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Mensaje por Invitado Sáb Mar 17, 2012 10:06 am

Siempre fue un lugar de incertidumbre, sí, lo recordaba así, cuando todo fue creado, incluso los mismos fosos del Hades, su Señor, dio margen a aquella extraña incertidumbre donde ahora se encontraba. No creía que fuera un mero capricho o alguna extraña casualidad, ni siquiera una desviación de poder, su Padre, conocía el futuro y lo que se avecinaba, sabía que ciertas almas que nisiquieran estaban manchadas pero tampoco libres de la sombra del pecado, necesitaría un lugar donde quedarse. También era el lugar que le esperaba a cierto tipo de pecadores, a cierto tipo de espíritus que sin ser merecedores del fuego del Infierno y sus torturas, tampocon eran dignas del cielo. Y ese fracción entraba la criatura que ahora mismo se encontraba arrodillada al lado del río, cubierta de cadenas negras.

Le observé, impasible, impenetrable, escuchando sus sollozos sobre el murmullo de las aguas negras que descendían hasta el mismo Infierno, arrodillado en aquella tierra oscura donde brotaban flores con espinas, escarltas y violetas. Mis azules ojos se estrecharon, frío e implacables, avancé, a cada paso, mi armadura plateada resonaba con el tintineo del agua, mis grandes alas estaban cruzadas en mi ancha espalda y el pomo de mi enorme espada asomaba por el hombro derecho. Los querubines que flanqueaban al prisionero, se apartaron, eran como sombras luminosas con alas, casi eran como reflejos , sus rostros neblinosos y hermosos estaban aconjogados y reflejando una profunda tristeza. Pues era uno de sus hermanos el que estaba siendo juzgado.

Me detuve delante del prisionero que lloraba, sus hombros delgados, fantasmales, se estremecían con los sollozos. Incliné la cabeza, los cabellos oscuros y sedosos rozaron los pómulos salientes de mi rostro que ahora era una máscara que no transmitía emoción alguna.

-¿Cómo te declaras?.-mi voz, alta, clara y profunda se elevó y cayó como agua helada sobre aquella criatura-Confabulaste, usaste tus dones para aprovecharte de mortales, te entregaste a un demonio.

-Culpable...-susurró el querubín, no quería acabar consumido en las llamas del Infierno.

Asentí con mi cabeza, todo era mejor aquel lugar de dolor y castigo eternos. Y siendo él mismo quien juzgaba, él ejecutaría la sentencia. Nunca le pediría a nadie que se manchara las manos por mi, lo haría yo. Llevé mi mano hacia atrás y extraje a Redención de su funda, la alcé en el aire y su hoja destelló, luego la bajé con rapidez y de un solo golpe cercené sus pequeñas alas traslucidas que cayeron al suelo y se evaporaron.

-Tu castigo-anuncié-Dos mil años en el purgatorio, contando las almas de todos los infantes abandonados por sus madres desde el principio del mundo. Y consolarás con tus cantos esos llantos eternos que no pueden ser aplacados hasta que sangre tus labios y ellos duerman.

Enfundé a Redención y me aparté, sus antiguos hermanos se acercaron en un desfile de sombras de luz, lo cogieron con suavidad y lo llevaron hacia aquella enorme ciudad negra como el mercurio y brillante como el ala de un cuervo que estaba en mitad del río, sus murallas altas, aserradas y dentro, los extraños palacios de salas frías, donde vagaban las almas sin paz ni descanso. Me quedé al lado del río, en silencio, solo escuchando el murmullo de la corriente que nunca cesaba ni cesaría hasta el día del Juicio Final.
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Mensaje por Astaroth Miér Mar 21, 2012 4:48 am

Antes de hacer su aparición en la tierra, Astaroth daria un ultimo paseo por su hogar infernal. Adoraba esas tierras de azufre, los canticos de dolor, lamentos eternos que susurraban en sus oidos, los gemidos de los inconformes, la sangre fluyendo por interminables rios que descendian hacia ninguna parte. Cada circulo, cada plano tenia su encanto, desde el ultimo anillo en donde se encontraba el palacio infernal de Lucifer, hasta el purgatorio, el lugar mas suave de toda aquella tierra de desgracia y locura.

Galopaba a lomos de su corcel infernal, de cuyas bocas soltaba cenizas cada vez que respiraba, sin tocar la apestada tierra, surcando los cielos mientras observaba las torturas que se soportaban y las danzas y rituales de los demonios menores que las ejecutaban. Su uniforme allá abajo constaba de un peto de adamantió relucientemente negro, con el grabado de un cuervo en oro blanco, que dejaba los hombros y brazos musculosos al aire, rodeados por esas cadenas oscuras. Unas hombreras de las cuales se desprendian las mismas llamas infernales que a él no le hacian ningun daño y demas piezas metalicas y articuladas que proporcionaban un gran peso extra a su figura, configuradas sobre su cintura y a lo largo de sus piernas a modo de pantalones. El casco que portaba, ocultaba todo su rostro excepto por las rendijas del mismo en donde podia verse el purpura reluciente de sus ojos. Del mismo colgaba un penacho negro y largo, similar al de su corcel demoniaco.

En el segundo circulo, tras haber dado un largo paseo y haber castigado a algunos demonios menores que se hubieron distraido de su trabajo en otros menesteres, tanto su figura como la de su corcel se disolvieron y empequeñecieron hasta entreverse la figura de un gran cuervo negro.
Este siguió ascendiendo, planeando entre las cargadas nubes de azufre hasta llegar al purgatorio. Un aura atipica enviciaba el lugar así que decidió seguirla antes de irrumpir en el "terrenal paraiso" en donde se encontraban otros "colegas" de profesion.

Observó toda la escena. Uriel se habia prestado en esta ocasión para hacer ese trabajo que los demás angeles se rehusaban hacer por blandos y debiles. A Astaroth le sorprendió que el brazo ejecutor fuera dicho arcangel, pero las zorras del infierno cuyas lenguas eran tan largas que podian bordear la laguna Estigia sin problemas habian comentado, no solo sobre los arcangeles que caian por pecado o desobedencia, si no tambien de los demonios de alto rango que perdian definitivamente el tiempo.

¿Como te sientes Uriel? ¿Pletorico tras haber impuesto tan duro castigo?... Es un verdadero placer observar como los ojitos de Dios ejercen justicia sobre los traidores... En ese sentido nos parecemos mucho mas de lo que creeis...

Soltó tras sus palabras unas carcajadas que sonaron fuertemente monstruosas y el cuervo que habia estado observando planeo y aleteo alrededor del arcangel, regando gran parte de sus plumas hasta metamorfosearse en una oscura y densa niebla oscura que erigió al jinete y al corcel. El caballo se irguió sober sus dos patas y relinchó exhalando una llamara de fuego que hizo que los querubines volaran en todas direcciones asustados.

Que gran placer verte...Uriel..antes de que vaya a exparcir la desgracia a lo que queda de ese mundo que protegen inutilmente.

Sus ojos centellearon como dos faros en plena noche.
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Mensaje por Invitado Miér Mar 21, 2012 7:06 am

El purgatorio era la zona más exterior del Infierno, no estaba dentro de los límites del Cielo y no era un lugar al cual los ángeles se solieran presentar, de hecho, sus hermanos hacían siglos que no pisaban aquella tierra oscura, donde florecían aquellas flores rojas como la sangre y purpuras como los mismos ojos de Astaroth. Solo Uriel, cuando tenía que hacer cumplir una condena, se personaba, acostumbrado al incesante rumor de aquellas turbias aguas en las cuales si te sumergías o bebías, perdías todos tus recuerdos y la norma era para todos, incluso para seres tremendamente poderosos como ellos. El purgatorio era una zona de incertidumbre, allí se debilitaban las barreras entre el mundo de los vivos y el mundo de los condenados, un lugar muy peligroso y en cuyas fronteras habitaban todo tipo de horrores.

Uriel alzó la vista cuando escuchó las estruendosas carcajas, sus ojos azules taladraron aquel espacio sin estrellas, con las nubes de azufre y la neblina rojo que lo cubría todo. Sus alas apenas se desplagaron, reconociendo aquel timbre de voz, ¿cómo no hacerlo? Astaroth fue uno de sus hermanos hace muchas revoluciones y uno de los expulsados de la luz de su Señor, pasando de ser servidor en el Cielo a monarca en el Infierno. Y en sucesivas ocasiones cruzaron sus espadas, arma contra arma y siempre se quedaba en tablas, Uriel ansiaba destruirlo, pulverizarlo pero aquella criatura que un día llamó hermano, conservaba sus fuerzas e incluso, con el paso de los siglos, se hacía más poderoso, alimentando por toda la perversidad que pululaba en el mundo terrenal. Y él, se quedaba sin sus guerreros, uno a uno sus hermanos caían y se alejaban de él, pronto no tendría a quienes dirigir al combate.

