Cazador cazado...(?)Privado

Frunció el ceño, sintiéndose todavía más incómoda con el ángel. No podía terminar de saber que era lo que no le cerraba de esa Dastya... o como se llamara, y eso la ponía terriblemente nerviosa. Por no hablar de toda la situación, de cómo se sentía hacía Luth teniendo en cuenta de que a la rubia parecía no gustarles las mujeres por la forma en que se había enojado con el ángel cuando ella la beso, y que encima todavía estaba preocupada por el tigre al cual quería de vuelta porque bastantes golpes le había costado conseguirlo.

-Joder! - exclamó cuando Luth se le tiro encima con un cuchillo, sin darle tiempo siquiera a reaccionar y mucho menos a responder. Esa noche se hacía más rara a cada segundo que pasaba, aunque no podía quejarse, simplemente le parecía extraño estar en medio de una pelea y no ser ella una participante. Eso si, no dudo en sacar un chocolate de su bolsillo, el último para su desgracia, y comerlo viendo más que entretenida como la rubia intentaba arrancarle los ojos o algo a Dastya y no podía... ni la dejaban. Estúpidos guardias arruina fiestas. Aunque una parte de ella se calmo al ver que al no poder pelear tampoco le harían daño.
Sonrió levemente cuando el plato se estrelló contra el ángel, pero la sonrisa le duro muy poco porque la declaración de la rubia la dejo helada tirando a la mierda su conclusión de que Lutho era asquerosamente hetero y eso si es que no era homofóbica. Sintió como las mejillas le ardían y dio por sentado de que su rostro competía con su pelo, cosa que odiaba.
- Ey! yo soy mía!- soltó casi automáticamente, viendo molesta la mirada de superioridad que el angelito del demonio le dirigía a la rubia mientras soltaba un -"lo ves? ella quiere quedarse conmigo" apenas un par de segundos antes de que los guardias se llevaran a Luth afuera.

Apenas unos minutos después Yoko salió corriendo tras ellos sin querer darle la oportunidad a la rubia de quedarse con su tigre, y porque de todas formas no tenía nada que hacer en ese comedor con un montón de desconocidos mirándola fijamente. Además, le dolía la cabeza y quería algo de aire. El hecho de que esa Dastya la mirara con mucho más interés del que había estado mostrando hasta hace un rato, no tenía absolutamente nada que ver, ella no huía de nadie. Ni siquiera de un ángel caído aunque este intentara acorralarla contra alguna pared, o continuara diciendo cosas que ya no parecían tan santas.
Tardó un poco en dar con la entrada y prácticamente suspiro aliviada ni bien consiguió poner un pie afuera. Vio a Luth sentada en uno de los escalones y comenzó a bajar para sentarse a su lado-quién es Alex?- preguntó, sin poder evitar que se notaran los celos en su voz, creyendo que seguramente se trataba de su novio y que había sido una tonta en creer que la rubia podía llegar a estar interesada en ella-no voy a ser uno de tus trofeos, ni me vas a vender en el mercado negro o lo que sea que hagas con tus bichos cuando los cazas- soltó sin darle tiempo a la rubia de responder, para luego recostarse sobre los escalones, con el ceño fruncido y la mirada fija en el cielo.

No puedo negar que quedé un poco aturdida, tanto por el golpe que me di escaleras abajo y contra el suelo, como por la aparición de la pelirroja y sus palabras cargadas de celos y ¿decepción? Rodé los ojos poniéndome de pie, un poco herida sin saber por qué, y la miré con el ceño fruncido, deseando descargarme con ella, desquitarme de las ganas que tenía de matar a alguien. Sin embargo, no hice nada porque tampoco tenía la culpa. Más bien, el hecho de que Dastya me provocara era culpa mía, por haberla traído.

-Alex es mi padrino, él me recogió y me ayudó cuando no lo hizo nadie -dije con la voz contenida, arreglándome los pliegues de la falda y sacudiéndome la blusa. Guardé silencio unos momentos-. Lo que haga contigo es cosa mía. Ya veré si te vendo por partes a una carnicería. A ti y a tu querida Dastya -esto último lo dije con todos los celos y el desdén que mi voz pudo destilar, y me golpeé mentalmente por ello, porque no tenía derecho a estar celosa de una desconocida, porque lo que hiciera Dastya debería valerme madres.

Terminé por apoyar la espalda en una de las columnas y resbalar por ella hasta acabar sentada un poco más apartada de ella, mirando hacia el cielo y mordiéndome el labio inferior. Hacía frío y el viento me congelaba las piernas y los brazos, pero no podría volver a entrar hasta que pasara mínimo una hora, o me correrían. Guardé silencio un largo rato, frotándome los brazos de vez en cuando para entrar en calor, hasta que finalmente la volví a mirar-. No confíes en los ángeles caídos, por más santos que se vean. Todos están aquí por algún motivo poco agradable...

