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Venido de entre los muertos - Priv
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Venido de entre los muertos - Priv
Mi energía como demonio bajó directamente a los infiernos, mi cuerpo quedó arriba en la tierra cubriendo el de la mujer que amaba. Podía contemplar el mundo desde otro punto de vista, pero era un mundo ardiente y rojizo, como si estuviera hecho por terracota. Caminaba sin estar cansado, igual que cuando haces trayectos de largas distancias en un sueño. Mis cabellos estaban más cobrizos, pero mi aspecto era el mismo. Yo al menos podía verme. Sin embargo, el resto de seres, salvo unos imponentes entes con las orbes negras y la tez blanquecina. Estos me persiguieron durante horas, hasta caer a los pies de una dama. No tenía que alzar mi rostro para saber quien era.
-Richard, Richard... Richard.-susurró con molestia.-Tan estúpido como tu madre.-añadió antes de invocar su poder, otorgándome su poderosa energía como un torrente de aire. Me desplazó varios metros hundiéndose en mi pecho, cubriéndome de rayos y de dolor. Volvía a sentir dolor.
Cuando regresé al mundo humano algo había cambiado. Mi cuerpo reposaba en mis aposentos a plena luz del día, tan cegadora y caliente. Estaba intacto y algo en mí había cambiado. No sentía sed de sangre, aunque mis colmillos seguían puntiagudos. Noté con extrañeza que mi piel estaba mas tibia y el aroma que desprendía era aún más concentrado, sin duda azufre.
-¡Lutho!-exclamé corriendo hacia el vestidor, cubriendo mi desnudez con ropas menos elegantes.
Tomé un pantalón de pinzas negro, unos zapatos oscuros y una chaqueta negra. Mi camisa fue azul turquesa, parecido a los destellos de mis ojos. Mi aspecto era el de un joven empresario, aquello que realmente era a parte de ser de noble estirpe por parte materna, y en menor medida paterna.
No importaba si era de día, ella podía estar en la calle. Por ello salí corriendo, apretando el paso. Mi cuerpo parecía pesar menos y tener ciertas cualidades que desconocía, pero no había tiempo en qué pensar. Desconocía si llegado cierta hora me carbonizaría, pues yo sólo quería hallarla porque mi preocupación con cada minuto aumentaba.
Finalmente la hallé, su esencia era inequívoca. Estaba dirigiéndose hacia una tienda de comestibles, quizás buscaba algo de alimento a parte de sangre. Fui tras ella precipitándome, prácticamente cayendo sobre ella y dejándola confusa. Esbocé una sonrisa al comprobar que estaba de una pieza. Había estado buscándola por más de cinco horas por todo París.
-¡Lutho!-la tomé del rostro y besé su frente, sintiéndome el hombre más afortunado de toda Francia.
-Richard, Richard... Richard.-susurró con molestia.-Tan estúpido como tu madre.-añadió antes de invocar su poder, otorgándome su poderosa energía como un torrente de aire. Me desplazó varios metros hundiéndose en mi pecho, cubriéndome de rayos y de dolor. Volvía a sentir dolor.
Cuando regresé al mundo humano algo había cambiado. Mi cuerpo reposaba en mis aposentos a plena luz del día, tan cegadora y caliente. Estaba intacto y algo en mí había cambiado. No sentía sed de sangre, aunque mis colmillos seguían puntiagudos. Noté con extrañeza que mi piel estaba mas tibia y el aroma que desprendía era aún más concentrado, sin duda azufre.
-¡Lutho!-exclamé corriendo hacia el vestidor, cubriendo mi desnudez con ropas menos elegantes.
Tomé un pantalón de pinzas negro, unos zapatos oscuros y una chaqueta negra. Mi camisa fue azul turquesa, parecido a los destellos de mis ojos. Mi aspecto era el de un joven empresario, aquello que realmente era a parte de ser de noble estirpe por parte materna, y en menor medida paterna.
No importaba si era de día, ella podía estar en la calle. Por ello salí corriendo, apretando el paso. Mi cuerpo parecía pesar menos y tener ciertas cualidades que desconocía, pero no había tiempo en qué pensar. Desconocía si llegado cierta hora me carbonizaría, pues yo sólo quería hallarla porque mi preocupación con cada minuto aumentaba.
Finalmente la hallé, su esencia era inequívoca. Estaba dirigiéndose hacia una tienda de comestibles, quizás buscaba algo de alimento a parte de sangre. Fui tras ella precipitándome, prácticamente cayendo sobre ella y dejándola confusa. Esbocé una sonrisa al comprobar que estaba de una pieza. Había estado buscándola por más de cinco horas por todo París.
-¡Lutho!-la tomé del rostro y besé su frente, sintiéndome el hombre más afortunado de toda Francia.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Desde que saliera del hospital, me había buscado un piso sencillo con piano incluído que me había terminado comprando, sin saber por qué demonios lo había hecho. Estaba cansada, agotada y con ganas de ser un zombie. Ya no quería pensar, quería dejar de sentir tanto dolor en mi pecho y desaparecer de una vez. No era un ángel, tampoco un demonio. Era una cosa extraña que donde fuera traía la muerte y la desgracia, y eso me tenía deprimida. No había regresado con Belial por el mismo miedo de hacerle mal a él, había preferido alejarme del mundo y fingir que había muerto aquella noche.
Aquel día, había amanecido tocando una pieza de Satie. Me detuve solamente cuando sentí reclamar a mi estómago a viva voz, tenía hambre y no había comido en semanas. Ya llevaba casi un mes en París, y desde el accidente en la iglesia y la muerte de Richard, había dejado de beber sangre o de comer cualquier cosa. Simplemente, no tenía ganas de salir y alimentarme, no tenía ganas de nada más que de tocar el piano de cola que había estado incluído en aquel piso.
Salí aquel día porque ya no daba más. El dinero se me agotaba, era lo que había robado de mis víctimas antes de llegar a Francia, pero no había conseguido más ni me sentía con las ganas de hacerlo. Estaba muy deprimida, muy cansada y agotada. Caminaba con paso lento, vestía como chica pero conservaba la boina de aquella vez.
Sin embargo, me detuve antes de entrar a la tienda, sintiendo una presencia familiar y un poder que creía muerto. No tuve tiempo de reaccionar, cuando ya tenía a Richard encima, vivo, bajo la luz del sol y besando mi frente. Me quedé congelada, aturdida. Y tuve miedo, porque percibía que había estado en el infierno, sentía su olor a azufre y su poder demoníaco. Me aparté temblando, me había recordado al imbécil de Caim...
-Ri... Richard... en verdad... eres... eres tú...??? -dije con un hilo de voz y los ojos enormes, segura de que era un mal juego de mi imaginación, alguna alucinación producto de la falta de alimento en mi cuerpo. Pero aún así, mi labio inferior temblaba y por mis mejillas cayeron un par de lágrimas sanguinolentas, las cuales limpié de inmediato.
Aquel día, había amanecido tocando una pieza de Satie. Me detuve solamente cuando sentí reclamar a mi estómago a viva voz, tenía hambre y no había comido en semanas. Ya llevaba casi un mes en París, y desde el accidente en la iglesia y la muerte de Richard, había dejado de beber sangre o de comer cualquier cosa. Simplemente, no tenía ganas de salir y alimentarme, no tenía ganas de nada más que de tocar el piano de cola que había estado incluído en aquel piso.
Salí aquel día porque ya no daba más. El dinero se me agotaba, era lo que había robado de mis víctimas antes de llegar a Francia, pero no había conseguido más ni me sentía con las ganas de hacerlo. Estaba muy deprimida, muy cansada y agotada. Caminaba con paso lento, vestía como chica pero conservaba la boina de aquella vez.
Sin embargo, me detuve antes de entrar a la tienda, sintiendo una presencia familiar y un poder que creía muerto. No tuve tiempo de reaccionar, cuando ya tenía a Richard encima, vivo, bajo la luz del sol y besando mi frente. Me quedé congelada, aturdida. Y tuve miedo, porque percibía que había estado en el infierno, sentía su olor a azufre y su poder demoníaco. Me aparté temblando, me había recordado al imbécil de Caim...
