Altos vuelos(Libre)

"-¡No!

-¡Tranquilízate! ¡No hay nada que puedas hacer!

-¡No puedo dejarla! ¿No lo entiendes? ¡Sin ella no soy nada!

-Ya es demasiado tarde Eden, decidiste en el momento que viste lo que iba a ocurrir y escogiste no actuar. Sabes qué es lo correcto, lo sabías en aquel momento y lo sigues sabiendo. Lo siento por Zaira, pero ahora estás cegado por la ira, tienes que centrarte en aprender todo lo que puedas del libro, solo así podrás compensar algún día nuestro sacrificio.

La contundencia de los argumentos de su maestro turbó aún más a un joven brujo que estaba consternado ante la muerte inminente de la que era su confesora, la domadora de sus miedos, la destinataria de sus celos. Amaba a Zaira desde todos y cada uno de los recovecos de su ser, y por lo tanto no podía asumir el hecho de tener que dejarla morir, sin embargo esa no era la situación real, ¿tenía alguna posibilidad de salvarla? Ninguna, sin embargo no le importaba morir por y con ella, de hecho, no podía pensar en destinos mucho mejores que el de un eterno viaje junto a su amada. Pero Hernán tenía razón, se calló cuando tuvo la experiencia onírica que anunciaba lo que iba ocurrir porque así se lo pidió el invocador de aquella visión, y por mucho que le doliera, ya era demasiado tarde. Sin embargo no podía quedarse ahí, protegido por barreras mientras ella moría, necesitaba verla una vez más aunque fuera expulsando su último aliento, se negaba a seguir existiendo sin deleitarse con su luz por última vez. Extrapoló su conciencia a la posición de Zaira y observó como, mientras era violada, aquel demonio la degollaba, haciendo que las lágrimas engulleran sus ojos, grabando aquella imagen en sus recuerdos para siempre.

La luz de Zaira se apagó, y con ello, murieron las esperanzas de Eden por la búsqueda de un mundo mejor."

El brujo despertó de repente de una de sus recurrentes pesadillas, incorporándose con violencia y agitado por la intensidad de aquello a lo que acababa de asistir. Eden estaba imbuido en sudor y embriagado por un mareo que no fue óbice para que recordara donde se encontraba. Las paredes grises de aquella habitación le arrastraron al último momento que había acabado grabado en su cerebro, que no era otro que él, en el baño, desmayándose. Anteriormente había pasado una de las mejores noches de su vida, sin embargo no se sentía demasiado bien. El mortal notó en su boca cierto regustillo a sangre, y no tardó en deducir que, o bien se trataba de la suya propia, o bien la krusnik había compartido cierta porción de la suya para sanarle, dando mayor peso a esta ultima opción.

El hechicero miró a la bella inmortal, la cual estaba en una posición que no por tener cierta carga melancólica dejaba de estar dotada de una belleza sin precedentes en sus recuerdos. Se sentía abochornado por su manera de proceder e incapacidad para controlarse, pero más aún por haber acabado desmayado en unas condiciones tan lamentables. Cada vez tenía más claro que aquello había sido un error.

-Tengo que admitir que jamás hubiera pensado en la posibilidad de pasar una noche tan extraña con un ser de tu condición-Comentó el brujo con cierta ronquera adherida a su voz-. Lamento lo ocurrido, sobretodo lo último, bien hubiera merecido que me hubieses echado de tu casa a merced de los peligros de la noche. Esto ha sido demasiado intenso...

El mortal suspiró, no sabía qué hacer ni como iba a actuar Hella, sin embargo lo que más le preocupaba era haberla incomodado, no por tratarse de un ente superior, sino porque de alguna manera le importaba como pudiera sentirse por mucho que la hubiera conocido aquella misma noche.

Me quede pensando en las cosas que había pasado estos últimos meses, había ocurrido todo tan rápido, pero para seres como yo el tiempo pasaba de otra manera. Pensando en mis cosas me quede medio dormida esperando a que el brujo despertara, no sabía cuanto había pasado desde que me había quedado dormida pero note que ya se despertaba por lo que abrí los ojos y no dije nada solo sonreí por sus palabras, me había enamorado de aquel brujo y ni siquiera nos conocíamos del todo.

No tienes por que estar triste, si no te he echado es por que te necesito a mi lado - me puse mejor quedando sentada pero me acerque a él tomando su rostro con mis manos - Tienes las costillas curaras? Es raro porque con la poca sangre que te dí no se si tendrías que removerte de dolor, aunque tampoco se la había dado antes a nadie - y era cierto, ni había creado a otros vampiros y había compartido mi sangre con cualquier ser mortal o no y no sabía las consecuencias que ocurrían si daba esta.

Suspire cerrando los ojos pero termine por abrirlos y acaricie sus mejillas para volver a besar sus labios y luego le abracé pegando mi cuerpo al suyo.

Me gustaría que te quedaras conmigo lo que queda de noche... Y mañana también - susurre cerrando los ojos pero sin soltar el abrazo, su cuerpo estaba calentito y eso me reconfortaba.

El brujo estaba ahí, con su cuerpo desnudo junto al de aquella inmortal que no solo le había recibido en su casa, sino que le había entregado su cuerpo, sus recuerdos y hasta su sangre...Se estaba mostrando vulnerable, Eden se sentía necesitado en aquella cama, y no podía negar que el también necesitaba a Hella por mucho que le pudiera costar reconocerlo. Se mantuvo en silencio, no quería romper la magia de aquel momento, el embrujo de aquel instante que quedaría grabado en su retina por siempre y al cual se aferraría en los difíciles momentos que le quedaban por delante en su dura travesía.

