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Mensaje por Invitado Lun Mar 12, 2012 8:31 am

Descendí a los infiernos por segunda vez, en esta ocasión no estaba siendo obligado. Había escapado de sus llamas, de los gritos desesperados y por supuesto de la tortura. Sin embargo, regresaba pese a todo porque no podía dejar que ella sintiera las miserias de ese lugar. No dejaría que le pusieran un dedo encima, aunque sabía que quizás llegaba tarde y el dolor en su cuerpo había comenzado a vibrar.

Nada más llegar maté a uno de los guardias que allí se encontraban, un demonio inferior que se desplomó al sentir mi espada enterrándose en su vientre. Mi espada también había caído, Dios no me ayudaría otorgándome su luz pero seguía siendo bastante precisa contra demonios y ángeles caídos, aquellos que habían sido envenenados por completo por la oscuridad que se cernía sobre nosotros.

Me coloqué sus ropas, una túnica parecida a la de un fraile, no sin antes atar mis cabellos y ensuciarlos con hollín de una caldera cercana. Ensucié mis manos y mi rostro, me impregné del aroma a azufre ocultando el tímido aroma a incienso que aún poseía. La luz que emanaba ahora era oscura, pero seguía siendo el mismo. Aunque mi luz no brillara como antes, que sólo fuera la sombra de la sombra del pasado, seguiría caminando entre los hombres.

Observé con pesar que ella no era la única de los nuestros, había varios ángeles custodios que habían caído por amor aunque el pecado que rezaba era la lujuria, pues habían probado el acto carnal. Ella también lo había hecho, se encontraba allí a la espera de ser torturada. Mis manos se cerraron en puño mientras esperaba un relevo, apareciendo yo como deseoso para hacerle pagar por sus pecados.

El dolor recorría el ambiente, los azotes y torturas más drásticas provocaban escalofríos. Frente a mí había algunos de los ángeles que yo había ayudado a descender, incluso demonios que había sellado. Allí lloraban rogando piedad. Algo en mí se desquebrajaba, sin embargo sabía que Dios no los amaba, igual que a mí y Olivia, sin embargo algunos habían cometido pecados más terribles y los habían repetido incansablemente.

Quedé junto a la jaula donde estaba, esperando ser golpeada y vejada verbalmente como me sucedió. Un castigo menos cruento, pues a mí me deseaban allí para destrozarme y hacerme mil crueldades. Yo era un enemigo, pero ella no solía luchar. Tan sólo deseaba la felicidad para todos, cosa que era un don y no una maldición como haber nacido para la lucha.
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Mensaje por Invitado Lun Mar 12, 2012 1:22 pm

Despues de que el se durmió, yo también me deje caer en un sueño poco profundo, ya que escuche cuando llegaron por mi, los esperaba, por que aun que jamás había bajado a la tierra si sabia que era lo que les pasaba a los angeles que caían, sabia que los demonios irían por el y yo no seria la excepción aun que sabia que no había sido por lujuria, mi entrega había sido por amor, uno que el padre no veía con buenos ojos a un que fuera un amor puro como solo un angel podía sentir .

Estaba a brazada a su cuerpo cuando llegaron por mi, su aspecto era aterrador pero aun así no hice ningún sonido dejando que me llevaran sin oponer demasiada resistencia, sabia que lo merecía pero no quería que el sufriera o lo dañaran así que solo llore en silencio ahogando mis gritos y lamentos dentro de mi, mis rezos en silencio eran mi única compañía, aun que sabia que el padre ya no me escucharía aun así los elevaba con fervor hasta el, aquellas garras que quemaban me sujetaban con fuerza quemando mi piel con su roce, sus ojos rojos sobe mi me hacían temblar de miedo por la forma que me veían

Cuando descendimos hasta los infiernos me arrojaron a una jaula con fuerza sin miramientos, sabia que pronto vendría mi castigo, me senté en un rincón de aquella jaula esperando que todo aquello iniciara, los gritos y el calor el aroma a azufre todo a mi alrededor me hacia estremecer pero las palabras de el me hacían fuerte, me aferre a eso para poder soportar todo aquello, limpie mi rostro una vez mas de aquellas lagrimas que en silencio caian por mis ojos una y otra vez, era algo que no podía evitar pero si podía callar mis gritos aun que luchaban por salir de mi garanta no lo harían, debía ser fuerte y lo seria de alguna forma saldría y regresaría con el costase lo que costase
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Mensaje por Invitado Lun Mar 12, 2012 2:29 pm

El cambio de guardia se hizo justo antes que ella fuera a ser expuesta a la mayor de las vergüenzas, así como a un castigo que no merecía. Quedé aguardando con el documento que había tomado del guardia, era quien impondría la ley contra su espalda y contra la de todos aquellos que estaban junto a nosotros. Me quedé aferrado a uno de los hierros de aquella monstruosidad, como si fuera un ave del paraíso esperando ser desplumada.

Un hombre alto de aspecto rudo y piel café se personó frente a mí sacándose la capucha, bajo esta estaban sus cabellos ocres revueltos y empapados en sudor por el esfuerzo. Sus ojos estaban enrojecidos, aunque podían verse sus pupilas verdes completamente dilatadas. Parecía haber disfrutado castigando a los pobres infelices que descendían hasta los infiernos.

-Felicidades, tal vez incluso puedas beneficiarte de ella.

Su risa cruel me provocó náuseas, pero sus palabras sólo me llenaban de cierta ira. No podía golpearlo por aquella basura vertida sobre mi pareja, tan sólo debía reír imitando la voz gruesa de su compañero. Cuando se marchó con pasos toscos abrí la jaula, lo hice sin llave alguna pues usé mi poder, impuse mis manos intentando transmitir un frío helador y con ello destrozar el candado que le impedía la libertad.

Eché mis manos hacia ella, tomándola de las muñecas. A pesar de no poder hablar podía notar que eran distintas a la de cualquier carcelero, además conocía bien mis manos pues habían acariciado su cuerpo de aquella forma tan impura. No podía hablar, si lo hacía podían escuchar los matices distintos en mis cuerdas vocales y estaba seguro que nos atraparían.

Hice que quedara frente a mí, la agarré de forma suave aunque esperaba que gesticulara, como si mis manos la abrasaran, para echar a caminar hacia la zona de tortura. Sin embargo, había un desvío y una puerta hacia la Tierra. En cuanto se despistaran correríamos hacia la puerta, subiríamos hacia el mundo que tanto amábamos. Me detestaban a mí, no a ella, pero estaba claro que pagaría caro el amarme. Yo era un ser despreciable para ellos, como ellos lo eran para mí.

Una mujer comenzó a chillar cerca de unos ríos de lava, parte de la atención de todos los que estaban a nuestro alrededor se concentró en ella. Decidí que era el momento indicado para salir corriendo, lo hicimos hasta la puerta. Debíamos correr, pues tras nosotros comenzaron a subir varios encapuchados que tiraron de mi túnica, provocando que mi capucha cediera y mis cabellos dorados se mostraran frente a ellos.

-¡Corre Olivia!

Grité entonces antes de sentir como la luz cegadora del sol incidía sobre nosotros. Habíamos logrado huir y no sabíamos si el castigo regresaría a nosotros, o si conseguiríamos que fuéramos absueltos y tan sólo lleváramos la pena de sentir que Dios ya no nos amaba.