Sintió que había metido la pata hasta el fondo culpando a la rubia de cosas que no eran ciertas y que de todas formas no deberían interesarle.-[color=red[Ah...[/color]- fue todo lo que pudo decir mientras se pateaba mentalmente por idiota, y se preguntaba una y otra vez como demonios podía sentirse atraída por alguien que insistía en quedarse con su tigre luego de haberla cagado a palos. No tardaba demasiado en responderse que no había muchas mujeres que pudieran vencerla y que eso atraía a cualquiera...
Yoko abrió la boca para hacer una pregunta bastante obvia, pero con la esperanza de que quizás la rubia tuviera ganas de compartir un poco de su pasado, pero sus siguientes palabras le quitaron toda gana de ser amable- mira rubia oxigenada, a mi no vas a tocarme un pelo, pienso largarme con MI tigre antes de que puedas ponerme un dedo encima. Y en cuanto a esa Datsya... haz lo que quieras con ella, me da igual, soy demasiado demonio para estar con un puto ángel y probablemente terminaría intentando usar sus plumas para hacer atrapa sueños. Además se nota que le gustas, andaba muy a los besos contigo en el comedor...- se detuvo respirando algo agitada e intentando poner en orden sus pensamientos, ya ni sabía qué le molestaba, ni tampoco entendía esos arranques que tenía la rubia: primero gritaba que era suya delante de todo el comedor y ahora le venía con que la cortaría en pedacitos. Quién la entendía?! Y ella como tonta pensando en lo bonita que era, y lo sexy que le parecía que la cagara a palos.

Soltó el aire con fuerza, parándose y terminando de bajar la escalera para ir y venir un par de veces sin conseguir calmarse en absoluto- descuida, no confío en nadie- respondió en tono seco, sin molestarse en aclarar que había un par de personas con las que si contaba y por quienes daría la vida. Así como tampoco dijo que su otro yo era el colmo de la estupidez y confiaba hasta en su peor enemigo. Detuvo su andar cuando se dio cuenta de que no servía de nada y que el ver a la chica frotándose los brazos y el cuerpo por el frío hacía que quisiera acurrucarse a su lado para darle algo de calor- Y ahora qué? nos quedamos aquí cagando cubitos de hielo? si es así creo que mejor voy por MI tigre y me vuelvo a mi casa- soltó maldiciendo mentalmente porque lo que se suponía que quería ser un tono molesto terminó siendo uno cansado.

No entendía por qué sus palabras me herían tanto, pero no dejaría que eso me afectara, ni se me notara. En vez de decir algo bonito que a calmara o algo, no pude evitar fruncir el ceño y alzar la voz, al mismo tiempo que me ponía de pie y la señalaba con un dedo acusador-. Mira, pelirroja teñida, si tanto quieres irte, pues lárgate, aquí nadie te necesita y no eres más que una molestia, ¡pero el tigre se queda! Ahora es mío, y si lo quieres tendrás que vencerme en una pelea -di un par de pasos en su dirección, cerrando ambos puños dispuesta a desquitarme de todo con ella, mandando a la mierda todas mis posibles buenas intenciones.

Terminé por plantarme frente a ella y sujetarla con fuerza de los hombros, con el ceño fruncido y miles de ganas de volver a hacerla mierda, pero en lugar de eso... Mis instintos me traicionaron al igual que mis nervios y sentimientos, y sin saber exactamente por qué razón, acabé por besar sus labios con pasión y deseo, de forma demandante y dulce a la vez, mientras estrechaba con mis brazos su cuerpo y su cintura. "Mía", era lo único capaz de pensar, y no por un tema de marcar territorio o porque fuera una presa. Me atraía más de lo que debería, y no iba a dejar que Dastya o cualquier otra me la arrebatara.

Tenía ganas de volver a sentarse, la cabeza le estaba matando y todavía no había podido conseguir su café por lo que seguía asquerosamente cansada, pero la rubia no dejaba de provocarla y ella no pensaba dejar que le pasaran por encima así como así. Eso si, tampoco podía decir que ella no hubiera estado tirando leña al fuego también...
Se paro y comenzó a tronarse los nudillos, no iba a rechazar una buena pelea por más que supiera que tenía desventaja y de todas formas la rubia podía hacerla mierda sin siquiera esforzarse. Sin contar que prefería hacer otras cosas. - perfecto! te moleré los huesos a golpes, si eso quieres, y luego me llevaré a MI tigre.- exclamó debatiéndose consigo misma al saber que debía quitarse las manos de la chica de encima y atacar, pero sin ser capaz de mover un puto músculo. Y casi se alegró por no haberla alejado al recibir semejante beso como recompensa, lo cual no tenía demasiado sentido teniendo en cuenta que segundos atrás quería golpearla.
Yoko se dejó llevar por la pasión del momento, pasando sus propios brazos por debajo de los de la chica para aferrarse a sus hombros y empujarla aún más contra su cuerpo, sin descuidar sus labios en ningún momento. Podía sentir a Katherina estando totalmente de acuerdo con lo que hacían, y sabía que a ella le caía bien Lutho. De hecho, no dejaba de molestar para que hablara con la rubia como "personas civilizadas" y "los seres de luz que eran", entre otras cuantas estupideces.
Dejó que su cuerpo se relajara un poco y enredó una mano en el cabello rubio, deleitándose con su suavidad, mientras mordisqueaba, lamía y volvía a besar aquella boca que insistía en querer mantener el control, encendiendo todo su cuerpo. Y aún así, no dejaba de maldecirse a si misma por ceder así de rápido, sabiendo que la rubia podría estar jugando con ella pero sin ser capaz de alejarse hasta que sus pulmones comenzaron a quejarse por la falta de aire. Apoyó la cabeza en su hombro, completamente agitada y sin querer despegarse de su cuerpo. Casi rogando para que la rubia tampoco retrocediera.
-Los hombres tienen razón... -murmuró -es imposible entender a las mujeres- terminó, esperando que Luth no tomara el comentario a mal. Simplemente no la entendía, y quería hacerlo, la rubia despertaba su curiosidad gatuna con sus cambios de humor y sus acciones contradictorias.