No retrocedió cuando se materializó delante de él, espantando a todos los querubines como gallinas asustadas, se mantuvo impasible, el calor no lo afectó, si acaso sus ojos se tornaron gélidos y la cicatriz que le cruzaba la espalda a la altura de las costillas ardió brevemente. En su último encuentro, cuando luchaban cerca de la ciudad que fue el centro del reinado del Rey Demonio, Uriel estaba demasiado centrado en Astaroth, hasta el punto que cuando se encontraban, sus poderes se desataban el uno contra el otro como dos fuerzas de la naturaleza y cuando creía que podría atravesar las defensas de sus cadenas infernales, algo lo atravesó por la espalda, una lanza que se coló entre sus omoplatos, saliendo por las costillas. Uriel retrocedió, en ese momento, incrédulo, la sangre de deslizó de sus labios llenos, manchándolos de carmín. Sus ojos se cruzaron con los de Astaroth antes de caer hacia atrás, sin saber quien lo golpeó a traición, antes de estrellarse, logró abrir aquellas poderosas alas pero herido gravemente para continuar la batalla.

Las plateadas placas de los pectorales de su armadura se empañaron con el aliento del caballo infernal, estrechó sus ojos azules, los oscuros cabellos se pegaron a sus pómulos-Astaroth..-la voz de Uriel fue profunda, sin delatar ningún tipo de emoción-¿Volver a al tierra?-aquello era del todo inconcebible, apenas un locura con todos aquellos demonios sueltos y sus pocos hermanos...los que quedaban, ahora otros ni siquiera contaban con la gracia de su padre. De repente su mano salió disparada y agarró el pectoral de Astaroth, sus dedos encallecidos por el uso de la espada poseían una gran fuerza-No, tú no vas a parte alguna, no puedo permitirlo.
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Mensaje por Astaroth Vie Mar 23, 2012 4:20 am

El viciado ambiente fue roto ligeramente por una corriente de aire que azuzó el penacho de su casco, asi como las ebras del caballo. Las llamas de sus hombros disminuyeron, pero flamearon mas pontente cuando el penetrante aroma del infierno volvia a ascender de la tierra agrietada que pisaban. El demonio mantenia una sonrisa vacilante, sensual y fiera, oculta bajo el casco, solo sus ojos violetas relucian entre las rendijas del casco. La ultima vez que habia peleado habia sido con el alado que tenia en frente y casi destruyen buena parte del mundo en su encarnizada lucha. Astaroth supo que se volverian a encontrar, pero no planeo que fuera tan pronto. La ultima vez que el demonio habia pisado la tierra, habia dejado tras su paso una enorme y destructiva huella, que aun persistia bajo las intensivas reconstrucciones de las civilizaciones modernas.

Los humanos eran unos insectos molestos, no se les podia exterminar del todo pues se reproducian rapido como cucarachas, protegidos por gallinas de picos de oro y incesantes parloteos, gallinas como la que tenia en frente. Bien sabia que Uriel no le permitiria subir...pero eso no lo considero como impedimento, si no mas bien como una entretenida distracción. Su ex-hermano era bien temperamental, al igual que Miguel, que con los siglos parecia haberse reblandecido, otorgandole su fuerza a este ser que jalaba su armadura e hizo que el demonios e irguiera hacia adelante.

En aquella ocasion te dejé un mal sabor de boca...¿Verdad?

El cuervo que llevaba exquisitamente grabado en el peto metalico cobró vida, soltó un graznido y picoteó los dedos que lo aferraban con la agresividad de un carroñero. De esta manera Uriel soltó el agarre y Astaroth se irguió de nuevo.

Siempre puedes tratar de detenerme y perecer en el intento..

Siseo en un tono profundo y rasgado mientras retiraba el casco de su cabeza mostrando su rostro masculino, su malévola mirada y su boca carnosa ensanchada en una media sonrisa. Lanzó el casco hacia arriba y fue sujetado por la mano de un niño que apareció en la nada, fantasmagotica y seccionada. La mano fue seguida del brazo y la mitad del cuerpo de una pequeña de 11 años que asomaba el rostro curiosa, sus ojos oscuros estaban bien abiertos, expectantes, mirando ahora a Uriel.

Si luchas contra el Astaroth el encuentro se alargara...quizas para entonces tus otros hermanos ya se hayan comido todo el pastel y no habran dejado nada para nosotros.

Anunció ella con su cantarina e inocente voz, similar al canto de un colibrí. Pandora camino por unas escaleras invisibles descendiendo hasta posar sus pies sobre los cuartos traseros del caballo. Coloco las manos sobre los hombros del demonio y se inclinó hacia el, susurrandole en el oido.

Deja que me encargue yo...

Astaroth rió nuevamente, con esa agresiva profundidad que avivo las grietas de la tierra y se encogió de hombros, dejando que la "niña" se explayara. Asi que Pandora saltó con gracilidad y quedó frente al angel, con el rostro alzado hacia el, demasiado alto para ella. Se puso en posición de combate, apretando los puños desnudos, sin sombra de temor en su rostro. Bajo esa aparente inocencia latia el alma feroz de un verdadero demonio.
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Mensaje por Invitado Jue Mar 29, 2012 3:06 am

Uriel posó los azules ojos en la niña, en sus orbes destellaron chispas plateadas que mostraron su irritación que a pasos agigantados se iba convirtiendo en una oscura cólera por el desprecio de Astaroth, le habría encantado aniquililarlo cuando lo expulsaron del Paríso pero muchos de sus hermanos sintieron piedad, creían que el paso de los siglos les enseñaría compasión y sabiduría pero Uriel sabía que no era así, por lo menos en el caso de Astaroth, incluso cuando era su hermano siempre latió en su interior aquella vena de soberbia, de querer hacer las cosas a su manera y con sus reglas, de ambicionar mucho más de lo poseía, de abrazar el poder entre sus dedos, sometiendo a cualquier criatura a sus caprichos.

Y aquella criatura que estaba delante de él, burlonamente con la forma de un infante pero Uriel sabía que no era ningún alma inocente, nada que fuera puro podría estar al lado de aquel demonio de ojos purpuras. Estaba casi seguro que la mano que empuñaba la lanza que lo atravesó por la espalda en aquella batalla era blandida por Pandora, aun poseía la cicatriz en su cuerpo, sobre su tersa piel, por donde entró la hoja, abriendo sus entrañas, aquella criatura maldita, el reflejo de su oscuro amo, no sabía si era un demonio o quizás algo completamente distinto, tampoco le importaba, meramente estaba en su camino y la haría polvo para llegar hasta Astaroth.

-Te arrepentirás de esto, lo juro por mi sangre..-susurró con aquella voz profundamente masculina, jurar por Dios no era lo adecuado en una batalla. Fue sacando a Rendención, era un espadón enorme casi tan alto como Uriel, la espada lanzó una luz fría azulada, la hoja era muy ancha y pesada pero Uriel la manejaba como si no pesara nada, abrió las enormes alas de cuatro metros de envergadura que lanzaron destellos plateados, abriéndose pasó por la oscuridad de aquel tenebroso lugar. Desde la ciudad de los condenados se escucharon aullidos, se estaba asomando a las almenas las almas allí confinadas.

Y Uriel se movió, desapareciendo del sitio y su sombra cubrió a Pandora, las alas se abrieron y descargó sobre ella Rendencion con toda su fuerza, haciéndola caer de rodillas al suelo, que se agrietó y las flores rojas soltaron todos sus pétalos en una lluvia carmesí que los envolvió a ambos. La mano izquierda se movió y la sujetó de los cabellos, brutalmente, la alzó del suelo como si fuera una marioneta y la lanzó hacia el leteo creando un arco en aire

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Mensaje por Astaroth Jue Mar 29, 2012 9:57 pm

Mientras Pandora jugaba con el arcangel, Astaroth observaria desde los cielos con atención. Y no iba a interferir si esta perecia en el intento, ella misma se habia ofrecido sin necesidad de que el lord lo pidiera. Seria una lección que aprenderia la infante, aunque no dudaba de su fuerza, sabia que ella no podria jugar la baza de la mentira, fingir ser una niña inocente cuando no lo era. Esos trucos no funcionarian con Uriel. Claro que..no interferir no significaba que pudiera hacer favorable el ambiente para ella.

El moreno atacó con gran ferocidad. Mostro su espada y mostro su fuerza tomando a Pandora como si fuera una muñeca, lanzandola mas allá del leteo. Astaroth observo como el hombro de Pandora estaba herido por aquella hoja y también como se detuvo en el aire tomando nuevamente control sobre su pequeño cuerpo, evitando que este cayera al leteo. Sus ojos oscuros centellearon y sonreia euforica como una chiquilla a la que le ofrecen un enorme helado.

Levantaos.

