. Tenía parte de una raza que solía ser presa de maldiciones, insultos y miedos. Todos me veían como el lobo de Caperucita, pero ese no era un lycan... era... era... era un pederasta.

-Ha Neul.-dije recordando con un poco de esfuerzo que los asiáticos decían antes su apellido.-Yo soy Román... Román Lioncourt... siento mucho haber preguntado tonterías, pero mi papá me preocupa.-me pellizqué el labio inferior antes de quedar quieto, girando leve mi rostro al sentir una presencia rara.-Demonio.-gruñí como perro molesto hasta que se pasó esa sensación y me concentré con lo de mi padre.

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Mensaje por Invitado Mar Abr 17, 2012 7:05 am

Había metido la pata hasta el fondo y me dí cuenta en el momento en que la energía, la alegría, del chico que tenía delante pareció que decayó varias décimas cuando hablé. Pude ver una cierta tristeza en sus ojos, lo que hizo que me sentara mal por haberle dicho tan directamente que las heridas no solían curarse, no al menos las del corazón. Me mordí el labio inferior por un momento. Sí, era sincera. Sí, me gustaba decir las cosas claras y directas, pero no era de las personas que gustaran de ir haciendo daño a las personas, aunque fueran desconocidos como el caso que tenía delante. Me moví ligeramente incómoda y esa incomodidad aumentó cuando vi que se echaba a llorar.

Una ligera mueca apareció y rebusqué en mis bolsillos mientras él hablaba. Entendía que pudiera sentirse triste. No sabía bien qué le había ocurrido a su padre, pero le afectaba y mucho. Era extraño que entre los seres sobrenaturales se establecieran ese tipo de afectos, al menos eso es lo que había visto de forma normal. Sin embargo, siempre había excepciones, y estaba claro que Román —que así se llamaba— tenía una familia bastante estable, fuera lo que fuera. Que llorara sangre me estaba dejando increíblemente confusa. Hasta donde yo sabía los únicos que podían hacerlo eran los vampiros, pero no terminaba de relacionar la esencia que notaba de él con la de un vampiro.

Ten…—terminé por decir, entregándole un pañuelo blanco con una pequeña flor de cerezo pulcramente bordada en uno de los extremos y un sol en el otro. —Siento haber sido tan brusca al hablar antes.— le sonreí, intentando relajar un poquito el ambiente, lo que había sucedido hasta el momento. —Ven… salgamos de aquí.

No me gustaba estar en el centro de la calle, teniendo aquella conversación, por lo que le hice un gesto con la mano para que me acompañara hacia un lateral donde podríamos estar un poco más tranquilos. Sobre todo porque su referencia a los demonios me había puesto en alerta. No era el mejor de los lugares para estar. De forma instintiva miré a mi alrededor con los labios ligeramente fruncidos.

Tu padre seguramente rehará su vida, sea lo que sea lo que le haya pasado.— busqué su mirada para intentar dar confianza a mis palabras. —Te tiene a ti ¿no es cierto? Seguro que es algo que le hace seguir día a día.
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Mensaje por Invitado Mar Abr 17, 2012 9:43 am

Miré el pañuelo y me dio cierta pena usarlo. Iba a ponerlo todo guarro con sangre que no saldría. Pero no sabía si se lo tomaría como gesto descortés, así que lo dejé entre mis dedos mientras lo acariciaba pensándome bien si lo usaba o no. Lo olfateé y noté un olor agradable, como a flores y magia.

-Pero papá se siente mal desde que enviudó, nunca lo he visto feliz del todo.-dije mirando el pañuelo para luego mirarla a ella.-Lo voy a manchar y se quedará feo, entonces te haré sentir mal y no.-tomé sus manos para dejarlo entre ellas.-Yo puedo con mis mangas.-dije esparciéndome las lágrimas con las mangas de mi chaqueta de cuero.-No debería llorar, seguro que hago sentir mal a mi otro padre. Ha terminado teniendo un hijo estúpido que no es capaz de ser ni un buen vampiro ni un buen lobo.

Pasé mis manos por los bolsillos buscando caramelos, tenía unos que me había hecho llegar mi abuelo por medio de aquel loco de los dulces. Bueno no era un loco, o quizás sí lo era, la cosa es que era un vampiro que hacía dulces y los vendía no muy lejos de donde nos encontrábamos. Tenía de los normales y los de sangre. Los normales eran de fresa, mora y piña. Tenían un envoltorio morado y el nombre del sabor en plata. Saqué uno y se lo tendí dejándolo entre sus manos, como el pañuelo, para luego sacar uno para mi.

-¿No crees que se pueda hacer nada con sus sentimientos?-estaba empecinado en conseguir algo. Era testarudo y lo conseguiría. Quería que mi padre volviera a sonreír como en las fotografías de los albums que acaparaba como joyas.-Hace poco le rompieron el corazón, para una vez que se pone a buscar pareja otra vez... si agarro a ese vampiro petardo le morderé en la entrepierna.-dije arrugando la nariz antes de comenzar a chupar el caramelo.-Ah... piña.-sonreí de forma infantil y señalé el suyo.-El tuyo es de moras ¿te gustan las moras? A mi amigo Killian le gusta más las fresas y a mi amigo Romeo le gustan más los de piña. Tengo muchos de moras, por eso te he dado de mora, pero si quieres te lo cambio por otro sabor.

Miraba todo el tiempo hacia arriba, porque era una pulga comparado con su tamaño. Yo llegaba a duras penas al metro cincuenta e iba con unas botas bajas. No conseguía imponerme demasiado, aunque en mi forma de lobo y la de crinos sabía que era bastante grande, tomaba un aspecto muy agresivo y parecía un monstruo. Pero, yo no era violento. Las únicas veces que usé el crinos fue para defender a quienes quería. Movía mis caderas de un lado a otro como si mi cola estuviera ahí, era un gesto que hacía también mi padre, un tic que me calmaba aunque suene raro.
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Mensaje por Invitado Miér Abr 18, 2012 5:22 am

Las heridas del amor. Suspiré brevemente porque sabía que eran las peores. Esas heridas que se clavaban en lo más profundo del corazón y que rara vez terminaban de cicatrizar del todo. Me mordisqueé pensativa el labio inferior. Podía llegar a aliviar las heridas del cuerpo gracias a los dones que había recibido. No era mi especialidad sin embargo, conocía hechiceros que podían hacer verdaderos prodigios. Yoo Rin había sido uno de ellos. A pesar del paso del tiempo, seguía ahí esa falta del que había sido mi mentor y lo más parecido a un padre después del que el de sangre nos hubiera traicionado. Apreté los labios con fuerza y le miré de nuevo.

En su rostro habían quedado rastros de la sangre que había derramado en forma de lágrimas. Apreté el pañuelo que me había devuelto y por un momento me moví hacia delante dispuesta a retirarle la sangre que aún persistía, pero me detuve. Sus palabras me dejaron por un momento helada. Vampiro y lobo. Fue esa última palabra la que me dejó en el sitio, sin moverme, mirándole intentando reaccionar. Hechos del pasado intentaban abrirse camino y los contuve a malas penas. No, no era el momento de abrir la inclusa que había cerrado con fuerza y firmeza hacía tanto tiempo, pero como un fantasma las viejas cicatrices que recorrían mi espalda cosquillearon como si de esa manera me recordaran que estaban ahí, que jamás desaparecerían. Sin embargo, él no tenía la culpa.