-Ri... Richard... en verdad... eres... eres tú...??? -dije con un hilo de voz y los ojos enormes, segura de que era un mal juego de mi imaginación, alguna alucinación producto de la falta de alimento en mi cuerpo. Pero aún así, mi labio inferior temblaba y por mis mejillas cayeron un par de lágrimas sanguinolentas, las cuales limpié de inmediato.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Estreché su cuerpo frágil contra el mío, acariciando su cintura con cuidado. Estaba a punto de caer, temblaba como una hoja en un día de ventisca. Podía sentir como todo su cuerpo se iba a desvanecer de la impresión, sin embargo conseguí que no cayera. Sonreí al sentirla junto a mí, pero acabé preocupado al comprobar como sus mejillas se llenaban de lágrimas sanguinolentas. Con cuidado y algo de disimulo las fui limpiando, llevándola lejos de la puerta de aquella tienda de comestibles de bajo costo.
-Deja de llorar.-susurré antes de guiarla hasta un callejón cercano.
Era un lugar estrecho, aunque había un contenedor de residuos orgánicos y otro de papel. Con cuidado la levanté del suelo colocándola sobre el contenedor de reciclaje, mucho más limpio y menos hediondo. Acaricié su rostro con la punta de mis dedos hasta que finalmente la tomé de las mejillas, se veía hermosa incluso cuando lloraba. La oscuridad se tragaba el resto de la vía hasta un alto muro de ladrillos vistos.
-Pensé que no te hallaría en París.-dije con mi habitual acento y mi sonrisa estúpida.-Mon ange!-exclamé dejando mis manos sobre sus caderas.-¿Por qué te noto tan apagada?-pregunté acariciando lentamente sus costados.-No estoy molesto, ya no. He tenido tiempo de recapacitar, creo que no es justo que te culpe de estar enamorada de un imposible. Sería como si tú me culparas de estar enamorado de ti.-susurré con voz lóbrega porque la emoción me ahogaba torturándome.-Quiero luchar por ti, quedar a tu lado.-dije con la mirada fija en sus ojos azules, tan hermoso como el propio cielo azul de primavera que nos brindaba aquella mañana.
Sentía la sutil brisa parisina, una brisa que transportaba aroma a pan recién hecho y café a pesar del hedor a fruta podrida y pescado pasado del contenedor cercano. Mis cabellos se movieron sobre mi frente, así como rozó mis hombros y espalda. Mis manos se quedaron fijas en su cadera, temía que se cayera.
-Deja de llorar.-susurré antes de guiarla hasta un callejón cercano.
Era un lugar estrecho, aunque había un contenedor de residuos orgánicos y otro de papel. Con cuidado la levanté del suelo colocándola sobre el contenedor de reciclaje, mucho más limpio y menos hediondo. Acaricié su rostro con la punta de mis dedos hasta que finalmente la tomé de las mejillas, se veía hermosa incluso cuando lloraba. La oscuridad se tragaba el resto de la vía hasta un alto muro de ladrillos vistos.
-Pensé que no te hallaría en París.-dije con mi habitual acento y mi sonrisa estúpida.-Mon ange!-exclamé dejando mis manos sobre sus caderas.-¿Por qué te noto tan apagada?-pregunté acariciando lentamente sus costados.-No estoy molesto, ya no. He tenido tiempo de recapacitar, creo que no es justo que te culpe de estar enamorada de un imposible. Sería como si tú me culparas de estar enamorado de ti.-susurré con voz lóbrega porque la emoción me ahogaba torturándome.-Quiero luchar por ti, quedar a tu lado.-dije con la mirada fija en sus ojos azules, tan hermoso como el propio cielo azul de primavera que nos brindaba aquella mañana.
Sentía la sutil brisa parisina, una brisa que transportaba aroma a pan recién hecho y café a pesar del hedor a fruta podrida y pescado pasado del contenedor cercano. Mis cabellos se movieron sobre mi frente, así como rozó mis hombros y espalda. Mis manos se quedaron fijas en su cadera, temía que se cayera.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Aturdida aún, me dejé arrastrar hasta el callejón, y una vez allí, una vez asimilado el hecho de que sí era Richard a quien tenía al frente, me bajé casi de un salto del contenedor para abrazarme a él. Le pegué contra mi cuerpo, llorando sin poder evitarlo, agradeciendo a los espíritus el poder tenerle de vuelta, el que hubiese regresado.
No sabía por qué me alegraba tanto, por qué me emocionaba a tal nivel por verle vivo. Mis manos acariciaban su cabeza y sus rizos, así como su ancha espalda. Hasta ahora no había podido quitarme de la cabeza la imagen de su cuerpo muerto y aplastado, y verlo vivo ahora... era casi un regalo.
- ¡Richard! ¡Estás vivo! ¡Estás vivo! -exclamaba entre sollozos, manchando sus ropas con mis lágrimas de sangre. Le abrazaba con desesperación, como si pudiese desaparecer de un instante a otro- Creí que... creía que habías muerto... todo fue mi culpa... lo siento tanto!! Lo siento tanto, Richard!! ¡¡Nunca me vuelvas a hacer eso!! ¡Nunca vuelvas a irte de esa forma! -le pedí entre lágrimas y sollozos, sin saber por qué lo hacía.
Sólo sabía que le necesitaba, que no quería que se volviera a separar de mí. Lo veía frágil pese a que ahora era un demonio, y no iba a permitir que volviera a salir dañado por mi culpa de nuevo. Lo más lógico hubiera sido alejarme de él, pero tampoco podía. Con tan sólo aparecer frente a mí, me había devuelto aquel radiante brillo a mis ojos tan propio de mi persona.
No sabía por qué me alegraba tanto, por qué me emocionaba a tal nivel por verle vivo. Mis manos acariciaban su cabeza y sus rizos, así como su ancha espalda. Hasta ahora no había podido quitarme de la cabeza la imagen de su cuerpo muerto y aplastado, y verlo vivo ahora... era casi un regalo.
- ¡Richard! ¡Estás vivo! ¡Estás vivo! -exclamaba entre sollozos, manchando sus ropas con mis lágrimas de sangre. Le abrazaba con desesperación, como si pudiese desaparecer de un instante a otro- Creí que... creía que habías muerto... todo fue mi culpa... lo siento tanto!! Lo siento tanto, Richard!! ¡¡Nunca me vuelvas a hacer eso!! ¡Nunca vuelvas a irte de esa forma! -le pedí entre lágrimas y sollozos, sin saber por qué lo hacía.
Sólo sabía que le necesitaba, que no quería que se volviera a separar de mí. Lo veía frágil pese a que ahora era un demonio, y no iba a permitir que volviera a salir dañado por mi culpa de nuevo. Lo más lógico hubiera sido alejarme de él, pero tampoco podía. Con tan sólo aparecer frente a mí, me había devuelto aquel radiante brillo a mis ojos tan propio de mi persona.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Me parecía increíble que ella se alegrara de esa forma, no podía imaginar una forma más agradable de volver a la vida. En esos momentos me di cuenta que mi esencia la había asustado, casi aterrado, cuando me tuvo frente a frente. Quedé aplastado por sus brazos, con la espalda pegada en el muro contiguo mientras reía escuchando su regañina. Parecía más una madre, una novia preocupada o una hermana que una amante. Me sentía como si la felicidad venía a mi vida tras siglos desconociendo su paradero. Prácticamente tenía cincuenta años cuando mi felicidad se vio truncada, sin embargo contemplarla y escuchar sus palabras habían movido algo en mi interior que creí olvidado, perdido o simplemente extinguido.