En ese mismo momento las garras cadavericas de los muertos se alzaron como flores podridas que crecen de la valdía tierra y sujetaron los tobillos del angel arañandolos con sus desquebrajadas uñas. Otros agarraron las plumas que estaban mas cerca del suelo, tirando de ellas con fuerza hasta arrancarlas. Ese hecho fue una mera distracción, pues el verdadero ataque venia del cielo. Pandora desato su naturaleza, incontables manos invisibles golpearon al arcangel como latigos invisibles de puntas afiladas mientras otras daban cuenta de esas plumas. Tiraban de las alas con tanta fuerza con tal de desplumar a la gallina para luego cocerla en una gran sarten, asi como lo hacian aquellos cadaveres, arrancando sin más, divertidos con aquel juego macabro.

Los muertos, el hedor, los demonios...todos arremolinados, confabulando, disfrutando y cercando al ángel que no se encontraba para nada en su terreno.
Astaroth desdibujo esa sonrisa orgullosa y afilo la mirada sobre el angel para escrutar cual seria su proximo movimiento. Queria recordar cada uno de ellos, pues quizas el proximo que se le alzara seria su propia persona. Desentramar sus trucos seria clave para su victoria.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 30, 2012 11:02 pm

Uriel no esperaba una batalla límpia ni mucho menos, en la guerra no había normas y esto era una ley inquebrantable cuando uno luchaba contra demonios, siempre jugaban con más de un haz en la manga y siempre, siempre habían trampa de una forma u otra. Buscaban la ventaja ya fuera físicamente o sicologicamente, intentando atrevesar todas las defensas para encontrar lo puntos débiles, buscar la destrucción absoluta. Jamás se habría de esperar compasión o piedad de un demonio aunque admitía que él mismo no tenía compasión o piedad con esas criaturas, todos lo sabían y por esa misma razón lo rehuían. Hasta sus propios hermanos le temían pero no debería haber miedo si uno conocía sus propios pecados, él conocía los suyos al menos en pensamiento.

Bajó la vista unos instantes, bajo sus pies, el suelo se agrietó, resquebrajándose, aquel lugar no era campo santo, no era un lugar de poder para él, allí estaba lejos de la luz de su señor, lejos de las oraciones y de la fuente que le daba forma y poder. Aquel era un lugar de desesperación, de oscuridad, de pecado, un lugar habitado por almas que había cometido tipo de acciones horribles, de seres que desde el inicio de los tiempos reptaron desde las sombras más abyectas para crecer al amparo de las manos de sus antiguos hermanos, Astaroth uno de ellos. Y Uriel percibía que el dominio que tuviera de parte de su entorno se diluía porque todo estaba cubierto por el aura del demonio de ojos purpuras.

Las manos cadavéricas se alzaron a cientos, cubriendo al cuerpo del arcángel, el aire se llenó del olor a podrido, las uñas rotas y largas se clavaron en la armadura de plata, hundiéndose, tratanto de quitársela, los tobillos fueron aferrados y algunas plumas de plata arrancadas de cuajo. Uriel sintió que la punta de sus grandes alas se cubrían de sangre, apretó los dientes, su mandíbula se marcó con claridad, sentía dolor como cualquier criatura pero ese dolor que ascendía por su cuerpo en oleadas no podía ser impedimento para que se concentrara. Alzó la vista, viendo que Pandora en el aire disponía su próximto ataque, cientos de manos cubrieron el cielo y abalanzaron sobre Uriel.

Los ojos de Uriel se volvieron totalmente plateados, todo el globo ocular, los poderosos músculos de su espalda se tensaron y las alas se abrieron, las plumas se aplanaron a lo largo de ellas, de repente tenían un aspecto silo, parecido a las alas de un avión, afiladas. Cortó las manos cadavéricas que lo aferraban con gesto inconsciente porque estaba centrado en Pandora. Llevo Redención delante de él, aferrando el pomo con las dos manos-Dispersa.-susurró a la espada, ésta se iluminó y la hoja comenzó a desintegrarse para convertirse en ciento de miles de pétalos blancos y luminosos, afilados como la misma espada. Hizo un gesto y la nube de pétalos se alzó en una gran tromba blanca, iluminando todo y engulló a Pandora.
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Mensaje por Astaroth Mar Abr 03, 2012 3:01 am

Astaroth con cierta tendencia hacia el bipolarismo, apretaba los puños ardiendo en deseos de entrar en batalla con ese poderoso ser. Parecia que todo su cuerpo musculado y fibroso deseaba sentir el candor del hierro rozarle la carne, pero debia aguardar, al menos hasta que Uriel se liberase de ese ataque. Parecia que el infierno ganaba la partida al cielo de remontada y que el emplumado perderia las alas si es que esas manos las agrababan mas. Apreto los labios con fuerza, no debia subestimarlo, nunca debia subestimar. Analizar era la mejor opcion. Esa espada enorme era sin duda un gran problema del cual tendria que deshacerse.

El ataque minó a Pandora, es decir, la hizo desaparecer practicamente. Las pupilas purpuras del demonio buscand de la mocosa...mas conociendola sabia que se habia esfumado de que aquel ataque lo alcanzara. Era su turno ahora. Si podia acabar con ese arcangel todo iria viento en popa...enemigos reales? La vanidad se habia plantado en esos corazones angelicales y habia germinado induciendolos a la caida.

Se camufló tras una bandada de cuervos que estallo sobre su figura, cuervos que fueron hacia varias direcciones exceptuando uno de ellos que sigiloso se presentó a las espaldas del angel. En su forma humana azotó sus brazos de los cuales cayeron esas cadenas mágicas. Mientras la diestra ondulaba en el aire atrapando la muñeca que portaba el arma angelical, la siniestra se cernia sobre el cuello del moreno desgarrando la carne.

Si caes aquí Uriel... ¿Quien servirá fielmente a tu Señor? ¿Tus hermanos caidos? Estas solo...

Se burló marcando la tensión con sus cadenas cuyos eslabones hervian pareciendo magma puro. Apreto la muñeca de tal forma que la espada terminó por caer mas no rozó el su elo, pues esta fue sujetada por una menuda mano que la tomó. Una fisura en el ambiente mostro a una sonriente Pandora cuyo mayor parte del rostro tenia cortado, sangrante. Rió desquiciada mientras se llevaba la espada angelical a otro plano privando a Uriel de su utilización. Solo entonces Astaroth soltó el agarre de sus cadenas y empujó al emplumado hacia adelante separandolo.

Muestrame que sabes hacer sin tu juguete.

Enroyó las cadenas en torno a sus brazos de nuevo y adopto una clasica postura de ataque apretando los puños, sintiendo como la adrenalina recorria cada uno de sus perfectos musculso. Escupió hacia un lado y esbozó una sonrisa languida. Se avanzaló hacia Uriel con la intención de golpear bajo, directamente a la boca de su estomago.
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Mensaje por Invitado Mar Abr 03, 2012 6:42 am

Uriel abrió sus ojos azules cuando sintió las cadenas al rojo vivo, los elabones del mismo Infierno, una aferró la diestra, triturando la muñeca dentro del guantalete, escuchó como todos los huesos crujían, astillándose brutalmente, clavándose en los tendones, dejandolos inservibles, de tal forma que los dedos de Uriel se aflojaron y Redención escapó de sus dedos y fue tomada por Pandora, la observó de reojo, si creía que estaría en posesión de Redención mucho tiempo, se equivocaba, su espada era un arma consagrada, solo podía ser empuñada por un celestial, era tremendamente poderosa y si aquella niña se le ocurría hacer uso de su poder la reduciría a polvo. Pero por ahora, su arma, estaba fuera de su alcance en aquella dimensión oscura.

Ahogó un quejido cuando las cadenas rodearon su cuello, quemando su blanca piel, la sangre de Uriel salpicó el suelo, incluso allí, incluso en aquel lugar desolado, lleno de desesperación, allí, era un celestial y la gostas de esencia vital que corría por sus venas, hicieron brotar unas pequeñas flores blancas en el cúmulo de aquel Hades. Llevó los dedos a la cadena, intentanto sacarla de su cuello pero más doloroso que aquel abrazo de metal eran las palabras de Astaroth, Uriel estaba completamente solo, absolutamente solo, si caía allí, nadie estaría para servir a su Señor. Él había renunciado a todo, dejando atrás lo que pudiera tocar, privándose de experimentar, recogiendo los pedazos de lo que se iba rompiendo y tratando de unirlos de nuevo, sin éxito.

-Arg..-el agarre terminó de repente y fue empujado hacia delante, abrió sus grandes alas y recobró el equilibrio, girándose sobre sus pies, su rostro estaba salpicado de gotas de sangre. Entrecerró los ojos cuando Astaroth se abalanzo hacía el con una gran velocidad, conocía su forma de luchar, era en las distancias cortas donde Astaroth era realmente muy peligroso. Sintió el puñetazo, aplasto la armadura como si fuera mantequilla, Uriel afianzó los pies en el suelo, encajando el golpe, notandó que sus abdominales mandaban una latigazo de dolor. Sus manos se movieron y aprearon la muñeca de Astaroth, impidiendo que se moviera, su cabeza se fue hacia delante y le golpeó la nariz con la frente, rompiéndosela.