Parpadeé, respiré hondo, me concentré y salí de esa marea oscura que por un momento había luchado por salir a flote. Me concentré en sus ojos claros, demasiado inocentes, carentes de la rabia que había visto en aquellos otros. En esos ojos que aún me perseguían por las noches cuando cerraba los míos dispuesta a dormir. Había luchado por levantarme y seguir hacia delante, no iba ahora a caer de rodillas y menos frente a alguien que no tenía la culpa. Acepté el caramelo y sonreí, me esforcé en hacerlo mientras le miraba.

Gracias, la mora es uno de mis sabores favoritos.— desenvolví el caramelo para mantener las manos ocupadas, antes de mantenerlo en la boca y después le miré, acercándome un paso con el pañuelo en la mano. —Hay hechizos que pueden ayudar a hacer que sea más llevadero, no le curarían, pero al menos harían que las heridas fueran sanando poco a poco. Lo mejor es que se desahogue, que alguien le ayude hablando con él.— le miré para llevar la mano del pañuelo hacia su rostro con la clara intención de retirar ese rastro de lágrimas. —Déjame, aún queda un pequeño rastro.

”Da un paso, Ha Neul, un paso hacia delante, nunca hacia atrás, es la única forma de superar el pasado” esas palabras que me dijeran una vez, hace demasiado tiempo, volvieron a mi cabeza de nuevo. Sí, daría un paso, solo esperando que no me dieran un mordisco en compensación.
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De camino a casa de Papá  - Priv Empty Re: De camino a casa de Papá - Priv

Mensaje por Invitado Miér Abr 18, 2012 8:34 pm

-Papá conoce a un buen hechicero, pero sabe que eso no le quitaría los recuerdos y eso es lo que le hace daño.-el hechicero era de la misma organización de mis primos, era un Bloody Rose, y aunque tuviera largas charlas con él no podría conseguir mucho. Además, D era hermético y parecía uno de esos frascos que por mucho que lo intentes no se abren.-Yo sólo quiero que sea feliz, pero no lo es y no lo será. El abuelo siempre discute con él cuando se ven, parece que no se llevan bien.-estaba contándole eso a la chica porque me sentía mal.

Nunca había dado un paso sin papá. Ahora daba miles de pasos sin él y parecía hundido por eso. Miré mi ropa y supuse que debía ponerme la sudadera con orejas de perro que me había regalado, hubiera sido mejor llevar algo infantil para que me viera como el cachorro que todos veían. Pero yo quería ser grande, fuerte, poder cuidar de mi familia y de mis amigos. El tito Ama era enorme, musculoso, frío en la lucha y también algo rudo. Yo quería ser algo rudo. Aunque no entendía como algunos lobos eran rudos con los demás porque sí, sabía como se sentían al ser rechazados y tratados como bestias o perros. Pero, no todos los humanos son malos.

-¿Crees que si compongo una canción para él eso le anime? Pero yo soy más de hacer versiones, no sé hacer bien canciones.-sabía hacer canciones, pero todas las veía horribles. Nunca me quedaba con una que había hecho. Mi padre tenía la voz bonita y cantaba bien, él me enseñó a tocar y las escalas.-Papá tocaba la guitarra y el bajo cuando era joven, la guitarra que llevo es la suya.-me abracé a ella sonriendo.-¿Me ayudas a componer algo cortito? Me dices si te gusta o no.-movía mis caderas de nuevo de esa forma, no podía controlar mi felicidad. Si se lo decía a Killian se lo podía decir a Ama y Ama se lo diría a papá. Sabía que todo se terminaría descubriendo, porque aunque el tito era un gran guerrero también era un gran cotilla y un enorme bocazas.-Te invito a chuches si me ayudas.

No sentía un demonio cerca, ni siquiera en las calles más cercanas, todos se habían ido seguro a los antros feos que se estaban creando gracias a ese demonio que todos temían. Aunque sabía que muchos temían más a Lucifer, otros temían más a Samael pero todos tenían cierto respeto y asco a Caim. Los demonios eran crueles, pero había algunos que eran demasiado crueles. Yo no quería estar en esas zonas, aunque papá tenía aún su tiendecita en medio de esa maraña de capullos trogloditas con ganas de lujo y perversión.
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Mensaje por Invitado Jue Abr 19, 2012 5:05 am

Le escuché en silencio mientras intentaba pensar en alguna solución. Sabía que muchas veces deseábamos olvidar, que pensamos que todo sería más fácil si fuera así, pero lo cierto es que eso nos quitaría parte de lo que somos. Fruncí el ceño pensativa mientras notaba el sabor de la mora en los labios. Me encantaba, mucho más que el sabor de la fresa por ejemplo. Los sabores naturales eran mis favoritos, el ver los dulces que nos daba la naturaleza antes de tratarlos. Las frutas lo eran general, pequeñas golosinas que habíamos tenido al alcance de la mano y que sentía que cada vez era más caro de encontrar. Qué poco nos habíamos dado cuenta de lo que teníamos. Pesimismo. Ahí estaba de nuevo. Últimamente me atacaba mucho más de lo que fuera sano.

No sabes lo que puede ocurrir en el futuro, puede que todo cambie en un parpadeo, que de la misma manera que ahora se siente solo y triste, quizá demasiado atado a sus recuerdos y sin ver una luz que le ilumine, encuentre algo que lo cambie por completo, que aparte las sombras, y no tiene por qué ser una persona.

Pensábamos que las personas eran las claves, pero no siempre lo eran. Era cierto que ayudaban, que deslizarnos por una relación nueva ilusionaba, hacía que nos sintiéramos bien, que nos ilusionáramos, pero yo también lo había encontrado en parte en mi trabajo, en tener una meta que cumplir. Se podía encontrar en la familia, en los amigos, en esa historia que tienes en la cabeza y que te hace evadirte cada poco tiempo, y en la música. Le miré a los ojos fijamente cuando comentó lo de la canción y finalmente sonreí. Sí, la música podía ser uno de los mayores bálsamos para un alma herida y lo sabía bien. Me gustaba la música, cantaba y tocaba la guitarra, era cierto que era un desastre para acordarme de títulos y autores, pero eso no implicaba que no pudiera disfrutarla.

De acuerdo, te ayudaré… pero mejor vamos a un lugar más tranquilo y seguro. No parece que haya peligro cerca, pero no se sabe. ¿Conoces algún lugar cerca?— le pregunté mirándole. — Aunque no soy ninguna maravilla, seguro que entre los dos se nos ocurre algo para animar a tu padre.
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Mensaje por Invitado Jue Abr 19, 2012 8:12 am

-Seguro que puedes darme ideas, o al menos corregir las mías. No quiero que sean infantiles, quiero demostrarle a papá que he madurado. Tengo 250 años.-dije pellizcando mi labio inferior antes de pensar en donde podíamos ir, porque la verdad estábamos en medio de la nada y allí no era el mejor lugar.-Conozco un sitio donde podemos sentarnos, es donde siempre va Romeo cuando no hay libros nuevos en la biblioteca de mi tío.-sonreí.-Romeo es mi amigo.-dije con cierto orgullo.

Romeo para mí era un chico extraño que siempre me regañaba. Parecía que lo hacía adrede porque siempre llegaba en el momento exacto donde la liaba. El día que manché de ketchup un documento de la biblioteca fue lo peor. Amaury cuidaba mucho de sus libros, era como su zona de recreo. Aunque siempre decía que eran del líder, pero yo conocía bien a mi tío y esos libros eran suyos. Siempre quise leer los de la gran vitrina, pero nunca me dejó. Decía que no eran para mi. Papá hacía lo mismo con la ropa más elegante. El único que me dejaba tocar todo era Killian. Aunque mi abuelo siempre era amable conmigo. Pero en definitiva, Romeo era extraño y oportuno con mis desastres, más que el resto.