La calidez del sol bañaba los campos, estábamos a las afueras de la ciudad, la túnica había quedado hecha jirones, la escasa ropa que había conseguido soportar debido al calor me tapaba sólo en parte. No llevaba camisa, mi torso estaba al descubierto, pero los pantalones se mostraban llenos de ceniza y azufre. Mis cabellos se movían con la suave brisa liberadora. Mis brazos rodeaban su cuerpo, acariciando su espalda, mientras mi frente se pegaba a la suya dejando escapar varios suspiros sofocados. Aquel mundo no era para ella, era la felicidad en sí misma aunque fuéramos despreciados y odiados.
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Mensaje por Invitado Lun Mar 12, 2012 2:58 pm

Los gritos a mi alrededor eran tan fuertes que ahogaban mis rezos pero no los detenían, el que infringía los castigos se detuvo y otro llego a suplirlo, era casi de la misma corpulencia, sabia que aquel castigo estaría por venir, escuche aquellas palabras y mis lagrimas brotaron mientras mi pecho se movía de forma brusca por los sollozos que no dejaba salir de mi boca, temía aquello pero no podía hacer mucho al respecto.

Cuando se acerco a la jaula en donde estaba me pegue hasta el fondo de esta lo cual no pareció demasiado ya que tomo de mis muñecas y tiro de mi, en el momento en que lo hizo abrí mis ojos de sorpresa pero de inmediato comprendí todo sabia que estaba pasando e hice un gesto como si sus manos quemaran mi piel como lo habían hecho los que me habían llevado hasta alla camine como si me opusiera un poco pero después me guio hasta aquella puerta donde podríamos salir, todo estaba saliendo bien hasta que aquella mujer chillo, corrimos con fuerza cuando me lo pidió, temí por un momento que lo detuvieran pero cuando estuvimos fuera me abrase a el con fuerza sollozando por aquel horror que había visto

Mis ropas estaban hechas girones, mi piel estaba quemada en las zonas donde había sido tocada por aquellos demonios, mi cabello era una maraña sucia de cenizas y tierra, mis alas algo desplumadas y araños en todo mi cuerpo hechas por aquellos demonios que me habían arrastrado hasta los infiernos, pero todo eso no me importo nada cuando al fin pude abrazarlo de nuevo
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Mensaje por Invitado Mar Mar 13, 2012 5:15 am

Detestaba contemplar bajo la luz del sol, y sus tenues caricias en nuestro cuerpo, como estaba llena de cicatrices. La estrechaba contra mí intentando colocar bien sus cabellos, sintiendo como estos no habían perdido su tacto de seda a pesar de estar cubiertos de azufre. Mis labios se posaron sobre su frente mientras mis ojos no podían evitar cubrirse de lágrimas desesperadas.

Tenía miedo de probar mi poder y no tenerlo, de haber sido reducido a nada. Yo cicatrizaba mejor que ella, era un ser más antiguo y por ello lo lograba. Sin embargo, las cicatrices seguían doliéndome con cara caricia del viento, sobre todo mi espalda. Debía actuar rápido antes que cualquier campesino nos encontrara.

-Intentaré curarte, tal vez escueza tu piel y es posible que no lo consiga.

Murmuré aquello tras tragar duramente. Mis ojos bordearon con delicadeza y solemnidad su cuerpo, cada marca o herida. Mis dedos se colocaron sobre estas intentando llamar a mi luz interior, aquella que a pesar de haber caído seguía alumbrando de forma tenue. Las yemas de mis dedos jugaban con caricias y miradas profundas a sus ojos, rogaba que aquello funcionara. Sin embargo, el poder de mi amor era tan efectivo que el de Padre. Las cicatrices se fueron marchando, mis labios murmuraban palabras en hebreo antiguo y latín.

-Commissa sanat cicatrices amoris
( Cura sus cicatrices confiadas al amor )

Las marcas de aquellos dedos fueron evaporándose, como si jamás hubieran existido en su piel, mientras mis manos se posaban en su espalda deseando curar también sus alas. En unos días ni siquiera dolería, pero durante varias horas, a pesar que no se verían las huellas del infierno, estas seguirían torturándolas.

Los campos de caña de azúcar y maíz se movían con un viento que se había generado de la nada, el cual me envolvía mientras mis cabellos dorados parecían permanecer en su sitio, como si no existiera viendo alguno. Cuando acabé mi labor también acabó el viento. La estreché entre mis brazos mientras daba gracias a Dios, oraba en silencio agradeciendo seguir teniendo mi poder intacto para poder curar a todo aquel que necesitara un pequeño milagro.

-Te amo Olivia.

Susurré sin miedo alguno, como si mis palabras tomaran una nitidez jamás conocida. Finalmente podía decirlo sin miedo, sin pudor ni vergüenza.
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Mensaje por Invitado Mar Mar 13, 2012 5:47 am

Estaba aferrada a el, era como un despertar de una pesadilla mis sollozos se calmaron un poco sintiendo como el sol cubria nuestra piel, sus ojos llenos de preocupación al ver aquellas marcas en mi piel, el dolor ya no lo sentía en realidad y todo aquello deseaba verlo como una pesadilla que había acabado, sin moverme vi como poco a poco mis magulladuras y cicatrices fueron desapareciendo con forme sus manos pasaban por ellas y su voz sonaba a mi alrededor rezando aquellas palabras de sanación, pronto pareció como si no hubiera pasado nada ya que ninguna huella había quedado en mi salvo la de mis alas pero era ya mucho menor que al principio.

De nuevo me estrecho entre sus brazos y yo me abrace a el con fuerza después de sacar mis lagrimas y le dedique una dulce sonrisa al escuchar sus palabas, -Te amo Rafael- dije en respuesta a ellas en un tono limpio lleno de verdad ya que aquel sentimiento era puro como ningún otro, me volvi a parar de puntas rosando sus labios con los mios dando un calido y suave beso sobre ellos

Lo que había pasado el solo estar ahí en la tierra con el lo borraba y el saber que seguiríamos ayudando a los demás llenaba mi corazón de dicha y alegría, no sabia si yo había perdido aquel don de poder dar alegría a los demás pero haría lo posible por que de alguna forma se las pudiera proporcionar, esperaba que eso no me lo hubiera quitado el padre ya que no lo quería para mi, yo ya tenia mi felicidad y estaba a mi lado pero quería seguir dando alegría a los demás a aquellos que lo necesitaran como aquellos niños en esa colonia a la que fuimos o a aquel hombre moribundo que se fue con el alma alegre
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Mensaje por Invitado Mar Mar 13, 2012 6:59 am

El aire parecía exclamar entre los campos alzando su espíritu hacia el sol, los rayos bailaban tostando los frutos y ofreciéndoles la luz necesaria para que crecieran brotando de la tierra, ese era el gran milagro de la vida. Bajo nuestros pies miles de cosas sucedían, más allá de la frontera hacia la ciudad la vida continuaba, el dolor no cesaba y se abrían grietas inmensas en el alma de los hombres. No debíamos quedarnos quietos, teníamos que caminar hacia el asfalto y encontrarnos con el mundo que estaba quedando. La Tierra se estaba convirtiendo en un agujero infernal, un campo de minas y dolor, cuando era el Jardín de Dios. Deseaba que la belleza de sus sentimientos se unieran a los míos.

-Cambiemos nuestras ropas.