Con criaturas tan poderosas como ellos, no perdían el tiempo el jueguitos de lanzar bolas de energía o rayos, todo ese poder se concentraba ahora en sus cuerpos y cada movimiento, cada golpe, hacia que un onda de choque manara de ambos, arransando la tierra en torno a ellos. Se separó-No puedo...permitir que me dorrotes, Astaroth...aunque sea el último arcángel que exista para plantarte cara..-tosió y sus labios se mancharon de sangre. Abrió sus grandes alas y giró el cuerpo, éstas actuaron como una guadaña, la dirigió contra su cuello con la intensión de cortarle la cabeza, así se mataba a las serpientes.
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Mensaje por Astaroth Jue Abr 05, 2012 5:21 am

Las armaduras celestiales eran fuertes, resistentes y era dificil quebrarlas, pero los nudillos del demonio habian golpeado ese tipo de durezas durante siglos, cuando habia dado caza a angeles menores, su piel en esas zonas se habian vuelto tan resistente como esos petos brillantes. Espero el contrataque...es mas, deseaba ese golpe que no se hico esperar, esa punzada de dolor que cruzo todo su rostro.

El golpe del arcangel habia sido tan efectivo como el suyo propio, habia desviado el tabique rompiendo la nariz de la cual salia abundante sangre. Solo se separaron para respirar, pareciendo dos toros embravecidos que chocaban sus astas el uno contra el otro. La mirada purpura del infernal echaba chispas, literalmente, como dos gemas extremadamente brillantes, sobrenaturales.
La sangre de su nariz llego hasta sus labios, repaso con su lengua estos, limpiandola y soltó una ácida carcajada al escuchar las palabras del emplumado.

Luchas contra un gigante Uriel. Pongamos que cumples tus palabras, que logras mi cabeza... y habrá otro que desee la tuya y finalmente la obtenga...luchas solo, con manos desnudas...

Musitó roncamente, callando en el momento oportuno en el cual pegar un agil brinco evitando asi que esas alas que se tornaron metal lacerante le rasgaran siquiera la piel. Descendiendo del salto se posó en estas que aun estaban sólidas y piso con la suela de su infernal bota la cara del ángel, impulsandose hacia atras para caer nuevamente sobre la tierra tras un elegante pirueta.

Aprovechó que el angel se tambaleaba tras aquel golpe y cargó nuevamente hacia él empujandolo embravecido contra una de las paredes rocosas que cedió ante el peso de ambos cuerpos titanicos encontrandose con otra nueva pared solida que también destrozó. Asi sucesivamente hasta que Astaroth se alejó para observar como Uriel estaba cual mosca aplastada contra aquella agrietada superficie. Palpó su nariz con los dedos y se la colocó despertando el sonido de los huesos. Esta sanaria sola.

¿Eres tu el lider de los caballeros del cielo? ¿O el lider de los títeres caidos?... VAMOS URIEL, ALEGRAME EL DIA!

Bramó provocando que todo a su alrededor temblara sintiendo fisicamente las sensaciones de euforia, ira y violencia de aquel demonio.
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Mensaje por Invitado Vie Abr 13, 2012 5:44 am

El golpe certero del demonio le rompió los labios a Uriel y parte de la mejilla, dio un paso atrás mientras su boca se llenaba de sangre y rodaba por su altiva y masculina barbilla, los ojos se le había llenado de tierra y trató de aclararlos, fue demasiado lento porque Astaroth aprovechó el momento para abalanzarse sobre él, con una fuerza demoledora. El poder de su antiguo hermano ahora se proyectaba hacia dentro de él mismo, a cada músculo, a cada fibra y lo lanzaba directamente, en un feroz cuerpo a cuerpo, cualquier otra criatura hubiera sido aniquilida en segundos pero ellos eran dos fuerzas naturales, dos pilares desde el principio de los tiempos, dos energías que se buscaban la una a la otra, intentando destruirse, atraídas y repelidas en continuos enfrentamientos, en una espiral de violencia sin fin en el cual, a veces, Uriel se perdía a si mismo.

Sintió el terrible impacto del cuerpo de Astaroth, salió propulsado hacia atrás, sus pies perdieron el agarre del suelo, sintió que chocaba varias veces con la roca, su cabeza rebotaba brutalmente una y otra vez mientras Astaroth reía, reían mientras sus manos apoyada sobre el pectoral de la armadura abollada, lo impulsaba a una velocidad imposible de seguir por un ojo mortal. La cabeza del arcángel rebotó sobre la roca cuando se quedó clavado en ella como una mariposa, las alas abiertas, parte de su armadura había saltado por los sucesivos contacto violentos con la roca. Uriel se quedó unos segundos quieto, la hombrera había saltado de su sitio, mostrando su terso hombro, tambien una de las protecciones de los muslos.

Ladeó el rostro y abrio los ojos, azules, con aquella luz de plata en el fondo de las pupilas, las alas se movieron, se desencajaron de la roca y tiraron las piedras en torno a el, Uriel ya no quería decir más palabras, saltó al suelo, se arrancó el pectoral de la armadura y la lanzó a un lado, basta de discursos, basta de honor cuando en un campo manchado de sangre no cabía lugar a tal concepto. Dio un salto hacia delante, abriendo las alas y se lanzó como un cohete contra Astaorth, ambos rodaro por el suelo, lo agarro por los cabellos, hizándolo en el aire y lo estampó brutalmente contra las rocas de una peña cercana. Se abalanzó sobre él y hundió los dedos en su pecho, abriendo su carne oscura, de tono chocolate-voy a arrancarte tu negro corazón..--se escucharon que las costillas crujian y chasqueaban mientras las rompía, buscando acceder a ese orgáno que latía en el pecho del demonio.
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Mensaje por Astaroth Jue Abr 19, 2012 4:00 am

El infierno pareció aullar ante esas palabras, miles de almas se unieron al unisono de lamentos y algunos demonios inferiores asomaron por los escondrijos al ser vapuleadas sus cuervas por aquellos estruendosos sonidos y temblores. Miraban recelosos, se habian reagrupado aunque permanecian distantes, espectantes y apostando sobre quien ganaria la batalla. Astaroth vió como el angel se desprendida de esa armadura que lucia con tanto orgullo, tan plateada como su mirada y espero el ataque, ansioso, excitado, con la polla mas dura que nunca. Sabia que venia de frente, sabia lo que deseaba de él, sabia que queria arrancarle la fuente de su poder y sabia irremediablemente que aquel árcangel fallaria en su intento.

Ahh...

No fue un grito, no fue un gruñido, fue un gemido enmascarado en un susurro. El dolor era el mismo para todas las criaturas, pero unos lo aceptaban mejor que otros. La mano del arcangel busco a tientas rompiendo la carne, abriendose paso por sus costillas y cuando esta llego a donde deberia estar el corazón del demonio no lo encontró. No habia nada. Era su mayor secreto.

Esbozo una amplia sonrisa, una sonrisa burlona y sarcastica.

Los buscadores de oro cavan mucho y hallan poco.

Susurro aprovechando que Uriel tenia el puño hundido para atraparlo mas agarrando la otra mano por la muñeca mientras impedia que retirase el otro brazo arañandolo. Abrió los labios dispuesto a darse el mayor festin y por estos se entrevieron unos colmillos descomunales que crecian hasta que se clavó en el cuello del arcángel, no solo sustrayendo la sangre, si no masticando la carne con toda su brutalidad. Su ansia se tornó mayor cuando lo saboreo practicamente, tan sabroso como los demás angeles que habia probado y destruido, siguio comiendo, arrancando carne mientras que lo mantenia firmemente agarrado. Si él no se liberaba, terminaria por roerle todo el cuello con la ferocidad de una fiera hambrienta.
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Mensaje por Invitado Mar Abr 24, 2012 2:02 am

Un destello de sorpresa cruzó las azules pupilas del arcángel cuando sus dedos no hallaron lo que debía de estar en aquel lugar; el palpitante corazón de Astaroth. Uriel no había esperado esa jugada, de alguna forma el demonio lo había cambiado de lugar o puede que ni siquiera estuviera dentro de ese cuerpo que vestía su atroz y descomunal voluntad. Y una vez más maldijo en silencio que él estuviera obligado a jugar con todas las reglas, él no podía saltarse ni una sola de de ellas so pena de verse desprovisto de voluntad y finalidad como sus hermanos caídos y luego lamentarse o decir mentiras pero ...¡maldición! por una vez quisiera no tener que sentir que perdía cada vez que se ceñía a todas las leyes mientras los demonios las burlaban impunemente.