-Quiero hacer algo bonito que le recuerde que le quiero, que estoy ahí, que le doy las gracias por criarme y que le admiro. Yo admiro mucho a mi papá.-dije caminando a su lado.-Ven, ven.-tiré de ella para ir hacia un parque, tras él estaba aquel local calentito que tenía caldos calentitos que sabían muy ricos.-Te invito a un caldo calentito, aún es tiempo para caldos calentitos.-esbocé una sonrisa antes de apartarme y echar a correr, aunque no demasiado rápido.

Era un bar pequeño de comidas caseras, se podía oler en varias calles a la redonda. Allí solían ir lobos, hechiceros y algún metamorfo. Me gustaba porque se sentía calentito y se podía comer a buen precio. Para mi bolsillo iba muy bien. Además el suelo como las paredes eran de madera. Las sillas y mesas eran muy cómodas y simples, pero también muy robustas. Sin duda un local muy común y muy bonito.
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Mensaje por Invitado Vie Abr 20, 2012 4:02 am

Le sonreí al escuchar la palabra amigo. Había algo en ese chico que era refrescante, como una lluvia de verano después de días de calor asfixiante cuando la humedad era tan pesada que creías que podías morir. Sí, esa era la sensación. Era un soplo de brisa fresca, tan diferente a los lobos y vampiros que había conocido que me hacía sentir curiosidad. Los recuerdos de los lobos con los que me había cruzado no eran para nada agradables, todo lo contrario. Me froté por un momento las manos en los pantalones antes de ponerme a andar junto a él.

Lo bueno que hablara tanto es que yo no tenía que hacerlo demasiado. Me gustaba hablar, cierto, pero era de esas personas que disfrutan más escuchando. No era la reina del baile, sino aquella que se pasa más tiempo en un rincón observando y que seguramente pasará inadvertida, quizá en su pequeño grupo de amigos y poco más. Mientras andábamos pensaba en la canción, en lo que podría expresar, en cómo hacerlo. Solo le ayudaría, era algo que tenía que hacer él, que necesitaba la confianza para hacerlo, cantarla delante de su padre y recibir su aprobación. Esperaba que aquel, fuera quien fuera, le correspondiera con una sonrisa. Muchas veces nos olvidábamos de lo importante que podía ser ese gesto. Una sonrisa que podía provocar felicidad en las otras personas cuando la veían. Muchas veces en un acto reflejo nuestro cuerpo correspondía con un gesto similar.

Al entrar en el lugar que había elegido el olor a comida caliente, a comida casera, me asaltó y no pude evitar cerrar los ojos y aspirar. Estaba tan acostumbrada a que la mayor parte de los lugares lo que hacían era comida rápida o comida que parecía irrisoria, que esos olores conocidos me traían buenos recuerdos. Busqué con la mirada una mesa y me dirigí hacia ella junto a él.

Viene bien tomar algo caliente y así podremos hablar con comodidad.— comenté mientras dejaba a un lado la bandolera que solía llevar junto con la cazadora para echar hacia atrás una silla y sentarme mirándole. —¿Por qué no escribes todo lo que se te pase por la cabeza cuando piensas en tu padre? Es una buena base para comenzar, después se pueden ir relacionando las ideas que te interesen para la canción.
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De camino a casa de Papá  - Priv Empty Re: De camino a casa de Papá - Priv

Mensaje por Invitado Vie Abr 20, 2012 6:02 am

Miré a mi alrededor y vi a un par de lobos amigos de mi padre. Siempre habíamos estado rodeados de lobos y vampiros. Papá siempre fue sociable con todo el mundo, a mi me daban algo de miedo porque eran algo brusco hablando. Al pasar por el lado de ellos me revolvieron el pelo, solían decirme mucho sólo me molestaban un tanto por ser tan bajito. Ellos no me habían visto de lobo, era igual que mi padre Dio pero a veces era un tanto cobardica. No me gustaba pelear, sólo me gustaba hacerlo si lograba ayudar a un amigo.

Miré la silla unos segundos y suspiré. Lo único malo de todo el local es que las sillas eran enormes, o quizás yo era muy bajito. Di un brinco para sentarme, aunque antes me saqué la guitarra dejándola sobre la mesa, y cuando lo logré mis paticas se quedaron colgando. Los amigos de mi padre empezaron a reírse.

-¡A ver cuando pegas el estirón!-gritó uno.-¡Siempre vas a ser la pulguita de la familia!

Reían bebiendo sus enormes jarras de cerveza y comiendo algo de conejo en salsa, patatas y algo más que no alcanzaba a ver pero seguro que era verdura. Reían y reían porque era cómico que de un lobo de casi dos metros saliera otro que era un llavero.

-Tal vez no me hace falta dar un estirón para morderte los cojones.-chisté bajito bajando mi guitarra hacia un lado y dejando mi frente sobre la madera de la mesa.-Odio ser bajito, lo odio.-me frustraba.

-¡Eh! ¡Román no te frustres!-soltó otro, el más joven de todos.-¡Luego nos tocas algo!

-¡Sí!-dije alzando el rostro con cara de pocos amigos, siempre me hacían lo mismo.

Busqué por mi chaqueta una pequeña libreta para hacer caso a la chica. La dejé en la mesa y la miré sonriendo como antes. Pensar en papá siempre me hacía feliz. Había muchas cosas que cuando recordaba empezaba a reír. Siempre era divertido estar con papá. Aunque casi no vivía con él desde poco después de Navidad.

-Pues cuando pienso en papá pienso en la comida que me hacía, aunque él no puede comerla porque es vampiro. En las veces que me ayudó a comprender mis poderes. Como me abrazaba en las noches cuando había tormenta fuerte.-me rasqué la mejilla pensando antes que mi estómago rugiera con ganas.-Ah...-levanté mi camiseta viendo como incluso me temblaba el vientre del hambre que tenía, bueno al menos esa era la sensación rara que yo tenía.-¡Sofí! ¡Sofí!-grité moviendo los brazos después de alzar el rostro y verla.

-¡Ya voy cachorro!-gritó.-Deja que sirva a estos degenerados.-comentó pasando a nuestro lado.

Era una loba de aspecto rechoncho. Su padre era un hechicero y su madre una loba. Tenía como cien años más que yo, tres hijos revoltosos y un marido lobo bastante mañoso. Él era carpintero y había hecho los muebles, pero también cazaba y era quien proveía la carne. A mí sobre todo me gustaban los pollos silvestres que conseguía. Sofí los guisaba bien con setas y zanahorias.

-¿Qué vas a tomar?-dijo después de dejar unas cuantas jarras de cerveza para los amigos de papá.-Dime cachorro.

-Yo quiero un buen plato de pollo silvestre y un tazón grande de caldo.-asintió anotando.-Zumo de naranja.-añadí antes de mirar a Ha Neul.-Y para ella otro tazón de caldo calentito ¿sí?

-¿Vas a querer dulces?-se me iluminó toda la cara cuando dijo eso.-Te traeré flan y natillas con galletas.-asentí feliz.-Te conozco bien ¿eh?