Cubrí su cuerpo con nuevas prendas, todas ellas cómodas y útiles. Unas deportivas negras con cordones purpuras, una sudadera blanca y unos jeans deslavados. Las mías eran similares, salvo los cordones que eran grisáceos y la sudadera había acabado del mismo tono que estos. El aroma a azufre parecía impregnado a fuego en nuestra piel, pero nuestro aroma habitual lo silenciaba de algún modo.

Pasé mi brazo derecho entorno a su cintura, pegándola a mí, mientras me hacía paso por aquella selva de caña de azúcar. Las deportivas quedaban manchadas por el barro, sin embargo no importaba en absoluto. Nos quedaban varias horas de caminata, si bien meditaba el como pedir que alguien nos llevara. La carretera secundaria que daba a la ciudad era escasamente transitada, tan sólo tenía un par de automóviles cada cierto tiempo. Conocía aquel lugar, había estado caminando por ellos los primeros días en Los Ángeles.

-Tendremos que esperar a que pase algún coche, no deberías volar con el dolor aún en tus alas. Podría llevarte aferrada a mí, pero mis brazos aún se siente adoloridos por los latigazos y fracturas. Sano rápido en apariencia, pero sólo en apariencia.

Mi tono de voz era calmado, como de costumbre, y hablaba de forma que ella comprendiera. Aún no podíamos exponernos demasiado a la vista de todos, tendríamos que cicatrizar nuestras heridas y calmar nuestro dolor. En unos días podríamos comenzar a realizar una vida normal, aunque sabía que las miradas de nuestros hermanos no serían agradables. Conocía como podían sentirse, llenos de ira, odio, dolor, decepción o lástima. Siempre me sentí orgulloso del amor que me profesaban, un amor puro y nítido, y sin embargo ahora era un proscrito. No me importaba sentirme rechazado, pero saber que ella también lo sería me dolía.

Llegamos al final del camino, justo al borde de la carretera. Era un lugar más liso y cómodo para caminar. Mis dedos no dejaban de acariciar su cintura mientras mi rostro se mantenía sereno, meditaba sobre la vida que debíamos llevar y qué podíamos hacer por Dios aunque no nos amara.
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Mensaje por Invitado Mar Mar 13, 2012 7:27 am

Despues de que cambio mis ropas caminamos yo al lado de el sin que me despegara ni un momento, tenia razón no podía volar así o mis alas tardarían en sanar mas y no deseaba que el se hiciera daño llevándome a mi como un lastre que tuviera que llevar, el sentido de protección que me daba era mucho, sentía que nada podía separarnos o hacernos ya daño, no mientras siguiéramos juntos.

Cuando llegamos a la carretera una gran franja negra tan similar a aquella que había sido mi ultima obra como un angel de luz uno amado por dios, el ya no ser de su agrado me dolia como era lógico, pero seguía teniendo la oportunidad de seguir ayudando a los demás, el que mis alas fueran negras y amara al que estaba a mi lado no implicaba que mi corazón y mi alma se volvieran viles como algunos de nuestros hermanos que también habían caído.

Sentía sus dedos como me acariciaban lo cual hacia que sonriera, era como demostrarme lo que sentía por mi así que para responder a eso lo rodee con mis brazos sin dejar de caminar, ahora necesitábamos poder estar bien nosotros para poder ayudar a los demás y estaba segura que nuestro amor ayudaría mucho en nuestra sanación, el amor siempre había sido la fuerza mas grande que podía existir y este no seria la excepción, pronto estaríamos de vuelta ayudando a quienes lo necesitaran
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Mensaje por Invitado Mar Mar 13, 2012 8:12 am

No cesé mis pasos, debíamos seguir caminando mientras esperábamos que algún coche surgiera a nuestras espaldas. El sol brillaba en todo lo alto, supuse que sería entorno al medio día, y la brisa era agradable. Podríamos caminar con calma y quizás no teníamos siquiera que pedir que nos llevaran. Muy a lo lejos se podía contemplar la oscura ciudad, o más bien su tenebrosa contaminación. Podía sentir las presencias infernales dominándola como si fuera su esclava. Sin embargo, deseaba apoyarme en mejores pensamientos.

Ella estaba a mi lado, habíamos logrado escapar de aquel lugar. De momento no sucedería nuevamente, aunque tenía miedo que en cualquier instante nos atacaran. Podía sentir su cuerpo frágil junto al mío, su cadera rozándome mientras su cintura parecía cada vez más frágil bajo mis dedos. Podía sentirla como una mujer sin culparme por ello.

-Dejé que Dios se llevara a la mujer que amaba, que me arrebatara a nuestro hijo y me hiciera sentir el dolor de grandes y profundas heridas. Admití el caminar a solas por la tierra, sintiendo que no podía dar un paso sin sentirme culpable.

Murmuré aquello con la voz temblorosa, dejando que mis lágrimas surgieran una vez más. David me había dicho que era un castigo, pero yo lo vi de forma distinta. Sabía que Marta ahora era una de las luces más brillantes de Dios, sin embargo no debió morir.

-Me hizo caer por salvar a unos niños, aún a sabiendas que le dejé llevarse el mío.

Paré de caminar para tomarla por el rostro contemplándola, sus ojos eran hermosos y podía leer en ellos un alma llena de pureza, de una bondad inmaculada. Dios no lo comprendía, no había caído por lujuria sino por hacerme feliz. Ella deseó darme su amor, ofrecerme su calor y apoyo, porque lo necesitaba y deseaba.

-No permitiré que te cause dolor, es lo único en lo que opondré resistencia a Dios. Has hecho que mi alma sanara, no permitiré que la destroce de nuevo alejándome de quien necesito tanto. Suena egoísta, quizás lo estoy siendo, pero no puedo permitir que alguien te dañe, ni siquiera que logren hacerte llorar. No sólo voy a luchar por ellos, también lucharé por ti y por mi.
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Mensaje por Invitado Mar Mar 13, 2012 9:38 am

Caminamos un buen tramo no se cuanto fue pero ni se sintió el sol no estaba tan extremo caliente a pesar de ser medio día o un poco pasado, lo seguía sintiendo pegado a mi yo no lo deje de abrazar en ninguno momento, escuche sus palabras, yo sabia algo de su vida antes incluso de que yo fuera creada, sabia lo que había pasado y sabia aquel dolor que lo corroía por dentro uno que desde que supe de el quise curar sanar, sabia que a la mejor era imposible pero aun así esa casi necesidad de curarlo o de por lo menos darle algo para que no fuera tan grande me mantenía sin cejar, tal vez eso hizo que yo me acercara a tal grado a el, y ahora que lo estaba no me alejaría

Luego se detuvo y tomo mi rostro con sus manos, esas manos que días anteriores yo había acariciado durante toda una noche tratando de tranquilizar su alma por la perdida de aquel amigo suyo que había partido hacia el padre hacia una mejor vida, sus ojos se posaron en los mios haciendo que yo me perdiera en ellos, en ese cielo que no tenia maldad ni fronteras, un cielo tan limpio que nadie jamás pudiera ver, lleve mi mano hasta su rostro limpiando sus lagrimas y escuchando sus palabras

Cuando dijo que lucharía por nosotros sonreí y me acerque besando sus ojos, no me gustaba verle triste y deseaba que jamás volviera a derramar una lagrima por dolor o por miedo, tal vez por alguna gran alegría pero solo por eso, bese sus ojos con ternura esperando que se llenaran de alegría y que alejaran todo ese dolor que habitaba en ellos, deseaba ver aquella luz que siempre había en ellos -Yo siempre estare a tu lado luchando contigo - dije sonriendo acariciando su rostro y su hermoso cabello dorado que el sol hacia brillar
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Mensaje por Invitado Miér Mar 14, 2012 8:36 am

Sus besos y caricias eran el bálsamo a mi dolor. Ella era capaz de hacerme olvidar la caída, el abandono de mi Padre al cual jamás dejaría de amar, y la amargura de saber que ella era rechazada por nuestro creador. Mis manos se colocaron sobre sus mejillas acariciando estas con ternura. Mis labios se fundieron con los suyos tras sus palabras, no podía detenerme en ofrecerle aquellos gestos en los que demostraba el amor que sentía por ella.