-No lo haré.-susurré acariciando sus cabellos mientras mi mano derecha viajaba sobre su espalda. Mi mano izquierda la tenía sujeta por la cadera, impidiendo que se cayera o me cayera. Aguantábamos el equilibrio prácticamente por un milagro, o quizás simplemente por la estrechez del muro.-Te amo.-dije antes de besar su frente.-No me había percatado hasta ese momento en la iglesia, pensé que simplemente estaba confundido o atraído. Me dolió saber que no me amabas, pero nada impide que puedas hacerlo.-mis ojos brillaban con la esperanza, parecían dos esferas que contenía dos enormes mares agitados.
Estaba feliz, complacido por haberla hallado sana y salva. Jamás me hubiera permitido que estuviera herida por mi culpa. Me di cuenta que debía ocultar nuestro parentesco, alejarme lo máximo de nuestro padre, y promover el incesto sin que ella lo supiera. Quería cuidarla como mi padre no había hecho, como Belial jamás lo haría y como nunca había deseado hacer. Por primera vez no era yo lo primordial, sino una persona que me hacía sentir realmente vivo.
-Ma cherie, mon cour.-susurré acariciando nuevamente sus mejillas y cabellos.-Quédate conmigo, no huyas de mi lado.
-No lo haré.-susurré acariciando sus cabellos mientras mi mano derecha viajaba sobre su espalda. Mi mano izquierda la tenía sujeta por la cadera, impidiendo que se cayera o me cayera. Aguantábamos el equilibrio prácticamente por un milagro, o quizás simplemente por la estrechez del muro.-Te amo.-dije antes de besar su frente.-No me había percatado hasta ese momento en la iglesia, pensé que simplemente estaba confundido o atraído. Me dolió saber que no me amabas, pero nada impide que puedas hacerlo.-mis ojos brillaban con la esperanza, parecían dos esferas que contenía dos enormes mares agitados.
Estaba feliz, complacido por haberla hallado sana y salva. Jamás me hubiera permitido que estuviera herida por mi culpa. Me di cuenta que debía ocultar nuestro parentesco, alejarme lo máximo de nuestro padre, y promover el incesto sin que ella lo supiera. Quería cuidarla como mi padre no había hecho, como Belial jamás lo haría y como nunca había deseado hacer. Por primera vez no era yo lo primordial, sino una persona que me hacía sentir realmente vivo.
-Ma cherie, mon cour.-susurré acariciando nuevamente sus mejillas y cabellos.-Quédate conmigo, no huyas de mi lado.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Sus palabras lograban calmarme, aquel abrazo y besos suyos eran lo que necesitaba. Alguien que me amara, alguien que necesitara de mí y a quien yo también necesitara. Podía intentar olvidarme de Lestat, podía quererlo a él ya que por alguna razón el destino me lo había regresado. Asentí a todas sus palabras, le había extrañado mucho, y tras su muerte, me había sentido terrible, como si hubieran arrancado parte de mi alma.
-Podría amarte... podría enamorarme de ti si tú me ayudaras a olvidarlo... -le dije, levantando la vista para perderme en sus ojos. Actuaba como si le amara, como si desde siempre hubiésemos sido amantes. No lo entendía, pero tampoco quería entender- Ten esperanzas y dámelas a mí... Richard... -susurré su nombre y me estremecí por ello, por la forma en que lo hice.
Una de mis manos subió hasta quedar sobre su mejilla, la cual acaricié con cariño y ternura, las mismas emociones con las cuales le miraba. Tras ésto, besé sus labios con cariño y deseo, para terminar con la cabeza apoyada sobre su pecho y mis dos brazos nuevamente alrededor de su cintura.
-No me iré todavía... no entiendo por qué razón, pero necesito estar contigo, cuidar de ti... no puedo creer que hubieras muerto por salvarme... -dije en un murmullo, bien pegada a su cuerpo ahora más cálido- Vamos al piso que me compré... quiero tocar el piano para ti... además, tengo algo allí que te pertenece -me refería a su violín, había logrado rescatarlo de entre las ruinas de la iglesia. Había quedado casi deshecho, pero lo había mandado a arreglar y ahora estaba como nuevo en mi piso... No así mi propio violín, el cual había perecido junto a la mayoría de mis pertenencias junto a mi mochila.
-Podría amarte... podría enamorarme de ti si tú me ayudaras a olvidarlo... -le dije, levantando la vista para perderme en sus ojos. Actuaba como si le amara, como si desde siempre hubiésemos sido amantes. No lo entendía, pero tampoco quería entender- Ten esperanzas y dámelas a mí... Richard... -susurré su nombre y me estremecí por ello, por la forma en que lo hice.
Una de mis manos subió hasta quedar sobre su mejilla, la cual acaricié con cariño y ternura, las mismas emociones con las cuales le miraba. Tras ésto, besé sus labios con cariño y deseo, para terminar con la cabeza apoyada sobre su pecho y mis dos brazos nuevamente alrededor de su cintura.
-No me iré todavía... no entiendo por qué razón, pero necesito estar contigo, cuidar de ti... no puedo creer que hubieras muerto por salvarme... -dije en un murmullo, bien pegada a su cuerpo ahora más cálido- Vamos al piso que me compré... quiero tocar el piano para ti... además, tengo algo allí que te pertenece -me refería a su violín, había logrado rescatarlo de entre las ruinas de la iglesia. Había quedado casi deshecho, pero lo había mandado a arreglar y ahora estaba como nuevo en mi piso... No así mi propio violín, el cual había perecido junto a la mayoría de mis pertenencias junto a mi mochila.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Poseía más de quinientos violines, todos y cada uno tenían una historia especial tras ello. Ya fuera por la compra, el modo en el cual llegó a mí, la restauración laboriosa o porque había logrado decorarlo del mismo modo que las prendas que tanto me apasionaban. Mis violines eran auténticas obras de arte, objetos de lujo, pero para mí eran pedazos de mi alma. Cada violín era una nota de la partitura de mi vida. Desde mis frágiles treinta años había poseído uno. Tenía la apariencia de un niño de unos tres, como mucho cuatro años, cuando mi madre me obsequió con aquella maravilla.
"Tócalo y tocarás las almas, podrás sentir entre tus dedos la belleza de la vida. Tócalo si estás melancólico o si tu corazón palpita desenfrenado por la felicidad. Tócalo Richard, tócalo porque te representa. Un día comprenderás su valor."
Recordé a mi madre la noche en la cual me ofrendó aquel objeto mágico. Ella me dio las indicaciones oportunas para comenzar a ser un virtuoso. Mis habilidades eran las de un vampiro, aún así me costó noches enteras tocar una pieza. Ella me animaba desde las sombras, pues no quería que mi nerviosismo destrozara ese momento tan artístico. De igual modo el piano ingresó en mi vida y se convirtió en parte de mi historia.
Ella había logrado rescatar la pieza más novedosa de mi colección. Noches atrás lo había adquirido tras meses de búsqueda. Quería algo como aquello, algo negro con flor de lis dibujado en alguno de sus laterales. Estaba por resignarme y encargarlo cuando lo hallé en manos de un vagamundo, al cual hice rico comprando aquel violín que durante noches estuve afinando, mimando y amando. El día que nos encontramos era su puesta en escena, la primera noche paseando por París ofreciéndole las mejores vistas de la ciudad.
Aquel gesto, el recuperar mi violín, decía mucho más que sus caricias y palabras. Pedía, o más bien rogaba, que tuviera fe. Mi fe se alimentaría con sus caricias, palabras llenas de cariño y con mi firmeza. Haría que se olvidara de nuestro padre, que sólo me viera a mí y a él lo desterrara.
-Tocaré para ti esta noche, ambos dejaremos que nuestras almas susurren notas alegres en una sinfonía que dure hasta el alba.-susurré antes de rozar sus labios con los míos, tomándola del rostro mientras alimentaba mi esperanza.
"Tócalo y tocarás las almas, podrás sentir entre tus dedos la belleza de la vida. Tócalo si estás melancólico o si tu corazón palpita desenfrenado por la felicidad. Tócalo Richard, tócalo porque te representa. Un día comprenderás su valor."