-Sí, como papá.-rió cuando dije eso, pero era cierto. Ella me conocía bien como papá. Siempre había comido allí cuando papá decidía darme de cenar algo que no hiciera él.
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Mensaje por Invitado Sáb Abr 21, 2012 11:06 pm

Me sentía como si me hubieran metido de repente en la boca del lobo… literalmente. Notaba ese olor almizcleño que parecía que los acompañaba mientras me acomodaba en mi sitio y al escuchar la conversación de mi acompañante con dos hombres cercanos no pude por menos que tensarme. Aquellos sí que tenían todas las características de ser peligrosos. Sin embargo, intenté disimular lo mejor que podía mientras estiraba la mano para tomar el pequeño folleto donde se encontraba me imaginaba que parte de las delicias caseras que se hacían en aquel lugar.

Eran una manada y se notaba. Al menos esa era la impresión que daban. Supuestamente era buena dándome cuenta de las relaciones que unían a las personas, pero en ese momento estaba ligeramente más preocupada en intentar pasar lo más inadvertida posible. Me moví por un momento inquieta en la silla hasta que escuché a Román hablar de nuevo, estaba vez dirigiéndose a mí y le sonreí.

Veo que este es lugar bastante familiar.— comenté, antes de quedarme callada mientras pensaba en lo que estaba diciéndome sobre lo que su padre representaba para él. Una ligera sonrisa apareció al escuchar el rugido de su estómago. Siempre había escuchado que los lobos tenían más apetito que los demás, quizá porque necesitaban más energía. — Es bueno para comenzar lo que me has dicho.— dije, pensativa, mientras el movimiento seguía a mi alrededor. Cuando la mujer se acercó a nosotros asentí ante su comentario. — Sí, por favor, y si puede ser también una ensalada… se lo agradecería.

No evitaba comer carne, pero no estaba entre mi dieta habitual. Arroz, verduras, pescado, vegetales de todo tipo, pero la carne aunque existente, era algo que comía de forma rara y espaciada. En cierta manera seguía manteniendo las costumbres alimenticias de cuando era más joven, no había caído del todo en la costumbre de la comida basura. Esperé a que se marchara para volver de nuevo mi atención hacia Romeo, mientras golpeteaba con la uña encima de la mesa.

Por lo que entiendo tu padre es un referente.— le comenté, mientras le miraba a los ojos con gesto pensativo. — Escribe las palabras que te recuerdan a él.— me quedé entonces callada y entonces le sonreí. — O expresa en palabras un recuerdo que represente lo que significa para ti, un momento en el que parezca que todo toma sentido… no sé si me explico.— a veces parecía parecer un libro cerrado.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 22, 2012 9:07 am

Pensaba en todo lo que me decía rascándome bien la nuca, estaba pensando en todo y todo era todo. Los viejos album de fotografías, las camisetas cute, sus abrazos en las noches y todo lo que me contaba él de los tiempos buenos, aquellos donde no había tanto lío. Coloqué mi libreta frente a mí, sacándola de uno de mis bolsillos y del otro un lapicero. Tenía la punta del lapicero todo mascada pero me gustaba porque tenía huellitas de gato por todo el lapicero, hasta incluso una donde la goma.

-A ver...-dije sacando la lengua frunciendo el ceño.-Ah... ñañaña...-hacía ruidos parecidos a los de mi padre, era mi padre y me había criado. Teníamos que parecernos nos gustara o no. Pero a mí me gustaba mucho parecerme a él.


Spoiler:
Me olvidé de todo y me concentré mucho. Estaba tan concentrado que no vi el caldo calentito, pero mi estómago sí lo vio. Bebí del cuenco sin pensar en mis modales. Tenía mucha sed y hambre. Quería comer rico antes de perfilar todo lo que había escrito. Pero antes quería que ella me diera el visto bueno. Alcé la hoja mostrándosela. Tenía ya la melodía medio metida en la cabeza. Pero no tenía mi hoja de partituras.

-Mira, mira...-movía la hoja frente a ella para llamar la atención.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 22, 2012 11:23 pm

Había algo en Román que me traía buenos recuerdos, que me hablaba de cariño y de familiaridad, de hogar en cierta manera y no estaba segura de por qué. No era precisamente el ser más indefenso que había conocido, sin embargo me sucedía con Amidas: el instinto protector se había activado. Le observé concentrado, cada uno de sus gestos que parecían el de un cachorro o el de un niño. Por regla general con estos últimos era con los que más cómoda me sentía, quizá porque no había malicia, quizá porque las preguntas que hacían estaban cargadas de tal inocencia que me hacía pensar que había un futuro y no solo ascuas candentes.

Gracias.— comenté cuando llegó de nuevo la mujer con lo que habíamos pedido.

Me dediqué a comer la ensalada mientras daba pequeños sorbos al caldo caliente que hacía que entrara en calor. Estaba precisamente en esto último cuando la hoja delante de mi cara me hizo dejar el tenedor en el plato y mirarlo, mientras estiraba la mano hacia esta con una sonrisa.

A ver…

Leía con curiosidad cada una de las palabras: directas y oscuras, tan diferentes a la inocencia que demostraba. Descarnada. Y eso me gustaba. Sin darme cuenta golpeaba con una uña sobre la madera al ritmo que las palabras me indicaban porque las letras de las canciones, como la poesía, tenían que leerse con ritmo, no podían leerse sin sentimiento, no podían simplemente ser palabras en un papel. Y aquellas palabras escritas por mi compañero de mesa lo tenían. Y una tristeza intrínseca que contaba la historia de una persona. En cierta manera me sentía una intrusa porque no conocía a su padre y sin embargo podía empatizar con ese dolor que iba de él a Román y de este a las palabras que estaban escritas delante de mí.

Me gusta.— dije finalmente mientras le miraba a los ojos. No lo decía por decir, sino que había sinceridad porque era la única manera, al menos en ese momento, con la que me podía expresar. — Es en cierta manera una llamada de atención, una historia contada.— le miré a los ojos, me gustaría poder ayudar a aquel que le había dado la vida y que estaba claro que sufría tanto. Buscar alguna manera para hacerlo se iba a convertir de ese momento en una de las prioridades. — Tenías miedo de que fuera infantil, pero no lo es… al contrario, es muy adulto Román.

Dejé la hoja entre los dos mientras le miraba, con cuidado de que no se ensuciara, ni se cayera nada encima. Lo último que quería es que terminara destrozado su trabajo.
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Mensaje por Invitado Lun Abr 23, 2012 10:06 am

-¿No lo es?-pregunté viendo que era sincera, pero el miedo estaba ahí. Quería algo que fuera un gesto lindo para mi padre, algo que pudiera sentir como propio.-Papá dice que hay que dejar que los sentimientos fluyan. Yo siempre los oculto. Parezco un niño por mis gestos, mi ropa a veces, mi tamaño y mi voz aunque cuando canto saco otra algo más gruesa. No sé como lo hago porque solo sale.-movía mis piernas inquieto porque quería entregarle ya eso a mi padre.-En casa haré la partitura.

Seguí comiendo cuando llegó el resto. Comía todo algo revuelto. No me importaba. Mi padre siempre dijo que comía como preñada. Pero cuando tenía tanta hambre, un hambre de esas que te comes hasta el tenedor, pues no se puede controlar. Mezclaba dulce con salado, aunque sin perder demasiado los modales. No hablaba cuando comía, no masticaba mal enseñando la comida y no usaba las manos. Aunque para el caldo sorbía un poco porque tenía apetito.