Deslicé mis dedos lentamente por su rostro hacia su cuello, de allí a sus hombros y finalmente la tomé por la cintura pasando mis manos hasta el borde final de su espalda. Sus caderas algo amplias y su marcada cintura le daba una figura delicada, la cual me provocaba estrechar deseando cuidarla. Tenía un aspecto femenino y frágil, el equilibrio perfecto con su carácter dulce y sus ojos llenos de implícito deseo de ayudar a los demás.

Sentía que había arrancado una de las más hermosas flores del jardín de Dios, sin embargo había parte de mí que no se lo recriminaba. Era como si me hubiera contaminado el deseo de amarla olvidando mi tortura, dejando tan sólo cierta estela de felicidad. Había sido egoísta al desearla para mí, pero ya no podía dar marcha atrás.

Percibí entonces el temblar de una furgoneta a lo lejos, era algo vieja y el motor carraspeaba. Aparté mis labios de ella girando mi rostro hasta la lejanía. Apareció tras una curva mostrándose en un blanco sucio por el fango y el polvo acumulado. El ocupante era un humano común. De fondo llevaba una vieja canción, era de la mítica figura de John Lennon. Recordé sus palabras sobre ser tan famosos como Jesús, lo cual tomaron como soberbia y muchos sintieron rencor hacia él. Sin embargo, sus pasos calmados y su voz clamando paz me hicieron quererlo, así como admirar su obra.

Imagine dibujaba en el aire una estela de deseos muy parecidos a los míos, como a los de cualquier amante de este mundo prácticamente baldío, asolado por el dolor de las lágrimas y las bombas que no dejaban de explotar. El mundo palidecía, pero las nuevas flores germinaban con fuerza.

Me aparté de ella haciéndole gestos, si tenía buen corazón pararía. Mis brazos se movían como las aspas de un molino, igual que aquellos a los cuales se enfrentó Don Quijote, esperando que parara como así hizo. Se echó a un lado sacando la cabeza por la ventanilla.

-¿Hacia dónde vais?

Su voz era algo gruesa y áspera por culpa del tabaco. Sus ojos se quedaron quietos sobre Olivia, más que sobre mí. Alcé una de mis cejas aproximándome mientras la tomaba de la mano, entrelazando mis dedos con los suyos.

-Mi novia y yo nos quedamos tirados a varios kilómetros, nuestra motocicleta se gripó en uno de los caminos polvorientos entre los campos. Tenemos que ir a la ciudad.

Era una pequeña mentira, pues no podíamos decir de dónde veníamos. Él la aceptaría, no preguntaría más sobre cómo habíamos llegado a estar en medio de la carretera sin medio de automoción.

-Subid atrás, os llevo.

Fui hacia el lateral derecho de la furgoneta, abriendo la puerta para ayudarla a subir. Lo hice acomodándola en aquel enorme y espacioso vehículo, pese a tener un motor algo destrozado era bastante amplio y estaba limpio.

-¿Puedo subir delante? Ella está demasiado agotada y sería mejor que descansara.

Dije acariciando su rostro esperando respuesta de aquel hombre, el cual sólo asintió ajustando el retrovisor para observarla bien. Sin embargo, al sentarme moví el espejo dejándolo en su lugar.

-Respeta a la mujer de tu prójimo.

-¿A caso vas de sacerdote?

-Soy sacerdote protestante, así que tal vez sí.

Se quedó en silencio girando su rostro hacia la calzada. Creía en Dios, podía verlo en sus ojos, pese a que solía negarlo continuamente. Había recordado quizás algunos hechos de su infancia, todos duros, pero llenos de fe. Mis ojos azules se quedaron dispersos en la maraña oscura que cubría la ciudad. La música seguía rodando en aquella carretera gracias a su minúsculo aparato reproductor.

La siguiente en sonar junto al traqueteo de aquella chatarra fue Woman y sin pretenderlo comencé a tararear. Conocía cientos de canciones, mi gran afición era tocar la guitarra y tararear alguno de los temas. Jamás lo había hecho frente a ella, sin embargo no fue consciente el ocultarlo ni el demostrarlo.

-Ya casi nadie se sabe estas canciones, ¿de dónde sales?

-¿De dónde sales tú? No importa el camino recorrido, sino aquel que se está dispuesto a caminar. Hay que hacerlo con nuestro mejor espíritu buscando el mejor resultado. Yo vengo del mismo lugar que tú, del dolor y la alegría que ofrece este mundo. Somos caminantes sin rumbo fijo, como tú amigo mío.

Sonreí esbozando la mejor de mis sonrisas, provocando que se quedara en silencio mediando sus palabras, sintiendo quizás que no era un humano común. Sin embargo, ya no podía jurar que era un ángel aunque aún lo fuera, de alguna forma lo era.
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Mensaje por Invitado Miér Mar 14, 2012 6:01 pm

Sus labios se unieron de nuevo con los míos mientras sus manos me regalaban caricias, cada una de ellas eran bien recibidas por mí, mis manos también fueron a su pecho sintiendo como latía su corazón mientras respondía cálidamente aquel beso, el estar con él era una de las cosas más maravillosas que podían pasarme, deseaba poder demostrar cuanto lo amaba siempre que pudiera, aun que el padre me había castigado por eso no estaba molesta con el yo lo amaba igual que cuando aun tenia aquella luz en mis alas, nada había cambiado salvo el hecho que amaba a Rafael y me sentía feliz de hacerlo.

Una camioneta paso por aquella carretera y el hizo señas, el hombre me observo por largos instantes y la protección de Rafael se hizo evidente y cuando hablo con aquel hombre me sonroje un poco ante el apelativo que había usado refiriéndose a mí, sonreí levemente y cuando me metió en la parte trasera pensé que el también debía de descansar pero tal vez lo haría cuando llegarnos a la ciudad, me acomode para descansar un poco antes de llegáramos a nuestro destino, escuche aquellas palabras de advertencia hacia el hombre por parte de Rafael y solo trate de aquel hombre no tuviera tanto interés en mi.

Durante el viaje escuche las canciones que tocaba, no conocía ninguna jamás las había escuchado hasta ese momento, aun no conocía tantas cosas me faltaba tanto que aprender y conocer, aun deseaba hacerlo aun dentro de mi existía aquella necesidad de conocer y aprender tanto como de poder ayudar a otros que lo necesitaran.