Sin embargo, aquella situación, no podía hacer menos que llevarle a la duda sobre sus propias convicciones: "Con la muerte de Zaira para mi el mundo firmó su sentencia, sin embargo jamás consideré viable que pudiera volver a sentir algo tan intenso, y sin embargo aquí estoy, triste pero feliz..." El brujo se estremeció, había tenido cuidado de no ligarse sentimentalmente a nadie para, que cuando llegara el momento, su propia debilidad mortal no le hiciera dudar sobre si llevar a cabo no la catarsis que consideraba necesaria para la regeneración del mundo. Nuevamente su condición humana lo había superado, y aquello lo amedrentaba en sobremanera, sin embargo, y pese a que sabía que cuanto más se quedara en aquella casa más problemas tendría para abandonarla, no quería separarse de Hella.

-Estaré bien-Susurró Eden, liberando un ligero suspiro que se paseó por los cabellos de la krusnik-. Yo creo que también necesito estar aquí, no podría perdonarme eludir la oportunidad de disfrutar del yugo de arremolinados sentimientos al que me estás sometiendo Hella. Lo has visto en mis recuerdos, sabes quien soy y lo que quiero hacer, y sin embargo aquí estás, pidiendo a un hombre superado por sus debilidades que te haga compañía. Aunque quisiera no podría marcharme.

Eden no quería separarse de ella, no en ese momento, sin embargo contuvo esos impulsos que le empujaban a acompañarla; el mortal estaba demasiado cansado y un vuelo nocturno terminaría por consumir todas sus fuerzas. Mientras observaba como la bella inmortal abandonaba la habitación, no podía evitar dar vueltas a la pregunta que le había formulado acerca de su propia muerte, ¿Tenía alguna importancia para él? Por curioso que pudiera parecer nunca se lo había planteado, tenía asumido que si realmente existía un hechizo con la capacidad para regenerar el mundo, no solo su vida, muchas otras serían necesarias para que su resultado fuera el óptimo, por lo tanto era un hecho que asumía como inevitable:"Existo por y para llevar a cabo la catarsis de esta realidad, por lo tanto morir es algo que no me preocupa o al menos, no tendría que preocuparme..."

Un escalofrío recorrió su cuerpo en ese preciso instante; el hechicero sabía que no podía tener miedo a morir y sin embargo notaba una extraña presión en el pecho que le hacía tender hacia lo contrario. Hella había sido capaz de turbar su mundo con una facilidad pasmosa y delirante, y ahora se marchaba¿quizás para no volver? El mortal no podía saberlo, ni tampoco si se quedaría esperándola a su regreso. Si reflexionaba con malicia, tampoco podía afirmar que aquella casa fuera suya, ni que realmente su nombre fuera el real ni que los recuerdos que le había transmitido fueran veraces...todo aquello podía ser un sueño bello y cruel que al día siguiente se transmutaría en forma de ese infranqueable muro que era la realidad.

-Espero no tener que arrepentirme de haberte dado demasiado Hella...-Susurró el brujo mientras poco a poco era arrastrado por un profundo sueño.

"Estoy yo, solo y rodeado de oscuridad. No puedo ver nada, sentir nada, oler nada, escuchar nada, tocar nada...soy parte del todo y la nada en forma de sombras, opacas y umbrías, densas e infinitas. Es lo que soy y soy lo que es, funesta, lúgubre y absorbente...Me abraza con su soledad, y aunque no esté solo, me impide ver a nadie más, lo hace por mi y por ella, por nuestra sádica intimidad y nuestra aterradora complicidad. Es mi sustento, y ella es la que me permitirá un día limpiar el mundo..."

El brujo se despertó de repente, incoroporándose al cabecero de la cama algo airado. El mortal clavó sus ojos en Hella, "al final volvió", pensó. La miraba como aquel que admira una obra de arte de aquellas que te marcan y te persiguen durante toda tu existencia, con una mezcla de amor incondicional y temor irrefrenable. Quería besarla, sin embargo sabía que tenía que marcharse, su aventura había durado demasiado tiempo y tenía una búsqueda que continuar. Con cuidado, Eden se puso en pie intentando no despertar a la inmortal, y salió de la habitación en pos de llegar a la cocina. En esta ocasión si tuvo tiempo de detenerse en las obras de arte que decoraban la mansión, sin embargo estaba tan alterado, que no despertaron nada en él. No paraba de repetirse que todo aquello había sido un error, que estar vivo era un regalo que no merecía pero que igualmente había recibido.

Una vez llegó a la cocina, el brujo se vistió y abrió el grifo del lavaplatos para refrescarse la cara y peinarse un poco. Ya no sentía dolor, sin duda la sangre de la krusnik le había sanado perfectamente, sin embargo no sabía como podía afectarle en un futuro haber ingerido esa sustancia. Decidió que ya se preocuparía más tarde por aquellas circunstancias y buscó en los cajones de las encimeras un papel y un boli. Por suerte los halló en el tercero de la última encimera, y algo acelerado, escribió lo siguiente; "Tengo que irme, en unas horas estaré por el hospital de los Thorns, podemos vernos entonces si quieres, te quiero". Las últimas dos palabras le salieron de manera maquinal, sin embargo el simple hecho de verlas plasmadas en papel le turbó tanto que no tuvo otro remedio que tacharlas. Escrita la nota regresó a la habitación de la krusnik, y la depositó a su lado. El hecho de verla así, delicada y vulnerable le empujaba a quedarse tumbado junto a ella y abrazarla, intentando protegerla con su debilidad mortal. El hechicero tragó saliva y abandonó la habitación, aunque le pesara no podía retrasar su estudio sobre "El Diario de Lilith", y para ello tendría que volver a encontrarse con Amaury en la sede de los Thorns y quizás allí podría volver a ver a Hella...

Eden abandonó la casa, y con paso ligero, se dirigió hacia su motel de los barrios bajos.