-Ay...-dije echándome hacia atrás tocándome la tripa cuando acabé. Había comido todo lo que estaba en la mesa y era mío. Incluso había atacado a la cestita de panes. Me gustaba el pan. Aunque el pan solo estaba bueno sólo cuando estaba calentito y recién hecho.-Hacía tiempo que no comía aquí, como dos semanas o así. La comida que prepara mi amigo Killian está rica, pero no tan rica como esta. Creo que se esmeraría más si su novio no fuera vampiro.-me froté un ojo mientras la miraba, siempre me daba algo de sueño cuando comía pero se me pasaba.-Mi tito Ama también es vampiro como papá. Tiene la cara de pocos amigos, mucho músculo y a veces es territorial como los lobos. Pero no es malo, conmigo siempre ha sido bueno y me trata bien.-me pellizcaba inconscientemente el labio inferior cuando pensaba, porque pensaba en mi tío y lo que estaría haciendo ahora.

Mi familia era pequeña. Mi abuelo, mis primos y mi padre. Pero si tenía que añadir a alguien era al tito Ama, el tito Ama era alguien importante para mi. Él me dejó quedarme en su hospital durmiendo con su novio, que ahora era mi tito Killian. Pero para mi era mi amigo Killian. Era como mi hermano mayor, aunque era humano y yo era mucho más viejo que él. Él me arropaba, me trataba bien, y me daba abrazos. Luego estaba Romeo, siempre me regañaba por montar escándalo pero me trataba bonito. No era malo conmigo. Pero de todos los Thorns o Bloody Rose el que más miedo me daba era el señor Sakura. Según rumores mi bisabuela estaba liada con él. Nunca la había visto, pero papá solía hablar de ella como de una mujer importante para mi abuelo. Esos eran los que conocía o me relacionaba. Pero de todos, sin contar a papá y a Killian, el más cercano era mi tío Ama.

-¿Alguna vez has oído de los Thorns?-pregunté acariciándome la tripa.-Yo vivo con ellos pero soy de los Bloody... mis primos llevan la organización y papá dijo que ahí encajaba bien. Pero yo quiero estar con mi tito.
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Mensaje por Invitado Mar Abr 24, 2012 8:36 am

Pues es una letra muy adulta, yo creo que le gustará.— comenté, sonriéndole mientras me movía ligeramente hacia delante. — Cuando la tengas terminada, si quieres y puedes, me la tienes que enseñar ¿de acuerdo?

La música me encantaba, era algo con lo que había vivido toda mi vida. Desde que había aprendido a tocar la guitarra solía dedicarme a tocar, componer y cantar de vez en cuando, aunque sabía que tampoco era una verdadera maravilla pero… cada cual tenía sus fortalezas ¿no? Lo hacía para mí, no era capaz de cantar para nadie más, era algo que procuraba mantener bastante en secreto, quizá porque me daba un tanto de vergüenza. Respiré hondo mientras comía, observando a Román hacerlo a su vez.

Tenía un apetito voraz y eso era bueno, muy bueno. No pude evitar dejar escapar una risa ligera cuando terminó y se echó hacia atrás. Cualquier persona que cocinara desearía que lo que hubiera preparado fuera comido de aquella manera, con casi devoción. Escuchaba sus palabras silenciosa, como siempre. No era precisamente la persona que más hablaba, pero me gustaba y se me daba bien escuchar, incluso dar consejos llegado el caso. La familia de Román era de lo más variopinta y estaba claro que el hombre que tenía delante de mí les tenía muchísimo cariño. Tomé el vaso de agua para dar un ligero sorbo cuando finalmente terminé de comer mientras dejaba un codo en la mesa y apartaba ligeramente el plato.

Tienes muy buen apetito.— sonreí mientras jugueteaba por un momento con el tenedor y finalmente me paré. Tenía malas costumbres como aquellas. Aún recordaba la primera vez que había visto utilizar el tenedor y lo extraño que me había resultado. Estaba más acostumbrada a los palillos, me resultaba mucho más fácil comer con ellos y cuando estaba en mi casa era lo que solía utilizar, también porque seguía preparando la comida a la manera tradicional siempre que podía. Negué brevemente. Aunque los nombres me sonaban, no conocía demasiado las sociedades secretas u organizaciones, porque siempre había procurado mantenerme al margen. El problema de ser una solitaria era que, por regla general, solo tenías la información de segunda mano.— He escuchado los nombres, pero lo cierto es que no les conozco de forma personal.— le respondí mientras le miraba con curiosidad. — ¿Qué diferencias hay entre ellas? ¿A qué se dedican en realidad? No me gusta demasiado juzgar por lo que se escucha en las calles, la mayor parte de las veces no tienen una base de realidad.

Juzgar de esa manera, solo con los rumores, podía llevar a equivocaciones fatales. Ahora que parecía que me había encontrado con alguien que realmente conocía ambas organizaciones, quizá pudiera encontrar la información que había estado buscando o, al menos, finalizar de entender un poco más qué era lo que realmente hacían.
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Mensaje por Invitado Mar Abr 24, 2012 7:05 pm

-El tito Ama dice que si fuera por mi me comería dos vacas yo solo.-dije acariciando mi tripa aún, estaba algo inflamada por toda la comilona que me había metido. Estaba por pedirme un zumo para poder estar calmado hablando, pero si me lo tomaba explotaba y de forma literal.

Empecé a pensar en qué se diferenciaban, pero los dos eran muy parecidos aunque Ama era más radical. Ama quería libertad pura y dura, nada de restricciones y no tenía negocios de sangre como mis primos. Ama se basaba en otro tipo de beneficios que sustentaban su organización, pero era algo que no sabía. Porque yo a Ama lo veía como el que organizaba, no el líder. En realidad nadie sabía que era el líder, yo en esos momentos no sabía que lo era aunque sí que era alguien importante.

-A ver.-dije inntentando pensar en como explicar.-Mis primos hacen recolecta de sangre, por así decirlo, de todo tipo y con ese dinero manejan la organización. Aunque bueno, no creo que salgan heridos humanos sino gente de otra organización.-eso no lo sabía bien, así que no me iba a meter por caminos que no conocía.-Y... bueno intentan llevar un mundo más civilizado, quieren algo utópico. Pero todas las organizaciones lo quieren. Ellos quieren restablecer el mundo como era antes. El tito Ama, bueno el líder del tito Ama, quiere lo mismo.-me incorporé sentándome bien.-Pero ellos no se basan en ese negocio, aunque tampoco sé si es todo ese negocio el que traen entre manos Darius, Adris y Michi.-estaba siendo sincero.-Ama vende cosas artesanas, todos los que son como él lo hacen. También tienen sus huertos, sus hechiceros venden pociones para sanar y demás... con ese dinero pues compran armas para la lucha y para vivir.-la miré a los ojos y sonreí.-¿Tú conociste el tiempo de antes de la guerra? Yo no, yo nací en plena guerra.-dije pellizcándome el labio inferior.-Pero el tito Ama me cuenta cosas de un mundo menos destrozado. Tenía cosas chulas. Uno podía ir por la calle sin ser atacado, ir a un cine al aire libre sin miedo a una explosión e ir de bares sin que fueran de algún demonio. Había muchos más humanos y más lobos.-susurré lo último con cierta pena.-No había tantos demonios, ni morían ángeles... a veces me pregunto si todo es por egoísmo de Dios y de su querido hijo el caprichoso.-agaché la mirada suspirando.-El abuelo lo conoció, le sacó un ojo y todo... pero ya está bien. Mi abuelo también me ha contado, a mí y a todos, como era el tiempo cuando él vivía. Quiero ir a la época de la Ilustración y recorrer el mundo viendo cosas bonitas... ahora ya casi no quedan cosas bonitas.