Recordé a mi madre la noche en la cual me ofrendó aquel objeto mágico. Ella me dio las indicaciones oportunas para comenzar a ser un virtuoso. Mis habilidades eran las de un vampiro, aún así me costó noches enteras tocar una pieza. Ella me animaba desde las sombras, pues no quería que mi nerviosismo destrozara ese momento tan artístico. De igual modo el piano ingresó en mi vida y se convirtió en parte de mi historia.
Ella había logrado rescatar la pieza más novedosa de mi colección. Noches atrás lo había adquirido tras meses de búsqueda. Quería algo como aquello, algo negro con flor de lis dibujado en alguno de sus laterales. Estaba por resignarme y encargarlo cuando lo hallé en manos de un vagamundo, al cual hice rico comprando aquel violín que durante noches estuve afinando, mimando y amando. El día que nos encontramos era su puesta en escena, la primera noche paseando por París ofreciéndole las mejores vistas de la ciudad.
Aquel gesto, el recuperar mi violín, decía mucho más que sus caricias y palabras. Pedía, o más bien rogaba, que tuviera fe. Mi fe se alimentaría con sus caricias, palabras llenas de cariño y con mi firmeza. Haría que se olvidara de nuestro padre, que sólo me viera a mí y a él lo desterrara.
-Tocaré para ti esta noche, ambos dejaremos que nuestras almas susurren notas alegres en una sinfonía que dure hasta el alba.-susurré antes de rozar sus labios con los míos, tomándola del rostro mientras alimentaba mi esperanza.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Asentí a sus palabras cerrando los ojos ante aquel roce de labios, terminando por apartarme luego de escasos segundos. Le sonreí de forma cariñosa, cosa extraña en mí, y me acomodé la boina sobre los cabellos, los cuales esta vez levaba rizados y me convertían en la viva imagen de mi padre, solamente que con pechos y rasgos ligeramente más delicados.
Dudé de si tomar o no su mano, pero terminé por prendarme de su brazo para salir del callejón. Hasta el hambre se me había pasado ya, prefería comer otra noche y dedicar esta a aquel reencuentro. Podíamos ser amigos, conocernos, terminar amándonos... terminar aceptándolo en mi vida. Sentía que de alguna forma le necesitaba, a él y a su música, así como a sus caricias de poeta enamorado.
Le conduje caminando por aquella calle, el piso no quedaba muy lejos. Podía ir volando, pero debido a mi completa falta de alimento, mis alas aún no se recuperaban del todo, así como varias de mis heridas, de las cuales quedaban moretones y hematomas que cubría con la ropa. Mi cuerpo en sí estaba bastante debilitado, pero no mi espíritu, no desde que le viera.
Nos movíamos a paso humano. En mi rostro relucía una sonrisa que no podía borrar, mientras caminaba del brazo junto a él. Eran menos de 10 minutos, ya que había salido simplemente en busca de la tienda de alimentos mas cercana -y barata- porque quería volver a hundirme en el piano, en aquellas depresivas melodías.
Dudé de si tomar o no su mano, pero terminé por prendarme de su brazo para salir del callejón. Hasta el hambre se me había pasado ya, prefería comer otra noche y dedicar esta a aquel reencuentro. Podíamos ser amigos, conocernos, terminar amándonos... terminar aceptándolo en mi vida. Sentía que de alguna forma le necesitaba, a él y a su música, así como a sus caricias de poeta enamorado.
Le conduje caminando por aquella calle, el piso no quedaba muy lejos. Podía ir volando, pero debido a mi completa falta de alimento, mis alas aún no se recuperaban del todo, así como varias de mis heridas, de las cuales quedaban moretones y hematomas que cubría con la ropa. Mi cuerpo en sí estaba bastante debilitado, pero no mi espíritu, no desde que le viera.
Nos movíamos a paso humano. En mi rostro relucía una sonrisa que no podía borrar, mientras caminaba del brazo junto a él. Eran menos de 10 minutos, ya que había salido simplemente en busca de la tienda de alimentos mas cercana -y barata- porque quería volver a hundirme en el piano, en aquellas depresivas melodías.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Percibía su debilidad, una muestra más de lo frágiles que éramos pese a nuestra inmortalidad. Dejé que tomara mi brazo derecho, de esa forma podría ir mucho más cómoda y apoyada en mi cuerpo. El sol brillaba en todo lo alto, sus rayos descendían sobre nosotros golpeándonos con glorioso poder. Era la primera vez que podía contemplarlo fuera de películas o fotografías. Durante unos segundos quedé fascinado observando el cielo, las aves lo surcaban sin miedo alguno y los niños correaban a nuestro alrededor sin pánico. La ciudad entera parecía otra, mucho más viva. Los enamorados se cruzaban con nosotros, no importaba la edad, y las flores parecían perlas colgadas de los balcones. Estos estaban abiertos mostrando la vida, las cortinas moviéndose con el viento fresco que recorría el mundo.
Íbamos por una de las vías reconstruidas con más vida. A lo lejos se alzaba imponente la hermosa torre de hierros retorcidos que tan emblemática, hermosa y reinante. Desde allí las vistas eran impresionantes, seguro que éramos hormigas tan sólo. Las cafeterías estaban abarrotadas, el pan y la mantequilla se fundía con el aroma de un cigarrillo y del café recién hecho.
Cuando quedamos ante un viejo edificio contemplé el departamento de donde había surgido, allí había un balcón abierto con flores secas que mostraba al fondo un piano. La tomé en brazos sintiendo que desfallecía, cargándola hacia la entrada del edificio con un gesto galante.
-Crearé para ti algo de alimento, tal vez algún dulce y algo de fruta.-susurré antes de palpar su frente con mis labios, no tenía fiebre. Me sentí aliviado al saber que no tenía alta la temperatura.
Subí los escasos escalones hasta la segunda planta, donde se hallaba su pequeño apartamento con vistas a la calle. La senté en uno de los sofá que había, pues era escaso el mobiliario. Nada más hacerlo dejé entre sus manos un batido de chocolate esperando que eso la alimentara.
-Tocaré para ti.-susurré dirigiéndome al piano, sentándome para acariciar las teclas que tanto había amado aquellas noches.
Me coloqué frente a las teclas e hice sonar mis dedos, justo antes de comenzar a tocar la melodía que tanto había escuchado en las noches. Mi madre decía que era parte de mi padre, yo decía que era parte de un idiota. Sin embargo, terminé tocándola con esmero como si fuera para ella y para Lutho a la vez.
Canción: https://www.youtube.com/watch?v=YR3-BwidRrk
Íbamos por una de las vías reconstruidas con más vida. A lo lejos se alzaba imponente la hermosa torre de hierros retorcidos que tan emblemática, hermosa y reinante. Desde allí las vistas eran impresionantes, seguro que éramos hormigas tan sólo. Las cafeterías estaban abarrotadas, el pan y la mantequilla se fundía con el aroma de un cigarrillo y del café recién hecho.
Cuando quedamos ante un viejo edificio contemplé el departamento de donde había surgido, allí había un balcón abierto con flores secas que mostraba al fondo un piano. La tomé en brazos sintiendo que desfallecía, cargándola hacia la entrada del edificio con un gesto galante.
-Crearé para ti algo de alimento, tal vez algún dulce y algo de fruta.-susurré antes de palpar su frente con mis labios, no tenía fiebre. Me sentí aliviado al saber que no tenía alta la temperatura.
Subí los escasos escalones hasta la segunda planta, donde se hallaba su pequeño apartamento con vistas a la calle. La senté en uno de los sofá que había, pues era escaso el mobiliario. Nada más hacerlo dejé entre sus manos un batido de chocolate esperando que eso la alimentara.
-Tocaré para ti.-susurré dirigiéndome al piano, sentándome para acariciar las teclas que tanto había amado aquellas noches.
Me coloqué frente a las teclas e hice sonar mis dedos, justo antes de comenzar a tocar la melodía que tanto había escuchado en las noches. Mi madre decía que era parte de mi padre, yo decía que era parte de un idiota. Sin embargo, terminé tocándola con esmero como si fuera para ella y para Lutho a la vez.