Trató de mover la mano para sacarla de su pecho pero los dedos de tono chocolate aferraron su muñeca con aquella enorme fuerza y la otra mano de Astaroth apresó su mano libre, impidiendo cualquier paso hacia atrás o cualquier cambio de postura. De repente un dolor descomunal lo sacudió por completo, un gemido manó sofocado de sus labios entrabiertos, los orbes de Uriel palidecieron hasta volverse casi blancos, el foco de agonía provenía de su cuello. Sintió como la sangre escapó a borbotones, la tersa piel, la carne eran desgarradas, casi parecían dos amantes enredados si no fuera porque se escuchar el sonido horripilante de músculo siendo destrozado y de masticación, las mandíbulas de Astaroth encajándose una y otra vez como si fuera la boca de una piraña.

Uriel notó que se le nublaba la mente por unos segundos pero no era el momento de dejarse arrastrar por el pánico aunque estuviera perdiendo mucha sangre, si Astaroth le partía las vértebras no estaría muerto pero lo inmovilizaria y no deseaba quedarse a su completa merced, era cuestión de apenas unos segundos. Uriel alzó de repente su pierna derecha, apoyó al rodilla en sus testículos y los golpeó, aplicando fuerza para que lo soltara, al tiempo, giró su cabeza en el sentido contrario, logrando que los dientes se separaran de su cuello.

Retrocedió, tambaleándose, la sangre brotaba como una fuente, había cortado la carótida y la sangre subía a presión desde el corazón. Uriel se lo taponó y alzó la pierna de nuevo le pateó directamente la cara, comenzó a pisotearlo, hundiendo la cabeza de Astaroth en el suelo, agrietando la tierra.La sangre no paraba y la herida no cerraría, no cuando fueron los propios dientes de Astoroth quien lo habian desgarrado.

-Bastardo perjuro...-susurró y pateó de nuevo su cabeza hasta que solo asomó los cabellos, retrocedió, tambaleándose, abriendo sus plateadas alas, estaba mal herido. ¿Qué hacer ahora? no tenía fuerzas para seguir en un combate de más tiempo, alzó el vuelo hacia arriba. No temía por Rendención, la espada volvería a el, formaba parte de su esencia.
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Mensaje por Astaroth Mar Mayo 01, 2012 3:09 am

La unica forma de despegarlo de ese cuello era una contundente patada en....Ah todos teniamos un punto debil entre las piernas, aunque no todos sentian el mismo dolor. En el caso de Astaroth su umbral de dolor estaba muy alto, pero fue suficiente como para que Uriel escapaba. El demonio estaba demasiado absorvido por el manjar que amasaba entre sus dientes, desligando tendones a fuerza de bocados, triturando venas....que no vió venir aquella patada y cayó. La tierra hacia grietas en su piel por los agresivos pisotones. Sus uñas se hudieron en la tierra, apoyandose en ella para salir, pero otro golpe lo hundia...y si no podias luchar contra algo, lo mejor era unirse a él. Dejó su cuerpo muerto, fingiendo estar derrotado...los miembros relajados y entonces...

La superficie se volvió gelatinosa y el cuerpo del demonio se hundió por completo en ella. Mientras Uriel alzaba el vuelo malherido, pretendiendo escapar Astaroth llamaba a sus almas esclavas a formar parte de él aglutinando mas poder. El combate no se habia acabado aún y el moreno no dejaria que el emplumado fuera mas lejos. Unas cadenas rompieron la tierra solidificada y se alzaron con tremenda rapidez para enroscarse en los tobillos del emplumado, quemando al contacto con la piel y una vez bien enganchado tiraron del cuerpo con fuerza descomunal precipitandolo hacia la rojisa superficie.

Mientras el angel caia, Astaroth mas se hundia, viajando a través de los circulos del infierno, abriendo portales y cerrandolos para que Uriel los tuviera que atravesar con su propio cuerpo. Los torturadores como los torturados miraron a la pareja en combate, que descendian como una estrella fugaz, las plumas del angel se desprendian confiriendo esa estela plateada y el viaje finalizó cuando se hallaban en el octavo circulo, en una sala oval recubierta con grandes espejos. Uriel herido, despeñado contra el suelo recibió algunos impactos de los escombros del techo, cuyo agujero habia provocado su cuerpo.

Corriente de almas...

Musitó el demonio con la cara desgarrada por el anterior ataque, cuyos fragmentos de piedra se iban expulsando a medida que iban cicatrizando. A la orden de su voz, de los espejos surgieron infinidad de infernales cadavericos con roidas capas que rodearon al angel y lo traspasaron innumerables veces dejando fuertes latigazos de dolor. Sus danzas se volvieron mas y mas rapidas, fusionandose los unos con los otros hasta crear una esfera que contendria al pelinegro. La superficie de la misma reflejaba como el cristal, solo que a diferencia, unas venillas rojas surgieron de la misma y se ramificaron por el suelo hasta dar con diferentes zonas acristaladas de esa sala oval. Chupaban la energia del angel, pequeñas esferas de luz y energia iluminaban los conductos rojizos desembocando al final de estos.

No podras es tan facil de aqui Uriel...dejare que te consumas y mientras lo haces, subire a la tierra y comenzara mi mision...Empezare por buscar a ese chico pelirrojo...querras tener compañia aqui abajo..

Sonrie con malicia y pasa las manos por su pecho creando al tiempo uan nueva y brillante armadura, ya su cuerpo estaba casi regenerado, la sangre del angel habia sido en verdad de bastante utilidad.

Pandora...

La niña apareció, llevaba entre sus brazos a Excalibur, contenida y envuelta en piel de dragon oscuro que minimizaba los poderes.

Vigilalo...y espero por tu bien, que esté aqui cuando regrese.

Siseo sin mirar a la joven quien mantenia los ojos bien abiertos de emocion y excitacion al haber contemplado todo el transcurso de la batalla desde otra dimension. Asintio varias veces y vió como su amo silbaba reclamando a su fiel corcel. Como se montaba en él y como ascendia por aquel agujero abierto. Una vez Astaroth desapareció Pandora se sentó en el suelo, manteniendo el arma cerca suya.

Has luchado bien Uriel

Susurró riendo dulcemente poco despues...
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Mensaje por Invitado Lun Mayo 07, 2012 12:38 am

Los ojos azul plata de Uriel se abrieron más de lo normal cuando las cadenas se alzaron de aquella tierra roja y resquebrada, enormes tentánculos de hierro negro e infernal que quemaban como la lava, rodearon sus tobillos y se los quebraron, aplastando músculo y hueso. Uriel jadeó y batió las poderosas alas, por unos instantes pareció que iba a lograr escapar a merced de su gran fuerza pero solo fueron unos instantes, luego Uriel cayó. No se puede describir con palabras el dolor que sintió cuando tuvo que atravesar los portales con su propio cuerpo, cuando tuvo que atravesar dimensiones de espacio y tiempo con aquella carne que aunque poderosa e inmune a heridas vulgares sentía dolor, una agonía atroz. Todo su cuerpo fue penetrado por moléculas de poder, desgarrándolo, su cabeza se lleno de imagénes, una turba de visiones que se arremolinaron dentro de su mente, amenazando con borrar la propia identidad del ángel. Uriel cerró los ojos, la armadura fue arrancada de su cuerpo y la tersa epidermis se quemó en su pecho y extremidades. Y lo que duró esa caída, Uriel no dejaba de repetirse a si mismo como si fuera un mantra; "Soy Uriel, soy Uriel"

Golpeó duramente el suelo de mármol de aquella sala oval, los escombros golpearon su espalda, dejándolo completamente postrado y aunque hubiera querido, no se habría podido poner en pie. Las plumas plateadas, arrancadas de sus alas, cayeron por todo el recinto en una lluvia plateada, hermosa y frágil. Uriel jadeó y escupió sangre al suelo, sus dedos se agarraron a la piedra, no iba a admitir su derrota, tampoco se iba a echar para dejarse morir, no podía, la voluntad de su Padre era una llama dentro de él y lo impulsaba a levantarse una y otra vez hasta que quizás un día fuera completamente aniquilado. Echó la cabeza hacia atrás cuando la corriente de almas lo atravesó, restándole la poca energía que le quedaba, emitió un quejido y volvió a quedar postrado, boca abajo, con las alas abiertas, su cuerpo cubierto de heridas y los ojos cerrados mientras era encerrado dentro de aquella esfera.

No pudo realizar movimiento alguno, ni siquiera emitir una palabra cuando Astaroth emprendió su partida, solo quedarse quieto, sintiendo aquella gran debilidad, el peso del Infierno lo apresaba. Abrió sus azules ojos cuando escuchó la voz de la niña, mirándolo a través del cristal, vio que tenia su gran espada, Redención, su arma estaba envuelta en piel de dragón para apagar su poderosa luz, era parte de él mismo. Inspiró, le dolía todo el cuerpo, tanto dolor...cada movimiento era como sentir que le arrancaban los nervios, tenía muchos huesos rotos.