Muchas veces me preguntaba si todo eso que me contaban no eran cuentos de hadas. Pero luego Romeo me decía que sí, que todo era así. Me mostraba libros, me enseñaba fotos, y tenía que creérmelo. Había jardines enormes, bosques inmensos, se podía ir al desierto sin miedo a la soledad que allí se vivía porque existían asentamientos y oasis. Pero ya no había nada, nada absolutamente. La tierra fuera donde fueses estaba muriendo. Y por eso yo no me creía todo lo que me contaban aunque estuvieran las fotos.
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Mensaje por Invitado Miér Abr 25, 2012 6:48 am

Su tío “Ama” fuera quien fuera, desde luego tenía toda la razón. Al menos esa era la impresión que me había dado, la de que podría comer cualquier cosa. Le dediqué una sonrisa mientras escuchaba su explicación. Lo cierto es que tampoco es que me hubiera quedado demasiado claro, pero era interesante escucharlo hablar. La forma que tenía de expresarse, las palabras elegidas, hacían que sintiera más curiosidad por él y por su mundo. Parecía un buen chico. A pesar de la edad que tenía me temía que no podía verle como un hombre, era algo que me sucedía de vez en cuando con las personas con las que me iba cruzando.

Suspiré brevemente. Siempre había estado más cómoda sentada en el suelo que en una de las sillas que ponían en los bares. Costumbres y tradiciones que seguían vigentes a través del tiempo, me suponía. Organizaciones, por lo que veía, que tenían un fin común, aunque formas distintas de conseguirlo. Al escuchar hablar sobre los Thorns sentía más curiosidad todavía por la organización. Los rumores no lo habían dejado del todo claro, a qué se dedicaban, por qué luchaban, qué era lo que hacía. Aunque tampoco es que me hubiera metido de lleno en investigarlo por mi misma. No era de esas personas que iban preguntando sin más, por regla general procuraba no hacerlo. En cierta manera era de la creencia que la información llegaría a mis manos de una manera u otra.

Estúpida creencia la mayor parte de las ocasiones porque no era verdad.

Suena interesante, mucho.— le contesté mientras le miraba, asintiendo por un instante. — Puedo entender que quieran volver al pasado, que busquen reorganizar todo y restaurar lo que se ha perdido.

Sí, lo entendía, porque en cierta manera me gustaría poder hacerlo. Era lo que hacía en parte cuando dedicaba parte de mi tiempo a perderme por algún lugar natural, a volver a su ser al agua que era el elemento que más controlaba. Cuando curaba la naturaleza marchita que las guerras habían dejado a nuestro alrededor. No pude evitar un pequeño gesto de pena cuando escuché sus palabras. Era una lástima que no hubiera podido conocer aquellos momentos en los que la Naturaleza era distinta, cuando uno podía perderse durante días y días en un bosque sin ver ni sentir a otro ser más que a los animales. Lo echaba de menos.

Mm.— contesté, asintiendo a la vez, una afirmación en toda regla. — Tu tío tiene razón, eran tiempos mejores y esta vez no es por el dicho ese de que cualquier tiempo pasado fue mejor ni nada por el estilo. En realidad lo fue.— fruncí el ceño pensativa durante unos instantes, mordisqueando mi labio inferior en el proceso. — Ojalá pudiera compartir mis recuerdos contigo… para poder enseñarte todo aquello y para que pudieras vivirlo aunque fuera a través de ellos.
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Mensaje por Invitado Miér Abr 25, 2012 1:13 pm

-Creo que muchos tienen razón, el problema es que olvidan ser como eran de niños y se comportan todos como adultos amargados.-respondí a todo lo dicho por ella con esa frase simple, aunque parecía contradictorio seguro porque siempre se daba por hecho que los niños son caprichosos y tienen siempre lío montado.-Mira.-dije incorporándome bien para sentarme en la silla, pero me coloqué en posición de flor de loto sobre el asiento.-Se pelean porque no se escuchan. Si dos niños quieren un juguete puede que se peleen pero terminan jugando juntos sin discriminar. ¿Has visto a bebés peleándose por el color de ojos de otro o por el poder que tienen? No lo hacen, son niños y son felices siendo niños. Yo por eso no quiero crecer, soy más feliz siendo simple y disfrutando de la música. Ya sé que hay que luchar, pero ya lucho todos los días por permanecer vivito y coleando.

Definitivamente tenía sed. Quería algo de beber. Así que cuando pasó la dueña la tomé del delantal como si fuera un niño pequeño. Tiré un par de veces con cara de no haber roto un plato. Ella sonrió acariciando mis cabellos.

-Tengo sed, me gustaría un zumo de piña frío por favor.-no sabía porque pero siempre pedía ahora todos los sabores que le gustaban a Romeo, lo hacía para que cuando estuviera con él recordara lo bueno de la vida. Aunque eso no lo sabía, todo eso sucedía de forma inconsciente. Para mí Romeo era algo importante. Yo quería a ese niño y él parecía quererme a mí ¿qué más daba? Antes era humano, ahora vampiro y siempre me cayó bien. ¿Por qué el resto se clasificaba como si fueran cromos y se peleaban?-Por favor, que tenga hielo.

Regresé toda mi atención a ella mientras buscaba el servilletero, comencé a hacer pájaros de papel y barcos. No sabía hacer mucho más, pero era divertido hacer algo manual con aquellas cosas que parecían absorber todo menos la humedad.

-El día que sean tan inocentes como los niños entonces los problemas quedarán resueltos. Y en ese instante ni tú ni nadie se sentirá mal por no poder compartir sus recuerdos porque habrá otros nuevos, será un tiempo mejor que el pasado y podremos ser felices.
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Mensaje por Invitado Jue Abr 26, 2012 4:38 am

Sonreí, sin poder evitarlo. Sí, definitivamente me caía bien. Seguramente para muchos podría resultar infantil y, quizá, demasiado simple, pero lo cierto es que había una sabiduría innata en sus palabras. Tenía un claro complejo de “Peter Pan”, pero ¿a quién no le gustaría ser niño por siempre? Era bueno dejarse llevar por esas ideas, aunque sabía que tenía que aterrizar pronto al mundo real. Un mundo jodidamente oscuro que a veces me asfixiaba más de lo que quería reconocer. Jugueteé con el vaso de agua que tenía delante de mí, antes de tomarlo para dar un pequeño sorbo y volver a dejarlo delante de mí mirándole.

Si fuera eso posible, todos seríamos felices, pero… aunque nos duela reconocerlo, dudo que llegue a suceder.— comenté mientras le miraba con gesto serio, sabiendo que se me habría formado una arruga de preocupación en la frente, como siempre sucedía cuando llegaban esos temas. —Las personas… los seres, desean demasiado el poder aunque no sepan después qué hacer con él, como para que cambien de opinión. E, incluso, aunque quieras vivir tranquilo, al final te meterán en sus problemas.

Quizá por esa razón era mucho mejor estar preparado para lo peor, para lo que fuera. Había algo que había sacado de aquella reunión y era dejar de temblar como una hoja cuando había licántropos cerca. Podía notar su olor, sentir su esencia, pero Román no me resultaba una amenaza y, en cierta manera, verlos reunidos y en su cara más familiar, me había hecho darme cuenta de que no diferían tanto de otros muchos seres. Apreté brevemente el borde de la mesa mientras le miraba a los ojos.