Canción: https://www.youtube.com/watch?v=YR3-BwidRrk
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Sus gestos y acciones me hacían ruborizar, era todo un caballero y un romántico, como pocas veces había visto. Me dejaba hacer mansamente, sin emitir reclamo alguno puesto que me gustaba que me tratara de aquella forma, a pesar de que también me hacía sentir un poco extraña y confundida.
Me llevó a mi piso, y una vez dejarme en el sofá, me dio aquel alimento, el cual prácticamente devoré. Me daba cuenta de que a pesar de que mi poder era enorme y aplastante, apenas podía hacer uso de mis habilidades como se debiera, que me quedaba aún demasiado por aprender. Comí mientras él se sentaba frente al piano y tocaba, era una melodía que en algún momento de mi vida escuché y que me hizo respirar con mayor agitación, me gustaba.
Tras acabarme el batido, me dediqué a escucharle con los ojos cerrados, dejándome llevar por la música. Estaba cansada, pero me sentía feliz, llena de vida. Cuando acabó, me levanté y le abracé por la espalda, pasando mis brazos por su cuello haciendo que se recargara sobre mi vientre. Mis manos recorrieron su pecho hasta terminar sobre sus manos, entrelazando sus dedos con los míos.
-Tocas magníficamente... -comenté, para luego soltarle y sentarme junto a él. Llevé mis manos a las teclas del piano, tocando una melancólica melodía, la que había estado practicando durante toda la semana. La había escuchado hacía mucho, mucho tiempo, pero no podía recordar de dónde o por quién estaba interpretada, pero cada que la escuchaba, se me venía el nombre de Louis a la cabeza.
Cuando terminé, me quedé en silencio contemplando las teclas. Apoyé la cabeza sobre su hombro, dejando caer mis manos y liberando de mis dedos al piano. Fue un silencio reflexivo, uno que no me atrevía a romper. Mi mano derecha terminó sobre la suya, y sólo entonces le miré a los ojos, con los míos verdes demasiado intenso.
https://www.youtube.com/watch?v=g8Yoz9Nh21k&feature=related
Me llevó a mi piso, y una vez dejarme en el sofá, me dio aquel alimento, el cual prácticamente devoré. Me daba cuenta de que a pesar de que mi poder era enorme y aplastante, apenas podía hacer uso de mis habilidades como se debiera, que me quedaba aún demasiado por aprender. Comí mientras él se sentaba frente al piano y tocaba, era una melodía que en algún momento de mi vida escuché y que me hizo respirar con mayor agitación, me gustaba.
Tras acabarme el batido, me dediqué a escucharle con los ojos cerrados, dejándome llevar por la música. Estaba cansada, pero me sentía feliz, llena de vida. Cuando acabó, me levanté y le abracé por la espalda, pasando mis brazos por su cuello haciendo que se recargara sobre mi vientre. Mis manos recorrieron su pecho hasta terminar sobre sus manos, entrelazando sus dedos con los míos.
-Tocas magníficamente... -comenté, para luego soltarle y sentarme junto a él. Llevé mis manos a las teclas del piano, tocando una melancólica melodía, la que había estado practicando durante toda la semana. La había escuchado hacía mucho, mucho tiempo, pero no podía recordar de dónde o por quién estaba interpretada, pero cada que la escuchaba, se me venía el nombre de Louis a la cabeza.
Cuando terminé, me quedé en silencio contemplando las teclas. Apoyé la cabeza sobre su hombro, dejando caer mis manos y liberando de mis dedos al piano. Fue un silencio reflexivo, uno que no me atrevía a romper. Mi mano derecha terminó sobre la suya, y sólo entonces le miré a los ojos, con los míos verdes demasiado intenso.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Tenerla tan próxima provocaba que mi corazón palpitara de forma acelerada. Mis ojos se quedaron fijos en las teclas del piano, o más bien en sus uñas lacadas. Mi aspecto no había cambiado, igual que el suyo, pese a nuestras heridas producidas por la estupidez, la ira, el desasosiego y el amor. Un amor que había surgido por el capricho del destino, el cual me estaba jugando una mala pasada. Era consciente de tener un amor prohibido, un amor lleno de pecado que nos arrastraría a los dos a un bucle lleno de desafío. Mientras escuchaba la melodía me juraba acapararla para mi, alejarla de Lestat no por odio sino por miedo. Una palabra suya podría provocar que ella se fuera, dejándome de nuevo a oscuras.
Me giré hacia ella tomando sus manos junto a las mías, besándolas antes de girarme para con un gesto sencillo subirla sobre mis piernas. La contemplaba como si siempre lo hubiera hecho, y sin embargo me fijaba en cada una de sus pestañas o poros de su piel. Esbocé una sonrisa que era tan parecida a la de nuestro padre que podría crear dudas, hacernos dudar a ambos si no era yo el auténtico.
-Hay tantas cosas que quiero contarte, tantas que deseo guardarme y otras que he olvidado con sólo alzar mi vista hasta tus ojos.-susurré acariciando su mejilla con mi mano y deslizarla lentamente hasta su cuello.-Te amo, aunque quizás es ilógico e impuro que lo haga.-me guardaba el secreto de nuestros lazos de sangre, sabía que pondrían el grito en el cielo y nos castigarían con alejarnos.
Hice aparecer un pequeño pastel entre mis manos, era de chocolate y galletas decorado con fresas. Sonreí ofreciéndoselo, esperando que lo tomara. Debía seguir comiendo, aunque fueran puras golosinas. Ya vería como hacer que comiera algo más denso, por ahora con algo de azúcar y cereales, los que se hallaban en las galletas, tendría algo de vitalidad.
Me giré hacia ella tomando sus manos junto a las mías, besándolas antes de girarme para con un gesto sencillo subirla sobre mis piernas. La contemplaba como si siempre lo hubiera hecho, y sin embargo me fijaba en cada una de sus pestañas o poros de su piel. Esbocé una sonrisa que era tan parecida a la de nuestro padre que podría crear dudas, hacernos dudar a ambos si no era yo el auténtico.
-Hay tantas cosas que quiero contarte, tantas que deseo guardarme y otras que he olvidado con sólo alzar mi vista hasta tus ojos.-susurré acariciando su mejilla con mi mano y deslizarla lentamente hasta su cuello.-Te amo, aunque quizás es ilógico e impuro que lo haga.-me guardaba el secreto de nuestros lazos de sangre, sabía que pondrían el grito en el cielo y nos castigarían con alejarnos.
Hice aparecer un pequeño pastel entre mis manos, era de chocolate y galletas decorado con fresas. Sonreí ofreciéndoselo, esperando que lo tomara. Debía seguir comiendo, aunque fueran puras golosinas. Ya vería como hacer que comiera algo más denso, por ahora con algo de azúcar y cereales, los que se hallaban en las galletas, tendría algo de vitalidad.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Sonreí rozando sus labios después de que besara mis manos, acomodándome sobre sus piernas y apoyando mi cabeza sobre su hombro. Guardaba silencio, prefería escucharle porque yo nada tenía que agregar, tan sólo lo que con el piano había expresado.
Tras un breve silencio, mientras miraba aquel pastelillo que me había obsequiado, levanté la vista nuevamente hacia su rostro. Con mi mano libre, acaricié su mejilla y cerré los ojos, disfrutando del tacto de su piel, tan suave y perfecta como la porcelana. Él era tan idéntico a Lestat, tan parecido a él... podía ser mi hermano, pero no quería darme cuenta de eso, no quería pensarlo siquiera. Prefería creer que era un regalo, un doble que incluso podría ser mucho mejor que el original.
-Dime las cosas que estimes conveniente el tiempo que creas que es el adecuado... quiero conocerte y que me conozcas, porque tengo la esperanza de que así como tú me amas, tal vez yo pueda corresponderte de la misma manera -le susurré luego, pasando mis labios por la piel de su cuello. Sentía sed, una sed terrible y enfermiza, pero iba a controlarme, no sería el monstruo sediento de sangre que Caim había descrito entre líneas con sus crueles palabras. Intentaría ser mejor que eso, lo intentaría con ganas y fuerzas.