Su plática la perdí durante el viaje ya que estaba en verdad agotada después de aquella horrible experiencia, esperaba jamás volver a tener que ir a aquel lugar, mi sueño no fue muy apacible, el recuerdo de aquellas manos quemantes sobre mí, mi intento de zafarme de ellas, sus araños, aquellos ojos rojos no me dejaban de ver y escudriñar una y otra vez, me desperté algo sobresaltada viendo como llegábamos a la ciudad entrando en ella, me incorpore y vi a Rafael, esperaba que no se diera cuenta de mi pesadilla, ya tenía suficiente como para seguir mortificándose más, no podía permitir eso tenía que alejar aquellas pesadillas por mi misma
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Mensaje por Invitado Jue Mar 15, 2012 10:45 am

El viaje era mucho más rápido si se tenía un vehículo, tan sólo era algo menos de una hora. La música sonaba mi mis labios se movían por instinto, el mismo que me hacía girarme hacia ella frunciendo mis cejas y provocándome cierto disgusto. Me dolía que ella sufriera, sin embargo desde mi posición no podía tomarla entre mis brazos y calmar sus sueños. Tan sólo sentía como una losa caía aplastándome, destrozando el cráneo con recuerdos y palabras de culpa.

-¿Cómo os conocisteis? Pregunto porque no se ven chicas así todos los días.

Aquella pregunta me sacó de mis pensamientos provocando que sonriera. No pude contener esa sonrisa que algunos verían estúpida, otros demasiado dulce y varios ni siquiera percibirían que era a causa del amor. Sabía que nos señalarían, más a mí que a ella, por haberla seducido y hundido en la oscuridad de las tinieblas.

-Fue la noche de fin de año, en Roma. Ambos caminábamos buscando qué hacer con nuestra noche, solitarios, terminamos viendo una vieja película en un cine prácticamente abandonado junto a una amiga. Nos hicimos amigos los tres, conversamos toda la noche, y la celebración fue distinta a la habitual. Nada de alcohol, sí palomitas de maíz y palabras sinceras sobre el mundo.

Recordé aquella noche como si hubiera sido ayer mismo. El sonido de la máquina pasando la cinta, la pantalla iluminándose, la historia de aquel deseo de proteger a la persona amada, el sabor de las palomitas de maíz con sal y mantequilla, la buena compañía y por supuesto los sueños que parecían descansar en cada una de las butacas.

La ciudad apareció en la lejanía y ella despertó. Podíamos seguir en el vehículo, pero estábamos a las afueras y no deseaba adentrarme demasiado en aquella tormentosa ciudad. Podía sentir la presencia del mal latiendo en cada local generado por Caim, así como los gritos de las almas que caminaban sin paz alguna. Nos quedaríamos en un hotel alejado del ruido de sirenas, de coches patrulla, de gritos, bombas y cualquier instante de caos. En la noche, tras descansar, iríamos a la ciudad para rescatar a todo aquel que se dejara auxiliar.

-Pare en aquel hotel, ese pequeño de aspecto tranquilo.

Comenté con una sonrisa mientras sacaba de mis bolsillos unos cuantos dólares, se los tendí para que los aceptara. Sería por la gasolina gastada, así como un pequeño detalle por habernos aceptado. Era unos cien dólares, no era demasiado comparado con el precio abusivo de algunos alimentos. Con cien dólares tenía para comer bien unos tres o cuatro días, los suficientes para darse un respiro a sí mismo.

-Muchas gracias, muchísimas gracias.

Dijo viendo el dinero, como si le ardiera en los dedos, pude sentir que lo gastaría en un par de buenas comidas. Siempre había deseado comer hasta prácticamente reventar, desabrochándose un botón del pantalón así como el cinturón. Era un hombre que apenas tenía para subsistir tocando en locales pequeños, vendiendo algunas pulseras artesanas o comercializando con objetos de segunda mano.

Bajé de la furgoneta y abrí la parte trasera, ayudándola a quedar entre mis brazos. La tomé como aquella noche en el poblado, cargándola hasta la puerta de aquel pequeño hotel perdido en las afueras. Cerca había una gasolinera, un restaurante y un par de casas perdidas donde se almorzaba. Mis brazos no se cansaban, podía sentir su peso y eso me proporcionaba paz. Saber que estaba a mi lado, y no en otro lugar sufriendo, me calmaba.

La fachada del local era blanca, tenía unos balcones cargados de plantas que comenzaban a tener coloristas brotes de primavera. Las flores comenzaban a dejar cierto perfume agradable en el ambiente. Poseía un pequeño aparcamiento, tenía un vehículo tan sólo estacionado y era una ranchera de color crema algo sucia por el barro de la lluvia de hacía unos días, pero se veía en perfecto estado. Se accedía al hotel por un camino de asfalto mal colocado, si bien era mejor que uno polvoriento.

Al entrar una musiquilla sonó, debido a que la puerta tenía un timbre de aviso por movimiento. Un muchacho de cabellos rubios y ojos azules salió de detrás del mostrador. Me miró largamente y sacó el libro para inscribirse en el hotel. Dejé entonces a Olivia en el suelo, pegada a mí esperando que no estuviera mareada o demasiado agotada.

-¿Recién casados? Puedo notar a una pareja de recién casados a leguas.

-No, aunque sí somos pareja.

-Como la cargaba así, pues pensé. Aunque me estoy metiendo en donde no me llaman.

Era un chico amable, le gustaba conversar y trabajaba en el hotel con su padre. Era un hombre algo mayor, bastante achacoso, que había tenido un desliz con una Dhampir. Su hijo nació como su pareja, la cual se conservaba joven, y él cada vez estaba más viejo.

-Deseo una habitación cómoda, con luz y una cama amplia. Quiero que no nos molesten, ella está muy cansada. Tal vez sólo bajemos a cenar. ¿Hay restaurante aquí en el local o hay que ir al restaurante que hay a unos metros?

-Al restaurante, se come bien. El restaurante lo lleva mi madre.

-¿Quieres ir a la noche al restaurante?

Pregunté aquello antes de besar su frente, acariciando su cintura. Deseaba llevar una vida normal, ella podía ofrecerme comida pero deseaba una velada a solas, conversar frente a una buena mesa y probar la comida de aquel lugar. Cuando tuviéramos nuestro hogar le mostraría a cocinar como sabía, podíamos hacer una vida idéntica a la de los humanos y sólo usar nuestro poder para ayudar a otros.
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Mensaje por Invitado Jue Mar 15, 2012 12:06 pm

El hombre paro fuera de un pequeño hotel y aun que no era necesario cuando me ayudo a salir de la camioneta me tomo en brazos cargándome hasta el hall de aquel lugar, un timbre sonó y un chico apareció para registrarnos, cuando dijo que si estábamos casados mis mejillas tuvieron un leve sonrojo el cual aumento cuando lo escuche decir que éramos pareja, tal vez aun no me acostumbraba a ello, lo veía y aun no podía creer que fuera verdad eso.

Al escuchar que quería que no nos molestaran porque estaba yo cansada solo sonreí un poco ya que el también debía descansar y eso fue una prueba mas de que seguía siendo el mismo siempre preocupándose por los demás, pero ahora había quien se preocupara por el, no iba a dejar que le pasara nada, sabia que me podía ver frágil e indefensa pero yo sabia que no lo era y una prueba era que había soportado aquello que paso

Cuando me bajo, me abrase a el no por que me sintiera débil o algo así, solo lo hice por que me gustaba estar cerca suyo, luego al escuchar su pregunta lo vi sonriendo -Bajemos a cenar- dije sonriendo, seria interesante eso, lo único que había comido fuera de lo que yo misma podía crear eran algunas golosinas, pero jamás comida como tal.