En cuanto nos separamos por la falta de aire suspiré pesado, sin soltar mis brazos de alrededor de su cintura y dejando que se apoyara en mi hombro. Se sentía cálido, pero era una calidez que no me molestaba. Me quedé en silencio, escuchando su comentario y rodando los ojos, ya que tampoco yo entendía bien qué me pasaba. Pensaba demasiadas cosas y demasiado rápido, sin llegar a nada coherente y sin encontrar una respuesta que me satisfaciera, aparte de la molesta vocecilla en mi mente que canturreaba que me había enamorado de una total desconocida.

Me relajé un tanto, sintiendo su corazón latir con fuerza al igual que el mío, y mi vista se perdió por unos momentos. Sin embargo, no duró mucho, ya que pasados escasos minutos pude ver en la entrada la "angelical" figura de mi enemiga observándonos con el ceño fruncido. Infantilmente le saqué la lengua y me separé de Yoko, entrelazando mis dedos con los suyos.

-Caminemos, total, dentro de una hora recién podré volver a entrar -dije con voz neutra, jalando a la pelirroja escaleras abajo y empezando a andar con ella por la calle, queriendo alejarme del hospital y las molestosas personas que allí habían. No di ninguna explicación ni dije nada, sólo quería guardar silencio y esperar a que ella no preguntara.

Movió la cabeza para voltear hacía su cuello, medio restregándola contra su hombro en un gesto muy gatuno e inconsciente, inspirando hondo y deleitándose con su aroma a pesar de que su sentido del olfato no era muy bueno, y pensando como seguir las cosas a partir de ahora.
En primer lugar supuso que tendría que ponerse de acuerdo consigo misma sobre qué quería. Lo primero era su tigre, le había costado demasiado como para dejarlo ir tan rápido. Luego quitarse la curiosidad con esa chica y ver si solo era eso, simple curiosidad, o podría haber algo más como decía Kitty. Admitía, muy a su pesar y divirtiéndose a costa suya, que luego de esa paliza esperaba que fuera algo más que curiosidad. El problema era no terminar a las peleas con la rubia, ambas tenían un caracter de mierda, y el que el gato estuviera metido en medio no ayudaba. Así como tampoco lo hacía el angelito aquel...
Yoko se estremeció al recordar como la habían acorralado hacía un rato. Más allá de lo que dijera la rubia y a pesar de que el ángel en si no era feo, sino más bien al contrario, había algo en ella que la ponía nerviosa pero no terminaba de entender qué era.

Se separó un poco viendo como le tomaba la mano y recién entonces cayendo en la cuenta de que no estaban solas... Apretó inconscientemente el agarre de sus manos, acercándose más a la rubia sin darse cuenta de sus propios movimientos. Todavía se sentía incómoda con el ángel y lo que menos quería era volver a quedarse sola con ella... al menos de momento, sabiendo que en su estado actual era presa fácil.

-Una hr? por lo del comedor?- la miró imaginándose la respuesta y suspirando resignada- pobre gato...- murmuró pensando que iba a quedarse solo demasiado tiempo para su gusto, pero llegando a la conclusión de que de momento ese era un tema delicado y no tenía ganas de seguir peleando. En lugar de comentar algo más, se quedo divagando sobre la información que la rubia le había dado, y lo que había pasado en general, hasta que cayó en la cuenta de que el sentimiento de cansancio que tenía le era familiar por algo-Cómo es que puedes robar energía de otras personas?

-Sí, es el castigo reglamentario -contesté, caminando un poco más rápido de manera inconsciente, con ganas de salir de allí y relajarme en alguna plaza, o parque, o qué demonios, incluso en la playa se estaba bien, aunque quedara demasiado lejos. Sin embargo, me detuve de golpe al oír la pregunta sobre mi poder y la observé contrariada, no muy segura de qué debería responder. ¿La verdad? "Dile lo que necesita saber, sólo eso. Confía en ella", susurró mi mente, ante lo cual fruncí el ceño.