-No creo que tu amor sea ilógico e impuro... creo que es bastante casto, bastante real -comenté luego, besando sus labios fugazmente antes de comer aquel pastelito. A pesar de mi hambre, comía de forma educada, me controlaba no por aparentar, sino porque quería, porque así era yo realmente. De a poco, iría enseñándole parte de mí, me sacaría mi máscara frente a él e intentaría amarle, olvidar al otro, liberarme de mis ataduras.
Una vez terminé de comer, insatisfecha frente a todo el hambre que tenía pero sin importarme, me levanté de sus piernas y tomé su mano, jalándole en silencio junto a mí. Le llevé a mi cuarto, y una vez allí, le hice sentarse en la cama para colocarme sobre sus piernas y besarle en los labios con deseo, con necesidad. Le haría el amor, le daría lo que necesitaba y sólo a él, no a una imagen producto de mi mente retorcida. Le haría feliz, tanto como él me había hecho sentir aquella noche en la iglesia sin saberlo.
Tras un breve silencio, mientras miraba aquel pastelillo que me había obsequiado, levanté la vista nuevamente hacia su rostro. Con mi mano libre, acaricié su mejilla y cerré los ojos, disfrutando del tacto de su piel, tan suave y perfecta como la porcelana. Él era tan idéntico a Lestat, tan parecido a él... podía ser mi hermano, pero no quería darme cuenta de eso, no quería pensarlo siquiera. Prefería creer que era un regalo, un doble que incluso podría ser mucho mejor que el original.
-Dime las cosas que estimes conveniente el tiempo que creas que es el adecuado... quiero conocerte y que me conozcas, porque tengo la esperanza de que así como tú me amas, tal vez yo pueda corresponderte de la misma manera -le susurré luego, pasando mis labios por la piel de su cuello. Sentía sed, una sed terrible y enfermiza, pero iba a controlarme, no sería el monstruo sediento de sangre que Caim había descrito entre líneas con sus crueles palabras. Intentaría ser mejor que eso, lo intentaría con ganas y fuerzas.
-No creo que tu amor sea ilógico e impuro... creo que es bastante casto, bastante real -comenté luego, besando sus labios fugazmente antes de comer aquel pastelito. A pesar de mi hambre, comía de forma educada, me controlaba no por aparentar, sino porque quería, porque así era yo realmente. De a poco, iría enseñándole parte de mí, me sacaría mi máscara frente a él e intentaría amarle, olvidar al otro, liberarme de mis ataduras.
Una vez terminé de comer, insatisfecha frente a todo el hambre que tenía pero sin importarme, me levanté de sus piernas y tomé su mano, jalándole en silencio junto a mí. Le llevé a mi cuarto, y una vez allí, le hice sentarse en la cama para colocarme sobre sus piernas y besarle en los labios con deseo, con necesidad. Le haría el amor, le daría lo que necesitaba y sólo a él, no a una imagen producto de mi mente retorcida. Le haría feliz, tanto como él me había hecho sentir aquella noche en la iglesia sin saberlo.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Ella era un violín bien afinado, si sabías tocarlo promovía en tu alma una sonrisa. Su voz era la melodía más hermosa que había escuchado. Mis manos recorrieron rápidamente su cuerpo, como mi vista y mis labios. Mi boca besaba la suya, sus mejillas, su cuello y sus manos. Colocados en aquella cama mullida cubierta por sábanas que olían a ella, tan apetecibles como el tacto de su piel.
Comencé a desabrochar su camisa lentamente dejando que mis dedos jugaran con sus botones, pronto tuve a la vista su sujetador de encaje. Mis ojos se quedaron fijos en los suyos, una sonrisa cómplice se formó en mis labios. Aparté aquella prenda de ella mientras mordía sus hombros y sus clavículas. Pronto mis dedos fueron a su vientre jugueteando con su ombligo. Jadeé bajo al imaginarla oscilando sobre mí. Amaba el cuerpo de las mujeres, no podía evitarlo, y el suyo era especial.
-Bailaremos un tango.-murmuré recostándola en la cama para privarla de su calzado, sus calcetines y aquellos pantalones algo ajustados a sus caderas. Pronto la tuve desnuda por completo.
Me aparté sacándome la ropa, lo hice observándola mientras sentía como mis mejillas ardían. Nunca me había sentido tan cohibido con una mujer, ni siquiera cuando lo hicimos por primera vez. Era como si mi cuerpo entendiera que perdería mi virginidad en cuestión de sentimientos, dejaría a un lado la frivolidad.
Acomodé mi figura sobre la suya, dejando sus piernas rodeándome por la cadera y mis manos se colocaron sobre los almohadones. Pronto mi boca siguió el impulso del deseo mordiendo sus labios, introduciendo mi lengua acariciando la suya. Mi aliento se perdía con el suyo, mezclándose y haciéndose uno. Nuestras almas parecían una definitivamente, pero aún quedaba que nuestros cuerpos se amoldaran.
Comencé a desabrochar su camisa lentamente dejando que mis dedos jugaran con sus botones, pronto tuve a la vista su sujetador de encaje. Mis ojos se quedaron fijos en los suyos, una sonrisa cómplice se formó en mis labios. Aparté aquella prenda de ella mientras mordía sus hombros y sus clavículas. Pronto mis dedos fueron a su vientre jugueteando con su ombligo. Jadeé bajo al imaginarla oscilando sobre mí. Amaba el cuerpo de las mujeres, no podía evitarlo, y el suyo era especial.
-Bailaremos un tango.-murmuré recostándola en la cama para privarla de su calzado, sus calcetines y aquellos pantalones algo ajustados a sus caderas. Pronto la tuve desnuda por completo.
Me aparté sacándome la ropa, lo hice observándola mientras sentía como mis mejillas ardían. Nunca me había sentido tan cohibido con una mujer, ni siquiera cuando lo hicimos por primera vez. Era como si mi cuerpo entendiera que perdería mi virginidad en cuestión de sentimientos, dejaría a un lado la frivolidad.
Acomodé mi figura sobre la suya, dejando sus piernas rodeándome por la cadera y mis manos se colocaron sobre los almohadones. Pronto mi boca siguió el impulso del deseo mordiendo sus labios, introduciendo mi lengua acariciando la suya. Mi aliento se perdía con el suyo, mezclándose y haciéndose uno. Nuestras almas parecían una definitivamente, pero aún quedaba que nuestros cuerpos se amoldaran.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Entre sus manos me volvía mansa, intentaba aguantar esas ganas de dominarlo todo en la cama y no volverme egoísta. Me dejé desnudar en silencio, mirándole a los ojos todo el tiempo aceptando sus besos y correspondiendo a sus labios con los míos. Cuando me tumbó en la cama, me quedé observando cómo él se desnudaba ahora, no había cosa que no me pusiera más, que ver a un chico desnudándose y exponiéndome su cuerpo. Y Richard tenía un cuerpo tan perfecto como su rostro y su talento.
-Estás sonrojado... -comenté al notar sus mejillas un tanto encendidas. Le abracé cuando lo tuve sobre mí y rodeé su cintura con mis piernas, besándole con intensidad, correspondiendo a su beso de la misma forma. Mi lengua se introducía en su boca buscando robarle el aliento, y mis manos por mientras acariciaban sus cabellos y su nuca, de forma cariñosa y tierna. Mis caricias ya no estaban marcadas por la lujuria y el simple deseo, sino que en ellas se podía percibir el cariño, la voluntad que ponía por amarle como si de toda la vida nos conociéramos.
Al separarme de su boca, le miré intensamente a los ojos, llevando mis manos por su espalda hasta su cintura, acariciándola. Besé sus mejillas y su frente, notando cómo el calor comenzaba a ser protagonista. Luego de que me dedicara a lamer y mordisquear su cuello, volví a levantar la mirada.