El lugar era pequeño pero me agradaba sabia que ahí estaríamos agusto sin que nadie nos molestara y pudiera descansar, para después poder salir a recorrer la ciudad en busca de gente que nos necesitara.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 8:10 am

Ella aceptó mi invitación a cenar, hacía varios días comíamos hamburguesas mientras hablábamos del mundo y del deseo de ayudar que estaba implícito en nosotros, dábamos gracias a Dios por habernos dado nuestras misiones e instinto. Esta vez sería una cena más íntima, pues así lo deseaba. Necesitaba agradecer su amor hacia mi, ofrecerle mi cariño y demostrar que mi amor era tan puro como el suyo.

Mis manos quedaron sobre la madera, cerca del libro de registros. Los apellidos que solía usar eran demasiado latinos para mi aspecto extremadamente europeo, me mordí el labio inferior mientras meditaba uno que fuera aceptable. Suspiré pesado escribiendo un apellido que me recordó a sus alas blancas, tan blancas como la nieve y la pureza que aún deslumbraba en su mirada. Winter fue el elegido, un apellido que hacía referencia a lo único y la pulcritud, así como el frío y la época del año en la cual nos conocimos.

-Bien, Rafael Winter, aquí tiene su habitación es la número doce en la tercera planta.

-Como los apóstoles.

Aquel comentario surgió por si solo, provocando que el chico alzara una de las cejas. Lo habitual era no decir nada, quizás alguna referencia al zodiaco o un número de la suerte. Tomé las llaves antes que él respondiera sobre mis palabras, un llavero metálico pesado y con una cerradura muy antigua. Recordé los viejos hoteles, los añoraba, y parecía que aquel lugar había quedado detenido el tiempo, o quizás deseaban crear esa sensación en los visitantes.

Tomé a Olivia por la cintura, acariciando sus caderas, mientras besaba su sien. Miré la llave comenzando a caminar hasta las escaleras. Mis pasos eran pesados debido al cansancio acumulado, pero una sonrisa bordeaba mis labios. Era feliz, pese a todo y contra todo pronóstico. Debía aceptar que mi padre ya no me amaba, pero eso no me debía hacer caer en lágrimas amargas. Había logrado el corazón de una buena mujer, seguía siendo el mismo a pesar de la caída y lucharía por seguir siéndolo.

La escalera crujía bajo nuestros pies, sin embargo se veía resistente. Al llegar frente a la puerta introduje la llave en la cerradura, no sin antes contemplarla unos segundos antes de hacer ceder la puerta y hacer que ella pasara antes.

-Tenemos baño privado, creo.

La habitación tenía las paredes encaladas de blanco, provocaba que tuviera una impresión de ser aún más amplia y luminosa. La ventana daba a la carretera, ofrecía una amplia vista que ocupaba un punto oscuro en la lejanía, era la ciudad y su contaminación, así como corrupción y dolor. Poseía una cama amplia, se veía mullida, y cuatro almohadones, con una ropa de cama algo gruesa, pues aún no se había cambiado por la primaveral, y de color gris con blanco a rayas. Había dos mesillas de noche, con lámparas de forro blanco. Por supuesto había un armario empotrado en la pared, una lámpara de techo con ventilador y un pequeño calentador en la pared que estaba desconectado. Al fondo había una puerta, daba al baño, el cual era pequeño pero agradable debido a que mantenía la luminosidad y la forma acogedora que tenía todo.

-Tendremos una casa pronto, te lo prometo. Primero tendremos que vivir en hoteles, pero te juro que tendremos un lugar para los dos.

Me dolía no tener nada mejor que ofrecerle, pero aquello era íntimo. Prefería que primero fuera así hasta hallar la casa, o apartamento, apropiado para ambos.

-¿Quieres darte un baño? Puedo prepararte la bañera mientras descansas en la cama.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 8:51 am

Despues que nos dieron la llave, subimos hasta aquel cuarto, se podía ver la ciudad no muy lejos de ahí aun lo suficiente como para que no se escuchara todo el bullicio que en ella había, me asome pensando en todo lo que teníamos que hacer, por lo menos el aun tenia todos sus dones y yo bueno aun podía crear cosas, me quede pensativa y algo preocupada ya que no sabia si aun podía dar aquella felicidad que obsequiaba antes de mi caída, me gustaba ser una traedora de felicidad pero si era el precio que tenia que pagar por estar al lado de el no me importaba.

Voltee a verlo cuando hablo de una casa para los dos sonreí a la idea, había visto a algunos compartir un lugar como una familia, una pareja, pero jamás pensé en que alguna vez yo tendría una -Me gustaría mucho eso - le dije aproximándome a el sonriendo con la ilucion en los ojos de aquella promesa que me estaba haciendo

Un baño, en realidad no me había dado uno como lo hacían los humanos así que seria lago nuevo que probar, sonreí y asentí cuando me lo ofreció -Si- dije y camine sentándome en la cama, había dormido un poco en la camioneta aun que no había sido un sueño reparador que digamos debido a mis pesadillas que esperaba pronto se desvanecieran, pero aun así me acomode viendo aquel lugar, por suerte no se parecía al cuarto de hotel donde aquellos demonios me habían encontrado y llevado
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 9:24 am

Marché al baño encendiendo la luz que iluminó todo con potencia. El lavabo era de color azul oscuro, así la bañera y el inodoro, mientras que los azulejos eran blancos así como las losas. Las cortinas eran azules, igual que las toallas e incluso los tarros donde se podía leer “Gel” y “Champú”. Todo parecía ordenado y extremadamente pulcro, agradecí que así fuera. El espejo del aseo era parte de un botiquín de primeros auxilios, mi reflejo en él me mostraba como si nada hubiera cambiado.

Tiré de la puerta para abrirlo y comprobar que había pasta de diente, dos cepillos nuevos aún en sus envoltorios y dos vasos de plástico para enjuagarse la boca. Por supuesto había tiritas, algodón y desinfectante. Cerré contemplándome de nuevo, mis ojos brillaban como si tuviera la luz divina en mi interior. Supe entonces que era el amor de ella, su amor me daba luz y esperanza.

Me acerqué a la bañera colocando el tapón para comenzar a llenarla, lo hice vertiendo un poco de gel para que tomara aroma. Durante unos minutos me pregunté si desearía compartirlo conmigo, sin embargo era su momento para relajarse y el mío para meditar sobre el mundo, las consecuencias de nuestras acciones. Cuando pensé que estaba listo me aparté para ir hacia donde estaba.

Al contemplarla tumbada en aquella cama deseé acariciarla, rodeándola y no apartarme. Sin embargo, me aproximé a la ventana apoyándome en la pared, mirándola fijamente con una leve sonrisa.