-Es de nacimiento, absorbo todo tipo de energías -expliqué luego de un breve silencio, soltando su mano y enseñándosela, enfatizando la vista en el guante-. Una organización llamada Talamasca creó esto para mí, para que no le hiciera daño a las personas que quiero. Por eso siempre los uso, y por eso nunca debes tomarlos... -suspiré pesado y guardé mis manos en los bolsillos, disfrutando de la fría brisa. Gracias a ella lograba pensar con claridad y aclarar mis ideas-. No comiste, ¿o si? ¿Quieres que te invite a algo?

Medio corría intentando mantener el paso de la rubia, odiando sentirse así de cansada y recordando que debería tomarse un buen café con chocolate para recuperarse y ver si le pide la revancha a Lutho, o intenta conocerla más. O tal vez ambas...-Al menos puedes volver... por un momento creí que no te dejarían entrar jamás...- responde algo agitada.

Casi agradeció que se hubiera detenido, porque no estaba muy segura de cuanto más iba a aguantar ese ritmo- Todo tipo...? puedes... qué hay de esto...?- se concentró un poco para crear un tigrecito idéntico al que encontró con su energía, no sin antes asegurarse de que no había nadie más en la calle, e hizo que este se acercara hacía ella medio jugueteando, medio corriendo de forma torpe- la... Talamasca...creí que esa organización solo existía en las novelas- murmuró respirando hondo de forma tranquila, intentando que la rubia no note que metió la pata hasta el fondo al crear al tigre, porque ahora sentía que el suelo se movía debajo suyo y que iba a caerse en cualquier momento.

Negó con la cabeza antes de ver su oportunidad de salvación en la propuesta de la chica-un poco de café con chocolate sería genial... Y... qué tal pizza?- sonrió levemente agarrándose de su brazo y apoyándose contra ella de forma disimulada.

-En teoría, no debería volver, pero Alex siempre me defiende y no sé cómo, pero siempre consigue que me perdonen todo -comenté, pensando en mi padrino y notando que mi mirada se entristecía, llevaba varios días sin dar señales de vida y me empezaba a preocupar por él-. Él me consiguió el cuarto para mí sola... antes era su cuarto, pero creo que le gusta más vivir bajo los puentes o detrás de los bares...

Cuando acabé mi explicación observé el tigre que había creado y con cuidado, me quité uno de los guantes. Estiré la mano hacia él y éste de inmediato desapareció, siendo absorbido por mi dedo índice nada más tocarlo. Luego me puse de nuevo el guante y abracé a Yoko por la cintura-. Existe, y me ayudó bastante. No siempre consigo controlar cuándo dejar de absorber energía...

Me encogí de hombros como si no me importara y caminé con ella apoyada sobre mí, viendo si había por allí cerca alguna pizzería o alguna cafetería. Sin embargo, eran los barrios bajos y difícilmente veríamos de eso, lo mejor era ir al Sunset. Me detuve en una esquina y esperé a que pasara algún taxi, y mientras tanto, me dediqué a dejar sutiles caricias con una de mis manos sobre el rostro de Yoko-. Buscaremos donde comer...

Reprimió los celos por ese Alex diciéndose a si misma que era su padrino, y que no debería ser un obstáculo en la relación que aún no tenía con la rubia, pero que esperaba conseguir. Quería a esa chica, pensó sorprendida de la intensidad de sus sentimientos, aunque fuera como amiga... Vale, no... quería mucho más que una amistad y no tenía idea de como iba a conseguirlo, pero pensaba hacerlo.
-Supongo que le debes un favor enorme...-murmuró no muy convencida de estar feliz con eso.

Sonrió levemente al ver como el tigre desaparecía con apenas un toque, suspirando aliviada en cuanto ella la rodeo con su brazo. Así no tenía que preocuparse tanto por terminar besando al suelo-creo que conozco a alguien que hace algo parecido, pero no estoy segura, jamás quiso confirmarme qué era lo que hacía exactamente- comento-Nee... y, allá en la Talamasca, son igual de pesados que en los libros?- preguntó con algo de curiosidad.

Apoyó la cabeza contra su hombro mientras caminaban como si fuesen una pareja, aunque la calle de romántica no tenía una mierda, se sentía demasiado bien estando ahí y casi ronroneo de placer en cuanto comenzó a acariciar su rostro. El problema era que también comenzó a sentir pesados los párpados...
Asintió con la cabeza en respuesta y se apresuró en darle charla para distraerse y quitarse de encima el cansancio-oye... me aburrí de pelear contigo, sabes? Bueno, no, me encantó lo del callejón, fue divertido- confesó algo divertida, sospechando que si la halagaba o algo tendría que aguantar su orgullo-pero... qué tal si tenemos una tregua?- alzo el rostro esperando una respuesta, sin animarse a sugerir alguna otra pelea amistosa, ni a nombrar la revancha que quería por el tigre.