-¿Me halagas, niña? creía que te burlarías de mi como tu amo..
-susurró, al voz de Uriel aun en aquel estado era hermosa, masculina y profunda.
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Mensaje por Astaroth Mar Mayo 08, 2012 10:54 am

Mi amo y yo tenemos opiniones diferentes. Le sirvo, pero a veces no comparto sus ideas

Respondió la voz lirica y ducle de la niña cuyo rostro encerraba grandes secretos. Esbozo una sonrisa infantil, clara y hermosa mientras se sentaba en el suelo frente al angel. Acarició el envoltorio que mantenia calidamente guardada la hoja celestial, la cual vibraba ante la cercania de su dueño y observo como el charco de sangre crecia bajo el cuerpo herido del angel.

Mi amo siempre esta hablando de ti. Aunque lo niege y me golpee a veces por insinuarselo creo que tiene obsesión contigo.

Aclaro tranquila. Su amo la torturaria hasta la saciedad si descubriera que estaba diciendo esas cosas de él, pero estaba muy ocupado en el inicio de su primera conquista y ella habia sido nombrada guardiana del arcangel desfallecido.

Bueno ya dejen de chupar!

Les espetó a los espiritus que saboreaban la energia celestial desde el otro lado y suspiró acercandose un poco a la esfera brillante. La disolvió, consciente de que el angel no se podria mover en un buen rato.

A veces le pido que me cuente como era el cielo cuando estaba arriba..pero siempre pone cara fea y se agarra el pecho como si algo le quemara.. ¿Podrias decirmelo tu Uriel? ¿Como eran las cosas antes de que el cayese?
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Mensaje por Invitado Miér Mayo 09, 2012 4:21 am

Uriel cerró los ojos y apoyó la cabeza contra el suelo empapado de su propia sangre, sentía la llama de su propia espada pero no podía responder a ella, estaba agotado, debilitado y herido de gravedad. Las palabras de Pandora abrieron los recuerdos que estaban sellados en su mente, quizás aquel fuera el poder de aquella niña, hacer que los recuerdos brotaran, nada había tan poderoso, volver al pasado sobre todo cuando fuero tiempos mejores y más felices. Necesitaba tiempo, tiempo para poder ser capaz de al menos ponerse en pie, ya la burbuja no lo rodeaba ni las almas tenían tampoco acceso a su energía. Dio un leve suspiro y sus orbes de dejaron ver de nuevo, de aquel tono azul encendido, fríos y claros, inspiró profundamente y sus pupilas se posaron sobre el rostro de la infante.

-La Ciudad de Plata...
-dio inicio al relato de aquella parte de su vida sobre la que pocos sabían a menos que fueran ángeles.

La Ciudad de Plata, la hermosa ciudad de los celestiales que se erguía en medio de los grandes jadines del cielo, una ciudadela alta, esbelta, de capiteles de plata y cristal, formada por blancas piedras de marmol, de diferente niveles escalonados, entre los cueles circulaban cascadas, formando cientos de arcoiris, no tenía demasiadas escaleras puesto que sus habitatantes, todos, poseían alas. Las columnas eran altas, adordanas con formas de animales y plantas, aquellas que ya estaba en la mente del Padre de todos y muchas de ellas que no florecían en la tierra, entre las grandes salones y habitaciones, jardienes, enormes terrazas con fuentes y árboles frutales que ofrecían sus frutos a los habitantes de la ciudadela. La Ciudad de Plata era tan hermosa como hermosos los ángeles, era una joya blanca y prístina, el hogar de todos.

En uno de los numerosos jardínes, dos figuras se batían en un duelo con espadas, dos ángeles de la misma altura, con un cuerpo musculoso y recio, uno de ellos poseía los ojoz azules y la piel entre nacarada y bronce, el otro los cabellos castaños y la piel evocaba al chocolate, al oro antiguo y sus orbes eran dos amatistas, relucientes y llamativos, ningún otro celestial poseía unos ojos como aquellos. Las espadas eran gemelas y con empuñaduras doradas, la hoja diamantina. Vestían unos pantalones blamcos, amplios y sujetos a las caderas, descalzos y a pecho descubierto. Uriel saltó y abrió las alas, descendió un en picado y lanzó un demoledor estoque que Astaroth detuvo, Uriel continuó presionado hasta que puso una rodilla en el suelo.

-Ríndete, hermano-le sonrió por encima de la hoja. Astaroth era su compañero, dormían en el misma habitación y cama, inocentemente, allí no había ni maldad ni lujuria, solo inocencia, pureza y dulzura. Todos eran hermanos pero Astaroth especialmente, como él, tenía fibra de gurrero. Una ligera brisa sopló en torno a ellos, los pétalos de las flores acariciaron la ancha espalda de Astaroth y el pecho sudoroso de Uriel.
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Mensaje por Astaroth Dom Mayo 13, 2012 11:41 pm

Jamas

Susurró el angel con reminiscancias de su oculto orgullo, quien tenia todas las de perder en ese momento, pero que igualmente saco la fuerza a ultima instancia repeliendo el ataque de Uriel de modo que este fue despedido hacia atras. Jadeó y enfocó las amatistas hacia su hermano, habia puesto demasiada fuerza en ese contraataque y ahora temia que el moreno estuviera herido por una temeridad suya.

¿Estas bien?

Exclamo una vez se hubo acercado a Uriel y le tendió la mano para levantarlo del suelo, abrazandolo posteriormente para con sus manos repasar esa espalda en busca de algun rasguño.

Deberiamos dejar estos juegos, acabaremos haciendonos daño.

Confesó en su oido separandose poco despues, suspirando tranquilo una vez comprobo que estaba intacto. Eran dias gloriosos en donde nada les faltaba, el cariño era inmenso entre los hermanos, entre los hijos y su padre. Uriel y Astaroth practicaban mucho, eventualmente Miguel también se unia haciendo mas interesante la contienda..pero solo era para pasar el rato, una diversion inocente pues nadie pretendia dañar a algun otro.

Astaroth hizo desaparecer su espada y estiró sus musculosos brazos hacia arriba mirando tambien en aquella dirección. Infinidad de angeles revoloteaban de un lado a otro, algunos conducian carros alados y surcaban apresuradamente los cielos. El semblante de Astaroth paso de estar relajado a estar ligeramente tenso. Recientemente habia escuchado algunos comentarios de otros seres que habian fomentado demasiadas preguntas que jamas tendrian respuesta por parte de su creador y no se habia animado a comentarselo a Uriel, no deseaba que su hermano y su mejor amigo se preocupara por tonterias que surcaban su mente.

Tengo hambre. ¿Tu no?

Miro de reojo a su hermano y sonrio taimado dirigiendo su cuerpo hacia la morada que ambos compartian.

Hoy me toca cocinar a mi, supongo.
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Mensaje por Invitado Mar Mayo 15, 2012 8:23 am

-Supones bien...-Uriel sonrió pero alzó de nuevo la vista al cielo al ver una grandes alas doradas y un hombre increiblemente hermoso, era Lucifer, el primero de todos ellos, el más inteligente y poderoso. Últimamente lo notaba frío y distante, orgulloso como él solo, algo estaba pasando dentro de su cabeza, los arcángeles no podían leer las mentes entre ellos pero no lo necesitaba, una corriente turbia envolvía Lucífer, un manto fúnebre que a Uriel solo le inspiraba malos presentimientos que trataba de disipar en aquellos entrenamientos con sus compañero Astaroth, todo parecía normal cuando estaba juntos, sin nada que hiciera vacilar el corazón que latía en su musculoso pecho. Suspiró y entró tras Astaroth en la hermosa vivienda que ambos compartían desde que podia recordar, observando que éste ya se encontraba preparando el almuerzo de ambos. Uriel sirvio vino en dos copas de plata y cristal, se acercó a su hermano y le hizo entrega de una de ellas. Se quedó a su lado, observando sus morenos dedos preparando los alimentos, estrechó sus azules ojos y dio un sorbo.

-Tú nunca te irás de mi lado-no era una pregunta, era una afirmación, llana y firme, Uriel no era dado a las sutilezas, era directo y transparente. Uriel olía el cambio, lo sentía en los huesos y eso le creaba inseguiridad, incluso a una criatura como él, notaba que a pesar de todo su poder, no podría evitar lo que se avecinaba. Depositó la copa sobre la mesera y rodeó la cintura de Astaroth con un brazo largo y musculoso, apoyando su frente en uno de los hombros-te quedarás...-no quería creer que algo fuera estropear aquella hermandad entre ambos.

Alzo los ojos hacia él, azul plata-he escuchado cosas turbadoras sobre Lucifer y sé que a veces vas a escucharlo hablar, te pido que renuncies a esas reuniones..nada bueno puede salir de todo esto, Astaroth.-inspiró despacio y acercó más su rostro, besó su mejilla, suavemente y se separó, cogiendo de nuevo la copa entre sus dedos-Puedo perder a varios de mis hermanos pero no a ti.-termino de apurarla en un solo trago y se apartó-me daré un baño-poseian una piscina de aguas claras en uno de los recintos, se encaminó hacia ella mientras se desnudaba sin pudor, aun no existían el pudor porque no habia maldad, solo inocencia.
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Mensaje por Astaroth Miér Mayo 16, 2012 3:53 am

Su destreza era asombrosa tanto para con su arma como para el cuchillo con el cual partía las verduras una a una de forma fina para que se hicieran mejor. Sin embargo su mirada estaba abstraida hata que Uriel se personificó a su lado y lo observo con esa franqueza con la cual solia observarlo todo y le acerco uno de los vinos mas dulces que jamas volveria a probar, aunque eso aun él no lo sabia. Agradeció con un ligero inclinamiento de cabeza, tomó un sorbo saboreandolo despacio y dejó la copa para proseguir preparando el almuerzo.