-El agua ya está, Olivia.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 9:38 am

Lo vi ir hacia el baño, escuche algunos ruidos pero no me movi de donde estaba, me quede pensando en todo y en nada a la vez todo lo que había pasado tal vez comprender un poco pero llegue a la conclusión que así tenia que ser y no debía de añorar nada ahora tenia mas de lo que en algún momento en tantas de las cosas que pensaba o imaginaba ante de llegar a la tierra hubiera pensado

Escuche entonces el agua correr y se sentía como el calor de ella estaba cerca, un poco de vapor había salido del cuarto aquel, el sonido era bastante grato y relajante y luego de un rato lo vi venir hasta el cuarto de nuevo y se apoyo en el marco de la puerta diciendo que ya estaba el baño listo

Sonreí levantándome -Gracias -dije sonriendo y luego comencé a despojarme de la ropa que llevaba iniciando por los tenis que el me había proporcionado, poco a poco y lentamente me fui despojando de aquella ropa que me cubría, mientras lo hacia pensé si el tomaría conmigo el baño, pero no lo vi moverse, mientras pensaba en eso segui quitando las prendas hasta quedar por completo sin ellas frente a el, voltee a verlo y sonreí, el estar así frente a el no me provocaba ninguna pena aun que sabia que no era capaz de nadie mas me viera de esa forma
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 10:40 am

Mis pensamientos no estaban nada claro, pero finalmente me concentré en ella. Me giré contemplando como se apartaba la ropa con cuidado, quedándose desnuda poco a poco frente a mí. Su sonrisa cándida en sus labios la hacían parecer tan inocente, tan pura, que me consternaba. Sentía que mis manos estaban manchadas, que la lógica se escapaba de mis dedos. Me acerqué a ella acariciando sus mejillas con la punta de mis dedos, besándola lentamente mientras mis manos se apoyaban sobre sus hombros.

-Tomaré ese baño contigo.

Susurré aquello mirándola a los ojos, los míos estaban algo turbios porque parecía que el pecado quería cernirse sobre mi. No deseaba aquello, no podía. A pesar que había caído en el bosque, que deseé su cuerpo y nos dejamos llevar, no me veía con la entereza necesaria para dejarme llevar.

Me aparté para sacarme la ropa quedando desnudo frente a ella, y sin poder evitarlo volví a besarla deseando sus labios. Ese deseo era puro, necesitaba sentir su cuerpo pegado al mío. No sabía si la lujuria me impulsaba, pero tan sólo deseaba estar con ella rodeándola, besándola y provocando que su piel se rozara con la mía. Una piel delicada, tan suave como perfecta.

Fui hacia la bañera metiéndome primero, dejando espacio para ella. Le tendí mi mano para que entrara, ayudándola a introducirse junto a mi. Quedó su cuerpo entre mis brazos, sobre mis piernas y rodeado de aquella agua perfumada. Mis dedos se hundieron en sus cabellos acariciándolos, como si fuera un peine, mientras sonreía calmado en apariencia, por dentro rezaba por no incitarla al deseo. No quería que perdiera su inocencia, había perdido parte de ella y me odiaba por ello.

-Olivia, prometo cuidarte y respetarte. Sobre todo, prometo respetarte.

Mis palabras tenían un profundo significado en ese momento, pues no quería que pensara que únicamente la deseaba. La amaba, aquello que sentía no era otra cosa que amor. Por inercia comencé a cantar bajo cerca de su cuello, acariciándolo con mis labios mientras mis manos acariciaban sus hombros, brazos y vientre.

canción
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 11:03 am

Se acerco a mi y me beso a lo que le correspondí con una sonrisa, luego pareció leer mi mente ya que me dijo que tomaría el baño conmigo, sonreí ante la idea y me pregunte si seria como aquel día en el lago, me había dicho que era pecado pero si era amor yo pensaba que estaba equivocado ya que no debía de ser así

Se alejo un poco para despojarse de su ropa y cuando me abrazo correspondí sintiendo su piel junto la mia, aun no comprendía porque era un poco mas fría que la mia, pero algo la hacia bastante agradable, era una sensación que me gustaba sentir, caminamos hasta la tina entro en ella y luego me ayudo a entrar, me sente frente a el viéndolo sonriendo, me gustaba poder estar con el debía ser el amor que sentía por el.

Sonreí cuando me comenzó a acariciar y sus palabras eran tan hermosas, sabia que lo haría jamás dudaría de el y sabia que jamás me haría daño -Lo se, se que siempre lo haras- dije sin dejar de sonreí, luego sentí sus labios sobre mi piel y escuche su melodiosa voz que llenaba todo aquel lugar, mis manos comenzaron a acariciar sus brazos y su espalda despacio, mis dedos recorrían cada centímetro como memorizándolo, me agradaba las sensaciones que solo el lograba hacer surgir en mi -Te amo -dije pegándome un poco mas a el sintiendo aquel aroma que despedía su cuerpo
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 12:11 pm

Cada una de sus acciones era una llamada a la tentación. Cerré los ojos echando hacia atrás mi cabeza, algunos mechones de mis cabellos se humedecieron. Fruncí el ceño intentando alejar la agitación que mi mente estaba sufriendo, parecía querer quedarse con cada trozo de mi piel bien grabado a fuego en su mente. Un fuego que venía del pecado, de la lujuria, mientras ella lo veía como algo puro. Había hecho que descendiera, ya no podía apelar a su inocencia, pero quería que permaneciera tan cándida como hasta ahora.

Abrí los ojos al escuchar sus palabras, me quedé mirándola fijamente mientras una de mis manos viajaba lentamente por su cuerpo. Dejé de acariciar sus hombros para dejar mis dedos sobre sus pechos. Pronto mis manos apretaban lentamente sus senos, dejando que mis sentidos se activaran. Busqué sus labios deslizando entre ellos mi lengua, besándola con la pasión de un amante entregado al pecado.

-Te amo.

Susurré cerca de sus labios contemplándola a escasos milímetros. Mis ojos se deslizaban por sus hermosas facciones femeninas, sus mejillas eran perfectas así como sus labios. Todas sus facciones encajaban en su rostro, sin duda Dios la hizo hermosa para que hiciera felices a los hombres con sólo admirarla. Y yo la había arrancado de esa felicidad, la había hundido entre mis brazos y alzado en el pecado. Me sentía cruel por haber hecho aquello, pero en ese instante comenzaba a excitarme sin poder evitarlo.

Mis manos fueron a su vientre girándola para recostar su espalda contra mi torso. Mis dedos jugaban sobre sus muslos, hasta quedar en el lado interno de estos. Con mis piernas abrí las suyas antes de introducir el dedo corazón de mi mano derecha, lo hice en ella moviendo el dedo lentamente mientras el pulgar acariciaba su clítoris. Jadeé antes de morder su cuello en el lado derecho, así como sus hombros y el lóbulo de su oreja izquierda.

-Olivia.

Mi voz sonó algo más grave por culpa del deseo. Mis ojos contemplaban sus pechos, los cuales no dudé en tener de nuevo entre los dedos de mi mano izquierda. Deseaba tenerla para mi, hacerla mía en ese mismo instante, olvidándome de mi promesa de no mancillar su alma. Sin dudarlo un segundo dedo fue dentro de ella mientras mi respiración se agitaba y mi corazón parecía bombear en mis sienes.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 12:30 pm

Sus labios buscaron los mios los cuales los recibieron con gusto respondiendo su beso un poco mas intenso que los anteriores, trate de seguir su ritmo y al escucharlo sonreí, mis manos aun lo recorrían grabando cada centímetro que podía recorrer, sin oponer resistencia deje que girara recargándome en el, sus caricias de alguna manera me hacían sentir fuego pero no me lastimaba, aun no conosia mucho de esa forma de amar así que solo me dejaba guiar por el cuando sentí sus dedos en mi de mi boca salió un jadeo involuntario haciéndome temblar con su toque, me estremecí con sus mordidas, todo eso era nuevo pero viniendo de el lo disfrutaba mucho.