Todos tenemos recuerdos, buenos y malos, depende de nosotros ser capaces de salvarlos para hacer nuevos.— me miré las manos por un instante, pensativa. —Las guerras y las luchas, muchas veces no son con motivos válidos en términos actuales, porque no se sabe por qué sucedieron y… ni siquiera en el primer momento puede que tengan demasiada base.— arrugué entonces la nariz y negué, para mirarle a los ojos. —Lo siento, a veces me pongo demasiado seria y eso no es bueno tampoco.— miré lo que estaba haciendo, moviéndome ligeramente hacia delante. —Papiroflexia… hacía mucho que no veía a nadie hacerla.

No era demasiado buena, pero me gustaba ver a la gente hacerlo. Era algo que me tranquilizaba, quizá porque era reconocible y familiar. Sí, esa era la razón fundamental. A la larga siempre buscábamos aquello que nos hiciera sentir seguros, bien, o en casa, aunque fueran pájaros y barcos de papel hechos por desconocidos en un lugar lleno de lobos.
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Mensaje por Invitado Jue Abr 26, 2012 7:38 am

-Me gusta hacerlo aunque no sé, soy muy malo con eso. Papá sabe hacer una que mueve alas y ranas.-dije frunciendo el ceño intentando montar una diminuta palomita de papel. Era pequeña, parecería que no valía mucho pero todos valemos algo. Siempre me habían dicho que todo tenía un precio muy valioso aunque dijeran algunos que solo valía una cantidad, pero todos valíamos demasiado para ser destruidos.-El mundo es muy serio, no tiene color.-dije notando que venía mi bebida y sonreí antes de tomarla para darle un trago, lo hice como lo haría un niño. Tomé la jarra con mis dos manos y empecé a beber pensando mirando el fondo del vaso.

Los zumos y refrescos naturales de ese lugar siempre estaban buenos, las cocacolas las servían con un poco de granizada por encima que te hacía castañear los dientes y los demás refrescos de burbujas siempre tenían un toque especial porque le ponían menta, especias que aumentaban su sabor o su olor... todo era muy rico.

-Papá siempre dice que hay que darle color a la vida, por eso hace ropa.-movía mis pies aún para que no se durmieran, tenerlos colgados como chorizos me hacían adormecer las piernas.-Romeo dice que se necesita saber más, cuanto más mejor.-por eso siempre estaba rodeado de libros.-Tito Ama que la vida no es un campo de rosas, que no se puede uno ir por ahí brincando y siendo feliz, y por eso hay que tomar armas y lugar por lo que uno quiere guardar. Creo que ahora lo dice todavía más porque tiene novio.-miré el vaso y sonreí viendo que quedaba la mitad.-Killian habla de curar heridas, aunque él no creo que pueda curar del todo la suya.-murmuré mirándola a los ojos.-Y tú dices que el poder es malo, que no deberíamos pedir demasiado del mundo y ser menos egoístas.-suspiré.-Si casi todos estamos de acuerdo con eso, con ser menos egoístas, defender lo bonito y darle paz con luz al mundo aprendiendo de él. ¿Por qué coño siempre terminan destrozando todo? Somos mayoría los que queremos tener un buen mundo, un lugar donde poder salir a divertirse y no a llorar. ¿Por qué tenemos que gruñirnos como si fuera el último filete?

-Porque así es el mundo.-dijo girándose hacia mi uno de los lobos.-Todos dicen una cosa pero luego hacen otra.

-Pero eso no siempre es así.-replicó su compañero.-Hay quienes dicen lo que hacen, otros sólo guardan silencio y cuidan lo que aman. Pero no siempre lo que uno ama es bueno, puedes amar la guerra y eso no es bueno.-añadió levantándose para ir hacia la máquina de dardos.-Igual que tú, amas a esa humana y no creo que sea buena para ti.

-¡Ya cállate! ¿Siempre tienes que salir con mi novia?-reprochó.-¿Te digo yo a ti lo que pienso de tu hechicero? Eres mi hermano y deberías de apoyarme.

-Ya, ya.-se encogió de hombros y revolvió su pelo rubio.-¡Ven aquí! Juguemos.

Se levantó el primero que me habló quedándose a su lado. Ambos parecían viejos artistas del rock de los 80's. Muchos llevaban ese look, un look a los 80's y 90's. No sabía porque. Decían que fueron los mejores años antes de la guerra. Tal vez era cierto. Aunque yo era más de la música de 1970. Bowie me encantaba, como todo el glam que fue surgiendo hasta los 80. Incluso me gustaba Skid Row aunque eso era casi de los 90's. Placebo también me gustaba, me gustaba que dijeran que me parecía al vocalista, aunque no teníamos nada que ver.

-¿Eso es cierto?-murmure para mí.-No había caído en eso ¿tú sí?-pregunté antes de seguir bebiendo mi bebida.
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Mensaje por Invitado Sáb Abr 28, 2012 10:43 pm

Seguí con la mirada a los lobos y escuché lo que decía tanto Román como ellos. Fruncí el ceño por unos instantes, pensativa, ligeramente ida, como si estuviera en otro mundo y a veces me sucedía que me ocurría. Me metía tanto en mi misma que terminaba paseándome por mis recuerdos mucho más de lo que uno debería. Era cierto que todos decíamos una cosa, que si realmente lo cumpliéramos bien podríamos vivir de otra manera, pero a la vez siempre había seres y personas que buscaban dañar. Eran esas personas que realmente tenían maldad en su corazón, esas que le importaba bien poco todo, solo querían hacer daño, solo querían ver la destrucción y el dolor, sin importarles nada más. Podía ser desde la persona que emponzoñaba los oídos de las personas que estaban a su alrededor con cuentos más o menos ciertos, hasta aquella persona que deseaba sentir el sabor de la sangre o el chute de la adrenalina que solo le daba la muerte. Como fuera, existían y, por tanto, siempre había personas que salían dañadas de una manera u otra comenzando la marea que terminaba en altercados, conflictos y, a la larga, guerra.

Era como si en todos hubiera una semilla que nos hacía estar en contra de los demás. El egoísmo quizá aunque fuera por proteger a los demás, a aquellas personas que queríamos. Me froté pensativa las manos entre sí y después contra las perneras de los pantalones y después miré a Román con gesto serio. No quería asustarlo ni quería ser el pájaro de mal agüero que al final todo el mundo termina evitando porque nunca dice lo que se quiere escuchar, sino todo lo contrario. No quería ser el mensajero de la realidad que abofetea y muchas veces deja tan consternado que cuesta superarlo. No, quería volverle a ver sonreír, pero a la vez no iba a mentir.

¿Qué muchas veces no es bueno lo que amamos?— le pregunté mientras le miraba. — Muchas veces estamos cegados y lo que amamos, sea una situación, una persona, un lugar, una profesión… no es bueno para nosotros.— di un sorbo del agua, terminándolo y le miré de nuevo. Mis manos se movieron sin darse cuenta hasta tomar ese pequeño pajarito de papel que había hecho poniéndolo en la palma de mi mano. — Y esto va en cadena… puede provocar que los hermanos se enfaden entre sí, que haya conflictos y, finalmente, guerras. En ocasiones no se acuerdan o nos acordamos, por qué comenzó todo, y si lo hiciéramos veríamos que fue por una tontería.