-Richard... déjame hacerlo a mi modo esta vez -le pedí, con voz suave, apartando un mechón de cabello de su rostro y colocándolo tras su oreja. Le sonreí casi de forma tímida, notando que me había cohibido al hacer la pregunta. Besé la comisura de sus labios esperando que aceptara, intentaría hacer las cosas bien, darle las gracias por haberme salvado, por regresar y por amarme, en definitiva.
-Estás sonrojado... -comenté al notar sus mejillas un tanto encendidas. Le abracé cuando lo tuve sobre mí y rodeé su cintura con mis piernas, besándole con intensidad, correspondiendo a su beso de la misma forma. Mi lengua se introducía en su boca buscando robarle el aliento, y mis manos por mientras acariciaban sus cabellos y su nuca, de forma cariñosa y tierna. Mis caricias ya no estaban marcadas por la lujuria y el simple deseo, sino que en ellas se podía percibir el cariño, la voluntad que ponía por amarle como si de toda la vida nos conociéramos.
Al separarme de su boca, le miré intensamente a los ojos, llevando mis manos por su espalda hasta su cintura, acariciándola. Besé sus mejillas y su frente, notando cómo el calor comenzaba a ser protagonista. Luego de que me dedicara a lamer y mordisquear su cuello, volví a levantar la mirada.
-Richard... déjame hacerlo a mi modo esta vez -le pedí, con voz suave, apartando un mechón de cabello de su rostro y colocándolo tras su oreja. Le sonreí casi de forma tímida, notando que me había cohibido al hacer la pregunta. Besé la comisura de sus labios esperando que aceptara, intentaría hacer las cosas bien, darle las gracias por haberme salvado, por regresar y por amarme, en definitiva.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Cada caricia era un mundo, cada beso un universo y cada mirada era el cielo despejado sobre nuestras cabezas, un cielo que se mostraba plácido y despejado de cualquier duda. Deseaba que me amara, que realmente me tuviera en su cama amándome como aquella vez pero esta vez pensando en mi. Mis ojos parecían algo más rasgados, pero eran los mismos que había visto la noche anterior. Mis pestañas postizas inferiores se habían perdido, por ello parecían más asiáticos y quizás eso ayudaría a verme como otro hombre distinto a nuestro padre.
Mi piel lechosa y suave, como la suya, buscaba sus caricias. Sus pechos se veían tentadores mientras se movían temblorosos por su respiración algo agitada. Cada uno de sus dedos parecían plumas que rozaban mi cuerpo, las plumas de un ángel. Mis labios atraparon los suyos tras escuchar aquella petición. Deseaba sentir su boca más allá de mi frente o mejillas. Notaba como su lengua se dejaba hacer con la mía, recostándome sobre su cuerpo, quedando entre sus piernas.
-Deja que te ame como nunca te han amado, permite que mis manos sean de seda frente a las ásperas de otros amantes. Quiero tocar tu alma con la punta de mis dedos y tocarte como si fueras mi preciado violín. Deja que te haga el amor, permite que te bese la frente y los párpados para hacerte soñar entre jadeos y caricias. Mon ange, mon amour, ma cherie... Je t'aime.
Susurré cada palabra con cortas y suaves caricias en sus muslos, entre sus muslos, mientras mis ojos la observaba con ternura y pasión. Deseaba hacerlo de forma lenta, mostrarle como se abrían las flores por amor. Yo jamás lo había sentido o vivido, sin embargo había leído miles de libros sobre el tema en cuestión y por instinto mi cuerpo pedía un ritmo cambiado, lento y y delicado.
Mi piel lechosa y suave, como la suya, buscaba sus caricias. Sus pechos se veían tentadores mientras se movían temblorosos por su respiración algo agitada. Cada uno de sus dedos parecían plumas que rozaban mi cuerpo, las plumas de un ángel. Mis labios atraparon los suyos tras escuchar aquella petición. Deseaba sentir su boca más allá de mi frente o mejillas. Notaba como su lengua se dejaba hacer con la mía, recostándome sobre su cuerpo, quedando entre sus piernas.
-Deja que te ame como nunca te han amado, permite que mis manos sean de seda frente a las ásperas de otros amantes. Quiero tocar tu alma con la punta de mis dedos y tocarte como si fueras mi preciado violín. Deja que te haga el amor, permite que te bese la frente y los párpados para hacerte soñar entre jadeos y caricias. Mon ange, mon amour, ma cherie... Je t'aime.
Susurré cada palabra con cortas y suaves caricias en sus muslos, entre sus muslos, mientras mis ojos la observaba con ternura y pasión. Deseaba hacerlo de forma lenta, mostrarle como se abrían las flores por amor. Yo jamás lo había sentido o vivido, sin embargo había leído miles de libros sobre el tema en cuestión y por instinto mi cuerpo pedía un ritmo cambiado, lento y y delicado.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
-Yo también deseo hacerte el amor, Richard... tú me lo hiciste en la iglesia, quiero hacértelo a ti esta vez -murmuré sintiendo sus caricias, haciéndome estremecer ante el mero contacto de sus manos con mi piel y de su cuerpo con el mío. Ambos éramos ángeles perfectos, sentía que incluso de alguna forma estábamos conectados, que tal vez éramos el complemento el uno del otro.
Giramos en la cama y quedé sobre su cuerpo, besando sus labios con deseo, como si necesitara de éstos para vivir, como si fueran una droga demasiado adictiva que no podía dejar. Mis manos se deslizaron por sus costados, regresaron a su pecho y terminaron en su cuello, delineándolo, notando que era tan fino como el mío y que con un ligero movimiento podría romperlo. Esta idea me aterró, razón por la cual quité de allí mis manos para acariciar sus mejillas mientras le besaba.
-Deseo quererte, tanto como tú dices quererme a mí... -susurré en su oído, con voz suave, con tono cómplice y secreto, le decía palabras que sólo serían de ambos. Besé su barbilla y bajé a besos por su cuello y su pecho, dejando en el camino una que otra lamida, llevándome conmigo el sabor de su cuerpo, de su piel de porcelana.
Terminé por incorporarme, quedando sentada sobre su vientre, sintiendo su miembro bajo mi sexo. Tomé una de sus manos besándola, para terminar dejándola sobre uno de mis pechos, quería que me tocara y que esta vez le tocara a él disfrutar y conocer las virtudes de hacer el amor. Yo ya lo conocía, con una mujer, pero sabía de qué se trataba y quería dárselo a él, aunque lo conociera o aunque fuera virgen en ese aspecto.
Giramos en la cama y quedé sobre su cuerpo, besando sus labios con deseo, como si necesitara de éstos para vivir, como si fueran una droga demasiado adictiva que no podía dejar. Mis manos se deslizaron por sus costados, regresaron a su pecho y terminaron en su cuello, delineándolo, notando que era tan fino como el mío y que con un ligero movimiento podría romperlo. Esta idea me aterró, razón por la cual quité de allí mis manos para acariciar sus mejillas mientras le besaba.
-Deseo quererte, tanto como tú dices quererme a mí... -susurré en su oído, con voz suave, con tono cómplice y secreto, le decía palabras que sólo serían de ambos. Besé su barbilla y bajé a besos por su cuello y su pecho, dejando en el camino una que otra lamida, llevándome conmigo el sabor de su cuerpo, de su piel de porcelana.
Terminé por incorporarme, quedando sentada sobre su vientre, sintiendo su miembro bajo mi sexo. Tomé una de sus manos besándola, para terminar dejándola sobre uno de mis pechos, quería que me tocara y que esta vez le tocara a él disfrutar y conocer las virtudes de hacer el amor. Yo ya lo conocía, con una mujer, pero sabía de qué se trataba y quería dárselo a él, aunque lo conociera o aunque fuera virgen en ese aspecto.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Sus caricias sobre mi cuello, torso y rostro me dejaban aturdido. Su piel ahora era más fría que la mía, yo poseía el calor de las llamaradas del infierno. Un calor que se pegaba a mi cuerpo y que ardía como antorcha. Mis mejillas se encendieron al notar que intentaba hacer conmigo. Mi mano derecha fue besada y alojada sobre su pecho contrario, el cual tomé entre mis dedos acariciándolo como si se tratara de una escultura y yo fuera completamente ciego, mis dedos verían la suavidad de su piel y como su pezón se endurecía bajo la palpa de mis manos.