Mi nombre en sus labios sonaba hermoso, sus manos me acariciaban mientras las mias iban a los costados de sus piernas acariciándolas, recorriéndolas desde el inicio de ellas hasta donde mis brazos podían llegar sin moverme de la posición que me tenia, cerre mis ojos dejándome llevar por aquellas sensaciones mientras de mi boca salían jadeos y mi corazón latia con rapidez, era una sensación que me envolvía, era como si en esos momentos solo existiéramos los dos
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 12:57 pm

Temblaba entre mis brazos por culpa de mis dedos y mordidas. Sabía que aquello no estaba bien, era pecaminoso y nuestro padre se enfurecería aún más. Todo estaba yéndose de las manos. Sin embargo, estaba sintiéndome fascinado por su forma de comportarse tan inocente. Marta era una mujer experimentada, yo era un hombre que aprendió a dejarse llevar entre sus brazos y a conocer el placer como un niño cuando comienza a caminar. Olivia era dulce, delicada, entregada e inocente. Yo estaba robando su inocencia.

-Mi dulce Olivia.

Farfullé aquello moviendo mis dedos de una forma más rápida y profunda, deseaba que experimentara un orgasmo usando únicamente mis dedos. Quería colmarla de placer, puesto que el pecado de la lujuria fomentaba la necesidad de hacerla feliz en la cama, no sólo en la vida cotidiana.

-Mueve tus caderas, hazlo lentamente.

La mano de su pecho se deslizó a su cadera, moviendo lentamente su cuerpo para que oscilara. Ese roce me hizo gruñir bajo, mi miembro se había rozado con sus delicadas y apretadas nalgas. Me sentía como un demente, un idiota, que ofendía a Dios al desear de esa forma el cuerpo de una de sus hijas, una de sus preciadas criaturas, a la cual había dado la espalda por el mismo motivo por el cual me regocijaba.

-Eres tan inocente y tan deseable a la vez, no puedo cuidarte como deseo. Te ensucio con pecado y no me importa, me estoy portando como un idiota.

Decía aquello, pero ni el dedo pulgar dejaba de estimular su clítoris ni mis dedos terminaban por dejar de hundirse dentro de ella, pues lo disfrutaba. Sus jadeos eran música, el agua chapoteando cayendo fuera de la tina era como un canto celestial y el goteo del grifo inclusive tenía cierto encanto. El baño era una zona muy distinta a lo convencional, pero el momento de este ya lo habíamos tomado como nuestro momento. Ella cayó mientras nos bañábamos en el lago, y por segunda vez gemía entre las paredes cubiertas de azulejos del baño de un hotel pequeño.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 7:21 pm

Las sensaciones crecian cada vez mas era como si una ola de electricidad me recorriera de golpe, no podía dejar de jadear y mi corazón latia aun mas con mas fuerza cada vez mi cuerpo temblaba y se estremecía como si tuviera voluntad propia, mis manos seguían oscilando en sus piernas sintiendo como sus musculos se tenzaban, mis dedos los recorrían uno uno su voz en mi oído era dulce haciéndome sentir tan bien

Trate de hacer lo que me dijo, sentí su mano en mi cadera ayudándome mientras que con eso nuevo aqulla sensación se hizo mas grande, con cada movimiento y el roce que me provocaba con el hacia que me retorciera un poco ante aquellas sensaciones, los jadeos de mi boca se hicieron mas fuertes convirtiéndose en gemidos, me recargue en su pecho completamente perdida en su toque su aroma, cada cosa que hacia, de pronto una descarga eléctrica me golpeo haciéndome temblar dejando salir un grito pero no era de miedo o dolor, mas bien era un grito de satisfacción, sentí como todo se estremeciera sintiendo una extraña pero agradable liberación.

Sus palabras no tenían mucho significado para mi puesto que el me había cuidado incluso al bajar al infierno por mi y sabia que jamás haría nada que me dañara, yo sabia que habíamos caído pero mi caída no me importo sabia que ahora estaría a su lado

Sus caricias en mi y aquellos roces me hacían jadear con fuerza sin poder contener mis estemecimientos, no comprendía por que mi cuerpo deseaba mas de lo que me estaba regalando
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Mensaje por Invitado Sáb Mar 17, 2012 7:03 am

Mis caricias se intensificaron mientras sus caderas comenzaban a tener movimiento propio, aquel intenso roce de su cuerpo contra mi entrepierna me hacía jadear. Sabía que estaba siendo pecaminoso, que aquello era el pecado mismo envuelto con palabras de amor y el calor de este. Por mucho que quisiera no percatarme de ello, lo hacía. La amaba, deseaba hacerla feliz en todos los sentidos, y ofrecerle aquello era una de esas formas de amor implícito dentro de un veneno llamado sexo.

-Olivia.

Susurré su nombre al comprobar que llegaba al orgasmo tras un fuerte espasmo. Pude sentir como los músculos de su sexo se contraían, provocando que mis dedos quedaran aprisionados por ellos. Mi boca se pegó a su cuello saboreando su piel mientras la mordía, dejando una marca mínima en el lado derecho que pronto se borraría, debido a nuestra condición esta no duraría ni siquiera una media hora.

Aparté mis dedos de ella acariciando su monte de venus con mis dedos, así como el borde de sus labios vaginales. Me deseaba y yo a ella. Podía notar cada poro de su cuerpo gritando que la tomara, sin impedimento alguno, y la hiciera una mujer adentrándome en ella. Era un canto al placer, a la lujuria en su estado más romántico y sincero. Apoyé mi frente en su temblorosa espalda mientras notaba sus manos aún sobre mis muslos.

Con cuidado deslicé mi mano entre nuestros cuerpos, acariciando su espalda lentamente hasta llegar a la zona donde esta rozaba mi miembro. Alcé un poco su cuerpo, la mano izquierda no se había apartado de su cadera, y con tino entré en ella ayudándome con la derecha. Su cuerpo cayó sobre el mío, encajando en ella una vez más. Estábamos hechos el uno para el otro, sabía que mi alma danzaba junto a la suya mientras nuestros cuerpos se fundían.

-Esto es pecado según Padre, yo sé que lo es. Sin embargo, sólo deseo pecar contigo y por eso sé que es culpa de mi amor por ti. Te amo, te amo como te deseo, Olivia.

Mi voz sonó jadeosa, cada palabra fue dada con cierto timbre de deseo, y cuando mis caderas comenzaron a moverse eché hacia atrás mis cabellos disfrutando de la sensación de poseerla. Era egoísta, pues únicamente la quería para mí y olvidaba por completo que debía ser admirada por otros, sin embargo unos celos brutales recorrieron mi cuerpo como si se tratara de Babieca asolando mi razón.

Mordí su hombro derecho mientras mis manos la contenían por la pelvis, ayudándola a moverse para ofrecernos un momento de sexo en el cual nos fundiéramos en todos los sentidos. Cerré los ojos turbios cegados por las sensaciones, los cuales parecían poseer auténticos nubarrones en los que estallaban con furia mis miedos y deseos.
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