-Más de uno a decir verdad, pero él no se queja mientras tenga una botella a mano... -suspiré pesado, cerrando los ojos mientras ella hablaba y negando ante su comentario de la Talamasca-. Al menos conmigo siempre fueron amables y gentiles... -abrí los ojos y le sonreí levemente, abrazándola y disfrutando de su cercanía y calor. Era extraño, ella me gustaba mucho y aunque supuse que era por su físico o por su cabello, en realidad me daba cuenta de que era su actitud, retadora, desafiante. Acción, eso buscaba en una chica.

-Más que una tregua... -dije a medias, meditando mis opciones y considerando mi nivel de valor. Por suerte en ese momento apareció un taxi, el cual hice parar. Le abrí la puerta y subí junto a ella, le di una dirección al chofer de una conocida pizzería y volví a guardar silencio, quedándome con su mano entrelazada con las mías-. Tengo que pensarlo un poco. Aunque se me ocurren algunas ideas...

Sonrió levemente divertida- entonces todo lo que debes hacer es darle una botella y ya? suena fácil- bromeó, intentando levantarle un poco el animo al darse cuenta de que parecía algo triste o preocupada.
-Me alegro por ti entonces, aunque a lo mejor no te hubiese molestado, pero a mi me desquicia tener gente detrás mío, pendiente de lo que hago todo el tiempo-respondió, preguntándose si sus poderes serían como para tener alguna visita de alguno de los integrantes de la organización, y rogando para que no fuera así y... por dios! su sonrisa era bonita, pensó sorprendida olvidando lo demás.

Centró su atención en la chica mientras ella hablaba alimentando su curiosidad con una respuesta que no esperaba, y casi cedió al impulso de patear al taxi por inoportuno, pero asegurándose de fulminar bien fulminado con la mirada al taxista ni bien se acomodo. Recién en cuanto la rubia subió al coche se calmó, dedicándole toda su atención, contenta de que terminara lo que estaba diciendo-qué tipo de ideas? más te vale que me cuentes o vivirás con la consciencia intranquila sabiendo que yo no pude dormir de noche porque no me contaste- soltó a pesar de que estaba luchando con sus párpados porque el movimiento del coche la estaba arrastrando lentamente a los brazos del puto morfeo.

-Como si fuera a dejarte dormir esta noche... -comenté por lo bajo y entre dientes, desviando la mirada hacia la ventana con las mejillas algo encendidas. Conforme avanzábamos y la luna brillaba sobre el cielo, me sentía más y más despierta, como si me recargara cual batería a causa de la oscuridad, de la adrenalina de la anterior "cacería", de las emociones que se me agolpaban en el pecho. Mis dedos jugueteaban con los cabellos de Yoko y noté que poco a poco se quedaba dormida, ¿sería capaz de despertarla? Sí, debía hacerlo, por más pena que me diera. Sino, ¿dónde iría con ella? ¿Dónde dormiría?

Cuando el taxi se detuvo, moví con cuidado a Yoko, intentando despertarla. No estaba segura de si se había dormido, pero parecía bastante cansada-. Vamos, comeremos una buena pizza y luego iremos al refugio -le susurré al oído. Pagué al conductor y bajé jalándola un poco, abrazándola por la cintura una vez de pie y conduciéndola dentro del local.

No alcanzó a oír su respuesta por intentar luchar contra su propio sueño y perdiendo miserablemente. Aunque luego de todo lo que había pasado en el día, sobre todo esa parte cuando la rubia le robaba energía, sumado a que ya venía de varios días sin dormir (como siempre) era lógico que se medio desmayara con el movimiento del taxi y el calorcito que transmitía Lutho.

Respiró profundo al oír la voz de la rubia y comenzó a luchar con sus párpados para abrirlos, mientras se movía un poco intentando despertar. Bajo del coche más dormida que despierta, abrazada a la cintura de la chica para no estamparse contra el piso y parpadeando en su lucha por despertarse.
-Max debe estar asustado...- murmuró intentando concentrarse en pensar en el pobre gato a ver si con eso se despertaba. El gato, la chica, el tipo que caminaba en su dirección con expresión de "siiiiiiiiiiii, quiero problemas, amo que me partan el culo a patadas!!!" y la mano yendo a su revolver escondido en su cintura debajo del abrigo a pesar de que estaba frente a un local de comida y...-qué cojones...?- murmuró, parpadeando más rápido, intentando adivinar si el tipo pretendía algo, o ella estaba demasiado dormida-por qué ese señor tiene un... arma...?- agregó apretándose contra Luth de forma instintiva, a pesar de que su reacción normal sería ir a romperle el culo a patadas al tipo, intentando entender la situación.

Mis movimientos, como siempre, fueron demasiado rápidos, y probablemente, Yoko no entendiera lo que sucedía hasta que el tipo estuvo tumbado en el suelo, sangrando profusamente por el hombro y la pierna. En mi mano, un arma de cacería. Demonios, había gastado dos balas para licántropos sin pensar, pero...