-Lutho.-jadeé entreabriendo mis labios, sofocado al sentir como su cuerpo presionaba contra mi miembro. Estaba sentada en mi vientre y lo rozaba. Mis caderas se movían lentamente en un suave vals decadente, uno a contra ritmo.-Te dejaré hacer lo que deseas, únicamente porque contemplarte desde esta postura es como ver a un ángel posado sobre un altar.-murmuré llevando mis manos a su rostro.-Me sentí perdido sin ti, deseaba morir al no tenerte.
Mi abuela me había regresado a la vida, lo había hecho maldiciéndome por culpa de este amor que me mantenía despierto en medio de la oscuridad. El odio irracional se había consumido en la iglesia, como sus cirios, y se había derrumbado cada palabra cruel como sus muros, igual que estos cayeron sobre mí aplastándome mientras la cubría. Ella había vivido para mí, yo había muerto para surgir más puro para ella.
Me incorporé para besar sus labios, deseaba un beso suave y lento sin pasión pero con dulzura. Un beso que podía sentirse más allá de la piel, el beso que se da a un ángel para hacerlo caer de su altar lleno de gloria.
-Lutho.-jadeé entreabriendo mis labios, sofocado al sentir como su cuerpo presionaba contra mi miembro. Estaba sentada en mi vientre y lo rozaba. Mis caderas se movían lentamente en un suave vals decadente, uno a contra ritmo.-Te dejaré hacer lo que deseas, únicamente porque contemplarte desde esta postura es como ver a un ángel posado sobre un altar.-murmuré llevando mis manos a su rostro.-Me sentí perdido sin ti, deseaba morir al no tenerte.
Mi abuela me había regresado a la vida, lo había hecho maldiciéndome por culpa de este amor que me mantenía despierto en medio de la oscuridad. El odio irracional se había consumido en la iglesia, como sus cirios, y se había derrumbado cada palabra cruel como sus muros, igual que estos cayeron sobre mí aplastándome mientras la cubría. Ella había vivido para mí, yo había muerto para surgir más puro para ella.
Me incorporé para besar sus labios, deseaba un beso suave y lento sin pasión pero con dulzura. Un beso que podía sentirse más allá de la piel, el beso que se da a un ángel para hacerlo caer de su altar lleno de gloria.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Correspondí a aquel beso con cariño, de forma lenta, dejando que él me besara sin luchar ya contra su boca por ver quién dominaba. En el amor, en el acto de hacerlo, aquello no existía, porque ambos éramos uno solo, una sola alma y un mismo cuerpo. Al separarme de su boca dejé escapar un sutil jadeo provocado por el roce de nuestros sexos, sintiendo cómo sus caderas se movían lentamente buscando enloquecernos a ambos.
Con su tacto, mis pezones se habían endurecido y ahora estaban erectos, dispuestos a que él los besara, mordisqueara y lamiera a su antojo. Pero todavía no, aquello sería lento y excitante, enloquecedor y a la vez, hermoso. Mis caderas se movieron sobre él provocando mayores roces de nuestros sexos, mientras mis manos recorrían su espalda para terminar sobre su cabeza, abrazándolo contra mi pecho de forma maternal.
-No quiero que mueras, no lo voy a permitir -murmuré, acariciando sus cabellos- Me salvaste... incluso de mí misma, y me devolviste la luz al regresar. No permitiré nunca que te hagan daño... Siento que te quiero demasiado a pesar de no conocer de ti más que tu nombre y tu talento... -le dije, buscando sus labios, recostándonos ambos sobre la cama, yo sobre su cuerpo ahora más cálido.
Con mi otra mano, la que no descansaba entre sus cabellos, tomé una de las suyas y la deslicé hasta mi entrepierna, necesitaba que me tocara, que me ayudara a entrar en calor de la misma forma que yo le hacía a él. Solté su mano y llevé la mía a su sexo, acariciando su miembro de forma lenta pero con la misma maestría de siempre, quería que primero fueran sólo caricias para ambos, que nos exploráramos, que nos deseáramos hasta no poder resistirnos más al deseo.
Con su tacto, mis pezones se habían endurecido y ahora estaban erectos, dispuestos a que él los besara, mordisqueara y lamiera a su antojo. Pero todavía no, aquello sería lento y excitante, enloquecedor y a la vez, hermoso. Mis caderas se movieron sobre él provocando mayores roces de nuestros sexos, mientras mis manos recorrían su espalda para terminar sobre su cabeza, abrazándolo contra mi pecho de forma maternal.
-No quiero que mueras, no lo voy a permitir -murmuré, acariciando sus cabellos- Me salvaste... incluso de mí misma, y me devolviste la luz al regresar. No permitiré nunca que te hagan daño... Siento que te quiero demasiado a pesar de no conocer de ti más que tu nombre y tu talento... -le dije, buscando sus labios, recostándonos ambos sobre la cama, yo sobre su cuerpo ahora más cálido.
Con mi otra mano, la que no descansaba entre sus cabellos, tomé una de las suyas y la deslicé hasta mi entrepierna, necesitaba que me tocara, que me ayudara a entrar en calor de la misma forma que yo le hacía a él. Solté su mano y llevé la mía a su sexo, acariciando su miembro de forma lenta pero con la misma maestría de siempre, quería que primero fueran sólo caricias para ambos, que nos exploráramos, que nos deseáramos hasta no poder resistirnos más al deseo.
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Re: Venido de entre los muertos - Priv
Tomó mi mano para llevarla hasta su entrepierna. Sin embargo, la aparté para tomarla de la cintura ayudándola a estar más alzada. Mi mano derecha se deslizó de su pecho para acariciar lentamente su clítoris. Mis ojos se quedaron fijos en los suyos, parecían que el cielo se había quedado jugando con sus pupilas dándoles color. Era hermosa, una mujer casi divina. La Venus salida entre las aguas pero en versión más moderna, angelical y delicada. Una muchacha que se convertía en mujer frente a mí, pues parecía intentar amarme realmente.
Mis ojos más rasgados que los suyos se fijaron en sus labios, deseaba contemplar como su boca se entreabría mientras gemía, jadeaba y rogaba que la amara. Debía tener paciencia, ofrecerle mi mejor cara y ocultar la verdad pese a todo. No era sincero en mi historia, pero lo prefería antes de explicarle mis verdaderos motivos.
-Te amo.-susurré inclinándome para moder sus labios.-Estoy aquí para ti, estoy aquí para cuidarte.-hundí mis dedos en ella, dos tan sólo, mientras la observaba fijamente.-Te ves tan hermosa Lutho, tan hermosa.
Su mano en mi miembro me hacía jadear y gruñir, quería estar pronto dispuesto para entregarme a su amor, que me pulverizara si deseaba entre sus manos.
Mis ojos más rasgados que los suyos se fijaron en sus labios, deseaba contemplar como su boca se entreabría mientras gemía, jadeaba y rogaba que la amara. Debía tener paciencia, ofrecerle mi mejor cara y ocultar la verdad pese a todo. No era sincero en mi historia, pero lo prefería antes de explicarle mis verdaderos motivos.
-Te amo.-susurré inclinándome para moder sus labios.-Estoy aquí para ti, estoy aquí para cuidarte.-hundí mis dedos en ella, dos tan sólo, mientras la observaba fijamente.-Te ves tan hermosa Lutho, tan hermosa.
Su mano en mi miembro me hacía jadear y gruñir, quería estar pronto dispuesto para entregarme a su amor, que me pulverizara si deseaba entre sus manos.
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