Que cosas dices..

Susurró el de orbes purpuras mirando a su hermano de reojo quien lo tenia afectuosamente abrazado.

Si me voy alguna parte sera contigo.

Añadió esbozando una sonrisa sincera y clara como la celeste bóveda que los rodeaba que se disipó al escuchar las posteriores palabras. Bajó la mirada a la verdura mientras sentia como sus firmes labios rozaban su mejilla y guardó silencio. Le dolia afirmar que compartira las ideas de Lucifer y deseaba quitarselas de la cabeza, pero aquel perfecto ser tenia una labia descomunal, sabia sembrar la duda, hacer que esta se instalara y germinara en el corazón de unos cuantos caidos cuyas preguntas adquirian un tono demasiado agresivo. Suspiró y frunció sus gruesas y oscuras cejas al tiempo que mantuvo su mandibula apretada. Sin querer las uñas se habian clavado en el marmol de la encimera y habian traspasado la materia como si fueran mantequilla. Como solia hacer a menudo, ultimamente, reprimiria esas sensaciones, las repeleria hasta que consiguiera aclarar su mente.

Se centró en los manjares. Algo ligero y delicioso...como todo lo que allí comian. Preparo un par de sandwiches de pan de sesamo con filantro, con queso fresco aliñado con aceite y otras especias y un poco de miel para darle un sabor dulce. Colocó ambos panes en una bandeja plateada en donde también puso su copa y fue hasta donde estaba el arcangel.
Este ya estaba sumergido en la piscina, algo que solia hacer tras un entrenamiento y a Astaroth le fascinaba ver como su hermano se movia en el agua como si fuera uno con aquel elemento. Dejó la bandeja en el borde y se despojo de las molestas ropas para sentarse en la orillla, hundiendo las pies y las piernas en aquel clara agua.

Deja de nadar pececito y comete el sandwich

Anunció Astaroth tomando su parte para tomar el primer bocado. Distinguio todos los sabores que explotaron en su boca, miel, las especias, el filantro, masticando con mesura hasta que trago.

Deberias venir a una de esas reuniones. ¿Que puedes perder por escucharlo? Lo cierto es que no dice nada que no haya pensado yo antes...
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Mensaje por Invitado Lun Jun 04, 2012 1:36 am

Uriel movía su cuerpo desnudo por las cristalinas aguas, sus musculosa anatomía se deslizaba de forma silenciosa y fluidamente, a pesar de medir dos metros y ser ancho de espaldas, los movimientos del celestial nunca eran bruscos o faltos de sutileza, poseía aquella gracía con la cual lo bendijo su Padre. Suspiró y se relajó, nada lo libraba de aquellos turbadores pensamientos que lo privaban algunas noches del sueño, le molestaba pensar en Lucifer, algo dentro de él se agriaba y la cólera lo invadía con demasiada facilidad, era aquel su mayor pecado, la ira, lo llenaba, quizás fuera más apasionado que el resto de sus hermanos y por esa misma razón debía cubrirse de hielo, no sabía de medias tintas, todo en él tendía al extremo y la duda era algo que no soportaba, Uriel quería las cosas claras o no las quería, las vacilaciones no se acomodaban con su ser.

Sonrió al escuchar como lo llamaba y nadó hacia él, las aguas de reflejaban en sus orbes azul plata haciéndolos ver completamente líquidos. Llegó hasta su altura, sus dedos fuertes se agarraron al borde y tomó impulso para salir, se acomodó a su lado, con los pies dentro de la piscina. Cogió uno de los sandwiches y dio un mordisco, suspiró de placer por la mezcla de saberes que inundó toda su boca, masticó y ladeó el rostro al escuchar sus palabras, los ojos de ambos se encontraron, quedándose sumergidos el uno en el otro. Uriel terminó de tragar el bocado, dudaba que pudiera ir a una de sus reuniones sin atacar a Lucifer por lo menos verbalmente, no quería ni oirlo...no quería Astaroth estuviera cerca de él.

-¿Y que piensas tú?-susurró suavemente, moviendo sus pies en el agua, formando algunas hondas, los negros cabellos se adherían a su rostro recorrido por las gotas de agua y sus labios entrabiertos. Uriel bajo la mano, apoyándola sobre el marmol, fijando sus ojos en el agua-Astaroth, siento en el corazón que algo va a pasar...-inspiró despacio-Quiero que te alejes de Lucifer, quiero que dejes de escuchar sus palabras, no me gusta lo que siento cuando lo veo-bajó la vista y alzó las manos, dobló sus poderosos dedos, haciéndolos crujir-siento que deseo golpearlo...

Comprendía que seguramente había hablado como si fuera su amo, alargó los brazos hacia Astaroh y lo abrazó de repente contra su pecho, apretándolo como si fuera a romperlo con aquella enorme fuerza pero sabiendo que su hermano no se quebraría. No sabía si sería suficiente con aquello para hacerlo cambiar de idea, sabía que Astaroth era tan tozudo como él mismo, terco.-Dime...¿que estás pensando ahora?-susurró en oído.
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Mensaje por Astaroth Sáb Jun 09, 2012 12:23 am

Dió otro bocado sin dejar de ver a su hermano quien se acercaba a él para tomar su porcion de sandwich, disfrutando de todos esos sabores que acariciaban agradamente el paladar. Hablar con Uriel sobre este tema le proporcionaba dolor de cabeza y de corazón, pero sabia que no dejaria de indagar hasta que le diera una respuesta. Suspiró largamente y bajó el sandwich para ladear el rostro y encontrarse con su varonil rostro. Se encogió de hombros y volvió a suspirar de nuevo.

Quiero mas

Susurro bajando la mirada, le heria mas que Uriel lo juzgara al conocer sus pensamientos y deseos que lo que pudiera pensar su creador.

Nos crearon para acatar ordenes sin cuestionarlas y hay tantas de ellas que me gustaria cuestionar abiertamente, algo que Lucifer si hace pero yo no me he atrevido..

Comentó y dejó el sandwidch en la bandeja para tomar con sus manos el rostro de su hermano, pegando su frente a la contraria. Cerro los ojos y suspiro nuevamente

Calma, no debes desear golpear a tus hermanos y aun no he tomado decision alguna, solo estoy sopesando, escuchando, nada mas...no hay que ponerse a la defensiva por unas cuantas palabras.

Sus labios se curvaron en una sonrisa dulce cuando Uriel lo abrazó de esa manera posesiva, vió un ligero deje de egoismo en su corazon, algo que no debian permitirse en ningun angel o arcangel, aunque ese egoismo podia ser facilmente confundido por ansiedad. Se acomodó mejor en ese abrazo cerrando los ojos para ello.

Pienso en la libertad hermano..en poder tomar mis propias decisiones...pienso...ya...no quiero pensar mas Uriel

Se deshizo de aquel abrazo y se escabullo metiendose ahora él en la piscina. Aquella agua fresquita ayudo a mantener la mente en blanco. Dios lo sabia todo, lo escuchaba todo, estaba omnipresente y sin duda alguna veia la duda, valga la redundancia, en el corazón de Astaroth. Se hundió en el fondo de la piscina y permaneció largo tiempo bajo de ella, no se ahogaria por que controlaba tanto el agua como el aire. Algo en su interior le decia que ya habia tomado su decisión sin ser aun consciente de ella y que llevarla a cabo le haria perder a alguien muy preciado. En momentos como estos tenia que sopesar que era mas fuerte, su deseo de ser libre o seguir encadenado bajo miles de mandatos y prohibiciones para estar a su lado.
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Mensaje por Invitado Lun Jun 18, 2012 10:21 pm

La noche que en que todo acabó, en la que una era entera llegó a si fin, esa noche ocurrió lo que nunca creyó Uriel que ocurriese; La Ciudad de Platar ardió por completo. Solo un fuego era capaz de consumir aquella roca de esencia divina y era el mismo fuego de Lucifer. Aquella noche algunas estrellas cayeron del Cielo y tuvo lugar la primera Traición, no fue Cain quin ostentara ser el primer asesino de la histoira ni el primero en dar muerto a su propio hermano, antes que él, ya los arcángeles experimentaron en carnes propias que era ser atacado por aquel en el cual confías y quien amas. Aquella noche, Uriel perdió toda su inocencia, su virginidad fue cruelmente arrancada, sangrientamente, despojándolo de aquella candidez que atenuaba su carácter rudo, directo y ocasiones frío. Parte de su dulzura se agrió esa noche cuando perdió algo que estaba unido a su corazón, dejando unos jirones que Uriel en siglos venideros ira cosiendo de nuevo con hielo y una furia tan templada como su espada.