Ver al sujeto apuntarnos con el arma, Yok apretándose contra mi cuerpo, y luego la orden de entregarle la billetera... Oh, cielos, no tenía humor para estas cosas. Con mi expresión de mayor inocencia y perplejidad, lentamente había deslizado mi mano hacia mi bolsillo, pero en vez de sacar la billetera, el arma, dos disparos secos, a quemarropa. ¿Que por qué no lo había matado? No me considero una asesina... de humanos. Prefería ser un poco más noble que las criaturas a las cuales cazaba, aunque eso también podía ponerse en duda.

-¿Estás bien Yoko? Vamos, a estas horas aquí se vuelve algo peligroso -comenté con voz tranquilizadora y suave, casi en tono maternal. Me guardé el revolver y la atraje hacia mí, caminando dentro del local para que ella no tuviera que ver al tipo desangrándose en la calle. Una vez dentro, fuimos directo a la caja a pedir una pizza mediana-. Yoko, elige tú el sabor y eso. ¿Quiere una bebida o algo?

Miró toda la escena con cara de absoluto wtf?! intentando entender que coño había pasado, pero descubriendo que la situación había sido muy buen energizante (?). No había logrado ver todo, pero... no había que ser genio para darse cuenta de que intentaron robarles con tanta mala suerte que el estúpido se había metido con dos locas, una de las cuales estaba bien despierta y lo dejo sangrando en el suelo.
Estuvo a punto de reír al oír el tono con el que le hablaba, como si fuera una niña, solo que le dio demasiada ternura y acabo abrazada nuevamente a su cintura-lo dejaste vivo para que se acuerde que no debe meterse con mujeres...? debiste dispararle a los huevos, así sería un misogino con motivos...-comentó muy tranquila. Ahora que miraba, recordaba haber estado un par de veces por la zona... buscando problemas, pero mejor no decirlo.

Una vez en la caja, pensó un segundo el sabor, odiando que la dejaran eligiendo a ella-mmm... jamón y morrón te gusta? eso y... no sé, cualquier cosa que sea bebible- se encogió de hombros dejándola decidir.

Esperó mientras preparaban la pizza, buscando con la mirada un lugar donde sentarse-entonces... vives en Los Angeles, o vienes cada tanto?- preguntó con curiosidad antes de encontrar lo que buscaba y tirar de su mano para arrastrarla junto a ella. Era extraño, debería sentirse un poco incómoda, estaba con alguien que la había molido a golpes, la había secuestrado bajo amenaza de no devolverle su gato, habían hecho un papelón en la cafetería, otro en la entrada del hospital y finalmente habían baleado a un tipo antes de entrar a la pizzería. De hecho... ahí estaba la policía pasando por enfrente...
La cuestión era que en lugar de sentirse incómoda, sentía como si la conociera desde hacía un tiempo y todo fuese normal...

-Lo dejé vivo porque no me gusta matar humanos -respondí simplemente, suspirando pesado mientras ella elegía los ingredientes. Asentí a su pregunta y pedí café para ambas, me apetecía algo caliente. La seguí hasta una mesa y observé por la ventana distraídamente, observando a la policía pasar junto al tipo baleado y volverse locos entre llamadas, preguntando a la gente, inspeccionando al tipo y luego entrando al local-. Actualmente, estoy... viviendo aquí, supongo. Suelo viajar a menudo, pero si me mandan de misión... digamos que estoy de paso.

Desvié la vista tranquilamente hacia Yoko con una tranquilizadora y tierna sonrisa, mientras la policía iba directamente a la caja y preguntaban si habían visto algo. Como suponía, y escuchando furtivamente... no habían oído ni visto nada, como siempre. Así eran las cosas en esta ciudad, o al menos, en este barrio,no había bastado demasiado tiempo para darme cuenta de eso.

-¿Y tú? ¿Vives aquí? -le pregunté tranquilamente, para luego recogerme el cabello en una coleta mientras la policía se retiraba del lugar y luego una ambulancia venía por el tipo. Observé todo de reojo, pero sin que me importara realmente.

-No más golpearlos y decirles que secuestraras sus gatitos, verdad?- comentó en tono dulce, aunque destilando ironía por cada poro. No lo decía por volver a pelear, solo... no tenía idea.