Miré por un momento a mi alrededor, asegurándome que no había nadie mirando y después me incliné hacia delante soplando. Aunque el viento o el aire no fuera mi elemento habitual no pude resistirme a juguetear un poco y me concentré en el pajarillo que se elevó, como si estuviera volando o planeando moviéndose hacía Román en principio de forma torpe hasta que me concentré lo suficiente. Era jugar un poco con la perspectiva y con las corrientes que había en el lugar. Y en parte, para distraerlo y volver a arrancar una sonrisa.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 29, 2012 9:05 pm

Vi aquel papel revolotear como pájaro o mariposa recién salida de la crisálida. Sus palabras tenían mucha razón, pero se evaporaron junto al resto frente al pajarito que tenía frente a mí. Estaba seguro que si Romeo hubiera visto algo así también se hubiera quedado perdido observándolo.

Estiré mi mano para tomar al pájaro entre mis manos, acariciando el papel para después dejarlo sobre la mesa intentando que quedara en pie. Lo miré fijamente intentando no prenderle fuego, a veces ocurría porque no manejaba mis poderes. Me gustaba ver los animales que se hacían en papiroflexia, pero yo era tan pésimo que sólo sabía hacer distintos tamaños los pajaros y barcos.


-¿Sabes hacer grullas?-pregunté tras un rato tomando una servilleta.-Mi papá sabe hacer grullas y ranas, pero yo no sé.-corté el papel en dos trozos finos y empecé a trenzarlo.-Sé hacer una especie de acordeón.-dije mostrádole el resultado con el papel plegado.-Yo uso esto para ponerlos en cartas de felicitación. Se ponen en las esquinas dos, una en cada una, y queda algo abierta creando como un techo de una casita.-dije con mis manos como si fuera un triángulo abierto.-Puedes ecribir algo bonito por dentro y decorar ambos lados de la felicitación...-me quedé pensando y sonreí, eso era un buen regalo para Romeo porque papá no era el único que a veces parecía triste.-¿Crees que si dibujo corazones en una tarjeta van a pensar que es de amor de pareja y no de amistad?

Se me había olvidado por completo el hilo de lo que hablábamos antes, ver el pajarito había hecho que sonriera y me perdiera por completo en mis mundos. Mis mundos eran mi padre, Romeo, Killian, Ama... los mundos donde vivía mi vida, mi vida lejos de la guerra. Porque también estaba el lado oscuro en el cual me convertía en un monstruo sangriento y atacaba a demonios que me perseguían. Sin embargo, yo desconocía esa faceta mía. Tenía un don y era el de mantenerme equilibrado, pero eso sólo ocurría cuando no tenía apetito y no estaba extremadamente nervioso. Después de estar con ella, pasarían un par de noches, y viviría uno de esos estados de nerviosismo. Mataría a un demonio inferior por culpa de mis extraños sentimientos por Romeo más una motivación extra, la sed de sangre.
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De camino a casa de Papá  - Priv Empty Re: De camino a casa de Papá - Priv

Mensaje por Invitado Lun Abr 30, 2012 12:04 am

Sonreí brevemente al ver el gesto de Román. No lo había hecho para desviar el tema o quizá sí, quizá lo que buscaba era volver a ver su sonrisa y no la preocupación en esos ojos claros. Un suspiro se escapó de entre mis labios cuando tomó el pajarito de papel. Para alguien que estuviera en conexión directa con el viento, aquello no habría sido más que un pequeño juego, pero en mi caso necesitaba un poco más de concentración. Era el agua el elemento con el que más cómoda me había sentido siempre, era el agua con el que más conexión tenía.

¿Grullas? Hacía tiempo que no probaba por lo que en un gesto automático, contagiada por las manos inquietas de Román, tomé una servilleta de papel mientras comenzaba a trabajar con ella. Me confundí, por supuesto, porque hacía demasiado tiempo que no hacía nada con papiroflexia y porque estaba más curiosa en la conversación y en lo que estaba haciendo el hombre que tenía sentado junto a mí en la mesa.

Tengo la sensación de que no me acuerdo ya de cómo se hacía… tendré que volver a coger la práctica. — comenté mientras hacía una mueca, suspirando por un instante, parándome con lo que estaba haciendo y observando más atentamente sus explicaciones. — No se me habría ocurrido…— lo miré pensativa y después a él. — Podrían malentenderlo, ya sabes, solemos relacionar el corazón con el amor romántico, en vez de con la amistad.— respondí mientras me quedaba pensativa unos instantes. — Salvo que la persona te conozca mucho, claro, que entonces no sería así. Es como cuando dices a tus amigos que los quieres, pero ellos saben que no es algo romántico, sino producto del cariño que se tiene por la amistad.

Sí, había muchas formas de “te quieros”, aunque la gente pensara automáticamente en el relacionado con el amor romántico. Mis manos habían terminado desviándose y en vez de hacer la gruya, que estaba claro que en ese momento no me iba a salir, terminaron formando una pequeña flor. Sí, siempre había sentido más afinidad con la flora que con la fauna, al menos en cosas instintivas como aquella. Amaba la Naturaleza, los animales, las plantas, pero siempre me ponía de la parte del más débil y, por regla general, estas últimas lo eran. No podían defenderse por sí mismas, no podían huir, se quedaban estáticas cuando solo querían ayudar, cuando eran las causantes de que pudiéramos respirar, de ser capaces de vivir en definitiva y sin embargo se estaban llevando siempre la peor parte.

Me quedé con la delicada flor en las manos, una flor de papel que dejé a un lado junto a la mesa alzando de nuevo la mirada hacia él.
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De camino a casa de Papá  - Priv Empty Re: De camino a casa de Papá - Priv

Mensaje por Invitado Mar Mayo 01, 2012 7:17 pm

-Entonces no le regalo eso.-quería hacerle un regalo pero no sabía qué era, había pensado en muchas cosas. Desde que había dormido con él en la misma cama sentía que estaba más unido a él, además esos besos que nos habíamos dado me hacían sentir bien. No sabía que era lo que sentía pero no me importaba, yo quería que él supiera que no estaba solo con su padre sino también estaba yo.

Miré la flor tomándola entre mis manos, acariciando los pétalos que eran las hojas blancas de la servilleta y el pequeño tallo. Me acordé de un día especial cuando a mi padre le regalaron un ramo de flores de papel. Él hizo como que le emocionó demasiado, las tomó del chico y las puso en el centro de la mesa decorando la casa. Sin embargo, cuando se fue aquel hombre, empezó a llorar y casi a patalear. Pasaron varios años hasta que supe porque lo hizo. Papá Dio siempre le regalaba flores de papel, solía decir que esas no se marchitaban como él. Supe entonces que había cosas que uno hacía para hacer el bien y terminaba haciendo el mal.

-Flores de papel hacía mi papá Dio.-dije tomando la flor sonriendo.-Nunca supe hacer una, pero me gustan... a papá Cat ya no.-desde entonces cuando veía una la quemaba con un cerillo. Daba igual si era un regalo, si eran mías intentando hacerlo con un libro delante o si era de otra persona. Papá no podía verlas, tal vez venía a su mente los momentos más duros vividos con mi otro padre.

Pero a mí me gustaban esas flores. Killian tenía una que le había regalado alguien, no sabía si algún enfermo o el tío Ama. Era grande y roja, hecha con papel de seda. Me gustaba mucho y la miraba todos los días. Parecía una flor de verdad, de esas que huelen bien y alegran los jardines.

-¿Por qué los buenos recuerdos luego nos hace daño?-pregunté tomando la rosa mirándola fijamente.-Deberían ser buenos siempre.
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