Uriel tenía un sueño profundo, solía caer en el lecho, al lado del cuerpo de su hermano y cerrar los ojos que no abriría hasta el día siguiente. Astaroth a veces aprovechaba y se ocupaba todo el pecho, extendiendo sus largos brazos, empujando a Uriel que a mitad de la noche, se reviraban con un suave gruñido y reclamaba todo el espacio y también a su hermano, abrazandose a el, incluso llegaba a manifestar sus alas plateadas y lo cubría con ella, de tal forma que Astaroth se despertaba con plumas en la boca. Pero aquella noche su sueño se vio abruptamente interrumpido por gritos de dolor y agonía, Uriel abrió los ojos y miró hacia fuera, todo estaba rojo y en el aire foltaban motas rojas del fuego que estaba consumiendo la ciudad.

-Astaroth...-alarmado se giró para despertar a su hermano y vio que estaba solo en la cama. El corazón se le aceleró cuando su ser se vio invadido por una terrible certeza...no, no era posible, Astaroth no. Apartó las sábanas de un manotazo y se puso en pie, completamente desnudo. Corrió hasta la terraza que era adyacente al dormitorio de ambos y lo que vio lo hizo jadear. Las doradas cúpulas estaban ardiendo, todo el aire era rojo, las grandes columnas de humo se elevaban por doquier y abrió mucho los ojos cuando un cuerpo cayó desde más arriba, envuelto en llamas, las alas ardiendo como teas. Uno de sus hermanos...muerto, su esencia no brillaba. Uriel materializó sus alas y su enorme espadón apareció en su mano derecha, destellando, susurrando.

-¡ASTAROTH!-Uriel alzó el vuelo y miró hacia arriba, se estaba librando una lucha caótica y cruenta, las plumas y las sangre caían sobre él como lluvía. Uriel ascendió como una flecha plateada, en su mente su instinto de guerrero se dabatía con su conciencia pero este conflicto acabó cuando vio a uno de los sefarines empalado por uno de los ángeles rebeldes, Uriel sintió lágrimas en los ojos, las últimas lágrimas que derramaría por esos traidores...apretó los dientes y le cercenó la cabeza al ángel. Iba a girarse y usar su poder cuando un dolor atravesó su pecho casi justo por encima del corazón, bajó la vista, una punta de lanza asomaba en su pectoral...alguien lo había atacado por la espalda.-Agh..-escupió sangre y llevó los dedos al arma, esta se convirtió en polvo de escarha a su toque, se volvió y clavo Rendención en otro ángel, en su cabeza, atravesándola, los sesos salpicaron su rostro.
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Mensaje por Astaroth Sáb Jun 23, 2012 12:10 am

Que atractiva era la palabra de Lucifer, ese principe angelical que decia exactamente lo que él y sus hermanos estaban deseando oir. Era como un balsamo para sus oidos y lo hacia olvidarse de lo que realmente importaba, era como si el peso sobre los hombros se aligerara por el hecho de sentir la libertad cada vez mas cerca de ti. Independencia, libre albedrío....capacidad de decidir...Astaroth no habia nacido para seguir ordenes sin cuestionarlas, sus labios se mordian mas de una vez evitando decir cualquier imprudencia y sin embargo Lucifer las dijo todas sin recato alguno provocando la sitguiente situacion. Y es el que el cielo estaba en guerra....el caos se habia apoderado de la ciudad de plata que ardia amenazando con consumirla a ella y a sus moradores.

Su corazon latia con fuerza, aun no podia creer que estaba pasando..hasta donde habian tenido que llegar las cosas, su espada celestial estaba ensangrentada y aunque suyo no fue el primer ataque, la defensa le costó la vida a su oponente, uno de los angeles regentados por Miguel para la expulsion de los traidores entre los que estaba. ¿Habia hecho bien? ¿Habia tomado la decision correcta?... Dudas y siempre dudas, estaba arto de dudar, de pensar en las consecuencias, arto de esa existencia vanal y sin sentido.... cuando volvió a alzar la espada Astaroth estaba mucho mas decidido.

Astaroth seria feliz unicamente si lograba reclutar a Uriel, tenia que convencerlo, ahora si, poner todas las cartas sobre la mesa, encontrarlo y llevarlo consigo...y si se equivocaba en esto al menos ambos estarian juntos aunque fueran infelices por el resto de sus existencias.

Lo vió blandir la espada, luchando contra aquellos que seguian a Lucifer mientras derramaba lagrimas amargas. Antes de que otro lo atacara por el flanco derecho, Astaroth logró eludir el ataque protegiendo a Uriel de una fea herida y contrarestró cercenando la mano de uno de los de su "bando". Tomó a Uriel del brazo y lo jaló hasta llevarlo a una de las murallas de plata, un poco apartados de aquel caos.

Ven conmigo

Susurro, su corazon volvia a latir violentamente, sintió que su garganta se cerraba impidiendolo decir todo aquello que retenia desde hacia tiempo..

Ven Uriel...ven conmigo...abandonalo todo, abandonalo a Él!.... ya...ya esta hecho, la afrenta esta hecha, soy un traidor....por favor Uriel...ven...no quiero perderte..

Unas gruesas lagrimas se derramaron de sus ojos purpuras, brillantes como dos gemas enormes a las cuales acaban de pulir mientras sus manos soltaban la espada y apretaban el rostro de Uriel. Astaroth apoyó su frente sobre la de su hermano, manteniendo la fija mirada, esperando la respuesta. ¿Lo eligiria a él o a su creador?, una simple palabra bastaria para cambiarlo todo.

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Mensaje por Invitado Sáb Jun 23, 2012 12:47 am

Los fuertes dedos de Uriel se abrieron y dejaron caer a Rendención al suelo, el espadón tintineo casi en protesta, la única vez que el arcángel abandonara su arma conscientemente, desprendiéndose de su mayor fuerza, de su hoja celestial delante de un enemigo. Uriel alzo las manos ensangrentadas y las posó en las mejillas de Astaroth. Sangre de sus propios hermanos, se había cometido el acto más abominable pero el dolor más terrible, la herida más profunda la estaba infligiendo Astaroth ese mismo momento con aquellas palabras, una herida que jamás se podría cerrar en el corazón de Uriel pero que cubriría con hielo y rabia, cólera por no haber impedido lo que estaba a punto de suceder en aquellos mismos instantes, él que era capaz de apagar soles o cambiar la superficie de un planeta, él que sería nombrado lider de los caballeros del cielo, él, con todo su poder no pudo retener a quien más le importaba en su vida.

Las lágrimas volvieron a brotar de los ojos azul plata de Uriel, mirándolo, unas lágrimas que resbalaron por las mejillas cubiertas de hollín de Uriel, la ceniza que se desprendía de la ciudad que estaba ardiendo por los cuatros costados. Apoyó su frente en la suya, respirando profundamente mientras aquellas lágrimas no dejaban de manar de su fuente cristalina, lágrimas de dolor y pena que no le importaba mostrar delante de Astaroth, su hermano, su amado compañero. Al que siempre estuvo más unido que a ninguno de sus hermanos...siempre durmiendo juntos. Astaroth.

-Astaroth...-la voz de Uriel era ronca, parecía que sus cuerdas vocales estuvieran apretadas dolorosamente-No puedo...-susurró-No puedo...-no podía, él era un arcángel, se debía a su padre, se debía del Cielo, se debía a toda la creación, su opinión no contaba, lo que él pudiera sentir era algo secundario, carente de importancia. Él fue creado para una función y la cumpliría hasta el final, no podía ser egoista aunque en ese momento quisiera serlo por completo, dejando atrás todo-No puedo...tú has seguido tu naturaleza y yo seguiré la mía y seré fiel a mi palabra...-sus alientos se entremezclaban-y aunque te amo...

Sí, lo admitía, lo amaba, él que era frío como el hielo y no solía mostras del todo sus emociones o duda mas que con Astaroth, lo decía libremente, Uriel no podía guardarse las cosas, era directo, siempre directo y sincero aunque se causara dolor a si mismo y a la otra persona-Y aunque te amo como no he amado nadie-sus labios se rozaron sin llegar a tocarse completamente-Te destruiré si no abandonas esta locura y pides perdón a nuestro padre..-las lagrimas no cesaban, sentía que su corazón chillaba por el peso de la agonía de decir aquello-te destruiré...aunque te ame..lo haré y lo sabes..

Lo miró a los ojos y luego sintió que no podía seguir hablando, jadeaba, cerró los ojos durante unos instantes, apoyando todavía su frente en la suya-¿Cómo pudiste hacerme esto, Astaroth?...ahora tendré que hacerte daño..mucho...vete...vete porque se que no suplicarás, Lucifer es un orgulloso pero tú lo igualas..nunca te doblegarás..no te rendirás.
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