Miró los movimientos de los policías con la misma curiosidad que el resto de la gente, aunque cuidando de esconder su rostro con algún gesto, o volteando casualmente a ver otra cosa, para que ellos no la vieran a ella. No estaba segura de qué tan famosa sería en las comisarías de la zona, pero no tenía ganas de darse una vuelta por allí en ese momento...
Concentro parte de su atención en la rubia, cayendo en la cuenta de que le gustaba esa faceta dulce también a pesar de que con todas las idas y venidas no podía estar segura de que no estuviera fingiendo. De todas formas, mando el sentido común a la mierda, no iba a perderse de conocer a la rubia por culpa del miedo... o como se llamara.
-Mmmm...podría decirse, vivo en todos lados, cuando me aburro de un sitio voy a otro, y así. Bueno, de vez en cuando no tengo tiempo de aburrirme del sitio, pero tengo que irme por... porque el viento me lleva- sonrió ampliamente, escuchando al mismo tiempo lo que sucedía con la policía.
Agradeció que la chica hubiera pedido café, así se aseguraría de no volver a dormirse en un par de días-pero últimamente siempre regreso a L.A.-agregó pensando un segundo en ello- supongo que si no fuera porque crecí en un circo que no paraba más de algunas semanas en cada lugar, no tendría necesidad de moverme a cada rato y viviría aquí-se encogió de hombros-de todas formas es más divertido así, puedes conocer gente nueva- dijo guiñándole un ojo.

-No he secuestrado a tu gato, lo he ganado justamente -dije con falso tono indignado, bufando bajo cual gato, aunque en tono de broma. Luego parpadeé un par de veces algo sorprendida y perpleja con eso de que vivió en un circo, ¿en serio? Me abstuve de preguntar nada, ya tendría tiempo para saciar mi curiosidad más tarde. En ese momento llegó el camarero con la pizza y un par de tazas de café, y podría apostar que en ese momento el rostro de ambas se iluminó. Mi estómago rugió con hambre.

-Bon apetit, bonita -comenté antes de sacar un trozo y morderlo con hambre, para luego beber un largo trago de mi café sin azúcar. Tras el sorbo, otra mascada al trozo de pizza hasta devorarlo con hambre-. Esto sabe delicioso... no comía desde hacía días -comenté, sacando un nuevo trozo y esta vez, preocupándome un poco más de mis modales en la mesa, intentando no tragar todo de golpe.

-No tan justamente... nunca acordamos que el minino sería el premio...- mordió su labio ante ese bufido, pensando muchas cosas y ninguna buena. O quizás si... pero no eran muy santas.

Sonrió tomando una porción de pizza ella también, pensando que en serio era extraño verla tan... dulce (?) luego de que le pateara el trasero. Aunque solo la hacía más bonita...
Comió tranquila, solo porque todavía sentía el cansancio y aún no tenía tanta hambre, además por lo general le bastaba con poca comida y café. Hablando del café, tomo su taza y le dio un sorbo importante, seguido de una mueca de asco y un puchero enorme-le falta azúcar...- lloriqueó como una niña, en lugar de estirar la mano y buscar los sobrecitos, aunque se detuvo al escucharla-de verdad? y yo que pensé que era la única que se olvidaba así....
Al final se resigno y termino poniéndole 5 sobres de azúcar al café sin dejar de dirigirle miradas fulminantes por haberse atrevido a engañarla, y luego se apoyó contra el hombro de la rubia-te olvidaste de comer por el trabajo...? o fue falta de tiempo? - preguntó con curiosidad, tomando otra porción de pizza y pensando distraída en el trabajo que tenía la rubia.

-Insisto, eso de que te pateen el culo puede llegar a ser sexy...- comentó de la nada, pensando en que le gustaría una pelea más... sexy con la rubia, y poniéndose como un tomate al darse cuenta que lo dijo en voz alta.

-Así es la vida en los barrios bajos, te lo encuentras, te lo quedas -comenté, mirándola fijamente y pensando posesivamente que ya que la había encontrado a ella... Ni loca pensaba compartirla, menos con esa imbécil angelita caida-mosquita muerta. Luego, al ver su puchero... por mi mente pasaron una serie de ideas bastante censuradas sobre las cosas que podría hacerle... "¡contrólate, Lutho! No actúes como una violadora, no actúes como una violadora", gritó mi mente, casi haciendo que me atragante por la risa y los nervios.

-En realidad, a veces me falta tiempo para todo -respondí a su pregunta, desviando la vista-. El trabajo me lleva mucho tiempo, y aparte de eso, también llevo a cbo una investigación un tanto personal... sin embargo, tampoco me mato de hambre -lo último lo dije un poco a modo de regaño.

Sin embargo, su último comentario me hizo observarla algo perpleja y sorprendida, ¿a qué venía eso? Su sonrojo me hizo sonreír y luché por contener la risa, en verdad se veía adorable. Decidí concentrar mi atención en mi trozo de pizza y en terminar de engullirlo, para luego beber un largo trago de café.

Sonrió cuando la rubia describió de forma perfecta su filosofía de vida-cierto, pero tu no lo encontraste, yo lo encontré, tu me atacaste salvajemente y me lo robaste- comentó en tono dramático.

Miró interesada a la rubia, sin poder evitar que la carcomiera la curiosidad-qué tipo de investigación? sobre qué?- preguntó ignorando la indirecta olímpicamente.

Se hundió todavía más en su lugar luego de haber metido la pata y escondió su rostro en la taza de café, preguntándose molesta desde cuando era tan tímida con la gente, y por qué esa chica la hacía sentirse de forma tan extraña. Al final, luego de autoregañarse, decidió que no iba a permitirse semejante comportamiento a si misma, por lo que se obligo a explicarle a la rubia a qué se refería.
-Lo que quiero decir es que... - cómo decía aquello sin que sonara a que quería meterse en su cama? a pesar de qué no le molestaría hacerlo...-que...- lo pensó un par de segundos, empezando a ponerse nerviosa de vuelta, antes de desesperarse, mandar a cagar el decoro y soltar la idea tal y como le había llegado a ella. Eso y rogar no asustar a la rubia...-pues que no me molestaría otra pelea contigo en... otras circunstancias más... más... ay, por dios! tengo ganas de tener una lucha medio en bolas contigo y después terminar follando, eso!- exclamó dándose cuenta de que había hablando demasiado fuerte y varias personas las miraban, algunas medio riendo, otras haciendo comentarios por lo bajo, incluso estaban los que las alentaban a que lucharan ahí en medio de la cafetería y se ofrecían a traer lodo.
La pelirroja, por su parte, no sabía si enterrar la cabeza en algún lado, si hacer como si no le importara, o si ir a madrearse con los idiotas solo por descargarse. Y porque una buena madreada nunca venía mal.

-Yo no te ataqué, tú me provocaste y me retaste a pelear contigo -me defendí, ya me había tragado casi media pizza de lo hambrienta y ansiosa que estaba-. ¿Mi investigación? Confidencial -respondí simplemente, bebiendo un largo sorbo de café, oh, bendita cafeína.

Cuando intentó explicarse por su comentario, la observé fijamente, ahora sí con todo mi interés sobre ella. Su tardamudeo e indecisión, su timidez repentina, todo, se me hacía demasiado antojable y me atraía sobremanera, era como la chica perfecta, ruda y altiva y a la vez tímida y delicada... o bueno, tal vez no tan delicada como quisiera, pero pff... no es como si existieran de verdad las mujeres perfectas.

Ahora bien, cuando dijo de golpe aquello y en un tono de voz demasiado elevado, casi escupí todo mi café. Mis mejillas se tiñeron de rojo intenso y no supe realmente cómo reaccionar, notaba que todos nos miraban y que incluso algunos nos animaban a pelear allí. Luego me llevé una mano al rostro, un facepalm épico... "Odín, dame fuerzas, dame la paciencia!!", grité interiormente.

-Yoko... creo que deberías bajar la voz y... ehm... mejor hablar esos temas cuando estemos solas, ¿no crees? -Dije en voz baja, muerta de vergüenza casi por primera vez en mi vida. Le sonreí amable y desvié la vista-. Vamos, termina de comer, o si quieres, pedimos para llevar... ya es hora de regresar al refugio, Enkeli está solo, ¿recuerdas?

-Retarte yo?! tu me apuntaste amenazaste con un arma- se defendió, aunque en realidad esa discusión le hacía gracia en lugar de molestarla-oh, genial! adoro los secretos, no te preocupes, no se lo dire a nadie, cuéntame!- insistió sin captar la indirecta.

Volvió a esconder su rostro detrás de la taza, preguntándose cómo diablos arreglar todo el desastre ahora, cuando Luth le pidió que dijera esas cosas en voz baja y... por un segundo se imagino a si misma insistiendo sobre el asunto a base de susurros, buscando uno y mil argumentos por los cuales si sería buena idea "molerse a golpes" de forma sexy, en su cama, con poca ropa y...
Y no necesito más para escupir el café y empezar a reír. La situación era demasiado bizarra hasta para ella...-s...si...vamo...nos... Max debe estar inquieto...-murmuró con voz ronca, intentando dejar de toser y fulminando con la mirada a un pendejo especialmente molesto, que no dejaba de reírse de sus desgracias-si nos llevamos la pizza, tendremos que desayunar mañana...- comento, dando por sentado que pasaría la noche con ella, aunque todavía no estuviese segura de si dormiría o no. El café le había devuelto la energía y sentía como si pudiese pasarse dos o tres días dando vueltas por ahí sin parar.

Dejo que fuera ella quien le pidiera a la camarera que envolviera la pizza para llevar, mientras "sin querer" le lanzaba aceitunas al chico molesto de la otra punta, sonriendo de forma burlona cuando las que él devolvía no llegaban, y haciendo gestos bien obscenos desde lejos.
Ni bien estuvieron listas tomo la mano de Luth para salir del lugar, aunque eso no sirvió de ayuda cuando tropezó casualmente al pasar por al lado de ese chico, dejándola sin más remedio que su cabeza como punto de apoyo y logrando que el pobrecito termine con el rostro estampado dentro de su plato-oh, pero que barbaridad... esta bien? no se preocupe, yo lo ayudo a limpiarse- sonrió lavándole la cara... con el vaso de refresco que tenía enfrente, mientras esperaba que el tipo reaccionara para poderlo golpear como quería.